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CRÓNICA PARTICULAR DE SAN FERNANDO:
COMPOSICIÓN Y TRANSMISIÓN
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La obra y su contexto historiográfico
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Una treintena de manuscritos, en su mayoría del siglo XV, y más de
veinte ediciones impresas aparecidas durante los siglos XVI y XVII, convierten a la Crónica particular de San Fernando (en adelante CPSF), un
relato dedicado al rey castellano-leonés Fernando III (1217-1252) compuesto en tiempos de Fernando IV (1295-1312), en uno de los textos
más difundidos de la historiografía castellana bajomedieval. La obra suele
ser caracterizada como el exponente más representativo y acabado de un
ciclo historiográfico post-alfonsí, que se inicia tras la muerte del rey
Sabio con la composición, en el entorno de su sucesor Sancho IV, de la
Versión retóricamente amplificada de la Estoria de España (c. 1289) y prosigue
con obras como la Versión mixta (post 1289?), la Crónica de Castilla (c.
1300), la Crónica manuelina (c. 1320-1325) y la portuguesa Crónica geral
de Espanha de 1344 del conde Pedro de Barcelos. Todas estas crónicas
heredan, en mayor o menor grado, el texto inacabado de la Estoria de
España y lo refunden de acuerdo a criterios y procedimientos historiográficos que suponen si no una ruptura total, sí una deriva sustancial con
respecto al modelo alfonsí. La acción compiladora se desentiende de las
secciones de la Estoria de España que más concernían al proyecto político
de Alfonso X (sobre todo la dedicada al pasado imperial) y se concentra
en la historia reciente, con especial atención a la figura del Cid y a los
reinados de Alfonso VIII y Fernando III. El relato sigue monopolizado
por los hechos de los reyes y las sucesiones regias siguen siendo su hilo
conductor, pero se da cabida a narraciones que glosan el papel desempeñado por la nobleza castellana junto al monarca dentro del drama históMedieval Studies in Honour of Peter Linehan. Edited by Francisco J. Hernández, Rocío Sánchez
Ameijeiras and Emma Falque, Firenze, SISMEL - Edizioni del Galluzzo, 2018
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rico. Estas tendencias, al particularismo y al protagonismo nobiliario,
cristalizarían en la CPSF, obra circunscrita a un único reinado, el de Fernando III, cuya memoria estaba aún fresca en los ámbitos cortesano y
aristocrático de principios del siglo XIV. La crónica exalta la figura del
monarca pero a menudo se detiene en narrar las hazañas de los nobles y
caballeros que fueron partícipes en sus victorias.
Es casi inevitable vincular el rumbo aristocrático adoptado por las crónicas post-alfonsíes con la creciente presión que la nobleza ejerció sobre
el poder regio desde finales del reinado de Alfonso X y, especialmente,
durante las críticas minorías de Fernando IV (1295-1301) y Alfonso XI
(1312-1325). Para Fernando Gómez Redondo 1 obras como la CPSF y la
Crónica de Castilla son productos de lo que el investigador llama «molinismo», una corriente ideológica articulada por los clérigos letrados toledanos agrupados en torno a María de Molina, esposa de Sancho IV y
regente de Castilla durante las minorías de Fernando IV y Alfonso XI.
Entre las actividades del círculo molinista estuvo la de impulsar un programa de producción cultural en lengua romance en apoyo de la legitimidad monárquica, tan amenazada durante este tumultuoso periodo. El
discurso histórico molinista iría encaminado, al igual que el alfonsí, a
reforzar el principio de autoridad regia encarnado en la línea de sucesión
de Sancho IV, pero su postura acomodaticia hacia los intereses y las aspiraciones políticas de la nobleza se haría eco de la necesidad de la monarquía por establecer alianzas con determinados linajes nobiliarios para asegurar la continuidad de la institución. De esta caracterización viene
disintiendo Leonardo Funes, quien en una serie de magníficos trabajos 2
localiza la producción de textos como la CPSF o la Crónica de Castilla en
scriptoria ubicados fuera del entorno regio, desde los que se habría formulado un discurso histórico disidente del alfonsí, que daba voz a las ambiciones políticas de la alta nobleza castellana. No es mi propósito ocuparme del sentido ideológico de la CPSF, pero espero que las observaciones respecto a su origen y difusión incluidas en el presente trabajo contribuyan a enriquecer el debate sobre la obra.
1. Historia, II, 1225-1226, 1230-1231 y 1238-1248.
2. «El lugar», «Dos versiones», «La Crónica particular», «Historiografía».
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Testimonios de la CPSF
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Los testimonios más conocidos de la CPSF son los manuscritos D
(Madrid, BNE, 10273) y S (Madrid, BNE, 9233) 3, ambos del siglo XV, y
la Corónica del sancto rey don Fernando tercero deste nombre…, una versión postmedieval del texto redactada por el arcediano de Sevilla Diego López de
Cortegana, impresa por primera vez en Sevilla en 1516 y luego en más de
veinte ocasiones a lo largo de los siglos XVI y XVII 4. El prestigio de
estos tres testimonios ha consolidado la idea de que el autor del relato
sobre Fernando III, inspirándose tal vez en la Vie de Saint Louis (1309) de
Jean de Joinville 5, concibió su obra como una «crónica particular» dedicada a la vida del rey, destinada a ser difundida como obra independiente
de las «crónicas generales» de la tradición post-alfonsí y precursora, en
cierta medida, de la serie de crónicas reales iniciada a mediados del siglo
XIV por Fernán Sánchez de Valladolid. La concepción de la crónica como
obra autónoma se matizará más adelante. Por ahora valga con apuntar
que si bien D y S ofrecen un relato dedicado exclusivamente al reinado
de Fernando III (seguido de las crónicas de Alfonso X y Sancho IV en el
caso del segundo manuscrito), el códice fuente de la obra impresa, que se
guardaba, según López de Cortegana, en la Biblioteca Capitular de Sevilla, debió ser una «crónica general», probablemente de la variante Manuelina, cuyo contenido abarcaba los reinados anteriores a Fernando III 6.
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3. D y S comienzan en el capítulo de la proclamación de Fernando como rey de Castilla (PCG,
cap. 1029): «Acabadas las rrazones del rrey don Enrrique…» (D, fol. 1r, igual en S). Los 45 folios
de D ofrecen exclusivamente el reinado de Fernando III. Tras el texto de la CPSF el escriba de D
consigna los años en que fallecieron Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV (Diego Catalán, De
Alfonso X, 81, n. 11). Ello permitiría fechar el ejemplar modelo del manuscrito dentro del reinado
de Alfonso XI (1311-1350). Por su parte, S prosigue el reinado de Fernando III (fols. 1-37) con
el texto, copiado por la misma mano, de las crónicas de Alfonso X y Sancho IV (fols. 38-126). D
formaba parte de la biblioteca de los duques de Osuna y del Infantado y perteneció al Marqués de
Santillana (José María Rocamora, Catálogo, 24, nº 81), mientras que S procede de la biblioteca de
Pedro Fernández de Velasco, I Conde de Haro.
4. Mariano de la Campa («Crónica particular de San Fernando», 360) cita 15 ediciones, todas
procedentes, a su juicio, de la primera, impresa en 1516 en Sevilla. El único ejemplar conservado
de este post-incunable puede consultarse en la edición facsímil de Fermín de los Reyes Gómez
(2008). La edición incluye un estudio introductorio firmado por José Luis Gonzalo Sánchez
Molero, «El santo rey Fernando y su periplo entre las viejas crónicas» (9-73), que da cuenta de la
historia manuscrita e impresa de la obra, e incluye una lista de sus ediciones (40). He consultado
la edición facsímil y un ejemplar de la segunda edición, también sevillana (1526). Creo apropiado
distinguir la crónica medieval del texto impreso y atribuir la autoría de éste a López de Cortegana, ya que el arcediano innovó bastante respecto a su fuente, modernizando su lenguaje y añadiendo comentarios explicativos.
5. Luis Fernández Gallardo, «La Crónica particular», I, 248.
6. Los primeros capítulos de la edición ofrecen un resumen del reinado de Alfonso VIII y un
relato extenso del de Enrique I y su fuente es, sin duda, la Versión amplificada de la Estoria de
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El gran corpus testimonial de la CPSF está constituido, de hecho, por
manuscritos de la tradición post-alfonsí, en los que el texto aparece como
sección final de algún modelo de «crónica general». Entre dichos testimonios ocupa un lugar destacado E2 (Escorial, X-i-4), códice procedente
de la cámara real castellana que ofrece una peculiar versión facticia del
relato de la Estoria de España a partir del reinado de Pelayo. Los segmentos de E2 correspondientes a sus manos «tercera» (E2c) y «quinta» (E2e)
datan de hacia 1289 y ofrecen una copia lujosa, aunque inacabada, del
texto de la Versión amplificada. Este núcleo antiguo del códice sufrió la
pérdida de su último cuaderno, en cuyo lugar fueron insertados varios
cuadernos copiados por una «mano sexta», de mediados del siglo XIV,
con el texto de la CPSF (E2f, fols. 321-359), dentro del marco de las
reformas que hacia 1340 se efectuaron en el ejemplar 7. La importancia de
E2f para el estudio de la CPSF es grande, dada la autoridad del testimonio (es una copia realizada en el entorno regio castellano) y su cercanía a
la redacción original de la obra en época de Fernando IV. El texto de la
CPSF ofrecido por E2 se puede leer en los capítulos 1029-1135 de la Primera crónica general (citada en este trabajo PCG), la edición de la Estoria
de España preparada por Ramón Menéndez Pidal 8, cuyo segundo volumen
reproduce el texto del códice 9.
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España (López de Cortegana, Corónica, fols. 2r-5v). Me parece por ello seguro que la «hystoria del
sancto rey don Fernando» guardada en la librería de la santa iglesia de Sevilla a la que alude
López de Cortegana (ibid., fol. 1v) era una crónica general en la que el reinado de Fernando III iba
precedido, al menos, de los de Enrique I y Alfonso VIII (Catalán, De Alfonso X, 42-43 y n. 125
y 85, n. 23).
7. Diego Catalán, De Alfonso X, 19-93. Los cuadernos de la «mano sexta» (E2f) no son un
fragmento segregado de un ejemplar de CPSF y adicionado luego al códice, sino que su texto fue
copiado de manera expresa para proseguir el de la «mano quinta» (E2e) donde éste se interrumpía
tras perder su último cuaderno. El texto de E2e termina al final del folio 320vb, último de un
cuaderno: «pora yr en acorro de Tierra», y el de E2f empieza en el comienzo de la primera
columna del recto del siguiente folio (primero de un nuevo cuaderno) completando el término y
dejando un recuadro de siete líneas para una inicial que no se llegó a inscribir: «Santa esto es de
la casa de Iherusalem…» (PCG, cap. 1035, 719a42). La pérdida del cuaderno final de E2e no fue,
por tanto, accidental, sino que un compilador lo desprendió deliberadamente para luego copiar, a
partir de un ejemplar de CPSF, el texto de E2f y adicionarlo al códice. Ésta y las otras reformas
efectuadas en el antiguo E2 suelen atribuirse a una iniciativa de Alfonso XI, quien habría encargado la restauración del códice al canciller de su sello de la poridad, Fernán Sánchez de Valladolid
(véase Catalán, De Alfonso X, 44-45, La «Estoria», 46, n. 10 y De la silva textual, 260-262).
8. 1906, 1955 y 1977. Para el presente trabajo he consultado la reimpresión de 1977.
9. Copia de E2 es el manuscrito I (Madrid, BNE, 10134), del siglo XV, que perteneció, como
el ms. D de la CPSD, al Marqués de Santillana; vid. Catalán, De Alfonso X, 42-43 y n. 15-16, y
Rocamora, Catálogo, 23-24, no 79. De la sección final de I, a partir del reinado de Enrique I, procede K (Madrid, BNE, 2075), ejemplar del XVI anotado por Jerónimo de Zurita (vid. Ramón
Menéndez Pidal, PCG, 1955, I, p. LIX). A la muerte del historiador aragonés el manuscrito pasó
en préstamo al genealogista granadino Juan Vázquez de Mármol, quien en 1585 sacó de él la
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Menos tenida en cuenta por la crítica, pero merecedora de atención, es
la presencia de la CPSF en la Crónica manuelina 10, modelo cronístico
emparentado con la Versión amplificada al que pertenecía el ejemplar resumido por don Juan Manuel en su Crónica abreviada. Del «Libro tercero»
de la obra (historia de los reyes castellanos de Fernando I a Fernando III)
contamos con varios testimonios del siglo XV o principios del XVI: los
manuscritos Br (Londres, British Library, Egerton 289), Ta (Manchester,
John Ryland Library, Spanish 1) y U’ (Madrid, Bibl. Nacional, 6441) 11.
Pariente de U’ y representante, por tanto, de la Crónica manuelina es el
manuscrito C (Coimbra, Bibl. Geral da Universidade, 726) 12, también del
XV, cuyo texto comienza hacia el inicio de la batalla de las Navas. También me atrevo, con alguna reserva, a asignar a la misma familia el códice
fuente de la edición de López de Cortegana, por ciertas coincidencias entre
el texto impreso y Br y Ta 13. Dado que don Juan Manuel redactó la Crónica abreviada hacia 1320-1325 14, esta obra y el arquetipo de su fuente, la
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copia contenida, entre otros materiales relativos a Fernando III, en el manuscrito 892 de la
Biblioteca Nacional (que aquí llamo K’); vid. Baltasar Cuartero y Huerta et al., Índice, 128-129.
10. Catalán, La «Estoria», 197-229.
11. Sobre Br véanse los artículos de David Pattison, «MS Egerton 289» y David Hook, «Some
Observations» y mi trabajo «El manuscrito Egerton 289», donde aludo a U’ y C (notas 5 y 26).
También Pablo Saracino describe el manuscrito, al que asigna la sigla L, en su edición de la Crónica de Sancho IV, p. CVI-CIX. Br es una Crónica manuelina en su sección central (siglo XV), la cual
acaba hacia el inicio del «Seguimiento del Toledano» (fol. 208v cf. PCG, cap. 1052, 737a50). Los
cuadernos siguientes (fols. 209-238) ofrecen el resto del texto de la CPSF copiado por una mano
posterior, por lo que es probable que haya un cambio de prototipo. Ta es un códice de principios
del siglo XVI, descrito por Moses Tyson en 1932 pero ignorado por la crítica hasta que lo ha
sacado a la luz Francisco Bautista en su trabajo «Juan de Pineda, la Crónica manuelina y la historiografía post-alfonsí». El investigador demuestra que el códice es el «Suplemento antiguo en pergamino» tan a menudo citado por Juan de Pineda en su Memorial (Catalán, La «Estoria», 287297). El manuscrito es un representante de Estoria amplia del fecho de los godos hasta el final de Vermudo III pero para la historia castellana (de Fernando I a Fernando III) la misma mano copia el
texto de la Crónica manuelina (aunque ciertos trechos del texto dependan de la Estoria amplia),
seguido de las Tres crónicas. Ta es hermano de Br sin ser su copia. Sobre U’ (siglo XV) véase Catalán, La «Estoria», 220-224, 304-317.
12. Véase la descripción de C que proporciona Saracino, Crónica, p. CXXXVI-CXXXIX. El
manuscrito había sido descrito, con bastantes errores en cuanto a la naturaleza de su contenido,
por Eugenio Fernández de Almujara en 1935. En el colofón a la sección cronística del códice
consta que se trata de una copia acabada el 20 de abril de 1428, obra de un tal Alfonso de Paredes
(fol. 283va, vid. Férnandez Almujara, «El manuscrito», anexo V).
13. En su breve capítulo dedicado a Alfonso VIII López de Cortegana nombra a los hijos e
hijas del rey y Leonor Plantagenet (fol. 2r), información ajena a F y E2 pero que figura en la
«Historia menos atajante» del reinado de Alfonso VIII propia de la Crónica manuelina. Además, el
texto impreso coincide con Br, Ta y C, representantes de la Crónica manuelina, cuando llama «hermano» de Fernando III al infante que acompañó a Alvar Pérez de Castro en la «cabalgada de
Jerez» (fol. 11ra) y no «fijo», como hacen los otros testimonios de la CPSF. Sobre esta variante
vid § 3, n. 34, § 4, n. 82 y § 5, n. 113 infra.
14. En el prólogo de la Crónica abreviada, don Juan Manuel se auto-asigna el título de «tutor
del muy alto e muy noble sennor rey don Alfonso» (573), lo que permite situar el término ante
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Crónica manuelina, constituyen los testigos más antiguos de la CPSF, anteriores en casi dos décadas a la copia de la «mano sexta», y nos aseguran
que si el relato dedicado a Fernando III se redactó como «crónica particular» durante el reinado de Fernando IV, no tardó mucho en integrarse al
cuerpo de una «crónica general de España»15.
