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CONSTnUYENDo DISCURSoS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO: EPISODIOS DE LA CIUDAD op LróN BAJo LA MoNanquÍa ASTURTANA spcúN LA cRoNÍsrrca cRrsrrANA JosÉ ManÍa Mousarvo A¡¡róN U niaersidad de Salaruanca Los cronistas hispánicos desde la corte ovetense de Alfonso III habían ido escribiendo sus obras con los materiales de su tiempo y los heredados de los rextos anteriores. El conjunto de textos historiográficos latinos escritos desde el siglo tx fue ofreciendo un conjunto depurado de datos y personajes ordenados cronológicamente y encuadrados en lo que constituyó el gran género y propósito -individual, colectivo y consecurivo- de reconstruir la Historia de España, que era el objetivo preferente de los cronisras, no ya desde el entorno de Alfonso III sino desde san Isidoro de Sevilla, cuando menos. A partir de la incorporación ideológica del pasado unitario godo, fueron considerados en su continuidad dinástica como un todo, y como unidad referencial, el reino de Asturias, primero, León y Castilla, después, entendidos en su sucesión y derivación unos de otros y del mismo tronco común, algo que desembocó en la corona de Castilla en el siglo xm. La historia de los territorios que lo conformaron constituyó el referente de la escritura histórica de muy destacados cronisras durante siglos. Dentro de estos textos, la información sobre los reyes, sus familias, las victorias, las relaciones con los enemigos, así como los grandes hitos de la Iglesia y las relaciones con los reinos vecinos, constituyeron los grandes, a veces casi únicos, protagonistas de los relatos, los objetos de interés sobre los que fijaron su mirada los autores, desde el siglo tx al XIII, en latín primerol, en romance desde la segunda 1 Para las crónicas asturianas (Crdnica de Alfonso lll, en sus dos versiones, así como lallamada Albeldare), seguimos a Gr, J., MoRALEJo, J. L. y Rurz DE LA PEña, J. I. (eds.). Crónicas Asturianas. Oviedo, 1981. La Crónica dt Sanpiro, qre trata del periodo 866-899, fue escrira a principios del xr probablemente y es conocida por las refundiciones delaHistoria Silense ---nt;jzá del segundo cuarto del xrr-, que también tiene un texto propio, o bien por la refündición del Liber cbrtnicorun de don Pelayo de Oviedo -----<oetánea a la versión Jileue-, recopilación de los textos de Sampiro por este prelado, además de que JOSÉ MARÍA MONSALVO 220 ANTÓN mitad de este sigloz. Con la excepción de sucintas menciones a los hechos de la corte, no fueron objeto de prioridad explícita de todos estos textos las menciones a los núcleos urbanos, a no ser en relación con ceremonias, acciones políticas, guerras o conflictos en que el poder regio o el reino se vieron involucrados. Observar cómo aparecen reflejadas las ciudades y otros núcleos en las crónicas resulta de interés, pues ofrece el prisma de unas menciones mucho más accidentales, aleatorias e inintencionales que cuando las obras tratan de actos áulicos o alocuciones de reyes o magnates, en cuyo caso la férula de la ideología política, los intereses personales espurios, los ideales patrióticos u otros factores, tenidos en cuenta por los cronistas o los talleres historiográficos, resultan más tangibles. A pesar de ello, el propio pensamiento político del momento en que se escribió una crónica, los anacronismos, Ios afanes de proporcionaf o restar notoriedad a determinados sitios, pueden ser detectados también en relación con ciudades y lugares determinados. Es decir, las representaciones de lo urbano, asociadas al hecho de que desborden en una cierta medida la intertextualidad característica de las tradiciones cronísticas ---que suelen basarse en la copia de obras ¿¡¡s¡i6¡ss-, permiten también conocer los discursos. Eso pienso. Me interesa especialmente subrayar los profundos cambios de discurso de los textos cronísticos del siglo xrrr y, específicámente de la historiografía en castellano frente a lalattna. Es esro precisamente lo que pretendo abordar en estas pocas páginas. Veremos cómo las crónicas plenomidiévales, sobre todo el Cbronicon Mundi, el De Rebus Hispanie y la Estoria d.e España, trataron ciertos episodios ubicados en los siglos vtu-tx relativos a la ciudad de dicho texto de don Pelayo incluye su propia crónica original, si bien referida ya a hechos posteriores, el Ilamado Chronicon Regurn Legionensiun, Seguimos a PÉn¡z or Unou, J. @d.). Sampiro, su crónica y la monarquía leonesa en el siglo x. Madrid, 1912, texto pp. 275-346. (versiones silenu y pelagiana); los otros textos originales de la Historia Silense, al margen de los que suponen la refundición de la de Sampiro, como decimos, pueden verse en SaN:ros Coco, E (ed.). Historia Silense.Madid, 1927.LaCrrínica Najerense se supone escrita hacia 1180. Hay una edición reciente de EsrÉvrz Sora, J. A. (ed.) Chronica Hispana saeculi x¡. Turnhout, 199, GC.CM., vol. 71). Y de 12)7 -1239 sería el Cbronicon Mundi, de don Lucas de Tu¡ canónigo de San Isidoro de León antes de ser obispo tudense desde 1239. La edición meior y más actual es la de Farqur, E. (ed.). Cbronicon Mtn¿li. Tvnhour, 2003 GC.CM., vol. 14). La Historia De Rebus Hispanie o Historia Gothica fie escrita por el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, hacia 1243 y crrc¡ta con la edición de Fetnández Valverde, J. Gd.). Rodericus Ximenii de Rada. Parte l, Historia de rebus Hispaniae siae Gdtica. Tornhottt, 1987 (CC.CM., vol.72); el mismo Fernández Valverde hizo una edición en castellano en la editorial Alia¡za, Madrid, 1989. 2 La Estaria de España fue redactada en el tercer cuarto del siglo xru en la corte regia y se atribuye al llamado otaller historiográfico" de Alfonso X el Sabio. R. Menéndez pidal, con el nombre de pd- editó una versión que hoy se considera híbrida, que contenía textos llegados hasta 1289, redactada ya Por tanto en reinado de Sancho IV, pero atribuible al corpus de rextos de la Estoria de Alfonso EI Sabio. Esta edición es la célebre de Primera crónica GeneraL Madrid, 1977,2 vols. (ed. original 1906,2 eds. 1915, 1977). Recientemenre la edición de otra versión de esta obra, que se sabe escrita en 1282-1284, que depuraba a su vez otra original, y que puede considerarse hoy día como el texto meior fijado por los especialistas, salió a la loz a cargo de F¡nNANorz Onoóñnz, 1. Wrsifin crítica mera Crónica General, la Estoria d¿ España. Estudio y ediciín desde Pelayo basta Ordoño 11. Madrid, i 993. Existen pequeñas diferencias entre las dos versiones de \a Estoria de España. Aquí utilizaremos tanro la más conocida d,e pCG de (EE. PCG, MENÉNDEZ Ploar, R., ed.), como la Versión Crítica (EE. Wrsión Crítica, FsnNLNorz OR.oó- ñrz, I., ed.). CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO 221 León y otros escenarios. Esencialmente comprobaremos cómo se fueron alterando determinadas tradiciones y contenidos cronísticos originales con el objeto de dar cabida a determinadas geografías y situaciones que tenían por objeto ensalzar unos escenarios urbanos que, en el momento en que se escribieron los textos más tardíos, gozaban de un protagonismo que, por el contrario, estaba totalmente ausente en la época de referencia de los relatos. En las Crónicas A¡turianas la ciudad de León asoma como una presencia exigua e indirecta. Este hecho probablemente se corresponde, al menos en los primeros reinados de la monarquía astur y seguramente también después, con una realidad en la que toda la concentración de los elementos más destacados del discurso de ensalzamiento geográfico se reservaba pata Oviedo y Asturias. Tanto la Crónica dc Alfonso 111 como el Epítome ovetense o Crtínica Albeldense mencionan únicamente para los once reinados de Pelayo (718-137), Favila (737-73», Alfonso I (139-757), Fruela I (157-768), Aurelio (768-774), Silo (774-l8l), Mauregato (183-789), Vermudo I (189-791), Alfonso II (791-842), Ramiro I (542-850) y Ordoño I (810-866), es decir, nada menos que todo el largo periodo <<astur)>, apenas dos episodios que tengan algo que ver con la ciudad y sin que sea nunca en ellos la urbe foco único y singular de Ia atención cronística. Estos episodios son: por una parte, la conquista de la ciudad de León por parre de Alfonso I, bien como una más de la treintena de localidades que el monarca recuperó, bellando cepit, como dice la Crónica de Alfonso lII, bten como una de las dos urbes otra era -'lade la ciuAstorga- que estaban ab inimicis plsseisaÉ;por orro lado, la repoblación dad con Astorga, Trry y Amaya- por Ordoño I, quien las rodeó de muros, les -junto puso altas puertas, y las llend de gentes, en parte de las suyas, en ?arte de las llegadas la rltense, que ofrece el texto más explícito sobre los repobladores, pero cuya noticia está igualmente en la versión ad Seba¡tianullt v zaetense de esa de España, según Cr6nica, así como enla Albeldpnsé. La mención expresa de esas cuatro localidades repobladas al sur de la Cordillera indica no solo la idea de una línea de expansión repobladora, sino el rango que se quería otorgar a estas cuarro localidades, yu q,r" el propio texto de la Albeldense, en el mismo pasaje, añade que, junto a ellas, el rey ruultaque et alia castra ntuniulr. Se concebía, pues, una especie de línea de grandes ciudades en época de Ordoño I a la que pertenecía León como urbe importante. Más al sur no se mencionan repoblaciones. Si solo nos atenemos al discurso cronístico correspondiente a ese ciclo histórico podemos legítimamente interpretar que León era concebido como pieza de una expansión hacia el exterior efectuada desde eI <<cenrro» político del reino, ya que las citadas escasas alusiones a la urbe no aparecen sino en relación con acciones de los reyes primero de Cangas y luego de Oviedo hacia el exrerior. Como es sabido, estas acciones se desplegaron en una doble línea de actuación: la repoblación de las regiones al norte de la Cordillera, desde Galicia marítima hasta la Castilla del 3 4 Cx Alfonso lll, Rot. y Seb., § l); Albeldense, § XY 3. Ciuitates ab antiquitas desertas, id est, I*gionern, Astoricam, Tud¿n et Anagiam Patriiam nuris cirtttnd¿dit, portas in altitldinem poszit, populo partint ex suis, partin ex Spania aduenientilta¡ inpleuit. Cn Alfon¡o IlI, Rot., § 21; Seb., § 25; Albeldense, § XV, 11. .JoSÉ MARÍA MoNSALvo