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REVISTA DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA (RFE) XCVI, 2.o, julio-diciembre, 2016, pp. 251-370 ISSN 0210-9174, eISSN 1988-8538 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS ALFONSO X, EL SABIO (2014): Lapidario. Libro de las formas e imágenes que son en los cielos, Pedro Sánchez-Prieto Borja (ed.), Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 483 pp. Dentro del conjunto de textos promovidos por el rey Sabio, el Lapidario es uno de los que desde el siglo XIX más ha atraído el interés de la crítica, de forma que ha sido editado en varias ocasiones con desigual fortuna. La atracción tiene que ver, sin duda, con la factura lujosísima del códice original del scriptorium alfonsí que lo conserva (RBME, h-1-15), extraordinariamente rico en su iluminación y decoración miniada, y con el enigmático texto, en que se explican las propiedades astromágicas de las piedras. El Libro de las formas e imágenes que son en los cielos (1276-1279) es otra compilación alfonsí de contenido afín, de la que solo han sobrevivido los 16 ff. originales (14 manuscritos) que contienen el índice (RBME, h-1-16). La edición de los dos códices escurialenses que aquí se reseña es, sin embargo, la primera que puede considerarse crítica, ya que supera el paleografismo de las anteriores para ofrecer al lector moderno un texto interpretado en su grafía, acentuación y puntuación, al tiempo que corregido en los errores particulares del manuscrito, que no son pocos. La edición se divide en tres secciones: Introducción (destinada al lector no especialista) [xxi-xxxvi], Texto, aparato crítico y láminas, apartado dividido en la edición del Lapidario [1-326] y la del Libro de las formas [327-392], para concluir con el Estudio crítico de los dos textos [393-483]. El establecimiento crítico del texto es sin duda la mayor aportación de esta edición, ya que todas las anteriores habían optado por una perspectiva fundamentalmente paleografista. Una transcripción paleográfica es necesaria como paso previo a una edición crítica, y de hecho Pedro Sánchez-Prieto Borja había colaborado previamente en la corrección de algunos detalles de la transcripción del códice h-1-15 realizada por Roderic C. Diman y Lynn W. Winget (1980) dentro del sistema habitual del Hispanic Seminary of Medieval Studies de Wisconsin (hoy disponible en Internet: Francisco Gago Jover (ed.) (2011), Digital Library of Old Spanish Texts, Hispanic Seminary of Medieval Studies, <http://www.hispanicseminary/url>). En la presente edición se ofrecen algunas revisiones suplementarias de esa transcripción, por otra parte, acreditadamente superior a la más difundida de Sagrario Rodríguez Montalvo (1981), que aquí recibe no pocas observaciones por la falta de exactitud en las lecturas del códice. La edición crítica es, con todo, el paso imprescindible para enten- 352 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS der de forma cabal el texto y poder hacerlo accesible desprovisto de los errores de copia, inevitables aunque, como en este caso, se nos haya conservado el lujoso manuscrito original. El Estudio crítico se estructura en las siguientes secciones: presentación y encuadre de los dos textos editados dentro en el proyecto científico y cultural alfonsí (§ 1), discusión de la fecha y autoría, introducción al concepto de autor en el escritorio alfonsí y a la distinción entre traductores y compiladores (§ 2), género, carácter, estructura y contenido de los textos editados (§ 3), fuentes, ideas y textos previos en las tradiciones árabe, griega y latina (§ 4), descripción de los manuscritos (§ 5), ediciones anteriores (§ 6), fundamentos y justificación de la edición crítica propuesta (§ 7) y criterios de edición (§ 8). Las primeras secciones (§§ 1-3) del Estudio crítico se benefician de una lectura personal del texto, en la que el editor añade al estado de la cuestión, con gran conocimiento de los estudios pertinentes, no pocas observaciones originales. Solamente la proximidad en la fecha de publicación explica que no conozca el importante libro de Laura Fernández Fernández (Arte y Ciencia en el scriptorium de Alfonso X el Sabio, Universidad de Sevilla, 2013). En ese libro se ofrecen algunas noticias o valoraciones que hubieran enriquecido o matizado la exposición (por ejemplo, sobre los testimonios no alfonsíes del Lapidario, sobre los copistas que intervinieron en los dos manuscritos alfonsíes o sobre su estudio iconográfico y decorativo), además de reforzarla, ya que Fernández llega a conclusiones muy similares en algunos aspectos (por ejemplo, el carácter tardío, de la década de los 70, del códice h-1-15, las lagunas existentes en él o la supervivencia completa, hasta el siglo XV, del contenido hoy perdido en el códice h-1-16). Con todo, el éxito de esta excelente edición se debe sobre todo al cuidadoso establecimiento del texto crítico. En total, el editor interviene en 833 ocasiones para reponer omisiones, eliminar errores paleográficos o duplicaciones y proponer lecturas, en