ESPACIO,
TIEMPO
Y FORMA 29
AÑO 2016
ISSN 0214-9745
E-ISSN 2340-1362
SERIE III HISTORIA MEDIEVAL
REVISTA DE LA FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA
http://dx.doi.org/10.5944/etfiii.29.2016
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
La revista Espacio, Tiempo y Forma (siglas recomendadas: ETF),
de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, que inició su publicación el año 1988,
está organizada de la siguiente forma:
SERIE I
SERIE II
SERIE III
SERIE IV
SERIE V
SERIE VI
SERIE VII
— Prehistoria y Arqueología
— Historia Antigua
— Historia Medieval
— Historia Moderna
— Historia Contemporánea
— Geografía
— Historia del Arte
Excepcionalmente, algunos volúmenes del año 1988 atienden a la siguiente numeración:
N.º 1
N.º 2
N.º 3
N.º 4
— Historia Contemporánea
— Historia del Arte
— Geografía
— Historia Moderna
ETF no se solidariza necesariamente con las opiniones expresadas por los autores.
UNIVERSIDaD NacIoNal DE EDUcacIóN a DISTaNcIa
Madrid, 2016
SERIE III - HISToRIa mEDIEVal N.º 29, 2016
ISSN 0214-9745 · E-ISSN 2340-1362
DEpóSITo lEgal M-21037-1988
URl: ETF III · HISToRIa mEDIEVal · http://revistas.uned.es/index.php/ETFIII
DISEño y compoSIcIóN
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Espacio, Tiempo y Forma. Serie
III. Historia Medieval es la revista
científica fundada en 1988 que publica
el Departamento de Historia Medieval
y Ciencias y Técnicas Historiográficas
de la Facultad de Geografía e Historia
de la UNED. Está dedicada al estudio
de la Historia Medieval y acoge trabajos
inéditos de investigación, en especial
artículos que constituyan una aportación
novedosa, que enriquezcan el campo
de estudio que abordan y que ofrezcan
una perspectiva de análisis crítico. Va
dirigida preferentemente a la comunidad
científica y universitaria, tanto nacional
como internacional, así como a todos los
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general. Su periodicidad es anual y se
somete al sistema de revisión por pares
ciegos. La revista facilita el acceso sin
restricciones a todo su contenido desde
el momento de su publicación en edición
electrónica. Espacio, Tiempo y Forma.
Serie III. Historia Medieval se publica
en formato electrónico y en papel.
Espacio, Tiempo y Forma. Serie III.
Historia Medieval (Space, Time and
Form. Series III. Medieval History) is a
peer-reviewed academic journal founded in 1988 and published by Department of Medieval History and Science
and Historiographical Techniques at
the School of Geography and History,
UNED. It’s devoted to the study of Medieval History and is addressed to the
Spanish and international scholarly
community, as well as to professionals
in the field of Medieval History. The
journal welcomes previously unpublished articles, particularly works that
provides an innovative approach, contributes to its field of research, and
offers a critical analysis. It is published
annually. The journal provides open
access to its content beginning with the
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EQUIPO EDITORIAL
Edita: Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas,
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Director del Consejo de Redacción: Blas Casado Quintanilla (UNED)
Editores: Enrique Cantera Montenegro (UNED), Carlos Barquero Goñi (UNED)
5
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COnsEjO DE REDACCIón
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Universidad del País Vasco
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6
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DIRECTORA DE ETf sERIEs I–VII
María J. Peréx Agorreta
Decana Facultad de Geografía e Historia, UNED
sECRETARIA DE ETf sERIEs I–VII
Diana Carrió Invernizzi
Departamento de Historia del Arte, UNED
GEsTOR PLATAfORmA Ojs
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UNED
COmITé EDITORIAL DE ETf sERIEs I–VII
Carlos Barquero Goñi, Departamento de Historia Medieval y Ciencias y
Técnicas Historiográficas, UNED; Enrique Cantera Montenegro, Departamento
de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas, UNED; Virginia
García-Entero, Departamento de Prehistoria y Arqueología, UNED; Ana Clara
Guerrero Latorre, Departamento de Historia Contemporánea, UNED; Patricia
Hevia Gómez, Departamento de Prehistoria y Arqueología, UNED; Ángeles Lario
González, Departamento de Historia Contemporánea, UNED; José Manuel Maíllo
Fernández, Departamento de Prehistoria y Arqueología, UNED; Irene Mañas
Romero, Departamento de Historia Antigua, UNED; José Antonio Martínez Torres,
Departamento de Historia Moderna, UNED; Alberto Mingo Álvarez, Departamento
de Prehistoria y Arqueología, UNED; Inés Monteira Arias, Departamento de Historia
del Arte, UNED; Francisco José Morales Yago, Departamento de Geografía, UNED;
Antonio José Rodríguez Hernández, Departamento de Historia Moderna, UNED;
Inmaculada Vivas Sáinz, Departamento de Historia del Arte, UNED.
CORREsPOnDEnCIA
Revista Espacio, Tiempo y Forma
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7
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SUMARIO · SUMMARY
15
Artículos
17
LETICIA AgúNdEz SAN MIgUEl
El tumbo de San Pedro de Montes como instrumento de recreación de la
memoria institucional
The Cartulary of San Pedro de Montes as a Tool for Reconstructing
Institutional Memory
49
RObERTO ANTUñA CASTRO
La copia de escrituras públicas a la muerte del notario titular
Issuing Public Documents after the Death of a Public Notary
75
CARlOS dE AYAlA MARTíNEz
Alfonso VIII, Cruzada y Cristiandad
Alfonso VIII, Crusade and Christendom
115
CARlOS BARqUERO GOñI
La renta señorial de la Orden de San Juan en Castilla durante los siglos
XII y XIII
Rents from the Lordships of the Order of Saint John in Castile during the
Twelfth and Thirteenth Centuries
155
MARgARITA CAbRERA SáNChEz
Cristianos nuevos y cargos concejiles. Jurados conversos en Córdoba a
fines del Medievo
New Christians and Council Offices. Converso Jurados in Córdoba at the
End of the Middle Ages
183
FRANCISCO dE PAUlA CAñAS GálvEz
La correspondencia de Leonor de Alburquerque con su hijo Alfonso V de
Aragón: acción política y confidencia familiar del partido aragonés en la
corte de Castilla (1417-1419)
Eleanor of Alburquerque’s Correspondence with her Son, Alfonso V of
Aragón: Political Action and Confiding of the Aragonese Party in the Court
of Castile (1417-1419)
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9
SUMARIO · SUMMARy
249
OCTAvIO COlOMbO
Los dueños del dinero. Prestamistas abulenses a mediados del siglo XV
The Masters of Money. Money-Lenders in Mid-Fifteenth-Century Ávila
279
AlFONSO DOMíNgUEz dE lA CONChA
Apropiaciones de comunales en la Puebla de Guadalupe (Cáceres) durante
la Baja Edad Media
Appropriation of Common Lands in Guadalupe (Cáceres) during the Late
Middle Ages
313
ANTONIO VICENTE FREY SáNChEz
Sobre la articulación administrativa de la cuenca del río Segura entre los
siglos VII y VIII: algunos recientes elementos para identificar una frontera
«blanda»
On the Administrative Control of the Segura River Basin between the
Seventh and Eighth Centuries: Recent Elements to Identify a «Soft» Frontier
337
DAvId GAllEgO VAllE
La fortificación medieval en el Campo de Montiel (ss. VIII-XVI). Análisis
de su secuencia histórica y constructiva
The Medieval Fortification in the Campo de Montiel (Eighth to Sixteenth
Centuries). An Analysis of its Historical and Constructive Sequence
377
MAURICIO HERRERO JIMéNEz
El cuidado del alma y otros cuidados en las cartas de aniversario del cabildo
de los clérigos de Cuéllar en el siglo XIV
The Care of the Soul and Other Concerns in Obit Endowment Charters
of the Chapter of Clerics of Cuéllar in the Fourteenth Century
401
JAIME DE HOz ONRUbIA
Antroponimia y reconstrucción histórica: consideraciones sobre la
identificación personal en el paso de la Edad Media a la Moderna en la
Corona de Castilla
Anthroponymy and Historical Reconstruction: Thoughts on Personal
Identification from the Late Middle Ages to the Early Modern Period in
the Crown of Castile
429
CARMEN LóPEz MARTíNEz
Sancho IV de Castilla y la imposición del diezmo mudéjar en Murcia
Sancho IV of Castile and the Imposition of the Mudéjar Tithe in Murcia
10
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SUMARIO · SUMMARy
453
PAblO MARTíN PRIETO
Idea e imagen del rey en la diplomática medieval hispana: el valor de los
preámbulos
Idea and Image of Kingship in Spanish Medieval Diplomatics: The
Importance of Preambles
497
LUIS MARTíNEz GARCíA
Los campesinos al servicio del señor, según los fueros locales burgaleses
de los siglos XI-XIII
Peasants in the Service of the Lord according to Municipal Charters of
Burgos from the Eleventh to the Thirteenth Century
543
JUAN JOSé MORAlES GóMEz
Las minas de alumbre del bajo Jiloca (Zaragoza) y su explotación a fines
de la Edad Media
Alum Mines in the Lower Jiloca Basin (Zaragoza) and their Exploitation
at the End of the Middle Ages
571
DAvId D. NAvARRO
Precisiones literarias sobre el antijudaísmo de Gonzalo de Berceo en el
Milagro de Teófilo (XXIV)
Literary Reflections on Gonzalo de Berceo’s Anti-judaism in The Miracle
of Theophilus (XXIV)
593
JAIME PIqUERAS JUAN
Matrimonios en régimen de germania y relaciones intrafamiliares en
Alicante durante el siglo XV
Germania Marriages and Domestic Relations in Alicante during the
Fifteenth Century
621
AídA PORTIllA GONzálEz
El arte del buen morir en los testamentos medievales de la catedral de
Sigüenza (siglos XIII-XV)
The Art of Good Dying in the Medieval Wills of the Cathedral of Sigüenza
(Thirteenth to Fifteenth Centuries)
675
MARíA DEl PIlAR RábAdE ObRAdó
Justas, fiestas y protagonismos: Alegrías y placeres en El Victorial de Gutierre
Díaz de Games
Jousting, Festivities and Prominence: Joy and Pleasures in Gutierre Díaz
de Games’s El Victorial
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11
SUMARIO · SUMMARy
699
TERESA SáNChEz COllAdA
La dote matrimonial en el Derecho castellano de la Baja Edad Media. Los
protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial de Cuenca (1504-1507)
The Dowry in Castilian Law in the Late Middle Ages: The Notary Records
of the Provincial Historical Archive of Cuenca (1504-1507)
735
CASTO MANUEl SOlERA CAMPOS
Pureza y continencia durante la Edad Media: la castidad conyugal en la
Orden de Santiago (siglos XII-XVI)
Purity and Continence during the Middle Ages: Conjugal Chastity in the
Order of Santiago (Twelfth to Fifteenth Centuries)
777
ÓSCAR VIllARROEl GONzálEz
Autoridad, legitimidad y honor en la diplomacia: los conflictos anglocastellanos en los concilios del siglo XV
Authority, Legitimacy and Honour in Diplomacy: Anglo-Castilian Conflicts
in the Councils of the Fifteenth Century
815
Libros · Books
817
Álvarez Fernández, María y Beltrán Suárez, Soledad, Vivienda,
gestión y mercado inmobiliarios en Oviedo en el tránsito de la Edad Media
a la modernidad. El patrimonio urbano del cabildo catedralicio (Roberto J.
