Los iraníes sorprenden al dar la victoria en las urnas al reformista Pezeshkian

No hay muchas buenas noticias que llegan de Oriente Medio en los últimos años y tampoco son muchas las que sorprenden. En esta última categoría hay que incluir la victoria del reformista Masoud Pezeshkian, de 69 años, en las elecciones presidenciales de Irán. Su misma presencia en la lista de candidatos permitidos por el régimen parecía un error del sistema. Su perfil no muy conocido, a pesar de ser diputado y de haber sido ministro de Sanidad tiempo atrás hasta 2005, hacía pensar que estaba ahí sólo para cumplir el expediente.

Nadie sabía por qué había recibido el visto bueno oficial para ser candidato. Otros reformistas más conocidos, y por tanto con más posibilidades en las urnas, habían sido vetados. La única explicación posible es que fuera un truco de los conservadores para aumentar la participación electoral, que el propio líder del país, el ayatolá Jamenéi, ha considerado siempre un factor esencial para reforzar la legitimidad del régimen.

La primera vuelta confirmó los temores de Jamenéi. La participación estuvo en torno al 40%, similar a las últimas elecciones legislativas, a pesar de que los medios oficiales dictaminaban que votar era un deber para cualquier ciudadanos. El desencanto en el campo reformista estaba muy extendido como para crear una marea ciudadana en favor de algún candidato. Jóvenes y mujeres en las zonas urbanas no iban a permitir que les crearan otra vez falsas esperanzas.

La presencia de Pezeshkian entre los dos candidatos que se enfrentarían en la segunda vuelta ya fue una sorpresa. Obtuvo el 42% de los votos, cuatro puntos más que Saeed Jalili, que era el más reaccionario de los tres candidatos conservadores. Pezeshkian tuvo 10,4 millones de votos. Jalili, un millón menos. El tercer clasificado, Mohammad Baqer Ghalibaf, presidente del Parlamento y exalcalde de Teherán, recibió 3,3 millones. Si los votantes conservadores sumaban sus votos en favor de Jalili, el resultado estaba cantado.

Pezeshkian ya había sorprendido en los debates televisados antes de la primera votación haciendo críticas muy certeras a las políticas que los conservadores han impuesto en los últimos años. Sin cuestionar principios que están establecidos por Jamenéi por encima de los gobiernos, reclamó que Irán negocie con Occidente para levantar las sanciones económicas y que busque un acuerdo que inevitablemente supondría cesiones sobre el programa nuclear. Insistió en que es imposible mejorar la situación económica sin tener en cuenta la política exterior del país.

El reformista afirmó que el Gobierno debería levantar las restricciones sobre asuntos morales, una referencia a la imposición del velo y la vestimenta tradicional a las mujeres. Si bien el acoso a las mujeres se redujo durante el periodo preelectoral, había vuelto a intensificarse en los meses anteriores. Fue lo bastante hábil como para utilizar los argumentos religiosos para oponerse al maltrato de las mujeres que se niegan a aceptar las prohibiciones de la jerarquía religiosa. Dijo que no hay textos islámicos con los que se pueda justificar la obligación de cubrirse la cabeza.

Pezeshkian elogió el acuerdo nuclear con Europa y EEUU de 2015 conseguido en la presidencia del moderado Rouhaní y que los conservadores siempre han rechazado. El que fue ministro de Exteriores en esos años, Mohammad Javad Zarif, ha sido el político que más ha apoyado en público a Pezeshkian.

En la segunda vuelta, celebrada el viernes, Pezeshkian volvió a superar los pronósticos con 16,3 millones de votos, frente a los 13,5 millones de Jalili. La participación se acercó al 50%, con lo que hay que suponer que muchos iraníes que no votaron en la primera vuelta lo hicieron el viernes ante la posibilidad real de derrotar a un conservador como Jalili al que desprecian.

El régimen obtuvo al final la participación que buscaba al precio de ver derrotados a sus candidatos en el relevo del presidente Raisi, muerto en un accidente de helicóptero en mayo que terminó por alterar el dominio completo de la política iraní por los conservadores.

A corto plazo, la elección de Pezeshkian no tendrá consecuencias reales en la política exterior. Tanto las relaciones internacionales como la defensa están en manos de Jamenéi. Será interesante ver si el vencedor utilizará la pésima situación económica y el empobrecimiento de la clase media como factores en su favor para convencer al régimen de que necesita volver a las negociaciones sobre el programa nuclear.

Como en tantos otros asuntos, todo dependerá de si EEUU devuelve a Donald Trump a la Casa Blanca en noviembre. Trump fue el que acabó con el acuerdo nuclear de 2015 que tenía como objetivo aceptar un programa nuclear civil y la suspensión del enriquecimiento de uranio por encima de niveles susceptibles de utilizarse con fines militares.

Publicado en Iran | Etiquetado , | Deja un comentario

¿Es la campaña electoral de Rishi Sunak la peor de la historia en Reino Unido?

Rishi Sunak convocó elecciones anticipadas en Reino Unido para perderlas. Es algo que todo el mundo sabía y que sólo sorprendió a aquellos en su partido que pensaban que era mejor esperar a la conclusión de la legislatura en unos meses, por más que no hubiera dudas sobre el resultado. Con veinte puntos por detrás de los laboristas en la mayoría de las encuestas, no podían esperar otra cosa.

Nada de lo que hiciera podía cambiar eso, aunque ningún político acepta la derrota antes del día de las elecciones. Siempre puede reducir los daños, hacer que la victoria del rival sea menor de lo que se esperaba y con ello aspirar a que su partido vuelva al poder cuanto antes.

Sunak ha conseguido empeorar su situación con una serie de imágenes entre absurdas e innecesarias que sólo podían perjudicarle. Y una campaña se compone de imágenes. Por eso, los partidos les dan tanta importancia. Lo que es mucho peor es tomar una decisión que refleje el tipo de persona que eres y hacerlo en términos no muy positivos. El primer ministro conservador lo consiguió este mes con una que sólo se puede definir como estúpida. O totalmente insólita teniendo en cuenta la opinión previsible de sus votantes.

Sunak abandonó las celebraciones del 80º aniversario del Día D cuando aún debía tener lugar el momento en que se juntaban los líderes de las potencias aliadas. Los protagonistas de los actos eran los veteranos que aún sobreviven de ese día de 1945. Pero las imágenes de los presidentes y primeros ministros son las que dominan en los medios. Las ausencias se notan mucho.

No cogió un helicóptero para largarse a toda rapidez por alguna emergencia. Fue por una entrevista concertada con una televisión que ni siquiera se iba a emitir en directo. Su agenda de campaña resultaba más importante que la conmemoración de uno de los momentos icónicos de la Segunda Guerra Mundial, en especial para los británicos.

Días después, inevitablemente apareció el vídeo en el que Sunak se disculpa ante el periodista de ITV por haber llegado tarde. «Se pasaron de tiempo», dijo sobre los actos. Por más que fuera cierto, ni era sorprendente ni era una excusa.

Las viñetas en la prensa fueron atroces para Sunak.

En esa misma entrevista, le preguntaron sobre su infancia. Sunak es millonario, el primer ministro británico con más dinero de las últimas décadas, sobre todo por la fortuna de su mujer, hija de uno de los empresarios más ricos de India. Quiso comentar que también había pasado por privaciones y dijo que en su hogar no tenían Sky TV, la televisión de pago que entre otras cosas emite los partidos de la Premier. Las risas en Twitter fueron generalizadas ante tan dramática muestra de pobreza.

Si hablamos de imágenes, la de la ausencia en el aniversario del día D era la peor, pero había más. En un acto electoral, una mujer le reprochó el estado de la sanidad pública. Uno de los asistentes respondió con una frase tan falsa como desafortunada: «Cariño, la mayoría de los médicos pasa más tiempo de vacaciones que en la consulta».