enmiendas que resultan siempre evidentes y necesarias. En § 7 se ofrece una justificación detallada de las decisiones editoriales que el editor estima más controvertidas, todas ellas perfectamente razonables. Cabe indicar que la enmienda de la lectura uelos (en realidad, iielos en el códice, como se dice por vez primera), corregida con buen sentido en cielos (p. 3), ya venía sugerida en Rodríguez Montalvo en nota, si bien no la incorporó a texto. También sería deseable que el editor hubiera justificado (en 7.1.3) el mantenimiento de la forma benido ‘bendito’ (p. 7), que quizá habría que anotar, tal como hace Montalvo, puesto que no hay en el Corpus del Diccionario Histórico o en el CODEA ningún ejemplo que impida considerar esta forma otra cosa que un hápax, frente al relativamente común benito. Entre los signos repuestos —por falta del signo abreviativo— quizá habría que haber considerado alacrá (p. 282) o al menos haber explicado su mantenimiento, a la vista de que la forma con –n es general en el texto. Es mérito del editor haber intervenido en la unión y separación de palabras y la puntuación de forma que el texto fluya en una lectura fácil y comprensible, en la que la adaptación gráfica y acentuación de los misteriosos nombres de muchas piedras ha supuesto un reto de difícil solución, puesto que no pocos carecen de otra documentación medieval o de etimología segura. La caracterización lingüística del Lapidario atrajo no poca atención en el pasado y se adujo la apócope extrema como REVISTA DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA (RFE), XCVI, 2.o, julio-diciembre, 2016, pp. 251-370 ISSN 0210-9174, eISSN 1988-8538 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 353 prueba de una datación temprana, argumentos que hoy parecen inseguros a la vista de que códices alfonsíes tardíos, como el del Cuarta Parte de la General estoria (1280) o este mismo, ofrecen ese uso. Aunque el autor no entra en estas cuestiones, la lectura de los dos textos suscita el problema de su adscripción dialectal. El Libro de las formas, a la vista de no pocas variantes, cabe situarlo en un castellano de tipo fundamentalmente oriental. Así lo avalan en ese texto los pocos ejemplos de leísmo para objetos directos personales, el uso de qui como único pronombre relativo tanto como sujeto como regido por preposición, la preferencia por los adverbios modales en –mente, voces como malautía o la conjunción maguera, y grafías como asohora. El Lapidario (al menos, el texto de los tres primeros lapidarios que se copiaron en el códice h-1-15, sin el prólogo) parece, sin embargo, de adscripción más occidental. A favor de ello habla la regularidad en el leísmo, tanto personal, animado (‘gallo’, p. 107) como incluso con contables inanimados (cf. ‘miembro’ [p. p. 43], ‘un jaspio’, ‘albot’ [p. 28], ‘vaso’ [p. 54], ‘cuerpo’ [pp. 76, 197], ‘escaño’ [p. 274]), frente a lo referido a nombres categorizados como no contables (‘suor’, ‘dolor’, ‘solloço’, ‘peso’, ‘oro’, ‘vino’, ‘fumo’, ‘algodón’ ‘çumo’), la presencia de la conjunción magar o la frecuente falta de diptongación en el adjetivo bon-a. El tercero (desde el f. 102r) y el cuarto de los lapidarios (a partir del f. 111r) podrían, en atención a detalles lingüísticos, deberse a copistas diferentes, según parece indicar que solo en esas secciones aparezca quien como sujeto, o que, a partir del cuarto, el leísmo personal no sea regular, desaparezcan las formas bon-a y figuren los únicos ejemplos de adverbios modales en –mientre (frente a –miente general en el resto del códice). El hecho seguro de que el códice se confeccionó como puesta en limpio de materiales previos hace muy complejo deslindar estas varias capas y secciones lingüísticas que, por otro lado, reciben apoyo en la confección material del manuscrito. Para terminar, anoto algunas pequeñas erratas y lapsus del Estudio, por si son de utilidad para futuras reimpresiones (asta[.], p. 279; [h]exámetros, p. 432; inocográfico, p. 439; e[n], p. 457; Libra por Piscis, p. 461), y concluyo que hay que dar una calurosa bienvenida a esta nueva y cuidada edición que abre la puerta a estudios sobre el texto construidos sobre cimientos mucho más sólidos de los que antes disponíamos. INÉS FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ Universidad Autónoma de Madrid La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española (2013): Comisariado y dirección a cargo de Carmen Iglesias y José Manuel Sánchez Ron, Madrid, Real Academia Española, 480 pp. Entre los meses de septiembre de 2013 y enero de 2014 la Real Academia Española, con la colaboración de Acción Cultural Española, organizó en la Biblioteca Nacional una exposición para conmemorar el tricentenario de la Corporación. La obra reseñada es el catálogo de la exposición, que fue preparada por los académicos Carmen Iglesias y José Manuel Sánchez Ron. Tiene, por tanto, características ajenas a REVISTA DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA (RFE), XCVI, 2.o, julio-diciembre, 2016, pp. 251-370 ISSN 0210-9174, eISSN 1988-8538