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La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales María Encarnación Martín López Universidad de León Instrumentos de publicidad espiritual y material en los monasterios medievales, Aguilar de Campoo, 2019 U tilizar el término publicidad para la edad media, mediatizados por el concepto actual, podría, cuanto menos, resultar anacrónico o fuera de lugar. Sin embargo, veremos cómo los principios básicos actuales de la publicidad contemporánea tienen sus precedentes en la Edad Media y, más aún, en la Antigüedad clásica. En efecto, será Roma en su afán de gloria y de afianzamiento territorial quien desarrolle la publicidad y recurra a la epigrafía como el medio de comunicación por excelencia. Desde que se plasmara el código de leyes recopilado por el rey de Babilonia Hammurabi (1792-1750 a.C.), en un monolito que se conserva en el Louvre1, la epigrafía ha servido de medio escrito para todas las civilizaciones hasta hoy. Quizá debemos volver al término publicidad y ver su sentido original. Publicidad es cualidad o estado de lo público; conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o hechos2. Quedaría como tercera y última acepción de publicidad los anuncios de carácter comercial. Esta última es la que parece primar entre nuestros congéneres a la hora de entender este término. Así pues, el concepto real y etimológico “divulgar o extender la noticia” sería el más antiguo y de mayor trayectoria. Cierto que ya en la antigüedad el carácter publicitario comercial no falta y así contamos con hermosos letreros anunciadores de negocios El Código de Hammurabi, inscrito en un monolito de diorita negra, conservado hoy en el Museo del Louvre, articula, en sus 52 columnas de texto cuneiforme acadio, y fija los actos de la vida del hombre. Los reyes sumerios primero, los asirios después, legaron a la posteridad varios códigos legales que reflejan la vida de la época, y los plasmaron en soporte pétreo para su preservación, con una verdadera función compiladora. Cf. F. LARA PEINADO, Código de Hammurabi, Tecnos, 2008. En la parte superior se representa a Hammurabi de pie delante del dios del Sol de Mesopotamia, Shamash, quien le dicta las leyes. 2 Definiciones procedentes del Diccionario de la Real Academia de la Lengua. 1 203 María Encarnación Martín López de la Roma imperial3. No olvidemos los más divulgados por nuestros actuales medios, como el famoso letrero de hacedores de inscripciones en la puerta de un taller lapicida de Sicilia, escrito en dos idiomas, latín y griego, para ser entendido por el usuario. En España el más conocido es el letrero del taller de un herrero, en la iglesia de San Cipriano de Zamora, (Fig. 1) en caracteres visigóticos y carolinos propios de un periodo de transición cultural y posiblemente realizado por un lapicida poco experimentado pero letrado y conocedor de las innovaciones escriturarias. Desde esta perspectiva debemos atender a las numerosas técnicas de comunicación que se emplean en la edad media para anunciar y divulgar un hecho. No podemos establecer únicamente el ámbito de la escritura como el único campo de difusión de una noticia o acontecimiento, pero sí será el más perdurable y, por ello, el más eficaz. Cierto que la voz es el primer medio de transmisión, pregonar en las calles un mandato o disposición ha llegado hasta nuestros días, un recurso comunicativo que precede o es simultáneo, según los casos, a la disposición escrita. Ni qué decir tiene la exposición de pinturas y escenas que sirven para la divulgación de los textos bíblicos y los personajes santos. Los diferentes poderes, civiles y eclesiásticos conocen y desarrollan estos medios para construir un espacio sonoro y visual favorable a sus objetivos4. Las insignias enarboladas en una batalla o en una ceremonia triunfal son signos del poder, tan eficaces que han llegado a nuestros días y, así en la tumba de los reyes de Castilla en las Huelgas de Burgos, los leones en fondo rojo son identificables por los visitantes de hoy como emblema del rey de Inglaterra. Los medios de comunicación publicitaria evolucionaron con los tiempos y así la escritura se va a combinar con otros elementos comunicativos visuales como la pintura, la escultura. Tommaso di Carpegna Falconieri5 nos invita a interesarnos por los imaginarios históricos y ver la publicidad como una caja de resonancia particularmente apropiada para estudiar las transformaciones políticas y culturales. La publicidad escrita es una técnica eficaz para la exposición y perdurabilidad de un discurso o un hecho en el espacio público, como dispositivo de poder, de propaganda. Esto podría resultar poco conveniente o escasamente eficaz en una sociedad supuestamente analfabeta. Pero como afirma Petrucci, la escritura se convierte en signo y el signo en símbolo incluso por encima de su valor fonético o verbal6. La escritura fue utilizada con distintas funciones y estrategias comerciales. De ellas surgen tipos de letreros y formas de escritura muy variopintos como los alba, los libelli, los graffiti, y otros reclamos escritos. Sobre el uso de la epigrafía como medio de comunicación comercial pero también de propaganda política, de promoción social etc., veáse el estudio, un tanto alejado de la disciplina universitaria pero sugerente, de G. JOVER, Comercio y publicidad en la Antigua Roma, editado en www.issuu.es en 2018. 4 Cf. P. BOUCHERON- M. OFFENSTADT, L’espace public au moyen age, PUF, Paris, 2011. 5 Cf. T. DI CARPEGNA FALCONIERI, Médiéval et militant. Penser le contemporain a travers le moyen age, La Sorbonne, 2015. 