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El Mio Cid a través de las crónicas medievales Inés Fernández-Ordóñez Universidad Autónoma de Madrid ESQUEMA Introducción 1. Relevancia de las crónicas para la datación del Mio Cid 2. Relevancia de las crónicas para el mejor conocimiento del texto del Mio Cid 2.1. El comienzo del Poema 2.2. Versos perdidos o pasajes deturpados 2.3. Lagunas del códice único 3. Las crónicas post-alfonsíes y la popularidad literaria del Cid Conclusiones Introducción Cabe preguntarse por qué son importantes las crónicas medievales para el conocimiento de la poesía épica y, en concreto, del Poema de Mio Cid. Los motivos de su importancia radican en la escasez de códices medievales conservados, carencia que afecta en general a cualquier texto medieval, pero que en el caso de la épica se hace más notoria ya que sólo hemos conservado dos testimonios directos de composiciones épicas en la Península Ibérica: el manuscrito único del Poema de Mio Cid y el fragmento del poema de Roncesvalles, testimonios ambos transcritos en el siglo XIV. Para conocer la no pequeña producción de la épica hispánica dependemos de testimonios indirectos, esto es, de textos que conservan el que es objeto de estudio transformado sustancialmente en sus características formales y en aspectos de su contenido. Los testimonios indirectos de la producción épica hispánica pueden agruparse en dos tipos: en primer lugar, los poemas derivados de la producción épica, los romances, y en segundo, las obras cronísticas medievales que, bien en latín, bien en vernáculo, utilizaron los cantares como una fuente más de información y los sometieron a un proceso de prosificación y adaptación. Me ocuparé aquí de este segundo tipo de testimonios indirectos, la historiografía. Las crónicas son testimonios indirectos del Poema de Mio Cid, pero no por ello menos valiosos. La mayor parte de la poesía épica se conoce solamente a través de 1 testimonios indirectos, afirmación que es válida tanto para la épica de tradición hispánica, como es el caso de los cantares de los Infantes de Lara, Bernardo del Carpio, Infante García o el de las Particiones del rey Fernando, como para la épica de estirpe carolingia, representada por el cantar conocido como Carlos Mainete o Mocedades de Carlomagno 1 . Tanto la múltiple incorporación de los textos poéticos a textos historiográficos como la certeza de que los historiadores no se limitaron a reproducir sus fuentes, sino que más bien las subordinaron a sus propios fines, han permitido desarrollar una metodología en la interpretación de los poemas épicos perdidos que hace posible deslindar, con cierta seguridad, lo que existía o no en ellos antes de ser incorporados a las crónicas. Podría pensarse que ese problema no existe para el Poema de Mio Cid, reflexión que, sin duda, es en gran medida cierta, ya que hemos tenido el privilegio de conservar un manuscrito medieval, si bien único, que conserva de forma directa el texto. Pese a ello, el testimonio indirecto de la historiografía medieval sigue siendo importante para nuestro conocimiento del texto por tres tipos de razones. Las crónicas medievales que aluden al Mio Cid o lo utilizan como fuente sirven: - para ofrecer datos de enorme relevancia sobre su datación, - para completar nuestro conocimiento del texto del poema, allí donde el manuscrito es lagunoso o defectuoso, - y para valorar su evolución e influencia en la literatura posterior, ya que las crónicas incorporan y desarrollan transformándolo el contenido del Poema. 1. Relevancia de las crónicas para la datación del Mio Cid Una de las cuestiones más controvertidas hoy en día es la fecha de de composición del Poema. Curiosamente, la discusión depende en gran medida del valor que concedamos a los versos incluidos en un poema latino que celebra la conquista de Almería por parte de Alfonso VII el Emperador y que cierra el texto de la Chronica Adefonsi Imperatoris (h. 1147-48), la crónica dedicada a Alfonso VII el Emperador. El Carmen de expugnatione Almariae urbis contiene lo que parece ser a todas luces la primera alusión conocida al Mio Cid 2 . 1 La mejor exposición de conjunto sobre lo que podemos llegar a saber de la épica española a través de testimonios directos e indirectos la ofrece Diego CATALÁN en su obra magistral La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación. Madrid. Fundación Menéndez Pidal, 2000. 2 La alusión fue identificada por vez primera por Ramón MENÉNDEZ PIDAL, en su magna edición de 1908-1911: Cantar de Mio Cid. Texto, gramática y vocabulario, 3 vols. Madrid. Espasa-Calpe, 1944- 2 El Poema de Almería elogia uno a uno a todos los grandes nobles que concurrieron al sitio de Almería. En la loa, algunos son comparados con personajes bíblicos, (como Sansón, Gedeón, Salomón, Absalón, Josué) e incluso con héroes de la guerra de Troya (Hector, Ayax). Pero al llegar a la figura de Álvar Rodríguez, el poeta recurre, para encarecer sus virtudes, a un modelo más cercano: su abuelo, Álvar Fáñez. Y al elogiar a Álvar Fáñez lo compara con Rodrigo Díaz, Mio Cid, al que reconoce mayor excelencia: « Cognitus omnibus est auus Aluarus, arx probitatis nec minus hostibus est itidem pius, urbs bonitatis, Audio sic dici, quod et Aluarus ille Fannici Ismalietarum gentes domuit, nec earum Oppida uel turres potuere resistere fortes. Fortia frangebat, sic fortis ille premebat. Tempore Roldani si tertius Aluarus esset Post Oliuerum, fateor sine crimine uerum, Sub iuga Francorum fuerat gens Agarenorum Nec socii cari iacuissent morte perempti. Nullaque sub celo melior fuit hasta sereno. Ipse Rodericus, Meo Cidi saepe vocatus, De quo cantatur quod ab hostibus haud superatur, Qui domuit Mauros, comites domuit quoque nostros, Hunc extollebat, se laude minore ferebat. Sed fateor uerum, quod tollet nulla dierum: Meo Cidi primus fuit, Alvarus atque secundus Morte Roderici Ualentia plangit amici Nec valuit Christi famulis ea plus retineri” (Poema de Almería, vv. 223-240). 1946. El valor que hay que conceder al Carmen latino ha sido aceptado, entre otros muchos, por Francisco RICO, “Estudio preliminar”, en Alberto MONTANER (ed.), Cantar de Mio Cid. Barcelona. Centro para la Edición de los Clásicos Españoles / Galaxia Gutenberg, 2007, págs. IX-XLIII, y Diego CATALÁN, La épica española, op. cit., aunque no por el autor de la última magna edición del Poema, Alberto Montaner. Sigo la edición del Carmen de Juan GIL, “Carmen de Expvgnatione Almarie vrbis”, Habis, 5, 1974, págs. 45-64, y tengo en cuenta las traducciones de Rico, Catalán, Montaner y Maurilio PÉREZ GONZÁLEZ, Crónica del Emperador Alfonso VII. León. Universidad de León, 1997. 