La CPSF pone colofón al relato histórico en tres familias de la Crónica
de Castilla, la más popular de las crónicas post-alfonsíes, cuya redacción
original, de hacia 1300, finaliza con una noticia de 1230: la marcha precipitada de Fernando III a León, abandonando el sitio de Jaén, para reclamar la corona de Alfonso IX, de cuyo fallecimiento le había informado su
madre doña Berenguela en una misiva 16. Así, completa el relato de la
Crónica de Castilla con el de la CPSF la familia formada, entre otros, por
los manuscritos P (París, Bibliothèque Nationale de France, Espagnol 12)
y G (Escorial, X-i-11), representantes de la redacción de la Crónica de
Castilla más cercana a las fuentes, así como la subfamilia de la redacción
más alejada de las fuentes compuesta por J (Madrid, BNE, 1347), N
(Madrid, BNE, 10210) y U (Londres, British Library, Egerton 288) 17. La
tercera familia es la testimoniada por el manuscrito A (Madrid, BNE,
8817), códice facticio cuya sección más antigua (principios del XIV)
ofrece una versión gallego-portuguesa de la Crónica de Castilla a la que
con posterioridad le fue adjuntada una traducción a la misma lengua de
la CPSF 18. No es seguro que haya relación de dependencia directa entre
estas tres familias y la presencia de la CPSF en los respectivos prototipos
bien pudiera ser fruto de iniciativas compilatorias independientes entre
sí. Así lo indica que la familia PG empalme defectuosamente el texto de
la Crónica de Castilla al de la CPSF y omita varias noticias necesarias para
la continuidad cronológica del relato (coronación de Fernando III como
quem de su fuente en 1320-1325, periodo en el que el autor ejerció esa función, tras la muerte de
los infantes don Juan y don Pedro en la Vega de Granada y antes de la mayoría de edad de
Alfonso XI.
15. Sobre la cuestión del punto en el que la Crónica manuelina enlaza los textos de la Versión
amplificada y la CPSF, véase el apartado § 5 de este trabajo.
16. Catalán, De Alfonso X, 345.
17. Para una completa descripción de los manuscritos de la Crónica de Castilla en sus diversas
redacciones véanse los trabajos de Catalán, De Alfonso X, 325-349 y n. 15-47 y Samuel G. Armistead, «La Crónica de Castilla», 161-165. El texto de la familia PG puede consultarse en la edición
en línea de Patricia Rochwert-Zuili (2010), la cual ofrece el texto de P y las variantes de G.
18. Catalán, De Alfonso X, 311-356. El texto de A puede consultarse en la edición de Ramón
Lorenzo (1975). En su estudio introductorio el investigador establece que la sección del códice
dedicada a la Crónica de Castilla es más antigua (hacia 1295-1310) que la que contiene la CPSF
(La traducción gallega, p. XLIII-XLVII). Véase también Ribeiro Miranda, «A primitiva».
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rey de León, «cabalgada de Jerez»), mientras que en la familia NJU el
enlace se realizó con habilidad y sin rupturas 19. Por su parte, la sección
de A dedicada a la CPSF comienza en el primer capítulo de la «cabalgada
de Jerez», esto es después del punto del relato a partir del cual las otras
dos familias enlazan con el texto de la obra 20.
La asociación de la CPSF con la Crónica de Castilla fue especialmente
fecunda. Un manuscrito del modelo PG (esto es, una Crónica de Castilla
con el enlace defectuoso con la CPSF propio de esta familia) fue reproducido en el tramo final del relato histórico (a partir del inicio del reinado
de Alfonso IX) en el arquetipo de la Crónica ocampiana, crónica mixta formada mediante la combinación de diversos prototipos, representada por
los manuscritos Q’ (Madrid, Palacio Real, II-1877), Th (Madrid, BNE,
1522) y el texto de la «quarta parte» (historia de los reyes castellanos) de
la Crónica general de España que editó Florián de Ocampo en 1541 21. Un
ejemplar del modelo NJU (esto es una Crónica de Castilla adicionada de
la CPSF sin el enlace defectuoso de PG) completa el texto de la Versión
crítica de la Estoria de España, cuya redacción original (c. 1282-1284) sólo
abarcaba hasta la noticia de la muerte Fernando II de León 22, en los doce
manuscritos de la Crónica de veinte reyes (C20R) 23. Merece la pena observar
que el manuscrito Ss (Salamanca, Caja Duero, 40), representante de la
otra rama de la Versión crítica, difiere aquí en su comportamiento respecto
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19. Catalán, De Alfonso X, 345-347. P (fol. 152r-v, Rochwert Zuili, ed., 307-308) ofrece las
palabras finales de la Crónica de Castilla: «…estonçe fizo traer sus engeños a Martos [fol. 152va]
e vinose para Castilla e viose con su madre», completa la oración con un arreglo: «…la rreyna
doña Berenguela e con su mugier la rreyna…», y prosigue, ya según el texto de la CPSF: «…e
esto passo al segundo año que el rrey don Fernando fue apoderado en el rreyno de Leon» (cf. PCG,
cap. 1045, 729a21). Otros testimonios de la familia, por ejemplo G, no presentan el arreglo y
abren un capítulo nuevo a partir de «e esto paso…»). Se omite así todo lo relativo a la entrada de
Fernando en León y la unión de los reinos (PCG, caps. 1038-1039, 722b17-724b3) y la materia
de la «cabalgada de Jerez» (PCG, caps. 1040-1044, 722b16-729a17). En contraste, NUJ tras
ofrecer el final de la Crónica de Castilla: «e vinose para Castilla et biose con su madre…», prosigue
«…que le salio a rreçebir por el camino por donde venia…», enlazando con la CPSF en el punto
exacto en el que esta obra ofrece el episodio en cuestión (cf. PCG, cap. 1038, 722b17).
20. La sección antigua de A (A2b) ofrece el texto de la Crónica de Castilla hasta su final: «et
veeousse para Castela, et vyusse con sua madre» tras lo que una mano tardía añade: «Et desy foyse
para Leon et fillarono por rrey» (fol. 229r). En el folio siguiente (fol. 230r) una mano posterior
empieza a transcribir la CPSF a partir del primero de los capítulos dedicados a la «cabalgada de
Jerez»: «Enpos ysto, o nobre rrey dom Fernando de Castella et de Leom sayo da çibdade de Leõ
et foyse para o Sabugal» (Lorenzo, ed., 797 cf. PCG, cap. 1040, 724b15-17).
21. Ocampo, Las quatro partes. El texto de la CPSF ocupa los folios CCCCIIIr-CCCCXXVIv.
22. Fernández Ordóñez, Versión crítica, 240-245.
23. Sobre la tradición de la C20R y su relación con Ss véase el estudio introductorio de
Mariano de la Campa a su edición de la Versión crítica, 33-85. La edición presenta el texto de Ss
desde el reinado de Fruela II (punto en el que comienza la C20R) pero se detiene al final del rei-
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a la C20R: enlaza el texto de la Versión crítica con la Crónica de Castilla de
manera idéntica a la Crónica de veinte reyes, pero llegado el final del reinado de Enrique I cambia de prototipo (fol. 274vb) y pasa a seguir a la
CPSF desde su comienzo en la subida de Fernando III al trono de Castilla 24. Al igual que D y S, el manuscrito Ss omite el capítulo del entierro
de Enrique I (fol. 280r), lo cual le confiere interés como testimonio,
junto a D y S, del inicio «original» de la CPSF 25.
Descripción del contenido de la CPSF
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De acuerdo con sus testimonios más conocidos, los manuscritos D y S,
la CPSF era, según ya se ha señalado, un relato circunscrito a los años de
reinado de Fernando III desde su ascensión al trono castellano en 1217
hasta su muerte en Sevilla en 1252. En sus primeros capítulos, hasta
poco después de narrar la conquista de Córdoba, la obra reproduce la
misma versión romance del De rebus Hispaniae (DRH) 26 de Rodrigo Jiménez de Rada que nos es ofrecida por el texto de la «mano quinta» del
códice E2 (= E2e) y por el manuscrito F (Salamanca, Biblioteca Universitaria, 2628). Dicha versión fue fruto de un trabajo de reescritura de una
traducción alfonsí de la obra del arzobispo, llevado a cabo dentro del proceso de elaboración de la Versión retóricamente amplificada de la Estoria de
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nado de Fernando II de León, donde concluye el texto de la Versión crítica y el manuscrito pasa a
depender de la Crónica de Castilla y, luego, de la CPSF. He consultado el texto de la C20R a
través de la transcripción del manuscrito J (Escorial, X-I-6) firmada por José Manuel Ruiz Asencio y Mauricio Herrero Jiménez que figura en la edición de 1991.
24. Fernández Ordóñez, Versión crítica, 328.
25. Un último grupo de manuscritos de menor relevancia para los propósitos de este trabajo
es el formado por M (Madrid, BNE, 642), del siglo XV, y M’ (Madrid, BNE, 1530), del XVI. M
empieza trunco en el capítulo dedicado a la segunda boda de Fernando III pero el texto no es una
CPSF sino un Toledano romanzado (o una Estoria del fecho de los godos). Terminado el relato del arzobispo enlaza con la CPSF a partir del inicio del «Seguimiento del Toledano» y prosigue con las
«crónicas reales» de Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV, terminando trunco; vid. Catalán, La
«Estoria», 294-295, Saracino, Crónica, p. CXLII-CXLIII (con la sigla N1). M’ debe ser hermano o
copia de M (antes de sus pérdidas de folios) y su texto tal vez revele la estructura de la crónica
general a la que remonta el manuscrito del XV. Empieza en el reinado de Fernando I ofreciendo
el texto de la Crónica de Castilla pero en el reinado de Alfonso VI cambia de fuente y pasa a reproducir el Toledano Romanzado (o la Estoria del fecho de los godos). Al igual que M, prosigue el relato
del arzobispo con el «Seguimiento del Toledano» de la CPSF y luego con las Tres crónicas. Cabe
preguntarse si no será pariente de éstos R (Madrid, BNE, 13002), manuscrito fechado el 1 de
mayo de 1535 que comienza en el «Seguimiento del Toledano» y prosigue con las cuatro «crónicas reales», de Alfonso X a Alfonso XI; vid. Saracino, Crónica, p. CLVIII-CLIX (con la sigla N14).
26. Las menciones a esta obra irán referidas a la edición de Juan Fernández Valverde (1987).
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España en época de Sancho IV. El contenido del texto sanchino no iba
más allá de lo historiado por don Rodrigo y finalizaba, por tanto, inmediatamente después de la conquista de Córdoba, dando cuenta del
segundo matrimonio de Fernando III con Juana de Ponthieu y de la toma
de varias plazas andaluzas en 1241. En ese punto finalizaba, antes de la
pérdida de su último folio, el ms. F y así también debía acabar el antiguo
códice E2, antes de que el reformador de mediados del siglo XIV reemplazara su último cuaderno por la copia de la CPSF realizada por la
«mano sexta» (E2f ) 27. Como únicos testimonios fiables del tramo final
de la Versión amplificada, F y E2e suponen un punto de referencia obligado a la hora de identificar las novedades que respecto a dicha obra
introdujo el autor de la CPSF y evaluar de forma cabal su labor 28. A
partir de la comparación entre el texto de F y E2e (hasta su folio 320) y
el de los manuscritos D, S y Ss es posible establecer que en la sección
correspondiente a la materia de Jiménez de Rada, el autor de la CPSF se
limitó a reproducir literalmente su fuente (la Versión amplificada), excepto
por las siguientes innovaciones:
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a. Elimina el capítulo correspondiente a PCG, cap. 1030, basado en el
DRH, IX.6 29, en el que se narraba, entre otros hechos, el traslado del
cuerpo de Enrique I y su sepelio en Burgos presidido por doña Berenguela y su hijo don Fernando.
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27. Sobre el contenido de F véase Mariano de la Campa, «Los reyes». F acaba trunco por pérdida de su folio final en medio del capítulo correspondiente a PCG, cap. 1047: «el rrey don
Ferrando tornose bien andante e onrrado a Toledo a la noble rreyna» (F, fol. 212v cf. PCG,
734b23). La tabla de capítulos que precede al texto de la crónica nos asegura que su relato concluía
en el final del DRH (PCG, cap. 1048) y añadía además la misma «despedida del arzobispo» que
ofrecen la «mano sexta» de E2 y los otros testimonios de la CPSF: «Et fata aqui, dize la estoria,
que fata aqui alcançe; et de aqui adelante, diganla los que venieren de las cosas que acaesçieron en
pos estas que non dixiemos» (PCG, cap. 1049, 736b26-29). Además F carece de sus folios 205207, correspondientes precisamente al segmento del relato (PCG, 718a17-721a46) donde se interrumpe E2e (Versión amplificada) y comienza E2f (CPSF). El final trunco de F y la ausencia de estos
tres folios obstaculizan la tarea de establecer si el cambio de mano en E2 se corresponde o no con
un cambio de prototipo, es decir, si E2f es representante en su primer tramo de la CPSF o si, como
parece posible, en las primeras fases de su labor la «mano sexta» empleó como modelo el texto del
último cuaderno de la «mano quinta» y sólo más adelante pasó a transcribir el texto de la CPSF.
28. La observación es pertinente, pues de otro modo se corre el riesgo de atribuir a la CPSF
variantes que ya figuraban en la Versión amplificada (es decir, en E2e y F). En este error incurre
Fernández Gallardo al citar el capítulo sobre la coronación en León de Fernando III («La Crónica
particular», II, 219-220, especialmente notas 12, 14 y 17). También Gómez Redondo (Historia, II,
1245-1246) ilustra sus comentarios sobre la ideología de la CPSF con pasajes que la obra hereda
de la Versión amplificada.
29. Fernández Valverde, ed., IX.6, 286-287.
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b. Reemplaza «Sancho» por «Fernando» en un pasaje mediante el que
la Versión amplificada actualizaba el texto del arzobispo haciendo referencia al monarca entonces reinante, Sancho IV 30. Esta innovación es el elemento que permite datar la obra dentro del reinado de Fernando IV
(1295-1312).
c. Tras el comentario actualizador que acabamos de señalar, cierra
capítulo y hace un capítulo independiente con la materia relativa al pacto
negociado por doña Berenguela y la segunda esposa de Alfonso IX, doña
Teresa, en virtud del cual la segunda renunció a los derechos de sus hijas
a la herencia del rey de León 31.
d. Concluido dicho relato vuelve a cerrar capítulo y a partir del
siguiente 32 interpola, sin anunciarla, una extensa narración, dividida en
varios capítulos 33, dedicada a la «cabalgada de Jerez», una expedición castellana por tierras de Al-Ándalus que en 1231 acaudilló Alvar Pérez de
Castro y en la que iba el infante don Alfonso, de la que muy sucintamente informaba Lucas de Tuy en su Chronicon Mundi 34.
e. Más adelante, y de nuevo sin advertir al lector, elimina el capítulo que
la Versión amplificada, representada aquí sólo por F, dedicaba al cerco y la
prisión de Córdoba, traducción fiel del DRH 35, y lo remplaza por un relato
más extenso que incluye pormenores desconocidos por el arzobispo 36.
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Llegado el final de la materia del DRH 37 y tras la despedida del arzobispo 38, un cronista anónimo toma la palabra y anuncia que va a proseguir la historia del rey don Fernando 39, pero antes, nos dice, va a volver
atrás en el relato para narrar hechos omitidos por Jiménez de Rada, con
el fin de explicar las circunstancias que llevaron al rey a marchar apresuradamente a la frontera desde Castilla, donde había regresado una vez
30. PCG, cap. 1039, 723b38. Sobre el comportamiento de los distintos testimonios ante esta
actualización vid. n. 110 infra.
31. Ibid., 723b39-724b3.
32. Ibid., cap. 1040.
33. Ibid., caps. 1040-1044, 724b23-729a17.
34. Emma Falque, ed., IV.100, 339. Don Lucas informa que el infante que participó en la
expedición fue don Alfonso de Molina, hermano de Fernando III. Los testimonios de la CPSF
divergen en este punto: para algunos se trataba del hermano del rey, para otros de su hijo (el
futuro Alfonso X). Véase § 4, n. 82 y § 5, n. 113 infra.
35. Fernández Valverde, ed., IX.16, 297-298. F (211ra-212ra) es el único testimonio que conserva la traducción romance de este texto propia de la Versión amplificada.
36. PCG, caps. 1046, 729-733.
37. Ibid., cap. 1048.
38. Ibid., cap. 1049.
39. Ibid., cap. 1050.
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285
conquistada Córdoba 40. La materia que va a continuación 41 va referida a
las actividades del adelantado Alvar Pérez de Castro en la frontera hasta
su muerte en Orgaz (1240) e incluye una narración de la legendaria
defensa del castillo de Martos por la condesa de Urgel, esposa de Alvar
Pérez 42. Completado dicho relato, el cronista anuncia que retoma el hilo
cronológico para completar el reinado del rey don Fernando según una
«estoria», cuya autoría no especifica 43. Todo este «Seguimiento del Toledano», hasta el final de la obra 44, es ya aportación exclusiva del cronista.
En su relato se podría tal vez detectar una estructura tripartita.
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• Una primera parte 45 se centra en las conquistas andaluzas de Fernando III durante el periodo 1240-1246, sin perder de vista la campaña
emprendida por su hijo el infante don Alfonso en tierras murcianas en
1243-1244. El narrador parece hacer un esfuerzo consciente por establecer un paralelismo entre padre e hijo, pues incluye sendos elogios a las
dos ciudades que supusieron el principal logro militar de sus respectivas
campañas: Mula, en el caso de Alfonso 46, Jaén en el de Fernando 47.