6 Cf. A. PETRUCCI, “Espacios y formas en la memoria funeraria medieval”, en Arte e historia en la Edad Media, III, Akal, Madrid, 2016, p. 506. 3 204 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Fig. 1. Iglesia de San Cipriano de Zamora (© Maximiliano Barrios) Como hoy en día sucede, donde se inventan signos fácilmente reconocibles, en el medievo los signos alfabéticos tenían un significado y valor por sí mismos, sin necesidad de ser leídos o entendido su mensaje. En fin, no debemos limitar o mediatizar el rico mosaico comunicativo medieval con nuestros prejuicios y aún más, nuestras propias limitaciones comunicativas tan necesitadas de luz, color, movimiento para captar nuestra atención. En este discurso comunicativo debemos hacernos la pregunta para quién están destinados estos letreros en una sociedad medieval reconocidamente analfabeta. En nuestro caso concreto, que estudiamos la publicidad y la comunicación en los monasterios, donde el nivel de lectura y comprensión es, si no total, alta entre las comunidades la respuesta es sencilla, los letreros están destinados a los propios monjes. Sin embargo, en esta respuesta eliminaríamos un potencial lector /comprensor de las inscripciones monásticas. Y es que los claustros y las iglesias monásticas, al igual que las catedralicias, están abiertas a los ciudadanos, a los vecinos, a los viandantes y peregrinos. El monasterio, a sabiendas que el ciudadano de a pie no sabe leer, transmite los principios de la fe a través de imágenes y letreros. Las portadas con la imagen de Cristo en majestad bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda mostrando el libro, la revelación, abierto con el texto EGO SUM LUX MUNDI, no precisaban explicación ni lectura explícita. Imagen y texto forman una conjunción visual que garantiza la transmisión del mensaje o de la idea, si se 205 María Encarnación Martín López prefiera, a un receptor inmerso en esa cultura7. Esta imagen no está tan lejos de la estela de Hammurabi que mencionamos anteriormente donde Dios entrega la ley escrita al Hombre. La escritura por sí misma tenía una vinculación directa con la transmisión del mensaje divino8. Con todo, sigue siendo para nosotros un problema determinar la transmisión de ideas, propaganda o hechos, a través del vector textual. Los teóricos y estudiosos de la historia de la lectura tienen una respuesta que exponemos brevemente. El acceso a lo escrito sería entendido en dos grados distintos: un grado elemental donde el receptor accede al texto mediante el sentido del contexto en que se inscribe y un grado superior, cuando el receptor tiene capacidad física e intelectual de acceder al texto y su contenido. Quedaría un grado intermedio que consistiría en acceder a lo escrito y su mensaje a través de intermediarios válidos9. La facilidad del texto epigráfico frente al jurídico o al librario, es su carácter escueto. En pocas palabras se transmite un hecho, un pensamiento de manera que el acceso al contenido es más sencillo y rápido. Pero no podemos dejar únicamente de valorar la inscripción como transmisora de un texto, de una información. Antes que nada la inscripción es una conjunción de caracteres externos cuya morfología y diversidad constituyen por sí mismos un medio de comunicación. No es preciso ser un lector ágil para reconocer e identificar la abreviatura IHS como la evocación a Jesucristo y saber que estas letras forman en sí mismas la representación del hijo de Dios. Así abundan en la iconografía, en las pinturas, en los retablos y en infinidad de objetos de carácter litúrgico reconocibles por todos los fieles, lectores o no. EL HÁBITO EPIGRÁFICO EN LA ALTA EDAD MEDIA La producción epigráfica occidental experimenta cambios importantes derivados del entorno político-social como resultado de un cambio de la mentalidad. Este cambio tiene su origen en el Imperio Romano a partir del siglo III. La sociedad ya no tiene interés por la exposición pública10. Esto, sin duda, va unido a la decadencia de los centros urbanos, un declive que afecta a la epigrafía, escritura expuesta Sobre la relación entre imagen de Dios y la representación vid. V. DEBIAIS, “Du monogramme du Christi à l’image de Dieu. Contribution épigraphique à la compréhension du chrisme monumental (France Espagne XIXIII siècles)”, en La lettre dans tous ses états. Actes des jornées d’études organisées par le CESCM, 2011. 8 Los sumerios tenían a Nabu, dios de la escritura, a quien atribuyen su invención. La escritura, incluso antes de ser inventada, era un medio de conservación de la comunidad y estaba al servicio de rituales mágicos y religiosos. En definitiva, era un medio de comunicación entre hombres y dioses. Esta vinculación entre escritura y divinidad la hallamos en sumerios, egipcios, griegos y romanos, llegando hasta nuestra edad media. Cf. J.A. DE LA MARINA, La magia de escribir, Plaza y Janés, 2007. 9 Sobre la lectura indirecta y sus formas vid. G. CAVALLO- R. CHARTIER, Historia de la lectura en el mundo occidental, reed. Madrid, 2011. 10 Cf. G. ALFÖLDY, Nueva historia social de Roma, reed. Universidad de Sevilla, 2012, p. 298. 