Y a Sunak no se le ocurrió otra cosa que reírse. Cuando el estado de la sanidad figura de forma constante en las críticas de la gestión de los gobiernos conservadores desde 2010.

Entre las innovaciones que han ofrecido las primeras semanas de campaña de Sunak, está dar un discurso de espaldas a las cámaras que iban a ofrecer la señal en directo. O ponerse a manejar un balón demostrando su poca soltura.

Todos los políticos en campaña quieren que alguna de sus promesas domine la agenda política y obligue a todos, rivales y medios de comunicación, a centrarse en esa iniciativa. Lo consiguió inicialmente con su propuesta de poner en marcha un «Servicio Nacional» militar y civil para los jóvenes que no estaba muy claro si era obligatorio o voluntario pero con algunas medidas para presionar a los que no estuvieran dispuestos a unirse.

Si ya los tories no son muy populares entre los votantes jóvenes a causa del Brexit, esta idea no iba a funcionar muy bien. Ni siquiera los militares están a favor, como dejó claro un exministro conservador de Defensa, porque en un Ejército profesional nadie quiere reclutas que prefieran estar en cualquier sitio menos en un cuartel.

A veces, explicar este tipo de iniciativas es peor que no concretar. Un ministro tory dijo que era una medida para combatir «la fragmentación de la sociedad», porque los jóvenes estaban encerrados en sus «burbujas» (ya se sabe, los teléfonos móviles, como si fueran los únicos que los utilizan) y debían salir de ellas y entrar en contacto con otras personas.

No es extraño que los tories no tardaran mucho tiempo en olvidarse de su última idea genial.

Un ángulo más divertido a cuenta de la propuesta de Sunak es que en realidad es bastante vieja. Sólo hay que ver esta escena de la serie ‘Yes, Prime Minister’, de la segunda mitad de la década de los ochenta, que confirma además lo fácil que es manipular a la gente con las preguntas de las encuestas.

Aun más gracioso es descubrir que la empresa de encuestas Ipsos utilizó esas preguntas de la escena de la serie en un sondeo realizado en el mundo real. Lo clavaron. Los porcentajes confirmaron exactamente lo que inicialmente sólo era un ejemplo de humor británico.

Es cierto que Sunak se enfrentaba a una misión imposible. El breve Gobierno de Liz Truss dinamitó la reputación económica de los tories para mucho tiempo hasta niveles difíciles de imaginar. Después de ganar las primarias conservadoras con una gran ventaja sobre Sunak, los planes económicos radicales de Truss hundieron la credibilidad financiera del Reino Unido y pusieron en peligro los planes de pensiones y el valor de la libra.

Sunak fue elegido después casi por eliminación. Su credibilidad entre los votantes conservadores ya estaba muy mermada por las subidas de impuestos decretadas en su etapa de ministro de Hacienda. Su intento por promover el envío forzado a Ruanda a los solicitantes de asilo, una medida condenada al fracaso por las evidentes dudas sobre su legalidad, fue un intento cínico por atraerse al sector más xenófobo del partido.

Sus propios mensajes han contribuido a hacerle caer aún más en los sondeos. «No deberíamos depender de los alimentos extranjeros», dijo esta semana en Twitter. Gran Bretaña es un país importador neto de alimentos. La agricultura nunca ha tenido allí el papel con el que cuenta en países como Francia, España o Italia. Todos los consumidores saben que el desabastecimiento sufrido con muchos productos se debe al Brexit y a las regulaciones posteriores. Por ahí, no va a engañar a nadie. Sobre todo, si además pide a la gente que compre productos británicos, como si la culpa fuera suya.

Perplejos por la situación en la que están, los tories han difundido un vídeo para atacar la política inmigratoria de los laboristas, a la que achacan poner una alfombra roja a los solicitantes de asilo que llegan a las costas británicas. Ha sido con su Gobierno con el que el número de extranjeros que han llegado por mar ha alcanzado récords históricos. Ese es un dato irrefutable que aparece también en la prensa conservadora.

Se trata de una manipulación evidente de la realidad. El aumento de extranjeros no se debe a esas llegadas por mar, sino a otras razones, incluida la inmigración legal.

El desenlace era el previsible y no hubiera cambiado si las elecciones se hubieran celebrado dentro de unos meses cuando tocaba. «La gente no es consciente de lo mal que están las cosas», dijo una fuente del partido conservador a The News Statesman. «Es como un partido zombi en estos momentos. De las tres cosas que necesita un partido –dinero, voluntarios y gente sobre el terreno–, ahora mismo no tenemos ninguna de ellas».

En una de esas escenas que se montan para la televisión o las redes sociales, Sunak se fue al campo y no se le ocurrió otra cosa que dar comida a unas ovejas. Los animales se alejaron de él a la carrera. Es lo que van a hacer los votantes, dispuestos a propinar a los tories la derrota más catastrófica al menos desde 1931. Se la han ganado a pulso.

Publicado en Reino Unido | Etiquetado , , | Deja un comentario

‘Civil War’ nos recuerda el precio que pagarás si tu país se hunde en la locura

Alex Garland tiene algo que decir al pueblo de Estados Unidos. ¿Quieren saber cuál es el precio de la polarización cuando llega al nivel más extremo que es la guerra civil? ¿Cuando el presidente viola la Constitución y otros centros de poder del país deciden acabar con él por la fuerza y nadie consigue imponerse al principio de la crisis? ‘Civil War’ es la respuesta. No esperen que los periodistas les ayuden a entender qué es lo que está pasando. Ellos están tan confundidos y hastiados como ustedes. Lo que es seguro es que cogerán un coche y partirán hacia el lugar donde nadie en su sano juicio debería estar.

Uno de los requisitos habituales en los thrillers políticos es ofrecer al espectador una serie de hechos con los que explicar ese universo alternativo donde ocurren acontecimientos casi inimaginables. En ‘Siete días de mayo’ (1964), el presidente de EEUU pretende firmar un tratado de desarme con la Unión Soviética que cuenta con el rechazo de la oposición y de la cúpula militar. El presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor decide responder con un intento de golpe de Estado.

En ‘Syriana’ (2005), el hijo del emir de un país del Golfo Pérsico aspira a modernizar su país, abandonar su relación de dependencia con EEUU y utilizar el dinero del petróleo en favor de sus ciudadanos, no de las empresas de armamento. La CIA se ocupará de que no tenga éxito.

En ambos casos, las películas ofrecen elementos de ficción que son plausibles. ‘Civil War’ hurta al espectador elementos de la trama que ayudarían a entenderla. Cómo empezó todo. Cuál fue la decisión del presidente que desencadenó la guerra. Qué se pudo hacer para evitarla. Es uno de los grandes aciertos de Garland. Lo que ofrece es el paisaje desolador de una guerra civil en la que los motivos del conflicto han dejado de tener sentido.

Lo único que se impone sobre todos es la destrucción, la aniquilación de una sociedad democrática. Los combatientes han dejado de preguntarse por qué luchan. Sólo cumplen órdenes. Lo único que les importa es sobrevivir. Y lo que puede impedirlo es simplemente otro hombre armado escondido en una casa cercana que aspira a matarle.

Una de las mejores frases de la película está incluida en el tráiler. Los creadores saben que simboliza mucho de lo quieren contar. La mayoría de los críticos lo ha entendido así y por eso la incluye en sus artículos. «¿Qué clase de americano eres tú?», pregunta a los asustados reporteros un soldado armado con unas ridículas gafas de sol de color rojo. Sería un grave error tomártelo a broma, uno de esos con los que puedes perder la vida. Es alguien a quien no le importa matar. Ha pasado el umbral en que eso le causa algún problema.