• La segunda parte iría dedicada al cerco y conquista del Sevilla 48, «la
cosa que dio çima a las otras cosas todas que este rey don Fernando fizo»,
según declara el cronista 49. La narración, estructurada en capítulos cortos,
nos traslada de un lugar a otro del asedio con el fin de dar cuenta de las
acciones de los distintos participantes: líderes de las órdenes militares
como Pelayo Correa 50 y Fernán Ruiz 51, ricos hombres como Gómez Ruiz
Manzanedo 52, Lorenzo Suárez Gallinato 53 y Diego López de Haro 54, los
40. Ibid., cap. 1051.
41. Ibid., caps. 1052-1056.
42. Ibid., cap. 1054. Merece la pena consignar que la defensa de Martos tuvo lugar en 1227,
mucho antes del periodo que el narrador pretende historiar en su flashback. De hecho, parecería
como si el cronista aprovechase un relato previo relativo a los años 1236-1241 en el que se hacía
referencia al adelantado Alvar Pérez para interpolar por su cuenta la leyenda de Martos. Véase, en
este sentido, la hipótesis que se presenta en el apartado § 6 de este trabajo.
43. Ibid., cap. 1057.
44. Ibid., caps. 1057-1135.
45. Ibid., caps. 1057-1077.
46. Ibid., cap. 1065.
47. Ibid., cap. 1070.
48. Ibid., caps. 1078-1126.
49. Ibid., cap. 1077, 750a7-10.
50. Ibid., caps. 1081 y 1086-1088.
51. Ibid., cap. 1098-1099.
52. Ibid., cap. 1083.
53. Ibid., cap. 1092, 1100-1101 y 1107.
54. Ibid., cap. 1103-1104.
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infantes Alfonso 55 y Enrique 56, el almirante de la flota castellana Ramón
Bonifaz 57, a quienes hay que añadir el caballero Diego Pérez de Vargas 58,
algunas de cuyas «aventuras de caballería» el cronista había ya relatado en
el episodio de la «cabalgada de Jerez» y en el de la defensa de Martos 59.
Tras la entrada de los cristianos en Sevilla 60, la crónica describe la repoblación de la ciudad y ofrece elogios al rey, a los castellanos y a la ciudad
hispalense, esta vez con más extensión que en los casos de Mula y Jaén 61.
• La sección final iría dedicada a la muerte del rey 62, a quien sólo en
los tres últimos capítulos de la obra 63 se aplica el calificativo de «santo».
La crónica concluye así narrando los preparativos del monarca para bien
morir, las palabras que dirigió a su sucesor, el infante don Alfonso 64, su
muerte ejemplar 65 y el duelo que ésta provocó en Castilla y León 66.
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En el texto recibido de la CPSF cabe advertir, en definitiva, la superposición de dos etapas de redacción, una más temprana (época de Sancho
IV), correspondiente a la Versión amplificada (texto de F y E2e), y otra más
tardía (época de Fernando IV), que comprendería todos los elementos
ajenos al DRH anteriormente señalados 67. La génesis de la obra plantea,
sin embargo, algunos interrogantes. El primero es el de la coincidencia
sincrónica de las novedades identificadas como propias de la CPSF frente
a la Versión amplificada, en otras palabras, hasta qué punto hemos de atribuir su incorporación al texto a una única iniciativa compilatoria, o si,
por el contrario, es posible suponer la presencia de varios estratos compilatorios intermedios entre el estadio textual propio de la Versión amplifi-
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55. Ibid., cap. 1102 y 1116.
56. Ibid., cap. 1092 y 1100-1001.
57. Ibid., cap. 1096-1097 y 1108.
58. Ibid., caps. 1084, 1107 y 1112.
59. Ibid., caps. 1043, 1044 y 1054.
60. Ibid., cap. 1125.
61. Ibid., cap. 1128.
62. Ibid., caps. 1131-1134.
63. Ibid., caps. 1132-1134.
64. Ibid., cap. 1132.
65. Ibid., cap. 1133.
66. Ibid., cap. 1134. La nota relativa a los milagros que Dios hizo por el rey don Fernando con
la que, antes del colofón del escriba, concluye el texto de E2f (PCG, cap. 1135, 774b11-16)
figura en muchos testimonios de la obra (por ejemplo, D, S, Ta, U’, NUJ, A), por lo que probablemente remonte a su arquetipo. La nota parece ser el epígrafe a un capítulo que no se llegó a
escribir pero me pregunto si no hará referencia a una ilustración que figuraba en el original del
que procede la tradición. Los versos que a continuación ofrece el manuscrito T de la Crónica de
Castilla (Madrid, BNE, 7403) son una clara adición tardía (Catalán, De Alfonso X, 330, n. 26;
Saracino, Crónica, p. CL-CLI [con la sigla N8]).
67. Funes, «La Crónica particular», 213.
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cada (F y E2e) y el de la CPSF (E2f, D, S, Ss, etc.). En particular, me
interesa proponer la cuestión de si la iniciativa de refundir el texto sanchino de la que surgió el texto de la CPSF obedeció a un propósito deliberado por componer una «crónica particular», como parece opinar la crítica, o si, por el contrario, la elaboración del relato sobre Fernando III se
inscribió dentro de una iniciativa compilatoria más amplia, orientada a
producir una «crónica general» que incluía la historia de los reyes anteriores. La segunda cuestión, relacionada con la primera, tiene que ver con
la procedencia de los elementos nuevos. En este sentido, el rigor historiográfico de las secciones de la CPSF ajenas al DRH me llevará a proponer
que el cronista consultó documentación de la época de Fernando III o,
según se argumentará, que refundió un relato historiográfico previo
basado en documentos, aunque las características precisas de dicho relato
y el grado de dependencia que con él tenga nuestra crónica sólo puedan
ser objeto de especulación.
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La CPSF ¿obra independiente?
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Encuentro discutible que el texto sobre Fernando III fuese concebido
como obra autónoma ajena al modelo de la «crónica general» y animada
por una «voluntad de autoría explícita» 68. Si D y S transmiten de forma
directa el original de una «crónica particular», llama la atención que
ambos manuscritos carezcan de algún tipo de prólogo en el que el cronista, de forma análoga a como lo hará Fernán Sánchez de Valladolid en
el prólogo a su serie de crónicas reales, presente la obra y justifique su
composición, algo que sería de esperar dada la locuacidad que exhibe en
otros momentos de la narración. El primer capítulo ofrecido en dichos
manuscritos es el de la proclamación de Fernando III como rey de Castilla, cuyo texto es idéntico, como se ha dicho, al de la Versión amplificada,
con lo que la narración de los hechos de Fernando III comienza abruptamente in medias res, haciendo referencia a las «razones» del reinado anterior que ya ha contado la «estoria» 69:
68. Gómez Redondo, Historia, II, 1243.
69. D comienza con la siguiente rúbrica, cuya segunda parte es idéntica al título del capítulo
en F y E2e: «El capit[u]lo del rregnado del terçero don Fernando rrey que rregno treynta e tenyro
[sic] e despues del rrey don Pelayo de Castilla e despues a tienpo en Leon e fue rrey de Castilla e
de Leon de ally adelante / El cap[itul]o de como este rrey don Fernando rrey de Castilla fue alçado
rrey e de las buenas andanças que fizo, (fol. 1r, cf. PCG, 713b1-8), y sigue el texto: «[A]cavadas
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[A]cavadas las rrazones del rrey don Enrrique et de los otros rreyes que rreygnaron ante del, entra agora la estoria a contar de como rreyno este rrey don Ferrnando
enpos el rrey don Enrrique, et dize ende asi (S, fol. 1r-a, similar en D y Ss) 70.
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El nuevo cronista, según ya se ha señalado, sólo se preocupa por
marcar su presencia en el texto una vez finalizado el relato de don
Rodrigo. Esta primera intervención ocupa un capítulo (correspondiente a
PCG, cap. 1050), cuya primera parte parece haber sido originalmente
una rúbrica, que muy claramente anuncia que el texto que va a continuación sirve para completar, no una historia del rey don Fernando, sino la
«estoria de las coronicas de los fechos de los reyes de España», esto es,
una crónica general:
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[S]eguymiento de la estoria de las coronicas de los fechos de los rreyes de España
e de las sus vidas, la qual el arçobispo don Rrodrigo de Toledo e primado de las
Españas en el logar deste [cuento] dexa e se espide della. Et por que se cunpla fata
acabados los fechos e la vida deste rrey don Fernando, en cuya rrazon el dicho arçobispo dexo la estoria, dize el que la sigue asi (S, fol. 15v-a similar en D, Ss, etc.) 71.
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El principal dato que respalda la idea de que el relato sobre San Fernando fue compuesto con la intención no de formar parte de una «crónica general» sino como «crónica particular» es la omisión del capítulo
dedicado, entre otros sucesos, al traslado a Burgos del cuerpo del rey
Enrique I y su sepelio presidido por su hermana la reina doña Berenguela 72. Tanto Catalán como Funes 73 argumentan que el autor de la
CPSF suprimió el capítulo de manera deliberada, pues una noticia concerniente al reinado de Enrique I no tenía cabida en una obra dedicada a
los hechos de su sucesor 74. Sin embargo, de ser así, habremos de admitir
las rrazones […]». El escriba de S, por su parte, sí parece anunciar una «crónica particular»:
«[A]qui comiença la coronica de las cosas que acaesçieron en tiempo del rrey don Ferrando fijo
del rrey don Alfonso de Leon e de la rreyna dona Berenguela su madre» (S, fol. 1ra), pero este
encabezamiento, al igual que sus otros epígrafes son exclusivos del manuscrito.
70. Cf. PCG, cap. 1029, 713b10-14.
71. Cf. PCG, cap. 1050, 736b35-43.
72. PCG, cap. 1030 traducción del DRH (Fernández Valverde, ed., IX.5, 286-287).
73. Catalán, De Alfonso X, 82; Funes, «El lugar», 178.
74. Que para la mentalidad historiográfica medieval el entierro de un monarca era considerado
un hecho concerniente a la «estoria» de su reinado queda patente en el texto de la propia Versión
amplificada, donde tras relatarse la muerte de Enrique I se comenta: «La estoria del regnado del
rey don Henrrique et de los sus fechos se acaba, pero dell enterramiento dell nos finca aun a decir»
(PCG, cap. 1028, 713a49-52) y más adelante, al narrar el sepelio: «Contados los fechos del regnado del rey don Henrrique, la estoria, porque non auie aun contado ell enterramiento del, torna
en este logar a contarle aqui en la estoria del rey don Fernando» (PCG, cap. 1030, 714b24-28).
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que el responsable de la supresión mostró escaso cuidado al realizarla,
pues olvidó eliminar sendas referencias que se hacen al capítulo suprimido tanto al final del capítulo previo: «[…] agora dexa la estoria esta
rrazon e torna a contar del enterramiento del rrey don Enrrique» (S, fol.
1v-b, similar en D y Ss) 75, como al inicio del posterior: «seguyendo las
estorias sus rrazones del rreynado deste muy noble rrey don Fernando
despues de la sepultura del rrey don Enrrique cuenta e dize» (S, fol. 1vb, similar en D y Ss) 76.
El descuido compilatorio que revelan los primeros capítulos de la
CPSF, patente en la ausencia de un prólogo y en la descuidada supresión
del capítulo sobre el entierro de Enrique I, contrasta con la meticulosidad
de la que hace gala el cronista en las otras innovaciones propias de la
obra, por ejemplo, la habilidad con la que los episodios de la «cabalgada
de Jerez» y el material sobre la conquista de Córdoba fueron integrados
al relato del arzobispo, o el interés del narrador por indicar al lector el
final de la obra del Toledano y el inicio del «Seguimiento». Parece, por
ello, razonable plantearse que la redacción de los hechos de Fernando III
se inscribiese originariamente dentro del proyecto de compilación de una
«crónica general», aunque luego el texto circulase en la forma transmitida por *E2f, D y S, es decir como «crónica particular», dentro de su
inmediato entorno receptor, posiblemente la corte castellana de principios del XIV según supone Gómez Redondo 77.
Hay además algún indicio, aunque en absoluto concluyente, que favorece la hipótesis de una identidad autoral entre la Crónica manuelina y la
CPSF. Ya se ha comentado que la Crónica manuelina existía con anterioridad a 1320-1325 78, con lo que su arquetipo precede en casi dos décadas
a la formación, hacia mediados de siglo, del actual E2 (E2e+E2f), el tes75. Cf. PCG, cap. 1029, 714b17-19.
76. Cf. PCG, cap. 1031, 715a36-39.
77. Historia, II, 1243. Llamo *E2f al ejemplar guardado en la cámara regia castellana del que
se sacó la copia de E2f a mediados del siglo XIV. Dicho ejemplar ofrecía exclusivamente la materia relativa a Fernando III y a él pudiera referirse Fernán Sánchez de Valladolid cuando en su
Crónica de Alfonso X (c. 1340) alude a una «estoria del rey don Fernando» en la que, como ocurre
en la CPSF, la conquista de Jerez iba erróneamente atribuida al rey Santo: «commo quier que se
contiene en la estoria del rey don Ferrando, padre deste rey don Alfonso, que aquel rey don
Ferrando gano a Xerez, pero que non fue asy» (Manuel González Jiménez, ed., Crónica de Alfonso
X, 8-9 cf. PCG, cap. 1130). Cabe señalar, sin embargo, que en la tradición alfonsí la referencia a
una «estoria» del rey no implica, una «obra» separada de la crónica de España, ya que en la Versión amplificada el término también es usado para designar el relato dedicado a un determinado
monarca o personaje dentro de una «crónica general» (véanse, por ejemplo, las respectivas notas
al final de los reinados de Alfonso VIII y Enrique I en PCG, 708b36-41 y 713a49-52).
78. Catalán, La «Estoria», 200-201.
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timonio «canónico» de la CPSF. Es posible detectar, asimismo, ciertos
paralelismos, tanto formales como de enfoque historiográfico, entre la
CPSF y la principal novedad que de manera exclusiva la Crónica manuelina introduce con respecto a su modelo directo (un texto de la Versión
amplificada similar a F). Dicha novedad consiste en la interpolación al
relato de Jiménez de Rada sobre los primeros años de Alfonso VIII de
dos extensos pasajes, conocidos por la crítica como «Historia menos atajante» 79. El primero de dichos pasajes, intercalado a continuación del
capítulo dedicado al elogio de la lealtad, va precedido de un curioso capítulo en el que un cronista anónimo anuncia al lector que va a contar
varias «razones» sobre el rey Alfonso, omitidas por el arzobispo pero
merecedoras de entrar en la crónica:
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Fasta aqui fablo el arçobispo don Rodrigo de Toledo que fue, desta fee et desta
lealtad et del gran provechamiento que a este rey don Alfonso, corrido et segundado
tenprano, ende vino et de todas las otras rrazones dichas. Mas porque el dicho arçobispo abreviando quiso poner las sus rrazones tan breves et tan atajantes, [en] ajovamiento de muchos grandes fechos en poca rrazon, et non departen las rrazones
suyas de muchas rrazones otras que fallamos et acaesçieron en estos fechos et en
estos tienpos pasados, que conviene aqui en su ystoria ser puestos et le non fueron
[…]. Lo uno non fallando y que cuenten deste niño rrey don Alfonso desque el
cavallero de Fuente Almexir fuyo de Soria […] nin de doña Blanca, que fue casada
con el rrey de Françia; nin de la fazienda de Xerez, que fue despues en tienpo del
rrey don Fernando su nieto, que ovo el ynfante don Alfonso de Molina con moros,
su nieto otrosi que fue, en la qual don Alvar Pérez el Castellano cabdillo. Desto nin
de otras cosas que fallamos que fueron et devieran ser puestas y non departe nin
dize el arçobispo don Rodrigo nin don Lucas, obispo de Tuy, ninguna cosa en las
rrazones que fallamos de las sus ystorias. Et porque entendemos dezimos [sic] que
pertenesçe y mucho, et que la rrazon de los fechos que fueron non podrie ser cunplida si esto y non fuese, et porque sabemos por prueva de otras escrituras et de
otras rrazones muchas que esto fue asi et que es çierto, ponemoslo nos aqui en la
ystoria en los lugares do conviene, et queremos agora de aqui adelante dezir ende lo
que fue. (Br, fol. 156r similar en Ta y U’).
Este pasaje recuerda por su carácter algunas de las intervenciones del
narrador de la CPSF. Véase, por ejemplo, su anuncio de que antes de proseguir el relato donde don Rodrigo lo dejó, va a volver atrás en el tiempo
para narrar varias «razones» que el arzobispo se había dejado en el tintero:
Manera es de los estoriadores et de todos quantos començadores de razones et de
grandes fechos estorialmente quisieron departir de emendar siempre en las razones
79. Ibid., 220-224 y 308-311.
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pasadas – que fallaron daquellos que ante que ellos dixieron, sy les vino a punto de
fablar en aquella misma razon – alguna mengua, et de escatimar y et conplir lo que
en dichas razones menguado fue. Et porque el dicho arçobispo non departio en la
estoria por qual razon el rey don Fernando atan arrebatadamente torno a la frontera,
o el arçobispo en la razón desa tornada dexo la estoria – que fue la primera vegada
que el rey don Fernando, despues que a Cordoua ouo presa fue tornado a Castiella;
et casado con donna Johana, a Cordoua torno et fue a esa frontera – quierelo aqui la
estoria contar, por yr derecha et egualmiente mas por las razones, et por contar
quales ayudas y el rey don Fernando desa uez perdio por aquel camino a el yr y por
ssy. Et de commo fue, queremos de aqui adelante yr contando desto et de todos los
otros fechos. (PCG, cap. 1051, p. 737a).