7 206 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales urbana por excelencia. Pero el descenso de las inscripciones desde este periodo no se debe solo a este hecho. Junto a él debemos tener en cuenta la reutilización de epígrafes de este periodo y el nuevo hábito de realizar inscripciones en pintura, han hecho que el volumen de la producción epigráfica en el bajo imperio se haya visto, hoy en día, alterado11. Con todo parece que los estudios coinciden en el progresivo desuso de la epigrafía edilicia y civil. A esto se añade una nueva realidad, la nueva religión cristiana, que tendrá su propia utilización de la epigrafía. Se transforma el evergetismo tardorromano en una acción pro amore Dei. Esta nueva mentalidad se nos explicita claramente en la inscripción de la ermita de la Santa Cruz de Cangas de Onís del 737 donde se expresa que se hace ex preceptis divinis12. La epigrafía cristiana conlleva una serie de cambios tanto en la forma interna como en la forma de su exposición. Desde luego las inscripciones se concentrarán en los recintos religiosos, lo que implica la decadencia de ciertos mensajes como los relativos al evergetismo civil, los monumenta aedificationis13, conmemorativos, celebrativos. Durante toda la alta edad media la creación de objetos escritos está vinculada a las escuelas catedralicias y sobre todo a las comunidades monásticas. Desde el monasterio más humilde al más potente, existe la necesidad de confeccionar libros para la liturgia y de escriturar los asuntos de quehacer diario. Las inscripciones, a su vez, entran igualmente en las tareas del scriptorium y se impregnan de las formas y usos de los otros objetos escritos de manera que se observa un constante trasvase de técnicas, y usos escriturarios entre los tres objetos escritos14. Será a partir del románico cuando se haga frecuente la ejecución lapidaria de los letreros dentro de los respectivos talleres profesionales. Pero no podemos pensar que faltan talleres lapicidas independientes que trabajan por cuenta propia y que estarán al servicio de iglesias, catedrales, particulares y, como no, monasterios15. Cf. M. MAYER, 93 “Sobre el uso de la epigrafía en la antigüedad tardía”, en Vrbs Aeterna. Actas y colaboraciones del Coloquio Internacional Roma entre la literatura y la historia. Homenaje prof. Carmen Castillo. Pamplona, 2003, p. 93. 12 J. DE SANTIAGO, “Epigrafía y ciudad en el medievo hispano: inscripciones de origen real y nobiliario”, Espacio, tiempo y forma, 28 (2015) p. 516. La inscripción fue publicada por F. DIEGO SANTOS, Inscripciones medievales de Asturias, Principado de Asturias, 1994, p. 225. 13 Excepción en este periodo altomedieval lo constituye la fuerte actividad publicitaria de los ideales políticos por parte de la monarquía astur, alcanzando su máximo apogeo en tiempos de Alfonso III. Cf. DIEGO SANTOS, Inscripciones medievales, 75, 76, 77. Sobre la utilización de la epigrafía como recurso propagandístico regio contamos con los trabajos de RICO CAMPS, Inscripciones monumentales del siglo VIII (de Cangas a Pravia), en Territorio, Sociedad y Poder, 9 (2014), 67-98, y más específicamente el de J. DE SANTIAGO, “Epigrafía y ciudad en el medievo hispano: inscripciones de origen real y nobiliario”, en Espacio, tiempo y forma, 28 (2015) 515-537. 14 En este sentido resulta de interés la relación que se establece en la ordenación y ejecución de los letreros y la escritura de los documentos y libros. Veánse los diversos estudios al respecto recogidos en la obra M.E. MARTÍN LÓPEZ y V. GARCÍA LOBO (eds), Impaginatio, Universidad de León, 2011. 15 Sobre los talleres epigráficos en los últimos años la investigación ha aportado importantes avances. Destacamos N. RODRÍGUEZ SUÁREZ, “Características gráficas de los talleres epigráficos rurales ligados a la pintura”, 11 207 María Encarnación Martín López LA ESCRITURA Y LO ESCRITO En un principio, la escritura es la protagonista esencial en la comunicación social. Las inscripciones son anicónicas, esto es, cualquier transmisión de ideas, sentimientos o noticias se hacen directamente mediante lo escrito, sin elementos artísticos, decorativos o imágenes. En esta primera etapa la creación de las inscripciones se inspira en el formulario tradicional romano y visigodo, al que se van adaptando nuevas fórmulas de contenido cristiano16. El taller que las confecciona es heredero de los talleres de tradición romana que en época visigoda mantienen el hábito epigráfico tal y como se reflejan en los estudios realizados para los talleres de las ciudades de Mértola y Mérida17. En una segunda etapa, de los siglos VIII al XI, periodo que comprende la cronología de la escritura visigótica en nuestra península, las inscripciones siguen la lenta pero progresiva evolución hacia sus propias formas. La escritura sigue siendo la protagonista, manifestando una clara intencionalidad de transmitir un mensaje claro y sucinto, de ahí la ausencia casi de abreviaturas, nexos u otros recursos gráficos. Las piezas ahora están más estrechamente vinculadas a los escritorios monásticos. A partir del siglo XII la imagen ocupa un espacio cada vez más predominante en todos los terrenos, aunque no desplaza a la escritura. Existe una creatividad individual que generalmente sobrepasa los modelos heredados, buscando siempre una personalización de la pieza epigráfica. Esto es lo que sucede en la ejecución de la lápida de consagración de San Isidoro de León, una pieza única a nivel paleográfico donde nada es casual, sino que presenta una intencionalidad publicitaria. En ella se combinan la vertiente técnica y la estética creando un elemento significativo con el propósito de persuadir. El taller artístico podría ser el artífice de la pieza epigráfica. Bien el escultor, bien un experto calígrafo, ejecutaba los letreros seleccionados: el escultor Michael, en Revilla de Santullán, Xemenus, en San Salvador de Nogal de las en Mª J. SANZ FUENTES y M. CALLEJA PUERTA (coords.), Paleografía II: Las escrituras góticas desde 1250 hasta la imprenta, Oviedo, 2010, pp. 263-275; A. GARCÍA MORILLA, “Talleres, scriptoria y pequeños centros: la producción epigráfica en la provincia de Burgos”, en Documenta & Instrumenta, 12 (2014), pp. 145-193; M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Centros escriptorios epigráficos en la provincia de Palencia”, en De Litteris, manuscriptis, inscriptionibus. Festcshrift zum 65. Geburtstag von Walter Koch, herausgegeben von Theo Kölzer, Franz-Albrecht Bornschlegel, Christian Frield, Georg Vogeler, Wien, 2007, pp. 203-227. 