Las guerras están llenas de personajes de ese tipo. Buscar en ellos una respuesta ideológica es una pérdida de tiempo, excepto en el plano más básico, por ejemplo en el odio a los extranjeros. Años atrás en la vida civil, podían ser personajes mediocres o irrelevantes. Ahora tienen un arma. Ese es todo el poder que necesitan.

Sin embargo, esa frase sirve para situar al espectador norteamericano en el punto exacto. Es ahí donde debe fijarse, no en el hecho de que sean los estados de California y Texas, uno progresista y el otro conservador, los que se rebelan contra el presidente, lo que ha provocado alguna perplejidad entre los críticos.

La clave no es cómo has llegado hasta ahí, sino lo que ocurre a partir de ese momento.

Lo que tendrás será una situación no muy diferente a la que ves por televisión cuando te informan sobre guerras civiles en África y Oriente Medio. Esos lugares que te parecen tan lejanos, tan primitivos. Tu país, paradigma del progreso y de la democracia, no será tan diferente como crees. Esas son las consecuencias que sufrirás si dejas que tu sociedad se deslice por la pendiente.

Los protagonistas de la película son los periodistas, una profesión que no está precisamente en la lista de las más valoradas en las encuestas que se hacen en los países occidentales (de hecho, nunca lo ha estado). Garland, nacido en Londres en 1970, no ha ocultado que los ha presentado como «los héroes». Es interesante saber que no lo son porque tengan las respuestas a todo lo que está sucediendo. No son tertulianos que sepan lo que va a pasar. De hecho, están tan perplejos como esos ciudadanos que viven en las zonas que no se han visto afectadas por la guerra y que viven en una especie de oasis a espaldas de todo el horror.

La diferencia es que los periodistas no pueden echarse atrás. Deben seguir hacia adelante, aunque sea por esa idea loca de conseguir una entrevista con el fanático que ocupa la Casa Blanca.

«Decir que odias a los periodistas es como decir que odias a los médicos. Necesitas a los médicos. No es una cuestión de si te gustan o no los periodistas. Los necesitas, porque son la forma de controlar a los gobiernos», ha dicho Garland. O al menos de intentarlo. Y pagarán un precio por ello, mucho más en una guerra, como hemos visto en Gaza.

Joel (Wagner Moura) es el reportero para quien no hay nada mejor que soltar adrenalina por todos los poros. Ningún momento es malo si permite sentirte vivo. Jessie (Cailee Spaeny) es la joven novata a la que la falta de experiencia no anula su determinación por acercarse al nivel de los profesionales a los que admira. Lee (Kirsten Dunst) es la brújula moral del grupo, la que no olvida que su función es la de ser testigo, no protagonista, a pesar de que es consciente de que al final pocos les prestarán atención.

Es una aspiración modesta, aun más en tiempos turbulentos, y también realista. Siempre existe el riesgo de sobrevalorar el trabajo de los periodistas. Por eso, ‘Civil War, es una película pesimista. No importa cuántas veces avisen de lo que está por venir. Pocos escucharán.

Publicado en Cine, EEUU, guerra, Periodismo | Etiquetado , , , | Deja un comentario

Hambruna en Gaza: un informe de ICG sobre la situación

El Gobierno norteamericano sabe que se está produciendo una hambruna en Gaza ante la falta de alimentos. Samantha Power, máxima responsable de USAID, lo confirmó en un encuentro con un congresista demócrata. No está llegando comida suficiente al sur de Gaza y la situación es peor en el norte, de donde han llegado imágenes de niños fallecidos por una desnutrición aguda.

Un informe de la organización independiente International Crisis Group (ICG) explica que el norte puede estar afrontando la peor hambruna de las últimas décadas en comparación con el tamaño de la población. Los números de muertes confirmadas pueden no ser aún muy altos, pero repiten el proceso ocurrido en otras zonas del mundo. Los primeros que caen son los niños, los ancianos y los enfermos crónicos, antes de que el problema se extienda al resto de la población:

«El sistema israelí de distribución de ayuda, especialmente en el norte, está siendo un fiasco. No se ha coordinado la acción militar con la humanitaria, poniendo en peligro al personal de ayuda y a los que reciben la ayuda e impidiendo el paso a los convoyes con frecuencia. Ha atacado a la policía, alegando sus relaciones con Hamás, y la ha obligado a retirarse, lo que hace que los cargamentos puedan ser saqueados, sea por los que pretenden lucrarse con su venta o los que están desesperados por el hambre».

El informe dice que Israel ha encargado la gestión de la ayuda humanitaria a «grandes familias de Gaza». Se refiere a los clanes familiares más importantes del norte de la franja, cuya relación con Hamás es escasa o inexistente. Es un hecho que ha aparecido confirmado en la prensa israelí, aunque también se ha apuntado que la solución sólo ha funcionado en contadas ocasiones. Además, se sabe que combatientes de Hamás han atacado a miembros de esos clanes por aceptar las condiciones de los israelíes.

Esa situación de caos con un Ejército intentando favorecer a unos grupos sobre otros, confiando en que su enemigo pierda el control de la situación, recuerda a lo que ocurrió en Mogadiscio, capital de Somalia, a principios de los noventa, según una fuente norteamericana citada en el informe.

Publicado en Israel, Palestina | Etiquetado , , | Deja un comentario

Disparar a matar: la guerra total de Israel contra los civiles de Gaza

Las imágenes muestran a cuatro jóvenes andando por una explanada de tierra rodeada de casas destruidas por los bombardeos israelíes en Jan Yunis, en el sur de Gaza. No corren ni llevan armas. Según testimonios locales, se dirigen a sus hogares para comprobar si siguen en pie, una vez que las fuerzas israelíes parecen haberse retirado de la zona.

Un dron israelí los descubre desde el aire y se lanza sobre ellos. El primer misil mata a dos. El operador del dron ve que un tercero se aleja andando sin mirar atrás y vuelve a disparar. El cuarto no ha llegado tan lejos. Trastabilla y cae al suelo. Es eliminado con un tercer misil.

Las víctimas no representaban ninguna amenaza ni hacían ningún intento por esconderse. Sencillamente, se encontraban en una zona en la que cualquier civil palestino estaba destinado a morir. Sólo por andar por la calle.

“Nuestros jefes, si identificábamos a alguien en nuestra zona de operaciones que no era parte de nuestras fuerzas, nos pedían que disparáramos a matar”, dijo un soldado de forma anónima al diario israelí Haaretz después de esas muertes. “Nos dijeron de forma explícita que incluso si un sospechoso entraba en un edificio en el que había gente, deberíamos disparar al edificio y matarlo, aunque otras personas resultaran heridas”.

Esta es una de las maneras en que los militares israelíes matan a civiles en Gaza en esta guerra. Las víctimas no tienen que llevar armas. No tienen que salir de un túnel o de un edificio para dirigirse a un lugar donde están los soldados. No tienen que ser identificados de alguna manera como combatientes del grupo palestino Hamás. Sólo tienen que deambular por un sitio en el que hay órdenes de disparar a matar a todo el que se acerque.

Desde el inicio de la guerra, Israel ha matado a 32.916 palestinos, según las últimas cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza. Las autoridades israelíes afirman que han eliminado a miles de miembros de Hamás. Han llegado a dar la cifra de 9.000, aunque se trata de una especulación porque les resulta imposible saber a cuántos han matado.

La primera versión del Ejército sobre ese hecho consistió en afirmar que “un terrorista que había disparado un cohete” contra territorio israelí fue localizado y eliminado desde el aire. Si la cadena de televisión qatarí Al Jazeera no hubiera emitido las imágenes el 21 de marzo, la historia, ocurrida en febrero, podría haber terminado ahí como uno más de los muchos anuncios con los que los militares confirman que están llevando a cabo la misión que les encomendó su Gobierno.