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La anterior y otras intervenciones del narrador de CPSF presentan evidentes paralelismos con el «prólogo» de la «Historia menos atajante»,
tanto por su ampulosa sintaxis como por su tratamiento «crítico» de la
autoridad del arzobispo 80. Funes detecta la semejanza y la interpreta
como una muestra del nuevo planteamiento enunciativo que domina el
discurso histórico del periodo post-alfonsí 81. Cabría ir más lejos y proponer que ambos textos tal vez fuesen obra del mismo autor o, al menos,
producto de un mismo taller historiográfico dedicado a la tarea de perfeccionar el texto de la Estoria de España legado por la tradición sanchina
(esto es, la Versión amplificada) ofreciendo un relato «más cumplido» de
los reinados de Alfonso VIII y Fernando III. En este sentido, obsérvese
que entre las «razones» que el prologuista de la «Historia menos atajante»
promete relatar se encuentra la «fazienda de Jerez», el mismo episodio
que el autor de la CPSF interpola, sin anunciarlo, a la historia del arzobispo 82. Puede que el autor de la «Historia menos atajante» tuviera en
80. La similitud con el prólogo de la «Historia menos atajante» es también patente en la intervención con la que el narrador de la CPSF anuncia la conclusión del relato de los sucesos que provocaron el retorno del rey a la frontera y justifica su incorporación en el texto: «En el qual logar
de la razon desa yda, el dicho arçobispo don Rodrigo de Toledo se partio della, et esto destas razones todas sobredichas debiera ser contado en la estoria del dicho arçobispo et non lo fue. Esta fue
la razon por que ese rey don Fernando desa uez, segunt es dicho, ouo a yr por sy tan rebatadamente a la frontera commo fue; et esto conuino a sser por la muerte de don Aluar Perez, reçelando
el danno que por auentura podrie venir. Des aqui sigamos la otra razon de los sus fechos deste rey,
segunt la estoria cabadelante nos por ella guiara» (PCG, p. 739b50-740a11). Compárese, por
ejemplo, con el comentario que cierra el segundo segmento de la «Historia menos atajante»:
«Aqui dexamos esta rrazon desta dicha rreyna doña Leonor et de su linaje et de las rrazones de los
entreliñamientos que en añadimiento desta ystoria yntrepusimos, como quier que avn tornaremos
y en algunos logares por los fechos se seguir mas cunplidamente, et tornaremos a contar por las
rrazones del arçobispo don Rodrigo de Toledo que fue, a los fechos et a las noblezas del dicho
noble don Alfonso rrey de Castilla et de las honrras que ovo» (Br, fol. 168v, similar en Ta y U’).
81. «Historiografía», 21-23.
82. El prólogo de la «Historia menos atajante» refiere que el «don Alfonso» que iba en la
expedición de Jerez era don Alfonso de Molina, hermano de Fernando III y nieto de Alfonso VIII,
292
manuel hijano villegas
cuenta el texto de la CPSF o que conociese el relato por otra fuente, pero
la alusión anima a apoyar la idea de la existencia de un origen común a
ambos textos.
Relación entre los testimonios de la CPSF
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A fin de intentar poner a prueba la hipótesis del apartado anterior e
indagar en el origen de la CPSF he realizado una comparación entre
algunos de los testimonios antes presentados. Esta collatio, aunque más
completa que la de Gómez Redondo, no ha sido exhaustiva y no arroja
resultados concluyentes, aunque sí revela algún dato interesante. El
actual consenso crítico sobre la tradición de la CPSF 83 asume la existencia de un «original» de la obra del que hacia 1340-1344 sacó su copia la
«mano sexta» de E2 (E2f ) 84. A ese original, modelo de E2f, y no al
propio E2 (E2e+E2f ), remontarían de manera independiente los manuscritos D y S y el resto de los testimonios del texto 85. Sus características
eran las señaladas en el apartado anterior: era una crónica dedicada a Fernando III cuyo autor aprovechó el texto de la Versión amplificada propio
de F y E2e a partir de la subida del monarca al trono castellano, omitió
el capítulo dedicado al sepelio de Enrique I e introdujo las otras novedades antes descritas. Una de dichas innovaciones, la omisión del capítulo
dedicado al entierro de Enrique I, sólo es apreciable en tres testimonios
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de acuerdo con la versión que de los hechos proporcionaba el Chronicon Mundi de Lucas de Tuy.
En todos los testimonios de la CPSF que contienen la «cabalgada de Jerez», el infante es «fijo»
del rey, esto es, el futuro Alfonso X, con la excepción de Br, Ta, C y la edición de Sevilla, donde
es su «hermano». La coincidencia con Lucas de Tuy sugeriría que estos tres testimonios heredan
la lectura correcta del arquetipo de la CPSF, pero véase lo que se dice en la nota 113 infra.
83. Gómez Redondo, Historia, II, 1241-1245.
84. «[E]se “original” ya cerrado, es el que utiliza el formador de E2 en torno a 1340, para
rematar, con lo que tiene a mano, la línea cronológica de la Estoria de España, pero del mismo
núcleo cronístico quedan esos dos mss. cuatrocentistas, que aseguran la unidad con que la vida de
Fernando III tuvo que circular» (Gómez Redondo, Historia, II, 1243).
85. La independencia respecto a E2 (i.e., E2d+E2f) de los otros testimonios de la CPSF la
ejemplifica que ninguno de ellos herede la siguiente lección (con la excepción de I, K y K’ descendientes directos de E2). Al relatar la progenie de Fernando III y Juana de Ponthieu, E2f añade
el siguiente pasaje al relato del Toledano (vid. Fernández Valverde, ed., IX.18, 300-301): «fizo el
rey don Fernando en ella otro fijo que dixeron don Simon, el qual yaze agora soterrado en Toledo
en casa de los frayres pedricadores; despues ouo otro fijo que morio a pocos dias depues que naçio,
el qual dixieron don Johan; este yaze soterrado en la iglesia mayor de Santa Maria de Cordoua,
cerca el alcaçar [léase “altar”] mayor; depues desto nasçio don Loys» (PCG, cap. 1048, 735b4148). Dado el parentesco aquí señalado entre el texto escurialense y S, es muy posible que el autor
de la adición fuese el escriba de E2f (la «mano sexta»).
crónica particular de san fernando
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de la obra: D, S y Ss, manuscrito de la Versión crítica. Sabemos, sin
embargo, con bastante certeza, que el manuscrito antígrafo inmediato del
texto de la «mano sexta» (al que llamaremos *E2f ) presentaba la omisión, según sugiere la coincidencia parcial de E2f con D en una discordancia entre los títulos de algunos capítulos y su contenido provocada, a
todas luces, por la ausencia del capítulo en cuestión del antecedente heredado por ambos testimonios 86. El mismo desajuste entre título y contenido lo exhiben también la Crónica de veinte reyes y la familia NUJ de la
Crónica de Castilla en los dos primeros capítulos en los que ambas familias empiezan a depender de la CPSF 87. Todo ello confirma que el arquetipo de E2f, D, S, Ss, NUJ y C20R era, efectivamente, un ejemplar de
CPSF que contenía un desajuste entre epígrafe y contenido en sus prime-
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86. Catalán, De Alfonso X, 80-82. D, NUJ y la C20R ofrecen los mismos títulos de capítulos
que F y E2 (E2e+E2f), los cuales son traducción, en la sección correspondiente, de los que figuran
en el texto latino de Jiménez de Rada. El primer capítulo de D (cf. PCG, cap. 1029) concluye al
final del verso de su primer folio, tras lo cual sigue (en el mismo folio) un epígrafe en rojo correspondiente a la materia del capítulo del entierro («Capitulo del enterramiento del rrey don Enrrique e de la prision de Lerma e del castillo de Muño e de la prision de Lara»). Sin embargo, el
texto que comienza en el recto del folio siguiente (fol. 2r) es el del capítulo dedicado a la prisión
del conde don Álvaro (PCG, cap. 1031), cuyo epígrafe se encuentra, a su vez, desplazado al capítulo siguiente (PCG, cap. 1032). Esta discordancia entre título y contenido se prolonga en D
durante los ocho capítulos siguientes (PCG, caps.1032-1039) y sólo se solventa gracias a que el
manuscrito (al igual que S, Ss, Br y la Crónica abreviada) divide en dos el capítulo correspondiente
a PCG, cap. 1039, y asigna al primero (entrada de Fernando III en León) el epígrafe del cap. 1038
y al segundo (negociaciones entre doña Berenguela y doña Teresa) el epígrafe del cap. 1039. De
esta manera, en el siguiente capítulo (PCG, cap. 1040, primero de los dedicados a la «cabalgada
de Jerez») epígrafe y contenido ya van de acuerdo. Parcialmente coincidente es el comportamiento
del texto de la «mano sexta» de E2 (cuya labor empieza en medio de la materia del capítulo
1035). E2f, yerra con D al encabezar con el epígrafe del capítulo 1035 la materia del 1036 para,
a continuación, acertar al asignar epígrafe al capítulo siguiente (1037) y omitir los epígrafes de
los capítulos 1038 y 1039 (a diferencia de D, E2f no divide en dos la materia de PCG, cap.
1039). Al igual que en D, a partir del capítulo 1040 los títulos y el contenido de los capítulos de
E2f van de acuerdo. Como explicación de este comportamiento pudiera pensarse que quien adicionó los epígrafes de E2f empezó a copiarlos a partir de su ejemplar de CPSF (el cual era similar
a D, es decir, incluía el error derivado de la ausencia del capítulo del entierro de Enrique I) y sus
dudas tal vez se deban a que observó el desajuste, tal vez porque tuviera a la vista la capitulación
correcta que ofrecía el cuaderno desprendido de la «mano quinta».
87. El primer inicio de capítulo de la CPSF que heredan la C20R y NUJ es el dedicado a la
marcha de Fernando III a León al conocer la muerte de su padre (PCG, cap. 1038). Concluido este
capítulo, las dos crónicas ofrecen, como D, el contenido del capítulo 1039 (entrada del rey en
León) bajo el epígrafe correspondiente a la materia del capítulo anterior («De la muerte del rrey
don Alfonso de Leon e de cómo heredó el rreyno en pos él su fijo don Ferrando…»), discordancia
que se prolonga al capítulo siguiente (segunda mitad de PCG cap. 1039). Al igual que D y E2f,
sólo a partir de PCG, cap. 1040 (inicio de la materia de la cabalgada de Jerez) epígrafe y contenido van de acuerdo. Para el texto de la C20R véase la edición de Asencio et al., 305-306. El error
conjunto de la C20R y NUJ confirma el parentesco de ambas familias, el cual ya era patente en
la idéntica manera en la que enlazan los textos de la Crónica de Castilla y la CPSF.
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manuel hijano villegas
ros capítulos probablemente motivado por la omisión del texto del capítulo del entierro de Enrique I. Un examen más atento permitiría representar la relación entre estos testimonios de la siguiente manera:
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Como se puede apreciar, el gráfico contempla la independencia de los
testimonios considerados respecto a E2. Separo en distintas ramas a la
C20R de Ss ya que el segundo, aunque emparentado con el arquetipo de
Veinte reyes en su primer cambio de fuente (de la Versión crítica a la Crónica
de Castilla), lo abandona luego para enlazar por su cuenta con la CPSF y
sería posible que el ejemplar de ésta obra que el manuscrito transmite
fuese distinto al empleado por su crónica hermana. Mayor interés reviste
que el modelo, en desacuerdo con la propuesta de Gómez Redondo, establezca que sólo S se deriva directamente del antecedente inmediato de
E2f (aquí llamado *E2f ), mientras que los otros testimonios son remitidos a un ejemplar previo a dicho antecedente. Esta relación entre E2f y S
la ilustra una variante que ambos comparten al final del capítulo correspondiente a PCG, cap. 1063. En el curso de una expedición del rey en
los alrededores de la ciudad de Granada, la caballería granadina hace una
inesperada salida para intentar sorprender a la hueste castellana. E2f y S
(fol. 20r-a) relatan la reacción del monarca de la siguiente manera:
el rrey don Fernando mando muy ayna a caualleros çiertos que los rresçebiesen e
ellos rrefrenaronse (refrenaronlos E2f ) atras e castigaronlos, que non tornaron todos
a la villa (S, E2f) 88.
En los otros testimonios es el propio Fernando quien lidera el contraataque:
88. Cf. PCG, 743b34-40.
crónica particular de san fernando
295
el rrey don Fernando mucho ayna e puesto a cauallo que los rrecibio de guisa e
los rrefreno atras e los castigo que non tornasen a la villa (D, fol. 23v-24r similar
en Ss, NUJ, C20R, PG, A y Crónica manuelina) 89.
Por añadidura, he detectado la coincidencia de E2f y S en tres omisiones accidentales (indico el capítulo de la edición de Menéndez Pidal en el
que se encuentra el texto, seguido, primero, de la lección de E2f y S y
luego, de la de C, la cual es coincidente con la del resto de testimonios
(D, Ss, Ta, U’, PG, A, NUJ y C20R). En las citas de C indico entre corchetes el texto ausente en E2f y S:
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(i) PCG, cap. 1084 (p. 751b33-34): «tornemosnos non somos mas de
dos» (salto de igual a igual) cf. «tornemos nos [ca ellos son siete caualleros e nos] non somos mas de dos»;
(ii) PCG, cap. 1085 (p. 753a26-27): «encontrose con ellos, et tornaronse para su hueste» (posible omisión) cf. «encontrose con ellos [do
venian con tal buena andança] e tornaronse para su hueste»;
(iii) PCG, cap. 1088 (p. 754a7-9): «metiose en el castiello de los quell
venieran acorrer» (salto de igual a igual) cf. «metiose en el castillo [e
morieron y pieça de moros] de los [del castillo] quel venieran acorrer».
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La presencia de lecturas erróneas comunes a E2f y S frente al resto de
la tradición implica que su prototipo (aquí denominado *E2f ), esto es, el
manuscrito de la CPSF guardado en la cámara regia castellana a mediados del siglo XIV y empleado como modelo por la «mano sexta», no era
el arquetipo de la obra, sino que cabe identificar, al menos, una etapa
textual previa, a la que remonta el resto de la tradición. Las líneas maestras del anterior modelo me parecen correctas. Queda localizar en él el
puesto de la Crónica manuelina, familia compuesta por la Crónica abreviada
de don Juan Manuel, los manuscritos Br, C, Ta y U’, así como, posiblemente, el texto de López de Cortegana 90. Todos estos testimonios trans89. Pese a ser una lectura defectuosa, creo que D, Ss, etc. transmiten aquí el relato original, mientras que la versión, más coherente, de E2f y S enmienda una lección del arquetipo que, por cualquier
razón, planteaba dificultades. Ta de la Crónica manuelina ofrece: «el rrey don Fernando mucho ayna e
puesto a cauallo que los rreçibio de guisa e los rrefreno atrás e los castigo que no tornaron todos a la
villa» (fol. 450vb), mientras que U’ y C también parecen dudar en su lectura: «el rrey don Ferrando
fue armado mucho ayna e puesto a cavallo (p. en su cav.) que los rresçibio de guisa e los rrefreno
[BLANK] e los castigo (om. los rref. e los c.) que non tornaron todos a la villa» (C, fol. 51vb, variantes de U’). Tal vez la familia PG de la Crónica de Castilla conserve la lección original: «el rrey don
Fernando fue muncho ayna puesto en su cavallo, que los rreçebio en guisa que los rrefreno atras e los
castigo que non tornaron todos a la villa» (P, fol. 163va, Rochwert-Zuili, ed., p. 325a).
90. Tampoco figuran en el gráfico, por ser irrelevante a mi argumento, la familia PG de la
Crónica de Castilla ni al manuscrito A.
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miten el romanceamiento del DRH propio de la Versión amplificada (esto
es, el texto que es base de la CPSF) y en todos el texto propio de dicha
versión desemboca de manera fluida en el de la CPSF, sin que se aprecien
soluciones de continuidad o indicios de sutura entre un prototipo y otro.
Dado que todos ofrecen el capítulo del entierro de Enrique I 91, cabría
concluir que el arquetipo de la Crónica manuelina empalmaba el texto de
la Versión amplificada (el modelo de F y E2e) al de la CPSF (el modelo de
D, S y Ss) en algún punto del relato posterior al capítulo del sepelio
(PCG, cap. 1030) y anterior al primero de los dedicados a la «cabalgada
de Jerez» (PCG, cap. 1040), primera de las novedades exclusivas de la
CPSF 92. De un examen de los testimonios centrado en los primeros capítulos del reinado de Fernando III se desprende, sin embargo, que mientras U’ y C van de acuerdo con la Versión amplificada hasta el inicio del
capítulo de la «cabalgada de Jerez», Br y Ta ya habían empezado a
depender de la CPSF desde antes, pues venían coincidiendo con D, S y Ss
en una serie de lecciones erróneas, apreciables a veces en la Crónica abreviada y en la edición sevillana:
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(a) Al narrar el matrimonio de Fernando III con su primera esposa Beatriz de Suabia (PCG, cap. 1034), Br y Ta yerran con D, S y Ss al ofrecer:
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et terçer dia ante de la fiesta de sant Andres tomo el rrey don Fernando por
muger a la noble donzella doña Beatriz (Br, fol. 196v, similar en Ta, D, S y Ss) 93.
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Se trata de una omisión por homeoteleuton de parte del pasaje original,
traducción del DRH 94, heredado por U’, C, F y el texto de la «mano
quinta» de E2 (E2e) (en esta cita y en las siguientes el texto omitido en
los otros testimonios va entre corchetes):
e el tercero dia ante de la fiesta de sant Andres [canto mysa al rrey el obispo don
Moris en el monesterio rreal de las dueñas e a la misa pusieron las harmas del rrey don
Ferrando sobre el altar. E dicha la mysa honrrada deste obispo don Moris commo con91. La presencia del capítulo del entierro de Enrique I en el texto de López de Cortegana es
un dato a favor de su parentesco con Br, Ta, U’, C y la Crónica abreviada.