ANTÓN Ebro, por una parte; y la guerra y luego repoblación de las áreas de la cuenca del Duero, por otra. No necesito ahora entrar en detallest, pero lo que me inreresa destacar es,que León era percibido sólo como fruto de Ia expansión de los reyes asturianos fuera de sus límites propios. Era percibido como realidad extrínsecá al núcleo central del reino. La cronística asturiana, por otra parte, no aclara cuestiones debatidas por los medievalistas, como es el momenro exacto de la repoblación de la ciudad por Ordoño I, algo que suele siruarse en 856, o su posible grado de ocupación humana previa6 y otros aspectos sobre los que las escasas referencias históricas apenas ofrecen información complementariaT . Pero estas controversias, que ; Cfr. nuestro trabajo «Espacios y fronteras en el discurso territorial del Reino de Asturias (del Cantábrico al Duero e¡las Crínicas Asturianas),. Studia Historica. Historia Medieual,2OO5, vol. 21, pp. 41-89. Sobre la historia general del reino de Asturias, pueden verse Bannau-D¡nrco, L. .Recherches sur l'histoire politique du royaume asrurien,'. Reaue Hispaniqae, 1921, vol. LII, pp. 1-360; SÁNcnez-ArsonNoz, C. Orígenu de la naciór española. Estudios críticos sobre la historia del reino d.e Astarias. Oviedo, 1972197t,) vols.;BrscaMannoquw, A.Orígeneshispano-godosdelreinodeAs¡uria¡.Oviedo,2000; Ruizor LA PEñÁ, J.1. Io nonarquía asturiana. Oviedo, 2001; GancÍa Tonaño, P. Historia clel reino de Ayurias (718-910). Oviedo, 1986;Ladpocadclamonarquíaasturiana(AoasdelsimposiocelebradoenCoaadonga,s10 0ct.,2001). Oviedo,2002, entre otros. 6 Se trata de una especie de fecha oficial, puesto que no se duda realmente que hubiera población con anterioridad. Los cronistas musulmanes, ent¡e ellos Ibn Al Atir, Ibn Idari e IbnJaldún (es cierto que tardíos, entrando ya en el siglo xttt, los primeros, y del xrv Ibn Jaldún), aseguran todos que en el año 841 t 846 (2)1 H.) la ciudad de León fue asaltada por los musulmanes, al mando de Muhammad. Los cronistas árabes mencionan el hecho de que la ciudad fue asolada y Ia población cristiana tuvo que salir de ella, pero no pudo ser destruida, dado el grosor de las murallas, de diez y siete codos de anchura, lo que habría bastado para disuadir a los musulmanes de su destrucción. Sánchez-Albornoz es quien más insiste en estos testimonios árabes para sostener que la ciudad tenía población cuando en ese año, baio Ramiro I, fue atacada en la citada aceifa. Pero como Sánchez-Albornoz sostiene que la despoblación de las ciaitate¡ de Alfonso I, entre ellas León, había sido efectiva, piensa en consecuencia que fue Ramiro I quien había hecho una puebla, pero en el año 841 mismo o poco anres, ya que con anterioridad no habría habido condiciones para ello por la inseguridad, de modo que sería recientísima cuando se produjo el ataque musulmán telatado por los cronistas árabes, SÁNcnrz-ArsotNoz, Orígenes, vol. III, pp. 53-62. Sá¡chez-Albornoz llega a afirmar que cuando Muhammad atacó León .la nueva puebla tendría por tanto a lo sumo uoos meses o altededor de un año; plazos cortos para que se hubiese reunido en la ciudad un número de hombres aguerridos capaces de resistir al sin duda muy preparado y muy importanre araque islamista"; ibídem,p.62.Del testimonio cronístico árabe, si creemos en cierta veracidad del testimonio, se deduce que la ciudad tenía población en 841. Nada indica, sin embargo, la suposición de la puebla reciente de Ramiro I, puesto que es probable, como han defendido otros medievalistas desde Menéndez Pidal (MrNÉNotzPtor't, R. "Repoblación y tradición en la cuenca del Duero,. En Enciclopedia Lingiiística Hispánica. Madrid, 1960, vot. I, pp. XXIX-LVII), que se hubiesen mantenido contingentes poblacionales en localidades del Duero, León entre ellas, con independencia de lo que Ia cronística afirmase. En cualquier caso, la repoblación oficial por Ordoño I es lo que afirman los testimonios cronísricos asturianos, cfx silpra, r,ota 4. Los Anales Castellano¡ Primeros, más de un siglo posteriores a los hechos, pero considerados fiables en lafiiaciín de los jalones cronológicos, atribuyen también a Ordoño I la repoblación oficial: lru era DCCCLXVilII populaait domnus Ordonizs Legione et in tertio anno sic fregit. Anale¡ Castellanos Prirnero¡. En Gónrz-MoRENo, M. Di¡crrsos leídos ante ta RAH. Madrid, l)17 p. 21. , 7 En un documento de 8)4 del monasterio de Otero de Dueñas se menciona al obispo Frunimio, que por otros documentos catedralicios de 860 y 873 sabemos que era obispo de León. La sede episcopal existía, por tanto, en esas fechas, Stn Qut¡aNo, G, del. Colección diplomática de Santa María de Otero d¿ las Dueñas (León), 854-1037. Salamanca, 7))4, apéodice documental 1" a; SÁsz, E. Colección d¡camental del CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO son interesantes y al mismo tiempo evocadoras de los propios límites intelectuales de la cronística astur, no contradicen la idea principal que acabamos de exponer, esto es, que en el discurso de la cronística asturiana, León no era más que una localidad conquistada, repoblada, satélite y dependiente de los reyes de Oviedo y de sus espacios genuinos. Es así, por otra parre, como concibe hoy el medievalismo el rol de la ciudad en el periodo <<astur>) de la monarqtía, apoyándose tan solo en los escasísimos datos de la época. Luego, tras la instalación previa de la sede episcopal y la repoblación oficial de la ciudad, si nos fijamos ya en el periodo ,,astudeonés», el de Alfonso III (866910), es evidente que las menciones documentales se multiplican en relación con la urbe y en relación con otras localidades y enclaves de cierto rango en la región eclesiásticos y castros, por ejemplo-, lo que resulta indicativo del -centros momento y amplitud de la expansión por el valle del Duero ya en esa época. Todo ello sugiere un aumento de la importancia de esta región, con León y el área leonesa dentro de ella. Pero creo que no hasra el punro de poder aftrmar que el estatus de la urbe de protagonismo capitalino algunos- y su entorno, es -alejada decir, el incipiente terriroriumg, hubiera cambiado cualitativamente. ¿Había motivos para ese posible cambio? No parece suficiente razón paru erlo simplemente el efecto de que se estaban intensificando las tareas repobladoras, rurales o de los castros de la zona al norte como al sur de la ciudad-lO, -tanto ArcbiaodelaCatedraldeleón(775-1230). l(775-952).Le6n, 1987,docs.2y1.Porotraparre,enesas fechas, sabemos por documentos que localidades cercanas a León, y por ranro previsiblemente el área regional, estaban en funcionamiento. Por no hablar de Astorga, repoblada por Ordoño I (FronraNo, A. C. Diplonática apañola dcl periodo astur,718-910. Oviedo, 1949-1951, vol. I, n." 60 y vol. ll, n." l2O;Cr Alfonso lll, Rot. y seb., § 25; Albeldense, § xY 11) o de Bagidun, más alejado de la urbe, ottas localidades más próximas, como Castro Pelayo y Castro Dueñas, ambas en Ia cuenca del AIto Esla, se citan en el mencionado documento de Otero de Dueñas de 854; Srn Qu¡aNo, Colección, doc. ap. 1o a. Por supuesto, aparecen también aldeas, pero fijándonos solo en centros de rango más alto, los casrros y fortalezas, es presumible que los que se citan en el reinado de Alfonso III en la zona, algunos de ellos al menos, se remonten al reinado de su antecesor Ordoño I o más atrás (vid. infra, nota 10) 8 En una donación de 874 del obispo Frunimio ¿ unas iglesias de León se dice: ciuitate que aocitatur Legio, territoril Gallecie;SAnz, Colección, doc. 6. Extraña ubicación, máxime si se tiene en cuenra que Ia palabra tenitorio no se confundía entonces con áreas regionales, como Galicia, sino que mrís bien refleiaba una demarcación más reducida, de pasado en el reino visigodo peto sobre todo ya precedente o equi- valente de los alfoces (cfr nota siguiente). Vid., entre otros, Esrura, C. nConfiguración y primera expansión del teino astur. Siglos vul y Ix». En Louas, F. J. y DEvIs, F. (eds.). De Constantino a Carlomagno. Disidentes, beterodoxos, marginados. Cádiz, 1992, pp. 119-191, y poder regio y los territorios'. En "El I^a época de la monarquía, pp. 411-467. 9 to Territorio legionmse, citado, eotre ottos, en un documento catedralicio de 897 ,SAnz, Colección, doc. 12. La Albelden¡¿ menciona |os eastos de Coyanza y Sublantitm, § XY 13. En el caso de Stblantium, además de documentarse en los diplomas asturleoneses en 885 y de mencionarse en la citada crónica y en Sampiro, cabe destacar que la investigación arqueológica atestigua lo localización como Albeldense Sollanzo, en Villasabariego, según el estudio de A. Gutiérrez. Hay que decir que se cuenta con documentación asturleonesa, además de alguna referencia de Sampiro, sobre otros castros del área leonesa correspondientes aI reinado de Alfonso III, entre ellos los citados Castrodueña o Castro Dueñas, Alcoba, Monzón, los citados Sollanzo y Coyatza, además de los atribuidos a la repoblación efectuada por JoSÉ MARÍA MoNSALVo ANTÓN 224 incluyendo el despegue_de algunos monasteriosil, ni el hecho de que, precisamente al ir constituyendo Le6n y sus alrededores por enronces una línea áefensiva importantel2, las aceifas musulmanas se irían encontrando en estas tierras escollos significativos, que la propia cronística cristiana coetánea recogió. Alfonso III a fines del tx o primeros años del x, tales como Zamora, Simancas, Toro y Dueñas; con mayor precaución hay que incluit la noticia de Sampiro (en este caso sólo en la versiónpelagiana, a la que se otorga menos credibilidad que a la versiín silense) de que Alfonso III levantó los castillos de Alba (castillo de AIba en Llanos de Alba), Luna y Gordón, estos últimos solo documentados en un dudoso diploma de 918. Cabe también cttar el ten'itorio Uiniagio, documentado en un documento catedralicio leonés de 873, que sugiere Ia existencia de un castro en Vñayo, probablemente desplazado décadas después por los de Luna y Gordón, entre los que se hallaba este distrito, convertido en simple locus yahacia!18, cuando Luna y Gordón imperaban en la zo¡a con sus castillos y el territorio Legionense era una demarcación de rango muy superior a todas ellas yal. in terrritorio legionensi, infra castello et castello, Luna et Gordone, in loca uocabulo in VinaYo, según reza un documento catedralicio leonés