González Zalacaín)
821
Beceiro Pita, Isabel (dir.), Poder, piedad y devoción. Castilla y su entorno,
siglos XII-XV (Ana Echevarría Arsuaga)
825
García Fernández, Ernesto (Coord.), Laguardia y sus fueros. Estudios
Históricos realizados en conmemoración del 850 aniversario de la concesión
de la carta fundacional (Ana María Rivera Medina)
829
García Fernández, Ernesto y Bonachía Hernando, Juan Antonio (eds.),
Hacienda, mercado y poder al Norte de la Corona de Castilla en el tránsito del
Medievo a la Modernidad (Ana María Rivera Medina)
843
Martín Prieto, Pablo, Las matemáticas en la Edad Media: una historia de las
matemáticas en la Edad Media occidental (Antonio Hernando Esteban)
847
Miranda García, Fermín, Breve Historia de los Godos (Ana María Jiménez
Garnica)
12
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SUMARIO · SUMMARy
851
Moreno Ollero, Antonio, Los dominios señoriales de la Casa de Velasco
en la Baja Edad Media (Diego Arsuaga Laborde)
855
Ortego Rico, Pablo, Poder financiero y gestión tributaria en Castilla: Los
agentes fiscales en Toledo y su reino (1429-1504) (Ana María Rivera Medina)
861
Solórzano Telechea, Jesús A. & Arízaga bolumburu, Beatriz & Aguiar
Andrade, Amélia (editores), Ser mujer en la ciudad medieval europea
(Mariana Zapatero)
869
Solórzano Telechea, Jesús A. & Arízaga bolumburu, Beatriz & Sicking,
Louis (eds.), Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica Medieval (Roberto
J. González Zalacaín)
875
Vítores Casado, Imanol & Goicolea Julián, Francisco Javier & Angulo
Morales, Alberto & Aragón Ruano, Álvaro (edición y estudios), Hacienda,
fiscalidad y agentes económicos en la Cornisa Cantábrica y su entorno (14501550). Nuevos textos para su estudio (Enrique Cantera Montenegro)
881
Normas de publicación
ESPACIO, TIEMPO Y FORMA SERIE III hISTORIA MEdIEvAl
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13
SOBRE LA ARTICULACIÓN
ADMINISTRATIVA DE LA CUENCA
DEL RÍO SEGURA ENTRE LOS SIGLOS
VII Y VIII: ALGUNOS RECIENTES
ELEMENTOS PARA IDENTIFICAR
UNA FRONTERA «BLANDA»
ON THE ADMINISTRATIVE CONTROL OF
THE SEGURA RIVER BASIN BETWEEN THE
SEVENTH AND EIGHTH CENTURIES: RECENT
ELEMENTS TO IDENTIFY A «SOFT» FRONTIER
Antonio Vicentre Frey Sánchez1
Recepción: 2015/6/23 · Comunicación de observaciones de evaluadores: 2015/12/18 ·
Aceptación: 2015/12/23
dOI: http://dx.doi.org/10.5944/etfiii.29.2016.14902
Resumen
El motivo del presente trabajo es relacionar el fin del dominio bizantino en el
Sudeste de la península Ibérica con la conformación del territorio resultante por
los visigodos, a tenor de la información escrita, pero, también, de algunos recientes descubrimientos arqueológicos como reductos fortificados en el entorno de
Murcia. La hipótesis aquí defendida es que el contacto que significó la invasión
bizantina condujo a los visigodos a crear una frontera militar que perduró hasta
la llegada de los árabes en el año 713; que, en consecuencia, su existencia devino
en el Pacto de Teodomiro y, por ello, una forma de fosilización de su vertebración
administrativa.
Palabras clave
Frontera; bizantinos; visigodos; administración; territorio; Murcia.
1. Universidad de Murcia. C.e.:
[email protected]
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29 · 2016 · PP. 313–336 ISSN 0214-9745 · E-ISSN 2340-1362
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ANTONIO VICENTRE FREy SÁNCHEz
Abstract
The purpose of this essay is to link the end of Byzantine rule in the southeast of
the Iberian Peninsula with the transformation of the territory by the Visigoths
according to written sources, as well as based on recent archaeological discoveries
such as fortified bastions near the city of Murcia. The hypothesis presented here is
that contact with the Byzantines during their invasion led the Visigoths to create
a military frontier that lasted until the arrival of the Arabs in 713. Consequently,
this reality brought forth the Pact of Tudmir and led to a relatively unmodified
perpetuation of its administrative structure.
Keywords
Frontier; Byzantines; Visigoths; Administration; Territory; Murcia.
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ESPACIO, TIEMPO Y FORMA SERIE III hISTORIA MEdIEvAl
29 · 2016 · PP. 313–336 ISSN 0214-9745 · E-ISSN 2340-1362 UNEd
SOBRE LA ARTICULACIÓN ADMINISTRATIVA DE LA CUENCA DEL RÍO SEGURA
1. INTRODUCCIÓN
En la historiografía española existe consenso en que la irrupción de bizantinos y
árabes en las pugnas por el trono visigodo supuso dos importantes hitos en la historia de España y, por focalización, en la historia del territorio de la cuenca del río
Segura, área de objeto de este estudio2. En el primer caso porque el establecimiento
bizantino en la ciudad portuaria de Cartagena y su área de influencia llevó a los
reyes godos a una larga lucha por recuperarla; en el segundo porque la invasión
árabe tuvo que pactar una singular autonomía que perduró algunos años en un
proceso de asentamientos árabes y posteriores tensiones políticas y tribales, las
cuales obligaron, antes y después de la instalación de los omeyas, a una política de
fundación de ciudades, entre ellas Murcia, capital de la actual región administrativa
que articula la cuenca del río Segura3. Durante todo este periodo se advierte una
serie de yacimientos, casi todos ellos abandonados durante el largo proceso; unos
en función de las circunstancias derivadas de la primera invasión, otros debido a
las consecuencias de la segunda. Este trabajo se interesa por la primera invasión
y sus efectos; por ello, se ha realizado un estudio que analiza las consecuencias
del contacto entre bizantinos y visigodos para discernir si algún tipo de extraordinaria presencia administrativa fronteriza visigoda puede ser relacionada con el
continuado registro arqueológico en algunos puntos de la cuenca del río Segura;
alguno del cual es de reciente conocimiento4. Dado que de esos registros, los que
están fechados sin solución de continuidad en la horquilla de los siglos IV-IX son
los situados en la vega media del río Segura, y, más concretamente, en el entorno
de la ciudad de Murcia, no lejos de la de Orihuela, cabe la posibilidad de que uno
de los centros de gravedad de esa supuesta frontera fuera ese territorio; aspecto
2. Entre la bibliografía puede destacarse p. e.: SáNChEz AlbORNOz, C.: En torno a los orígenes del feudalismo.
Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1942. García MORENO, L. A.: Historia de España visigoda. Madrid, Cátedra,
1989. ThOMPSON, E. A.: Los godos en España. Madrid, Alianza, 1989. SAlvAdOR VENTURA, F.: Hispania meridional
entre Roma y el Islam, economía y sociedad. Granada, Universidad de Granada, 1990. VAllEjO GIRvéS, M.: Bizancio
y la España Tardoantigüa. Siglos V-VIII. Un capítulo de la historia mediterránea. Alcalá de Henares, Universidad de
Alcalá de Henares, 1993 e Hispania y Bizancio. Una relación desconocida. Madrid, Akal, 2012. ChAlMETA, P.: Invasión
e islamización. Madrid, Mapfre, 1994. GUTIéRREz LlORET, S.: La cora de Tudmîr de la Antigüedad Tardía al mundo
Islámico. Poblamiento y Cultura Material. Madrid, Casa de Velázquez, 1996 y MARTIN, C.: La géographie du pouvoir
dans l’Espagne visigothique. Lille, Presses universitaires du Septentrion, 2003.
3. Es necesario hacer constar por su coincidencia geográfica, y por la luz que ha dado sobre el periodo, de los
estudios de S. Gutiérrez Lloret. Deben citarse, fundamentalmente, los siguientes: «Los orígenes de Tudmīr y el Tolmo
de Minateda (siglos VI-X)», en Regnum Murciae. Génesis y configuración del reino de Murcia, Murcia, Dirección Cultural
de Bellas Artes y Bienes Culturales, 2008, pp. 57-72; «De Teodomiro a Tudmīr: los primeros tiempos desde la arqueología
(s. VII-IX)», en XXXIX Semana de Estudios Medievales: De Mahoma a Carlomagno. Los primeros tiempos (siglos VII-IX):
Estella, 17-20 julio 2012. Pamplona, 2013, pp. 229-283; «La materialidad del Pacto de Teodomiro a la luz de la arqueología».
eHumanista/IVITRA, 5 (2014), pp. 262-288. También hay que considerar los trabajos de R. Pocklinton, sobre todo su
síntesis «El Pacto de Teodomiro y las siete ciudades», en Regnum Murciae…, pp. 72-84.