92. Catalán, La «Estoria», 224-225.
93. No es posible apreciar el comportamiento ante esta variante de la Crónica abreviada de don
Juan Manuel (III.253, 796) ni de la versión de López de Cortegana (Corónica, fol. 8rb).
94. «Et tercia die ante festum sancti Andree in regali monasterio prope Burgis celebrata missa
a uenerabili Mauricio Burgensi episcopo et armis militaribus benedictis, ipse rex suscepto gladio
ab altari manu propia se accinxit cingulo militari et mater sua regina nobilis ensis cingulum deaccinxit; et tercia die, in festo scilicet sancti Andree, Beatrice dulcissimam domicellam duxit…»
(Fernández Valverde, ed., IX.10, 291).
crónica particular de san fernando
297
venie, bendixo las harmas del rrey don Ferrando e santiguolas. E despues que fueron
bendichas e santiguadas el rrey don Ferrando tomo del altar su espada e el se la çiño
e çiñola commo noble caballero, e la rreyna doña Berenguela [b] su madre gela
deçiño. E al terçero dia de la fiesta de sant Andres] tomo el rrey don Ferrando por
muger a la muy noble doncella doña Beatriz (U’, fol. 127r, similar en C, F y E2e) 95.
(b) Más adelante, en el capítulo dedicado a la primera entrada de Fernando en tierras andaluzas (PCG, cap. 1036), Br, Ta, la edición sevillana 96 y la Crónica abreviada 97 van de acuerdo con D, S y Ss en otro salto
de igual a igual:
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al terçero año otrosi saco su hueste de cabo et entro a tierra de moros (Br, fol.
197v, similar en Ta, la edición de Sevilla y en D, S, Ss) 98.
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U’ y C, coincidiendo esta vez con el texto de la «mano sexta» (E2f ),
transmiten el pasaje completo, traducción fiel del DRH 99. Para esta
variante no contamos con el testimonio de F, pues el pasaje se sitúa en la
sección ausente del manuscrito por la pérdida de tres folios:
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al terçero año ayunto su hueste otrosy [e fuese a tierra de los alarabes e llego a
tierra de Sangote e tomara Xodar, e basteçiolas de omes e de armas e corrio [fol.
130r] toda la tierra e destruyola, e tornose de aquella vez a la çibdad de Toledo. E
era entonçe venido a España vn legado apostoligo de Roma e fizo sus conçilios en
cada vno de los rregnos en que sermo, e pedrico sus amonestamientos de salud de
las almas. E desi conplidos tres años de su legançia tornose a Roma. E despues desto
al quarto año ayunto el rrey don Ferrando su hueste] e entro a tierra de moros (U’,
fol. 129v-130r, similar en C y E2f ) 100.
95. Cf. PCG, cap. 1034, 718b48-719a10. En este mismo capítulo U’ y C innovan de manera
conjunta frente al resto de la tradición al ofrecer la siguiente noticia ajena al Toledano: «E deuedes saber que a este tienpo que estas bodas fueron fechas del rrey don Fernando e de la rreyna
doña Beatriz que fizo san Françisco la horden de los frayles menores e santo Domingo la de los
pedricadores» (U’, 127rb, similar en C). La coincidencia es un dato a favor del parentesco entre
los dos manuscritos y la pertenencia de C a la familia de la Crónica manuelina.
96. López de Cortegana, Corónica, fol. 9rb.
97. Vid. Juan Manuel, «Crónica abreviada», III.260 [= 255], 797.
98. Menéndez Pidal anota esta variante en su edición (véase PCG, 720b15) pero no las otras
aquí señaladas.
99. «Et tercio ingressus terram Arabum cepit Seuiot, Xodarum et Garciez et bellatoribus
obfirmauit, aliisque uastationibus peractis ad urbem reuersus est Toletanam. Eo tempore erat in
Hispaniis legatus Romane Ecclesie Iohannes de Abbatis uilla, que est in comitatu Pontiui, Sabinensis episcopus cardenalis, uir bonus, sapiens, litteratus, qui celebratis in singulis regnis conciliis, postquam monita salutis proposuit, ad sedem apostolicam est reuersus tribus annis legationis
expletis. Post hec iterum rex Fernandus terram Arabum est ingressus» (Fernández Valverde, ed.,
IX.12, ed., 293).
100. Cf. PCG, cap. 1036. 720b21-38. U’ tiende a condensar el texto de su modelo. En este
pasaje, por ejemplo, omite algunos detalles y modifica el relato original. Como ejemplo de este
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c) De la misma manera Br, Ta y la edición sevillana 101 van de
acuerdo con D, S y Ss al omitir varios nombres en la lista de obispos que
recibieron a Fernando III como rey cuando entró en León. El mismo
salto de igual a igual lo heredan la familia NUJ de la Crónica de Castilla
y la C20R 102, cuyo arquetipo empieza a depender de la CPSF a partir de
este capítulo:
fueron estos los obispos del rreyno de Leon: don Miguel obispo de Lugo, et don
Martin obispo de Mondoñedo, don Micael (Miguel D, S, Ss) obispo de Çibdad
Rodrigo, don Sancho obispo de Coria (Br, fol. 199v similar en Ta, la edición, D, S,
Ss, NUJ y C20R).
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U’ proporciona la lista completa, tal y como, de acuerdo con el
DRH 103, figura en E2f y F:
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fueron estos los obispos del rregno de Leon: [don Johan obispo de Oviedo, e don
Nuño obispo de Astorga, e don Rodrigo obispo de Leon, e] don Miguel obispo de
Lugo, e don Martin obispo de Mondoñedo e don Miguel obispo de Çibdad Rodrigo
e don Sancho obispo de Coria (U’, fol. 133v, similar en F y E2f )104.
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C presenta aquí un salto de igual a igual pero los nombres omitidos
son otros, por lo que debe tratarse de un rasgo exclusivo del manuscrito
y no quepa vincularlo al error de Br, Ta, D, S, Ss, etc.105.
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comportamiento, ofrezco el texto de C, más fiel al arquetipo y destaco entre corchetes el texto
desechado por U’: «al terçero año saco su hueste otrosy [despues desto el rrey don Ferrando] e fue
con ella a la tierra de los alaraues. E llego con ella a tierra de Sanjote et priso a Xodar [et a
Garçies] et basteçiolos [de conbatientes e] de omes de armas, e corrio tierra [de moros] et destruyola, e tornose de aquella vez a la çibdat de Toledo. E era estonçes en las Españas llegado, [fasca
mandadero de la eglesia de Roma, Iohan, de villa de Alberis que es en el condado de Ponas [sic],
obispo de Sabina e cardenal, varon bueno e honrrado, e sabio e letrado]; e fizo sus conçilios en
cada [b] vno de los sus rregnos, en que sermono e pedrico sus amonestamientos de salud para las
almas. Et desi tornose a la tierra de Roma, conplidos tres años de su mandaderia. Despues al
quarto año, saco el rey don Fernando su hueste de cabo e entro en tierra de moros» (C, fol. 22r,
cf. PCG, 720b20-38).
101. López de Cortegana, Corónica, fol. 10rb.
102. Ruiz Asencio et al., ed., 304b-305a.
103. «Iohannes Ouentensis, Nunius Astoricensis, Rodericus Legionensis, Michael Lucensis.
Martinus Salamantinus, Martinus Mindoniensis, Michael Ciuitatensis, Sancius Cauriensis» (Fernández Valverde, ed., IX.14, 296).
104. Cf. PCG, cap. 1038, 723a23-29.
105. «[F]ueron estos los obispos del rregno de Leon quel rresçibieron: don Iohan obispo de
Ouiedo, don Nuño obispo de Astorga, don Rodrigo obispo de Leon, don Miguel obispo de Çibdat
Rodrigo, don Sancho obispo de Coria, e todos estos…» (C, fol. 24va).
crónica particular de san fernando
299
(d) Por último, Br, Ta y la Crónica abreviada 106 se agrupan con D, S,
Ss, NUJ y la C20R al introducir una división de capítulos inexistente en
U’, C, E2f y F 107. Tras dar cuenta de la coronación de Fernando III como
rey de León y aludir a la unión de los dos reinos, cierran capítulo y abren
uno nuevo con la materia relativa al pacto entre doña Berenguela y doña
Teresa. Acabado dicho relato, todos los testimonios de la CPSF marchan
ya de acuerdo frente a F (único representante «puro» de la Versión amplificada) en cerrar capítulo y ofrecer los cinco capítulos nuevos 108 dedicados
a la «cabalgada de Jerez».
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Sorprende, en primer lugar, el comportamiento de E2f (texto de la
«mano sexta») y su coincidencia con F, U’ y C en (b), (c) y (d), en vista
de su parentesco, antes comentado, con el manuscrito S, cuyas lecturas
concuerdan con las de D, Ss, Br, Ta, etc. Una posible explicación sería
atribuir dicho comportamiento a que en sus primeros tramos la copia de
la «mano sexta» no dependió del ejemplar de CPSF (*E2f ), sino del antiguo cuaderno final de la «mano quinta» y que sólo más adelante (tal vez
a partir de PCG, cap. 1040) el escriba pasó a reproducir el texto de la
«crónica particular» 109. Así lo indicaría que el manuscrito escurialense, a
diferencia de D, no yerre en el epígrafe del capítulo 1037 o que en la
referencia, antes citada, al monarca reinante originalmente ofreciese,
como F, «Sancho», lectura propia de la Versión amplificada, y no «Fernando», nombre que figura en la mayoría de los testimonios de la CPSF
(D, S, Ss, C20R, Br y Ta) 110. Por otro lado, el comportamiento dispar de
106. Juan Manuel, III.258-259, 798.
107. El capítulo dividido por D, S, Ss, etc. es el correspondiente a PCG, cap. 1039. Tampoco
la edición sevillana presenta esta división de capítulos (López de Cortegana, Corónica, fol. 11va),
aunque hay que señalar que el texto impreso se toma muchas libertades en su separación de capítulos respecto a los manuscritos.
108. Cf. PCG, caps. 1040-1044.
109. Catalán, De Alfonso X, 80.
110. Véase la lección de F (fol. 210ra): «commo se partieron despues del enperador estos rregnos en don Sancho rrey de Castilla e en don Fernando rrey de Leon e andouieron partidos ya
quantos años, ansy se ayuntaron de cabo agora desta vez al rrey don Fernando, e del aca andouieron siempre ayuntados e andan oy en dia con este nuestro señor rrey don Sancho el sesto [sic] que
lo[s] mantenia». D, S, Ss, los manuscritos Br y Ta de la Crónica manuelina y la C20R (Ruiz Asencio et al., ed., 305) heredan un texto similar a F pero reemplazan «Sancho» por «Fernando» (presumiblemente en referencia a Fernando IV). La lección original de E2f era «Sancho el seteno [sic]
que los mantiene» (nótese el verbo en presente), pero el nombre del monarca fue posteriormente
enmendado a «Fernando», según asegura Menéndez Pidal en nota a pie de página de su edición
(así como, todo hay que decirlo, en una anotación en lápiz en el margen del códice): «lo leo con
reactivo claramente salvo el nombre del rey, del que solo leo a raspado antes de la raspadura
general y enmendado errando [no ferr.] siendo las letras errando de letra diferente y tinta más
300
manuel hijano villegas
los testimonios de la Crónica manuelina (U’ y C, por un lado y Br, Ta,
Crónica abreviada y edición sevillana, por el otro) sugiere la existencia de
dos ramas en su tradición, una, compuesta por Br, Ta, la Crónica abreviada (y la edición), cuya dependencia de la CPSF empieza, al menos,
desde PCG, cap. 1034, y la otra compuesta por U’ y C, que sólo sigue a
la «crónica particular» a partir de PCG, cap. 1040. La representación
gráfica de la tradición de la CPSF quedaría de la siguiente manera.
Crónica particular de San Fernando
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U’, C
Br, Ta, Crón.
(desde PCG, abr., edición
cap. 1040) (desde PCG,
cap. 1034)
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S
Crónica
manuelina
D
Ss
NUJ
C20R
ID
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E2f
Crónica
manuelina
G
*E2f
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N
[Gráfico 2]
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SM
EL
-E
D
IZ
La división de los testimonios de la Crónica manuelina en dos ramas
independientes lleva a considerar la posibilidad de un modelo de transmisión alternativo al anterior. Dado el parentesco de Br, Ta, U’ y la Crónica abreviada en la materia histórica anterior al reinado de Fernando III,
me parece plausible plantear que no exista ruptura en la tradición de la
obra y que el comportamiento de U’ y C frente a Br, Ta, la Crónica abreviada (y la edición sevillana) se deba a que todos ellos transmiten una
negra» (PCG, 723b36-39 y nota). La hipótesis sobre el comportamiento del manuscrito presentada en Catalán (De Alfonso X, 80) y aceptada en el presente trabajo es convincente pero permitiría sugerir que la constitución facticia de E2 hubiese sido anterior a la fecha que generalmente se
le adjudica, pues de otro modo no se explica bien que el enmendador altere la lección original del
códice a «Fernando» y no a «Alfonso» por Alfonso XI, quien supuestamente encargó la reforma
del códice. El comportamiento de los otros testimonios de la CPSF ante esta variante es el
siguiente: C ofrece el pasaje completo omitiendo el nombre del monarca reinante: «…andan oy
en dia con este nuestro señor el rrey que los mantiene» (fol. 25rb). U’ termina su actualización
con «e del aca andudieron siempre ayuntados en vno» (fols. 134r-v) y suprime la frase final (a
partir de «e andan oy en dia…»). López de Cortegana elimina la última oración y concluye el
pasaje: «assi se juntaron otra vez en este noble rey don Fernando el tercero» (Corónica, fol. 10va).
En cuanto a la familia NJU, resume la totalidad del pasaje ofreciendo simplemente: «et dende
adelante fue este rrey en vno llamado rrey de Castilla e de Leon» (J, fol. 434va).
crónica particular de san fernando
301
ZZ
O
etapa textual del relato sobre el rey Santo previa al antecedente de E2f,
D, S, Ss, NUJ y C20R. La tradición de la CPSF remitiría entonces a una
«crónica general» en la que figuraban todos los elementos típicos de la
obra (materia de la «cabalgada de Jerez» y la conquista de Córdoba y
«Seguimiento del Toledano»), excepto la omisión del capítulo del entierro de Enrique I. Dicho arquetipo habría sido, por tanto, un texto de
características similares a Br, Ta y U’, esto es, un ejemplar de Crónica
manuelina sin los errores de Br y Ta. Por su parte, E2f, D, S, Ss, etc.
habrían heredado un subarquetipo, cuyo formador se habría limitado a
segregar de la «crónica general» la materia dedicada a Fernando III y a
suprimir el capítulo del sepelio de Enrique I, los dos rasgos que definían
al texto como una «crónica particular».
AL
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Crónica manuelina
Crónica particular de San Fernando
Br, Ta,
Cr. abr., edición
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U’, C
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ID
EL
G
Crónica manuelina
*E2f
E2f, S
D
Ss
NUJ/C20R
[Gráfico 3]
El anterior modelo es hipotético y habría de ser comprobado mediante
una colación exhaustiva de los testimonios. En mi examen parcial he
detectado numerosas lecciones exclusivas de U’ y C, aunque en ningún
caso claramente superiores a las del resto de la tradición, lo que lleva a
tratar con cautela el último modelo propuesto (Gráfico 3) y aceptar provisionalmente la existencia en la familia de la Crónica manuelina de una
partición en cuanto a su comportamiento ante la CPSF (Gráfico 2).
Antes de cerrar este apartado resulta de rigor dejar constancia de un
dato que no es coherente con los dos últimos stemmata propuestos (Gráficos 2 y 3). Se trata del comportamiento de los testimonios de la Crónica
manuelina ante la lección, ya mencionada, relativa a la identidad del
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«infante» protagonista de la «cabalgada de Jerez». U’ y la Crónica abreviada 111 concuerdan con la mayoría de testimonios de la CPSF (E2f, D,
S, Ss, NUJ y la C20R) y leen que el infante era «fijo» del rey (i.e. el
futuro Alfonso X), mientras que C (supuestamente en la misma rama que
U’) coincide con Br, Ta y la edición sevillana 112 en ofrecer «hermano»
(i.e., Alfonso de Molina). Este comportamiento podría ser explicado aceptando «fijo» como lección del arquetipo (pese a no concordar el dato con
la información de Lucas de Tuy) 113, y suponiendo que hubo sendas intervenciones independientes (sustitución de «fijo» por «hermano») que
afectaron a las dos ramas de la tradición de la Crónica manuelina, es decir,
un escriba, conocedor, tal vez, de la obra de Lucas de Tuy, reemplazó
«fijo» por «hermano» en el texto del que se derivan Br, Ta y la edición,
y otro escriba (¿o el mismo?) introdujo idéntica enmienda en C (o en
alguno de sus antecesores).
La anterior variante es ilustrativa de la problemática asociada a la tradición de la CPSF y las dificultades que afronta la elaboración de una
edición crítica de la obra. La riqueza de su tradición no impide que el
texto exhiba una notable estabilidad y no haya divergencias de consideración entre unos testimonios y otros. Con todo, la restitución del arquetipo de la crónica tropieza con el escollo de la posible presencia de interferencias entre sus diversas familias (ya se ha comentado, por ejemplo, la
posibilidad de que E2f colacione dos prototipos en su sección inicial).