16 Sobre las fórmulas y su evolución desde Roma hasta la alta edad media sigue siendo imprescindible el vocabulario analizado por M. T. MUÑOZ GARCÍA DE ITURROSPE, Tradición formular y literaria en los epitafios latinos de la Hispania cristiana, Universidad del País Vasco, 1995. 17 Sobre estos talleres contamos con el estudio de J. DE SANTIAGO, “El hábito epigráfico en la Hispania visigoda”, en VIII Jornadas científicas sobre documentación de la Hispania altomedieval (ss. VI-X), 2009. El autor recoge toda la doctrina anterior relativa a estos centros de producción. No obstante, son escasos estos estudios al día de hoy por las dificultades de identificación del origen de muchas piezas musealizadas. Con todo, actualmente se está llevando a cabo un estudio sobre el taller de Córdoba que esperamos apunte nuevos datos sobre estos talleres. 208 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Huertas, o a Arnall que se identifica como hacedor del claustro de San Cugat del Vallés18. LOS ACTORES DE LAS INSCRIPCIONES Una de las cuestiones más discutidas entre los epigrafistas es la que atañe a la génesis de las inscripciones y en ella quienes son los intervinientes o actores de las mismas y cómo determinar su identidad19. En toda génesis existen fundamentalmente dos actores: el moral, llamado comanditario o autor, y el material u ordinator. A ellos se debe sumar el experto lapicida, que puede ser distinta persona, o no, al ordinator. Y en el caso de relacionarse con una obra de arte, tendríamos que añadir la intervención del artista20. Determinar el papel de cada uno de estos actores en la creación de un letrero epigráfico no siempre es fácil. Estudiar las inscripciones en un ámbito tan concreto como el monasterio permite establecer unos actores muy evidentes a la hora de mandar ejecutar un letrero, su ubicación y su finalidad. En este sentido, todos pensamos que el artífice o autor de las inscripciones (entendido como autor moral, no material) es el abad del monasterio. Pero en todo caso, la evidencia solo alcanza a la iussio, esto es, a la orden de ejecutar un letrero. Pero el proceso no es sencillo, sino más bien largo y complejo, desde que se desea y piensa un epígrafe hasta que se ejecuta materialmente. Y aquí está la cuestión: el abad ordena poner en pública y permanente forma un mensaje, pero la cuestión es quién determina el contenido, su estilo, las fórmulas que debe llevar y dónde debe ubicarse21. Algunas evidencias tenemos de esta iniciativa de crear inscripciones. A principios del siglo Hec est Arnalli sculptoris forma catelli qui claustrum tale construxit perpetuale. Sobre la figura de Arnau Cadell como escultor y constructor de claustros así como de la organización y especialización de los talleres escultóricos resulta de interés la reciente tesis doctoral de C. SÁNCHEZ MÁRQUEZ, Bastir la catedral. Organización del taller, estatus y rol del artista en el arte medieval hispano (1000-1230), Universitat Autónoma de Barcelona, 2017, especialmente pp. 187-198, 219-226. 19 Una primera aproximación al tema lo tenemos en el estudio general V. GARCÍA LOBO y M.E. MARTÍN LÓPEZ, De epigrafía medieval. Introducción y Album, León, 1995. 20 Las tres acciones las identifica Favreau en un relicario perteneciente al tesoro de Saint Maurice d´Agaune (siglos VII-VIII). El letrero epigráfico identifica al presbítero Teuderico como la persona que manda hacer la inscripción (fieri iussit), los que la ejecutan Nordoalaus y Rihlindis (ordenarunt fabrigare), los que hacen el relicario (Undiho et Ello ficerunt). Cf. R. FAVREAU, “Commanditaire, autor et artiste dans les inscriptions médiévales”, en Auctor et auctoritas: invention et conformisme dans l’écriture médiévale, actes du colloque de Saint Quntin en Yvelines, ed. Michel Zimmermann, Paris, 2001, p. 38. 21 Sobre el concepto de autor, Zimmermann, en un amplio prólogo, planteó una serie de incógnitas a estudiar que aún hoy en día muchas de ellas no han sido clarificadas de forma satisfactoria. “Nous devrons ensuite rechercher ce qui, dans l’oeuvre médiévale (texte, littéraire, document ou monument) peut contribuer à son attribution. (…) Les signes de’identification existent bien avant la signature; à quoi correspond l’évolution du signe graphique vers une souscription personnalisée? à quel projet répond l’appropiation, la personnalisation dún préambule, le passage du “on” au “je”?”. Cf. Auctor et Auctoritas, ed. Michel Zimmermann, p. 13. 