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LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID Y LA ARMADURA DEL POEMA El campo de este estudio se confina en el Poema, y sólo en el Poema. Me he movido en esta dirección por una preferencia que puedo llamar experimental\ Examino los hechos de Mió Cid con detenimiento — aunque con mucho menos del que requieren en verdad —, y creo advertir elementos que no han sido notados. También creo ver algunas relaciones entre la trayectoria del Cid y el montaje del Poema; asimismo, lazos con los entramados y la armadura de la obra, en lo cual algunos asuntos quedan más o menos ocultos por ser sillares y otros se insinúan apenas desde el fondo hacia la superficie, y he creído que debía señalarlos a la atención de otros estudiosos con la ilusión de que, si algo hay en la indicación, será estudiado y si no hay nada tampoco dañará a nadie. Sobra decir que las observaciones se dan aquí en la forma en que se advierten desde el punto de vista de la trayectoria del Cid. El único ingrediente usado es el método, que consiste en correlacionar pasajes y partes y estudiar cómo funcionan al conectarlos. La imagen de Mió Cid, según surge de los hechos del hombre, se va creciendo a ojos vistas, tanto para el lector como para los personajes que componen el elenco de la obra. Crece en proporciones más abruptas a ojos de estos últimos que a los del lector, pero de todas suertes el crecimiento es pasmoso. 1 )in estudios muy conocidos, don DÁMASO ALONSO y don PEDRO SALINAS, poetas y críticos eminentes, han estudiado partes y personajes del Poema de Mió Cid sin ceder a la tentación de los datos históricos. El trabajo de don Dámaso lo cito varias veces en las páginas siguientes. El de don PEDRO SALINAS a que me refiero no entraba en mi perspectiva pero lo doy aquí porque me parece digno de señalarlo dentro de esta línea de trabajo interpretativo del Poema de Mió Cid: La vuelta al esposo, en Buüetin o) Spanish Stttdies. t. XXIV, 1947, págs. 79-88. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 47 Y si se atiende a la ilación de las diversas categorías de elementos que integran la obra, es posible advertir que esa imagen creciente de Mió Cid representa la materia del Poema, porque le sirve de eje, le da sustancia, le infunde cohesión y continuidad, le da vida con su propio dinamismo. Los temas mayores y menores del Poema, lo mismo que los episodios, todo embraga en la trayectoria de Mió Cid. Hasta los propios impulsos de la conciencia íntima del Cid se ven en ocasiones postergados ante la gravedad de la trayectoria visible. No así los propósitos hondos de Mió Cid, pues la trayectoria toda está dispuesta para que esos propósitos se lleven a cabo y queden vigentes aun después de Mió Cid. Ahora bien, si los propósitos hondos son causa de que en ciertos momentos la conciencia íntima del Cid quede postergada en gracia a la trayectoria que conduce a los tales propósitos, el estudioso no puede saltar por encima y dejar de preguntarse qué o quién, en definitiva, viene a determinar la trayectoria de Mió Cid. No estoy en condiciones de responder. Sólo puedo hacer notar el hecho —y lo haré oportunamente— cuando se presenta. Creo que ahí está uno de los nudos más difíciles de la crítica cidiana; porque, dada una personalidad tan fuerte como la del Cid, hay que suponer razones más poderosas aún, y muy hondas, que lo empujan con naturalidad hacia empresas y triunfos extraordinarios; o sea que en su trayectoria convergen y se enlazan dos o más planos de temas. El crecimiento de la imagen de Mió Cid en el Poema ha sido materia de un excelente estudio del profesor Gustavo Correa2, uno de cuyos párrafos centrales dice así: La situación inicial vasallo-señor [la itálica es del profesor Correal v a sufriendo un desplazamiento que, como veremos, se va alterando hasta colocar al Cid en progresión asecnsional a la par del personaje más honrado de la tierra, sin dejar al mismo tiempo de mantener su estado de vasallo [pág. 188]. : El lema de la honra en el Poema del Cid, en Híspanle Review, t. XX. 1952, páps. 185-199. Según este crítico, el conflicto consiste en que se ha roto la armonía del vasallaje, y se resuelve cuando, al final, el vasallo se iguala a la perfección del rey en virtud de sus perfecciones personales; entonces el rey restituye al vasallo al seno de su amor. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 48 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 Semejante situación de vasallo a la par de su señor hizo declarar al profesor Edmundo de Chasca que la fórmula de Correa era "una inconsecuencia que no puedo penetrar" 3 . Debo confesar que también yo me sentí un poco en el limbo al leer con detención la fórmula del profesor Correa. Ahora creo que la entiendo y la comparto, aunque mi esfuerzo de interpretación va encaminado hacia otros fines, pero no opuestos al de la honra, que es el punto céntrico de la argumentación del profesor Correa. De todas suertes, el hecho es patente. El Cid presenta una imagen cuyas proporciones se dilatan a ojos vistas. Y por algún procedimiento de estilo que no ha sido estudiado ni viene a cuento en este ensayo, el poeta presenta un Cid que se esencializa y así, esencializado, trasciende y prolonga su virtualidad en la vida de España y en el vivir de los españoles. Es ya el remate de la trayectoria del Cid, que para lo que me propongo, he dividido así: 1) Hacia el destierro, 2) Principio del destierro, 3) Afirmación y rumbo, 4) Reconquista y señorío a par de rey, 5) Triunfo y apoteosis. Conservo así la luz focal sobre Mió Cid. HACIA EL DESTIERRO (vs. 1-382) Es ésta la apertura del poema. Consta de cuatro momentos de extremada dureza, en los cuales el poeta nos presenta al Cid, puestas a prueba sus fuerzas interiores y en despliegue recatado sus más afortunadas condiciones de varón. Aquí tiene el Poema verdaderas complejidades de expresión hechas con la más estupenda sencillez. Al presentar el poeta ' E. DE CHASCA, The King-Vassal Relationship in El Poema de Mío Cid, en Híspame Review, t. XXI. 1953, pájjs. 183-192. La cita se halla en la página 186, nota 8: "a non-sequitur which I am unable to penétrate". El profesor DE CHASCA se vuelve contra el mismo "non-sequitur" en sus libros 1) Estructura y forma del Poema de Mío Cid, State University of Iowa Press, 1955, págs. 20-21, y 2) El arte juglaresco en el Cantar de mió Cid, Madrid, Credos, 1967, págs. 70 y sigs., donde expresa que "la igualdad entre el rey y el vasallo no consta eD el Poema". El profesor E. DE CHASCA propone la relación de señor a vasallo como factor axil en la estructura del Poema. El rey es, hasta el final, la fuente de toda honra y no puede ser, por tanto, que vasallo alguno se le iguale. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 49 los rasgos distintivos del hombre que va a infundir vida plena en toda la obra, lo hace en forma tal que nosotros, sin esfuerzo, le damos nuestra simpatía, y —sin proponérnoslo— nos decidimos a acompañarlo en su peripecia a lo largo de los 3730 versos 3bisEl primer momento es en Vivar. Mió Cid contempla el destrozo que se ha cumplido en sus heredamientos. Aquella casa solar es símbolo de privilegios propios de su hidalguía y de valimientos que le ha granjeado su denuedo personal. Pero todo aquello se ha desleído. Sus "enemigos malos" lo han hecho derribar de sus preeminencias. El Cid ha sido despojado de sus raíces, y yace en desamparo. El desvalimiento absoluto y la injusticia poderosa le hacen saltar las lágrimas. Ha sido desheredado y tiene que separarse de allí, quizá para no volver. Y, de pronto, el Cid se reporta del lloro y en muy pocas palabras despliega su conciencia ante Dios y los hombres: los "enemigos malos" no han logrado manchársela. El orgullo de poderíos cancelados da paso al de una conciencia limpia. La causa de este hombre es pura, y así se la ofrenda a Dios 4 : como un sacrificio que se inicia con los primeros pasos al destierro. El rey le ha retirado su amor y le inflige ahora su ira. El rey ha rescindido su relación de señorío y vasallaje. ¿Y el Cid? El designio del Cid no tardará en manifestarse. El segundo momento es en Burgos, "cabeza de Castilla". Mió Cid y sesenta hombres suyos atraviesan por Burgos (vs. 15-50), pero el que atraviesa el corazón de Burgos es el Cid. Hacia él convergen los sentimientos burgaleses; pero, cosas de la vida, ¡no se lo pueden decir! El poeta da esta imposibilidad en dos tiradas rímicas cuyos sentidos resultan en con* bis. Los números de los versos y el texto de los mismos se da aqui — salvo expresa declaración en un solo caso — por la valiosa edición de don RAMÓN MHNKNDF.Z PIDAL. popularizada en buena hora por la colección Clásicos Castellanos, de la casa Kspasa-Calpe, Madrid. ' Acojo la interpretación que da el profesor K-9, en su edición del Poema de mió Cid, texto SÉNDEZ PIDAL, prosificación castellana moderna, y bibliografía por J. LUVELUCK. i* ed., Santiago JUAN I.OVELUCK para los versos establecido por don RAMÓN MEnuevo prólogo, notas, apéndices de Chile, 1962, pág. 12. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 50 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 tradicción lógica. En la tirada primera (vs. 15-20) se expresa cómo hubieran sido las cosas si el sentir no hubiese sido estrangulado. Allí está la realidad negada y con signo positivo. En la tirada siguiente (vs. 21-39) se cuenta cómo han sido las cosas en la realidad de un Burgos enmudecido por la orden del rey. Los trazos de esta realidad afirmada son de signo negativo. Y, no obstante, una y otra realidad son verdades palmarias en el aire de la poesía. En ese aire del Poema, todo en Burgos se silencia y se cierra al paso de Mió Cid 5 . ¿ Cómo podrían los burgaleses verlo marchar al destierro y no hablarle ni acogerlo? El rey, el temor al rey así lo impone. "Grande duelo avíen las yentes cristianas" (v. 29). Ante el silencio, el Cid no puede saber cómo sienten sus paisanos, sus castellanos. Siente que lo denuestan, que acogen las hablillas ignominiosas, siente que le hacen ofensa. Más lo siente cuando ni aun en su posada habitual responden a su llamado. El Cid pierde la mesura y arremete a puntapiés contra la puerta 6 . El orgullo detraído acocea contra ese "no te conocemos" que le acribilla el corazón al Cid. Una niña de nueve años lo pone en autos de lo sucedido, y el Cid entra en razón con la misma prontitud con que antes ha pasado 5 El profesor JOAQUÍN CASALDUERO ha interpretado con penetración este pasaje en su artículo El Cid echado de tierra, en La Torre, t. II, 1954, págs. 75103; vid. pág. 77. Sin embargo, para él las ventanas de la ciudad están abiertas y las puertas cerradas. Las gentes se asoman a las ventanas. ¿Cómo puede explicarse semejante situación? No es posible. El Poema lo dice: se esconden de mió Cid porque no se atreven a dirigirle una palabra. * Primera contradicción al 'héroe perfecto'. Cf. 1) E. DE CHASCA, Hispanic Review, t. XXI, 1953, pág. 186. Luego, en Estructura y forma..., pág. 28: "al Cid, su bondad total y su eficiencia absoluta le salvan de todo mal"; en la pág. 29, "El Cid ejemplifica las más altas virtudes caballerescas: hombría, lealtad, religiosidad, cortesía, y sobre todo, moderación y mesura". Lo cual es cierto, pero dentro de tonos humanos, o sea, con caídas. 