3 “De todos es conocido su abuelo Álvaro, fortaleza de probidad; no es menos bondadoso para con los enemigos, ciudad de virtud. Así he oído decir que aquel Álvar Fáñez domeñó a los pueblos musulmanes y que las ciudades fuertes y castillos de ellos no pudieron resistírsele. Quebraba las fuerzas, así apretaba aquel valiente. Si en tiempo de Roldán Álvar hubiera sido el tercero después de Oliveros, estoy cierto que al yugo de los francos se plegaran los moros y los buenos compañeros no cayeran vencidos por la muerte: lanza mejor no ha habido bajo el cielo. El propio Rodrigo, llamado comúnmente Mio Cid, de quien se canta que nunca fue vencido por sus enemigos, aquel que domeñó a los moros y que igualmente venció a nuestros condes, lo exaltaba, considerándose a sí mismo de menor alabanza que él. Pero debo confesar la verdad, que el paso de los días nunca alterará: Mio Cid fue el primero y Álvaro el segundo. Valencia llora la muerte del amigo Rodrigo, pues no les fue posible retardarla a los siervos de Cristo”. La cita del Poema de Almería asegura la existencia de una gesta poética cidiana hacia 1147-1148 por las siguientes razones: - La comparación de Álvar Fáñez con el Cid. - El orden de excelencia: Mio Cid primero, Álvar segundo. - La denominación Mio Cid para Rodrigo Díaz. - La noticia de que no sólo venció a los moros, sino a “nuestros condes”. - La alusión de que ese Mio Cid era objeto de cantos. - La vinculación de la pareja Mio Cid-Álvar Fáñez con la de Roldán-Oliveros. La combinación de todos estos aspectos sólo encuentra su justificación en la existencia de un texto en el que ya están presentes muchos los trazos fundamentales de la armazón de la gesta: por un lado, la pareja épica Mio Cid, tío - Álvar Fáñez, sobrino,que nunca actuaron juntos en la realidad histórica, hasta el punto de que Álvar Fáñez jamás se menciona junto al Cid en las otras fuentes latinas que tienen como objeto biografiar a Rodrígo Díaz de Vivar: la Historia Roderici o el Carmen Campidoctoris; por otro, la doble lucha del Cid, la “externa” de frontera contra los moros y la socio-política “interna” contra los magnates nobiliarios. 4 En segundo lugar, el Poema de Almería también nos permite suponer el carácter literario del texto aludido al comparar a Álvar Fáñez con la pareja épica RoldánOliveros y al utilizar el verbo cantatur para referirse a la invencibilidad del Cid 3 . La alusión a la denominación en lengua vulgar Mio Cid (pues el sintagma Meo Cidi, con posesivo antepuesto, es propio de una estructura romance en que el posesivo funciona ya como determinante, y no como adjetivo posesivo, mayoritariamente pospuestos en latín) se ha puesto en relación con el conocimiento del Poema, ya que semejante apelativo no parece documentarse antes de 1150. Otro testimonio que proporcionan las crónicas sobre la existencia del Mio Cid en época temprana anterior al siglo XIII procede de dos textos historiográficos navarros de finales del siglo XII: la latina Chronica naiarensis (h. 1185-90) y el romance Liber regum (h. 1194-96). En la crónica Naierensis se resumen y prosifican varios poemas épicos, entre ellos, el Poema de las particiones del rey Fernando, que, al igual que el de Mio Cid, reencontramos luego extensamente prosificado en romance en la Estoria de España de Alfonso X. El papel literario que ocupa el Cid en ese poema, como consejero mesurado y justo del rey Fernando a la vez que contramodelo del rey Sancho, sólo se explica por la existencia previa del Mio Cid, en el que es la mesura la principal característica del personaje. Si Las particiones existían a finales del siglo XII, también debía existir entonces o antes el Mio Cid. La vinculación entre ambos textos poéticos se documenta asimismo en el Liber regum, que recoge noticias de Las particiones y llama, por vez primera, a Ruy Díaz, “Mio Cid el Campeador”, combinación apelativa que sólo se da en el Poema. Frente a las argumentaciones que basan la composición del Mio Cid hacia 1200 atendiendo a las primeras documentaciones, al predominio o a la difusión de instituciones, palabras, costumbres u objetos que aparecen en el texto del poema y que sólo están acreditadas en la segunda mitad o el último tercio del siglo XII, pueden objetarse muchos argumentos 4 . El primero de carácter general es que no se debe confundir documentación con primera aparición, y menos tratándose de un margen tan pequeño como son cincuenta años (h. 1150 o h. 1200), ya que normalmente la 3 El significado del verbo cantatur en la Chronica Adefonsi Imperatoris dificilmente puede interpretarse como “es fama que”. Todas las utilizaciones del verbo cantare en la Chronica aluden a cantos, muchas veces acompañados de música. A modo de muestra: “omnes principes […] et tota plebs exierunt […] cum ovni genere musicorum cantantes et dicentes”; “magna turba honestarum mulierum cantantes in tympanis et citaris et cymbalis et psalteriis”. Véase Marcelo MARTÍNEZ PASTOR et alii. Chronicae Adefonsi Imperatoris. Concordantiae. Madrid. Palas Atenea, 1996, pág. 64. 4 Véase al respecto la postura de Montaner y su último resumen sobre el debate (2007: LXXI-LXXIX), así como la crítica de Catalán (2000: 491-2, nota 64). 5 regulación de una costumbre, por ejemplo en los Fueros, necesariamente sucede, y no precede, a su existencia. Y si esta objeción cabe para las primeras documentaciones, resulta evidente que relativiza aún más el valor datador basado en el predominio o la difusión de un aspecto concreto del que existen primeras documentaciones previas. Como bien saben los historiadores de la lengua, no se debe confundir primera documentación de una estructura lingüística o de una palabra con su aparición o primera existencia. Muchas palabras prerromanas, de existencia plurisecular como barro, no se documentan hasta bien entrado el siglo XIII, sin que ello nos haga suponer su inexistencia en épocas anteriores 5 . Un segundo argumento de mayor calado es que no parece razonable anteponer como elementos datadores la primera documentación (o la difusión) de componentes históricos aislados reflejados en el Poema a la documentación del texto en sí tal como la ofrece el Carmen expugnatione Almeriae urbis: ninguna documentación puede tener mayor peso que la del propio texto como “objeto” histórico, como construcción literaria que contraviene la realidad histórica al emparejar a Álvar Fáñez y el Cid y al poner en relación, como dos victorias paralelas, la del Cid sobre los moros y sobre los comites nostros, duplicidad que, de nuevo, obtiene su pleno sentido en el Mio Cid. Como texto sujeto a un proceso de transmisión oral (o manuscrita en la Edad Media), esa gesta puede haber evolucionado con el tiempo y haber sido actualizada al presente de cada “transmisor”, de modo que es imposible saber si todos los aspectos del Poema conservado en el manuscrito reflejan el texto original. Bien pudiera ser que alguno de los componentes aislados aducidos como más tardíos fuera incorporado al texto en el proceso transmisor. Sin embargo, los componentes esenciales de la fábula, “la armazón de la gesta, la gran trama de personajes, lugares y acciones, debe ponerse en la primera mitad, antes de 1148. Para ese año, en efecto, el Poema de Almería nos exige suponer la existencia de un cantar sobre Ruy Díaz ninguno de cuyos ingredientes presumibles difiere significativamente del que conocemos” (Rico 2007: XXXVI). 