18 209 María Encarnación Martín López XII, Berthold, abad de San Albano de Mayence, dona a su iglesia un vaso de agua bendita en bronce dorado que iba acompañado de una inscripción (roboratio) que indica que el comitente es Berthold y Haertwich es el ejecutor del texto, mientras que Snello es quien hizo la pieza de orfebrería: HAERTWICH ERAT AUCTOR ET SNELLO MEI FUIT AUCTOR22. En la España del siglo X contamos con las importantes inscripciones fundacionales de tres monasterios. San Miguel de Escalada (913), San Pedro de Montes (919) y San Martín de Castañeda (921) nos dejan constancia que fueron sus abades respectivos, Alfonso, Genadio, y Juan, los restauradores de dichos cenobios junto a sus hermanos, sin coacción a los fieles. Además del abad, en la alta edad media, los laicos promotores y fundadores de iglesias propias y pequeños monasterios dejan su evidente impronta. El conde de Barcelona Suñer, junto a su mujer e hijos manda restaurar la iglesia (IUSSIT REPARARI A FUNDAMENTIS)23. El monasterio de San Salvador de Nogal de las Huertas contaba con dos inscripciones, hoy desaparecidas, donde se indicaba que la condesa Sancha, había sido su promotora y protectora. Cada inscripción estaría destinada a respectivas puestas de acceso al templo. Una de ellas fue reutilizada por el propio artífice de la puerta románica XEMENUS FECIT24. Los promotores, desde la antigüedad, deseaban que quedara claro que su patrocinio era con su propio dinero. No son muchos los ejemplos que encontramos en los monasterios, pero uno de ellos es el retablo de plata dorada del abad Stavelot, que hacia 1135 indica que se realizó con cien marcos de plata que el dorado es de oro puro y que el coste total había sido de 100 marcos25. Aquellos letreros que no identifican a sus artífices materiales deben ser analizados en sus caracteres externos e internos para determinar su procedencia. En el caso de los monasterios, éstos cuentan con el scriptorium, con su personal y sus medios técnicos, aunque a veces el resultado final no sea tan satisfactorio como el esperado. Esto sucede con la ejecución del epitafio sepulcral de Esteban, abad que fue del monasterio de Santiago de Peñalba (Fig. 2), mandado realizar por su sucesor en el monasterio que contaba con un scriptorium básico para la comunidad26. CF. R. FAVREAU, “Commaditaire, auctor, artiste”, p. 38; Die Deutches Inschriften, 2, 1958, nº 659. J. DE SANTIAGO, La epigrafía latina medieval en los condados catalanes (815-circ. 1150), Madrid, 2003. 24 V. GARCÍA LOBO, “Epigrafía palentina del románico”, en Palencia en los siglos del románico, Aguilar de Campoo, 2002, p. 241; M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Las inscripciones en el monacato hispano: contexto, mensaje e intencionalidad”, en Lugares de escritura: el monasterio, Universitat d’Alacant, 2016, pp. 153-177. 25 Cf. R. FAVREAU, “Commanditaire, auteur, artiste dans les inscriptions médiévales”, en Auctor et Auctoritas, p. 41. 26 No podemos pensar en un gran centro de producción. El propio Genadio nos da a entender que la confección de libros se realizaba por la federación de monasterios que formaba Montes, presidida por San Pedro de Montes, dado el alto costo que suponía su producción. En esta misma situación estaba Santiago de Peñalba, muy cercana a los anteriores. Cf. J.A. FERNÁNDEZ FLÓREZ, “Escribir en los monasterios altomedievales del Occidente peninsular (siglos VIII-XI)”, en Lugares de Escritura: el monasterio, Universitat d’Alacant, 2016, p. 21. 22 23 210 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Fig. 2. Detalle del epitafio del abad Esteban. Iglesia de Santiago de Peñalba, León (Foto: CIHM) El responsable de ejecutar el letrero fue Petrus, escriba habitual de los documentos que le competían al cenobio tal y como él mismo se delata en su suscripción final PETRUS QUI NOTUIT. Entre los miembros de la comunidad nos encontramos con intelectuales que también emplean su ingenio en la creación de textos destinados a inscripciones conmemorativas. Rábano Mauro, el más conocido de todos ellos, es autor de su propio epitafio en doce dísticos elegiacos27. En Silos, la muerte de su abad Domingo supone una pérdida irreparable por sus valores pastorales, es por ello que la comunidad y su abad sucesor, encomienden al monje Grimaldo componer en métrica su epitafio. Su texto lo conocemos a través de la copia en un manuscrito. Del epitafio original nada queda, pero sabemos que la lápida se colocó en el claustro en la puerta de acceso a la iglesia28, por donde la comunidad en procesión entraría diariamente a oficiar las horas. A mediados del siglo XII, los cambios producidos en el recinto llevaron a la desaparición de la inscripción primigenia pero su texto fue trasladado a un ábaco de la arquería del claustro (Fig. 3). Su confección es de una talla superior, en caracteres carolinos mayúsculos, elegantes, predominando las letras unciales y los trazos redondeados. Las letras tienden a cerrarse mostrando ya una carolina muy evolucionada de última etapa. Ahora bien, la lectura no es fácil, ya que para su incisión se eligieron los juegos de letras inscritas. Mientras esto sucedía en Burgos, en Saint Denis, el abad Suger, es el autor de las inscripciones de Su discípulo le recuerda como autor de numerosas inscripciones, Patr. Lat. T. 107 col. 49, 56, 60. Cf. R. FAinscriptions médiévales”, en Études d´epigraphie médiévale, Pulim 1995, p. 543. 28 Cf. J. PÉREZ DE ÚRBEL, El claustro de Silos, Burgos 1930, p. 22. 27 VREAU, “Les 211 María Encarnación Martín López Fig. 3. Detalle del epitafio de Santo Domingo de Silos (Foto: CIHM) su obra29. Pero no siempre sucede así, y la dificultad de una composición métrica lleva en ocasiones a buscar expertos compositores. Sulpicio Severo, nos recuerda Favreau, acude a su amigo Paulino, originario de Aquitania, para que confeccione los tituli o inscripciones para el monasterio, las dos iglesias y el baptisterio que él había construido en Premillac, en Dordogne. Y no podemos olvidar la obra poética de Venancio Fortunato formada por 63 epigramas. Alcuino de York compuso los numerosos tituli para diversos centros como Saint Hilaire Le Grand, Nouaille, Saint Vaast de Arras30. El propio Bernardo de Claraval, compone un libro de epigramas, en conmemoración de la muerte de abades y monjes de Cister a pesar de las restricciones que sufrieron las inscripciones en el monacato cisterciense31. Realmente la relación de autores de epigramas y otras inscripciones es larga, sobre todo en nuestro país vecino. En versos leoninos transmite su mensaje espiritual: MENS HEBES AD VERUM PER MATERALIA SURGIT, SIGNIFICATA MAGIS SIGNIFICANTE PLACENT, QUOD MOYSES VELAT, CHRSITI DOCTRINA REVELAT, GRATIA VIVIFICAT, LITTERA MORTIFICAT, MARMOR ERAT, SED IN HIS MARMORE CARIOR EST. Cf. Corpus des Inscriptions de la France Médiévale, 13, ed. R. Favreau, J. Michaud, B. Mora, París 1988, p. 172. 