4. Estos yacimientos están sintetizados en el trabajo de JORdáN MONTES, J. F.; MOlINA GóMEz, J. A. y zAPATA
PARRA, J. A.: «La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle (ciudad de Murcia)». Verdolay,
13 (2011), pp. 127-142.
ESPACIO, TIEMPO Y FORMA SERIE III hISTORIA MEdIEvAl
29 · 2016 · PP. 313–336 ISSN 0214-9745 · E-ISSN 2340-1362
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ANTONIO VICENTRE FREy SÁNCHEz
que podría, por extensión, estar relacionado en último termino, con la fuerte
resistencia que encontraron los árabes en el 713.
2. UN CONTEXTO GEOGRÁFICO UNITARIO
El área de análisis es el territorio que articula el río Segura; río del levante español, que nace en la Sierra de Segura (Jaén) y recorre 325 km., fundamentalmente
en la provincia de Murcia, hasta su desembocadura en el Mar Mediterráneo (Fig.
1)5. Reúne una cuenca hidrográfica de 18.870 km². Es un característico río mediterráneo, con una cabecera pluvio-nival, aunque la mayor parte de su cuenca
es pluvial mediterránea con grandes crecidas otoñales, lo que ha provocado en
el pasado grandes inundaciones6. Su llanura aluvial se le conoce como Vega del
Segura, y es una región agrícola muy productiva en frutas y vegetales; casi todos
los demás espacios de la cuenca hidrográfica son irregularmente productivos, y
tradicionalmente han estado vinculados desde un punto de vista administrativo
a la principal región por donde discurre el río7. Aunque el río es el elemento vinculante fundamental, existen varios factores que cohesionan el territorio, siendo
el principal un clima prácticamente homogéneo (BSk, según la clasificación Köppen-Geiger), donde las temperaturas y las precipitaciones varían perceptivamente
en función de la altitud y cercanía al mar. Esa cierta homogeneidad hidrográfica
y climática queda plasmada también en el paisaje, cuya vegetación también varía
sensiblemente una vez superados los límites septentrionales de la cuenca hidrográfica, precisamente debido al efecto de la Meseta Central sobre las temperaturas
y las precipitaciones. Algo similar ocurre cuando se supera la barrera del Sistema
Prebético en la mitad norte de la provincia de Alicante. También se observa una
cierta variación en su límite con las provincias de Granada y Almería, fuertemente
sometidas por las estribaciones de la Cordillera Penibética.
Aquellas características, en fin, hacen que la cuenca del río Segura contribuya
a articular una cierta unidad territorial en torno a si misma, lo que, a priori, en
su momento, pudo facilitar a sus pobladores supeditarse a un territorio más o
menos homogéneo entre los siglos VII y VIII.
5. Sus características pueden consultarse en la web de la Confederación Hidrográfica del Segura: <http://www.
chsegura.es/chs/cuenca/resumendedatosbasicos/marcoadministrativo/>. También, en artículos como BENITO, G.;
MAChAdO, M. J. y PéREz-GONzálEz, A., «Climate change and flood sensitivity in Spain», Geological Society, 115. London,
Special Publications 1996, pp. 85-98.
6. BElMAR, O.; VElASCO, J. y MARTíNEz CAPEl, F.: «Hydrological Classification of Natural Flow Regimes to
Support Environmental Flow Assessments in Intensively Regulated Mediterranean Rivers, Segura River Basin (Spain)».
Environmental Management, Volume 47, Issue 5 (May 2011), pp 992-1004.
7. DElgAdO, J. et al.: «Engineering-geological model of the Segura River flood plain (SE Spain): a case study for
engineering planning». Engineering Geology, Vol. 68, Issues 3-4 (March 2003), pp. 171–187.
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ESPACIO, TIEMPO Y FORMA SERIE III hISTORIA MEdIEvAl
29 · 2016 · PP. 313–336 ISSN 0214-9745 · E-ISSN 2340-1362 UNEd
SOBRE LA ARTICULACIÓN ADMINISTRATIVA DE LA CUENCA DEL RÍO SEGURA
FIgURA 1. EvOlUCIóN dEl TERRITORIO dE lA PROvINCIA MIlITAR dE AURARIOlA EN El SENO dE lA CUENCA
hIdROgRáFICA dEl RíO SEgURA (EN TONO MáS OSCURO). qUEdAN REFlEjAdAS lAS lOCAlIdAdES dEl
PACTO dE TEOdOMIRO (713, EN NEgRO) Y lAS CIUdAdES ACTUAlES (EN blANCO). lAS líNEAS PUNTEAdAS
MARCAN lOS POSIblES líMITES dE INFlUENCIA dE lOS vISIgOdOS Al TéRMINO dEl REINAdO dE SU
CORRESPONdIENTE REY; TAMbIéN APARECEN lAS ACTUAlES dEMARCACIONES AdMINISTRATIvAS (EN TONO
ClARO). lA líNEA CONTINUA qUE UNE lAS lOCAlIdAdES REPRESENTA El TRAzAdO APROxIMAdO dE lAS
PRINCIPAlES víAS ROMANAS qUE CRUzAbAN El TERRITORIO.
3. EL CONTACTO VISIGODO-BIZANTINO Y SUS
CONSECUENCIAS: LA PROVINCIA DE AURARIOLA
Y LA «FRONTERA BLANDA»
Aproximadamente en el año 890 una fuente árabe tan temprana como el Kitāb
al-Buldān del geógrafo Yaʾqūbī hacía referencia al territorio de la cuenca del río
Segura como «país de Tudmīr, región amplia y habitada», describiendo lo que
entonces era una provincia de al-Andalus más conocida como kūra de Tudmīr,
e inaugurando una tradición descriptiva que se prolongaría varios siglos8. Las
razones por las que al territorio se le denominó «país de Tudmīr» se conocen
8. yAʾqūbī: Kitāb al-Buldān, en M. de Epalza (fragmentos trad. y ed.): «Costas alicantinas y magrebíes. El espacio
marítimo musulmán según los textos árabes». Sharq al-Andalus, 3 (1986), pp. 25-31. Sobre la cuestión véase: FREY SáNChEz,
A. V.: «La percepción del territorio murciano y su medio natural por los geógrafos árabes en la Edad Media (I). De la
Invasión al dominio almorávide». Murgetana, revista de la Real Academia Alfonso X El Sabio. En prensa.
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a través de otras fuentes árabes posteriores, que indican que en aquel territorio
había vivido un noble llamado Teodomiro, el cual hizo frente al ejército árabe de
‘Abd al-‘Azīz en el año 713, forzando un pacto que le permitió disfrutar de una
cierta autonomía9. Desde hace muchos años este relativamente poco frecuente
fenómeno de pacto y autonomía ha llamado la atención de la historiografía, en
la forma de cuestionar la naturaleza del dominio de Teodomiro y la amplitud del
mismo justo en el momento de invasión árabe del reino visigodo de Toledo10. Esa
invasión, sobre la que no voy a ahondar, se produjo en el año 711 con la derrota
del rey Rodrigo por la fuerza expedicionaria de Tāriq b. Ziyād, quien colaboraba
con una facción de un rival llamado Agila11. Lo que parecía que iba a ser una
intervención como las que se habían producido en anteriores ocasiones –como
la de los bizantinos (552-53); la de los francos en favor de Sisenando (631) y del
duque Paulo (675) respectivamente-, devino en una invasión y conquista12. En
ese contexto, el ejército árabe, después de varias campañas en el centro y norte
de la Península, dirigió sus pasos hacia el Sudeste; uno de los escasos territorios
que quedaban por someter, donde una inusual resistencia –no referida con tanto
énfasis por las fuentes árabes sobre otros lugares de la península Ibérica- obligó a
replantear su sometimiento mediante un pacto [ṣuḥl] cuyo contenido ha pervivido
en cinco versiones13. Esa inusual resistencia armada focalizada en la ciudad de
Orihuela, y el posterior acuerdo, son dos hechos históricos muy destacables que
la historiografía árabe se encargó de resaltar sobre los asedios o escaramuzas,
9. Por citar las más tempranas fuentes: ‘Ajbār Maŷmū‘a, en E. Lafuente y Alcántara (trad. y ed.): Colección de
Tradición árabes de la Conquista. Madrid, 1867 (reedición de 1984), p. 26. AL-‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, en E. Molina López (trad.
y ed.): «La Cora de Tudmîr según al-‘Udrî (S. XI). Aportaciones al estudio geográfico-descriptivo del S. E. Peninsular».
Cuadernos de Historia del Islam, 3 (1972). Monográfico, pp. 56-57.
10. LlObREgAT CONESA, E.: Teodomiro de Oriola: su vida y su obra. Alicante, Caja Alicante, 1973, passim. ThOMPSON,
E. A.: op. cit., p. 284 y ss. GARCíA MORENO, L. A.: «Los últimos tiempos del reino visigodo». Boletín de la Real Academia de
la Historia, 189-3 (1992), pp. 425-460. ChAlMETA, P.: Invasión e islamización, pp. 68-69. ISlA FREz, A.: «Conflictos interno
y externo en el fin del reino visigodo». Hispania, LXII/2, 211 (2002), pp. 619-636. GUTIéRREz LlORET, S.: «Los orígenes
de Tudmīr…», pp. 4-10; «De Teodomiro a Tudmīr…», pp. 247-255 y «La materialidad del Pacto de Teodomiro…», pp.
262-288. POCklINgTON, R.: «El Pacto de Teodomiro…», pp. 72-84.