Dicha posibilidad es prácticamente una certeza en el caso de una obra
como ésta, de amplia circulación y transmitida a menudo en los cuadernos finales de voluminosos códices cronísticos, esto es, la sección del
ejemplar más expuesta a sufrir pérdidas de folios. Como es sabido, las
111. Juan Manuel, III.260, 798.
112. López de Cortegana, fol. 11ra.
113. Es más que probable que «fijo» fuese la lección del arquetipo de la CPSF. El «infante»
descrito en el relato era muy joven, casi un niño, lo cual casa mejor con los nueve años que el
futuro Alfonso X cumplió en 1231, fecha de la batalla, que con los 29 de don Alfonso de Molina:
«mando a don Aluar Perez de Castro el Castellano que fuesse con el para guarda del infante et
por cabdiello de la hueste, ca el infant era muy moço aun et non era tan esforçado» (PCG, cap.
1040, 724b26-30). Ello no significa que los historiadores modernos deban dar más crédito a la
versión de la crónica romance que a la del Chronicon mundi, como hace, por ejemplo, Gonzalo Martínez Díaz («La conquista», 634). Sí cabe preguntarse por las razones que llevaron al autor de la
CPSF a atribuir los hechos al futuro rey Sabio y negar al tío de éste la gloria de haber participado
en la batalla. No parece plausible que desconociese la identidad de Alfonso de Molina, según
sugiere Catalán (De Alfonso X, 80), pues lo nombra al narrar la muerte del rey (PCG, cap. 1131,
772b31). ¿Habremos, tal vez, de pensar que los capítulos dedicados a la «cabalgada de Jerez»
heredan un relato propagandístico pro-alfonsí?
crónica particular de san fernando
303
lagunas resultantes solían ser solventadas por los escribas medievales
recurriendo a otros ejemplares de la misma obra o de una obra similar.
De este comportamiento hay indicios en el manuscrito D 114 y no sería de
extrañar que otros testimonios transmitan lecturas contaminadas.
Valor historiográfico de la CPSF
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Los comentaristas de la CPSF se han centrado en sus elementos novelescos, cuya presencia suelen relacionar con el sesgo aristocrático que
habría guiado su composición. La lectura de Leonardo Funes, ya mencionada, contempla la crónica como partícipe de un discurso histórico enunciado por y para la nobleza castellana, caracterizado, en el plano formal,
por fragmentar la continuidad del relato en episodios estructuralmente
autónomos de mínima o nula relevancia para la «gran narrativa» de la
historia, pero que funcionan como índice de conductas y valores asociados
al código caballeresco. A dicho enfoque se atendría, por ejemplo, el relato
del asedio de Sevilla, cuyos elementos estrictamente historiográficos (en
especial, la atención a la cronología como criterio ordenador del relato)
quedan en segundo plano, subordinados a los literarios o anecdóticos. El
formato cronístico típico de la historiografía regia daría paso así a una
historia entendida como colección de «exemplos» ilustrativos de las cualidades demostradas por los nobles tanto en su trato con el monarca como
en los enfrentamientos bélicos con los moros sevillanos 115.
114. El escriba de D interrumpe el relato en medio del relato de una «espolonada» de Lorenzo
Suárez (cf. PCG, cap. 1107, 760a40) y anuncia: «aqui çesa esta estoria por estar rrota vna foja del
original e deuengo conseguidamente a esta otra estoria cuyo capitulo e comienço falta otrosi en el
original»; a continuación empieza un nuevo párrafo perteneciente al capítulo siguiente: «Auie vna
puente sobre barcas» (D, fol. 36r cf. PCG, cap. 1008, 760b49). El anuncio sugiere un cambio de
prototipo en el texto. También hay probabilidad de contaminación entre U’ y el grupo NUJ. Los
dos modelos no están vinculados a lo largo de la CPSF pero hacia el final de la obra parecen converger. En ambos el texto del último capítulo de la crónica (dedicado al duelo por la muerte de
Fernando) va seguido, sin solución de continuidad, con la nota de los milagros del rey para luego
abrir un nuevo párrafo perteneciente ya a la «Historia hasta 1288 dialogada» (Catalán, La «Estoria», 253 y n. 109), fuente de la que dependen para el reinado de Alfonso X y con la que enlazan
en el mismo punto: «Muerto este rrey bien aventurado don Ferrando e enterrado en la iglesia de
Sevilla commo avemos dicho, rregno en su lugar su fijo el rrey don Alfonso que fue noble rrey e
muy noble señor e non erro nin punto la nobleza nin la bondad del padre…» (U’, fol. 222va,
similar en NUJ).
115. Funes, «El lugar», 178-181. También Fernández Gallardo detecta en la obra «una cierta
incoherencia con respecto al propósito declarado, celebrar los hechos del rey Fernando, dado que
éste queda en realidad relegado a un segundo plano, en tanto que adquieren un destacado protagonismo Lorenzo Suárez y Garci Pérez de Vargas» («La Crónica particular», II, 216).
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La anterior línea de análisis tiene el inconveniente, a mi juicio, de
detenerse exclusivamente en los episodios caballerescos (especialmente los
protagonizados por Lorenzo Suárez y por los hermanos Garci y Diego
Pérez de Vargas), cuyo carácter no me parece representativo de la totalidad de la obra. Más bien cabe calificar a dichos episodios de digresiones
respecto a un relato bastante informado y bien construido de las conquistas andaluzas de Fernando III 116. Encuentro significativo, por ejemplo,
que a propósito de la primera aparición del caballero Diego Pérez de
Vargas (en medio del episodio de la «cabalgada de Jerez») el narrador se
sienta obligado a intervenir para justificar la inclusión en la crónica regia
de lo que él llama «aventuras de caballería» alegando en su descargo el
conocido topos del propósito didáctico de la historia y el deber del historiador de ofrecer «exemplos» de buenas y malas acciones.
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Mas porque entre ellos ouo vn cauallero que auia nonbre Diego Perez de Uargas
– et era uasallo de don Aluaro, et era de Toledo – a que acaesçio vna auentura de
caualleria que paresçe commo fecho de gran ardidez, queremos este su fecho aqui
poner ya […] Et de los acaemientos de algunos de los fechos deste cauallero contara
la estoria adelante en algunos logares, alli o veniere su razon; ca es razon, a los que
bien fezieren, de gelo razonar omne siempre desa guisa que lo fezieron; et a los que
mal, siempre desa guisa que los sus fechos fueren 117.
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Más adelante, otra intervención del narrador al inicio de un capítulo
me resulta especialmente indicativa:
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Siguiendo la estoria de las rrazones de los grandes fechos del rey don Fernando
egualmiente, por non entrellinar otras razones de los fechos de entre medias, yrla
emos leuantando asi fasta cabo; onde fize la estoria […] 118.
La implicación aquí pudiera ser que hasta ese punto la labor del cronista había consistido en interpolar (entrelinear) diversos episodios secundarios a un relato principal de los «grandes fechos del rey don Fernando».
Es ciertamente posible detectar un contraste estilístico entre el exceso
verbal exhibido en ciertas secciones de la crónica (por ejemplo, las intervenciones de la voz narrativa o los capítulos finales) y el sobrio registro
116. La idea de que las aventuras de Garci Pérez de Vargas y los otros episodios nobiliarios van
integrados en un relato cronístico previo parece hallarse implícita en el análisis de Funes, quien
afirma: «nos encontramos ante verdaderos cuentos, pues poseen todas las marcas necesarias para
revestir una mayor autonomía con respecto al relato que los engloba» («El lugar», 180, mi cursiva).
117. PCG, cap. 1044, 728a3-9 y a47-b4.
118. Ibid., cap. 1078, 750a17-20.
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historiográfico que adopta el relato de las actividades del rey durante la
conquista de Andalucía. El relato presenta además una notable plausibilidad y veracidad histórica, especialmente en lo relativo a los años posteriores a la conquista de Córdoba y anteriores al comienzo del cerco de Sevilla
(1236-1247) y constituye, de hecho, la principal fuente narrativa con la
que cuentan los historiadores de dicho periodo. Con la excepción del episodio de la «cabalgada de Jerez», se evita hacer referencia a intervenciones
sobrenaturales en las batallas y las victorias cristianas son atribuidas al
valor de los castellanos y a las eficaces decisiones estratégicas tomadas por
el monarca tras consultar con sus consejeros, especialmente, el maestre de
Santiago don Pelayo Correa 119. El narrador es conocedor de la geografía
andaluza y está familiarizado con los nombres y las acciones de los principales personajes, moros y cristianos, de la época. No asigna fechas a los
acontecimientos (con la excepción de la conquista de Sevilla en 1248),
aunque consigna a veces la duración temporal de determinados sucesos 120,
y lo narrado es coherente y complementario al itinerario del monarca tal y
como éste puede ser reconstruido a partir de los documentos. Sirvan los
siguientes ejemplos como ilustración de la veracidad del relato.
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• Tras narrar la primera vez que Fernando III marchó de Castilla a la
frontera con posterioridad a la toma de Córdoba en 1236, se nos dice que
el rey permaneció trece meses en Córdoba para dirigirse luego a Toledo y,
más adelante, a Burgos 121, itinerario ajustado al plasmado en los docu-
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119. El tema del consilium nobiliario al monarca es recurrente en la crónica, que en su retrato
del maestre Pelayo Correa nos presenta el ejemplo paradigmático del buen consejero (véase, sobre
todo, PCG, cap. 1071). Con todo, la decisión clave que propicia la conquista de Sevilla (permanecer en la frontera y no volver a Castilla tras la muerte de doña Berenguela) la tomará el rey Fernando a solas tras deliberar «en su coraçon» y sin consultar con sus consejeros (PCG, cap. 1074).
Pelayo Correa es también protagonista destacado de la «continuación» a la versión romance del
Chronicon mundi de Lucas de Tuy publicada por Julio Puyol en 1926 (436-439). Cabe suponer que
ambos textos («Seguimiento del Toledano» y «Continuación del Tudense») recojan tradiciones
orales sobre las hazañas del portugués en la frontera.
120. Las referencias temporales son bastante frecuentes y precisas en la primera parte del
«Seguimiento». Cito algunos ejemplos según la paginación de la PCG: «ouo y nueuas otrosi de
commo estauan [los cristianos en Córdoba] en grant afrenta de fanbre. Esto fue en la semana de
Ramos» (737b23-25); «conplidos los treze meses, salio de Cordoua et tornose para Toledo»
(740b39-41); «entro en el alcaçar [de Arjona], et moro y dos dias» (743a44-45); «veynte dias
estudo el rey don Fernando desa vez sobre la villa de Granada» (743b26-27); «moraron y [en
Pozuelo] seys semanas» (745a31); «ocho meses moro y el rey don Fernando en Jahen desque la
ouo ganada» (747a14-16); «quando el rey a Carmona llego, la hueste auia çinco dias que llegara»,
(749a5-6). Por el contrario, el relato del asedio de Sevilla no suele ofrecer otra conexión temporal
entre sus episodios que un vago «otro día» según observa Funes («El lugar», 180).
121. PCG, cap. 1057.
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mentos expedidos por la cancillería castellana durante el periodo desde el
9 de julio de 1240 hasta el 21 de julio de 1241122.
• La disputa entre el rey y su alférez Diego López de Haro a la que
van dedicados los dos capítulos siguientes 123 viene confirmada por la
desaparición del noble entre los confirmantes de los diplomas regios.
«Didacus Lupi de Faro, alferiz domini regi» figura por última vez en un
privilegio del 21 de Julio de 1241 124 y sólo reaparece a partir de un
documento fechado el 18 de febrero de 1243 125.
• Más adelante el rey se encuentra de nuevo en Córdoba, donde le
llega la noticia de la entrega de Mula, en la región murciana, a su hijo el
infante don Alfonso 126. Fernando también recibe nuevas de que doña
Berenguela ha salido de Toledo a entrevistarse con él. El rey sale al
encuentro de su madre y, tras cruzar el puerto del Muradal, celebra con
ella vistas en Pozuelo 127, la última vez que, según apunta el cronista,
madre e hijo se vieron. Todo ello va de acuerdo con la secuencia documental: Fernando pasó en Córdoba el invierno de 1244-1445128 pero el
12 de abril de 1245 se encontraba en Pozuelo, donde firmó una carta de
donación del castillo de Alcocer a la Orden de Alcántara 129.
• En contraste con su pormenorizado relato del cerco de Sevilla, el
cronista da cuenta muy somera de las acciones militares asociadas al
asedio y conquista de Jaén 130, limitándose a reseñar que fue una campaña
larga y especialmente dura como consecuencia de los rigores del
invierno 131. Dicho comentario está de acuerdo con el periodo de siete
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122. González, Reinado, III, 206-217, docs. 665-673 (Córdoba, 9 jul. 1240-10 mar. 1241),
218-228, docs. 676-680 (Toledo, 8-25 abril), 229-230, doc. 681 (Madrid, 30 abril), y 232-237,
docs. 684-686 (Burgos, 29 junio-21 julio 1241).
123. PCG, caps. 1058-1059.
124. González, Reinado, III, 234, doc. 685; 256, doc. 705.
125. La ruptura entre el rey y Diego López de Haro fue posterior a julio de 1241 y anterior
al 3 febrero de 1242, pues en el privilegio otorgado en la última fecha consta que el cargo de alférez había quedado vacante («Alferezia vacat») (González, Reinado, III, 239, doc. 690). La misma
fórmula reaparece en un diploma del 20 de marzo (ibid., 243, doc. 693). La alferecía fue luego
ejercida por el infante heredero don Alfonso, quien confirmó con ese título («Infans dompnus
Alfonsus, primogenitus domini regis, alferiz regis») sendos documentos del 21 y del 22 de agosto
(ibid., 249-250, docs. 700 y 701).
126. Los Anales Toledanos Segundos fechan la conquista de Lorca y Mula en 1244, datación que
se ajusta a la secuencia de acontecimientos que dibuja la crónica (Enrique Flórez, España Sagrada,
XXIII, 409). Berenguela falleció en noviembre de 1246 (vid. n. 136 infra).
127. Al mencionar la localidad de Pozuelo aclara: «que a agora nonbre Villa Real, que fizo y
grant villa depues a tiempo el rey don Alfonso su fijo», PCG, cap. 1067, 745a24-27.
128. González, Reinado, III, 281-285, docs. 723-725 (18 nov. 1244-20 feb. 1245).
129. Ibid., 285-287, doc. 726.
130. PCG, cap. 1069.
131. «[E]t çercola et començo a estar y aturadamiente, con muy fuerte tiempo que fazie de
crónica particular de san fernando
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meses, incluyendo el invierno de 1245-1246, cubierto por los documentos firmados por Fernando «in exercitu apud Jaen» 132. Otros pormenores
de la crónica relativos a la conquista de Jaén se encuentran también
corroborados por la evidencia documental 133.
• El resto del itinerario de Fernando III descrito por la crónica, desde
su salida de Jaén, una vez conquistada la ciudad, hasta el inicio del
asedio de Sevilla, es muy verosímil y no se aparta de la secuencia documental 134. Es muy factible, por ejemplo, que Fernando emprendiera
desde Córdoba una incursión militar por tierras de Al-Ándalus anterior
a la campaña en la que se entregaría Sevilla y que en el curso de esa
expedición, mientras se encontraba en Alcalá de Guadaíra, recibiese la
noticia de la muerte de su madre 135, ya que la reina falleció el 8 de
noviembre de 1246 y los diplomas fechados en Córdoba durante el
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frios et de muy grandes aguas, ca era en medio del ynuierno (…) et la manera en commo se los
fechos todos y acaesçieron non diremos, ca se alongarie mucho la estoria» (PCG, 745b-746a).
132. González, Reinado, III, 287-303, docs. 728-735 (8 ag. 1245-28 feb. 1246).
133. Por ejemplo, el cronista afirma que tras la conquista Fernando permaneció en la ciudad
ocho meses, no lejos de los cinco o seis meses que revela la secuencia de documentos expedidos
«in Jaen» (González, Reinado, III, 303-308, docs. 736-742 [31 mar.-28 ag. 1246]). Los diplomas
firmados durante el periodo giennense, tanto antes de la conquista, el 31 de diciembre de 1245
(ibid., 290-295, docs. 730 y 731), como después, el 28 de agosto de 1246 (ibid., 307, doc. 745)
tienen entre los confirmantes a don Gutierre Ruiz, obispo electo de Córdoba de 1245 a 1249,
quien, según asegura la crónica, fue el encargado de cantar misa tras la entrada de los cristianos
en la ciudad (PCG, cap. 1071, 747a4). En otro documento, firmado en Jaén el 13 de abril de
1246 (ibid., 305, doc. 739) figura la siguiente referencia a la rendición de Jaén y al vasallaje prestado por el rey de Granada: «Facta carta apud Jahennum, rege exp., XIII die Aprilis, era Ma CCa
LXXXa, quarta, eo uidelicet anno quo rex Granate factus est vasallus regis Castelle et osculatus
est manus euis et in signum dominii Jahennum tradidit illi». De este «micro-relato», u otro
similar, parece hacerse eco la crónica: «vinose meter derechamiente en su poder del rey don Fernando et en la su merçed, et besol la mano et tornose su uasallo en esta guisa, que feziese del et
de su tierra lo que fazer quisiese; et entregol luego Jahen» (PCG, cap. 1070, 746b1-6). Por
último, el «don Ordonno» a quien, según el cronista nos cuenta, dejó Fernando como alcaide de
Jaén tras su partida de la ciudad, es don Ordoño Álvarez «de las Asturias», eclesiástico proveniente de un importante linaje, que ocupó cargos importantes cargos en las cortes de Alfonso IX
y Fernando III (González, Reinado, I, 170-171).