2. Relevancia de las crónicas para el mejor conocimiento del texto del Mio Cid Para mejorar o corregir en algunos aspectos el texto del Mio Cid transmitido por el manuscrito único, el testimonio fundamental es el de la Estoria de España ordenada componer por Alfonso X el Sabio (h. 1270-1283). En esta obra se prosificaron poemas 5 Veáse Joan COROMINAS y José Antonio PASCUAL. Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, 6 vols. Madrid. Gredos, 1987-1991, s. v. barro, por ejemplo 6 épicos de tradición hispánica y carolingia. La Estoria de España es a veces el único testimonio, aunque indirecto, en lengua romance de esos poemas. La excepción la ofrece precisamente el Poema de Mio Cid, del que conservamos un manuscrito del texto en forma poética además de la prosificación alfonsí. Pero, según veremos, el testimonio de la Estoria de España permite mejorar no pocos detalles y pasajes. La Estoria de España fue redactada por iniciativa de Alfonso X el Sabio dos veces: h. 1270-74, en lo que conocemos como la Versión primitiva, y h. 1283, en una Versión crítica. Años más tarde, en 1289, en época de Sancho IV, la Versión primitiva fue refundida en un estilo más retórico y amplificado, con una nueva perspectiva ideológica: la Versión retóricamente amplificada o Versión de Sancho IV 6 . La relación entre ellas puede simplificarse en el siguiente estema: ESTEMA I Estoria de España Borrador. Primer estado Versión primitiva Versión crítica h. 1283 Borrador. Segundo estado Versión primitiva Versión primitiva Versión amplificada o de Sancho IV 1289 La estructura, compilación de fuentes y redacción del texto de la Versión primitiva que hemos conservado y que fue refundida por las Versiones crítica y amplificada es en lo fundamental idéntica. No obstante, algunos detalles y pasajes, mejor conservados en la Versión crítica, o alternativamente en la Amplificada, nos hacen reconstruir dos estados sucesivos del texto de la Primitiva, previos al que nos han transmitido los manuscritos. Estas versiones no se nos han conservado a lo largo de todo el texto de la Estoria de España, de forma que hay secciones que pueden carecer de una u otra versión, bien porque no han llegado a nosotros códices que transmitan el texto, bien porque la versión 6 Para las diversas versiones alfonsíes y post-alfonsíes, puede consultarse Inés FERNÁNDEZORDÓÑEZ. ed. Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España. Valladolid. Centro para la Edición de los Clásicos Españoles / Universidad de Valladolid, 2000b. 7 no llegara a componerse para ciertas secciones de la obra. La Versión crítica, ya h. 1283, dividió el texto de la Estoria de España en cuatro partes 7 : la primera comprende la historia de los primeros dominadores (Primera Crónica General, caps. 1-364) 8 ; la segunda, la historia de los bárbaros y godos (caps. 365-565); la tercera, la historia de los reyes astur-leoneses y de León (de Pelayo a Vermudo III, caps. 566-801); y la cuarta, la de los reyes castellanos (de Fernando I en adelante, desde el cap. 802). Si organizamos el texto de la Estoria de España en estas cuatro partes, de acuerdo con la división establecida por la Versión crítica, resulta que la conservación de testimonios directos de cada versión por secciones es la siguiente: Estoria de España Historia antigua: Historia gótica: Historia asturleonesa: Historia castellana: Primera parte Segunda parte Cuarta parte Tercera parte Versión primitiva Versión crítica Poema de Mio Cid Versión amplificada o de Sancho IV Poema de Mio Cid El hecho de que la Versión crítica estableciera la división en cuatro partes nos asegura que existió una Versión crítica de la primera parte aunque no hayamos conservado códices que transmitan el texto. En cambio, la Versión amplificada o de Sancho IV debía de comenzar con el reinado de Pelayo, y quizá carecía de las partes primera y segunda (Bautista 2006). En cuanto a la Versión primitiva, no hemos conservado ningún 7 Veáse Inés FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ. Versión crítica de la Estoria de España. Estudio y edición desde Pelayo hasta Ordoño II. Madrid. Fundación Ramón Menéndez Pidal y Universidad Autónoma de Madrid, 1993, pag. 256, y “Estoria de España”, en Diccionario Filológico de la Literatura Castellana Medieval. Madrid. Castalia, 2002, págs. 54-80, esp. pág. 57. 8 Para localizar las secciones de la Estoria de España, utilizo la por ahora única edición completa de la obra, de Menéndez Pidal (1906), quien la que denominó Primera Crónica General. Madrid. Seminario “Menéndez Pidal” / Gredos, 19552, 19773. Sin embargo, esta edición debe usarse con precaución, ya que en ella se combinan la Versión primitiva, para la primera y segunda partes, y la Amplificada, para las partes tercera y cuarta (los pasajes exactos pueden encontrarse en Fernández-Ordóñez 2002). Por otro lado, la tradicionalmente llamada Crónica de veinte reyes no es sino una rama textual de la Versión crítica (Fernández-Ordóñez 1993). 8 testimonio directo que la transmita en la cuarta parte, pero es seguro que existió un texto de la Versión primitiva, cuyo grado de elaboración era variable según avanza la obra. Sólo podemos conocer ese texto indirectamente a través de las reelaboraciones del mismo acometidas por la Versión crítica y por la Versión de Sancho IV. Como puede observarse, el Poema de Mio Cid se prosificó justo en la sección en que no se nos ha conservado ningún manuscrito original de la Versión primitiva, hecho que supone una complicación adicional, ya que, de todas las versiones, es la Primitiva la más cercana en general a la literalidad y estructura de las fuentes. A este problema hay que sumar el hecho de que a partir de la llegada de los almorávides y el cerco del castillo de Aledo (cap. 896, PCG) se interrumpe el texto de la Versión amplificada (véase infra), de modo que la prosificación del cantar segundo y del tercero sólo se nos ha transmitido en la Versión crítica. En todas estas prosificaciones el texto del Poema