11. GARCíA MORENO, L. A.: «España Visigoda. Las invasiones. Las sociedades. La Iglesia» en Historia de España de
Ramón Menéndez Pidal, III (1). Madrid, Espasa-Calpe, 1991, p. 262 y ss. MENENdEz PIdAl R.: «Introducción. Universalismo y
nacionalismo». Historia de España de Ramón Menéndez Pidal, III (1), Madrid, Espasa-Calpe, 1991, pp. XXIX-LIV. ChAlMETA,
P.: Invasión e islamización, p. 139.
12. Las referencias son abundantes: Crónica Biclarense, en J. Campos (ed.): Juan de Bíclaro, obispo de Gerona.
Su vida y su obra. Introducción, texto crítico y comentarios. Madrid, CSIC, 1960, p. 60 y ss. Crónica albeldense, en J. Gil
Fernández et al. (ed.): Crónicas Asturianas. Oviedo, Universidad de Oviedo, 1985, cap. XIV, 16 y 34. Crónica de Alfonso
III, en z. García Villada (ed.). Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1918, pp. 56-58. Crónica Mozárabe, en J. E. López
Pereira (trad. y ed.). zaragoza, Anubar, 1980, p. 112.
13. AL-RAzĪ: Ajbār Mulūk al-Andalus, en D. Catalán y F. de Andrés (trad., ed. y est. crt.). Madrid, 1975, p. 359. Al‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, pp. 56-57. Al-ḤIMYARī: Kitāb al-Rawḍ al-Mi’tār, en E. Levi-Provençal (trad. y ed.): La Peninsule Iberique
au Moyen Age d’après le Kitab al-Rawd al-Mitar d’Ibn Abd al-Mun’im al-Himayari. Leyden, E. J. Brill, 1938), pp. 62-63 y 151.
AL-ḌABBĪ en J. Vallvé (fragmentos trad. y ed.): «La división territorial en la España musulmana, II: la cora de Tudmir
(Murcia)». Al-Andalus, XXXVII (1972), pp. 147-148. y Al-GARNāṭī, Kitāb Rafi’ al-ḥuŷūb al-Mastūra fī maḥasim al-Maqṣūra,
en A. Carmona González (fragmentos trad. y ed.): «Una cuarta versión de la capitulación de Tudmir». Sharq al-Andalus,
9 (1993), p. 17. Una síntesis del tratado, sus actores y escenario puede leerse en el trabajo de S. GUTIéRREz LlORET: «La
materialidad del Pacto de Teodomiro…», pp. 262-288.
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incluidas las de sometimiento del Norte14. Y es un factor que, junto con la inicial
mención del Kitāb al-Buldān, invita a cuestionar sus razones.
Una crónica del siglo VII, llamada Ravennatis Anonymi Cosmographia [Anónimo
de Ravena o Ravennate] recoge la más temprana alusión al topónimo Aurariola
[Orihuela], que es asociado a una relación que incluía a las ocho provincias famossisimas que componían Hispania entre las que ya no estaba la Carthaginensis; factor
que invita a considerar un tipo de organización del territorio en un momento
cercano a cuando fue compuesto el texto, es decir, sobre el año 67015. Junto a
aquella provincia, aludía a otras, siendo las más significativas las que rompían la
tradición administrativa romana: Austrigonia [Septimania-Tarraconensis] y Asturia [Asturias-Cantabria]; precisamente los territorios más conflictivos para los
visigodos y sus sucesores los árabes, ya fuera por su carácter fronterizo o por la
secular resistencia de sus habitantes (Fig. 2). Sobre su composición no hay forma
de conocer exactamente su estructura o tamaño, aunque si se considera el Pacto
de Teodomiro y las posteriores referencias tanto del Kitāb al-Buldān, así como de
otras fuentes árabes posteriores que describieron la globalidad del territorio, se
podría deducir que su tamaño y estructura debía de estar en estrecha relación con
algunas de las localidades citadas en aquel pacto: Orihuela; Ello, Eio o Iyyu(h);
Mola [La Almagra, Mula]; Lorca; Begastri [Cabezo Roenas, Cehegín]; Elche [La
Alcudia, Elche]; y, el puerto del territorio, que había basculado de Cartagena a Alicante en el siglo VII (Fig. 1)16. Respecto a esa última ciudad, Cartagena, resulta muy
interesante advertir que, apareciendo en la nómina del Ravennate como Cartago
Partaria, poco menos de cien años después no figurara en el tratado del año 713.
Otra cuestión a destacar es que todas o casi todas las plazas estaban vinculadas
al territorio de la cuenca hidrográfica del río Segura, lo que ayuda a hacerse una
idea del ámbito de dominio, y permite advertir la temprana importancia del río
y sus afluentes, que, como reseñaba en el apartado de la geografía regional, históricamente han sido un factor determinante para crear un vínculo común en el
territorio murciano17.
14. ‘Ajbār Maŷmū‘a, p. 26. Al-‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, pp. 56-57. IbN ‘IḎĀRī: Kitāb al-Bayān al-Mugrib, en E. Fagan (trad.
y ed.): Histoire de l’Afrique et de l’Espagne, vol. III, Argel, 1904, p. 17. Una interesante referencia a la cuestión fue señalada
por E. A. ThOMPSON: op. cit., p. 285.
15. Ravennatis Anonymi Cosmographia et Guidonis geographica, en O. Cuntz; J. Schnetz y M. zumschlinge (trad. y
ed.), Stuttgart, B. G. Teubner, 1990, § IV-42, p. 78 y ss.
16. Al-‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, pp. 56-57. El ejemplo de Begastri, como sede episcopal, pone en evidencia el peso
específico de estas localidades como ejes administrativos, etc. Vid.: GARCíA ANTóN, J.: «Los árabes en Murcia» en F.
Chacón Jiménez (dir.), Historia de la región murciana, vol. III. Murcia, Ediciones Mediterráneo, pp. 110-131 y «Sobre los
orígenes de Tudmîr». Antigüedad y Cristianismo, II (1985), pp. 369-387. En fin, hay mucha literatura sobre la cuestión, pero
remito al trabajo de R. POCklINgTON: «El Pacto de Teodomiro…», pp. 72-84 y a la síntesis de S. GUTIéRREz LlORET:
«De Teodomiro a Tudmīr…», pp. 250-255 y las notas comprendidas en esas páginas. También, de la misma autora: «La
materialidad del Pacto de Teodomiro…», pp. 262-288.
17. A lo largo de la Edad Media es fácil advertir la forma en que el territorio correspondiente a la actual provincia
de Murcia estaba organizado en torno al río Segura y sus afluentes. Vid.: GARCíA ANTóN, J.: «La Región de Murcia en
tiempos del Islam» en F. Chacón Jiménez (dir.), Historia de la región murciana, vol. III. Murcia, Ediciones Mediterráneo,
1980, pp. 2-61. De hecho el río Segura fue navegable hasta Orihuela durante los ataques normandos del siglo IX y durante
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FIgURA 2. dISTRIbUCIóN AdMINISTRATIvA dE lA ESPAñA vISIgOdA, SEgúN El ANóNIMO dE RAvENA
(670). ENTRE PARéNTESIS SE SEñAlAN OTRAS UNIdAdES AdMINISTRATIvAS CUYA ExISTENCIA CONSTA EN
OTRAS FUENTES dOCUMENTAlES.
Si en la composición del Anónimo de Rávena aparecía la provincia de Aurariola, hay que preguntarse por su origen. Aunque no hay elementos históricos que
puedan demostrarlo, debe suponerse situado en un momento posterior a la fecha
final que se establece para la reforma administrativa de Diocleciano (305), y, por
extensión, a la irrupción y asiento de los visigodos en Hispania (507). Esa última
fecha acerca a la posibilidad de relacionarla con la invasión bizantina del año 552,
que fue el acontecimiento más reseñable en un territorio marginal respecto a los
puntos calientes de una política visigoda que pivotaba entre Toledo, Sevilla, Emérita Augusta y, ocasionalmente, Septimania. Si, además, se tiene en consideración
que la provincia de Carthaginensis tenía su capital en Cartago Nova, y que ésta
fue ocupada por los bizantinos, resulta lógico deducir que la nueva entidad administrativa, que sustituía a aquélla, fuera renombrada en relación con una nueva
capital; aspecto que quedaría confirmado en el Ravennate e, indirectamente, por
el posterior pacto del año 713. Así, teniendo más o menos claro su origen, hay que
la Baja Edad Media fue una excelente vía de transporte de materias primas desde su cabecera hasta su cuenca media
y baja. Vid.: SáNChEz AlbORNOz, C.: «¿Normandos en España en el siglo VIII?». Cuadernos de Historia de España, 25-26
(1965), pp. 304-316. MARTíNEz CARRIllO, M. Ll.: «Explotación y protección del medio vegetal en la Baja Edad Media
Murciana». Miscelánea Medieval Murciana, XXI-XXII (1997-1998), pp. 71-82.
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preguntarse por su naturaleza debido a su intrínseca relación conceptual con un
supuesto limes bizantino-visigodo sobre el que se ha escrito bastante en los últimos
treinta años18. Entre otras muchas cosas porque esos estudios han confrontado
la idea de un limes simple o un doble limes, siendo, como bien resume P. Poveda
Arias, la contraposición del concepto de frontera lineal o frontera zonal, que bien
puede contribuir a definir aquella provincia19.
Ocasionalmente la historiografía ha reseñado la existencia de fronteras o
limites entre el reino visigodo y las otras realidades políticas de la Península
como el reino suevo; el área astur-cantábrica; el territorio vascón; el territorio
de Septimania; y, por supuesto, el área en disputa entre bizantinos y visigodos20.
La frontera militarizada se trataría de un fenómeno que no fue ajeno a la cultura
de los reinos germánicos, que parecían haber aprehendido el concepto de limes
del Imperio Romano y de Bizancio21. Una de las ideas más sugestivas sobre este
tipo de fronteras en la Antigüedad Tardía fue expuesta por Ch. Diel, quien, en
función de los datos del norte de África, defendió el concepto de doble limes basado en una primera línea de fortificaciones sostenidas por una segunda línea de
grandes ciudades, costeras, en la retaguardia22. Esa tesis fue actualizada por D.