2) LEO SPITZKR, Carácter histórico del Cantar de Mió Cid, en Nueva Revista de Filología Hispánica, t. II, 1948, pág. 110: El Cid "protagonista siempre mesurado y ejemplar"; "El Cid [ . . . ] es desde los comienzos un ejemplar de virtud interior inalterable". A esta primera contradicción acompañan otras a lo largo del Poema. Algunas de ellas ocuparán sitio en este estudio, otras no. Hasta el puro final el hombre salta por sobre el héroe de la mesura y estalla en un verso comprensible, compartible desde el punto de vista humano, pero innecesariamente jactancioso: "sin vergüenca las casaré o a qui pese o a qui non" (v. 3716). THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 51 del llanto a la reflexión. Burgos ha hablado por boca de la niña, y el rencor contra Burgos que hubiera podido anidarse en el pecho del Cid, no deja ni huella. Irá, pues, a la llera a posar aquella noche. "Ya lo vede el Cid que del rey non avié gracia" (v. 50). En la llera tiene que encajar el tercer golpe rudo. Allí planea, dirige y finiquita el engaño de las arcas de arena. Este episodio tan discutido es de altísimo interés. Desde el punto de vista personal del Cid, hay un conflicto entre la la conciencia escrupulosa del Cid íntimo y las imposiciones que la responsabilidad del conductor de gentes le hace al ego cidiano. A esas responsabilidades se suman las de una familia que será preciso dejar abastecida aunque sea provisionalmente. La conciencia escrupulosa tendrá que quedar postergada. Es lo que se expresa en aquel "Fer lo he amidos, de grado non avrie nada" (v. 84) que prologa la exposición del plan por parte del Cid a Martín Antolínez. Y, luego, al terminar el plan, la repulsa vuelve a surgir con vigor exclamativo: "Véalo el Criador con todos los sos santos, / Yo más non puedo e amidos lo fago" (vs. 94-95). Se ha dudado mucho de la sinceridad de esta protesta. Yo la creo sincera. Lo que no han podido hacer los "enemigos malos", mancharle la conciencia, él mismo tiene que hacerlo. Más aún, así se comprende también por qué, recalcada la protesta de rechazo al mal que es inevitable, el Cid participa en la realización del plan como si jamás le hubiera cruzado sombra de duda por la conciencia. Lo que resalta es la aptitud del Cid para sobrevivir — con los suyos, desde luego—, y para mantener viva la confianza de quienes lo siguen y de él dependen. Desde el punto de vista puramente moral, el crítico italiano N. Zingarelli apunta, con certería, que la engañifa a los prestamistas judíos es la prueba palmaria de que el Cid no ha robado nada de las parias del rey, según la acusación7. Y es curioso porque Martín Antolínez usa la acusación como muestra con T Per la genesi del Poema del Cid, en Rendiconti del Realc Istituto Lombardo di Scienze e Lettere, Milano, Serie II, vol. LVIII, 1925, págs. 705-726. La cita, en pág. 715. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 52 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 valor comercial para acelerar la decisión de los financieros. Y más sutil todavía, pero sin sutilizar: la verdad de que el Cid no ha robado, va en esa mentirosa apariencia de las arcas que deposita como garantía; y los dos judíos reciben esa mentira aceptándola como verdadera prenda. El romance, tan conocido, tenía mucho sentido: "Porque en ellas va encerrado / El oro de mi verdad", palabras puestas en boca del Cid. Importa aquí aclarar algo. Los que acompañan al Cid se lo van jugando todo a esa carta: vida, bienes, familia. Van a una lucha incierta, no pueden regresar a Castilla, el rey los deshereda (cf. vs. 1362-1366). Es un compromiso muy serio para el Cid. Y, además, hay razones de fondo que lo impulsan a jalonar el camino con acontecimientos recordables. Así, pues, habiéndolo sopesado todo, se decide a poner en marcha lo del préstamo. Y al llegar el momento de hacer su papel, lo ejecuta con maestría de financiero o de gitano. Tal vez su prestigio personal, o quizá la participación de los judíos en la confianza que todos ponen en el Cid, lo exime de bajar a precisiones de tasas y provechos, de modo que su actuación se desenvuelve dentro de apariencias que hacen vilo entre el dolor y la risa 8 . El Cid gana una puesta que los judíos le sirven sin 8 Don DÁMASO ALONSO ha estudiado los trazos del humor en este pasaje (cf. Estilo y creación en el Poema del Cid, en su libro Ensayos sobre poesía española, Buenos Aires, Revista de Occidente Argentina, 1946, págs. 69-111). Lo ha hecho con gracia y mesura. Algunos que le han hecho coro no han tenido el mismo acierto, creyendo ver gracia chistosísima en este episodio de las arcas de arena. Y es que la gracia deja de serlo cuando nos hallamos, de pronto, por gracia de la gracia, frente a un Cid tartufo. Porque en ese paso no es Martín Antolínez el único actor. El Cid cierra el negocio y promete a don Raquel "una piel vermeja, morisca e ondrada" (v. 180). Ni se aviene con el temple de la íntima conciencia del Cid la explicación de don EMILIO GARCÍA GÓMEZ (en Al-Andaltis, t. XVI, 1951, págs. 224-227: Esos dos judíos de Burgos), según la cual 'el héroe', que todavía no lo es en el Poema, se comporta como un beduino, para concluir diciendo que "Todo hace suponer que el héroe cumplió, igual que siempre, como bueno, con Raquel e Vidas, esos judíos de Burgos". ¿Quiere decir que cumplió primero como beduino y después cumplió como bueno? No casa con los ejemplos de la Hamása que trae a cuento. La explicación aceptada por el profesor JUAN LOVELUCK (cf. su cd. del Poema de Mió Cid, Santiago de Chile, Zig-zag, 1962, págs. 16-18 y 358-359), la del bonis dolo [ ? ] , tiende hacia la ceguera voluntaria, que no es menester, porque la composición del Poema coloca este episodio entre los elementos catárticos THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 53 dificultades, y el juglar puede entonces acentuar los trazos cómicos o realzar lo conflictivo que embarga el alma de Mió Cid. Es seguro que lo primero resultaría más fácil ante ciertos auditorios. Cuarto momento, en San Pedro de Cárdena. El Cid tiene que partir, doña Ximena y las dos hijas tienen que quedarse allí, "remanidas" [confinadas]. Esta situación descoyunta la amorosa unidad familiar: "Agora nos partimos, Dios sabe el ajuntar" (v. 373), donde se percibe la incertidumbre que les espera, y ellos lo saben mejor que nadie. "Assís parten unos d'otros como la uña de la carne" (v. 375), metáfora portentosa8 bis. El Cid deja a su mujer e hijas con cien marcos para un año de manutención en el convento (253-254). ¿Adonde irá el Cid? ¿Cómo sobreaguará? Un expatriado sólo tenía una alternativa: negociar su vasallaje con otro señor, cristiano o moro, o dejarse prender y ejecutar. Hoy nos parece intonso hacernos estas reflexiones En el Poema son apropiadas. En ello consiste el signo del Poema como tal. Pues el poeta se lo calla. Acicatea la curiosidad y luego suspende. Es un procedimiento narrativo que usa constantemente. El resorte técnico de la suspensión armoniza bien con el temperamento del Cid, "un taciturno que expresa sus pensamientos por medio de la acción" u, según ha observado muy bien M. L. Bészard. Su vida es dinamismo. Sólo dos mode la apertura. O sea que es uno de los tragos amargos que el Cid ha de encajar. Su sinceridad en el rechazo interior a la manlleva dolosa es neta. Y es igualmente neta la eficacia con que asume su papel en la realización del negocio. Esto parece un absurdo, pero no tiene nada He tal. Rechaza la operación que tiene que hacer, porque empaña su conciencia. Y luego desempeña su papel con todo esmero porque si se ha de amputar un brazo es mejor que la operación salga bien, y el paciente se da cuenta de que le va mucho en dar o rehuir su cooperación. Es mejor que la operación salga, si se puede, perfecta. Ya se ve que es un pasaje de urdimbre delicada en el juego sicológico. El profesor LEO SPITZER tenía mucha razón al señalar esc paso como el nadir del Cid en el Poema (Nueva Revista de Filología Hispánica, t. II, 1948, pág. 108). * bis. No importa que no sea original del Poema, y que se la encuentre en otras lenguas y literaturas (cf. L. SPITZER, Nueva Revista de Filología Hispánica, t. II, 1948, pág. 112, nota 9, citando a Morawski); como figura es de una fortisima expresividad. 9 L. BÉSZARD, Les ¡armes dans l'épopée jrancaise, etc., en Zcitscftri/t für romanische Philologie, t. 27, 1903, pág. 529. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 54 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 mentos se le ve como aturdido, como sin sentido del rumbo, quieto casi, volviendo la cabeza atrás, sin ánimo para emprender el camino: uno, al comienzo de esta apertura poemática, y la otra aquí, al terminarse la apertura e iniciarse el destierro. Nótese que el poeta usa a veces recursos paralelos, como para enmarcar secciones del poema. Como en el verso 1, en este final de apertura, "A todos esperando, la cabera tornando va" (v. 377), porque sus ojos no se deciden a apartarse de sus seres queridos. Y llora 10 . El alma le hace vilo entre lo imposible que se queda y lo incierto que viene adelante; igual que en los versos 1-5. Es Alvar Fáñez Minaya quien lo viene a poner en ánimos para acometer el destierro, que ya espera con plazo por vencerse. La fe de un seguidor le devuelve la suya a Mió Cid. Llegamos casi a los 400 versos, y el poeta dilata todavía modelando no un héroe sino un hombre. Un hombre a prueba de motivos ásperos y decisiones nada fáciles. Un hombre múltiple, complejo, rico de personalidad. Un hombre cuyo sentido religioso es firme, se mantiene dentro de horizontes humanos, sin llegar a la santidad, y se respalda de virtudes inquebrantables u . Pero, como hombre, capaz de hacer el mal, capaz de incurrir en imperfección, capaz de replegar la conciencia moral ante necesidades imperativas de supervivencia. Probablemente por todo eso admiramos al Cid y le vamos acrecentando nuestra adhesión sin condiciones. No sería bien concluir lo de la apertura del Poema sin hacer notar que el poeta, entre trago y trago amargos, va dispo10 Llorará una tercera vez, en las vistos con el rey en Toledo, al inclinarse y morder ante el señor las yerbas del campo (verso 2023). Esta vez, de "gozo mayor". Pero de ah! al "Cid ápíSaicpvs" que M. BÉSZARD exhibe (cf. Zeitschrijt jür romanische P/iilologie, t. 27, 1903, págs. 529), hay una distancia que dicho invesrigador ha debido jalonar con ejemplos suficientes. Los versos que cita (ibid., pág. 660), a saber: 265, 277, 375, 1601, 2024, 2864, están correctos pero no se refieren al Cid. 11 M. L. BÉSZARD, ya citado (cf. Zeitschrijt jür romanische Philologie, t. 27, 1903, pág. 529) dice que el Cid es "modeste, obéissant, pieux, une sorte de saint", en lo cual se apunta un tanto y marra tres. Piadoso, s!, lo es. Pero obediente, modesto, casi santo, ¿cuándo?, ¿dónde? La idea del santo laico, sin embargo, ha impresionado al profesor SPITZER, al profesor E. DE CHASCA, y a otros críticos. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1 9 7 3 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 55 niendo capas de esperanza. Al final del primer paso, la decisión del Cid al aceptar el reto de los "enemigos malos" y ofrecer a su Dios aquella travesía del destierro. Entre Burgos y la llera, la adhesión de Martín Antolínez, agente del otro paño que viene entre la llera y San Pedro de Cárdena, o sea el empréstito. Entre San Pedro de Cárdena y la niebla del destierro ya fuera de Castilla, el sueño con el ángel Gabriel. Y ahí va el Cid, hacia un horizonte borroso de esperanzas y propósitos. El destierro de veras está ahí delante. PRINCIPIO DEL DESTIERRO (vs. 405-898). Al cruzar el Duero por Navas de Palos, el reino de Alfonso queda atrás (v. 401). "¿Adonde el camino irá?". Juglar y público saben de la complejidad del ajedrez político. Los reinos moros limítrofes de Castilla están, cada uno, protegidos por una o más alianzas. Algunas veces las alianzas incluyen señoríos cristianos. Atacar los reinos moros equivale a desafiar la protección. Por su parte, el Cid se ha hecho un voto de lealtad a su rey. Desde el comienzo del destierro declara que "Con Alfons mió señor non querría lidiar" (v. 538). Y el atacar reinos o señoríos cristianos se desaviene con la imagen del Cid en el Poema. Sólo una vez luchará con un señor cristiano, el Conde de Barcelona, y no por iniciativa del Cid sino en defensa. El principio del destierro plantea una encrucijada de posibilidades, todas con signo de interrogación. Sobre la tierra misma, solamente un conocedor seguro puede saber dónde termina el dominio de un protector y principia el de un protegido. El Cid lo sabe y ese conocimiento guía sus pasos. De noche avanza, y de día reposa. De esta forma rehuye la vigilancia de moros y cristianos (v. 433). Castejón de Henares, primera víctima, cae en una celada del Cid, mientras un grupo, bajo el mando de Minaya, c o r r e las márgenes del Henares hasta Alcalá. Todo ello dará un botín sin proeza que, al reunirlo, va a inspirar en Minaya aquel voto solemne de caballero cristiano (vs. 497-503): no tomará ni una THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 56 ARISTOBTJLO PARDO BICC, XXVIII, 1973 moneda de botín en que él no se haya satisfecho lidiando "sobre su buen cavallo", con "moros en el campo" y hasta que la sangre del enemigo le corra por los codos. ¿Estaba Minaya en el secreto de los designios del Cid o trataba de presionar con su voto una decisión en un sentido determinado? Todo converge a favorecer la suposición de que Minaya o conocía o suponía los propósitos del Cid. Sea de ello lo que fuere, si Minaya había dirigido la incursión a los pueblos y territorios ribereños de Henares es porque, de acuerdo con su código, el expolio encuadraba dentro de la moral de guerra I2 . Lo mismo vale para el pillaje que van a practicar en seguida, riberas del río Jalón abajo hasta el cerro de Alcocer. Desde el punto de vista puramente artístico, esta sucesión acelerada de acciones sobre el Henares y por el Jalón va creando en el lector — y puede imaginarse que igual acontecería con el oyente — una impresión cada vez más viva de asistir al comienzo de una guerra. El poeta las habrá puesto ahí con el objeto de producir un efecto, ya sea el que aquí anoto u otro quizás más apropiado. Parece, no obstante, que el de ir atizando la impresión de la guerra naciente va bien con el hecho de que la guerra, como tal, no haya comenzado todavía. Comenzará en Alcocer. Pero, entre tanto, le interesaría al poeta no dar un Cid en fuga, sino un Cid en albores de guerra incuestionable. Nótese el cambio desconcertante de dirección en el camino que sigue el Cid: SE, de Vivar a Castejón y Alcalá; en seguida, NE hasta Alcocer y Calatayud. Hasta aquí lo hazañoso ha sido la marcha en salvo, rápida, deslumbrante13. En Alcocer, el Pcema se remansa para reflejar acciones y u El Cid, sin embargo, no está en guerra ni con Toledo ni con Zaragoza ni con Valencia. No puede estarlo. Aún no es nadie en el Poema. Por lo tanto las acciones predatorias sólo pueden tener dos explicaciones válidas: la una, acrecer los medios de subsistencia; la otra, crear expectativa en torno al desterrado, y esto lo consigue con todo éxito. De manera que parece inadmisible error de visual dar a lo de Castejón de Henares categoría de primera "gesta guerrera" del Cid, como se ha dicho con alguna insistencia. " El profesor E. DE CHASCA ha estudiado con acierto los visos de movimiento que producen en el estilo del Poema las enumeraciones escuetas de lugares al paso (cf. Arte juglaresco..., págs. 87 y sigs.). THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 57 figuras en una serie de momentos decisivos14. Al final de aquella lucha, dos reyes moros, Fáriz y Galve, huyen dejando en poder del Cid un botín valioso. En una sucesión de cuadros presenciamos cómo los del Cid imponen su victoria sobre las fuerzas moras tan superiores por el número. Mas debió de haber algo más que prurito estilístico en el poeta al componer aquellos cuadros. Ese algo se puede inferir colocando lo de Alcocer en un contexto amplio. Lo del propósito estilístico se aviva dentro de ese contexto. Alcocer viene después de una serie de desplazamientos ágiles, en los cuales la velocidad aglomera los objetivos de acción y alarga la distancia de los desterrados. Además, precede a otra serie de movimientos invertebrados, desconcertantes, hasta el regreso de Minaya. Alcocer, pues, sosiega la marcha y resalta la efectividad de la acción. En el castillo se escenifica una serie rica de episodios militares y políticos. El Cid alcanza a crear un señorío transitorio con protegidos que pagan tributos. Entre el asedio del Cid al castillo y la victoria con que termina la experiencia de Alcocer, hay tiempo para cosas importantes y cero errores por parte del Cid. Poniéndolo todo en la balanza, no es difícil apreciar que la peripecia de Alcocer es una pieza de resistencia en el montaje de la construcción poemática. Allí culmina el principio del destierro. Allí ve Mió Cid cuáles son sus posibilidades en el destierro. Por eso le dedica el poeta espacio suficiente al Cid en Alcocer: hay que darle horizontes y relieve a ese final fatídico de la escapada. De ahí adelante ya no huyen, sino que brujulean el camino y la oportunidad de plasmar el destino. Minaya concuerda con el poeta: "agora so pagado", dice (v. 782). El caballero cristiano ha visto su aspiración satisfecha. Tomará su porción de botín e irá a Castilla con mandado de Mió Cid para el rey Alfonso. Llevará él mismo las nuevas de Mió Cid, que en Al" Han analizado de mano maestra los rasgos estilísticos de composición en las tiradas que describen la batalla final: a) Don DÁMASO ALONSO, Ensayos de poesía española, págs. 80-82, donde exclama, y con cuánta razón, "¡Pero habrá quien crea todavía en la barbarie del poema, en su falta de técnica y pobreza de recursos!"; b) Don EDMUNDO DE CHASCA, El arte juglaresco..., págs. 119-121. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 58 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 cocer ha dejado de huir del rey y ha sentado plaza de guerrero y de héroe lu . Los lectores se han planteado problemas en relación con el desenlace de Alcocer y el presente de caballos al rey. ¿Por qué se limita el Cid a tomar el botín y venderles el castillo a los mismos moros, como ya lo había hecho en Castejón de Henares? 10 . ¿Y por qué ha de mandarle presente al rey si lo 15 Investigador tan consciente como Mr. G. T. NORTHUP se ha sorprendido de que el poeta haya dedicado mucha más amplitud a la "pequeña escaramuza de Alcocer" [the little skirmish of Alcocer] que a la toma de Valencia. Cf. su conocido artículo The Poem of the Cid Viewcd as a Novel [El poema de mió Cid visto como una novela], en Philological Quarterly, t. XXI, 1942, págs. 17-22. Correcto: 220 versos a la acción de Alcocer (vs. 557-777); a la toma de Valencia o bien dos tan sólo (vs. 1209-1210) o bien 135 (vs. 1085-1220), según que se considere únicamente el hecho de entrar en la ciudad o que se tome en cuenta la campaña que culmina en la entrada y toma de la ciudad. Por otra parte, no sobra insistir en que Alcocer, como lo ve Minaya, cambia la faz de las cosas para el Cid. De rapaz y desterrado lo pasa a la categoría de héroe guerrero y, por ser contra moros, lo pasa también a conquistador. En el Poema no hay propiamente una batalla para tomar Valencia. 16 Mr. NORTHUP, como muchos críticos más, no logra ver el Cid del Poema como figura de arte-, y deja que la imagen del Cid de algunos historiadores se le sustituya. Aquí, por ejemplo, Mr. Northup cita los versos 1234 y 1737-1738, y comenta: "Thcsc and many such allusions prove that the Cid is presented as he really was, a frecbooter who fought for profit" (The Poem of the Cid Viewed as a Novel, en Philological Quarterly, t. XXI, 1942, pág. 19). El Cid de Dozy y el del Poema se le igualan al considerar el del Poema. Lo mismo le había ocurrido a BARBARA MATULKA en su ensayo monográfico The Cid as a Courtly Hero: From Amadis lo Corneille, New York, Columbia University, 1928. Y como la obra de Dozy ya no abunda, voy a citar los dos pasajes en que ha quedado su Cid. Pertenecen a su obra Recherches sur l'histoire et la ¡ittérature de l'Espagne pendan! le Moyen Age, 3éme. cd., París-Leydc, 1888, 2 vols., el segundo dedicado al Cid y titulado Le Cid d'apres de nouveaux documents, 480 págs. más un Appendice con CXVII págs. Las dos citas rezan así: a) pág. 110: "A partir de cette époque [el destierro del Cid de los reinos de Alfonso VI], Rodrigue commenca á mener la vie de condottiere, ct á combattre avec sa bande tantót sous la banniére d'un prince maure, tantót pour son propre compte"; b) págs. 201-202: "Mais pourquoi le Cid est-il devenu le héros des poésies populaires? On dirait qu'il était peu propre á le devenir, lui, l'exilc, qui passa les plus bellcs annécs de sa vie au service des rois árabes de Saragosse; lui qui ravagea de la manniére la plus cruelle une province de sa patrie; lui, l'avcnturier, dont les soldats appartenaient en grande parrie á la lie de la soáété musulmane, et qui combattait en vrai souard, tantót pour le Christ, tantót pour Mahomet, uniquement oceupé de la soldé á gagner et du pillage á faire; lui, ce Raoul de Cambrai, qui viola et détruisit maintc église; lui, cet homme sans foi ni loi, qui procura a Sancho de Castille la possession du royaume de Léon par une trahison infame, qui trompait Alphonse, les rois árabes, tout le THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 59 ha expulsado del número de sus vasallos ? 17 . Contra las apariencias, no era sólo el botín lo que movía a Mió Cid. La tierra es poca allí, y mala en extremo (v. 338). Día tras día vigilan los movimientos de Mió Cid moros y gentes extrañas (vs. 339-340). Mió Cid es muy realista para caer en la ingenuidad de que puede hacerse allí un señorío. Pero la sospecha muy fundada de que es esto lo que el Cid tiene en planes, es lo que determina aquella red de vigilancia que le tienden "moros... e yentes extrañas". Por otra parte, el regalo para el rey, además de rubricar el resultado de las acciones de Alcocer, es tentativo. Sirve para tantear la aptitud del rey y saber si se sobrepone a sus sentimientos personales. El resultado es positivo. El rey da la respuesta correcta. Se da cuenta de que el Cid ha abierto un capítulo —que puede llegar a serlo de la historia— y que es necesario leerlo con inteligencia. No se precipita a perdonar al Cid pero lo hace con Minaya (vs. 886-889), extiende salvoconducto a quienes deseen alistarse con el Cid (vs. 891-893) y, en esta forma, supera el valor del regalo de 30 caballos, los cuales acepta porque han sido quitados a los moros (v. 884). A la garantía de cuerpos monde, qui manquait aux capitulations et aux scrments les plus solenncls; lui qui brúlait vifs les prisonnicrs ou les faisait dcchircr par ses dogues! Auraient-ils done raison, ceux qui pensent que le peuple, dans le choix de ses héros, a fort peu de souci de la réalité, ct que les grandes renommecs recelent presque toujours un contresens ou un caprice?". Por el tono oratorio se puede ver que Dozy abrigaba convicciones anti-cidianas. Algunas de las afirmaciones puestas aquí están contradichas por su propia documentación. Pero su Cid ha hecho carrera larga. Harán falta años para que La España del Cid, de don RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, aclare y despeje tantos errores propalados por la obra de Dozy, tan importante y valiosa por diversos aspectos. 17 El Cid "obéissant" de MR. BÉSZARD (Zeitschrift für romanische Philologie, t. XXVII, 1903, pág. 529) no ha tenido la fortuna perdurable del de Dozy (cf. la nota anterior, núm. 16). Mucho lector, sin embargo, tiene la misma reacción ante los consecutivos obsequios del Cid al rey Alfonso. Se preguntan, además, por qué el Cid no erige su propio reino aparte en Valencia. Sucede que esc Cid leal a su soberano y el Cid que no se ciñe una corona regia son indicio claro de que algo distinto y superior al mero provecho personal inspira sus decisiones capitales y lo impulsa en su trayectoria. Ese algo se nos vela tras la densa fuerza dramática que nos lleva de una tirada a otra y en ocasiones de un verso al siguiente. Ese algo hay que buscarlo y leerlo; pero los que piden declaraciones expresas para toda interpretación del Poema, no hallarán en Roma a Roma. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 60 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 y de bienes que el rey ha concedido responden 200 castellanos (v. 918), sin contar las peonadas (v. 919), los cuales se marchan con Minaya para unirse a la hueste del Cid. Ha surgido el héroe guerrero del Poema " bis. AFIRMACIÓN Y RUMBO (vs. 899-1084) Dejado Alcocer, Mió Cid comprende que su fuerza consistirá, de momento, en una sostenida inestabilidad: "Qui en en un lugar mora siempre, lo so puede menguar" (v. 948). Recomienza su azogado itinerario. Acampará unos días en Mont Real (v. 863), otros en el Poyo de Mió Cid (v. 902), otros más al norte o más al sur o más al este. Incursiona y somete a pago de parias a pueblos y territorios y aun ciudades como Zaragoza (v. 915), que es sede de un pequeño reino. Las nuevas vuelan, y Mío Cid con ellas. Va aplicando su fuerza en forma tal que a nadie queda duda de lo que él puede hacer. El poeta tiene cierta malicia deliciosa cuando cuenta lo que sienten los pueblos al ser objeto del poder del Cid: "Pesando va a los de Moncón e a los de Huosca; / Porque dan parias, plaze a los de Saragoga" (vs. 910-911); o sea que a los de Monzón y a los de Huesca les duele tener que pagar parias, porque han sido recientemente obligados a ello, y en cambio a los de Zaragoza les place que sus vecinos entren también a pagar tributos al Cid, ya que ellos, los zaragozanos, los vienen pagando desde hace tiempo. En sus veloces incursiones y breves estancias el Cid ha entrado y aun ocupado tierras protegidas por el Conde de 17 bis. El notable investigador francés, Mr. JULES HORRENT, ve certeramente la significación <le Alcocer en el Poema: "Á Alcocer, le Cid remporte sa premiére victoire en bataillc rangée, cclle qui lui permet d'offrir ses premiers presentí au roi. L'importance de l'épisode est certaine" (Tradition poétique du Cantar de mió Cid, en Cahiers de Civilisation Mediévale, t. VII, 1964, págs. 451-477. Vid. esp. pág. 463). Sin embargo, en otra parte del mismo trabajo, Mr. HORRENT estima que el verso 1084 debería tal vez mudarse a 140 versos adelante, pues no se ve por qué, sobre supuestos formales y de desarrollo poemático, haya quedado donde está: cf. págs. 451-452. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 61 Barcelona. Pero, dado lo anterior de las acciones cidianas, no parece que Barcelona tuviera suficiente motivo para producir un encuentro con el Cid. Y aunque intenta disuadir al Conde, no hay caso; la batalla se da. Dos versos (1006-1007) bastan para dar cuenta del Conde y su poderosa caballería. Son un parte de victoria. El Conde mismo queda preso. Tres días dura la prisión del Conde, y su ayuno. El episodio es jugoso en detalles de interés, pero aquí importa resaltar sólo un hecho: el Cid deja marchar al Conde sin ninguna obligación ulterior. Le quita únicamente el botín de guerra y la espada famosa. Quien haya leído —¿y quién no ? — aquello del Cid aventurero, cosario de tierra firme, atento sólo a la ganancia, tiene que sorprenderse de que deje marchar sin compromisos, libre por completo, al Conde don Remont. Porque, después de Alcocer, Tévar es una afirmación muy sólida del poderío del Cid. Si la ventaja inmediata fuera el único interés del Cid, el tener al Conde de Barcelona en sus manos representaba una llave poderosa. Se hubiera podido hacer alférez [ =connétable] del Condado y mantener sus garras puestas al cuello del Conde. Habría podido servirse del Conde para negociar la liberación de su mujer e hijas. Al fin y al cabo, ¿qué otro centro de riqueza mayor podía ofrecerse a la codicia de un aventurero con fortuna? Si lo hubiera sido, Mió Cid se habría olvidado de que el Conde y su Condado eran miembros de la cristiandad. Pero el Cid, sin decirlo abiertamente, lo ve así y procede en consecuencia. Tévar el Pinar sirve como demarcador de una diferencia capital: lo que va de un aventurero a un guerrero cristiano de Castilla. Por eso es importante el episodio de Tévar el Pinar, por cuya extensión, a diferencia de lo de Alcocer, ningún crítico, que yo sepa, ha propuesto reparos al poeta. Ambos episodios son significativos uno a corta distancia del otro. Por !o demás, así como Zaragoza, aun sometida, no da la medida que el Cid busca, tampoco Barcelona, en donde solamente hubiera sido figura de segunda clase y no lo que él requiere para satisfacer sus designios. Antes de explorar los posibles designios del Cid, conviene fijar la atención en un detalle del episodio con el Conde THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 62 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 don Remont. Se trata de un contraste repetido (v. 1027 y v. 1033b) entre "cautiverio" y "ver cristianismo". En ambos pasajes "ver cristianismo" equivale a libertad —sin yugo ni prisión, sin presión ni opresión—. Es lo que el Conde obtiene mediante una condición que se expresa en fórmulas del Evangelio: comer de aquel pan y beber de aquel vino. Aquellos "mal calcados" que han sido objeto del desdén orgulloso del Conde, son los suyos, son sus hermanos, y con sólo que lo reconozca así le será acordada la gracia de "ver cristianismo". ¿Qué busca el Cid entonces? Descartadas Zaragoza y Barcelona, por motivos diferentes, ¿qué queda por delante que pueda recompensar y aun sobrar lo que aquellas dos tentativas pudieran haber dado? No hay que darle muchas vueltas: es Valencia. Lo había insinuado el Poema cuando daba Alcocer como protectorado de Valencia: "Al rey de Valencia enviaron con mensaje", etc. (vs. 627 y sigs.). El rumbo es, pues, hacia el sur y hacia el mar. Aquello parece desvarío. Valencia está muy dentro en tierras densamente pobladas de moros. Valencia es un reino, sin embargo, y el puerto más importante de los musulmanes en Europa. Valencia puede ser escenario de empresas superiores, dignas de Castilla y buenas para la cristiandad. Y es por lo mismo un riesgo insólito. Por eso atrae a Mió Cid. RECONQUISTA, Y SEÑORÍO A PAR DE REY (vs. 1085-2508)18 "A orient exe el sol, e tornos a essa part" (v. 1091), Mió Cid, guerreando hacia la mar. En adelante, el Cid irá hacia el sur, hacia el Occidente, anudando una red de dominio que se extienda hasta el Sur de Valencia, sobre el territorio comprendido entre Gujera (hoy Cullera), Denia, Xátiva y Peña Cadiella. Es una campaña adelantada con rigor metódico. Y, 18 Rectifico el número del verso límite que di en la reseña que hice del libro de don CESÁREO BANDERA GÓMEZ, en Thesaurus, Boletín del Instituto Caro y Cuer- vo, t. XXV, 1970, pág. 100. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 63 desde luego, a los de Valencia no puede ocultárseles lo que aquello significa. Por eso tratan de romper la red. Van a ponerle asedio al Cid en Murviedro. Y el Cid, advirtiendo la operación, no puede dejar de darse cuenta del derecho que asiste a los de Valencia: Grado a ti, Padre spirital! En sus tierras somos e fémosles tod mal, Bevemos so vino e comemos el so pan; Si nos $ercar vienen, con derecho lo fazen (vs. 1102b-1105). Otra vez los dictados del ego se imponen a la ingenua apreciación íntima de la conciencia, pues ésta comprende la justicia que acompaña a sus atacantes. Pero el luchador, el ahora reconquistador, ofrece la lucha — ya no el sacrificio, como en el verso 5— a su Padre espiritual. Al terminar los preparativos de la defensa, añade: "Yo fío por Dios que en nuestra pro eñadrán" [añadirán] (v. 1112). La discrepancia entre la convicción moral y la religiosa se resuelve a favor de esta última, en la acción del Cid y en el resultado de los hechos. Así, perdiendo los sitiadores, el Cid aprieta el cepo sobre el cuello de Valencia. Manda buscar refuerzos por Castilla, Navarra y Aragón. Los voluntarios acuden: "Gn.ndes yentes se le acojen de la buena cristiandad" (v. 1199). El carácter de reconquista se va haciendo más ( idente con estas expresiones, en las cuales se recalca que el ( d no usa soldados mahometanos sino cristianos de los reñ )s del Norte 19 . " Nótese que el poeta no alardea de piedad devota por parte de los cristianos que vienen a alistarse con el Cid. Su heraldo es claro: quien desee salir de aulagas y hacerse rico, que se venga con el Cid, que quiere cercar a Valencia para dársela a los cristianos (vs. 1198-1199). Y la respuesta del relator es tan a ras de tierra como la de los voluntarios: "Al sabor de la ganancia non lo quieren detardar, / grandes yentes se le acojen..." (vs. 1194-1195). El cálculo es neto: el cielo pueden ganarlo desde donde estén; no así la ganancia que ofrece Mió Cid. Y con todo eso, este verso 1199 es armónico del 29, del sueño del Cid en Figueruela, del voto de Minaya en Castejón de Henares, de la aceptación del regalo de treinta caballos por parte del rey, y de la condición que cumple el Conde de Barcelona para "ver THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 64 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 Finalmente pone ultimátum a los sitiados y, al llegar al décimo mes del asedio, "ovierongela a dar" (v. 1210). Se la tuvieron que entregar. El quinto del Cid en la toma de Valencia es cuantioso, desde luego. Pero su alegría se debe a otro motivo que es muy claro en el Poema: Alegre era el Campeador con todos los que ha, Quando su seña cabdal sedic en somo del alcacer 20 . (vs. 1219-1220). Aquella insignia sobre la torre más alta del alcázar proclama el nuevo señorío sobre Valencia y sus aledaños tributarios. Aquello no era producto del azar o de la aventura sino del método riguroso, y de un designio que se va exteriorizando en hechos, y muy poco, demasiado poco, en palabras. Los otros gozan su ganancia. La del Cid tiene caminos por andar y recodos por iluminar. La insignia que está sobre la torre lo hará posible. El sabe que su señorío es un reino. Y él prevé cambios de fondo en la faz de las cosas. Aquel influjo de los "enemigos malos" puede desaparecer. El "buen señora" (v. 20) que anhelan las "yentes cristianas" de Burgos, puede reaparecer. Los seres queridos de su corazón podrán obtener salvoconc1' icto ahora, y venir a Valencia. El mismo podrá venir a términos con el rey Alfonso. Puede ver que ha valido la pena dejar triunfos menores por esta victoria consolidativa. Esta cristianismo". Es un;: linca jalonada en cuya interpretación no cabe equivocarse. Lo ha visto muy bien el profesor E. DE CHASCA (Arte juglaresco, pág. 157) al decir que "No habremos interpretado bien el carácter de nuestro héroe si suponemos que lo único que teme es la pérdida de las riquezas", cuando prefiere quedarse en Valencia mientras un cortejo de los suyos marcha con Minaya a traer a doña Ximena y las hijas. La riqueza de Valencia cuenta, desde luego, pero su valor va más allá de los datos tangibles. 