es adaptado a los intereses de los historiadores con criterios basados en su concepción de la historia: así los poemas épicos pueden ser ampliados o censurados de acuerdo a la perspectiva de cada una de las versiones. No se puede interpretar que lo que figura en la prosa historiográfica es una traslación directa del texto poético. Menéndez Pidal tendía a ver una nueva refundición poética en cada nueva adaptación historiográfica, suponiendo al historiador medieval el registro meticuloso de los textos prosificados. Hoy sabemos, sin embargo, que muchas de las supuestas refundiciones poéticas no son sino reelaboraciones de los cronistas. De estas tres prosificaciones alfonsíes y post-alfonsíes es probablemente la de la Versión primitiva la que se mantiene más cercana a los textos poéticos. Pero, como hemos visto, para el Mio Cid sólo conservamos el texto de la Versión crítica y de la Versión de Sancho IV. Se impone, pues, saber en qué medida intervinieron los autores de esas dos versiones sobre el texto primero de la Estoria de España para determinar en qué grado y en qué sentido pudieron transformarlo. Las muchas diferencias que presenta la Versión crítica respecto de la redacción primitiva de la obra pueden compendiarse en tres grandes líneas de reforma: a) se reorganizó profundamente la estructura de la obra con el objeto de mejorar la coherencia cronológica y la verosimilitud de muchos relatos; b) se radicalizó el pensamiento político, propiciando reformas que dejan ver la oposición de Alfonso a cualquier pacto con los estamentos; c) y en tercer lugar, se abreviaron significativamente algunos pasajes de procedencia poética, a los que se concede poco crédito por razones básicamente 9 ideológicas. Sin embargo, al derivar directamente del arquetipo de la Estoria de España, la Versión crítica conserva ocasionalmente pasajes de las fuentes con más fidelidad que la Versión primitiva 9 . Dado que existe una coherencia en la forma de comportarse a lo largo de todo el texto de la Versión crítica, podemos saber que en la cuarta parte la Versión crítica deriva de la misma prosificación alfonsí del Poema que la Versión primitiva al tiempo que probablemente hereda la compilación de fuentes original de esa Versión 10 . Según deja ver el testimonio de la Versión crítica, hay motivos para suponer que la Primitiva estaba bastante terminada hasta finales del reinado de Alfonso VI, esto es, en la sección que incluye la prosificación del Poema de Mio Cid 11 . La Versión amplificada o de Sancho IV, en cambio, tiende a aumentar retóricamente el relato, si bien respeta la estructura cronológica de la Versión primitiva, sin someterla a una reorganización. Las principales diferencias respecto de la Versión primitiva se perciben en que: 1) no comparte el neo-goticismo de la monarquía castellanoleonesa, 2) es partidaria de Castilla (frente a León) como reino aspirante a la hegemonía política peninsular, 3) encarece el valor de la aristocracia y de los prelados como élites que colaboran en el gobierno del reino, contribuyendo a sostener el poder del rey, 4) está en sus intereses más próxima a la cultura clerical, y 5) muestra un modelo compilatorio más exhaustivo y ampliado, más próximo a los hábitos compositivos de la General Estoria 12 . 9 Para una caracterización detallada de la Versión crítica, véase Fernández-Ordóñez (1993). Según hizo notar Diego CATALÁN, “Crónicas generales y cantares de gesta. El Mio Cid de Alfonso X y el del Pseudo Ben-Alfaraŷ”, Hispanic Review, XXXI (1963), págs. 195-215 y 291-306. Reeditado como capítulo V en Diego CATALÁN. El Cid en la historia y sus inventores. Madrid. Fundación Menéndez Pidal, 2002a. 11 Este hecho se demuestra porque, desde principios del reinado de Fernando I hasta finales del de Alfonso VI, la Versión crítica presenta ciertas duplicaciones de noticias, probablemente debidas a que un proceso refundidor de la Primitiva que no había aún culminado. Se trata de noticias de carácter analístico, procedentes de fuentes idénticas, que figuran con doble cronología y redacción en la Versión crítica. En un caso la cronología y redacción coincide con la de la Versión primitiva (tal como se refleja en la Versión de Sancho IV) y en el otro con la cronología y redacción de la Versión crítica. Así figuran con dos redacciones y cronologías noticias relativas a los caudillos árabes en los años 5º y 15º de Fernando I, año 30º de Fernando I y 4º de Alfonso VI, y también ciertas noticias sobre las conquistas de Alfonso VI en Portugal, en los años 31º y 22º de Alfonso VI. La doble cronología asegura la existencia de un texto de la Versión primitiva compuesto hasta el punto de que se había incorporado la estructura analística, estructura que es precisamente la cuestionada por la Versión crítica. Lo más notable es que ese texto debía de existir incluso para la sección de la historia valenciana del Cid, en que no hemos conservado ningún testimonio de la Versión de Sancho IV, ya que una de las noticias repetidas y que presenta la redacción presumiblemente primitiva se sitúa en el año 31º de Alfonso VI (Fernández-Ordóñez 1993: 245-255, especialmente nota 253). 12 Para la Versión amplificada, véanse: Diego CATALÁN. De la silva textual al taller historiográfico alfonsí. Códices, crónicas, versiones y cuadernos de trabajo. Madrid. Fundación Ramón Menéndez PidalUniversidad Autónoma de Madrid, 1997; Inés FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ. "Variación ideológica del modelo historiográfico alfonsí en el siglo XIII: las versiones de la Estoria de España", en G. Martin, ed., La historiografía alfonsí y su destino. Madrid. Casa de Velázquez, 2000a, págs. 41-74; Francisco 10 10 La cuestión se complica porque, desde que comienza la historia de los reyes castellano-leoneses, esto es, desde Fernando I en adelante, el texto que fue la base de la amplificación no estaba completamente perfilado, y bien puede considerarse un "borrador" o un "cuaderno de trabajo", mientras que, a diferencia de lo que sucedía en las secciones anteriores, la Versión crítica parece derivar de un texto más ultimado (cf. nota 11). Así, para la cuarta parte la relación entre las varias versiones es la del estema siguiente: ESTEMA II Estoria de España Borrador. Primer estado Versión primitiva Borrador. Segundo estado Versión primitiva Versión amplificada 1289 Versión crítica h. 1283 En la sección concerniente al Poema del Cid, el texto de la Versión primitiva que alcanzó a conocer la Versión amplificada había combinado contrastivamente las fuentes disponibles y creado una estructura analística a la que se habían incorporado las noticias extrapeninsulares referentes al papado y al imperio. Pero ese texto no había alcanzado todavía el grado de perfección deseado, según nos revelan las llamadas "lagunas compilatorias", pasajes donde se suspende la técnica historiográfica usual del taller alfonsí creando "huecos" que fueron rellenados, en distintas épocas, para evitar la solución de continuidad en el relato que su existencia creaba. Las lagunas compilatorias que han sido señaladas por la crítica son: 1) Desde finales del año 35º de Fernando I hasta el año 2º de Sancho II, relato de la muerte de Fernando I (PCG, pp. 491b28-495b15). 