de ese año. Vid. todas estas referencias enFtontaNo, Diplonática,vol. I,docs.60,64y vol. II,docs. 133, 17r,1g9; oenladocumentaciónde la catedral leonesa con datos de 97 3, 904,909; SApz, Colecciín, docs. l, l1 , 24 y 44; Sampiro, l, p. 27 6, § § 2, p. 218-279 y § 14, p. 305; GurlÉnnrz GoNzALEz, J. A. Fortificaciones y feudalisno en el origen y form¿ción del reino leonés (ss. rx-xur) . Valiadolid, 1995, pp. )2j-324. pueden ve¡se algunos títulos de refe_ rencia sobre ios procesos de repoblación y organizaciín del espacio en esa área y en ese periodo: sÁ¡¡cnrz-Ar¡oRNoz, c. Despoblaciín y repoblaciín del ualk del Duero. Buenos Aires, 1966; REGLERo DE LA FUENTE, C. M. "La ocupación de la cuenca del Duero leonesa por el reino asturr. En F¡nNÁI¡orz CoNon, F. J. (ed.). La epoca de Alfonso III y San Salaador d¿ Vatdediós. Oviedo, 1994, pp. 127 -l5O; Esrrpa Dmz, C. "El alfoz castellano en los siglos rx aI xrr». En la España Medieual, 19g4, vol. lv, pp. 305-341, y «El poder regio"; MÍNcurz, J. M.' .Innovación y pervivencia en Ia colonización del Valle del Duero,. En Dxpoblación y colonizaciín del valle del Duera. siglos vur-xx. Leó¡, 1995, pp.41-79; GurrÉnn¡z GoNzÁrnz, J. A. "El Páramo leonés entre la Antigüedad y Ia Alta Edad Media,. Stildia Hirtlrica. Historia MetJie_ aal,1996,vol. 14,pp.47-96;M¡nrÍNVlso, I. FragmentosdelLeaiatán.Laarticulaciónpolíticadelespacio zatnzranl en la Alta Edad Media. Zamora,2002; S,{Ncurz Baorora, J. J. La configuraciín poblamiento 1 organizaciín del espacio: el territorio fu Le6n (siglos de un sistema de tx-xr).Le6n,2OO2. 11 Vid. nota anteriot. Además de los castros, existieron en época de Alfonso III monasterios próximos al área leonesa, como Sahagún, que la propia Atbeldense menciona como objeto ya de una devastación por aceifa en 88) (Albeldense, § XY 13), pero que aparece recibiendo importantes donaciones ya desde la primera década del siglo x, concretamenre desde 904; MÍNcurz, J. M.i Colecci,6n diplomática del monasterio de Sabagún, l, (siglos rx-x).Leó¡,1977,docs. 6-1 1. por otra parte, un documento de 905 men_ ciona el monasterio de San Cosme y SanDamián super ripam de fluuio Turio, territorio legionense; SABz, Colecci6n, doc. 18. Hay noticias también de San Miguel de Escalada, monasterio mozárabe próximo a León, donde una inscripción ya perdida, dada a conocer por Risco y luego reproducida por Gómez-Moreno en su clásica obra de las iglesias mozárabes, indica que fue erigido en tiempos de Alfonso III: ...edis ruinam erexit sub aalente serenissimo Adefonso principe; nonacboran numuo crescente denum boc templum d.ecorum miro opere amplificattm aigirur, consagrándose en 91j con monjes mozárabes venidos de Cór_ doba; GÓrrarz-MoRENo, M. lglesias mozárabu. Arte xpañol & los siglos tx al xt. Granada, 199g (ed. facsímil de la ed. de 1919), p. 141. a fundamine exundique 12 Por supuesto, .[os centtos arturicen¡e y bergidense, al oeste de León, documentados en el tercer cuafto del siglo Ix, o el de Monzón, aI este, con importancia después, indican Ia existencia de una línea ya al sur de las montañas y de los páramos leoneses, comarcas éstas con sus propios castros defensivos. pero ya incluso cerca de la propia ciudad la línea defensiva se levantaba firme en época de Alfonso III. Lógicamente Sublantiun (cfr. nota anterior) forma parte de esa estrucrura defensiva e incipientemente territorial (se cita el territmio o saburbio de Sublantiun). Pero además un casrro también..r.".ro, León, llamado Castro de San Cosme y San Damián, dominando el valie del Torío, era conocido también como Castrun de Rege, en CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO . 225 La Albeldense da cuenta, en efecro, de varios ataques a León: uno en g6l-g6g, con un doble ejército desplegado hacia León mismó y hacia el Bierzo; .. ,"gr.rdo ataque en 878, con flancos hacia Astorgay haciatéóny con el resultado de una importante baalla enPolvorosa, muy cer¿a de la actual É"rruu..t., en el órbigo; y una tercera acometida en 88-2-883 ser dos aceifas diferenciadat y".o una-, que son las últimas referencias-pudieran que contiene esta crónica, consideradu coetánea de estos últimos hechosll. ciertamente, la información sobre castros y monasrerios del área leonesa y de la región comprendida entre ella y el Duero durante el reinado de Alfonsó III demuestra, y así lo quiero srrgerir, el auge progresivo y el ámbito espacial de la repoblación cristiana, algo bien conocidol y quápermite afirmur sin diuda alguna que León se fue convirtie¡do en centro impoitanie y de gran valor estratégii'o de esa región incorporada al reino de Asturiás. pero nada áár. cr.o que p;demos a.firmat que ni entonces, ni mucho menos anteriormente, León perdió el esratus de ciudad.antigua, pero prácticamente orvidada al principio d"'lu R..o.rqrirtu, luego de tierra de nadie, más tarde de urbe conquistáda, repoblada, atacada vatias veces por las razias musulmanas y, poco a poco, ya desde la segunda mitad del tx, conveftida en obispado y en centro de un teruitoríum dentrodeiconjunto de los que la frontera de la monarquía ovetense. En la frontera de la monarquía ovetense. Es a seriala realidad política en la que los documentos y crónicas de ésa épocapodían situar únicamenie aLeón,ciuáad ancilar, por tanto, o de segunda fila, en sentido estricto, tal como hemos sugerido en las páginas anteriores. o reconocieron los cronisras post;iores -Pero, ¿aceptaron este estatus de la ciudad durante el periodo astur y asturleonés? Es la cuestión que nos ocupará ahora. Detectamos un progresivo alejamiento de ro que pudo ser la realidad histórica de- la urbe en esos periodos a medida que las ..órri.u, van siendo más tardías. Hay bastante respeto a la autoridad de los textos anreriores en la cronística de los se estaban conformando en Castrillino. Según A. Gutiérrez GurIÉntsz GoNzALEz, se conservan indicios y pequeños restos, fruto de su declive en el siglo x; p.208. Este Castrum de Rege de León se cita en g9l, en Fortificaciones y feadalisno, ladocumentacióncatedraliciaovetense, yenSgT,enlaleonesa;GancfaLannacunra, S.Colecciónd¿docurnentosdelacatedraldeOuiedo.Oviedo, lg62,doc. 13ySAnz,Colección,doc. l2,deggT,dondesedicelz territorio kgionense, ad Castrzn de Rege, saper ripan fluninis Turio. Es posible que en los últimos años del reinado de Alfonso III León hubiese alcanzado un rango territorial algo superior al de castros como Sablantium o Bergidun, quizá no más que la propia Astorga. Es posible que frrer" así, cuando por ejemplo se menciona al conde Vermudo de León en un documenro ovetense de g96 (G¡ncÍa LARRAGUETA, Cobcción, doc. 16). Lógicamente, el peso de León se debió incrementar cuando la frontera se fue desplazando más al sur, ya en la última década del siglo tx. Sobre todo la repoblación de Zamora de hacia g93 (cft referencias en MaÍrto, F. Zamora y los zamoranos en las fuentes arábigas meclieaales. Salamanca, 1990, con datos sobre todo de Al Hayyan) y, con ella, la consolidación repobladora en la línea del Duero, convirtiéndose éste en Ia nueva frontera, habrían ido dando a León una posición estratégica como nueva retaguardia. Por algo debió producirse el traslado de la sede regia entre 9lO-914 de Oviedo a León. pero no hay pruebas de que tal rango fuese algo formalizado unos años antes, ni mucho menos en los años 70 u 80 del siglo Ix, donde León, máxime visto desde Asturias, tan solo sería un enclave más del ramillete de centros fortificados que tenía Ia monarquía o.¡erense ent¡e la cordillera y eI Duero. rl Todas estas aceifas contra León ea Albeldense, § XV, 12 y 13. 226 JoSÉ MARÍA MONSALVO ANTÓN siglos xt y xII. Pero desde las crónicas latinas de la primera mitad del siglo xttl Mundi y De Rebus- se altera sensiblemente el rol de la ciudad. Y el -Cbronicon alejamiento es ya máximo, en un salto cualitativo, en la Estoria de España. Puede apreciarse que Jiménez de Rada desdibuja la opacidad de León en los inicios de la Reconquista, característica de la cronística anterior, al sugerir un papel para la ciudad ya en tiempos del mismo Pelayo. El Toledano aporr.aba la noticia de que, tras la caída de Munuzal4, los godos, venciendo el temor y huyendo con sigilo, se supone que de áreas controladas por los musulmanes, se deciautem.., ad Pelagium principem dieron a unirse al victorioso Pelayo -Gothi 46fx¿snsyxtn¡- y, en la bajada de las montañas de Asturias hacia el suf, formaron un ejército que atacó León, en manos entonces de los musulmanes: Ciuitatert. etiarn LegioneTn, que in descensu Asturiarurn ab Arabibus tenebatur. EI ataque de este ejército cristiano revela que Rada parúa del supuesto de que existía el dominio efectivo de los árabes sobre la urbe antes de la acción de Pelayo. Pero es de destacar el valor discursivo del triunfo: primo exercitu inuaserunt in ea aexilla fidci exaltantes, señalaba como resultado de esta empresal5. Era una victoria cargada de simbolismo. No se había aludido en las crónicas anteriores al episodio. Sí es cierto que Lucas de Tuy había sugerido, y de él tomaba posiblemente la idea el Toledano, que a Pelayo, tras su victoria sobre Munuza y la expulsión de los árabes de Asturias, se le unieron los godos que luchaban contra los árabes16. Pero Jiménez de Rada concretaba en esos godos, ahoraya sí ilusionados y que no babían podido antes buir,la identidad cristiana y ofensiva del nuevo ejército ¡ sobre todo, concretaba en ese ataque aLeón, noticia nueva, la inauguración de ese anhelado despertar. El arzobispo otorgaba a León un papel crucial, porque insinuaba que era un hito destacado en los episodios seminales de la Reconquista: Covadonga; eliminación de Munuza y del poder vicario musulmán ejercido desde Gijón; y, finalmente, victoria de los cristianos en León. Todo ello en el reinado de Pelayo, rey al que se confería así un cierto pedigrí "leonés". La Estoria de España, en cualquiera de las versiones, creo que aportaba un salto cualitativo más, como digo, al hacer prácticamente de ese episodio bélico ocurrido en tiempos de Pelayo en León, si no la primera batalla victoriosa de la Reconquista reservado obviamente a la mítica Covadonga-, sí el take-off de -papel una sucesión de victorias cristianas, por tanto el verdadero arranque de la secuenciación de la Reconquista militar cristiana. Dice el texto que las yentes que