Ya en marzo, un alto mando militar admitió a Haaretz que se trataba de “un incidente muy grave”, porque las víctimas no llevaban armas ni suponían una amenaza.

El caso de Jan Yunis confirmó lo que se había denunciado en otras ocasiones. Israel crea constantemente “zonas para matar” (“kill zones” en inglés) en las que sus tropas disparan a todo lo que se mueve. Cualquier persona o grupo que entra en esa zona se considera una amenaza de forma automática. Será asesinado –asesinato es el término adecuado cuando hay razones para creer que se trata de un civil– por los soldados más cercanos o por un dron manejado a distancia. No se trata de un error o un accidente, sino de un patrón de conducta.

“En la práctica, un terrorista es cualquiera que las IDF (siglas de las Fuerzas de Defensa de Israel) han matado en las zonas donde operan sus fuerzas”, dijo un oficial a Haaretz en el artículo en que se explica esta política. La sentencia de muerte, por llamarla de alguna manera, se aplica por estar situado en un lugar concreto. No es la confusión inherente al campo de batalla en una guerra, que en inglés se denomina “the fog of war”. Se trata de una táctica elegida y ejecutada con toda frialdad.

Todo Ejército opera con unas normas de combate con las que sus soldados saben en qué situaciones deben abrir fuego. Grupos de derechos humanos, utilizando casos como el de Jan Yunis, han denunciado que se están utilizando normas más “flexibles” que en anteriores guerras o que muchos de los mandos dan vía libre a sus tropas para disparar cuando lo crean necesario. La cúpula militar ha intentado en alguna ocasión contener esa libertad que se han tomado generales y coroneles, pero sin resultados. Los mandos que permiten o animan a matar a civiles se limitarán a informar que han matado a unos terroristas.

Esta carta blanca para disparar ha perjudicado la integridad de las propias tropas. En enero, se supo que 36 de los 188 militares caídos en combate hasta ese mes habían muerto por incidentes de fuego amigo o accidentes. El porcentaje es del 19%, una cifra gigantesca y sin precedentes en las guerras de las últimas décadas en el caso de ejércitos modernos.

Un caso similar fue el de los tres rehenes israelíes que escaparon y que salieron de un edificio en una “kill zone” en diciembre. Les dispararon a pesar de que se habían quitado las camisas y las agitaban como banderas blancas. Gritaron en hebreo que eran israelíes y el mando militar en la zona les autorizó a salir, garantizando que no dispararían. Pero un soldado que no había recibido esa información y tenía orden de disparar a todo palestino al que viera en la calle abrió fuego y les mató.

El Ejército lo llamó “un suceso trágico”. Si las víctimas hubieran sido palestinas, el incidente ni siquiera habría trascendido.

La presencia de tropas en actitud agresiva hace que lo normal sea que los civiles se escondan en sus casas. Pero la guerra está a punto de cumplir su sexto mes. Especialmente en la zona norte de Gaza, las 300.000 personas que se calcula que siguen viviendo allí necesitan salir a la calle para intentar encontrar comida donde sea y no morir de hambre o comprobar si su casa ha sido destruida.

El ataque del martes al convoy humanitario de World Central Kitchen (WCK), la ONG que dirige el chef español José Andrés, es un ejemplo de la política de disparar a civiles sólo porque en las inmediaciones –sea en una casa o en un vehículo– se encuentra un presunto miembro de Hamás.

El primer ministro Benjamín Netanyahu lo ha calificado de “ataque no intencionado”. Fue cualquier cosa menos eso. Un dron atacó al primero de los tres coches, que circulaban separados por 500 metros como medida de seguridad, y luego disparó otras dos veces contra los otros dos vehículos. Murieron siete personas de la ONG, cinco extranjeros y dos palestinos con doble nacionalidad, estadounidense en un caso y canadiense en el otro.

Tras la primera explosión, los ocupantes del coche blindado que sobrevivieron esperaron al segundo vehículo, se subieron a él y notificaron el ataque. Se subieron al segundo coche, que también recibió un impacto que causó daños mayores. Al llegar el tercero, metieron dentro a los heridos y continuaron la marcha. Segundos después, un tercer misil destruyó el coche. Fue un ataque deliberado contra cada uno de los vehículos. La posible existencia de un hombre armado hizo que los militares decidieran que era legítimo matarlos a todos.

Fuentes militares citadas por medios israelíes sostienen que un hombre armado viajaba en un camión cargado de alimentos que formaba parte del convoy y que se quedó en el almacén de Deir al Balah, en el centro de Gaza, donde fue entregada la ayuda. Es posible que si ese individuo armado existía, fuera un policía de Gaza con la misión de proteger los alimentos ante la posibilidad de un robo.

Los coches, identificables con el logo de WCK en el techo, regresaron, ya sin el camión, hacia Rafah, en el sur, por una ruta acordada previamente con el Ejército israelí. La unidad militar encargada de vigilar esa carretera ordenó al operador del dron atacar el convoy y acabar con todos sus ocupantes.

Philip Gourevitch, periodista de The New Yorker y autor del libro más conocido sobre el genocidio de Ruanda, lo ha dejado escrito con claridad, mencionando también el ataque del lunes contra el consulado iraní en la capital siria: “La increíblemente precisa información de inteligencia y la precisión en el ataque aéreo de Israel a los generales iraníes en Damasco permite confirmar, si fuera necesario, que todo lo que se hace en Gaza es igualmente deliberado y no producto del quizá inevitable daño colateral producto de luchar contra Hamás”.

Publicado en Derechos humanos, Israel, Palestina | Etiquetado , , , | Deja un comentario

El hundimiento de la imagen de Israel en EEUU

Entrega de alimentos en el campo de Yabalía en Gaza el 27 de marzo.

No hay precedentes en Estados Unidos para un rechazo tan claro de la opinión pública a un ataque militar israelí en territorio palestino. Tampoco los hay para lo que está ocurriendo en Gaza. La última encuesta de Gallup muestra que un 55% se opone a las acciones militares en Gaza. Un 36% las aprueba, cuando eran el 50% en noviembre de 2023. El rechazo es aún más claro entre los votantes demócratas (75%) y también lo es en el caso de los votantes independientes (60%).

El anterior sondeo de noviembre se hizo menos de dos meses después del ataque de Hamás del 7 de octubre y del inicio de la invasión israelí. En ese momento, una parte importante de la gente podía mantenerse en sus posiciones anteriores en relación al conflicto israelí-palestino. En EEUU, los primeros siempre han tenido mayor apoyo que los segundos. Aun así, la diferencia no era grande entonces: 50%-45%. A diferencia de la clase política, no todos los ciudadanos pensaban que su respuesta debía ser por defecto proisraelí.

Más de cinco meses después del inicio de la destrucción de Gaza por Israel, que ha matado a 32.000 palestinos, el rechazo se ha hecho mayoritario. Las cifras en el campo demócrata, que se han podido apreciar en otras encuestas, explican por qué Joe Biden necesita que la guerra llegue a su fin. Eso no impide que continúe el apoyo militar norteamericano, que siempre ha sido esencial para las Fuerzas Armadas israelíes.

Otro síntoma del hundimiento de la imagen de Israel en EEUU, que es más acusado en Europa, puede encontrarse en unas declaraciones de Donald Trump. Cuando era presidente, prácticamente concedió a Netanyahu todo lo que quería. Ahora es consciente de que la reputación israelí se ha convertido en algo tóxico y él nunca ha ha tenido interés en ponerse del lado de los perdedores. En una entrevista con el diario Israel Hayom, Trump reclamó a Netanyahu que ponga fin a la guerra, porque está perdiendo mucho apoyo en todo el mundo.