2) Desde el año 17º al 22º de Alfonso VI, relato de la conquista de Toledo, entrada de los almorávides y batalla de Uclés (caps. 867-885, pp. 538a28-556b3). 3) Desde empezado el año 25º hasta el año 41º de Alfonso VI, toda la historia valenciana del Cid (caps. 896-962, pp. 565a29-643b7). Resulta BAUTISTA. La Estoria de España en época de Sancho IV: sobre los reyes de Asturias. London. Department of Hispanic Studies, University of London, 2006. 11 así que para dos importantes pasajes de la poética cidiana, la de la muerte de Fernando I en Cabezón en que se utilizó el poema de Las particiones, y para toda la historia del Cid posterior al cerco de Aledo, sólo contamos con el testimonio de la Versión crítica como reflejo de la prosificación alfonsí. Recapitulando, podemos preguntarnos en qué aspectos o pasajes podemos mejorar nuestro conocimiento del Mio Cid gracias a la Versión crítica y a la Versión amplificada. Ambas son de utilidad para reconstruir: 1) El comienzo del Poema, que está trunco en el manuscrito (cantar primero). 2) Confirmar o descartar lecturas críticas allí donde el manuscrito es defectuoso (la Versión amplificada en el cantar primero, la Crítica en todo el texto). 3) La Versión crítica es de especial utilidad para conocer el contenido de las dos lagunas situadas entre los versos 2337-2338 y 3507-3508 (cantar tercero), por falta de dos hojas en el códice, hojas que contendrían quizá 50 versos cada una. 2.1. El comienzo del Poema La falta del primer folio del códice de Vivar nos impide conocer los primeros cincuenta versos del Poema, pero podemos reconstruir su contenido gracias al testimonio de las Versiones crítica y amplificada. Marco con // el probable inicio del Poema: Versión crítica “El rey don Alfonso cuando lo sopo, pesóle muy de coraçón; los ricos omnes que andavan con él cuando aquello vieron, como avién muy gran embidia al Cid, dixeron mucho mal d’él al rey e mezcláronle muy mal con el rey, deziéndole: “señor, Ruy Díaz Cid, que quebrantó la paz que vós aviedes puesta e confirmada con los moros, non lo fizo por ál si non por que matasen a vós e a nós”. El rey como estava muy sañudo e mucho irado contra él, creólos luego, que non le querié bien por la jura que le tomara en Burgos sobre razón de la muerte del rey don Sancho su hermano, como es ya dicho; et enbió luego dezir al Cid por sus cartas que le saliese de todo el regno. // Et él después que ovo leídas las cartas, como quier que ende oviese gran pesar, non quiso ý ál fazer, ca non avié plazo más de nueve días en que saliese. Enbió por sus parientes e 12 por sus vasallos, e díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra e que non le dava de plazo más de nueve días, e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. Minaya Álvar Fáñez le dixo: “Cid, todos iremos convusco e servos hemos leales vasallos”. Todos los otros dixieron otrosí que irién con él donde quier que él fuese, e que se non quitarién d’él nin le desamparién por ninguna guisa. El Cid gradeciógelo estonces mucho, e díxoles que si Dios le bien feziese, que gelo galardonarié muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda su compaña…” (Campa 1995: 448-449). Versión amplificada “Cuando esto sopo el rey don Alfonso, pesól mucho; e los ricos omnes que eran con éll, aviendo muy grand envidia al Cid, trabajáronse de mezclarle otra vez con el rey don Alfonso, e dixiéronle: “señor, Roy Díaz que crebantó las pazes que vós aviedes firmadas con los moros, non lo fizo por ál si non por que matassen a vós et a nós”. El rey fue muy irado por esta razón contra’l Cid, e cróvoles cuanto dizién, ca non le querié bien el rey por la yura quel tomara en Burgos sobre razón de la muerte del rey don Sancho, como avemos ya dicho; e envió luego sus cartas al Cid quel saliesse del regno. // Roy Díaz cuando ovo leídas las cartas, fue muy triste con aquellas nuevas et pesól muy de coraçón; pero non quiso ý ál fazer, ca non avié de plazo más de nueve días en que saliesse del regno. Sobre aquellas nuevas el Cid envió luego por sus parientes e sus amigos, e mostróles lo quel el rey enviara dezir, e díxoles de como non le diera el rey más de nueve días de plazo en quel saliesse de la tierra; e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. E dixo Alvar Hañez Minaya: “sennor, todos iremos convusco et dexaremos Castiella, e servos emos vassallos leales”. E esto mismo le dixieron todos los otros, e quel non desampararién por ninguna guisa. El Cid cuando les esto oyó, gradeciógelo mucho; e díxoles que si él tiempo viesse que gelo gualardonarié él muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda su compaña…” (PCG, p. 523a34-b20). Como puede observarse, las dos prosificaciones son muy semejantes, según es de esperar ya que ambas dependen de una prosificación previa, la de la Versión primitiva que no hemos conservado. Sin embargo, podemos comprobar en el pasaje la tendencia a la amplificación de la Versión de Sancho IV: por ejemplo, cuando añade “e dexaremos 13 Castiella”. Al tiempo, vemos que las dos versiones ofrecen algunas variantes de contenido: “por sus parientes e por sus vasallos” (VC), “por sus parientes e sus amigos” (VA); “si Dios le bien feziese” (VC), “si él tiempo viesse” (VA). Aparte de las dos versiones derivadas de la Versión primitiva, existe otro testimonio que permite conocer, más cerca de la literalidad poética, el comienzo del Poema. Se trata de la Crónica de Castilla, un relato historiográfico también derivado de la Estoria de España pero circunscrito sólo a la historia de los reyes de Castilla o cuarta parte de la obra, esto es, de Fernando I en adelante. La Crónica de Castilla se elaboró tomando como base un relato emparentado a veces con el de la Versión amplificada y, al tiempo, con la Primitiva utilizada por la Versión crítica, combinación de modelos que ha conducido a llamarlo Versión mixta. Ese relato básico, que conservamos en otros testimonios, fue refundido y combinado con otras fuentes que el cronista autor de esa Crónica llegó a conocer, como poemas épicos y otras fuentes en prosa de carácter más novelesco, como la Estoria de los reyes moros de