1:0 El pasaje del gozo de los hombres del Cid al entrar en Valencia ocupa los versos 1211-1220. Mr. G. T. NORTHUP cita hasta el verso 1218, y se deja estos dos por fuera (cf. Philotogtcal Quarterly, 1942, pág. 18). El poeta da el contraste tajante. El Cid está alegre, "con todos los que ha"; ellos por una razón; él, por otra muy distinta. Al terminar la cita de los versos, Mr. Northup comenta: "The loot is the all important matter" (ibid., pág. 18). THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 65 conquista es doble: nuevo señorío que excede al del Ovirna en riqueza y jerarquía, y caminos francos hacia el corazón del rey y señor. Lo segundo se relaciona con los designios del Cid, que trascienden de las ganancias contables. Los problemas que siguen a la campaña y toma de Valencia son típicos de reconquista: repartimiento de la ciudad y de los bienes, o sea distribución de la población en "collaciones" o barrios y distribución de los géneros y casas conquistadas (vs. 1246-1246b); toma de un censo en que se distinguen pobladores propietarios y pobladores asalariados (v. 1248); imposición del requisito de residencia (vs. 12491254), y una alusión al avecinamiento (v. 1259) 21. Se trata de pasos encaminados a afirmar el dominio y a proveer la defensa. El poeta los deja caer como notas de paso. ¿Y qué decir de la formación de un gobierno? En el relato se desliza ya una mención a la corte del Cid, con sede en el Palacio: v. 1263. Pues la veremos reaparecer (vs. 2303, 2307, 2474, 2835, etc.), incluso en las Cortes Generales de Toledo, donde, oportunamente, Pero Vermúdoz se dolerá del Cid, su tío, pues "Siempre en las cortes Pero Mudo me llamades" (v. 3310). El Cid tiene una dimensión nueva. Y no nos sorprende. Los ejércitos moros que atacan a Valencia son de reyes, todos, en el Poema: el de Sevilla (v. 1222), el de Marruecos, Yúcef (v. 1621) y "el rey Búcar" (v. 2314). El Cid los vence luchando en paridad, de hombre a hombre o de rey a rey. Así, los que le están cercanos comienzan a ver en él un gobernante a par de rey. Y lo es de hecho. Su decisión de hacer a Valencia sede episcopal y la provisión que hace de la silla en don Jerónimo son, por lo menos en la costumbre, prerrogativas del rey 22. Minaya, hombre avisado, tenía que sa31 Cf. J. F. POWERS, Totvnsmen and Soldiers: The Interaction oj Urban and Military Organization in the Militias oj Medioeval Castile, en Speculum, t. XLVI, 1971, págs. 641-655. Mr. POWERS trata el problema de los "fonsados" o reclutamientos y la distribución de ciudades conquistadas, en forma suficientemente abarcadora. Vio también el punto, aunque sólo como cuestión de breve comentario, M. DAMAS HINARD; cf. su edición y versión del Poeme dtt Cid, París, 1858, pág. XXVIII. " Cf. FRANCISCO MARTÍNEZ MARINA, Ensayo histérico-crítico sobre ¡a legislación y principales cuerpos legales de los reinos de León y de Castilla, especialmente THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 66 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 berlo pero acepta el paso del Cid no sólo sin reservas sino con alegría (v. 1302). Ello acontece mientras Minaya se prepara a salir para Castilla, de nuevo al rey Alfonso, con presente y nuevas del Cid, entre las cuales se cuenta la del obispado y su provisión (v. 1332). El rey lo escucha sin inmutarse, y antes complacido (v. 1343); y complacido también acepta el regalo. Sólo el Yo íntimo de Mió Cid ofrece una repentina rebeldía al cambio de imagen que experimenta el ego cidiano. Al completarse el censo de los pobladores cristianos de Valencia, que monta 3.600 hombres, dice el Cid a Minaya: "Con más pocos ixiemos de la casa de Vivar. / Agora avernos risobre el código de las Siete partidas de D. Alfonso el Sabio, tercera ed. hecha por la segunda corregida y aumentada, Madrid, Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica, 1845. Unos pasajes de muestra: a) En el Índice alfabético, s. v. OBISPOS. "LOS reyes gozaban del derecho de elegir obispos, castigarlos y deponerlos habiendo justos motivos para ello" (pág. 563). b) "Asolada la iglesia de Tuy por los normandos, creyó necesario don Alfonso V suprimir este obispado y agregar todas sus iglesias, villas, tierras y posesiones a la de Santiago, y así lo proveyó y ejecutó en virtud de sus reales facultades y con acuerdo de los de su corte" (pág. 302). A continuación cita la providencia regia en lo pertinente. c) "También nuestros reyes gozaban del derecho de elegir obispos, castigarlos y deponerlos habiendo justos motivos para ello. El rey don Sancho el Gordo depuso del obispado iricnse a Sisnando, le encerró en oscuras cárceles, y subrogó en su lugar y honor a Rosendo, monge de Celanova" (págs. 302-303). d) Refiriéndose a los asesores del rey Alfonso X al componer las Partidas, dice don FRANCISCO MARTÍNEZ MARINA (pág. 300). "En fin, nuestros doctores, como si fueran extranjeros en la jurisprudencia nacional, e ignoraran el derecho patrio y las escelentes leyes municipales, y los buenos fueros y las bellas y loables costumbres de Castilla y León, y olvidándose y desentendiéndose de la intención del soberano, que siempre deseó conservar en su nuevo código los antiguos usos y leyes en cuanto fuesen compatibles con los principios de justicia y pública felicidad, y no conociendo otro manantial, ni más tesoro de doctrina civil y eclesiástica que las Decretales, Digesto y Código, y las opiniones de sus glosadores, introdujeron en las Partidas la legislación romana y las opiniones de sus intérpretes, alterando y aun arrollando toda nuestra constitución civil y eclesiástica en los puntos más esenciales con notable perjuicio de la sociedad y de los derechos y regalías de nuestros soberanos". Pág. 301: "Pero los monumentos de la historia prueban invenciblemente que nuestros soberanos usaron sin contradicción aquellas facultades por espacio de algunos siglos". THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 67 quiza, más avremos adelant" (vs. 1268-1269). El solar de la familia se ve ahora incomparablemente más pobre y más pequeño. Pero una centella del Yo salta desde la intimidad agrandando el solar en la expresión del mismo Cid: "Enviar vos quiero a Castiella, d o a v e r n o s h e r e d a d e s , / A l rey Alfonso mió señor natural" (vs. 1271-1272). Aunque las ha visto mínimas, son "heredades"; y muy seguramente por pura coincidencia, o sea sin voluntad de estilo, quedan puestas entre el correlato "Cid-Minaya" y "Alfonso, mió señor natural". Entre esa oscilación de máximo a mínimo, rapidísima, parece que Mió Cid reviviera aquellos tiempos idos — los de la salida al destierro y los de antes—. El elemento religioso aparece con frecuencia en el Poema, desde los primeros versos. Y aunque no llega a sacar de sus quicios humanos, laicos puede decirse, la gesta del Cid, por su frecuencia y por sus matizaciones basta para colorear esa gesta con un aire inconfundible de reconquista, sobre todo entre los versos 405 y 2508, aunque sólo se hace plenamente manifiesto a partir del verso 1085. He presentado algún grupo de datos 23 relativos a este punto, y ahora es oportuno añadir otros — aunque sin ánimo de querer probar en exceso—: 1) El Cid se deja permear de la creencia en que están otros tanto o más que él mismo, y es que Dios le ayuda a ganar las batallas: Arranco las lides commo plaze al Criador, Moros e cristianos de mi han grant pauor (vs. 2497-2498). 2) En el mismo soliloquio el Cid comenta que los moros se temen que él les dé, por sorpresa, algún asalto allá en Marruecos; y aunque desvanece el rumor, deja claro que le han de pagar parias; como no se puede ver cuál haya de ser el modo de obtenerlo, es claro que la compuerta de la reconquista queda medio abierta. 3)Antes de la batalla contra Búcar, o en sus comienzos por lo menos 23 bis, Minaya, probado en tantas lides 28 23 Cf. la nota 19 (stipra). bis. Este lugar se halla en la confusa iniciación de la batalla. Y es confusa THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 68 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 como brazo derecho del Campeador, considerando quizá la enorme desproporción de las fuerzas del Cid ante las de Búcar, se acerca a su jefe y le dice: -'• r :""\fr*:':Z':\ Oíd ya Cid, Campeador lealcl Esta batalla el Criador la terave [la hará] E vos tan dinno que con él avedes parte. Mandáno'les ferir de qual part vos semejare (vs. 2361b-2363). El estratego de siempre cede ante el soldado Minaya, quien ve en su jefe una dimensión metagógica, muy comprensible en luchadores para quienes la causa religiosa se da por sentada. O sea que, de otro lado, el Cid va adquiriendo, ante sus vasallos inmediatos también, cierto viso de estar ayudado desde el cielo. Por sus pasos contados lo vemos sumergirse en esa luz difusa de la creencia medieval que enlaza la Corona con la delegación divina de poder para los asuntos de este mundo. También en el rey se van operando cambios de imagen. Estos resultan particularmente interesantes porque, bien mirado, el rey del Poema sale completamente airoso del examen que se haga sobre su figura. En vez del rey i n v i d e n t e , el del Poema resulta positivamente generoso. Es severo, sí, pero también de ánimo sereno, como vamos a verlo. Al recibo del primer regalo que le envía el Cid con Minaya —30 caballos enjaezados—, el rey responde con: a) la restitución de Minaya en sus honores y heredades, dación de salvoconducto para moverse por Castilla, y libertad de bienes y de cuerpos para todos los subditos suyos que quieran irse a sula lectura, porque el texto suplido de las crónicas por don RAMÓN MEN£NDEZ PIDAL indica una manera de comienzo en que los Infantes piden al Cid los primeros golpes de la lucha y él se los concede; pero luego, don Jerónimo (vs. 2370 y sigs.) hace la misma petición y el Cid se la acepta igualmente (vs. 2380-2382). Es evidente que hay un bache en el texto del Poema y, aunque el suplemento cronístico aclara en parte el contenido que hace falta, también es manifiesto que no concuerda del todo con el texto del Poema. Uno se pregunta si el refundidor estaba tratando de reducir la descripción de la lid a un solo día, como hace con todas las otras que narra. En todo caso es, pues, confuso este paso del Poema. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1 9 7 3 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 69 mar a la hueste del Cid (vs. 885-893). b) Al segundo presente —100 caballos ensillados—, el rey extiende su permiso para que doña Ximena y las hijas vayan a reunirse con el Cid, las hace escoltar y obsequiar por su cuenta y, como adehala, reintegra en sus derechos y propiedades a todos cuantos "a él [al Cid] dizen señor" (vs. 1355-1366). c) Al tercer presente — 200 caballos y una tienda con escaño regios—, el rey responde con la oferta de ir a vistas con el Cid y le da a éste la indicación del sitio donde tales vistas hayan de ocurrir y, con la mejor intención, le anticipa la petición de mano para casar a sus hijas con los Infantes de Carrión: vs. 1901-1913. La liberalidad del rey no admite cotizaciones. Es, pues, infundado por completo el comentario que suele hacerse sobre el ablandamiento del rey a medida que los presentes del Cid le van llegando. El rey ha rescindido la relación de señor a vasallo que había entre él y Mió Cid. La llegada de los presentes le indica que el vasallo abriga la esperanza de revivir el nexo. El rey los acepta en buena fe, con lo cual muestra que no padece obduración, que su ánimo, aunque severo, es igualmente sereno y puede darse cuenta de que los hechos del Cid tal vez lleguen a redundar en bien del reino, y en tal caso el rey sería capaz de postergar su ira. De suerte que en el momento debido, el rey ofrece vistas al Cid y a nadie queda duda del objeto que han de tener. Es la reconciliación. El rey sabe que el Cid tiene ahora dominios y estima de rey, pero también ve que posponer la reunión puede prestarse a que los hechos se vuelvan superiores a la voluntad de las partes. No se ve ninguna otra razón que haya podido mover la decisión del rey a concurrir a vistas con el Cid en este punto de los acontecimientos. El poeta hubiese podido dilatar mediante recursos amplificatorios la resolución del problema entre el Cid y el rey indefinidamente. Pero hay una decisión de economía porque no se trata de lucir la fecundidad del poeta sino de llegar a unos resultados que urgen dentro del giro que llevan los acontecimientos del Poema mismo. El poeta sabe dar prelación a las exigencias del Poema. Por eso busca por derecho THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 70 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 el desenlace preliminar, de prueba, digamos, que son las vistas. El Cid ha elegido las orillas del Tajo. Allí se va a protocolizar lo que ya se ha cumplido en los hechos: la reinstalación del Cid en el amor del rey. En la ceremonia, es el Cid, más que el rey, quien imprime a cada movimiento y palabra un esmero hierático24. Y es que busca grabar en la memoria de los allí presentes la significación de aquel suceso. Ante todo se advierte allí el sentimiento profundo de Mió Cid por la injusticia de la cual ha sido objeto. El problema de su honra está indisolublemente ligado al de la justicia. De tal suerte que cuando el Cid le pide al rey Alfonso que lo restituya en su amor y que lo diga de manera que lo escuchen todos cuantos allí están, lo que en esencia le pide es una declaración de que la justicia se ha reincorporado a las decisiones regias 2i bis. El soberano accede: Aqui vos perdono e dovos mi amor, Én [e en] todo mió reyno parte desde oy (vs. 2034-2035). 