fuxieran et derramaran pm mucbos logara se unieron a Pelayo e prisieron dessa uez la cibdad de Leon, 14 Recotdemos que la Crónica de Alfonso lll señalaba que luego de ser derrotado Munuza, tras ser hallado en Olalías por Pelayo y sus astures, ya no quedaron musulmanes en Asturias, es decir, hasta Ios puertos de Ia Cordillera, ita lt ne unus quidem Caldeorum intra Pirinei portils remaileret;Cr. Alfonso lll, Seb. , § lt. rt Des?legando {en la ciadad} los estandartes dc la fe cústiana, según la traducción del editor de esa crónica. Este pasaie del ataque cristiano a León en De Rebts Hispanie, § lib. IY cap. IV. 16 Conueniebant ad els lnnes Goti qai dispersi erant per Gallias et p* ceteras regiones, et ualida expugnabant; Chronicon Mundi, § lib. IV, cap. 5. caldeos in manu CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO ... qu: teniln los r\oros, que yaz al pie de la montanna d¿ las Asturias. E datti adclante fueron cobrando et algando la sancta fe de Nuestro Señorr|. Esta victoria de Pelayo en León, construida cronísticamente en el siglo x[r, es suficientemente importante para que ranto Jiménez de Rada como el taller historiográfrco de Alfonso El sabio, al referirse a lós lugares que Alfonso I, yerno de pelayo, retua7 o conquistí18,la recordaran, de forma algo mrís difusa en el caso de Rada, que oscila entre la noción de conquista a a la célebre relación de las -apliiady la idea de que retinuit treinta localidades de la Meseta y orras pamesc¿do esto aTuy, Lugo, Astorgay q.oizále1nrs-iy de forma Áás claru en-apli_ el caso de la Estoria de España, donde se dice que Alfonso I conquistó esa treintena de lugares, pero tras haber enfatizado un po.o u.rt., que el rey ret,il, Tü¡ Lugo, Astorga y León, de la que dice en la daceid¡da d.e ras áowanrní, Lroo, o ueicio er"rey d1n lel.aw a los moros. Et porque en esta cibdad n,rauan los reys .o, q* en otro lugai regn.o2o, expresión esta úItimá que, ttmada deJiirefue dicha cibdad real et Tttega.det nez. de Rada pero yendo aún más lejos, parece sobreelevar lu .oÁdi.i¿r, capitalina de la urbe2l. cuando la E¡toria de España decía de León que en ella moraban los reyes mzís que en 0tr0 lugar y no aclaraba a. renglón seguido que eso pasó después, pá.o qr. .ro ocurría todavía en época de la monarquía astur, estabaiobrerrulor"ndá el roi de la ciudad en dicho periodo. Ello solo poáíu t". a costa de oviedo, y lo mismo puede t7 León: et EE' PCG, § cap' 570, p.321.LaWrsión Crítica decía, tras mencionar la victoria crisriana en de alli adclante fueron cobrando et perdiendo miedo u algando la santa fe de nue¡tro Señor lhesu Chrito que yazie tnuy mal quebrantada; EE. Vusión Crítica, § cap. V, p. 367. HaY que decir que el episodio en el que se relaran las célebres conquistas de Alfonso I en tierras de Ia Meseta y del alto Ebro, con la treintena de localidades, o las ciudades de León y Astorga, que cita la Albeld¿nse, fue muy poco alterado en la cronística cristiana, desde la Crónica de Alfonn lll,.., qr. up"rece, hasta las propias crónicas del xll, con leves matices. Se hallan estas referencias enCr'nicas Astutianas, cr Alfonso lll,Rot. seb., § L); Arberdense, xy l; crónica Najerense, § § lib. II, g;cbronicon Mundi, § lib. IY cap.8; De Rebus Hispanie, § lib. IV, cap.y;EE. pcc, § caps. 18ó y lst. via. nuestro trabajo "Notas sobre los primeros espacios de la Reconquista (primera mitad s. VII1) en la 13 cronística cristiana plenomedieval: de Ia Historia Silense ala Estoria d¿ España». En MÍNcurz, J. M.. y Stn, G. del. La penín_ szla en la Ed¿d Media ireinta años después. Exadios dcdicados aJosé-Lai Maríín Rodrígrrr.salamanca, 2006, pp.213-270. 19 De Rebus Hispanie, § lib. IY cap. V. Además de ello, dice de León que, por ser luego residencia de los reyes, fue llamada sede regia: ...Legionem, qx¿e plrtea ex frequenti ,rgo* b)bitoiiooe urbs regia fuit dicta. León, según esto, fue ciudad regia, pero con posterioridad (postea). 20 EE. PCG, § cap.580,p.330; EE.versióncrítica,§ cap. XV, p.389.LaEaoriad¿Españanodice que fuera León en el futuro residencia habitual de los reyes, sino que puede interpretarse como que empez6 ya a setlo desde entonces. Lo dice claramente ese pasaje de la Versión Crítiia: pmque et eil eita cibdat moraudn mas los rrlu lrya4 dc alli adelante fae llarutda cibdat neal et cabega de todn el nryno; ibíden. ad¿lante de la Versión Crítica, menos rotundo in la \CG.I¿ relación de localidades conquistadas por Alfonso I está narrada en la Estoria de España e¡ ibíd¿m, § cap. 181, p. 331; EE. Vet¡iín Crítica , § cap. XVI, p. 391. La red¿cción de esta crónica varía ilgo con la pCG en relación con la qae en 0tr0 Repárese en esta expresió n d¿ alli organización de la Iarga lista de ciudades conquistadas. Por ejemplo la PCG dice que, rras las conquistas portuguesas de Oporto, Anegia, Braga, Viseo y Flavia, en tieta de Lmn gano Ledatna, Salamanca; mientras que laVersión Ctítica dtce: Despues tornose a l-eon et oao con los mons nucbas 1 faziendas et oefi{i¡la totlas et gano & los moros atas uillas qae tenien: I-ed¿snu, salam.anca, continuando luego casi igual el relato. 2r Más allá del texto de Jiménez de Rada, en que se basa (cfx nota lp). zz8 JoSÉ MARÍA MONSALVO ANTÓN decirse al indicar la crínica que la urbe llegó a ser ciudad real y cabeza d¿l reino. Lo que se hacía era ir acondicionando el pasado poco significativo de la ciudad a un futuro más brillante, que se adelantaba o prefiguraba antes de tiempo, violentan- do el rigor histórico. De modo que el oscuro León del periodo se trasformaba en algo bien diferente, sobre todo en la Estoria de España. Hemos visto ya algunos ejemplos. Pero hay más. Es cierto que la crónica de Alfonso el Sabio, pese a haber resaltado la condición de residencia habitual de los reyes, no pudo soslayar que León era citado en las crónicas anteriores como urbe repoblada por Ordoño fzz. La Estoria d.e España rectificaba en la práctica tal noticia de un León largo tiempo desocupado con su alusión citadaa que era lacabezadel reino, residencia regia habitual ¡ sobre todo, con otras cuantas alusiones a ciertos hechos situados entre los reinados de Alfonso I y Ordoño I23. Hechos esencialmente políticos que ninguna otra crónica había incluido hasra entonces24 y que, en cambio, Ia de Alfonso el Sabio llenaba de contenido, haciendo de León una ciudad en la que ocurrían episodios de la monarquía astur. Ocurrían e¡la crónica, entiéndase. Así, en la pugna entre Mauregatoy Alfonso II, en que éste fue desplazado del reino y tuvo que huir a tierras vascas o navarras, el tío-usurpador luchó contra el futuro Alfonso II ayudado por moros y por algunos partidarios cristianos y la Estoria dc España añadíaque combatió desde León y logró allí su objetivo de apropiación e¡laailla del reinozt. Otro episodio notable es la convocatoria de la corte -czrtesproblema para el por Alfonso II dilucidar Qvi¡isade León -.asílallarrralaVasiín problema de relación con el ya en por de Saldaña, el conde SanchoDíaz creado 22 El taller de Alfonso el Sabio no corrigió Ia discordancia que entrañaba la afirmación de que la urbe había servido de residencia regia con la noción de que la ciudad fue una de las que estaban desertas Amaya, Astorga y León- cuando se encargó de repoblarlas Ordoño I. Esta idea de repoo yermas -Tuy, blación por Ordoño I, nacida en las crónicas asturianas, fue bastante respetada por los textos posteriores, Ia Historia de Alfonso el Sabio incluida. Yid. Cr. Alfonso lll, Rot., Seb., § 25; Albeldense, § XV, 11; Hlrtoria Silense, p. 30; Crónica Najerense, § lib. II, cap. 17; Chronicon Mundi, § lib. IY 19; De Rebas Hispanie, § lib. IY cap. XIV; y EE. PCG, § cap. $6, p. )64. 23 Que es el periodo en que la cronística latina sitúa el lapso entre la despoblación estratégica de las ciudades de la Meseta rcalizada por Alfonso I (cfr nota 18) y la repoblación por Ordoño I de las cuatro urbes desertas (cfr nota 22). 24 Recordemos que para los periodos situados entre 718 y 866, el periodo <<astur»>, León (el León cronístico, no la posible realidad poblacional de la urbe, cfr sapra) sólo aparecía en Ia cronística latina, desde las crónicas asturianas, como ciudad conquistada por Alfonso I y como ciudad repoblada por Ordoño I, nada más. Debe considerarse un error de trascripción de Lucas de Tuy Ia alusión a León como destino de uno de los ataques de los normandos en época de Ramiro l: Eius tenpore Normannoratn classes per septentrionale mare ad litls Legionis ciuit¿tis aduenerunt (Cbronicon Mundi, § lib. IY 18). Evidentemente, nace de Subsequenti tempore Nordomanorum classes per septenfuionalen oceanum ad litus Gegionis ciuitatis adueniunt (Cr. Alfonso lll, Seb., § 2T, siendo luego combatidos en Faro de Brigancio, en la actual La Cotuña. Sería, pues, un error de lectura o de escritura del Tudense. No debe añadirse a los episodios históricos de León en el periodo astur. 2t Esta noticia aparece en la llamada Versión Crítica de la Estoria de España: Mauregato tinose l*ego czn mu! gran hueste d¿ n 0r0s et cln anls p0c0t de cristianos que le ayudauan para Leon, et tollio el rrEno porfuuga a su sobrino; EE. Versión Crítica, § cap. XIII, p. 442. La versión de 1289 o Primera Crónica General ha purgadoestamención aLeóny solomencionalaluchaentteambos, EE.PCG, §cap.605,p.341. CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO .. 