Por mucho que la continuación de la guerra ponga en peligro la participación en las urnas de sectores cuyo candidato natural sería Biden, no parece que la Casa Blanca esté dispuesta a abandonar por completo a Netanyahu. EEUU decidió abstenerse en la última votación del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que permitió la aprobación con catorce votos a favor de la resolución 2728 que pide un alto el fuego inmediato y la entrada masiva de alimentos en Gaza.

Esa forma de presión quedó muy descafeinada cuando el Gobierno norteamericano se apresuró a afirmar en público, a través de su embajadora en la ONU, que se trataba de una resolución no vinculante, una interpretación

Los demás países del Consejo negaron de inmediato. Como muestra, la embajadora británica dijo que la decisión debía ser aplicada inmediatamente.

«Todas las resoluciones del Consejo de Seguridad forman parte del Derecho internacional. Son vinculantes por ser leyes internacionales», dijo la portavoz adjunta de la ONU, Farhan Haq. El artículo 25 de la Carta de Naciones Unidas establece que «todos los miembros de Naciones Unidas están de acuerdo en aceptar y aplicar las decisiones del Consejo de Seguridad».

El Gobierno israelí se ha negado a cumplir la resolución 2728.

«En Gaza hoy, el número de bajas civiles es demasiado alto y la cantidad de ayuda humanitaria es claramente demasiado baja. Necesitamos un aumento inmediato de la asistencia para evitar una hambruna», dijo el secretario de Defensa, Lloyd Austin, antes de reunirse con el ministro israelí de Defensa, de visita en Washington.

Muchas palabras y pocas acciones efectivas para alcanzar ese objetivo. Netanyahu continúa prometiendo la victoria final sobre Hamás y ha anunciado en varias ocasiones que el Ejército ocupará por la fuerza Rafah, la última población del sur donde se han refugiado más de un millón de personas.

La negativa de los republicanos a aceptar un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania ha afectado también a los 13.000 millones que Biden había prometido al Gobierno de Netanyahu. Sin embargo, su Gobierno ha continuado enviando armamento a Israel en cantidades menores para no tener que pasar por una votación en el Congreso. Senadores demócratas han pedido que esa ayuda esté condicionada al fin de los ataques a Gaza sin que la Administración se haya atrevido a dar ese paso.

Comentarios como los de Austin o los comunicados del Departamento de Estado tienen un efecto nulo en las autoridades israelíes, que creen saber que no irán más lejos.«Los israelíes pueden ignorar esa retórica porque no se sustenta en acciones», ha dicho Daniel Levy, que participó en las negociaciones entre israelíes y palestinos en el proceso de Oslo. «Todo se reduce de forma clara a la persona del presidente (Biden), que vive con un Israel en la cabeza que probablemente nunca existió y que seguro que no existe ahora».

Lo que ven los norteamericanos es a su Gobierno haciendo declaraciones a favor del fin de la invasión y del aumento de ayuda humanitaria sin ser capaz de presionar de forma efectiva a su mejor aliado en Oriente Medio al que aporta 3.000 millones de dólares anuales en ayuda militar. Es difícil saber hasta qué punto influirá la situación de Gaza en su voto en las elecciones de noviembre a la hora de elegir entre Biden y Trump –los asuntos de política internacional casi nunca son esenciales en las urnas–, pero no cabe duda de que ya no aceptan que la única respuesta norteamericana debe ser apoyar a Israel hasta el final.

Publicado en EEUU, Israel, Palestina | Etiquetado , , , , | Deja un comentario

Un duro golpe para la imagen de Putin como defensor de Rusia

Putin prende una vela en recuerdo de las víctimas del atentado el domingo.

En agosto de 1999, Vladímir Putin fue nombrado primer ministro por el presidente, Boris Yeltsin. Era el quinto jefe de Gobierno en menos de dos años y no se preveía que tuviera una esperanza de vida superior a sus predecesores. Dos días antes, había ocurrido el hecho que terminaría por acelerar su llegada al poder absoluto. Un grupo de insurgentes chechenos del sector más fundamentalista invadió la vecina república rusa de Daguestán. Su objetivo era formar una república islámica con Chechenia y Daguestán y expulsar a los rusos del Cáucaso.

Pocas semanas después, se produjeron atentados con explosivos contra edificios de viviendas en tres ciudades rusas, que causaron 300 muertos y un millar de heridos. Estos ataques indiscriminados contra la población civil han estado rodeados de misterio desde entonces, aunque en su momento se dio por hecho que eran obra de los grupos yihadistas chechenos que habían intentado ocupar Daguestán. La respuesta de Putin fue brutal. Con la Segunda Guerra Chechena, aniquiló a los insurgentes que habían humillado antes al Gobierno de Yeltsin. El hombre que había surgido de los servicios de inteligencia construyó en muy poco tiempo la imagen del líder que necesitaba Rusia para defender su seguridad al precio que fuera.

«Los perseguiremos allí donde estén. Perdón por decirlo así. Los cazaremos en los baños. Acabaremos con ellos en las letrinas», dijo en una frase que se recordaría durante mucho tiempo. En marzo de 2000, ganó las elecciones presidenciales con el 53% de los votos y 38 millones de papeletas con su nombre.

Un cable de la embajada de EEUU resumió la razón de su victoria con una sola palabra. «¿Por qué Putin? Chechenia».

La violencia chechena no desapareció por completo ni tampoco las sospechas sobre la incompetencia de los servicios de seguridad para prevenir atentados masivos. El ataque a una escuela en Beslán en 2004 provocó otra matanza con 334 muertos, de los que 186 eran niños. Los familiares de las víctimas denunciaron la facilidad con la que los terroristas habían llegado a la localidad, a menos de dos horas en coche desde la capital chechena, probablemente sobornando a los policías en los controles habituales en la región. También criticaron el ataque de las fuerzas especiales a la escuela, que pudo provocar más víctimas que las ocasionadas por los disparos de los asaltantes.

Veinte años después de Beslán, Rusia ha sufrido otra matanza en un auditorio de Moscú, con 137 muertos identificados, que ha sido reivindicada por ISIS-Khorasan, un grupo del ISIS con bases en Afganistán.

Una vez más, hay que preguntarse cómo un reducido grupo de atacantes pudo entrar en el complejo de entretenimiento Crocus City Hall, que alberga centros comerciales, cines y un inmenso auditorio, donde en esos momentos podía haber 7.000 personas, sin que la policía opusiera la menor resistencia. En algunos vídeos, se puede ver a decenas de personas huir aterrorizadas de los disparos y entre ellas a varios agentes de policía. Los terroristas lograron entrar al auditorio y disparar a placer a los que ya habían llegado para asistir a una actuación musical.

Imagen del vídeo difundido por la agencia oficial del ISIS que muestra a los autores de la matanza del auditorio de Moscú.

Desde el inicio de la invasión de Ucrania, Putin ha reforzado su imagen como gran defensor de la nación rusa y de la seguridad de la población. El autoritarismo de sus mensajes y la represión de los disidentes se justifican en los medios de comunicación por las circunstancias extraordinarias que vive el país y por el peligro que suponen los enemigos de Rusia, es decir, Europa y EEUU. Por encima de todo esos riesgos, se ofrece la imagen de Putin como el hombre fuerte que necesita Rusia. Quien lo olvidara sólo tenía que recordar lo que había ocurrido en Chechenia.

La autoría yihadista del atentado fue discutida de inmediato por las autoridades rusas. Los medios de comunicación recibieron instrucciones del Gobierno para que acusaran a Ucrania de estar detrás de la matanza. La reivindicación por el ISIS no alteró sus planes, ni siquiera cuando el grupo yihadista difundió a través de su agencia oficial Amaq vídeos del ataque en los que se podía comprobar que estaban grabados en el lugar de los hechos, tanto el extenso vestíbulo del auditorio como los pasillos de acceso.