África atribuida a un tal Sujulberto. A su vez, el cronista noveló el texto recibido deduciendo e inventado episodios que no existían en sus modelos. El punto de vista ideológico es pronobiliario y las fuentes se tratan con gran libertad. Se fecha, como muy tarde, en el reinado de Fernando IV (12951312). Entre los textos manejados por el autor de la Crónica de Castilla se encontraban poemas épicos muy vinculados a la gesta cidiana, como las Mocedades de Rodrigo, Las particiones del rey Fernando, junto al propio Mio Cid, que fueron incorporados con gran libertad al texto cronístico 13 . Ello puede visualizarse en el siguiente estema: 13 Para la Crónica de Castilla, véanse: Diego CATALÁN. “Poesía y novela en la historiografía castellana de los siglos XIII y XIV”, en La Estoria de España. Creación y evolución. Madrid. Fundación Menéndez Pidal / Universidad Autónoma de Madrid, 1992, págs. 139-156; “Rodrigo en la Crónica de Castilla. Monarquía aristocrática y manipulación de las fuentes por la historia”, cap. VI, en El Cid en la historia y sus inventores. Madrid. Fundación Menéndez Pidal, 2002b; Juan Bautista CRESPO. “Crónica de Castilla”, en Diccionario Filológico de la Literatura Castellana Medieval. Madrid. Castalia, 2002, págs. 285-292. 14 ESTEMA III Estoria de España Borrador. Primer estado Versión primitiva Versión amplificada 1289 Borrador. Segundo estado Versión primitiva Versión mixta Crónica de Castilla Versión crítica h. 1283 Poemas épicos y otras fuentes Uno de los pasajes añadidos en la Crónica de Castilla al relato básico de la Versión mixta es precisamente el del comienzo del Poema: Crónica de Castilla “Enbió el Cid por todos sus amigos e sus parientes e sus vasallos, e mostróles en cómo le mandava el rey sallir de la tierra fasta nueve días. E díxoles: “Amigos, quiero saber de vós cuáles queredes ir comigo. E los que comigo fuerdes, de Dios ayades buen grado, e los que acá fincáredes, quiéro me ir vuestro pagado”. Estonce fabló Álvar Fáñez, su primo cormano: “Conbusco iremos todos, Cid, por yermos e por poblados, e nunca vos falleceremos en cuanto seamos bivos e sanos, conbusco despenderemos las mulas e los cavallos, e los averes e los paños; siempre vos serviremos como leales amigos e vasallos”. Estonce otorgaron todos lo que dixo Álvar Fáñez e mucho les gradeció mio Cid cuanto allí fue razonado. […] E desque el Cid tomó el aver, movió con sus amigos de Bivar…” (Montaner 2007: 3-4). 15 El carácter innovador del relato de la Crónica de Castilla se comprueba en pequeños detalles, como la frase informativamente más completa, “Enbió el Cid por todos sus amigos e sus parientes e sus vasallos”, donde se combinan las dos variantes propias de las Versiones amplificada y crítica. Lo mismo sucede en la frase siguiente: “e mostróles en cómo le mandava el rey sallir de la tierra”, donde la frase subordinada es semejante a la Versión crítica (“díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra”) mientras que el verbo rector coincide con la Amplificada (“e mostróles lo quel el rey enviara dezir”). Por otro lado, comprobamos cómo se reproduce, tomándolo directamente del poema, el diálogo entre el Cid y sus vasallos 14 . 2.2. Versos perdidos o pasajes deturpados Las prosificaciones alfonsíes, sea la Versión amplificada o la Versión crítica, nos permiten conocer versos del Mio Cid quizá omitidos por defecto del único manuscrito conservado. Un ejemplo de un posible verso perdido nos lo ofrece la tirada 52, en que se relata una incursión devastadora por tierras de Alcañiz, pero de la que parece faltar un detalle recogido por la prosificación alfonsí, que aquí sigue de cerca al Poema. La información omitida es que el Cid escogió doscientos caballeros para la ocasión: 935 “Non lo tardó el que en buen ora nasco, tierras de Alcañiz negras las va parando e a derredor todo lo va preando; al tercer día, don ixo, ý es tornado” (Montaner 2007: 59). Versiones amplificada y crítica En todo esto tomó el Cid de sus compañas dozientos cavalleros escollechos a mano, e trasnochó con ellos, e fue correr tierras de Alcañiz. E duró en esta cavalgada III días, e aduxo dend muy grand prea” (Versión amplificada, PCG, p. 532b17-22) 14 Sobre el carácter de ese poema, hay algunas dudas. Para Montaner, esos versos reproducen un texto idéntico al del Poema conocido (2007: 219). Para Catalán (2000: 306-313), podrían remontar a un texto quizá parcialmente alterado o refundido, ya que tratan a Álvar Fáñez como primo hermano, y no sobrino, del Cid. 16 “En todo esto tomó el Cid doscientos cavalleros de sus compañas todos escogidos a mano, e trasnochó con ellos, e fue correr tierras de Alcañiz; e duró allá tres días e traxo grant presa” (Versión crítica, Campa 1995: 473). En otros casos las prosificaciones hacen posible corregir lecciones deturpadas del códice único (véase Montaner 2007: CCCXXV para una lista detallada). Por ejemplo, el testimonio historiográfico permite corregir peones del ms. por pendones (v. 699), o tierra por tienda (v. 1012): 698 “De parte de los moros dos señas ha cabdales E finieron dos azes de pendones (ms. peones) mezclados, ¿quí los podrié contar?” (Montaner 2007: 45) “Et avié ý dos sennas cabdales d’aquellos reis moros, e los otros pendones d’aquellos pueblos ayuntados allí eran tantos que serién muchos de contar” (Versión amplificada, PCG, p. 528a44-b1) “E avié ý dos señas cabdales de los dos reyes moros, e de pendones de los otros pueblos tantos que non avién cuenta” (Versión crítica, Campa 1995: 460). 1012 “Prísolo al conde, pora su tienda (ms. tierra) lo levava” (Montaner 2007: 63) “e levó al conde preso pora su tienda, e mandól guardar muy bien” (Versión amplificada, PCG, p. 533b16-17). “e el Cid levó el conde preso para su tienda, e mandóle guardar muy bien” (Versión crítica, Campa 1995: 475) 2.3. Lagunas del códice único El manuscrito de Vivar presenta dos lagunas, por pérdida de un folio, respectivamente, entre los versos 2337-2338 y 2507-3508. Se trata, por tanto, de dos pasajes pertenecientes al tercer cantar, que podemos reconstruir gracias a la Versión crítica fundamentalmente, ya que a partir del cerco de Aledo por los almorávides la Versión 17 amplificada no parece haberse conservado (debido a la laguna compilatoria antes mencionada entre los años 26º y 41º de Alfonso VI) 15 . En la primera de las lagunas (entre los vv. 2337-2338) se contaba el enfrentamiento con los almorávides que vinieron a cercar Valencia y el papel que en la lid tuvieron los infantes de Carrión. El pasaje puede reconstruirse gracias a la Versión crítica y a la propia alusión posterior al episodio en el Poema (vv. 3316-3326), lance en que el infante Ferrando no queda muy bien