229 Bernardo de carpio, ai que luego ahtdiré26. Por otra parte, cuando Ramiro I, que el tiempo en que Ie corresponáió reinar, fue alertado de Ia rebelión de Nepociano, la Esioria diie que acudió rápidamente aLe6n, donde preparó un ejército para combat irlezT . y eñ ese mismo riinado de Ramiro I, tras la legendaria batalla de Clavijo, hacia 844, allí donde ni el introductor del mito en la cronística, Lucas de Tu¡ ni el Toledano, añadían más detalles geográficos a los escenarios riojanos de la baialla2s,la Estoria dt España, utilizando un típico cliché literario, proporcionaba una localizacióna ese unsiádo regreso a casa tras una batalla, en este caso un rey victorioso que volvía a casa colmadó de honores. Pero, ¿adónde? Naruralmente, a León: Íomo ,rioogtt a Calaborra et 0tr0s castiellos a dtsy tornose para l¿on rico et onrrad.o et con gran prezig. . como se ve, son episodios en los que laEstoria de España muestra, mejor dicho, lnventa, unos escenarios en los que la urbe de León apafece como pfotagonista sin que ningún precedente cronístico anterior avale ial condición. La irónica de Alfonso X se deja llevar más que ninguna otra por una capitalidad virtual de León en tiempos todavía remoros. Poco después del relato de la batalla de Clavijo, la Prirnera Crdnica General narra unos hechos acaecidos en Al-Andalus ¡ al ,.to-u. el relato sobre la zona-cristian", .1i..' ltlas agura dexa aqui la estoria aef.bl"r desto et tlrna a contar del rey don Ramiro de LeonSo. Don Ramiró de León, q..".o de Oviedo, como efectivamente era. Este aFán de forjar una historia pur"áu radiante para León generaría probablemente una embarazosa anrinomia a lás historiadores áe la corte de Alfonso X, planteada entre la escrupulosa tradición heredada sobre los esplendores ovetenses y, por otra parte, ese discurso virtual en el que León funcionaba simbólicamente como capital ocasional del reino de Asturias. Al narrar el reinado de Alfonso III el problema se acentuaría. Es ese largo periodo en el que los historiadores actuales hablamos de «erapa astudeonesá por el progresivo protagonismo de León, por el auge de la frontera al sur de la Coidillera o por Ia repoblación del valle del Duero, es decir, por todos esos indicadores del auge de lazona meseteña y de la urbe en concreto3l. Pero lo cierto es que el estatuto formal de la ciudad en el reino de Asturias no se transgredió tampoco entonces y ni siquiera otras crónicas antes de las del xlrr, sobre todo antes áe la Estoria dr España, se atrevieron a cambrar los términos de una nomenclatura en la que, todavía, Oviedo erala capital de un reino y León un sitio fronterizo, apenas reciintemente repoblado. sin embargo ,la Estoria de España sí venía rompiendo la denominación formal, como acabamos de ver. Y por supuesto, al narcar los hechos históricos del último reinado de Oviedo, el de Alfonso III (866-910), no iba a proponer un discurso de se encontraba en Bardulia buscando esposa en 26 21 EE. PCG, § cap. 611 , p. 3)O; EE. Versiín Crítica, § cap. LIV, p. 460. En la Primera Crínica General, mientras que en Ia Vnsiín Crítica el eiército de Ramiro se agrupa en Lugo, EE. PCG, § cap. 628, p. 319; EE. Wrsiín Crítica, § cap. LXIX, p. 4!6. :8 Ya de por sí una fabulosa batalla imaginaria más al Tudense que a Rada, que Ie sigue en esto- con Ia aparición de Santiago apóstol en -atribuible su caballo blanco en ayuda de los cristianos, Cáranicon tu[andi, § lib. IY 17; De Rebas Hispanie, § lib. IV cap. XIII. ze EE. Versión Crítica, § cap. LXX, p. 499 . Semejante en EE. pCG, cap. 629, p. )6O. § 30 EE. PCG, § cap.632,p.362. )t Yid. su?ra. JOSÉ MARÍA MONSALVO 230 ANTÓN oclusión de León que tendría que haber sido propuesto contra los planteamientos que venía arrastrando. No ocurrió tal cambio. Se mantuvieron sus ambigüedades sobre la capitalidad de la urbe y se siguió asociando ésta a episodios que no tenían precedente textual. La ¡anaciín del comienzo de este importante reinado deja ver que León daba ya nombre al reino. Eran el reino y los reyes d¿ León. La nomenclatura era totalmente forzada, pero la había asumido la Primera Crdnica General al narrar los albores del reinado de Alfonso IIIlz. No era una denominación oficial y declarada, ya que, aunque es cierto que se había prefigurado la urbe del Bernesga como cabeza del reino33, todavía los textos de Alfonso X vacilaban a la hora de adjudicar el título a León o a Oviedo. LaWr¡ión Crítica se mostraba precavida, pero en la versión de la Primera Crónica General se decía de Oviedo que era entonges el mdyzr et ma¡ onrrado logar et corno cabesga del regno d¿ Leon34. Como habían hecho ya sus antepasados, según la Estoria de España, en León estaba el monarca cuando ocurrían hechos importantes. Es lo que deja subrepticiamente entrever el relato, pese a que sabemos que Ia situación real de la urbe no podía cumplir este papel de retaguardia cortesana estable. Según la crónica, en la ciudad se hallaba el rey, por ejemplo, poco después de serlo, cuando se conoció la rebelión del conde Eilónrt. En León estaba también más o menos por entonces y desde allí )2 Al narrar \a Primera Crónica General el principio del reinado de Alfonso III ---eI epígrafe de esa versión lleva por enunciado Comengase el regnado del relt don Affinsso el magno, que regnl en Leon (EE. PCG, p. 361)- y, tras relatar algunos asuntos relativos a los carolingios, dice la crónica: Agora dexarnos aqui estds rdzonet, et tlrndretnls a contar del re1 don Affinso de Leon et de España; EE. PCG, § cap. 644, p. 368. 33 Cfr 34 supra, ¡ota20. Esta mención aparece como un añadido de la Prirnera Crónica General (EE. PCG, § cap. 641, p.368) a una serie de noticias sobre los primeros momentos del reinado, que se arrastraba desde los textos asturianos y que nos permite ver curiosos cambios en determinadas ubicaciones regionales, hasta alca¡zar los mayores anacronismos e¡ la Estoria d.e España, La Albendcn¡e señalaba que el conde gallego Fruela Vermúdez despoió del trono al principio del reinado de Alfonso III, quien se refugió en Castilla, Castellan se contulit. Sampiro convirtió esta región in partibus alauensiurn, expresión q.ue la Najerense copra tal cual y prácticamente io mismo el Cbronicon Mandi y el De Rebns. Cfr. Albeldtnse, § XV 12; Sampiro, § 1, p. 275; Crínica Najerense, § lib. X, cap 21;' Cbronicon Mundi, § lib. IV cap. 2O; De Rebus Hispanie, § lib. IY cap. XV. Pero la Priruera Crínica General, que acepta la referencia u Álava, se arreve a decir que Alfonso III estaba nada menos que ¡en Vitoria! cuando pudo ya ser vencido el conde rebelde, EE. PCG, § cap. 641, p. 368. Es curioso que este trasvase Castilla--rÁlava, de la Albelden¡e a las siguientes crónicas, se convierta en un Vascon.t -Alurru al ¡atar otro episodio del comienzo del reinado de Alfonso III, aquel en el que, nada más recuperar el trono, Alfonso III se enteraba de otra rebelión, que en la Albeld¿nse era todavía (pienso que en Ia línea gótico-isidoriana-asturiana) una rebelión de los aascones, ,taiclnarn feritatern, pero que desde Sampiro era ya una rebelión territorial del conde Eilón, de Alava. Cfr. Albel- dense,§XY, 12;Sanpiro, § 1,pp.276-277;CrónicaNajerense, § lib. lt,cap2l CbroniconMundi,§Lib. IV, cap. 20; De Rebus Hispanie, § lib. IY cap. XV. Incluso es así en Ia Prinera Crdnica General (EE. PCG , § cap.64), p. 368), perolaVersión Crítica tba aún más leios a identificar con Navarra el episodio, de modo que, igual que Alarra eru susceptible de hacerse equivalente con Castilla, también lo era con Io vascón y con lo navarro, Vascones--+Álava--+Navarra: el conde Qeilón se le aQara en Naaarra con los de Alaaa; EE. Versión Crítica, § cap. LXXXII, pp. 519-520. 15 El ney estandn en lx,ín, llegole mandado clrnntl iln conde que auia nonbre QElon se le algara; EE. Versión Crítica, § cap. LXXXII , p. 119; semejante en esto la EE. PCG, § cap. 645, p. 368. La noticia de que Alfonso III se hallaba en León cuando se produce esta rebelión fue introducida por algunas crónicas posteriores a las asturianas. Implícitamente, es posible qrrc en Sampiro y Najerensese pueda interptetarse que CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO 231 repobló Cea y Sublantiuru. Esta última noticia estaba ausente en las crónicas asturianas, nació en Sampiro y fue repetida por los siguientes textos hasta la Estoria dc España, aunque no por el roledano, que no reconocía tal estancia en la ciudad cuando tales repoblaciones tuvieron lugar36. En el relato de las aceifas contra León, en concreto en las fechas de 867,878 y 882-883, que sí tenían un precedente explícito en la cronística asturiana, los rextos de los siglos xII y XIII no introducían grandes cambios respecro a los asturianos, pero sí se deslizaban, además de algunos contenidos añadidosll , cieftas noticias accesorias que denotan la rutina de presentar al rey regresando tras estos y otros sucesos bélicos3s. De nuevo parece que se sugiere la imagen de que el rey regresaba a la corte tras las batallas y que esra corre era Le6n: pues que el rey don hallaba allí, pues tiene relación con la repoblación de Cea y Sublantiun (vid. nota siguiente), pero tan solo el Ti¡dense dice expresamente que estuviese en esra ciudad: Dum esset in Legione nuntius ex Alaua uenit, se qui dicerct Alauenses ei rebellare; Cbronicon hlundi, § lib. IV, cap 20. 36 Sam\iro, § I, p. 276; Crónica Najerense, § lib. II, cap.2l; Chronicon Mundi, lib. IV, cap. 20; EE. § Versión Crítica, § cap. LXXXII ,p.519;EE. PCG, § cap. 64), p. 368. 31 La aceifa de 867-868 (Albeldense, § XY 1 2), donde se dice que fue llevada a cabo por Almundir, hijo de Abderramán II) era reproducida en los demás textos.. sanpiro, redacc. pelag., § 1, p. 277, quien citaba dos caudillos musulmanes, Ymundar y Alcanatel, y no menciona la acetfa del Bierzo; copiando a sampito, crónica Najerense, § lib. II, cap. 21; igualmente, chronicon Mandi, § lib. IV, cap. 22 y De Rebus Hispanie, § lib. IY cap. XV; ¡ añadiendo IaPCG qte Alfonso III organizó un gran recluramiento para defenderse, EE. PCG, § cap. 646, p.368;EE. versiín crítica, § cap. LXXXIIL,p.52l. Los ataques de 878, según la Albeld¿nse dirigidos por otro Almundir diferente, hijo del rey Mohamed, que acabaron con la importante victoria cristiana de Polvorosa (Albeld¿nse, § XY 12), fueron recogidos también ----cso sí, sin correspondencia cronológica- en los otros textos: Sampiro, § 1, pp. 282-283, añadiendo a la de Polvorosa la batalla de Valdemora, de dudosa ubicarión (Sánchez-Albornoz supone que estaba a medio camino entte Sablantium y Polvoraria; SAr.IcH¡z-ABoxNctz, Orígena, vol. III, p. 707); Cr,íruica Najaenre, § lib. II, cap.2l; el Tudense introducía una novedad, pues al incorporar al personaje de Bernardo de Carpio, le hacía ptotagonista de la victoria de Valdemora y una participación en un supuesto sitio de Zamora, Cbronicon Mundi, § lib. IY cap.2O; al Tudense le siguióJiménez de Rada, De Rebus Hispanie, § lib. IV, cap. XV. Algunas de las versiones de la Eooria de España, en concrero en las que se apoya el texto de la PCG, introducen novedades, añaden a los escenarios de las batallas de Polvoraria y Valdemora los de ottos episodios bélicos acaecidos en Benavente que hasta 1164 no se fundó la villa- y Zamora y, -recordemos por supuesto, atribuyendo a Bernardo el mayor protagonismo en la victoria, EE. PCG, § caps. 649 y 650, P. 170. En cuanto a las aceifas de 882-883 (Albeld¿nse, § XV, 13) no pasaron a Sampiro sino que fueron retomadas de la fuente originaria por laNajerense: Crónica Najerense, § lib. II, cap.23. No obsrante es posible que estas batallas, o quizá alguna otra anterioq se confundan con los episodios que orra tradición, a partir de la Silense, atribuye a propósito de determinadas batallas en la línea del Duero (vid. nota siguiente). 