El lunes, Putin reconoció en una reunión con altos cargos de seguridad que los autores eran «islamistas radicales», pero insistió en apuntar a una supuesta pista ucraniana u occidental. «El atentado terrorista es sólo un eslabón en una cadena que va a Kiev y Washington», dijo. Los responsables últimos son los que se vean favorecidos por el resultado: «¿Quién se beneficia de esto?».

«Esto va a ser analizado como un fracaso de Putin. Llegó con promesas de paz y estabilidad. ¿Dónde están ahora la paz y la estabilidad?», ha dicho a The Wall Street Journal Abbas Gallyamov, un consultor político que escribió discursos para Putin y que ahora le critica de forma regular. «Si al final ha sido el Estado Islámico, entonces toda tu política exterior no vale nada, y por eso han hecho lo posible por lanzar la acusación sobre Ucrania».

Atacar a Ucrania o EEUU es la mejor manera de orientar la furia de la población por la matanza hacia los enemigos exteriores de Rusia, y no a sus fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia por no haber podido impedirla.

Centrados en la guerra con Ucrania y en perseguir a los disidentes, los servicios de inteligencia han fracasado a la hora de impedir un ataque yihadista como los que han tenido lugar en años anteriores en los países occidentales, en especial el de la sala Bataclan en Francia. La idea de que ISIS no debería prestar atención a Rusia está fuera de la realidad y las fuerzas de seguridad lo saben.

En 2022, un comando atacó la embajada rusa en Kabul en 2022 matando a un diplomático y un guardia de seguridad. A principios de marzo, el Gobierno anunció que había desarticulado una célula del ISIS que pretendía atacar una sinagoga.

El apoyo decisivo que el Gobierno ruso dio al régimen de Siria en su guerra contra grupos islamistas y yihadistas convirtió a Moscú en un objetivo evidente del ISIS o de cualquier musulmán radicalizado tras su paso por ese conflicto. Es el caso de Akbarzhon Jalilov, ciudadano ruso de origen uzbeko, condenado por colocar una bomba en un vagón del metro de San Petersburgo que mató a 15 personas en 2017. Tres años antes, había viajado a Siria y se había entrenado en tácticas terroristas en un campamento del ISIS.

El historiador Mark Galeotti se pregunta si Putin utilizará el atentado para perseguir a los muchos inmigrantes de las repúblicas rusas del Cáucaso o los extranjeros procedentes de países de Asia Central que viven en las principales ciudades. Su problema es que «la economía sufre un déficit de mano de obra (por la movilización militar y la huida de centenares de miles de jóvenes) y necesita a millones de trabajadores de la región que aceptan los trabajos que los rusos no quieren o los salarios que los rusos no aceptarán».

Uno de los presuntos autores del atentado fue llevado en una silla en su comparecencia ante el tribunal.

Lo que está fuera de toda duda es que la respuesta será violenta. Los cuatro presuntos autores de la masacre comparecieron el lunes ante un tribunal con evidentes muestras de haber sido torturados. Uno de ellos tuvo que ser trasladado en una silla y ni siquiera parecía estar consciente. Resulta inaudito que circularan vídeos con fragmentos de los interrogatorios en redes sociales, imágenes que sólo podían haber sido filtradas por el FSB o la policía. En uno de ellos, cortan la oreja de un detenido y se la meten por la boca. Se escucha la voz del interrogador: «Todavía te queda una oreja».

Habitualmente, los gobiernos suelen ocultar las pruebas de que emplean la tortura para hacer hablar a los terroristas. En Rusia, las autoridades las hacen públicas sin ningún recato. Putin da por hecho que la población perdonará los errores policiales si comprueba que el Gobierno está dispuesto a responder al terror con la respuesta más brutal que puedan imaginar.

Publicado en Rusia, Terrorismo | Etiquetado , , , | Deja un comentario

Ucrania descubre que la victoria en la guerra está más lejos que nunca

Ucrania necesita ahora más soldados que nunca. No para recuperar territorio, sino para contener las ofensivas rusas. El Gobierno duda si decretar una movilización general que incluya a jóvenes de más de 25 años. En el campo de batalla, las opiniones de los combatientes revelan que los refuerzos son indispensables. Además, los que llegan están muy limitados por la edad. «La calidad de los reemplazos no es muy buena. Son gente de los pueblos de entre 43 y 50 años, a veces con problemas de salud», dijo un soldado con amplia experiencia en la guerra desde 2022 a un reportero de The Wall Street Journal en diciembre. Los ejércitos con una edad media de en torno a 40 años raramente ganan las guerras, en especial si su misión es avanzar.

Dos años después del inicio de la invasión rusa, los ucranianos se encuentran en el momento más difícil de la contienda. 2024 es ya un año perdido para cualquier posibilidad de derrotar a Rusia. Los expertos que pensaban que la ofensiva que se inició a finales de la primavera de 2023 podía culminar con éxito son ahora más realistas. Creen que a Kiev sólo le queda aumentar el número de tropas, recibir más armamento de Occidente y confiar en que 2025 les permita afrontar objetivos más ambiciosos.

Por mucho que Volodímir Zelenski lo negara hace unos pocos meses hasta que se rindió a la evidencia en diciembre, la guerra se encuentra en una fase de estancamiento. De hecho, el único cambio significativo de las últimas semanas ha sido favorable a Rusia. Los soldados ucranianos tuvieron que retirarse de Avdivka, una ciudad de 35.000 habitantes antes de la guerra que ha quedado completamente destruida. Lo hicieron en unas condiciones caóticas que pudieron suponer que centenares de soldados, la mayoría heridos, cayeran en manos del enemigo o desaparecieran.

A diferencia de Bakhmut, una ciudad de escaso valor estratégico en la que murieron decenas de miles de soldados de ambos bandos, Avdivka es más valiosa de cara a hacerse con el control de toda la provincia de Donetsk. Sin embargo, los rusos también han sufrido un alto número de bajas, algo que no parece preocupar mucho a su cúpula militar, y no están en condiciones de lanzar una ofensiva general. Sí han lanzado ataques localizados en la zona de Robotine, en el sur del país, uno de los pocos éxitos ucranianos en el verano pasado.

Robert Gates, que fue secretario de Defensa de EEUU con Bush y Obama, se encuentra entre los pesimistas. «Mucha gente sostiene que la guerra está estancada. Me temo que en este momento no es tanto que haya un bloqueo como que los rusos han recuperado la ventaja. No se trata de un cambio que tenga efectos definitivos, pero ellos son los únicos que están a la ofensiva», dijo el 21 de febrero.

«Avdivka es una nueva línea de defensa», dijo Zelenski el jueves para negar que sus tropas hayan retrocedido en varios puntos del frente y afirmar que continúan controlando la margen izquierda del río Dniéper. Cualquier cosa antes de permitir que se extienda el pánico entre los ciudadanos a un desmoronamiento en el frente.e

Zelenski tomó el 8 de febrero una de las decisiones más arriesgadas de la guerra con el cese del jefe de las Fuerzas Armadas, el general Zaluzhni, muy popular entre la población y los soldados. El presidente lo justificó por la necesidad de «cambios profundos» en la estrategia. Las relaciones entre ambos se habían deteriorado en los últimos tiempos. Zaluzhni había reclamado una movilización que aumentara en 500.000 efectivos el número de tropas.

Zelenski teme el impacto que tendría la medida en la opinión pública. La cifra le parecía excesiva, también por razones económicas. «Cuando hablamos de movilización, hay que recordar que se necesitan seis civiles pagando sus impuestos para pertrechar a un soldado», dijo en enero.