30 Cf. R. FAVREAU, Études d’Epigraphie médiévale, Turnhout 1997, 64-67. Orderic Vital el famoso cronista y autor de la historia eclesiástica es otro de los demandantes de inscripciones en verso. Nacido en 1075 en Inglaterra fue enviado en 1085 en la abadía normanda de Saint Evroult donde recibe su formación intelectual. En su obra recoge una treintena de inscripciones con una parte de detalles sobre sus autores. Juan de Reims, monje de Saint Evroult, cuando muere Orderic que fuera su discípulo compuso para él un poema de 50 versos Cf. R. FAVREAU, “Commanditaire, auctor, artiste”, p. 50. 31 Sobre la reacción de Cister hacia la epigrafía vid. M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Les inscriptions médiévales dans les Annales de Manrique: contribution á la possibilité d’une épigraphie cistercienne”, Cahiers de Civilisation Médiévale, 52 (2009), pp. 395-414. 29 212 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Los autores eclesiásticos gestan la imagen de los actores políticos. Teodulfo de Zaragoza, (más conocido como de Orleans, por detentar esta sede), miembro destacado de la corte intelectual de Carlomagno, es el encomendado para viajar a Asturias y pactar con Alfonso II la confluencia de su reino con los movimientos político-religiosos del momento. Una hipotética influencia de este prelado hispano visigodo en la corte asturiana se podría ver en el desarrollo de la propaganda política del momento. Cierto que no se inicia en este periodo, pero qué duda cabe que recibe un nuevo empuje. El signo de la cruz adquiere una relevancia como nunca. Pensemos en la cruz de Alfonso II de 898. Serían los cimientos de la política propagandística del reino astur como heredero del visigodo que alcanzará su máximo exponente con Alfonso III. La cruz como representación del rey teocrático se ha mantenido y difundido a través de la orfebrería, la epigrafía, los códices, que reproducen la imagen en cada libro, en cada pieza. El alfa y la omega pendientes revelan exactamente quién es el autor del acto, tanto en documentos como en inscripciones. Las cruces que hoy se conservan de Alfonso III (Fig. 4) y que después más humildemente continuarán sus sucesores (Peñalba, Santa Marina y San Esperato), responden a la emergencia de la publicidad del poder. El monarca identifica su signo con el signo por excelencia, la persona divina, el autor de autores, el garante Fig. 4. Hortatio de Alfonso III, Museo de Arqueológico de Asturias (Foto: Hispalois, CC BY-SA 4.0) 213 María Encarnación Martín López absoluto32. No es original encabezar los documentos con el monograma, lo original es la recuperación del lábaro constantiniano y elevarlo en un símbolo representativo de la monarquía hispana que hoy perdura y se conoce por todos. Una imagen de una civilización medieval, que ha llegado al mundo contemporáneo en toda su esencia. Esta es la demostración del éxito del aparato propagandístico de la monarquía asturiana, confeccionada en un entorno eclesiástico. LA CREACIÓN DEL MENSAJE EPIGRÁFICO Entrar en la realidad medieval de un scriptorium, sea como taller de libros y documentos o de inscripciones, tenemos la certeza que hay un scriptor que escribe bajo el dictado y que el objeto escrito no es un mero registro. El documento, así lo demuestra la diplomática y el derecho, tiene por sí mismo valor de autoridad, y en él hallamos diversos intervinientes en su confección. La inscripción sigue muy de cerca los pasos del documento y en numerosas ocasiones se convierte ella misma en el último eslabón de la cadena, convirtiéndose en portadora, anunciadora y publicista de un hecho jurídico. En definitiva, si el pregón o el anuncio en alta voz en los lugares públicos era preceptivo en determinados actos dispositivos, de ahí su exposición pública, la inscripción perpetúa esos actos a un público universal. La relación con el libro, por otra parte, es indiscutible ya que los repertorios formulísticos cuando sean en prosa, con palabras o expresiones, sean en verso, copiando estrofas, se inspiran en las obras de los poetas latinos como Teodulfo de Zaragoza, Alcuino de York, Paulo Diácono, Venancio Fortunato, Hugo de San Víctor, Rábano Mauro, por citar algunos. El repertorio epigráfico se construye en un proceso conservador por un lado y acumulativo por otro. Heredero de una tradición va sumando y actualizando sus repertorios en consonancia con la demanda y los gustos de la época. Con todo, es muy conservador. Pensemos que las fórmulas de epitafios de Teodulfo o de Alcuino son empleadas a lo largo de cuatrocientos años. Tal es así, que cada nuevo epitafio no resulta de ninguna originalidad, sino que se inscribe en esta rueda continua que es el repertorio formulístico. Dentro de esa tradición cada persona que encarga una inscripción desea, utilizando modelos precedentes, tener participación en el texto y en la creación de la pieza. El monasterio, especialmente, mostrará a través de estas pautas una actitud psicológica, no solo técnica, para escribir su discurso publicitario. Se concibe una imitación o, si se prefiere, un uso continuo de términos, pero que no debemos relegarlos al mero hecho recopilador, porque su valor no decae con el uso sino que invita a analizar el sentido que en cada ocasión y circunstancia se quiere reflejar. 