Pringle y N. Duval, proponiendo un concepto más territorial del limes basado en el
protagonismo de enclaves defensivos que controlaban y gestionaban los recursos
de sus alrededores, mientras que las ciudades de retaguardia también actuarían
como puntos defensivos pero con un matiz preponderantemente comercial23.
18. BARbERO de AgUIlERA, A. y VIgIl PASCUAl, M.: Visigodos, cántabros y vascones en los orígenes sociales de la
Reconquista. Pamplona, Urgoiti editores, 2012. [Reimpresión de: Sobre los Orígenes sociales de la Reconquista. 1974], pp.
7-22 y 48-57. GARCíA ANTóN, J.: «Sobre los orígenes de Tudmîr», pp. 369-387. GARCíA MORENO, L. A.: «Estudios sobre
la organización administrativa del reino visigodo de Toledo», Anuario de Historia del Derecho Español, 44 (1974), p. 87
y ss.; «Vándalos, visigodos y bizantinos en Granada». In memoriam Agustín Díaz Toledo, Granada, 1985, pp. 140-144;
Historia de España visigoda, pp. 331-334; «España Visigoda. Las invasiones…», pp. 177-182. BAlIñAS PéREz, C.: «En los
orígenes de un ecosistema social: la Galicia del siglo VIII». Museo de Pontevedra, 43 (1989), pp. 25-37. ThOMPSON, E. A.:
op. cit., pp. 381-383. AbAd CASAl, L. y GUTIéRREz LlORET, S.: «Iyih (El Tolmo de Minateda, Hellín, Albacete): Una Civitas
en el Limes visigodo–bizantina». Antigüedad y cristianismo: Monografías históricas sobre la Antigüedad tardía, 14 (1997),
pp. 591-600. GUTIéRREz GONzálEz, J. A.: «La implantación feudal y las fortificaciones en los orígenes del Reino de
León» en P. L. Huerta Huerta (coord.), Actas del IV Curso de Cultura Medieval «La fortificación medieval en la Península
Ibérica», Aguilar de Campoo, Centro de Estudios del Románico, 2001, p. 86. Son importantes, también, las críticas de J.
L. QUIROgA y M. R. LOvEllE: «El problema del «Limes» de época visigoda en Galicia: nuevas consideraciones a partir
de una relectura de las fuentes escritas y arqueológicas». Revista de Guimaraes, 104 (1994), pp. 83-107 y G. RIPOll LóPEz:
«Acerca de una supuesta frontera entre el Regnum Visigothorum y la Hispania bizantina». Pyrenae, 27 (1996), pp. 251267. J. WOOd: «Defending Byzantine Spain: Frontiers and Diplomacy». Early Medieval Europe, 18/3 (2010), pp. 292-319.
J. VIzCAINO SáNChEz: La presencia bizantina en Hispania (siglos VI-VII). La documentación arqueológica. Monográfico de
Antigüedad y Cristianismo. Murcia, Universidad de Murcia, 2007, pp. 88-120.
19. POvEdA ARIAS, P.: «El concepto de frontera en la Hispania Tardoantigua: de limes a confinium», en J. M.
Aldea Celada et al. (coord.): Los lugares y la Historia [Colección Temas y Perspectivas de la Historia, nº 3] Salamanca,
2013, pp. 1157-1181.
20. Vid. supra.
21. WhITTAkER, C. R.: Les frontiéres de l’Empire Romaní. Paris, Belles Lettres, 1989, passim. POhl, W.; WOOd, I. y
REIMITz, H.: The Transformation of Frontiers: from Late Antiquity to the Carolingians. Leiden, Brill, 2001, passim. CURTA,
F. (ed.): Borders, Barriers, and Ethnogenesis: Frontiers in Late Antiquity and the Middle Ages. Turnhout, Brepols, 2005,
passim. MAThISEN, R. W. y SIvAN, H. S. (eds.): Shifting Frontiers in Late Antiquity. Aldershot, Variorum, 1995, passim.
22. DIEhl, Ch.: L’Afrique byzantine, histoire de la domination byzantine en Afrique (533-709). París, E. Leroux, 1896, p. 142.
23. PRINglE, D: «The defence of Byantine Africa from Justinian to the Arab Conquest. An account of the military
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En la imprescindible síntesis de P. Poveda Arias, basada en los estudios de cada
territorio, se aprecian los diferentes tipos de posibles limites, si bien llamando la
atención en la imposibilidad que fuera concebida una estricta línea fronteriza a
base de castra y ciudades, dada la dificultad de demostrar ese supuesto mediante
el registro arqueológico24. En cambio, la frontera zonal, amplia, de carácter comarcal o regional sí podía tener una mejor cabida. Así, por ejemplo, con el reino
suevo se manifestó –citando a P. C. Díaz- una ocupación y fundación de fortalezas, aunque conformando un amplio espacio zonal bajo cuya influencia ni uno
ni otro reino tendrían un control efectivo25. Por su parte, la frontera vascona, al
contrario de la astur-cantábrica, al parecer carente de ella, estaría estructurada
ante una frontera también zonal que lentamente –según la opinión aportada por
I. Martín Viso- fue absorbida por el Reino de Toledo a través de las élites locales26.
En el último caso, siguiendo el estudio de P. Poveda Arias, fue Leovigildo quien
implementó la consolidación de la frontera vascona en torno al año 581, a la vez
que terminaba de ocupar el reino suevo, lo que podría guardar relación con la
afirmación apuntada por algunos investigadores sobre la posibilidad de la formación de la provincia de Carpetania a partir de la Carthaginensis aunque sin poder
identificarse claramente. Con respecto a esta última, algunos investigadores como
L. García Moreno, D. Pérez Sánchez, P. Fuentes Hinojo y M. Vallejo Girvés han
planteado la posibilidad del doble limes en el área de dominio bizantino, siendo
en los últimos tiempos cuestionados por G. Ripoll y, más prudentemente, por S.
Ramallo y J. Vizcaino27. La tesis de la primera, inclinada más allá de la postura de
D. Pringle y N. Duval, postula que la presencia bizantina se circunscribió a las ciudades costeras controladas por aquellos, rebatiendo la existencia de un territorio
provincial que ejerciera la función de frontera frente a los visigodos. Otros, como
C. Martín o P. C. Díaz, han preferido ver, entre estos últimos y los bizantinos, una
especie de tierra de nadie o territorio salpicado de enclaves fortificados más o menos vinculados a uno u otro poder político; en definitiva, lo que se podría definir
history and archaeology of the African provinces in the sixth and seventh centuries». BAR. Col. Internacional Series, 99.
Londres 1981. DUvAl, N.: «L’etat actuelle des recherches sur les fortifictions de Justinien en Afriqueu», dentro de XXX
Corso di Cultura sull’arte Ravenate e Biantine, Ravenna, Girasole, 1983, pp. 149-201.
24. POvEdA ARIAS, P.: «El concepto de frontera en la Hispania Tardoantigua…», pp. 1157-1181.
25. Ibidem, pp. 1167-68. cit. a P. C. DIAz MARTíNEz: El reino suevo (411-585). Madrid, Ediciones Akal, 2011, pp. 122-126.
26. Idem, pp. 1165-67. cit. a I. MARTíN VISO: «Configuración de un espacio de frontera: propuestas sobre la Vasconia
tardoantigua», en U. ESPINOSA y S. CASTEllANOS (eds.): Comunidades locales y dinámicas de poder en el norte de la
Península Ibérica durante la Antigüedad Tardía. Logroño, Universidad de La Rioja, 2006, pp.133-139.
27. GARCíA MORENO, L. A.: «Organización militar de Bizancio en la Península Ibérica (siglos VI-VII)». Hispania, 33
(1973), pp. 5-22; PéREz SáNChEz, D.: «Defensa y territorio en la sociedad peninsular hispana durante la Antigüedad Tardía
(ss. V-VII)». Studia Historica. Historia Antigua, 16 (1998), pp. 281-300. AbAd CASAl, L. y GUTIéRREz LlORET, S.: «Iyih (El
Tolmo de Minateda, Hellín, Albacete)…», pp. 591-600. FUENTES HINOjO, P.: «Sociedad, ejército y administración fiscal
en la provincia bizantina de «Spania». Studia Historica. Historia Antigua, 16 (1998), pp. 310-318. SAlvAdOR VENTURA,
F.: op. cit., passim. VAllEjO GIRvéS, M.: Bizancio y la España Tardoantigua…, pp. 379-388. RIPOll LóPEz, G.: «Acerca
de una supuesta frontera…», pp. 251-267. MARTí MATíAS, M. R.: Visigodos, Hispano-romanos y bizantinos en Ia zona
valenciana en el siglo VI. Oxford, Archaeopress BAR International Series, 943, 2001, passim. RAMAllO ASENSIO, S. y
VIzCAINO SáNChEz, J.: «Bizantinos en Hispania. Un problema recurrente en la arqueología española». Anuario Español
de Arqueología, 75 (2002), pp. 313-332.
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como «frontera blanda»28. Esa «frontera blanda» correspondería, en la órbita visigoda, a la provincia de Aurariola definida en el Ravennate: un tipo de imitación
de frontera zonal más o menos militarizada como la tenían los propios bizantinos,
que bien podría corresponderse a una versión primitiva de la figura de las marcas
posteriormente desarrolladas por los carolingios29. La aparición en el pacto del
año 713 de un noble firmante permite deducir que esa marca o provincia militar
estaba relacionada con una persona que la administraba, hecho demostrado por
la existencia del qūmis al-tagr [conde de frontera] Casio de tiempo de los godos
citado por una fuente árabe30. Ahora bien, ¿hay posibilidades de demostrar mediante la arqueología esa frontera «blanda», más allá de las conocidas ciudades?