Las sospechas de corrupción en los centros regionales de reclutamiento ya habían hecho que Zelenski destituyera en agosto de 2023 a todos sus responsables. En esa época existían canales de Telegram al que estaban suscritas miles de personas que les informaban sobre las zonas en que se iban a entregar órdenes de alistamiento obligatorias, lo que facilitaba a los afectados tomar medidas para desaparecer. Patrullas militares visitaban bares y centros comerciales en los que cazar a los que supuestamente se habían convertido en ilocalizables.

Un primer proyecto de ley de movilización tuvo que ser retirado en enero en el Parlamento por las críticas recibidas, también por los diputados del partido del presidente, que lo acusaban de violar derechos constitucionales. Dos semanas después, se presentó una nueva versión ahora en discusión que reduce la edad mínima para ser reclutado de 27 a 25 años y establece un periodo máximo de servicio (36 meses), que ahora no existe.

El Gobierno no tiene elección, ante la evidente superioridad rusa en el número de soldados, que se volvió a poner de manifiesto en Avdivka. En esos combates, la ventaja en número de hombres de los rusos era de cinco a uno, según contó a Associated Press un soldado que combatió en ese frente y que fue uno de los pocos que sobrevivió a un ataque que consistió en una oleada tras otra. El portavoz de una de las unidades sitiadas en Avdivka elevó esa proporción a siete a uno.

Vadim Ivchenko, diputado ucraniano de la Comisión de Defensa del Parlamento, describió la falta acuciante de soldados. Brigadas de 3.000 a 5.000 soldados cuentan con sólo el 75% de sus efectivos. Algunas que han sido diezmadas no llegan al 25%.

Los soldados no disponen del descanso necesario. En el comienzo de la guerra, combatían dos semanas y descansaban una. Ahora, en la unidad de un comandante con el que habló Associated Press pelean durante un mes seguido y luego se deben conformar con cuatro días de descanso. Con soldados de más de 50 años, cualquier exceso físico se paga: «¿Qué posiciones van a asaltar? Si caminan cuatro kilómetros con una mochila cargada de material y armamento, terminan cayéndose en mitad de la carretera».

La desventaja en artillería ha vuelto a quedar de manifiesto. En estos momentos, los ucranianos, pueden disparar unos 2.000 proyectiles cada día, cuando eran 3.000 en la mayor parte de 2022 y 7.000 durante la contraofensiva del verano, según un cálculo del Royal United Services Institute, de Londres. Los rusos pueden llegar a utilizar hasta 10.000 diarios.

La militarización de la economía rusa continúa a pleno rendimiento. Todas las partidas relacionadas con el presupuesto militar superan los 100.000 millones de dólares, la mayor cifra desde el fin de la URSS y el doble que en los años anteriores a la guerra. Eso supone por encima del 6% del PIB. Se calcula que Rusia recluta a unos 30.000 nuevos soldados al mes. El plan para 2024 prevé alcanzar cifras similares a las del año pasado, lo que llevaría a sumar a otros 400.000 soldados.

Esa reserva demográfica en un país de 143 millones de habitantes le permite disponer de una fuente inagotable de efectivos. El medio independiente ruso Meduza, que opera desde una redacción fuera del país, ha hecho un cálculo sobre el número de bajas y estima que 75.000 soldados han muerto en la guerra hasta finales de 2023. La cifra es un secreto de Estado, al igual que lo ha sido en Ucrania hasta que este domingo Zelenski dijo que han sido 31.000.

Estos números se quedan muy cortos en comparación con una estimación de fuentes del Gobierno de EEUU hecha en agosto de 2023, según las cuales habían muerto hasta ese momento 70.000 ucranianos y 120.000 rusos.

El Gobierno de Vladímir Putin quiere evitar una segunda movilización masiva, con lo que recurre a ofrecer una remuneración muy superior a la de la sociedad civil. En Rusia, el salario medio está en 70.000 rublos mensuales (unos 685 euros). El sueldo inicial de un soldado profesional alcanza los 204.000 rublos (unos 1.990 euros). En algunas zonas del país, alistarse es el único método posible para recibir esas cantidades.

Los voluntarios, que fueron el 21% en 2023, sólo tienen que cumplir el tiempo por el que hayan firmado si el Gobierno no dispone lo contrario. Los que se alistan como soldados profesionales no pueden abandonar las Fuerzas Armadas hasta el fin de la guerra, un horizonte que nadie sabe cuándo ocurrirá.

La única duda proviene del hecho de que las autoridades regionales y militares rusas tienen la costumbre de exagerar las cifras de reclutamiento para complacer al Gobierno de Moscú. «El número de personas que van a la guerra por razones patrióticas se ha secado», dijo una fuente gubernamental a The Moscow Times. «Al mismo tiempo, los salarios en empresas civiles y la industria militar han aumentado de forma significativa. Si te pagan 150.000 rublos en un empleo civil, ¿por qué vas a necesitar los 200.000 que el Ministerio de Defensa paga a los soldados profesionales?».

La sociedad ucraniana no está totalmente desmoralizada, pero es muy consciente de que la situación no mejorará a corto y medio plazo. Los últimos meses han dejado su sello en forma de más pesimismo y menos confianza en Zelenski. Una encuesta de principios de febrero informa de que el 44% opina que el país camina en la buena dirección (el 46% cree lo contrario). Eran el 68% en mayo de 2022 y el 54% hace sólo dos meses.

Zelenski continúa gozando de un apoyo mayoritario, pero lejos de los niveles casi absolutos de hace dos años. Los que aprueban su gestión son el 64%. Eran el 77% en diciembre. Es posible que el cese del general Zaluzhni haya reducido su popularidad.

La confianza en Zaluzhni continúa siendo masiva. No así en su sucesor. El general Oleksander Sirski, menos conocido, aparece en el sondeo con un 40%. Hasta ahora, era el jefe de las fuerzas de tierra del Ejército y tenía fama de no ser muy apreciado entre las tropas por su tendencia a enviar a grandes números de soldados a ofensivas de éxito incierto.

La prioridad de Kiev es ganar tiempo hasta que Joe Biden consiga que el Congreso de EEUU apruebe aumentar la ayuda militar en 61.000 millones de dólares. La oposición de la mayoría de los republicanos lo ha hecho imposible desde que se comenzó a discutir en diciembre. La derrota de Avdivka ha hecho que se aceleren las negociaciones. «Eso ocurrió en gran parte porque Ucrania se quedó sin armamento a causa de la pasividad del Congreso», dijo Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional. «Las tropas ucranianas no tuvieron los suministros y munición que necesitaban para detener el avance ruso».

Los expertos coinciden en que la única alternativa de Ucrania es ahora centrarse en la defensa, en hacerla tan impenetrable como la que montaron los rusos antes de que la ofensiva de verano se estrellara contra ella. Los hay que piensan que Putin ya ha perdido, porque Ucrania nunca volverá a la esfera de influencia política y cultural de Rusia. Por muy cierto que sea eso, es más razonable fijarse en lo que ocurrirá en los próximos doce o veinticuatro meses y tener en cuenta otros factores más inmediatos.

Michael Kofman, Rob Lee y Dara Massicot plantean en un extenso informe que Ucrania debe aguantar sus posiciones reforzando una línea de defensa a lo largo de mil kilómetros de frontera, reconstruir sus unidades con soldados mejor entrenados y más jóvenes, atacar puntos vulnerables detrás de las líneas rusas y esperar a 2025 para encontrar nuevas oportunidades de ataque.

«Quizá en el mejor escenario Ucrania pueda retomar la iniciativa el próximo año», ha dicho Kofman, investigador del ‘think tank’ Carnegie. «En el peor de los casos, Ucrania podrá aguantar y que Rusia no esté en condiciones de conseguir sus objetivos militares en 2025 o 2026».