32 214 En palabras de Guyotjeannin, Ecrire en chancellerie, en Auctor et auctoritas, p. 20. La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales LA FUNCIONALIDAD DE LAS INSCRIPCIONES EN EL MONACATO A la hora de hablar de la funcionalidad de las inscripciones en los monasterios, esto es, para qué se hicieron y con que objeto, debemos analizarlo desde la propia espiritualidad, de cada orden, de cada época, ya que será ésta la que determinará las diferentes funciones. Así debemos reiterar una clasificación ya establecida en trabajos anteriores: una epigrafía del monacato del codex, una epigrafía benedictina, una epigrafía de la reforma. En el monacato prebenedictino, o del codex, (Fig. 5) la epigrafía tenía fundamentalmente carácter justificativo, de la propiedad de la iglesia o del monasterio33. En un monacato familiar fundado para dar refugio a la familia del fundador, de carácter dúplice, son pequeñas comunidades con recursos limitados, es un monacato efímero, que pocas veces sobrepasa el siglo XI, y que las más desaparecen absorbidos por otros monasterios. Para Vives, esa situación explica la preocupación de sus fundadores por demostrar que la iglesia está dentro de las normas canónicas de ahí que su epigrafía tenga carácter justificativo de la propiedad y la construcción del monasterio34. La idoneidad canónica la buscarían mediante la consagración de templos y altares, mediante los inventaria de reliquias, para el culto divino. Su carácter justificativo lo hallamos en los monumenta aedificationis, roborationes, chronicae. Un Fig. 5. Consecratio de San Salvador de Tábara, Zamora (© Maximiliano Barrios) V. GARCÍA LOBO, “La comunicación publicitaria en los monasterios durante la alta edad media”, en El monacato en los reinos de León y Castilla, (siglos VII-XIII), fundación Sánchez Albornoz, León, 2007, pp. 149-171, especialmente p. 157. La denominación dada de monacato de repoblación o del codex se basa en el tipo de observancia que regía su vida, normas entresacadas de distintos padres y legisladores que copiaban en el codex. A. LINAJE CONDE, Los orígenes del monacato benedictino, II, León, 1979, pp. 777-781. 34 J. VIVES, “Consagraciones de iglesias visigodas en domingo”, en Analecta sacra tarraconensia, 15 (1942), pp. 257-264. 33 215 María Encarnación Martín López ejemplo sería el monumentum fundationis del monasterio de San Adrián y Santa Natalia de Boñar que incluye la noticia de la consagración de la iglesia por los obispos Cixila, Frunimio y Fortis el 12 de octubre del 920: HEC CHRISTI AULA SANCTORUM XIT DEI FAMULUS GISU[ARDO ADRIANI N[ATALIE NOMINE DICATA] INSTRULEUVINA] ERA DISCURRENTE NOBIES DOMINE RATUM FAMULORUM PURISSI- ET CUM CONIUGE CENTE[NA OCTAVA ET QUINQUAGENA] SIT TIBI MUM VOTUM QUOD TIBI ALACRI DEVOTIONE IN HONORE TUORUM TESTIUM PARVERUNT SUSCIPIANTUR[ A TE PIE DEUS ORATIONES MISERORUM] QUIS[QUIS HIC TRISTIS INGRE- DITUR REUS A PRECE LETIOR REDEAT CONSECRATUMQUE EST TEMPLUM AB EPISCOPIS CIXILANE, FRUNIMIO ET FORTIS ERA D CCCC L VIII IIII IDUS OCTOBRIS]. “Este recinto de Dios, dedicado bajo la advocación de los santos Adrián y Natalia, construyo el siervo de Dios Guisvado, con su esposa Leuvina, corriendo el año 920 (…) Se consagró este templo por los obispos Cixilano, Frunimio y Fortis cuatro días antes de los idus de octubre años 920”. Las inscripciones más conocidas y significativas de este periodo son las chronicae fundacionales de los monasterios de San Miguel de Escalada, San Pedro de Montes y San Martín de Castañeda, por monjes emigrados de Córdoba. No deja de llamar la atención la riqueza de información de estas inscripciones visigóticas, que son más una crónica en piedra que un mensaje concreto y ceñido a un formulario, a lo que estamos tan acostumbrados. Veamos a modo de ejemplo la lápida fundacional de Escalada36: 35 Este local, que ya de antiguo venía dedicado en honor de San Miguel y era de reducidas dimensiones, cayó después en la ruina y permaneció así durante largo tiempo; justo hasta que el abad Alfonso vino de Córdoba, su tierra natal, con toda su comitiva y levantó las ruinas bajo la protección del ínclito rey Alfonso. Finalmente, al aumentar el número de monjes, se levanta desde los cimientos, ampliándolo, este hermoso templo de admirable hechura. Las obras se realizaron durante doce meses a partir del año 913 siendo rey don García y su esposa Mumadonna, y todo sin ayuda del rey ni echar mano de siervos, sino gracias a la constancia y esfuerzo del abad Alfonso y sus monjes. Por lo demás, el templo fue consagrado por Genadio, obispo de Astorga, el veinte de noviembre del año 914. La comunicación publicitaria del monacato benedictino contribuye “a modelar una nueva mentalidad en la sociedad del momento”, mediante los mensajes Este tipo de inscripciones fueron inicialmente estudiadas al respecto de la epigrafía cisterciense de San Andrés de Arroyo, cuyos textos presentan paralelismos con los textos cronísticos de la época. Cf. MARTÍN LÓPEZ, Las inscripciones de San Andrés de Arroyo, en CISTERCIUM, 208 (1997), pp. 489-508. Estudios posteriores nos muestran que esta tradición viene de la alta edad media y de las “narrationes” que apreciamos en las “mal” llamadas Lápidas de consagración de los monasterios de repoblación. 36 M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Las inscripciones en el monacato hispano: contexto, mensajes e intencionalidad”, en Lugares de escritura:el monasterio, Alicante 2016, p. 155. 