4. LA FRONTERA «BLANDA» A LA LUZ DE LOS
NUEVOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS
Plantéese antes la primera cuestión: ¿Puede ser considerada la presencia bizantina en Cartago Nova como un desencadenante para la formación de una provincia militar, que, con el tiempo, adquirió el nombre de provincia de Aurariola
y actuó como una forma de frontera o limes? Las fuentes, salvo la anotación del
Anónimo de Rávena y una ambigua alusión de Isidoro de Sevilla muy conocida,
no indican nada al respecto, por lo que hay que tratar de deducir, sobre todo a
partir de los datos arqueológicos aquel extremo. Expuestos en los dos anteriores
epígrafes algunos elementos que podrían componer aquella provincia como el
ámbito geográfico definido por un río articulador y un grupo de ciudades más
o menos vinculadas por un poder político, cabe preguntarse con qué elementos
históricos se cuenta, y discutir su pertinencia sobre un ente administrativo que
debió de ser creado entre los años 552-53 y 621-24.
Inicialmente, como se ha indicado, es vaga la información de las fuentes escritas. La ocupación bizantina, que se produjo debido a una intervención a favor
del pretendiente visigodo Atanagildo entre los años 552 y 553, se extendió durante
los primeros años por la mitad meridional de la cuenca del río Segura, según el
registro arqueológico que será analizado más abajo. Y a esa ocupación le siguió
28. POvEdA ARIAS, P.: «El concepto de frontera en la Hispania Tardoantigua…», p. 1171. cit. a MARTIN, C.: La
géographie du pouvoir dans l’Espagne visigothique. Lille, Presses universitaires du Septentrion, 2003, p. 288 y a DíAz
MARTíNEz, P. C.: op. cit., pp. 52-59.
29. POhl w.; WOOd, i. y REIMITz, H.: The Transformation of Frontiers... Un ejemplo y excelente explicación sobre esa
tradición puede verse en los territorios italianos de la Emilia durante la transición de la Antigüedad Tardía a la Alta Edad
Media. Vid: LAzzARI. T y SANTOS SAlAzAR, I.: «La organización territorial en Emilia en la transición de la Tardoantigüedad
a la Alta Edad Media (siglos VI-X)». Studia Historica. Historia Medieval, 23 (2005), p. 24 y ss.
30. LORENzO JIMéNEz, J.: La Dawla de los Banu Qasi: Origen, auge y caída de una dinastía muladi en la frontera
superior de al-Andalus, Volumen 17 de Estudios arabes e islamicos. Monografias. Madrid, Editorial CSIC - CSIC Press,
2010, pp. 73 y ss.
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una ofensiva de aquél, una vez convertido en rey, para recuperar sus territorios31.
Más tarde, un sucesor suyo, Leovigildo, desde el primer año de su reinado se embarcó en una guerra en el Sudeste, la cual, tras unos años de empuje que había
arrancado con la conquista de la región de Orospeda en el 577, parece que devino
en un estado de guerra prolongado en el tiempo; o, al menos, es lo que la referencia isidoriana a castra habidos en el camino de Toledo a Cartagena permite
deducir32. No hay más datos sobre actividad militar hasta que durante el reinado
de Suintila se supone que Cartagena fue conquistada y arrasada entre los años
621 y 624, aunque, como en su conquista, ninguna fuente llegara a testimoniarlo
específicamente salvo la conocida alusión de Las Etimologías sobre aquella destrucción33. Y esta última debe ser considerada con mucha precaución, porque
el Concilio de Toledo del año 675 cuenta con la presencia de Egila, diácono del
obispo de Cartagena, Munulo34. En todo caso, los años expuestos son la horquilla
en donde enmarcar el nacimiento, al menos, de una base de operaciones con que
se debió hostigar o, en su defecto, vigilar a los bizantinos; base de operaciones,
que, como se ha señalado, estaría bajo la autoridad de algún tipo de personaje
nobiliario cuya naturaleza –gardingo, dux, comes o lo que fuera- es, a día de hoy,
todavía incierta sin perder de vista –hay que insistir en ello- al célebre y posterior
Casio35. Con todo, algunas fuentes como la Crónica Mozárabe y la Crónica de Alfonso III invitan a considerar que aquella organización administrativa militar pudo
mantenerse más allá de la fecha de la conquista de Carthago Nova, debido a las
continuas incursiones sobre sus costas, las últimas de las cuales se produjeron en
los citados reinados de Égica y de Witiza (687-710)36. La cita del Ravennate que es
del año 670 en la que la provincia de Aurariola pervivía, y la alusión conciliar al
diácono de la ciudad portuaria en 675 reforzarían aquella información posterior.
El registro arqueológico contribuye al debate. Como se ha hecho referencia
más arriba, la arqueología ha sido un importante elemento para discutir o ratificar la cuestión del limes bizantino-visigodo. Una reciente síntesis ha realizado
31. No está muy clara la fecha de la ocupación de Cartago Nova, porque ninguna fuente escrita dice nada al respecto,
pero como cayó en manos de los bizantinos se deduce que debió ser de los primeros bastiones en ser ocupados. GARCíA
MORENO, L. A.: «Organización militar de Bizancio…», pp. 5-22. RIPOll LóPEz, G.: «Acerca de una supuesta frontera…»,
pp. 251-267. FUENTES HINOjO, P.: «Sociedad, ejército y administración…», pp. 301-330.
32. Las fuentes que se refieren a ello son ISIdORO de SEvIllA: Historia de regibus Gothorum, Vandalorum et
Suevorum, en G. Donini y G. B. Ford (trads. y eds.), Leiden, E. J. Brill, 1966, p. 39. Crónica Biclarense, p. 63. GREgORIO de
TOURS: Historia Francorum (edición en latín disponible en <http://www.intratext.com/IXT/LAT0783/> [consultado el
13/06/2012]), § IV, p. 8. Sobre la cuestión vid.: GARCíA MORENO, L. A.: «España Visigoda. Las invasiones…», pp. 178-179.
33. ISIdORO de SEvIllA: Etimologías, en J. Oroz Reta y M. A. Marcos Casquero (texto latino, trad. y notas). Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 2004, § XV, 1.
34. VIzCAINO SáNChEz, J.: La presencia bizantina en Hispania…, pp. 233-236.
35. LlObREgAT CONESA, E.: op. cit. GUTIéRREz LlORET, S.: «Los orígenes de Tudmīr…», pp. 4-5.
36. Crónica Mozárabe, p. 112. ThOMPSON, E. A.: op. cit., p. 284. Identificados como griegos, según esta fuente, habría
que determinar eran tales o, en rigor, árabes como señala la Crónica de Alfonso III. Para ello debe tenerse en cuenta
que en el año 689 los árabes conquistaron Carthago provocando migraciones de la costa litoral de Carthago hacia
las islas mediterráneas y la península Ibérica. Vid: Crónica de Alfonso III, p. 56. ChAlMETA, P.: Invasión e islamización, p.
90 y ss. FUENTES HINOjO, P.: «Sociedad, ejército y administración…», pp. 314-315. ISlA FREz, A.: «Conflictos interno y
externo…», pp. 628-629.
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una interesante revisión crítica sobre los elementos arqueológicos viables para
dilucidar la presencia bizantina en la Península37. Considerando que la arqueología debe aportar luz sobre la información de las fuentes escritas, se sabe que en
otros lugares de la Península, para mantener un estado de guerra más o menos
constante, los visigodos hicieron uso de plazas fuertes desde donde hostigar al
enemigo. Ese recurso fue empleado a imitación de la tradición militar bizantina,
y se materializa en el ejemplo de Victoriaco, la cual fue creada para hacer la guerra a los vascones. En el territorio objeto de este estudio, la arqueología parece
mostrar un interesante caso con la ciudad del Tolmo de Minateda –parcialmente
excavada, e identificada con Ello-Eio-Iyyu(h)- en la vía de Cartago Nova a Toledo,
que alcanzó un importante desarrollo a finales del siglo VI o principios del VII
con el acondicionamiento, según su investigadora S. Gutiérrez Lloret, de «un
proyecto urbano ex nouo», que se caracteriza, entre otras cosas, por una parcial
refortificación y la construcción de un complejo basilical con recinto propio38. Su
existencia demostraría que la monarquía visigoda se tomó muy en serio la frontera
sur, hasta el extremo de erigir hitos fundamentales como obispados –entre otros
casos el de Begastri [Cabezo Roenas, Cehegín]- como paso fundamental para fortalecerla, dotándola, por tanto, de un significativo peso administrativo39. Frente
a ellas, si se considera que los bizantinos en su máxima expansión ocuparon y
fortificaron localidades como Lorca, Mula-La Almagra [Mula], Ilici [La Alcudia,
Elche] y –a falta de un testimonio arqueológico determinante- temporalmente
Begastri, cuanto más meridional fue su posición más prolongada fue su impronta
material40. Esto queda reflejado en una serie de yacimientos arqueológicos tales
como Cartagena y, sobre todo, a interés de este estudio, otros más modestos en la
Sierra de Carrascoy (Murcia), donde conviene destacar el Castillo de Los Garres;
la recientemente descubierta ciudadela de Los Teatinos-1; y, el aún inédito establecimiento entre Los Garres y Algezares, localizado a unos 5 km. de la ciudad de
Murcia, donde algunos investigadores empeñan la ubicación de Ello-Eio-Iyyu(h);
todos yacimientos que se mueven en la horquilla de los siglos V y VII, a los que se
37. VIzCAINO SáNChEz, J.: La presencia bizantina en Hispania…, passim.
38. La obra documentada debió corresponder a un responsable de alto nivel ya que también se llegó a identificar
como un palacio. Vid.: AbAd CASAl, L. y GUTIéRREz LlORET, S.: «Iyih (El Tolmo de Minateda, Hellín, Albacete)…», pp.
591-600. GUTIéRREz LlORET S., «La identificación de Madinat Iyih y su relación con la sede episcopal Elotana. Nuevas
perspectivas sobre viejos problemas» en Scripta in honorem E. A. Llobregat, Alicante, 2000, pp. 481-501. AbAd CASAl,
L.; GUTIéRREz LlORET, S. y GAMO PARRAS, B.: «La basílica y el baptisterio del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)».
Archivo Español de Arqueología, 73 (2000), pp. 193-221. Un reciente resumen de los trabajos y su identificación es S.
GUTIéRREz LlORET: «La materialidad del Pacto de Teodomiro…», pp. 270 y ss.