18 LaSilensemencionadosbatallas,unaenlariberadelDueroyotraenCastilla,ambasvictorioAlfonso III. No se especifica mucho y es posible que se trare de alguna otra aceifa conocida en sás Para otras fuentes. En todo caso se dice que, tras la primera de ellas, el rey regreso aLeón: Huiusmodi t,ictoid perpetrata, in Legionen rex Adefonsus reaertitilr; Historia Silense, p. 34. Esta tradición es recogida en rextos posteriores, quizá a costa de la desctipción de aceifas citadas en la Albeldense: Crónica Najerenre, § lib. II,cap. 18;CbroniconMundi,§ lib. IV,cap.20,conprotagonismodeBernardo; EE.PCG, §cap.648, P. )10. JoSÉ MARÍA MoNSALvo ANTÓN 232 Alfonso 0u0 esta batalla uenguda, tzrnlse pora Leon con grant prez et cln grant lnrua., según la Estoria d.e España-PCG a propísito de una campaña en las riberas del Duero39. Y es la Versiín Crítica de la Estoria d.e España la que, al recibir la vieja noticia de la victoria militar de Alfonso III acaecida en tierras de Deza y Atienza delenza, o Lezdam, según las más antiguas fuentes l¿¡i¡¿s- ¡ tras eI -batalla relato de esas hazañas en la línea de la tradición recibidaao, añadía e tzrnlse para Leon rrico et onrrado et cln gran ?rezqt. Por otra parte, el carácter vivo y cambiante de la cronística, en nuestro caso en relación con León, sigue apreciándose en otros acontecimientos del reinado. Por ejemplo, a partir de la tradición de Sampiro, las crónicas atribuyen a Alfonso III haber levantado varios castillos in teruitorio legionensi: Luna, Gordón, Alba, algún otro en otros textos, 1o que sin duda suponía también, a mi entender, sobrevalonr anacrínicamente el influjo de la ciudad y xt tenitoriumL2, pero el relato servía para construir tramas históricas o legendarias que, a la postre, se ve que eran traducidas en imaginarios escenarios funcionales43. Este aspecto de fabricación de identidades y escenarios a partin de presupuestos legendarios resulta, finalmente, muy visible en otra serie de noticias sobre el periodo asturleonés plasmadas en la Estoria d.e España. Se trata de los episodios relativos a Bernardo de Carpio, que condensaron aun más eI protagonismo de Le6n y alejaron al máximo su resplandeciente reflejo cronístico de lo que debía ser por entonces la modesta existencia de la urbe perdida en la periferiafrcnteriza de un reino incipiente. Bernardo de Carpio, como es sabido, constituye uno de los más importantes temas de la épica castellana que se incorporó a la cronística, se supone que concretado en ln cantar de guta perdido, y 9ue, precisamente gracias a su prosificación, especialmente en la Estoria de España, ha podido llegar hasta nosotros, a 3e EE. PCG, § cap.648, p. 370. En cambio, laWrsiín Crítica corrige este dato, al parecer a sus redactores ----€n este caso alterando una tradición más que ataigada en las crónicas l¿¡i¡¿5- que sería más propio suponer que regresó a la verdadera capital, Oviedo'. et despues tzrnlse Para Ouiedo rrico et lntra- LXXXV, p. )24. Esta variación, más que una posición doctrinaria rígida y una mayor ortodoxia crítica por parte de la Versiín Crítica, atrlque también pueda apreciarse este elemento, podría ser resultado de la circulación vacilante de esa idea difusa y oscilante acerca de la capitalidad ficticia de León, que unas veces se plasma en unos rexros y otras en otros (vid. nota 4l). do; EE. Vusión Crítica, § cap. ao Abeldense, § XY 12; Sampiro,redacc. pelag., §2,p.218;CrdnicaNajerense, § niconMundi, §lib. IY cap.20;DeRebusHispanie, §lib. 4t EE. Vasiín Crítica, § cap. LXXXIV, p. 523. az a) lib. II, cap.2l;Chro- IV,cap.XV; EE.PCG,§cap.647,p.)69. Yid. su?ra. La Albeldense no menciona nada de ello. Pero es sabido que no abarca todo el reinado. Sampiro III levantó in tenitorio legionensi los castillos de Luna, Gordón y Alba, Sampiro redacc, § 2, pp. 278-279; Crónica Najerense, § lib. II, cap. 21. Lucas de Tuy añade a ellos el castillo de Arbolio, pero atribuye su edificación a las maquinaciones de la reinaJimena para dárselos a su hijo García, contra Alfonso lll (Chronicon Mundi, § lib. IV, cap. 23), y olvida que el castillo de Luna tenía ya en su misma crónica una existencia anterior, al ser el supuesto lugar'de prisión del padre de Bernardo de dice que Alfonso PelaC., Carpio. Jiménez de Rada no dice que los fabricauit es la exptesión del Tüdense- sino que el rey -ésta citados, De Rebus Hispanie, lib. IV cap. XX. muniuit casta in confinio Legionis, mencionando los cuatro § La Estoria de España sigue la versión del Tudense, atribuyendo a Jimena aviesas intenciones contra Alfonso III en relación con estos castillos, EE. PCG, § cap. 666; EE. Versión Crítica, § cap. XCVII. i t¡ CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO .. L)3 través de esos textos y de la popularidad que le hizo convertirse en pieza notable del romancero tradicional. Lacrínica de Alfonso X es, en efecto, la que mrís ampliamente desarrolla el tema y lo hace al incorporar tres fuentes o referencias: las del Cbronicon Mundi, que es la primera crónica que habla del personaje; las del De Rebus Hispanie, escueta también como la anterior; y las del propio Cantar directamente. Los filólogos han discutido mucho sobre esta última obn44. Aparte de que haya precedentes de personajes francos, así como noticias vagas de héroes pirenaicos con los que se ha querido conectar del que se tiene noticia fue Bernat -uno tanro más eruditas y clericales que de Ribagorza-, se habla de dos tradiciones propiamente populares, aunque difundidas a través de los típicos cauces juglarescos de la épica medieval. Dos tradiciones mixtificadas en las refundiciones: una de raíz francesa, según la cual Bernardo era hijo natural de doña Timbor y sobrino de Carlomagno, y otra tradición que Bernardo era el hi¡'o nacido de unión "leonesa» en la ilegítima entre el conde de Saldaña, Sanz o sancho Díaz, y una hermana de Alfonso II. Tal unión no habría sido consentida por éste y sería la causa de que el rey encarcelase al conde, morivo luego de las páripecias en las que se vio involucrado hasta la época de Alfonso III el célebre Bernardo, quien alcanzólafamapor ellas y por su biografía de héroe curtido en mil batallas. 44 Sin pretender ser sistemático, se podrían citar algunos estudios. Menéndez Pidal, al enrrar en contacto con la temática de ios romances, ya se planteó los problemas básicos del origen, MENÉNorz PIoar, R. El ronancero fua¡licional. l. Rom¿nces del rey Rodrigo y de Bernardo de Carpio. Madrid, 1917. De Menéndez Pidal han de verse sus aportaciones al conocimiento del género épico; vid. por ejemplo MrNÉNo¡z PIoar, R. La ípica nedieaal española. Desde sus orígenes hasta su disolución en el Romancero. Madrid, 1992. Por su parte, dando noticias de un nexo interesante entre leyendas de los siglos xr y xrr pirenaicas algunos personajes del siglo x- y el carltag hay que mencionar el estudio de Asa-56§¡s o¡r, R. «El comte Bernat de Ribagorza i la llegenda de Bernardo del Carpior. Dn Estudios d¿dicados a Menéndez PidaL Madrid, 1952,vol.lll,pp.464-487. Vinculan Ia historia a Ia tradición francesa DrrounNEAUX, M. «LEspagne et les légendes épiques frangaises: Ia legende de Bernardo del Carpio". Bulletin Hispanique, 1941,vol.41,pp. 117-138; y FnaNxuN, A. B. «A Study of the Origins of the Legend of Bernardo del Carpio". Hispanic Rnieut, 1937 , vol. 1, pp. 286-1Cj.. Más recienremente, ParrtsoN, D. G. From Legend to Cbronicle. Tbe Treatment of Epic Material in alphonsine Historiograpby. Oxford, 1983. Asimismo, muy atinado el estudio de Vaqurno, M. «Relaciones feudovasalláticas y problemas territoriales en el Cantar de Bernardo de Carpio". En BrNxtrr, Ph. et alii. Cbarlemagne in tbe Nortb. Proceedings of tbe Twelfth lnternational Conference of tbe Société Roncesuals. Edir-¡,b:ull.g, 1993, pp. 471-484. Sobre obras medievales perdidas, la de Bernardo y tantas otras, el sugestivo libro de DryrnuoNo, A. La literatura padida la Edad Media castellana. l. Catálogo l estudio. Epico y romonces. Salamanca, 1995. Que se trata de un personaje con cierto gancho 1o demuestra su inciusión en Tonnrs, M. Las batallas legendnrias y el oficio de la gaerra. Barcelona, 2002, pp.78-90. Pueden verse, como contexto general y con valiosas propuestas interpretativas, las diversas consideraciones que hace sobre la épica hispánica (ademrís de obras sobre temas colaterales de G. Martin, de Gómez Redondo, entre otros especialistas del género, cuyos análisis no pode- d¿ Catar,{u,D. La Madrid, 2000. texro que aquí utilizamos, se contienen algunas interesantes sugerencias. Esta autora ha mostrado algunas de las claves de génesis de Ia crónica de Alfonso el Sabio. Pueden verse sus propias contribuciones en el libro general Frn¡iÁNDEz-ORDoñrz, I. (ed.). Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España. Valladolid, 2000, pp. 6l-82 y 219(ed.). l,a 26O; así como "Variación en el modelo historiográfico alfonsí en el siglo xiI". En Manrnt, G. bi,totiz alfonsí: el modelo y sus d¿stinos (siglos xnrxv). Madrid, 2OOO, pp. 4l-74. mos desarrollar ahora) epica apañola. Nueaa documentación y nueua eualuación Y en la edición de Inés Fernández Ordíñez de la Versiín Crítica de la Estoria L de España, 234 JOSÉ MARÍA MONSALVO ANTÓN Lógicamente, tanto la propia historia de Bernardo45, así como, por supuesto, las teorías sobre la formación del Cantar perdido y su incorporación a la cronística46, no pueden ser abordadas aquí. Digamos únicamente que, con independencia de tradiciones orales previas, sobre todo en Io referente al origen pirenaico del tema, que puede rastrearse ya en el xI pefo de modo muy aleatorio e indirecto, lo cierto es que la primera crónica que lo menciona es la de Lucas de Tuy. Este dato y el hecho de que no esté en la Najerense ----cscrita hacia los años ochenta del siglo xu y muy proclive a introducir leyendas épicas- hace que posiblemente deba situarse en una fecha entre finales del xt y principios del xu el momenro de concreción o génesis formal del célebre cantaf perdido de Bernardo4T. 4t Ademrís del origen, sea hijo de doña Timbor o de doña Jimena, según la tradición "carolingia" o española, es decir, sobrino natural de Carlomagno o de Alfonso II, lo interesante de su peripecia es la relación con el rey ovetense. Primero, su consagración como caudillo victorioso luchando en RoncesvaIles o en otros escenatios, en los que demuestra un valo¡ comparable o superior al mismo Roldán, hasta el punto de que hoy se ve el perdido Cantar d¿ Bernardo como una especie de alternariva española a Ia Cbanson d¿ Roland. Luego, conocedor ya de su linaie, reclamando a Alfonso III que liberara a su padre, el conde de Saldaña, encarcelado por Alfonso II en el castillo leonés de Luna. Mrís tarde, se destaca la colaboración de Bernardo de Carpio en la Reconquista, con participación en varias batallas, entre ellas las de lacuencadelDueto(cfr. supra).Desptés,larebelióndeBernardocontraAlfonsolll,conaccionesdeguerra y con el destierro del héroe. Finalmente, el relato dramático de cómo no logra ver libre a su padre por pocos días, al morir éste tras consentir ya Alfonso III liberarlo tras toda una vida sin querer hacerlo. Al final, Bernardo, desalentado al ver el cadáver de su padre, ya entregado su castillo de El Carpio (vid. infra) al rcy, acaba marchándose a tierras francesas o, según las versiones hispánicas, se pierde su pista hasta su muerte. Por cierto, hay una tradición posterior que sitúa en una cueva cercana al monasterio de Santa María, en Aguilar de Campoo, la tumba del héroe. Entre los cronistas medievales, la narracrón sobre Bernardo puede verse en Tirdense y Rada, concretamenre en: Cbronicon Mundi, § lib. IV, caps. 14, lt,20,21,22 y 23; De Rebas Hispanie, § lib. IV, caps. IX, X, XV y XVI. La Estoria de España es la que con más detalle ha incorporado las noticias del cantar de gesta perdido, pero Ia historia puede rastrearse en sus capítulos: EE. PCG, § caps. 617, 619, 621, 62), 648-612, 614, 615 y 616. ta Wrsión Crítica da otro orden cronológico para los hechos narrados, al reestructurar los materiales narrativos (había un problema de adecuación ala cr6nica, como por ejemplo que Bernardo participara en Roncesvalles, cuando sería todavía un niño, así como otros ptoblemas cronológicos que se intentaron solucionar). Vid. Ias consideraciones que hace FrnNauorz-OnDoñEz,Wrsiín Crítica, especialmente pp. 144-157,178-181 y los capítulos de la EE.VC, LIII a LXIII, LXXXV, LXXXVI, LXXXVII y LXXXVIIL 46 Cfr tí¡ios citados en ¡ota44. Tradicionalmente, desde los estudios más antiguos, suele destacarel papel de .drama de famili¿", a partir de la condición de bastardía del héroe ----en la tradición española, Mudarra fue otro célebre caso-, pero también se han subrayado las disputas de Bernardo con su rey (M. Vaquero o I. Fernández Ordóñez han insistido en estos puntos), al modo de orros c¿rsos de rebelde,, "héroe poniendo en solfa con sus nobles acciones la legitimidad de la monarquía, al igual que se aprecia en orros arquetipos que pueden encontrarse en la propia épica hispana, como los iueces de Castilla, Fernán González o el propio Cid. Aparte de ello, también se ha destacado la génesis del Canrar de Bernardo como contrapunto a los cantares franceses (interesan las consideraciones de Menéndez Pidal, D. Catalán y otros estudiosos de la épica hispánica), como una «españolización, de temas franceses, como una reivindicación hispánica anticarolingia, reacia a verse superada por los mitos de los héroes francos, aunque al mismo tiempo se produzca una fusión de las tradiciones y los temas francopirenaicos con los castellano-leoneses. 47 Cfx nota anterior. VÁQUERo, .Relaciones feudovasalláticas", p. 481 y DEvERMoND, La literatura perdida, p. 111 así Io sugieren, por ejemplo. Pero no está de mrís recordar la prevención que señala Diego Catalán sobre este tipo de obras: "la búsqueda de raíces y modelos parala épica en lengua vulgar romance en los tiempos en que las lenguas romances no existían como tales lenguas ttopezará siempre con un problema básico: la posibilidad de poligénesis», CararÁu, La épica apañola, p.4OO. se CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO 235 Lo cierto es que la inclusión del tema de Bernardo en las crónicas del xul redundó en el protagonismo de la ciudad de León, que es lo que nos interesa aquí, en la línea que venimos mostrando en páginas anteriores. Y 1o hizo precisamente amplificando aun más un imaginario León asturleonés que poco se parccía a la modesta ciudad histórica que debía ser. De todas las crónicas, solo la Estoria de España hace jugar a la urbe un papel relevante en relación con Bernardo. Así, por ejemplo, Alfonso III, según la PCG en el octavo año de su reinado, iba a conocer la súplica de excarcelación de su padre, que le propuso Bernardo, precisamente en insólito escenario, su corte. El rey por la fiesta de Cinquaesma fizo sus cortes en León muy ricas et nxuy onrradas. Et demientre que duraron, lidiauan y cada dia III t0r0s et alangauan a tablados\s. Precisamente, infalible Bernardo al alangar al tablado, fue premiado como vencedor de ese lance deportivo-caballeresco con la compañía del rey, que le llamó a su mesa para ydntar. Ahí le hizo la reclamación Bernardo, con poco éxito por cierto. Pero, sobre todo, obsérvese el papel de León en la escena: reunión pomposa de la corte, festejos con el toque hispánico de los toros, pero con el evocador ambiente de torneos, ejercicios de puntería con dardos olanzas,los llamados tablados, entre otras competiciones propias de los nobles. Un ambiente de roman francés de los siglos xtt y xIII. Una celebración precisamente ¡en cinquesma! La ctínica está describiendo, eso nos parece, las fiestas artúricas de Pentecostés, con Ia reunión solemne de la corte, los mejores caballeros..., trasladadas a la ciudad de León en el siglo Ix. El ambiente era escandalosamente ajeno a la época, y más aún para üna urbe que sabemos periÍérica ciudad de frontera. Gracias a la historia legendaria de Bernardo, mutado aquí en campeón deportivo y cortés caballero llegado a la vera del re¡ León adquiría tintes no ya de corte regia, sino de corte radiante, novelesca, fabulosa. La apariciín de Bernardo en el relato del reinado de Alfonso III generaba otras geografías totalmente imaginarias, leonesas y de otras partes. Se mencionan ataques a León desde Saldaña, convertido este supuesto solar de la familia paterna de Bernardo en lugar de destierro tras su encontronazo con el rey, impertérrito en su voluntad de no excarcelar al conde Sanz Díaz, pese a que Bernardo peleó duro y con éxito en las batallas del Duero49. La historia, fruy novelada en la crónica, recuerda el episodio del Cid y Alfonso VI, un patrón sin duda convergente con el mito de Bernardo. Pero además de esta anacrínica mención a la Saldaña rebelde y sospechosa, que sin duda resuena a los añejos conflictos simbólicos de Castilla frente a León y de grandes vasallos leales contra sus reyes5o, hay otras llamativas geografías ficticias 48 4e EE. PCG, § cap. 612, p. )11. EE. PCG, § cap. 612, p. J72; EE. Wrsiín Crítica, § cap. LXXXV, p. 524. t0 A partir de la idea de semejanza entre la histotia de Bernardo y las de Fernán González y ei propio Campeador. Saldaña arrastra el perfil histótico perfecto para representar no soio el escenario topogenealógico de la famiiia de Bernardo, donde éste se refugia. Saldaña evoca la frontera castellana en época de Ramiro II, con un sentido semejante a los centros de Burgos, Lara y las comarcas que logró por su parte aglutinar Fernán Gonzáiez en su rebelión frente a León. Saldaña fue también epicentro de las rebeliones contra Vermudo II de fines del siglo x. Saldaña fue también rebelde en la segunda mitad del siglo xtt y está presente hacia 1200 en los conflictos de los grandes linajes castellanos en los enfrentamientos entre León y Castilla de esa última época, que es probablemente Ia de composición del Cantar de Bernardo. 46 JOSÉ MARÍA MONSALVO ANTÓN en la historia de Bernardo, además de las referencias a León. Me llaman mucho la atención los escenarios *salmantinosr. En su enfrentamiento con Alfonso III, Bernardo llega a fundar un castillo en tierras del Tormes, desde donde se dice que combatió y desde el que incluso pretendía destruir, aliado con los musulmanes, la propia ciudad de León y la de Astorga. El Chronicon Mundi y el De Rebus Hispaniae recogían esta fundación5r y la Estoria de España ampliaba la noticia, envolviéndola en una literaria sucesión de anacrónicos episodios históricos. El Carpio es el nombre del castillo, que dio sobrenombre al héroe. La Estoria d.e España lo presenta como una extraña repoblación ftonteriza52. Aparte del lenguaje implícito de lucha entre vasallo leal y su rey, no es difícil ver reflejado simbólicamente el conflicto, no tanto ya entre Castilla y León, aunque también hay ecos de ello, sino entre las tierras de frontera, las regiones extremaduranas, y la retaguardia del reino de León, representadas respectivamente por el «salmantino» Bernardo y por el .,leonés, Alfonso III. Pero todo ello tal como podía ser percibido no en el siglo tx, claro, sino en el siglo ¡¡153, cuando se forjó el núcleo de 5r Lucas de Tuy decía que Bernardus in territorio salam.znticensi casilil/n Car4itnz popalauit y desde ahí hostigó a León y Astorga; Cbronicon Mandi, § lib. IV, cap. 20. En Rada la alia¡za circunstancial de Bernardo y los árabes se hace explícita: Berinaldas ex*ilxit cdstriln quod Carpiun appellaait in tenitorio Salarnantino, ind.equefederatus arabibus cepit regni confinia infeaare; De Rebus Hispanie, § lib. IV, cap. XV. 5z Alfonso III reúne su corte en Salamanca, ¡nada menos!, justo cuando gentes de Benavente, Toro y Zamora, lugares donde Bernardo había destacado en batallas (qfx rcferencias supra, nora 37), se unieron a éste, entre ellos 300 caballeros de linaje. Fueron a Salamanca a atac t a las tropas leales al rey, pasando (otro anacronismo más) por la villa de Alba de Tormes. Tras un encontroflazo con hombres de Alfonso III, que uenien dt caga ----cvider,te el topos literario- y qlue lidieron con Bernardo, se agudiza la lucha entre éste y el rey. En el fragor de esos combates, yendo hacia AIba de Tormes, Bernardo llego a un 0te1'0 que eJ a trer leguas de Salan¿anca (...) et fizo I en aquel lugar un caoiello muy fuerte et muy bueno, et pusol nombre Carpio; et dalli adelante llamaron a ell Bernaldo del Carpio. Después, completando la acción, parece como si otorgara una especie de fuero a los pobladores: Et mandd darpregln qrle todos los que quisiessen uenir con uiandas et con las otras clsas que fiester eran a aquel lugar, qae non diessen portadgo ninguno nin pecbasen nada. Todo ello en EE. PCG, § cap.614, pp. 17)-314; algo más escueto (por ejemplo, no aparecen esos privilegios a los pobladores) el relato en EE. Versión Crítica, § cap. LXXXVI, p. 526. 