134. La crónica registra el siguiente itinerario de Fernando tras la conquista de Jaén (PCG,
caps. 1072-1078): de (i) Jaén a (ii) Córdoba, desde donde dirige una incursión por la región de
Carmona; vuelta a (iii) Córdoba y de allí de nuevo a (iv) Jaén, donde ultima los preparativos del
asedio con Ramón Bonifaz; nueva marcha a (v) Córdoba, donde le esperan los maestres de las
órdenes militares y desde donde emprende la campaña preliminar que culminará en el asentamiento del asedio de (vi) Sevilla. Obsérvese la adecuación del relato a la secuencia de documentos
editados por González (Reinado, III, 306-313): (i) doc. 742: Jaén, 28 ag. 1246; (ii) docs. 743 y
744: Córdoba, 15 sep. 1246; (iii) doc. 745: Córdoba, 24 dic. 1246 (obsérvese el hiato de tres
meses entre los documentos 743-744 y el 745), (iv) doc. 745: Jaén, 15 mar. 1247; (v) [no hay
documento]; (vi) doc. 747: «in exercitu prope Sibillam», 26 jul. 1247.
135. PCG, caps. 1072-1073.
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otoño-invierno de ese año dejan un hiato que abarca desde el 15 septiembre hasta el 24 de diciembre de 1246 136.
• Por último, tenemos constancia de la donación de Reina a la orden
de Uclés mencionada en la crónica 137 por un privilegio fechado en Jaén
el 13 de abril de 1246 por el que el rey concedió a la orden de Santiago
y a su Maestre Pelayo Correa la villa y el castillo de Reina que aún estaban por conquistar 138.
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Lo dicho hasta ahora es igualmente aplicable a la macro-secuencia del
cerco de Sevilla, sección que Funes califica de «anecdotario» o amalgama
de cuentos inconexos cuya ideología responde «a la reducida escala del
ideal caballeresco» 139. Resulta justificado preguntarse, sin embargo, si la
estructura episódica del relato no sería la respuesta de un historiador
comprometido con los hechos ante el desafío de construir la narración de
lo que fue, no una batalla campal, sino una lenta guerra de desgaste (de
julio de 1247 a diciembre de 1248) luchada en múltiples frentes por
diversos participantes. De hecho, el conocimiento que demuestra el cronista hasta de los más nimios incidentes y escaramuzas permitiría plantear que el autor del relato hubiese consultado un diario de campaña
escrito por un testigo presencial de los hechos o por alguien con acceso a
testimonios del tiempo de la conquista.
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• El narrador se muestra enterado de los movimientos y composición
del ejército castellano, y describe de manera plausible su disposición
estratégica en el asedio: mientras las naves de Ramón Bonifaz bloqueaban
el Guadalquivir tras derrotar a la flota de socorro enviada desde Marruecos, la hueste del rey y las Órdenes de Calatrava y Alcántara acampaban
en Tablada y el Maestre Pelayo Correa y los monjes de Santiago cruzaban
el río y se asentaban en el Aznalfarax 140.
• Menciona con familiaridad las acciones de personajes relevantes en
la primera mitad del siglo XIII, pero probablemente algo ya lejanos en la
memoria de las generaciones de las primeras décadas del XIV, cuya par136. González, Reinado, III, 308-311, docs. 745 y 745. De la fecha de la muerte de la reina
informa Enrique Flórez según figuraba en un Calendario de las Huelgas de Burgos que conoció el
autor. El mismo autor menciona un privilegio de Fernando III firmado en Córdoba el 26 de septiembre dado «con otorgamiento de la reyna Doña Berenguela, mi madre, en uno con la Reyna
Doña Joana, mi mujer» (Memorias, 472).
137. PCG, cap. 1075, 749a25-26.
138. González, Reinado, III, 304-305, doc. 739.
139. «El lugar», 181.
140. PCG, caps. 1079-1083 cf. González, El reinado, I, 375-383.
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ticipación en el cerco de Sevilla está corroborada por fuentes documentales. Así, por ejemplo, dedica dos capítulos 141 a las acciones del prior del
Hospital Fernán Ruiz, e informa de la presencia en el sitio de Sevilla del
arzobispo de Santiago Juan Arias 142, quien según se nos dice, cayó
enfermo y hubo de volver a su tierra 143.
• Informa de la llegada al cerco del infante don Alfonso procedente de
Murcia acompañado de tropas aragonesas enviadas por Jaime I, por las
que el cronista muestra cierta antipatía 144.
• En su relato de la capitulación de Sevilla, consigna la fecha de
entrega del alcázar, el 23 de noviembre, día de San Clemente 145, y la distingue de la fecha de la entrada solemne en la ciudad un mes después, el
22 de diciembre, fiesta de la traslación de los restos de Isidoro a León
según el calendario mozárabe 146. En el mismo capítulo informa que la
primera misa volvió a ser oficiada por don Gutierre, «vn noble perlado
que era eleyto de Toledo» 147, haciendo alusión así a Gutierre Ruiz de
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141. PCG, caps. 1076 y 1099.
142. Ibid., caps. 1113-1117.
143. La presencia de Fernán Ruiz en el cerco de Sevilla la avala una carta fechada en Sevilla el
28 de diciembre de 1248 (esto es, unos días después de la entrada solemne referida en la crónica),
por la que el infante don Alfonso dona a perpetuidad la iglesia de San Juan del Real de Murcia a
la Orden del Hospital de San Juan y a su prior («a bos don Fernando Ruiz, que sodes prior del
Hospital en el regno de Castilla») (Serra Ruiz, «La Orden de San Juan», 567). Por su parte, Juan
Arias participó en la campaña sevillana, aunque no desde sus comienzos, ya que su firma («Ioannes, Compostellane sedis archiepiscopus») sólo figura en los documentos expedidos en el sitio de
Sevilla a partir del 5 de enero de 1248 (González, Reinado, III, 315, doc. 751).
144. PCG, cap. 1102. De acuerdo con el cronista, el infante y los aragoneses posaron «en un
oliuar cabo de la villa» (758b13) y, tras la llegada de estos refuerzos, el rey decidió trasladar el
campamento de Tablada a las cercanías de la ciudad para estrechar el cerco.
145. PCG, cap. 1123.
146. Ibid., cap. 1125. La conquista de Sevilla todavía se conmemora el 23 de noviembre, día
de san Clemente y cumpleaños del infante don Alfonso. Ésa es la fecha en la que, según la crónica, se firmó el acuerdo de rendición que establecía la entrega del alcázar (PCG, cap. 1123) y
daba un mes de plazo a los sevillanos para vender sus posesiones y abandonar la ciudad (PCG, cap.
1124). Me parece muy plausible que la entrega de las llaves, la entrada oficial y la solemne procesión «de obispos et de toda la clerezia et de todas las otras gentes» (PCG, cap. 1125, 767b2022) tuviesen lugar, como informa el cronista, el 22 de diciembre, festividad isidoriana cuyas connotaciones simbólicas no habrían pasado desapercibidas a los conquistadores. Esta cronología se
ajusta además a los datos documentales. El 24 de noviembre Fernando dirigió a Jaime I una carta
fechada «apud Sibillam» para solicitarle aplazar la boda de sus hijos por encontrarse muy ocupado
en esos momentos «in hac nova adquisitione Sibile» (González, Reinado, III, 339-340 [doc. 769]).
Sin embargo, el grueso de las huestes cristianas todavía debía hallarse fuera de las murallas de la
ciudad, a la espera de que saliesen sus habitantes. Así lo sugiere que las cartas fechadas el 24 de
noviembre y en diciembre de 1248 que el infante Alfonso dirigió a sus futuros suegros aragoneses
a propósito de la boda fueran firmadas en el real sobre Sevilla, mientras que la carta de donación
al prior del Hospital confirmada por el infante Alfonso el 28 de diciembre ya va fechada en la
ciudad (Manuel González Jiménez et al., Documentación, 99, docs. 30, 31 y 32).
147. PCG, 767b29-30.
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Olea, cuya presencia en Sevilla y su condición de titular del arzobispado
toledano en aquellos momentos vienen refrendadas por Guillermo Pérez
de la Calzada en sus Rithmi de Iulia Romulea seu Ispalensi urbe 148.
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Interesa detenerse brevemente en el capítulo que la CPSF dedica al
asedio y toma de Córdoba 149 reemplazando el texto original, traducción
del DRH 150, propio de la Versión amplificada, cuyo único testimonio es el
manuscrito F. El nuevo capítulo depende en ocasiones del relato de la
Versión amplificada pero lo expande considerablemente. Ofrece, por ejemplo, una versión más pormenorizada que la del arzobispo del episodio de
los almogávares que escalaron la muralla de Córdoba, procedente tal vez
de tradiciones orales cordobesas, e incluye un extenso relato centrado en
la figura de Lorenzo Suárez Gallinato, cuyos rasgos se ajustan al modelo
«exemplar» típico de la historiografía nobiliaria identificado por Funes.
Se nos cuenta así que Lorenzo Suárez, a quien Fernando había desterrado
«por malfetrías que feziera», se había puesto al servicio de Abenhut (Ibn
Hud) y se encontraba entre las tropas con las que el musulmán había
acudido desde Murcia para acorrer a los sitiados cordobeses. Al final, la
intervención del noble resulta decisiva para la victoria cristiana pues,
según nos cuenta el cronista, prevaleció en él la lealtad a su señor natural
y propició mediante un engaño la retirada del ejército del emir musulmán. Con todo, el capítulo dista de ser una mera expansión novelesca del
Toledano y conviene reseñar, por el contrario, su historicidad general y la
coincidencia entre algunos de los datos proporcionados y la versión que
de los mismos sucesos aportan otras fuentes narrativas, en concreto, la
Chronica regum Castelae (1237) atribuida a Juan de Osma. Tanto la crónica
romance como la del canciller de Fernando III especifican que el monarca
se encontraba en Benavente cuando le llegaron las nuevas de los acontecimientos cordobeses, mientras el arzobispo sólo informaba de la presencia del rey en León. La crónica latina registra la expedición de Ibn Hud
desde Murcia, y la presencia de su ejército en Écija, y parece aludir al
relato de Lorenzo Suárez propio de la obra romance cuando refiere que
entre las tropas del emir había mercenarios cristianos «que seruiebant ei
148. «Astitit Guterrius, primas Toletanus, / Nestor in consilio, in armis Ispanus» (Rocío
Carande Herrero, ed., 205). Este «don Gutierre», arzobispo de Toledo, es el mismo «don Gutierre
obispo de Córdoba», quien antes de su elección al arzobispado toledano en 1249, había cantado
la primera misa tras la toma de Jaén, según informaba la crónica (PCG, cap. 1071, 747a4). Véase
Iluminado Sanz Sancho, «Episcopologio», 26-29.
149. PCG, cap. 1046.
150. Férnández Valverde, ed., IX.16, 297-298.
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pro stipendiis suis». Las razones de la retirada de Ibn Hud del sitio de
Córdoba difieren en una crónica y en otra, aunque la alusión del texto en
latín a que el musulmán se retiró con sus huestes a Sevilla fingiendo
«quasdam causas uanas et falsas» vuelva a traernos ecos lejanos de la
argucia de Lorenzo Suárez 151.
Estas coincidencias parciales entre la Chronica regum Castelae y la CPSF
en absoluto llevan a plantear que la segunda obra tenga presente a la primera pero sí justificarían pensar que exista algún tipo de fuente escrita
común a ambas, más allá de los hechos históricos (la res gestae). De hecho,
no encuentro otra explicación para dichas coincidencias ni para el conocimiento del itinerario del rey revelado por el autor de la crónica romance,
que suponer que éste tuvo acceso a documentos de época de Fernando III,
tal vez el mismo material cancilleresco del que dispuso Juan de Osma, a
partir de cuya consulta pudo reconstruir el relato de los hechos siguiendo
una técnica análoga a la que en el primer tercio del siglo XIII había
empleado el canciller 152. Dicha construcción historiográfica a partir de
fuentes documentales pudiera ser obra «de nueva planta» del autor que
en época de Fernando IV compuso el texto de la CPSF que conocemos.
Sin embargo, encuentro más plausible que dicho autor de principios del
XIV heredase un narración preexistente y, en este sentido, cabe sospechar
que las repetidas alusiones del narrador a una «estoria» no sean un mero
recurso retórico, y que el texto de la CPSF verdaderamente esté reescribiendo una historia previa dedicada a Fernando III distinta, y más completa, que la de Jiménez de Rada. Resulta oportuno recordar aquí que
dentro de la tradición cronística post-alfonsí contamos con otra narración
dedicada a Fernando III que presenta características análogas a la CPSF
en cuanto a su relación con las fuentes latinas: se nutre en ocasiones del
DRH pero ofrece datos ajenos al Toledano y que figuran, a veces, en la
Chronica regum Castelae, sin estar basada en esta obra. Se trata de la Cró-
151. «His auditis, Auehut, rex Maurorum, cum esset in partibus Murcie, turbatus est et
tactus dolore cordis intrinsecus, collecta multitudine quatuor uel quinque milium et multitudine
electorum peditum tiginti milium, cum magna festinancia uenit Astigi. Erant preterea cum
Auehuc Christiani milites nobiles fereducenti, que seruiebant ei pro stipendiis suis […] Memoratus uero rex Maurorum cum quadam parte sui exercitus, dimissa reliqua multitudine, iuit Ispalim, fingens quasdam causas uanas et falsas, propter quas de Astigi recedebat». (Luis Charlo Brea,
ed., «Chronica latina», 113-114).
152. Acerca de la actividad cancilleresca durante los reinados de Alfonso VIII y Fernando III
y su relación con la historiografía del periodo véase la obra de Amaia Arizaleta, Les clercs au palais.
Sobre las estrategias narrativas puestas en práctica por Juan de Osma y su uso de documentación
véanse los trabajos de Ana Rodríguez, «La preciosa transmisión» y Peter Linehan, «Juan de Soria».
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nica de Castilla, cuya sección final dedicada a Fernando III cubre la primera parte del reinado, desde 1225, año de su proclamación como rey de
Castilla, hasta 1230 fecha de su subida al trono de León. Este comportamiento análogo ante el Toledano que presentan la Crónica de Castilla y la
CPSF llevó a Julio González a suponer que ambas obras compartían un
mismo relato historiográfico dedicado a Fernando III, que una aprovechó
en el periodo 1225-1230 y la otra en el periodo 1236-1248 153. Encuentro esta hipótesis muy atractiva aunque, de ser cierta, hay razones para
dudar que dicha «fuente perdida» fuese, como asume González, una
*Estoria de los grandes fechos del rey don Fernando, es decir, un relato circunscrito al reinado de Fernando III, ya que el peculiar perfil compilatorio que la Crónica de Castilla comparte con la CPSF ya lo venía presentando la primera crónica en su relato de los reinados anteriores al de Fernando III. En efecto, a lo largo de toda su sección final, a partir del reinado de Alfonso VII en adelante, la Crónica de Castilla se aparta progresivamente de la Versión amplificada (con la que anteriormente estaba
emparentada) hasta ofrecer un relato cuyo enfoque compilatorio es radicalmente distinto al del texto sanchino. Mientras la Versión amplificada (y
las crónicas a ella vinculadas) ofrecen, desde el reinado de Alfonso VIII en
adelante, una mera traducción amplificada de la obra de Jiménez de
Rada, el compilador de la Crónica de Castilla consulta el texto del arzobispo pero no lo reproduce literalmente, sino que lo enriquece y, en ocasiones, lo enmienda, proporcionando datos y pormenores ajenos a los
otros testimonios cronísticos romances pero presentes, a veces, en la Chronica regum Castelae y cuya veracidad va avalada por la documentación de
la cancillería castellana 154. La singularidad de la Crónica de Castilla,
patente ya en la sección sobre Alfonso VIII, es aún más acusada en las
dedicadas a Enrique I y, como acabamos de señalar, a Fernando III. Este
comportamiento de la Crónica de Castilla respecto al Toledano, y su similitud con el que exhibe la CPSF en su versión de la conquista de Córdoba
lleva a proponer la hipótesis de que el autor de la segunda obra se basó
en la sección final perdida de la primera (el relato correspondiente al
periodo posterior a la coronación de Fernando III en León) o, más probablemente, que ambas crónicas (Castilla y CPSF) heredaron una relato his-
153. González, Reinado, I, 41-44.
154. La excepción sería el relato sobre la minoría de Alfonso VIII recogido de manera independiente por la Crónica manuelina en la ya mencionada Historia menos atajante (véase mi trabajo
«Monumento», 33-35).
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toriográfico anterior que abarcaba, al menos, los reinados de Alfonso
VIII, Enrique I y Fernando III.