39. En esa época se construye también la fortaleza de Iliberris, también tal vez se refortifica Begastri y el Cerro
de La Almagra (Mula). Vid.: RAMAllO ASENSIO, S. y MENdEz ORTIz, R.: «Fortificaciones tardorromanas y de época
bizantina en el Sureste» en J. Más García (coord.), Historia de Cartagena, II. Murcia, Ediciones Mediterráneo, 1986, pp.
95-96. GARCíA MORENO, L. A.: «España Visigoda. Las invasiones…», p. 204.
40. Aunque Begastri podría haber pertenecido a esa región indeterminada de Orospeda incorporada por Leovigildo,
lo cual coincidiría con la cronología de su fortificación que parece de época visigoda. Vid.: RAMAllO ASENSIO, S. y
MENdEz ORTIz, R.: «Fortificaciones tardorromanas y de época bizantina…», pp. 94 y 95. PEIdRO BlANES, J., «La región
de la Oróspeda tras Leovigildo. Organización y administración del territorio», Verdolay, 11 (2008), pp. 263-276.
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podría sumar los hallazgos de Joven Futura o Senda de Granada anteriores en un
siglo41. Casi todos corroborarían, en definitiva, un espacio notablemente salpicado
de establecimientos al amparo de fortificaciones menores tales como Monteagudo,
el Castillo de Los Garres y la ciudadela de Los Teatinos-1.
En efecto, en Murcia se sabía gracias a los primeros estudios sobre el paisaje
y su urbanismo de un legado tardorromano virtud a la toponimia como a la arqueología; incluso en alguna ocasión se ha señalado que el viario fosilizado de la
huerta de Murcia podría reflejar una temprana roturación –una posible centuriación- del sector de la misma adyacente a la Sierra de Carrascoy, donde, desde
principios del siglo XX, se conocía la existencia de un potente establecimiento
del Bronce (Cabecico del Tesoro); otro Ibero (La Luz); una basílica paleocristiana
(Llano del Olivar – Los Lages) y un martyrium (La Alberca: Fig. 3)42. De estos dos
últimos, estudios recientes están afinando cronologías y funcionalidades de, al
menos, el martyrium de La Alberca, el cual se ha propuesto redefinir como una
villa bajoimperial coetánea a la villa y necrópolis de los siglos IV-V junto a la Senda
de Granada y relacionada con el citado yacimiento del Llano del Olivar – Los Lages, el aparente vértice del territorio43. Ese todavía desconocido –hay que insistir
en ello- yacimiento del Llano del Olivar – Los Lages de momento se concreta en
una necrópolis de los siglos II-III, un significativo edificio porticado y un templo
dotado de baptisterio fechados en los siglos V-VI; y está también relacionado
con el vecino y poderoso castillo de Los Garres cuya ocupación abarcaría entre
los siglos II-VII, y que bien podría identificarse como uno de los castra de la línea
defensiva bizantina que alude Isidoro de Sevilla44. A ellos se debe unir, además, los
recientemente hallados restos de Monteagudo que no han hecho sino confirmar
una riqueza de asentamientos en el entorno de Murcia concretados a salvo de
las llanuras de inundación del río45. Más aún, su conexión se cree articulada por
41. POCklINgTON, R.: «El emplazamiento de Iyi(h)». Sharq al Andalus, 4 (1987), pp. 175-198. MATIllA SEIqUER, G.,
«El castillo de Los Garres. Una fortaleza tardía en la vega de Murcia». Antigüedad y Cristianismo, V (1990), pp. 400-402.
GARCíA BlAzqUEz, J. A.: «Senda de Granada: un asentamiento rural tardoantiguo en el entorno de Murcia», en J. M.
Noguera Celdrán (ed.), Poblamiento rural romano en el Sureste de Hispania. 15 años después. Murcia, Editum, 2010, pp.
467-513. JORdáN MONTES, J. F. et al.: «La frontera entre visigodos y bizantinos…». pp. 127-142.
42. ROSElló VERgER, V. M. y CANO GARCíA, G.: Evolución urbana de la ciudad de Murcia: (831-1973). Murcia,
Ayuntamiento, 1975, pp. 10-11. TORRES FONTES, J.: «La huerta de Murcia y su problemática: Contraparada y tiempo de
riego (1485-1525)» en Homenaje al profesor Juan Barceló Jiménez. Murcia, Real Academia Alfonso X El Sabio, 1990, pp.
653-661. POCklINgTON, R.: Estudios toponímicos en torno a los orígenes de Murcia. Murcia, Academia Alfonso X El Sabio,
1991, pp. 111-146. VIzCAINO SáNChEz, J.: «Poblamiento rural en el Sudeste hispano durante la Antigüedad Tardía», en J.
M. Noguera Celdrán (ed.): Poblamiento rural romano en el Sureste de Hispania. op. cit, p. 106 y ss.
43. VIzCAINO SáNChEz, J.: «Poblamiento rural en el Sudeste…», pp. 108-114. GARCíA BlAzqUEz, J. A.: «Senda de
Granada…», pp. 467-513.
44. ISIdORO dE SEvIllA, Historia de regibus Gothorum…, § 49 y 62. Sobre la cuestión vid.: GARCíA MORENO, L. A.:
«Organización militar de Bizancio…», pp. 5-22. GONzálEz BlANCO, A.: «La provincia bizantina de Hispania. Carthago
Spartaria, capital administrativa», en J. Mas García, Historia de Cartagena, op. cit., p. 52 y ss.; MATIllA SEIqUER, G.: «El
castillo de Los Garres…», pp. 400-402. FUENTES HINOjO, P.: «Sociedad, ejército y administración…», pp. 310-317. GARCíA
BlAzqUEz, L. A.: «El atrium paleocristiano de Algezares». Antigüedad y Cristianismo, XXIII (2006), pp. 113-126. JORdáN
MONTES, J. F. et al. «La frontera entre visigodos y bizantinos…», pp. 128-130.
45. Aunque en el caso de Monteagudo sólo se haya documentado hasta ahora un poblamiento hasta el I D.C. en
contraste con el de Joven Futura o Senda de Granada, situado a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad, a una
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FIgURA 3. áREA dE MURCIA, dONdE SE lOCAlIzAN lOS EMPlAzAMIENTOS ARqUEOlógICOS CITAdOS EN El TExTO.
vías de cuya existencia se conoce a través de la toponimia conservada y la tradición oral recopilada: por ejemplo, en la vecina Alcantarilla existe una «calle del
camino de los romanos» cuya denominación está documentada en el siglo XIX46.
Con todo, a la contextualización de aquellos emplazamientos en época tardoantigua se le une la reciente e inesperada aparición de varios enclaves fortificados datados entre los siglos V al VIII en plena Sierra de Carrascoy que permite
adelantar una prolongación en el tiempo de la densidad de población hasta ahora
inédita; en ese sentido es plausible que el yacimiento de Los Teatinos-1, una ciudadela fortificada de unos 3.000 m2, cuya cronología provisional se ha establecido
en los siglos V y VII, pueda ser un hito importante a tener en cuenta47. En todo
caso, las cronologías de todos ellos –a los que hay que añadir el castillo de Santa
Catalina del Monte fechado en el siglo IX- demostrarían que entre los siglos V y
VII hubo una tendencia de abandono de asentamientos del llano en favor de los
piedemontes y lugares fortificados o de cercana fortificación; y su continuidad
altitud cercana a los 60 m. A pesar de ello está sepultado por aproximadamente tres metros de sedimentos provocados
por grandes inundaciones. Vid.: MEdINA RUIz, A. J.: «Excavaciones en la cuesta de San Cayetano (Monteagudo, Murcia)».
Memorias de Arqueología, 11 (1996), pp. 135-164. GARCíA BlAzqUEz, J. A.: «Senda de Granada…», pp. 467-513.
46. FERNáNdEz MONTORO, J. L. et al.: «La calzada romana de Carthago Nova a Complutum: Síntesis de su recorrido».
Boletín sobre vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica, 13 (2011), p. 33. y lindera con la
ciudad de Murcia existe una colada denominada «de los soldados». Vid.: DíAz CASSOU, P.: Ordenanzas y Costumbres de la
Huerta de Murcia. Madrid, p. 155. Por su parte, R. POCklINgTON en Estudios toponímicos… (pp. 143-146) también escribió
que la denominada «Senda de Granada» podía ser la fosilización de la calzada romana que unía Lorca con Orihuela.
47. JORdáN MONTES, J. F. et al.: «La frontera entre visigodos y bizantinos…», pp. 127-142.
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tras la invasión árabe, pues los datos de las diferentes excavaciones de la citada
basílica ponen de relieve una prolongación en la ocupación hasta el siglo X48. Y
tan potente puede considerarse ese poblamiento que la toponimia –y algunas manifestaciones etnológicas como las correlativas de auroros; polifonías de posible
influencia bizantina- demuestra la pervivencia de numerosos emplazamientos
rurales de naturaleza latina que prevalecieron durante toda la dominación árabe,
esto es hasta el siglo XIII49.
En fin, una vez tomada Carthago Nova, resulta importante indicar que la monarquía toledana evitó que el peso de gravedad administrativo y político volviera
a aquélla, sino que fue a recaer en Aurariola [Orihuela]. Esto puede advertirse,
nuevamente, en el testimonio isidoriano sobre la destrucción de la ciudad portuaria, y en un factor recientemente incorporado a la historiografía sobre la cuestión como ha sido la aparición de una moneda acuñada en tiempos de Sisebuto
(612-621) con ceca de «Aorariola», lo que pone en evidencia el peso específico que
había ganado esa plaza50.
5. CONCLUSIONES
¿Provocó la intervención bizantina una excepcionalidad administrativa en el
territorio de la cuenca del río Segura? Según los datos expuestos la respuesta podría
ser afirmativa, porque su conquista obligó a los visigodos a desplazar el tradicional centro administrativo de una Cartago Nova que les había sido arrebatada a
un nuevo lugar; lugar que con el tiempo se consolidó en la ciudad de Orihuela.