parado: Versión crítica “El Cid cuando lo oyó, sonrióse un poco e dixo a los infantes: “esforzad infantes de Carrión e non temades nada. Estad en Valencia a vuestro sabor”. Ellos en esto estando, embió el rey Búcar decir al Cid que le dexase a Valencia e se fuese en paz, e si no, que le pecharié cuanto ý avié. El Cid dixo a aquese que traxo el mensaje: “Dezid a Búcar aquel fi de enemiga que ante d’estos tres días le daré yo lo qu’él demanda”. Otro día mandó el Cid armar todos los suyos e salió a los moros. Los infantes de Carrión pidiéronle entonces la delantera. E después que el Cid ovo paradas sus azes, don Ferrando, el uno de los infantes, adelantóse por ir ferir a un moro a que dezién Aladraf. El moro cuando lo vío, fue contra él otrosí, e el infante con el grant miedo que ovo d’él volvió la rienda e fuxo, que solamente non le osó esperar. Pero Bermúdez, que iva cerca d’él, cuando aquello vío, fue ferir en el moro e lidió con él e lo matólo. Desí tomó el cavallo del moro e fue empós del infante que iva fuyendo e díxole: “don Ferrando, tomad este cavallo e dezir a todos que vós matastes el moro cuyo era, e yo otorgarlo he convusco”. El infante le dixo: “don Pero Bermúdez, mucho vos gradesco lo que vós dezides” (Campa 1995: 611-612). 15 En esa laguna se interrumpe el texto conservado en el códice de la Versión amplificada. A su vez, la Versión mixta, que, como vimos, se emparenta con la Versión amplificada y con los borradores de la Primitiva, cambia por completo: deja de presentar estructuración analística y de conocer la compilación de fuentes habitual (anales con los sucesos hispánicos y extra-peninsulares, Historia Roderici, el historiador árabe Ibn Alqama), que heredaba de las versiones alfonsíes o post-alfonsíes, y se limita a transcribir a Ibn Alqama, primero, el Poema en una prosificación muy novelada independiente de la alfonsí, después, que remata con la leyenda, con origen en Cardeña, según la cual el Cid estaría enterrado en ese centro monástico. Este texto de gestación incierta que nos transmite la Versión mixta se autodenomina Estoria del Cid y en nada se parece en sus hábitos compositivos ni redacción a la Estoria de España alfonsí, en sus varias versiones. El texto del Poema se encuentra muy alterado y adaptado a esa nueva concepción historiográfica, con lo que su testimonio para reconstruir las lagunas es poco valioso en comparación con el de la Versión crítica. 18 La segunda laguna describe cómo el rey Alfonso se encaprichó del caballo del Cid, Babieca, y cómo este se sintió forzado a ofrecérselo en otra prueba de amor (señalo entre [… ] lo perdido en el ms. y conservado en la prosificación) : 3505 “Cuando todas estas nuevas assí puestas son, beso vuestras manos con vuestra gracia, señor e irme quiero pora Valencia, con afán la gané yo […..] 3508 El rey alçó la mano, la cara se santigó: - ¡Yo lo juro par Sant Esidro el de León que en todas nuestras tierras non ha tan buen varón! – Mio Cid en el cavallo adelant se llegó, fue besar la mano a so señor Alfonso: - Mandásteme mover a Bavieca el corredor, en moros ni en cristianos otro tal non ha oy. Yo vos le dó en don, mandédesle tomar, señor-” (Montaner 2007: 206-207) Versión crítica “Señor, ruégovos que estos cavalleros que yo aquí vos dexo que me los embiedes onradamente para Valencia. E pues que vós tenedes por bien que esta lid sea en Carrión, quiérome yo ir para Valencia”. [Estonce mandó dar el Cid a los mandaderos de los infantes de Navarra e de Aragón bestias e todo lo ál que menester ovieron, e embiólos. El rey don Alfonso cavalgó estonces con todos los altos omnes de su corte para salir con el Cid que se iva fuera de la villa. E cuando llegaron a Çocodover, el Cid yendo en su cavallo que dezién Babieca, díxole el rey: “don Rodrigo, fe que devedes que arremetades a ese cavallo de que tanto bien oí dezir”. El Cid tornóse a sonreír e dixo: “señor, aquí en vuestra corte ha muchos altos omnes e guisados para fazer esto, e a esos mandat que trobejen con sus cavallos”. El rey le dixo: “Cid, págome yo de lo que vós dezides, mas quiero toda vía que corrades ese cavallo por mio amor”. El Cid arremetió estonces el cavallo,] tan de rezio lo corrió que todos se maravillaron del correr que fizo. Entonces veno el Cid al rrey e díxole que tomase aquel cavallo” (Campa 1995: 627-628). 19 3. Las crónicas post-alfonsíes y la popularidad literaria del Cid La popularidad del Cid, indudablemente relacionada con el éxito literario de las gestas de estirpe cidiana, dio pie a una nueva literatura prosística de carácter novelesco, acogida por las Crónicas post-alfonsíes, en la que el Cid era personaje central y en la que se utilizó y readaptó la tradición épica sin el relativo “respeto” de las fuentes que había caracterizado a los historiadores alfonsíes. Muestra paradigmática de esta nueva actitud nos ofrecen dos textos historiográficos del siglo XIII: la Crónica de Castilla, de la que ya hemos hablado, y la Estoria del Cid incluida en la Versión mixta. La extraordinaria libertad con que manejaron las fuentes poéticas estos historiadores para subordinarlas a sus propios intereses, ideología e ideales literarios y estilísticos dificulta y complica el conocimiento de la estructura y el texto de los poemas subyacentes. Al tiempo, estas crónicas son reveladoras de la fuerte influencia que los cantares y su temática tuvieron en la evolución de la literatura. La Estoria del Cid, tal como podemos reconstruirla a través de los testimonios conocidos, sólo se nos ha transmitido a partir de la historia valenciana del Cid (cf. nota 15). Aunque no existe acuerdo sobre su gestación 16 , sí parece haberlo en torno a su fecha, finales del siglo XIII, ya que su texto fue heredado y, a su vez, refundido por la Crónica de Castilla (h. 1300). La Estoria prosifica el mismo Poema que fue conocido por los historiadores alfonsíes, pero la perspectiva adoptada respecto a la fuente es completamente distinta y refleja bien la orientación ideológica y los gustos estéticos de la nueva historiografía. El texto del Poema se encuentra muy alterado y adaptado a esa nueva concepción historiográfica, con deducción e invención de episodios varios. A modo de muestra, compárese la escueta prosificación de la Versión crítica de los versos del episodio del caballo (véase supra) con la producida por esta Estoria: 16 En opinión de Diego Catalán, la Estoria fue escrita en Cardeña con el fin de promover el culto de las reliquias cidianas. Se compuso combinando una nueva prosificación del poema, independiente de las alfonsíes, con la prosificación alfonsí de una fuente árabe sobre la conquista de Valencia por los almorávides, Ibn Alqama, también conocida de la Estoria de España. Finalmente, “la historia cidiana se remataba con una exposición, inventada obviamente en el cenobio, referente a las postrimerías del Cid, a sus “reliquias” caradignenses y a la conversión al cristianismo del alfaquí al-Waqqaši, supuesto tío del supuesto autor de su Estoria, Ibn al-Faraŷ, el alguacil histórico del Cid en Valencia” (CATALÁN, “La historia nacional ante el Cid”, en El Cid en la historia y en sus inventores, Madrid. Fundación Menéndez Pidal, 2002c, págs. 255-276, esp. pág. 270) Para Montaner (2007: CCCXVII-CCCXXII), en cambio, las alusiones del texto a Ibn al-Faraŷ como autor de la Estoria podrían referirse, en realidad, a una fuente árabe auténtica (y no apócrifa) derivada del borrador alfonsí, tal como Ibn Alqama, relatos a los que se habría incorporado posteriormente la Leyenda de Cardeña. La elaboración de esos materiales procedería del taller historiográfico de Sancho IV, y no del monasterio de Cardeña. 