51 El castillo de Carpio-Bernardo ha podido tener en el siglo xit una significación histórica lo suficientemente importante como para habe¡ llamado Ia atención en la fase aédica del Cantar de Banardo, El Carpio fue en la primera mitad del siglo xIt fortaleza frc¡teriza de la Extremadura leonesa -recordemos que Alba de Tormes se funda hacia ll4O por Alfonso VII- en una línea que incluía también Monleón justo Monterreal e lv[s¡¡s¿l- en la provincia salmantina, en los confines de León con la vecina -llamado Castilla (correspondiente ya a las tierras abulenses). Aunque es má conocida la tensión entre reinos en la zona de Tietta de Campos, también al sur del Duero Iitigaron leoneses y castellanos en sus confines en el siglo xtt. \ñd. el problema ftonterizo en GoNzAm4 J. «Fijación de la frontera castellano-leonesa en el siglo xn». [7x la España Medie,ual, 1982,vol.2,pp.4ll-423, y de la Extremadura leonesa". Hi¡"Repoblación ?ania,194j, vol. IX, pp. 195-273. Sobre todo, los conflictos fueron acusados en los reinados de Alfonso VIII y Alfonso IX. El castillo de El Carpio aparece mencionado en varios litigios entre los dos reinos: en 1194, e¡ e1 tratado de Tordehumos, era uno de los castillos leoneses puestos como garuntía de fidelidad entre los dos reinos (GoNz{trz, J. El reino d¿ Castilla en la época dc Alfonso V111. Madrid, 1960, doc. 622; GoNzÁLEz, J. Alfonso lX. Estudio y colerción diplomática. Madrid, 1944, doc. 79). Luego, en Ia guerra entre los reinos, cuando Alfonso VIII atacó León, pasó por tierras de Salamanca y Alba, siendo importantes en la zona los castillos de Monleón y El Carpio (GouzÁrrz, Alfonso lX, vol. I, pp. 86-87). Más tarde, tras los pactos matrimoniales que en 1199 sellaban el compromiso entre Berenguela, hija de Alfonso VIII, y Alfonso IX de León, donde se entregaban treinta castillos, que serían controlados por Castilla como CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO ... leyendas que dieron lugar al Cantar de Bernardo y que luego recogieron las cróniEl Carpio ruinas de aquel castillo, en el término de Villagonzalo de Tormes, en el trayecto entre Salamanca y Alba de Tormes'4. La guerca entre Bernardo y el rey permitía a \a Estoria de España aftrmar que el rey se vio obligado a reunir a sus tropas. ¿Dónde? Como era de esperar, en León: mando pregunar por toda la iierra que todos los que pora arruas eran, c0ru0 caualleros et peones, que se ayilntdsen et uinie¡sen a la cibdad de Leon55. Extraña leva masiva, extraño lugar de reunión en el décimo año del reinado de Alfonso III, que es cuando se sitúan estos hechos. Vemos que la historia fabulosa de Bernardo, además de una ,rgeografía salmantina», además incluso de una repoblación salmantina totalmente inventada, seguía alimentando el mito de León como ciudad regia, la ciudad donde ocurrían los hechos importantes56. La rcIaciín de Bernardo con León y su rey no era sino un jalón más de una ya consolidada memoria histórica de la urbe. Ficticia, naturalmente. La ciudad de León, antes de ft¡alizar el reinado de Alfonso III, antes de ñnalizar incluso el siglo tx, llevaba un par de siglos, como hemos visto, destacando como escenario de la Historia de España... de la Estoria d.e España. Hoy sabemos que León empezó a ser la sede cas. Todavía quedan hoy en garattía (Gouz^,{rnz, Alfonso lX, doc. 131; GoNzAmz, El reino, doc. 6St) y, tr¿¡s romperse el compromiso, hubo problemas, puesto que Castilla no devolvía los enclaves, hasta que, en medio de situaciones de tensión, sucesivos acuerdos determinaron que varias fortalezas leonesas, entre ellas la de El Carpio, pasa- ran en su momento a Fernando (III), hijo de Berenguela y Alfonso IX: testamento de Alfonso VIII de 1204 (GoNzÁraz, El reino, doc. 7 69); Tratado de Cabreros de 1206 (GoNArnz, Alfonso IX, doc. 20); GoNzArEz, El reino, doc. 782); implicación de EI Catpio en unas batallas entre León y Castilla en l2l2 (GoñzALEz, Alfonso lX, vol. I, p.146); acuerdo de paz de l2l3 para que fueran derribados los castillos de Carpio y Monreal (GoNzAr¡z , Alfonso IX, vol. l, p. l4)). t4 La histotia del castillo de Carpio-Bernardo siguió su curso más allá de haber sido plaza fronreriza y conflictiva en los momentos en que pudo dar pie a la historia literaria de Bernardo (vid. nota anterior). Carpio-Bernardo fue aldea de Alba de Tormes en la época de Alfonso IX, pasó a señorío laico ttansitoriatal Juan Fernández, vinculado a la descende¡cia de Fernando III-, en 1312 6 1313 fue commente prado -un ei castillo por el concejo de Salamanca, perteneció a este concejo durante largo tiempo, fue concedido e¡ 1461 por Enrique IV al conde de Alba... Aparte de estos hechos, que no podemos detallar aquí ni es el lugar, digamos que la historia de Bernardo generó también leyendas salmantinas, que seguramenre las evocadoras ruinas del actual castillo, perdido entre campos de cereal y encinares, podrán rejuvenecer en estos tiempos. Pero en la propia ciudad de Salamanca hay un vestigio de esa memoria bernardina: en la iglesia de San Martín, templo románico junto alaPlaza Mayor, un epitafio medieval pero no de 1 135, como pone la inscripción, sino -medieval, rampoco se corresponde con el personaje, prso'. Hic posterior- junto a una estatua yacente que lacet Petrus Bernardi del Carpio, filius loanis Bernardi del Carpio. Se supone que se trataba de personaies de la estirpe de Bernardo del Carpio enterrados en una de las iglesias más emblemáticas de Ia ciudad. En fin, no se trata aquí de interpretar el significado de esta inscripción funeraria que buscaba en Ia solemnidad de la lápida mottuoria ia fama indirecta de una familia supuestamente gloriosa. Pero sirva el dato como ejemplo de esa memoria de Bernardo del Carpio plasmada en las piedras medievales de Salamanca. 55 EE. PCG, § cap. 614, p. 37). ,6 Así también pasaba en relación con hechos posteriores en la muerte imprevista del padre -como donde tenían iugar los aconlugar habitual como el León aparecía liberado-, cuando Bernardo recién & crrmientos, EE. PCG, § cap. 6)1, p. )71; EE. Vu¡ión Crítica, § cap. LXXXVII, p. 528. 48 JOSÉ MARÍA MONSALVO ANTÓN regia auténtica con García I y con Ordoño II, ya desde 91417 . Las crónicas ya reflejarían desde enronces esta realidad nueva. Desde la segunda década del siglo x decir León era hablar ya del epicentro de un reino. El reino de León. Literal, realmente. Pero hemos vistó que eÁ el lenguaje de las crónicas la ciudad había triunfado mucho antes. Los histáriadoret -ái.vales habían hecho de León una auténtica capital aaant ld. /ettre. No lo hicieron los ovetenses del siglo rx, que debieron pensar que León era en su época,y no digamos en tiempos de Pelayo o Alfonso II, un oscuro rincón de una froniera sureña eñ pe[gro y por organizar. Pero sí lo hicieron los cronistas del xrrr, sobre todo qrienes escribieron la Estoria d.e España. Según ellos, León había protagonizado una crucial batalla de ?elayo. Le6n había sido residencia de los reyes. óesde allí se habían hecho repoblaciones importantes. A ella acudían los reyes tras las más grandes batallas. Desde León se regía el reino y en la ciudad celebraba el monarca lÁ más solem- nes fiestas. según estos texros, León había sido eje crucial en muchos acontecimientos. Por lo visto en páginas anteriores, creo que podemos sostener Ia tesis de una invención intelectual, por parte de los cronistui dei siglo xur al menos, de una capital virtual dentro del reino de Asturias de los siglos vnr y rx. Al terminar esta modesta incursión en el discurso cronístico medieval, no puedo deiar de pensar, justamente al homenajear en estas páginas al historiador y amigo desaparecido, precisamente en el oficio de los histoiiaáores. Los de la Edaá Media y los de ahora, por qué no. El oficio, o el talento en el mejor de los casos, de hacer verosímiles situaciones y hechos que nunca ocurrieron, el de conseguir que el pasado más imaginario parezca totalmente real. ANEXO L¡óN asrun León, conquista de Alfonso I Alfonso II convoca la corte En León Ramiro I organiza un ejército frente al rebelde Nepociano Ramiro I regresa a León tras baralla 57 CrónicaNajerease, §lib. II, cap.26,dandoporhechoqueOrdoñoIIteníasusedeenLeón; seguía enestoaSampiro, § 17,p 3ll.YLucasdeTuyrealzabaelhechoconelcélebreepisodiodelacoronación de Ordoño II en León por 12 obispos, escena que luego repetía Rada y la PCG. Cfr Chronicon Mundi, § lib. IY cap.25; De Rebus Hispanie, § lib. Iy cap. XXII; EE. pcc, § cap. 670, p. 3tt3. sobre esa erapa de auge de León y las crónicas, vid. LtNrnaN, P. Historl and the Hi¡rorians of Ñedieual Spain. O\fo;d, 199), pp. 128 y ss. CONSTRUYENDO DISCURSOS MEDIEVALES SOBRE LO URBANO ... 239 LEÓN ASTURLEONÉS ACoNTEcIMIENToS §A¡,rP¡Ro Tuor¡s¿ J. Rm¡ Tsrow¡ §¡¿¡NsE Inicio, nomenclatura del reinado a Oviedo. cabeza del "Reino de León" a c 867. Acude a León y puebla Subl¿ntium (Sollanzo) y Cea a a Conoce en León la rebelión de los alaveses y el conde Eilón 867-868. Ataques musulmanes a León y e[ Bierzo a a a a a a a a a c 870. Regreso a León tras victoria en Deza y Atienza 878. Aceifas contra León y Astorga. Vicroria de Polvorosa, en el Órbigo o a a a Regreso a León tro vencer a Ios musulmanes toledanos en el Duero a a a a a o a a Ataques de Bernardo del Carpio a tierras de León a Reunión de la corte en León en el octavo año de reinado a Alfonso III recluta hombres y a los convoca en León Estancia en kón trm la muerte del padre de Bernardo 882-881. Aceifas musulmanas, incluidos ataques a León Construcción o fortificación de varios castillos en territorio leonés a (no sigue tras 883) a o a a a a a a E.