Los puntos anteriormente expuestos, en conjunto, apoyan la idea de la existencia de la llamada provincia de Aurariola sobre los restos administrativos de
la provincia Carthaginesis con el objeto de hacer la guerra a los bizantinos. La
arqueología parece confirmar, a juzgar por el conjunto de restos documentados,
y, sobre todo, los más recientes, el carácter de «frontera blanda» que fue lentamente fagocitada por los visigodos desde bases más numerosas y sólidas. En todo
caso, los hechos acaecidos en los reinados de Egica y Witiza parecen indicar que
48. Ibidem, pp. 128-136. GARCíA VIdAl, M.: «Campaña de excavación arqueológica en la basílica de Algezares (Murcia)».
Memorias de Arqueología, 13 (1998), p. 282. GUTIéRREz LlORET, S.: La cora de Tudmîr de la Antigüedad Tardía…, pp. 297301. LIllO CARPIO, P.: «La vega del Segura, lugar de asentamiento de los primeros pobladores». Anales de Prehistoria y
Arqueología, 15 (1999), pp. 121-140. MANzANO MARTíNEz, J. y BERNAl PASCUAl, F.: «El Castillo de Santa Catalina (Verdolay):
un hisn de época musulmana». Verdolay, 3 (1991), pp. 107-124. Una cronología similar parece observarse en el otro lado
del valle, en Monteagudo: MEdINA RUIz, A. J.: «Excavación arqueológica de un ámbito urbano de época romana, la
Plaza de la Iglesia de Monteagudo (Murcia)». Memorias de Arqueología, 15 (2000-2003), pp. 191-216.
49. PEREz MATEOS, J.: «Los cantos populares murcianos», en Ciclo de conferencias sobre temas de interés provincial,
Diputación Provincial de Murcia, enero−marzo, 1942-1944, pp. 191-271. POCklINgTON, R.: Estudios toponímicos…, pp.
111-146. MANzANO MARTíNEz, J.: «Toponimia gentilicia y antroponímica en la huerta de Murcia». Verdolay, 5 (Murcia,
1993), pp. 201-218.
50. PlIEgO VázqUEz, R. y CORREA, J. A.: «Aportación al estudio de varias cecas visigodas». Numisma, 250 (2006),
pp. 500-501.
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aquélla pervivió después de la expulsión de los bizantinos entre los años 621 y 624,
teniendo en Orihuela su principal eje administrativo y político; así como otras
ciudades también tenían un papel civil y eclesiástico. Las noticias sobre actividad
naval en las costas del Levante inducen a creer que existía un cierto estado de
militarización de la cuenca media y baja del río Segura y sus afluentes en vísperas de su ocupación árabe en el año 713; incluso es plausible relacionarla con la
resolución del caudillo militar ‘Abd al-‘Azīz de alcanzar un pacto con el magnate
responsable del territorio. Tal era su trascendencia que, a la llegada de los árabes,
quedó reflejada en el Pacto de Teodomiro; de hecho, si se observa la prudente
actitud de los conquistadores en la lectura de los textos árabes es natural pensar
que en caso de no haber pertenecido a algún tipo de agrupación territorial no
habría tenido sentido compilarlas en un tratado. Recuérdese, finalmente, que
las propias fuentes árabes hacen referencia –al contrario de lo que ocurrió con
otros lugares de la Península, como se ha descrito más arriba- a una significativa
resistencia de Teodomiro y los suyos en la antigua vía romana que unía el Sudeste
con la Bética; y, a su posterior encastillamiento en Orihuela51.
En esta argumentación vinculada a la conquista árabe del territorio de la cuenca
del río Segura o provincia de Aurariola hay un punto crítico que conviene reseñar:
no fue la única zona que se sometió mediante pacto a los árabes. Las fuentes árabes
se refieren a otros territorios, más o menos homogéneos, que también siguieron
el mismo camino como el área astur-cantábrica, donde gobernaba un legendario
dux llamado Favila52; como el ámbito del Alto Ebro en cuyo territorio se situaba
a Casio53; las grandes ciudades o ámbitos de dominio locales como la Sevilla de
Olomundo; Mérida, Santarém, Coimbra, Toledo, la Córdoba asociada a Ardabasto
o Ceuta, plaza de Julián/Urbano54. La proliferación de estos sometimientos más o
menos pactados no deja de ser asombrosa, porque plantea varias cuestiones todavía
poco conocidas: por un lado la práctica elisión de una conquista mediante actividad
guerrera, lo que invita a considerar muy seriamente el inicial papel mercenario de
51. Entre otras Al-‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, pp. 56-57. No sería la primera aparición de Teodomiro en el proceso de
invasión; existe una legendaria escaramuza previa a la batalla de Guadalete que recogen Ibn Abī Riqā’, Ibn al-Šabbāt y
al-Maqqari en la que tras la batalla avisaba a Rodrigo de la invasión de «unas gentes caídas del cielo o salidas de la tierra»
(ChAlMETA, P.: Invasión e islamización, p. 133). GARCíA ANTóN («Los árabes en Murcia…», p. 114) analiza el posible lugar
del enfrentamiento situándolo en las estribaciones de las sierras de Almenara y Carrascoy, muy cerca de la ribera del
afluente Sangonera o Guadalentín.
52. El duque Favila era un dux a quien Witiza mató antes de ser rey en Tuy. Vid.: MENéNdEz PIdAl R.: «Introducción…»,
p. LIX. El caso de Urbano-Julián, al que unos sitúan como berebere gomara y otros como bizantino vasallo de los visigodos
es muy interesante ya que su rol varía según el lado de la frontera en que se escribe la fuente. Así, la Crónica Mozárabe
dice de él que es «nobilisimo varón, africano y católico».
53. Respecto a Casius (Qasī) «era el conde de frontera [qumīs al-tagr] en tiempos de los godos». Vid.: FIERRO, M., «El
conde Casio, los Banu Qasi y los linajes godos en al-Andalus». Studia historica. Historia medieval, 27 (2009), pp. 181-189.
54. ‘Ajbar Maymūa, p. 20 y ss. Al-‘UḎRī: Tarṣī al-Ajbar, pp. 56-57. IbN ‘IḎĀRī: Kitāb al-Bayān al-Mugrib (en E. FAgAN
(trad. y ed.): Histoire de l’Afrique et de l’Espagne, vol. II, Argel, 1903), p. 11. SáNChEz AlbORNOz, C.: En torno a los
orígenes... pp. 178-182. de SANTIAgO SIMóN E.: «Los itinerarios de la conquista musulmana a la luz de una nueva fuente:
Ibn al-Sabbāt». Cuadernos de Historia del Islam, 1 (1971), p. 58. HOwEll, A. M.: «Some notes on early teatries between
Muslims and the Visigothics rulers of al-Andalus» en Actas del I Congreso de Andalucía Medieval, Córdoba, 1978, pp.
2-14. ChAlMETA, P.: op. cit., pp. 191-194 y 213-220.
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los árabo-bereberes de Tāriq y su lugar en una guerra civil, la cual debió parecer, al
menos durante los primeros dos años, victoriosa para los partidarios de Agila II55.
En segundo lugar porque, prudentemente, permite apreciar el grado de pactismo
protofeudal al que debía de haber llegado el estado visigodo antes de su aniquilación, ya que muestra el estado de autonomía de unos y otros cuando el Reino de
Toledo no estaba finiquitado, lo que daría un sentido más lógico al testimonio de
algunas fuentes árabes, las cuales indican que Teodomiro era un lugarteniente de
Rodrigo y que éste «había elegido a uno de sus nobles (...) para mandar y gobernar
el reino en su lugar»56. Y, en tercer lugar –relacionado con la anterior cuestión y
punto fundamental-, porque podrían ser corroborados algunos territorios específicos de carácter fronterizo-militar, dotados de una cierta personalidad propia
como la Septimania, el área astur-cantábrica, como –la citada por la Crónica de
Alfonso III en referencia al reinado de Égica- Galicia, el Alto Ebro de Casio o la
Aurariola de Teodomiro. En todo caso, lo que sí es común a casi todos los pactos
es que, además de las consabidas satisfacciones tributarias, los visigodos debieron
afrontar el establecimiento de guarniciones para garantizar su cumplimiento, lo
que supuso un factor totalmente crítico en el paisaje social y económico del territorio, como será analizado en una continuación de este artículo57. En Aurariola,
firmado aquél, arrancó la islamización de un territorio fundamentalmente rural
y con un paisaje urbano con unas funciones muy determinadas. Acogiéndose a
sus cláusulas se implementó una política de asentamientos, algunos de los cuales
se conocen por las fuentes escritas –como los de los años 713 y 743- pero otros,
como los de los beréberes zanata, a escasos 12 km. del yacimiento de Algezares y
los beréberes sanhāya, en las cercanías de Begastri (Cehegín), han tenido que ser
señalados por la toponimia, lo que demuestra que debió de haber muchos más
de los que indican las fuentes árabes. Conocidos o desconocidos demuestran que
la necesidad de controlar las poderosas ciudades del Pacto llevó de alguna forma
a los invasores a establecerse en ellas como manifiesta la supervivencia tanto de
Orihuela y Lorca; aunque el propio proceso saltó por los aires cuando la arqueología
indica que cuatro de las siete ciudades del Pacto de Teodomiro fueron replicadas.
55. ‘Ajbār Maŷmū‘a: 7-8. ISlA FREz, A.: «Conflictos interno y externo en el fin…», pp.630 y ss. Se ha propuesto que
el matrimonio de ‘Abd al-‘Azīz con Egilona, viuda de Rodrigo, no fue sino otro paso en la conquista para atraer, de ese
modo, a los partidarios de aquel rey y así luchar contra Agila II, dueño del Noreste de la Península. Esta cuestión podría
relacionarse con una hipótesis que sostiene la existencia en la provincia Tarraconensis de un dux llamado Aquila, hijo
de Witiza, quien permanecería como rey en aquel territorio y la Septimania hasta 713 llegando a emitir moneda (cecas
de Narbona, Gerona y Tarragona) y a quien identifica como la parte contraria a la facción de Rodrigo. Vid.: ThOMPSON,
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