20 Estoria del Cid “Otro día de mañana, fuesse el Cid a despedir del rey, e el rey cavalgó con él a escorrirle fuera de la villa; e todos cuantos omnes bonos ý eran, le fizieron mucha onra, como era derecho e lo él merecié muy bien. Al espedir, partiéronse, el rey e él, mucho amigos el uno del otro. ¿Quién vos podrié contar cuan granadamientre partió el Cid su aver en Toledo, ante que dende saliesse a todos aquellos que lo d’él quisieron tomar? E a los dos caballeros que vinieron a él de Navarra et de Aragón por casamiento de sus fijas, dioles sennos cavallos, e sin esto dioles gran don de oro, e enbiólos onradamiente pora sus tierras. E el Cid iva su camino con sus compañas mucho onradamiente, con sus DCCCC cavalleros que troxiera consigo; e levava ante sí el cavallo muy preciado a que llamavan Babieca. Et desque el Cid fue espedido del rey, enbiól pedir merced quel esperase un poco et quel querié una cosa dezir. E el rey parósse, e atendiól. E el Cid le dixo: “señor, yo tengo que mal iva d’aquí, si yo levasse tan buen cavallo como este, e non lo dexasse a vós, ca tal cavallo como este non pertenece pora otri si non pora vós, señor; e por que veades cuál es, faré yo agora ante vós lo que non fiz grant tiempo ha, si no cuando me acaeció en las lides que ove con mis enemigos”. Et el Cid subió en su cavallo, su piel armiña vestida, e començó a darle de las espuelas et a levarle por el campo ante’l rey don Alfonso. ¿Quién vos podrié dezir cuan bueno era el cavallo et cuan bueno iva el cavallero en él? Et en faziendo el cavallo, quebról él una rienda, e assí se paró el cavallo ó el Cid quiso, como si toviesse amas las riendas sanas; de la cual cosa el rey, e tantos cuantos ý ivan se maravillaron e dizién que nunca de tan buen cavallo oyeran fablar como de aquel. E el Cid pidió merced al rey quel tomasse” (PCG, p. 62423a-b17). La Estoria revela un punto de vista en que el modelo de héroe épico ha dado paso al del caballero ejemplar. En la Versión crítica y en el Poema es el rey quien se encapricha con que el Cid le muestre el caballo: “Mandásteme mover a Babieca el corredor” (v. 3513) dice Rodrigo antes de ofrecer el caballo al rey. En cambio, en la Estoria del Cid es Rodrigo quien toma la iniciativa de lucir el caballo y a sí mismo ante el rey, anticipando así la ofrenda. La Estoria añade además interrogaciones retóricas y detalles probablemente deducidos o inventados, como que el Cid iba vestido de piel armiña, o sobre la excelencia del caballo, que obedeció a pesar de haberse roto una de las riendas. 21 Todo este “color” novelesco hizo pensar a Menéndez Pidal que aquí se había prosificado una refundición del Poema conocido. Sin embargo, se admite hoy que las amplificaciones, comentarios e invenciones son obra del redactor de esta Estoria a pesar de haber utilizado una versión del Mio Cid enteramente análoga a la conocida por Alfonso X y conservada en el manuscrito 17 . Otro caso parecido ofrece la Crónica de Castilla, cuyo autor manipuló los cantares que llegó a conocer, por ejemplo, el de las Mocedades de Rodrigo, para subordinarlos a su propia ideología pro-nobiliaria, tan anti-regalista como poco afín a la jerarquía eclesiástica. Conclusiones A modo de conclusión, podemos resumir lo expuesto en los siguientes puntos: 1) El testimonio del Carmen expugnatione Almariae urbis, poema con que se concluye la Chronica Adefonsi Imperatoris, apuntala la hipótesis de una datación temprana del Mio Cid. La Chronica naierensis y el Liber regum documentan también su existencia a finales del siglo XII. 2) El testimonio de las Versiones de la Estoria de España de Alfonso el Sabio, del siglo XIII, nos permite suplir el comienzo trunco del poema, algunos pasajes deturpados y las lagunas del cantar tercero. 3) La crítica tradicional tendía a reconocer una nueva refundición poética del Mio Cid en cada nueva versión historiográfica: por ejemplo, en la de la Estoria del Cid o en la Crónica de Castilla. Hoy sabemos que los historiadores inventaban tanto o más que los juglares y que en el siglo XIII hay con seguridad un único texto del Poema, identificable con el conocido a través del manuscrito. 4) Puesto que el Mio Cid es el único poema épico conservado en verso (con la excepción del fragmento del Roncesvalles), la confrontación del texto poético con sus prosificaciones permite construir un modelo de interpretación para todos los casos en que sólo conocemos la épica medieval a través de adaptaciones prosísticas (sean latinas 17 Véase Diego CATALÁN (2000: 255-278). 22 o romances): por ejemplo, los Infantes de Lara, Bernardo del Carpio, el Infante García, Carlos Mainete, Las particiones del rey Fernando o las Mocedades de Rodrigo. Ese modelo parece asegurar respecto al Mio Cid que el poema coexistió en época temprana con el Poema de las particiones del rey Fernando (según muestran la Chronica naiarensis y el Liber regum) quizá ya enlazado con él (tal es el caso de la Estoria de España en sus varias versiones) y que en los dos poemas presenta ya parecidos valores como personaje. En cambio, no hay testimonios de las Mocedades de Rodrigo anteriores a la Crónica de Castilla (h. 1300). Referencias bibliográficas BAUTISTA, Francisco. La Estoria de España en época de Sancho IV: sobre los reyes de Asturias. London. Department of Hispanic Studies, Queen Mary, University of London, 2006. CAMPA, Mariano de la. La Crónica de veinte reyes y las Versiones crítica y concisa de Estoria de España. Ediciones críticas y estudio, tesis doctoral inédita. Madrid. Universidad Autónoma de Madrid, 1995. CATALÁN, Diego. “Poesía y novela en la historiografía castellana de los siglos XIII y XIV”, en La Estoria de España. 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