Otros van más lejos y están convencidos de que una victoria militar de Ucrania es una perspectiva irreal. El mismo Kofman, que ha sido más optimista en el pasado, admite que la mejor opción consiste en «obtener una ventaja que le permita negociar con Rusia el fin de la guerra desde una posición favorable y más tarde alcanzar una paz duradera». No menos de un 41% de los europeos cree que sus gobiernos deberían presionar a Zelenski para que negocie con Moscú (los que prefieren apoyar a Ucrania para que siga luchando son un 33%).

Ucrania sólo puede confiar en aguantar hasta que pase la tormenta. El objetivo tantas veces expresado por Zelenski de recuperar todo el territorio ocupado por Rusia resulta ahora mismo impensable. Quizá sea ahora a Ucrania a quien le interese firmar una paz inestable ante un gigante vecino del que nunca se podrá fiar. Lo que sí es seguro es que este año sólo le valdrá resistir.

Publicado en guerra, Rusia, Ucrania | Etiquetado , , | Deja un comentario

Cómo Israel obstaculiza y bloquea la llegada de ayuda humanitaria a Gaza

El artículo 55 de la Cuarta Convención de Ginebra establece que la potencia ocupante en tiempo de guerra tiene el deber de abastecer a la población de los alimentos y material médicos necesarios y de mantener en funcionamiento las instalaciones médicas y de salud pública. Cuando eso no sea posible, deberá facilitar los envíos de ayuda por las organizaciones humanitarias imparciales, como el Comité Internacional de la Cruz Roja. Lo segundo es especialmente importante. Incluso si un Ejército no cuenta con los medios logísticos necesarios para alimentar a la población, debe permitir que otros realicen esa labor si están dispuestos a llevarla a cabo.

El testimonio de dos senadores norteamericanos ha servido para demostrar cómo Israel está impidiendo la entrega de ayuda humanitaria desde territorio egipcio. Visitaron la zona fronteriza en los primeros días de enero y descubrieron que todo el proceso está diseñado para reducir el paso de los camiones que pueden trasladar alimentos y material médico.

Lo que cuentan permite saber el porqué de la imagen conocida de centenares de camiones parados en el lado egipcio, cuenta un artículo de Associated Press. En esa primera semana del mes, pasaban a Gaza una media de 120 camiones al día, según cifras de la ONU, «muchos menos que los 500 camiones que entraban diariamente antes de la guerra y muy por debajo de lo que los grupos de ayuda creen necesario».

Los camiones esperan semanas hasta que les llega el turno para ser examinados. Entran por el lado egipcio, circulan hasta la localidad israelí de Nitzana para que los militares israelíes los inspeccionen, y regresan a Rafah para entrar en Gaza. La otra vía es a través del paso fronterizo de Kerem Shalom. Este último paso sólo opera ocho horas al día y está cerrado desde la tarde del viernes y todo el sábado.

En esas inspecciones, los camiones son descargados y cargados varias veces para comprobar lo que contienen. Si hay un solo objeto que los israelíes no autorizan, el camión debe regresar con toda su carga y volverse a poner a la cola en Egipto para iniciar todo el proceso otra vez.

Obviamente, todo ese sistema se aceleraría si hubiera unas órdenes claras sobre lo que no puede introducirse en Gaza. No es el caso. Las razones son a menudo «muy vagas y son comunicadas de manera informal. A veces, no son nada razonables», dice el senador Jeff Merkley.

Ambos senadores entraron en un almacén con los objetos rechazados. Por ejemplo, «botellas de oxígeno, generadores alimentados por gas, tiendas y kits médicos utilizados en partos». En este caso, porque los kits contienen escalpelos, que están vetados. Tampoco se ha permitido material para energía solar.

Todo el proceso está marcado por la arbitrariedad. Objetos que antes habían sido permitidos pasan a estar de repente prohibidos. Después de pasar la inspección, los camioneros tienen prohibido entrar en contacto con otra persona. Los senadores contaron que un camionero fue enviado de vuelta, con su carga, cuando alguien le llevó una taza de café.

Las dimensiones de la catástrofe humanitaria de Gaza obligarían a poner en marcha un sistema de entrega masiva de ayuda. No está ocurriendo porque está sometido a las necesidades militares de Israel. No se permite más que la llegada de una cantidad de combustible que es insuficiente para abastecer a hospitales y otras instalaciones que sólo pueden funcionar ya con generadores.

Ni siquiera la comparación del número de camiones que entran en Gaza con las cifras anteriores a la guerra sirve para calibrar las consecuencias. Toda la producción interior de alimentos ha desaparecido. No hay casi actividad económica ni la gente puede trabajar y por tanto cobrar un salario. La mayor parte de la población del norte de Gaza se ha trasladado al sur donde sólo puede sobrevivir de la ayuda humanitaria.

La propaganda israelí quiere hacer creer que no existe una crisis humanitaria con fotos de la venta de alimentos en Rafah. Esa comida no es gratuita. Hay que pagarla y a pocos les queda dinero. La consecuencia inevitable de una demanda gigantesca y una oferta escasa es el aumento de los precios hasta niveles inasequibles para los que malviven en el sur de Gaza.

Quieren hacer creer que antes de la guerra entraban setenta camiones diarios en Gaza. La cifra es falsa.

La situación humanitaria de Gaza, escribe Gregg Carlstrom de The Economist, tiene su origen en decisiones políticas tomadas por el Gobierno israelí, que considera que es la ONU quien debe ocuparse de las necesidades alimentarias de los gazatíes o sugiere que sería más fácil atenderles en territorio egipcio. Ni la ONU ni las ONG cuentan con la logística apropiada para alimentar a cerca de dos millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares.

Organizar la entrega de alimentos y medicinas desde Egipto plantea serios problemas. Los almacenes existentes en la localidad egipcia de el-Arish no tienen la capacidad suficiente. El nivel de corrupción es alto, dice Carlstrom. Muchos productos desaparecen para resurgir en el mercado negro. Por el contrario, los que están a punto de caducar son los que llegan a Gaza. Eso es un fenómeno bastante habitual en las zonas de guerra y siempre se repite si no hay una organización férrea y sustentada por un Estado que funcione.

El Derecho internacional obliga a Israel a asumir las consecuencias de sus acciones militares en la población civil. Se está negando a hacerlo y eso coloca a Gaza al borde de la hambruna y del riesgo de brotes epidémicos de enfermedades infecciosas.

«Un 93% de la población de Gaza sufre distintos niveles críticos de hambre con comida insuficiente y altos niveles de malnutrición. Al menos uno de cada cuatro hogares sufre ‘condiciones catastróficas’: experimenta una falta extrema de comida y ha tenido que recurrir a vender sus posesiones y otras medidas extremas para permitirse una simple comida», dijo la OMS a finales de diciembre.

El hambre debilita el cuerpo y hace más probable que caiga enfermo. La malnutrición aumenta el riesgo de que los niños caigan enfermos por diarrea, neumonía y sarampión, especialmente en un entorno que carece de los servicios sanitarios esenciales, según la OMS.

«He ordenado un cerco completo de Gaza», dijo el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, el 9 de octubre. «No habrá electricidad, comida o combustible. Todo estará cerrado».

Israel ha cumplido su palabra y ha condenado a la población civil de Gaza a sufrir una catástrofe, lo que supone una vulneración de las obligaciones que le asigna la Cuarta Convención de Ginebra.

Foto: camiones egipcios transportan ayuda humanitaria para Gaza el 10 de enero tras pasar los controles de seguridad en el paso de Kerem Shalom. Atef Safadi/EFE.

Publicado en Derechos humanos, Israel, Palestina | Etiquetado , , , | Deja un comentario

Huyendo del volcán

Los estudiantes de la escuela de animación francesa École des Nouvelles Images han conseguido una larga lista de premios con este corto en el que unas aves tienen que lidiar con la amenaza de un volcán. Obviamente, salvar los huevos es una prioridad.

Publicado en Cine | Etiquetado , | Deja un comentario