24 Sobre el ritualismo en el porte y ademán del Cid tiene observaciones penetrantes don AMÉRICO CASTRO en Poesía y realidad en el Poema del Cid, en Tierra Firme, Madrid, núm. 1, 1935, ensayo que luego ha incluido en su volumen de ensayos titulado Semblanzas y estudios españoles, Princeton, N. J., 1956, págs. 3-15. El pasaje en que don Américo acentúa más el ritualismo del Cid es éste: "No es, pues, por santidad por lo que el juglar hace que el Cid ahogue su cólera [ante la afrenta de las hijas], sino por exigencia de la técnica épicomítica, ligada a la tradición literaria de Occidente. Mió Cid oficia solemne, según los mis severos ritos" (pág. 12). ** bis. DON PEDRO SALINAS lo ha entrevisto y lo aboceta en palabras de paso, pues su problema es desentrañar los soportes de la honra en el Poema: "Palabras y actos de los dos personajes principales, el rey y el Cid, tienen por fondo, a más de las riberas del Tajo, la alegría y la admiración de los caballeros, que presencian cómo se deshace la injusticia y se restaura el orden de amor entre el señor y el vasallo" (pág. 18) [La ¡tilica no es del original]. En su estudio El Cantar de Mió Cid poema de la honra, en Revista Universidad Nacional de Colombia, t. IV, 1945, págs. 9-24, SALINAS nota en seguida que al día siguiente de las vistas el poeta registra cómo "todos eran alegres", en lo cual hay contraste triunfador con respecto a los versos del paso por Burgos: "grant duelo avien las yentes cristianas". He subrayado las palabras relativas a la que me parece idea substancial: "se deshace la injusticia y se restaura el orden de amor". THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1 9 7 3 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 71 La victoria del Cid es completa, pero no perfecta, pues ha obtenido un propósito medular, la restitución de su honra, y asideros positivos para la esperanza de que los "enemigos malos" no prevalecerán en las decisiones del rey. La espectacular 'humildad' del Cid es producto de una estrategia calculada para poner en evidencia su respeto de vasallo leal y para demarcar predios de honra y justicia que los 'mestureros' no deberán pisotear a su antojo. Otra es ahora la faz de las cosas. El Cid ha retornado al corazón del rey y tiene parte en todo su reino. Hay, pues, quien vigila los predios de la justicia y de la honra. ¿No se escucha en esto el eco de aquellas palabras que querían y no podían decir los labios burgaleses?: "Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!". El rey es otra vez buen señor porque no ha perdido al buen vasallo, cuya lealtad invencible ha realizado este prodigio de conquista. Para los asistentes a las vistas y para quienes hayan de oír la narración de los sucesos tendrá un significado especialísimo el que ese vasallo fiel sea nada menos que el amo de "Valencia la mayor". Como agente de la justicia en el reino, el rey no es ni bueno ni malo. El es la justicia, y es como la justicia25: bueno pues, parafraseadas son como decir 'se hace justicia y se restaura la armonía'. ¿No es esta una de las utopías cristianas? Cristiana, sí; pero utopía, sí y no. El Poema es magistral en este punto. La lucha sin desvío, sin pecado, por el amor del soberano, conduce a ese reino amable de la armonía y la concordia; pero ello no equivale a extirpar el mal ni los causantes del mal. La lucha no tiene fin. ™ Opiniones diferentes, entre muchas: 1) Profesor LEO SPITZER: "El vasallo es bueno, el rey es bueno (siempre lo llama así el poeta); lo que falta es la adecuada relación de buen vasallo a buen señor, por imperfección de la vida humana, que no es precisamente paradisíaca". Cf. El carácter histórico del Cantar de Mió Cid, en Nueva Revista de Filología Hispánica, t. II, 1948, pág. 110. 2) Profesor GUSTAVO CORREA, cf. El tema de la honra en el Poema del Cid, en Híspante Review, t. XX, 1952, págs. 185-199: "La realidad histórica se muestra implacable con nuestro héroe no permitiendo una veta de benevolencia en el corazón del soberano por parte del vasallo ideal. Pero muy otra es la situación en el Poema" (pág. 187). "Lo desconcertante es la situación imposible de un vasallo perfecto que ha dejado de ser vasallo de un señor igualmente perfecto" (pág. 189). 3) Profesor EDMUNDO DE CHASCA, The King-Vassal Relationship in El Poema de mío Cid, en Hispanic Review, t. XXI, 1953, págs. 183-192: "The King is traditionally above the contending parties. His is the role of Fate, first frowning and then smiling on his subject" (pág. 191). THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 72 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 en el grado en que los buenos contribuyan a que reine con acierto y malo en la medida en que los malos dominen el fiel de la balanza. La lucha de los buenos es dura pero no es estéril. Rinde su fruto cuando se funda en el ejercicio persistente de la virtud, que es matriz de honra y justicia. Puede ocurrir que éstas se vean de pronto empañadas por factores impertinentes, o que se vean amenazadas de destrucción total como le sucede al Cid. Entonces la buena causa ha de buscar sin desmayo los caminos que conducen al centro de la balanza, que es en el corazón del juez, o sea el rey en el Poema. Es lo que, en el fondo, induce al Cid a dejar ganancias y victorias de orden secundario y lanzarse a la compleja operación de reconquista. En ella ve un triunfo mayor por todo concepto. Y aun cuando es un riesgo calculado, no deja de ser riesgo. Pero le da ocasión de poner a prueba toda su virtud interior, que en la mente medieval es un producto de dos causas, una el linaje y otra la fe. La estirpe del Cid es clara; y su fe asume los dos hilos que se unen por arriba de la percepción mortal y son la fe religiosa y la lealtad al rey. Así compone el poeta los elementos integrales de la virtud interior del Cid, y así lo dispara, en su momento, a la empresa de Valencia. Lo que sigue a la victoria es la altura interior del Cid, que se insinuaba desde los versos iniciales del Poema: aquella capacidad para sentir hondamente como cualquier ser humano y la aptitud para poner en orden los sentires y dar frente a los "grandes cuidados". En esta forma se plasma la reivindicación del Cid y la confusión de los falsarios. Considerando esta encrucijada de hilos en trama que el poeta ha dispuesto, podemos sin dificultad entender el proceso en que se cruzan los caminos del Cid y de sus enemigos malos. Estos lo han colocado en desamparo total al principio del Poema, y el Cid recorre empeñosamente una línea ascendente aferrado a su ideal de vasallaje hasta entrarse de nuevo, por la puerta grande, en la órbita de la justicia. Los enemigos malos están aún detentando en esa órbita un lugar que no les corresponde. A medida que Mió Cid se acerca al centro del corazón regio, ellos sienten que serán "abiltados", envilecidos y despreciados. Es posible que esto se deba a pura coinci- THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 73 dencia: el quiasmo se produce exactamente en la mitad numérica del Poema, en el verso 1865. Allí se ve que en el momento en que la virtualidad del Cid llegue a ser plenamente acepta al rey, su honra será manifiesta y no habrá duda de que ha habido injusticia para con él. El rey lo averiguará y los 'mestureros' se verán en aprietos: "nos abremos enbargo" (v. 1865). Cuanto más entra Mió Cid en el campo de la justicia, más saldrán ellos de ahí. ¿Qué hacen? Se apartan a deliberar (v. 1860). Recurren a sus procedimientos de sombra. Los vemos ahora en actitud de tramar y tenemos la impresión de haberlos visto antes en lo mismo. Confabulan contra el Cid, desde luego. Obcecados, no creen en principios como la justicia o la honra; ni siquiera pueden ver el tamaño de catedral que tiene ahora la figura del Cid. No son, pues, leales a nada de cuanto puede señalarse como fundamento de un reino cristiano. En esto me parece ver uno de los soportes hondos del Poema. En ello se advierte asimismo el significado vertebral de las vistas realizadas a orillas del Tajo. En esencia, debe quedar en el ánimo de los concurrentes que 1) el rey ha tenido grandeza de ánimo para reconocer que había honra donde se había decretado inexistente, 2) que ese reconocimiento es reparación satisfactoria para el vasallo, y 3) que la reinstalación del vasallo en el corazón del rey Üeva consigo cuanto al vasallo le es anejo. Y con tales elementos impresos en su memoria, los ahí presentes recapacitarán acerca de lo que ha hecho posible tamaño resultado: la lealtad del vasallo a su señor y la serenidad del soberano. Debido a que la serenidad del soberano queda ahora libre de empañaduras y de elementos empañadores, la honra de los subditos readquiere plenitud de valor. Pero las vistas toledanas tienen otra repercusión, y es que ni el reino de Valencia o su futuro han de ser tenidos como bienes relictos para el interés de la Corona. De otro lado, si el reino de Castilla tiene contraído ante la cristiandad el compromiso de la reconquista, el hombre que ha ganado Valencia tendrá un sitio —segundo sólo al rey — en las empresas de la reconquista. El rey Alfonso se da cuenta de eso, pero no vacila y depone su ira. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 74 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 Es impresionante lo que va del verso 1 hasta el final de las vistas de Toledo. En los versos iniciales, ¡qué lejos está Mió Cid de la justicia, del rey y del poder! Ahora, al terminar las vistas toledanas, el Cid no acepta que el rey se moleste en escoltarlo por cortesía un corto trecho: Hyas espidió mió Qid de sr> señor Alfons, Non quiere quel escurra [escolte]. Dessí luegol quitó (vs. 2156-2157). Al principio el rey es como una sombra ominosa, horrenda. Ahora, como un ser humano, cordial y justo. La honra y la justicia han entrado en un plano de armoniosa inteligencia, donde la honra puede subsistir segura de ser reconocida en su valor. De esta forma, el vasallaje puede restablecerse sin desdoro para ninguna de las partes y antes con motivos para enorgullecerías. Es en esa atmósfera de avenimiento humano — hecho de lealtad por el vasallo y de comprensión serena por el señor—, donde el poeta puede poner, porque no ha de prestarse a tergiversaciones, que "La conpaña del Cid cre^e, e la del rey mengó" (v. 2165). El lector recuerda que esto acontece cuando han terminado las vistas toledanas y el Cid ha invitado a todos a concurrir a las bodas de sus hijas con los Infantes de Carrión, en Valencia. Y nótese que el rey, lejos de sentir envidia, "Esto plogo al rey, e a todos los soltó". Les dio su venia. El rey es, en el Poema, un gran señor para un gran vasallo. La relación entre ambos se rehace con ingredientes humanos, y se hace admirable porque se mantiene humana. En las vistas podría terminar el Poema. Así lo han sentido críticos interesados en estudiar la composición literaria como realización de principios composicionales que ellos tienen al molde 28 . No así quien compuso el poema. El vio que " Cl. MACK SINGLETON, The Two Techniques oj the Poema de Mío Cid, en Romance PAilology, t. V, 1951-52, págs. 222-227. También lo ha visto así, aunque por razones internas del asunto del Poema, don PEDRO SALINAS, El Cantar de Mió Cid, poema de la honra, en Revista Universidad Nacional de Colombia, t. IV, 1954, THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 75 la prueba del resultado de las vistas era necesaria y que en su desarrollo encuadraban episodios de la más alta significación humana, de intenso dramatismo, y que trascendiendo de la persona llegaban a configurar categorías de valores y planos conceptuales como expresión de la experiencia en la tierra del Cid y en el reino cristiano de Castilla. Se trataría de ideas y combinaciones de ideas por el estilo de i) hidalguía, realeza, nobleza, n) virtud, lucha contra moros, poder y gloria, m) justicia, rey, honra, iv) etc. TRIUNFO Y APOTEOSIS DE MIÓ CID (vs. 2509-3725) Existen antídotos para la maldad humana, pero no hay extirpadores. En este sentido el Poema de Mió Cid vivifica la experiencia humana con naturalidad. El Cid ha triunfado en las vistas de Toledo y sigue triunfando sobre moros. Acaba de imponer su victoria sobre Búcar en condiciones de tanta desigualdad numérica que Minaya ha pensado que sólo Dios, y Mió Cid que con El tiene parte (vs. 2362, 2363), pueden hacer la lucha. El propio Cid está impresionado con su triunfo y entona interiormente su soliloquio (vs. 2493-2504), en que se nos muestra como en trance de asunción al reino definitivo de la gloria. Entre los títulos que él mismo se concede está el ser sus yernos los infantes de Carrión. Ha emparentado ya con el linaje más poderoso del reino y ha sido por mediación del propio rey. El gorgojillo del engreimiento ha picado el corazón del hombre y padre de dos hijas. Lo comprendemos todos en seguida. Es un rasgo humanísimo, uno de los muchos de igual naturaleza por los cuales le hemos dado al Cid, junto con la admiración más decidida, nuestra más ingenua simpatía. Porque, por uno de esos espejismos de la obra de arte, nosotros caemos en la cuenta de que ese título del págs. 9-24: "¿Por que no acaba aquí el Cantar?", se pregunta (pág. 19), y procede a explicar las razones de construcción que debieron de asistir al poeta. [Cito por una copia fotostática de este artículo, que ha tenido la bondad de enviarme don Francisco Sánchez, del Instituto Caro y Cuervo]. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 76 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 parentesco con los de Carrión no será propiamente de gloria y el Cid no. Para sospecharlo nos basta recordar que el Conde García Ordóñez, con diez de sus parientes, se apartó a examinar la situación (vs. 1859-1860), vale decir, a tramar algo, por sus métodos turbios, algo con que puedan golpear al Cid tajantemente. Pero ya antes, cuando el rey ha dado permiso para que doña Ximena y las hijas del Cid vayan a reunirse con él en Valencia, ciudad y reino que el Campeador acaba de conquistar, los Infantes ven que un casamiento con las hijas del conquistador les traería ventajas económicas a ellos y ventajas de parentela a ellas. Pero sabiendo cómo andan las cosas entre los suyos y el Cid, prefieren callar su intención (vs. 13721377). Sería un enlace de do ut des, como era de uso en la nobleza. Mas el éxito del Cid había disgustado mucho al conde García (v. 1345), y era mejor no mencionar el asunto. Sin embargo, hacia el verso 1885, los Infantes proceden a pedir al rey su intercesión ante el Cid para obtener el consentimiento del matrimonio con sus hijas. El rey sólo ve provecho en ello para el Cid, pues mejora en honra y honor. Y aunque no está seguro de que el Cid lo tenga a bien, procede a incluir el punto en el mensaje que manda a Valencia. ¿De qué trataron el conde García y sus parientes en sus deliberaciones? No lo explica el Poema, pero lo dramatiza y nos lo hace vivir. Entre los versos 1865, en que el conde y sus diez parientes quedan tramando algo (que suponemos con buena razón es contra el Cid), y el verso 1881 y siguientes, en donde los Infantes deliberan de nuevo sobre el crecimiento de las nuevas del Cid y piden al rey la intercesión, queda un leve vacío sin conexión. Es decir, no parece que los Infantes procedan a pedir la mano de las hijas del Cid por consejo del Conde y sus parientes. Pero es obvio que el Conde y su bando se enteran de que los Infantes han pedido el matrimonio. En la "conpaña", que le crece al Cid al partir hacia Valencia habiendo terminado las vistas de Toledo, va Ansur Gon^álvez, pariente mayor de los dos Infantes. Y es elemental que los tres harían un grupo dentro de la gran comitiva que iba hacia Valencia. ¿Indujo Ansur a sus dos pa- THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 77 rientes —tal vez hermanos— menores a que asestasen ellos el golpe ignominioso en las hijas del Cid ? No es un despropósito el suponerlo. Ansur Goncálvez es "bullidor" y "largo de lengua" (vs. 2172-2173) y los Infantes no dan trazas de mucha ni poca independencia personal. Por su parte, el Cid no se descuida; ha puesto vigilantes para cada uno de los Infantes de Carrión, pero el poeta no revela lo que hayan observado. Tampoco explica por qué permanecen los Infantes un año largo al lado de su suegro, en Valencia. ¿Por escrúpulos de conciencia para con él? ¿Por miedo a las demasías de sus parientes y confabulados? Lo único evidente es que los resentimientos de los Infantes de Carrión se desatan cuando ya son objeto de burlas y chuscadas por parte de algunos en la corte del Cid. Entonces, bien sea porque han aceptado tomar parte en .la conspiración de sus parientes contra el Cid o porque saben que han de ser protegidos, resuelven convertirse en instrumento de la afrenta y la consuman en sus propias mujeres. Es la culminación del drama vivido por dos cobardes en un medio de valientes. Burlas y hablillas les resultan particularmente sensibles por venir de gente con quienes ellos difícilmente alternarían en su medio de Carrión. Y así, queriendo afrentar, se afrentan a sí mismos. El beneficio de la duda se les deteriora cuando, más adelante, en las Cortes, Diego Goncálvez dice con alegre desdén, refiriéndose a la afrenta: "lo que les fiziemos seer les ha retraydo" (v. 3359). Sabían muy bien que, aun ganando el Cid de todo en todo, las hijas le han de quedar incasables, y siempre les echarán en cara que han sido repudiadas por nobles a causa de que ellas no lo eran —¡aunque aspiraron a serlo...! Tamaña es la prueba a que el Cid se ve sometido por los 'mestureros', sus "enemigos malos". Claro está que los conspiradores no se percatan de que ellos entran en la prueba y de que han enredado al rey también. La prueba es para el predicamento del Cid, para el poder del bando anti-cidiano, y para la justicia del rey. Si las partes se contrapesan, la Corona es fuerte. Y si el rey es el fuerte, la justicia con ley y a derecho será la vencedora en las Cortes proclamadas para entender en el caso de la afrenta a las hijas del Cid. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 78 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 El caso de honra se halla ahora en su fase de contravoluta. Antes de las vistas, la familia entera del Cid ha quedado sin honra al retirársela a él el soberano. Ahora el Cid quedará sin honra si la infamia de los Infantes no se limpia del todo. En punto de honra, la familia es solidaria. Este axioma de la unidad familiar se extiende a la realeza, poéticamente, en los versos finales de la obra, como hemos de ver. Y éste es otro de los elementos pilares del Poema. Tirando a resquebrajar este soporte, los conjurados confían en destruir al Cid. Pero incurren en grave yerro debido a su engreimiento social. Olvidan que si ellos son fuertes, casi un estamento, también el Cid ha adquirido esa categoría y aun algo más. Ellos ya no son invulnerables para el Cid. Si, como parece, han supuesto que saldrán indemnes de esta indignidad, peor para ellos. Pagarán por ello. Pero aun así, les quedaría el gusto de que, como repercusión del repudio de las hijas, el Cid se pudiera ver en un infierno de chascarrillos y secreteos que ni él ni nadie en su familia podría soportar. Es lo que tendrá que decidirse en las Cortes generales. La afrenta, pues, viene a ser una prueba para los resultados de las vistas toledanas. El problema exige que entre en funcionamiento el mecanismo restablecido en las vistas de Toledo, o sea la justicia. De cielos abajo la justicia se mueve por vías de derecho. El Cid le pide al rey que le haga venir los Infantes "a vistas o a juntas o a cortes, / Como aya derecho de Infantes de Carrión" (vs. 2914-2915). Y el rey da de nuevo la respuesta correcta, convoca a Cortes pregonadas, que es lo que corresponde cuando ha de juzgarse a grandes del reino. La causa del rey es la justicia. Igual que la del Cid. Y por la misma razón, los Infantes ruegan al rey "que los quite desta corte" (v. 2989). El rey lo deniega. Los poderosos de Carrión han quedado bajo el techo de la ley. Comparecerán a dar derecho y a que se ejerza sobre ellos la justicia, representada en dos alcaldes de Corte y un juez como instancia de apelación y casación. Los jueces o alcaldes son los Condes de Galicia y Portugal; el juez de apelación es el rey mismo. La justicia THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 79 tiene brazos en la Corte. El rey, al inaugurar las Cortes, después de declarar el objeto, dice: Juro par sant Esidre, el que bolviere mi cort Quitar me a el reyno, perderá mi amor. Con el que toviere derecho, yo dessa parte me so 2 7 . (vs. 3140-3142). Nótese que la palabra justicia no aparece en el Poema, ni juzgar ni juez tampoco 28 . Pero ya se puede ver que los trazos convergen a construir la idea de justicia, de sus procedimientos, de sus instrumentos, de sus razones y finalidades. Eso ha representado el triunfo del Cid mediante su lealtad al soberano. Y si reconsideramos el hieratismo del Cid en las vistas con el rey, apenas un año largo atrás, se nos llena de significación. Aquel ritualismo, visto como pura ceremonia, es casi ridículo. Visto ahora en sus proyecciones nos hace anegar en razón al Campeador. Por lo mismo no puede dejarse de ver su figura tras el telón de los acontecimientos. Ni tampoco la que se representa en el primer plano del tinglado, que 27 DON EDUARDO DE HINOJOSA, en su estudio titulado El derecho en el Poema del Cid, en Homenaje a Menéndez y Pelayo, t. I, Madrid, 1899, págs. 341-581, demuestra la exactitud de los datos que el Poema ofrece en cuanto a las instituciones jurídicas. Anota cómo hasta el siglo xi los jueces se llamaban así, y que por influencia del vocabulario árabe pasaron a llamarse alcaldes desde el siglo xn. Sin embargo, este estudio, único suyo que he podido consultar, no ventila el problema de la justicia sino en lo que hace relación a superposición de dos procedimientos en el Poema: uno es el de carácter romano, la justicia por procesos de ley civil, y otro el germánico por medio del duelo de armas. Entre las conclusiones del señor de Hinojosa está una que se refiere al carácter eminentemente nacional español del Poema, visto desde el punto de vista de los hechos del derecho español en aquellos tiempos. El profesor ERICH VON RICHTHOFEN, en La justicc dans ¡'epilogue du Poeme du Cid et de la Chanson de Roland, en Cahiert de Civilisation Médievaie, t. III, 1960, págs. 76-78, vuelve al estadio de los episodios del Poema como producto de imitación de la Chanson. 21 Cf. el Vocabulario o Tercera parte del Cantar de Mió Cid, cd. de don RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, 1945, s. v. JUIZIO, único representante de esta familia léxica en el Cantar. Lo emplean los alcaldes de la Corte, Conde don Remond y Conde don Anric, al pronunciar sus sentencias y someterlas a confirmación del rey. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 80 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 es la que vuelve a interesarnos ahora. Tras el telón le vemos cuando sus hombres toman proporciones inusitadas. Por ej., cuando Muño Gustioz va ante el rey a pedirle que haga comparecer a los Infantes a "vistas o a juntas o a cortes" porque el Cid tiene de ellos "grant rencura" [queja enorme] (v. 2916), y llega ante el soberano, en Sant Fagunt (Sahagún), con "dos cavalleros quel aguardan cum a señor" (v. 2930) —dos caballeros que lo escoltan como su señor—. El rey, por su parte, al reconocerlo, se levanta para darle recepción (v. 2933). Esto hace el rey con quien, de haber permanecido en Castilla, tendría que echarse a los pies del soberano y besárselos. Otros pasajes de este grandor por reflejo del Cid pueden hallarse en el Poema, pero aquí una muestra basta. Volviendo al Cid, una vez fijado el sitio y plazo para las Cortes, el Cid llega con cinco días de retraso. Es verdad que estos retrasos no eran inusitados en la tradición épica de origen germánico29. Sin embargo, no deja de ser chocante cuando se trata de las Cortes en que le han de dar derecho sus demandados, y las cuales se han convocado con ese propósito único. El rey está molesto, pero cuando ve que el Cid por fin llega, "plógol de corazón" (v. 3019). En aquel momento, nada de protocolos por parte del rey; y el Cid muy de acuerdo. Sondea Mió Cid el parecer del rey en cuanto al caso de las Cortes (vs. 3041-3042), y al enterarse de que el rey se siente abanderado de la justicia, procede a los preparativos para entrar en las Cortes el próximo día. El Cid hace su aparición cuando todos han tomado sitio, incluso el rey. Entra rodeado de ciento de los suyos. Llevan doble vestimenta, una de ceremonia por de fuera y otra de lucha por debajo. Al verlos entrar, la Corte entera se levanta, incluso el rey, mas no así los del bando carrionense. El rey " Cf. RAMÓN MEséNDEz PIDAL, La epopeya castellana a través de la literatura española, 2* ed. en español, Madrid, Espasa-Calpe, 1959, pág. 28. La 1* ed. en español es de Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, s. a. [1945]. Y la primera edición de la obra fue en traducción francesa de Henri Mcrimée y prefacio de Ernest Mérimée, con el título L'épopée castillane a travers la littérature espagnole, 8' red., París, A. Colin, 1910, xxvi -f- 306 págs. con índ. alfabét. y contenido analítico, de lo cual carecen las dos ediciones en español. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 81 invita al Cid a compartir su escaño regio, el cual es, por galantería del rey, el mismo que el Cid le ha mandado con un presente desde Valencia. El Cid declina el afectuoso gesto del monarca; prefiere sentarse ante él, y entre los suyos. No voy a recalcar aquí la maestría con que el Cid conduce sus demandas en el curso de los alegatos. Quiero destacar, sí, que a continuación de su parte, va haciendo entrar en turno a algunos de sus vasallos inmediatos: Pero Vermúdoz, Martín Antolínez, Muño Gustioz, Minaya Alvar Fáñez. Son ellos quienes formulan los desafíos para la lid de campo: a Fernando, Diego y Ansur Gon^álvez, del linaje de Carrión. El rey acepta la petición de duelo y confirma los desafíos sin que medie aceptación expresa de los Infantes. Algo semejante ha hecho el Cid, si bien se mira. Un señor dispone a sus vasallos para hacer el reto y el otro dispone a los suyos para que lo acepten. Todo esto acontece tras una larga cadena de hechos en que nuestros ojos —y los del elenco del Poema — se han acomodado a muchas variaciones del campo de visión. Por eso no nos sorprende que los vasallos del Cid hablen a los vasallos inmediatos del rey en tono tan despectivo, ni que los Infantes digan fantochadas solamente, ni que vasallos de un infanzón reten a vasallos propincuos del rey. Lo que sorprende es la conclusión de que por la honra del Cid luchan sus vasallos. O sea que dos cabezas destacan por cima de la raya de los vasallajes, la del rey y la del Cid. Obsérvese que es entonces y no antes cuando entran en escena los rogadores por el Infante de Navarra (que se llama Oxarra) y por el Infante de Aragón (que es Simenón) a pedir las manos de las hijas del Cid. El poeta usa este recurso en el momento justo. Porque aun perdiendo el campo los Infantes de Carrión en el derecho y en la liza, ¿quién podrá refrenar las consejas y sonrisas en torno a los nombres de las hijas del Cid? No sería la afrenta sino la sombra de la afrenta la que perseguiría a las hijas del Cid, repudiadas e infamadas. Mas al aparecer los rogadores de Navarra y Aragón, la sombra afrentosa se vuelve contra los afrentadores y ha de perseguirlos en forma de benévola sonrisa. Sus mujeres, repudiadas por no ser nobles, pa- THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 82 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1 9 7 3 san a ser de la realeza. Y Minaya, que ríe de último, puede decirles a los de Carrión, con arrogancia satisfecha: Antes las aviedes parejas pora en bracos las dos, Agora besaredes sus manos e llamarlas hedes señores, Aver las hedes a servir, mal que vos pese a vos (vs. 3449-3451). La victoria en los duelos se espera ya como algo inevitable por parte de los tres vasallos del Cid: Pero Vermúdoz, Martín Antolínez y Muño Gustioz. La victoria del Cid es pues, en todos los órdenes: en el de la justicia, en el de la valentía, y en el del linaje. Las tres son consecuencia de la ya ganada antes en las vistas: la de la honra para sí y la justicia para el rey. Así se explica, entonces, el sentido profundo de su lealtad al rey. La figura del Cid tenía que extenderse hacia más allá del Cid mismo, continuándolo en los trazos esenciales. Esto lo hace el Poema en dos versos repletos de ambigüedad sugerente 30 : Oy los reyes d'España sos parientes son. A todos alcanza ondra por el que en buena nas^ió. (vs. 3724-3725). 30 El sabio francés Mr. JULES HORRENT sorprende la ambigüedad de dos elementos léxicos aparentemente diáfanos de los dos versos citados aquí: oy, los. Cl. Tradition poétique du Cantar de mió Cid, en Cahiers de Civilisalion Mediévale, t. VII, 1964, págs. 451-477; esp. págs. 454-455. Mr. HORRENT se pregunta qué alcance semántico tienen esos dos términos en su contexto. Oy ¿es el día en que por rigor cronológico la estirpe de Mió Cid llega a ser realeza activa para todas las coronas cristianas de la Península? ¿O es una anticipación emotiva del futuro que no podrá dejar de ser? Y los, en "los reyes d'España", ¿tienen alcance máximo? ¿Equivale a todos y cada uno de los reyes de España? ¿O será un los indefinido que proyecta su campo significativo sobre oy? El hispanista francés no expresa preocupaciones por el sentido poético de esta ambigüedad, pero es claro que no se le habrá escapado. Su problema, en el pasaje aducido, es lo relacionado con la fechación del Poema, pues estos versos han sido tomados como soporte de la fecha desde el siglo xvm hasta nuestros días, de Floranes a Ubicto. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1 9 7 3 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 83 El poeta, después de hacer que las hijas del Cid casen a mucho mayor honra "que lo que primero fo" (v. 3721), puede visualizar en presente lo que es futuro inmediato. Es el parentesco del Cid que une a los reyes de España con vínculo que emana de la sangre y la trasciende. Es el vínculo que empalma la justicia del señor y la lealtad de su vasallo, pues ahora la sangre del Cid es fuente de equilibrio entre lealtad de vasallo y justicia de señor, ya que su sangre ha pasado a participar de lo uno y lo otro. Aquella causa justa de Mió Cid en el verso 9 —"Esto me han buolto mios enemigos malos" —, se convierte por gracia de Mió Cid en trasunto espiritual de "las yentes cristianas". Aquella causa se convierte en surtidor de respuesta concorde a la virtud de las gentes cristianas, y esa respuesta es honra para todos. Salta al camino la pregunta de Lope: "¿Y quién es Fuenteovejuna?". Porque todos, en el Poema, es de extensión medida: los cristianos de España, los reinos unidos por la sangre del Cid 31 . La cual, trascendiéndose en sus virtudes esenciales, realiza toda una serie de uniones, de las cuales valga destacar i) la de los reyes de España, o sea la de los reyes que luchan contra la musíemía, n) la de honra y justicia, m) la de justicia y ley o costumbre, iv) la de vasallaje y señorío en términos que pueden enorgullecer a ambas partes, v) las Españas para la reconquista, etc. En ese punto ha llegado la imagen de Mió Cid desde la postración inicial hasta la gloria española (¿y europea?). En el curso de ese proceso ascendente, aun lo extraordinario adquiere tonos de naturalidad cotidiana32. Y cuando ha des" ¿Está en estos versos la clave del 'héroe europeo' que veía en el Cid el profesor L. SPITZER? SU razonamiento sigue, más o menos, estas líneas: héroe de la cristiandad > héroe europeo, y para ello se apoya en la frase de Novalis, que él cita (pág. 111), "Christenhcit oder Europa", por una parte; por otra, una referencia a la donación de bienes que el Cid hace a la Catedral de Valencia, según documento aportado por don RAMÓN MENÉKDEZ PIDAL en La España del Cid, vol. II. págs. 866-869. Cf. el artículo de SPITZKK en Nueva Revista de Filología Hispánica, t. II, 1948, esp. págs. 111-112. ~~ Don CESÁREO BANDERA GÓMEZ ha estudiado con singular penetración el episodio del león en el Poema. Cf. su libro El Poema de Mío Cid: Poesía, historia, mito, Madrid, Credos, 1969, págs. 82 y sigs. El libro pone el centro de gra- THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... 84 ARISTÓBULO PARDO BICC, XXVIII, 1973 tacado al Cid en su función virtual de unir las Españas cristianas, deja caer el parte de muerte: Pasado es deste siglo [de este mundo] mío Cid el CampeadorM. El día de cinquaesma, de Cristo aya perdón. (vs. 3726-3727). vedad en la calidad mítica del Cid del Poema. Había hecho en ese sentido una clara insinuación don AMÉRICO CASTRO en su ensayo titulado Poesía y realidad en el poema del Cid, en Tierra Firme, Madrid, núm. 1, 1935, y reimpreso luego en su libro Semblanzas y estudios españoles, Princeton, N. J., 1956, págs. 3-15. En la pág. 8 trascribe los versos en que el Cid se levanta del escaño en que duerme la siesta, va hacia el león, éste da cara al suelo y el Cid lo lleva con su diestra hasta la red: "A maravilla lo han tomado quantos que y son", cita don Américo subrayando la palabra maravilla. En seguida comenta: "El Campeador histórico se despega del suelo y hace rumbo a la maravilla, al mito. Mió Cid, en ese como en otros casos es plenamente épico". El lector <!e don Américo se pregunta si un personaje es plenamente épico sólo cuando despega de la realidad con destino a lo maravilloso y mítico. Además, ¿es el Cid del león de veras histórico? Si bien se repara, el Poema es, tramo por tramo, naturalización de lo extraordinario. Es el canto de un hombre desterrado, sin recursos, que se abre paso por entre moros y cristianos, conqr.ista un reino, se trepa a niveles en que su rey lo mira de hombre a hombre, se impone a los grandes del reino leonéscastellano, y muere invicto, dejando su estirpe como unidora de los reinos cristianos de la Península. Todo eso es simplemente extraordinario, maravilloso. Lo que el poeta tiene que hacer, y hace, es agenciárselas para que aun el lector curado de maravillas acepte las situaciones como hechos de experiencia. Por eso la observación de don TOMÁS A. SÁNCHEZ en torno al estilo del Poema es digna de recordarse: "fSus versos] nos representan las costumbres de aquellos tiempos, y las maneras de explicarse aquellos Infanzones de luenga é bellida barba, que no parece sino que los estamos viendo y escuchando" (Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, t. I, Madrid, 1779, pág. 229). ** El facsímil del manuscrito dice así: Passado es deste sieglo el dia de cinqesma De Xps aya perdón. Como la rima que viene atrás es en -ó, la reposición de don Ramón Menéndez Pidal no tiene reparo, y dice así: Passado es deste sieglo mió Cid de Valencia señor El dia de cinquaesma, de Cristo aya perdón. Pero por tratarse de una reposición, he preferido hallar una que acentúe la individualidad del hombre a quien llamaron los versos de la tradición Mió Cid y Campeador. Creo que casa mejor esto con el tono humano que percibo en el Cid del Poema. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ... BICC, XXVIII, 1973 LA TRAYECTORIA DE MIÓ CID 85 Es un parte sobrio, sin detonancias, como para un mortal. El muerto es un hombre. El poeta lo ha conocido como tal en su larga convivencia poética con él y con los otros personajes del Poema. AJUSTÓBULO PARDO. Ohio State University. THESAURUS. Tomo XXVIII. Núm. 1 (1973). Aristóbulo PARDO. La trayectoria del Mio ...