Se podría quizá ahondar un poco más en la identidad de ese hipotético
relato historiográfico perdido. Desde las investigaciones de Luís Filipe
Lindley Cintra 155 y Diego Catalán 156 sabemos que, a partir de los capítulos dedicados a Alfonso VII, el texto de la Crónica de Castilla está vinculado con el de la Versión crítica a partir de un antecedente que ambas
obras heredan y refunden, cada una por su cuenta. La factura de dicho
antecedente era, sin duda, alfonsí. Se trataba probablemente de un relato
en estado de borrador preparado por los colaboradores de Alfonso X con
vistas a su incorporación al texto de la Versión crítica. El empleo de este
borrador alfonsí por parte del autor de la Crónica de Castilla es seguro en
la sección en la que su relato coincide con el de la Versión crítica hasta el
final de ésta, en la noticia de la muerte de Fernando II de León 157. En un
trabajo reciente he argumentado que la dependencia del antecedente
alfonsí prosigue, con certeza, hasta el capítulo anterior al de la batalla de
Alarcos 158 y que tal vez se prolongue hasta el final del texto de la crónica
en la escena de la marcha de Fernando III a León para reclamar la corona
de León 159. De ser así, y en vista de los rasgos comunes observados entre
la Crónica de Castilla y la CPSF, cabría plantear, aunque los datos aportados son claramente insuficientes, que la obra dedicada a San Fernando
tenga como fuente un texto alfonsí y que su relato sea un vestigio de la
sección final perdida de la propia Estoria de España 160.
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155. Crónica geral, I, p. CCLXXXVI-CCCI.
156. De Alfonso X, 241-283
157. Rochwert-Zuili, ed., 308.
158. Ibid., 278.
159. Hijano Villegas, «Monumento», 42-44.
160. La Estoria de España no emplea documentación cancilleresca, sino que se limita a «ayuntar» fuentes cronísticas o genealógicas previas. Ello puede deberse a que ninguna de las dos versiones de la obra que han llegado hasta nosotros abarca el pasado reciente de Castilla (el texto conservado de la Versión crítica finaliza en mitad del reinado de Alfonso VIII, precisamente el
momento de formalización y profesionalización de la cancillería regia castellana). No resulta
impensable que los colaboradores alfonsíes hubiesen tenido planeado recurrir a documentos a fin
de historiar el periodo más reciente para el que no contaban con las fuentes latinas, especialmente
los últimos años de Fernando III (a partir de la conquista de Córdoba) y el propio reinado de
Alfonso X con el que iba a concluir la obra. Recuérdese, en este sentido, que Manuel González
Jiménez supone que la sección de la Crónica de Alfonso X dedicada a la rebelión «de Lerma»
(1272-1273), cuyo texto recoge verbatim cartas y documentos de la cámara regia, procede de un
relato alfonsí: «Se redactó, probablemente, durante la sublevación del infante don Sancho (12821284), a partir de la documentación conservada en la cámara regia, con la intención de facilitar a
Alfonso X un relato de otra revuelta en la que participaron muchos de los que ahora apoyaban al
infante» (Crónica de Alfonso X, p. xxxiii).
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Conclusión
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De acuerdo con las observaciones presentadas en el presente trabajo, la
CPSF sería un texto historiográfico de construcción bastante compleja.
Su formación durante el reinado de Fernando IV se inscribe, a mi juicio,
dentro de un proyecto historiográfico más amplio, cuyo resultado tal vez
fuese la variedad cronística que conocemos como Manuelina, encaminado
a perfeccionar el texto de la historia de los reyes castellanos de la Estoria
de España legado por la tradición sanchina (esto es, la Versión amplificada
de 1289), ofreciendo una versión «más cumplida» de los reinados de
Alfonso VIII y Fernando III que la que proporcionaba la historia de
Rodrigo Jiménez de Rada. Las innovaciones y actualizaciones al DRH
componen una narración cuyos contenidos ficcionales se insertan en una
crónica en ocasiones sorprendentemente rigurosa de la segunda mitad del
reinado de Fernando III (1236-1248). Dicho relato pudo ser fruto de una
labor de consulta de fuentes documentales realizada por un compilador
de época de Fernando IV. Sin embargo, se ha apuntado la posibilidad de
que dicho trabajo de investigación precediera a la compilación de principios del XIV y que ésta se nutra de un relato cronístico, quizás de factura
alfonsí 161, que abarcaba la totalidad del reinado Fernando III, aprovechado también por la Crónica de Castilla en su versión de los hechos del
rey Fernando durante los años 1217-1230. Es evidente que resulta imposible calibrar la intervención que el compilador del siglo XIV tuvo en su
hipotética crónica fuente, pero tal vez a él sean atribuibles tanto los elementos deícticos del discurso (los comentarios que anuncian el inicio del
«Seguimiento») como los episodios legendarios y novelescos (los «exem-
161. Debo puntualizar que mi propuesta de la presencia de una fuente alfonsí en la génesis de
la CPSF es conjetural y, con la evidencia disponible, indemostrable. Quede claro, en cualquier
caso, que de haber existido se habría tratado de un relato muy refundido y modificado por el
compilador del siglo XIV. De hecho, la crónica se muestra ambivalente hacia Alfonso X. Aunque
narra sus primeras victorias militares (PCG, cap. 1041-1044, 1060-1063 y1065), hay también
una indudable censura hacia su reinado en la célebre bendición condicional que el moribundo rey
Fernando dio a su heredero (PCG, cap. 1132, 772b16-773a4), un episodio del que don Juan
Manuel intentaría sacar partido político en su Libro de las armas. En conversación privada Leonardo Funes me señala otro posible ejemplo de hostilidad hacia Alfonso en el protagonismo que
el relato otorga a Pelayo Correa, a quien Alfonso acusó expresamente de ser el principal instigador
de la rebelión nobiliaria de 1271-1274 en la carta que dirigió a Fernando de la Cerda recogida en
la Crónica de Alfonso X (González Jiménez, ed. p. 145). El tratamiento crítico hacia la herencia
política del rey Sabio no entraña, sin embargo, una actitud contraria a los intereses de la monarquía castellana encarnada en la línea de sucesión de Sancho IV dadas las controvertidas circunstancias en las que éste subió al trono (véase, a este respecto, Georges Martin, «Alfonso X»).
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plos» nobiliarios) cuya incorporación a la crónica pudo estar animada por
el deseo de responder a las expectativas del público receptor.
Dejo para un futuro trabajo discutir de manera más extensa el entorno
de producción de la obra y su ideología. Valga reiterar que contemplo,
con reservas, a la corte regia castellana, esto es, la comunidad de parientes, magnates, y oficiales, clérigos y legos, que rodearon al rey Fernando
IV, como el espacio cultural en el que con más probabilidad se compuso
y, al menos en primera instancia, se difundió. En esa dirección apuntarían
algunas de las propuestas aquí presentadas. Así lo sugeriría, especialmente, el que el texto de la crónica implique el acceso a un archivo de
fondos documentales de época de Fernando III, cuya ubicación cabe
situar con más plausibilidad en el espacio regio que en una cancillería
señorial de principios del siglo XIV 162. Bastaría, sin embargo, con recordar la presencia de un manuscrito de CPSF en la cámara real castellana y
la incorporación de su texto a la «crónica oficial» del reino (es decir, los
códices E1 y E2 de la Estoria de España) cuya formación Alfonso XI
encargó a un partidario de la monarquía del calibre de Fernán Sánchez de
Valladolid, para avalar las credenciales regias de la obra y poner en duda
que haya en ella elementos ideológicos antagónicos hacia la monarquía de
la época. En cualquier caso, la cuestión de la ubicación de los centros de
la producción cronística castellana a principios del XIV, aunque importante, no me parece prioritaria a la hora de caracterizar la ideología de la
CPSF. En el contexto político del reinado de Fernando IV, cuando, sobre
todo a partir de 1305, se ha consumado el triunfo político de la
nobleza 163, no parece necesario postular la existencia de escritorios historiográficos nobiliarios, ya que los altos hombres dominan la corte regia y
el monarca, alejado de la influencia de María de Molina, parece haberse
convertido en mera figura testimonial bajo el control de personajes como
su tío el infante don Juan 164. Un entorno cortesano así, en el que la
nobleza buscó legitimarse adueñándose de los rituales y símbolos asociados al poder real para cambiar su significado, representa el caldo de cultivo adecuado para la puesta por escrito de relatos históricos que, como la
CPSF, recrean el imaginario aristocrático, mientras nominalmente suscriben un orden monárquico cuyos ejes formales son esencialmente idénti162. Funes, «Historiografía», 33-34.
163. Vid. César González Mínguez, «Fernando IV», 235. En este trabajo el investigador sintetiza su Fernando IV de Castilla, libro imprescindible para comprender las complejas luchas políticas que caracterizaron la historia castellana de finales del XIII y principios del XIV.
164. «Fernando IV», 238-241.
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cos a los del «molinismo» descrito por Gómez Redondo 165. De hecho,
pese su énfasis en lo aristocrático, la imagen fundamental con la que nos
deja la crónica es la del rey Fernando III como miles Christi, cuyo ardor
cruzado aglutina y activa a las fuerzas del reino en la acción reconquistadora. La presencia de un monarca con las cualidades de Fernando es la
condición necesaria para un contexto socio-político armonioso, del que
han desaparecido las fricciones con la nobleza y en el que todos los estamentos colaboran, cada uno consciente de su función, para el logro del
bien común de acuerdo con la voluntad divina. Así lo parece proponer la
crónica cuando al glosar las victorias de Fernando cita entre las razones
de sus meteóricas conquistas, la ayuda de Dios y la lealtad de sus vasallos
castellanos 166.
En la caracterización de la ideología de la CPSF, habríamos de hablar,
por tanto, de un feudalismo utópico de índole específicamente castellanista, formulado si no directamente por la monarquía de principios del
siglo XIV, sí en su nombre. Las relaciones socio-políticas postuladas por
este «monarquismo aristocrático», por emplear el término acuñado por
Diego Catalán 167, se distancian del absolutismo romanista de Alfonso X
para retornar al modelo formulado por los ideólogos de la monarquía castellana de la primera mitad del siglo XIII, cuya expresión historiográfica
más clara es la Historia de rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada.
Manuscritos citados168
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Crónica particular de San Fernando
D: Madrid, Biblioteca Nacional de España, 10273 (BETA manid 1274). Finales del
siglo XIV o principios del XV. 45 folios. Contenido: Fernando III = CPSF.
S: Madrid, Biblioteca Nacional, 9233 (BETA manid 1273). Finales del XIV o principios del XV. 126 folios. De Fernando III a Sancho IV = CPSF + Cr. Alfonso X
+ Cr. Sancho IV [incompleto por el final].
Estoria de España
E2: Escorial, X-i-4 (BETA manid 1007). Siglos XIII-XIV. 359 fols. De Pelayo a
Fernando III = Versión regia + Versión primitiva + Versión amplificada + «Interpolación cidiana» + Versión amplificada + CPSF.
165.
166.
167.
168.
Historia, II, 1239-1240.
PCG, cap. 1128, 769a38-b9.
Vid. «Monarquía».
Sobre la referencia «BETA manid», ver: http://bancroft.berkeley.edu/philobiblon/beta_es.htm
crónica particular de san fernando
317
F: Salamanca, Bibl. Universitaria, 2628 (BETA manid 1005). Siglo XV. 212 fols.
Contenido: De Fernando I a Fernando III = Versión mixta + «Interpolación
cidiana» + Versión amplificada [incompleto por el final].
I: Madrid, Bibl. Nacional, 10134 (3) (BETA manid 1019). Siglo XV. 202 folios. De
Pelayo a Fernando III = copia de E2).
K: Madrid, Bibl. Nacional, 2075 (BETA manid 5680). Siglo XVI. 67 folios. De
Enrique I a Fernando III = copia de I.
K’: Madrid, Bibl. Nacional, 892 (BETA manid 4505). 264 folios. De Enrique I a
Fernando III = Copia de K firmada por Juan Vázquez de Mármol el 20 de
diciembre de 1582.
Crónica manuelina
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Br: Londres, British Library, Egerton 289 (BETA manid 2642). Siglos XV-XVI.
393 fols. De Fuela II a Fernando IV = Texto anónimo + Cr. manuelina + Cr.
Alfonso X + Cr. Sancho IV + Cr. Fernando IV.
C: Coimbra, Biblioteca Geral a Universidade, 726 (BETA manid 3597). 1428. 290
folios. De Alfonso VIII a Fernando IV = [acéfalo] Cr. manuelina + Cr. Alfonso X
+ Cr. Sancho IV + Cr. Fernando IV.
Ta: Manchester, John Rylands Library, Spanish 1 (BETA manid 5818). Comienzos
del XVI. 673 folios. De los godos a Fernando IV = Estoria amplia del fecho de los
godos + Cr. manuelina + Cr. Alfonso X + Cr. Sancho IV + Cr. Fernando IV.
U’: Madrid, Biblioteca Nacional, 6441 (BETA manid 1296). Siglo XV. 258 folios.
De Sancho III a Sancho IV = [acéfalo] Cr. manuelina + «Historia hasta 1288 dialogada».
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Crónica de Castilla (familia P, G, etc.)
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G: Escorial, X-i-11 (BETA manid 1027). Siglo XV. 274 folios. De Rodrigo a Fernando III = Ver. amplificada + Cr. Castilla (v. cercana a las fuentes) + CPSF.
P: Paris, Biblioteque Nationale de France, Espagnol 12 (BETA manid 1232). Siglo
XV. 201 fols. De Fernando I a Fernando III = Cr. Castilla (v. cercana a las fuentes) + CPSF + Mocedades de Rodrigo.
Crónica de Castilla (familia NJU)
J: Madrid, Bibl. Nacional, 1347 (BETA manid 1032). Siglo XV. 496 folios. De
Fruela II a Alfonso X = Versión amplificada (copia de E2) + Crón. de Castilla (v.
alejada de las fuentes) + CPSF + «Historia hasta 1288 dialogada» [incompleto
por el final].
N: Madrid, Bibl. Nacional, 10210 (BETA manid 1248). Siglo XV. 353 folios. De
Fernando I a Alfonso X = Crón. de Castilla (v. alejada de las fuentes) + CPSF +
«Historia hasta 1288 dialogada» [incompleto por el final?].
U: Londres, British Library, Egerton 288 (BETA manid 1262). Siglo XV. 333
folios. De Fernando I a Alfonso X = Crón. de Castilla (v. alejada de las fuentes) +
CPSF + «Historia hasta 1288 dialogada» [incompleto por el final].
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manuel hijano villegas
Traducción gallego-portuguesa de la Crónica de Castilla
A: Madrid, Biblioteca Nacional, 8817 (BETA manid 3610). Siglo XIV. 275 folios.
De Ramiro I a Fernando III = Versión amplificada + Crónica de Castilla (v. alejada
de las fuentes) + CPSF.
Crónica ocampiana
Q’: Madrid, Bibl. Palacio Real, II-1877 (BETA manid 1297). Siglo XV. 238 folios.
De Fernando I a Fernando III = Crónica ocampiana [incompleto por el final].
Th: Madrid, Bibl. Nacional, 1522 (BETA manid 1277). Siglo XV. 265 folios. De
Fernando I a Fernando III = Crónica ocampiana [incompleto por el final].
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Versión crítica
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J: Escorial, X-I-6 (BETA manid 1280). Siglo XIV. 165 folios. De Fruela II a Fernando III = Crónica de veinte reyes (Versión crítica + Crón. Castilla + CPSF).
Ss: Salamanca, Caja Duero, 40 (BETA manid 3273). Siglo XV. 324 folios. De los
godos a Fernando III = Versión crítica + Crónica de Castilla + CPSF.
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Otros testimonios de la CPSF
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M: Madrid, Bibl. Nacional, 642 (BETA manid 1250). Siglo XV. 207 fols. De Fernando III a Fernando IV = [acéfalo] Estoria del fecho de los godos + «Seguimiento
del Toledano» CPSF [incompleto por el final] + Cr. Alfonso X + Cr. Sancho IV +
Cr. Fernando IV [incompleto por el final].
M’: Madrid, Bibl. Nacional, 1530 (BETA manid 4978). Siglo XVI. 239 folios.
Copia de M antes de sus pérdidas de folios. De Fernando I a Fernando IV = Crónica de Castilla + Estoria del fecho de los godos + «Seguimiento» CPSF + Cr. Alfonso
X + Cr. Sancho IV + Cr. Fernando IV.
R: Madrid, Bibl. Nacional, 13002 (BETA manid 2630). 202 hojas. 1535. De Fernando III a Alfonso XI = CPSF (desde el inicio del «Seguimiento») + Cr. de
Alfonso X + Cr. Sancho IV + Cr. Fernando IV + Cr. Alfonso XI.
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ABSTRACT
Composition and Transmission of the Crónica particular de San Fernando
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Written around 1295-1312, the anonymous Crónica particular de San Fernando
deals with the events of King Fernando III (1217-1252) of Leon-Castile, whose
conquests of Córdoba (1236), Jaén (1246) and Sevilla (1248) were the culmination,
in practical terms, of the Christian «Reconquest» of the Iberian Peninsula. Leaving
aside the role of the chronicle in the creation of the myth of King Fernando «the
Saint» as the ideal crusading monarch, my piece focuses instead on the production
and early transmission of the text. A description of the content of the chronicle is
followed by an account of the main extant witnesses of the text. These are grouped
into families and a tentative stemma codicum is presented. The historical accuracy of
the chronicle’s narrative is then assessed based on a comparison with some of the
documents issued by Fernando III’s chancellery. Despite the aristocratic bias of the
text, the discussion concludes that the author was an insider to the royal court, and
someone who worked with the endorsement of the Castilian monarchy.
Manuel Hijano Villegas
Durham University
[email protected]