35 216 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales funerarios, mediante las explanationes doctrinales de las escenas iconográficas y, desde un punto de vista más estrictamente monástico, aunque con innegables repercusiones sociales, mediante las consecrationes, que se aprovechan para reivindicar y consolidar las exenciones monásticas37. En efecto, reorganiza el panorama monástico hispano con una espiritualidad basada en la liturgia. Las escuelas monásticas ahora desarrollarán una influencia mayor en el ámbito intelectual y todo ello contando con el apoyo de la monarquía. El panorama monástico se complica y amplía durante el siglo XII, época de progresivos movimientos ascéticos que dieron lugar a nuevas modalidades de vida religiosa y a una nueva forma de vivir el carisma. La nueva estructura que supone la reforma cisterciense hace de todas sus manifestaciones –espirituales y materiales– algo singular que lleva a adjetivar de cisterciense a todas ellas, como si de un estilo se tratara38, aunque en realidad no podamos hablar de una epigrafía cisterciense, como no podemos hablar de arte cisterciense o una espiritualidad cisterciense. Su originalidad no es más que una vuelta al origen de la tradición monástica. Este ideal se plasma en todas sus manifestaciones, escriptorias y artísticas. La simplicidad, la desnudez de estructuras y la rectitud, la pureza de formas hace que se hable de un estilo nuevo que se refleja en la simplicidad en la decoración de sus códices, de sus edificios. Simplicidad que afecta especialmente a la publicidad. El Cister, al menos al principio, reniega de las inscripciones: nulla inscripcione pro modestia illius temporis39. A pesar de ello Bernardo no renuncia radicalmente a las inscripciones. Con la rápida expansión de la orden surge la necesidad de mantener la unidad de la abadía madre con las demás fundaciones. En la abadía madre se registraban todas las fundaciones en un soporte publicitario singular; Manrique nos habla de las tablas de madera donde se hacía constar el nombre y fecha de fundación de cada nueva abadía. Fue así como resolvieron cumplimentar la dinámica, determinada por Bernardo, de integración de todos los centros. La epigrafía en el monacato cisterciense será, de forma general, escasa, poco funcional e historicista. Debemos advertir que esa peculiaridad se mantiene sólo hasta el siglo XIV; a partir de este siglo la cultura epigráfica cisterciense se sumerge en la corriente general que se caracteriza por el protagonismo que los laicos –la nobleza sobre todo– adquieren en la comunicación publicitaria. Cf. V. GARCÍA LOBO y M.E. MARTÍN LÓPEZ, “La escritura publicitaria en la Edad Media”, pp. 164-168. Cf. M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Les inscriptions médiévales dans les Annales de Manrique: contribution á la possibilité d’une épigraphie cistercienne”, Cahiers de Civilisation Médiévale, 52 (2009), pp. 395-414. 39 Máxima expresada por Angel Manrique en su obra magna Annales Cistercienses y que refleja claramente la actitud hacia las inscripciones y todo lo que ellas suponen de propaganda. Cf. M.E. MARTÍN LÓPEZ, “La publicidad en el nuevo monacato”, en El monacato en los reinos de Castilla y León (siglos VII-XIII), León 2005, p. 467. El rechazo a ciertas funciones de las inscripciones, como la pedagógica, doctrinal o moral, que encontramos implícito en el Exordium Parvum, en los escritos de Bernardo, y en la Carta Caritatis, determinará, sin duda, esta restricción. Como afirma Duby, “la abadía renunciaba así a esta enseñanza directa al pueblo cristiano por la palabra, por la imagen...”, Cf. G. DUBY, San Bernardo y el arte cisterciense, Taurus, Madrid, 1981, p. 68. 37 38 217 María Encarnación Martín López FUNCIÓN PROPAGANDÍSTICA POLÍTICA La epigrafía asturiana ofrece una de las colecciones más importantes de España no solo por su cantidad sino por su calidad. Son numerosas las inscripciones conservadas en los siglos VIII y IX, unas cuarenta, frente a la estadística de otros territorios cercanos como Cantabria, del que ya tenemos un corpus completo. A la cantidad debemos sumar la alta calidad técnica en cuanto a los caracteres externos (buen espejo epigráfico, impaginatio en la mayoría, elegante escritura visigótica, con pocas abreviaturas y nexos), y la calidad del texto, donde se combina el verso y la prosa en un latín impecable. La ejecución de inscripciones al servicio de la monarquía arranca en el siglo VIII, en la epigrafía de Pravia, confeccionada en Santianes. Pero será el monasterio de San Salvador de Valdedios donde se confeccionen los epígrafes más elegantes del siglo IX. Una gran lápida conmemora la fundación del monasterio: LARGA TUA PIETAS (CHRISTE) DEUS CLAREAT UBIQUE SALVATQUE SEPE IMPIOS LARGA TUA PIETAS. FATENTUR ISTA VIRI DANT PLAUSUS AGMINA PASSIM EXTINCTA QUOD VIVIFICES FATENTUR ISTA VIRI. SISFAVENS MISERO PARCAS CITRA MERITO BONO CLEMENTIA QUA PRAEVALES ESTO FAVENS MISERO. MEMET NEMPE DIRA CONLIDUNT FUNERA MENTIS SAUCIATQUE CULPA MEMET NEMPE DIRA. TIA CLEMENS CLAREAT NUNC TUA FRUCTUOSA GRA- QUAE SUBLEVET ELISUM CLAREAT IAM TUA. PIETAS QUAE TEGMINE CUNCTOS CAELICO SALVIFICANS PIETAS ADSISTAT. ADSISTAT FOVENS- (+) CONSECRATUM EST TEMPLUM HOC AB EPISCOPUS VII: RUDESINDO DUMIENSE, MAUSTI CONIBRIENSE, LAMECENSE, RECCAREO LU- SISNANDO IRIENSE, RANULFO ASTORICENSE, ARGIMIRO CENSE, ELLECANE CESARUGTANENSE, SUB ERA D CCCC XXX PRIMA DIE XVI KALENDAS OCTOBRIS40. Tenemos, pues, a los obispos de las sedes restauradas en la corte de Oviedo y asistiendo a la consagración de esta iglesia. San Salvador, vinculada al palacio regio, nos ofrece una forma peculiar de comunicación publicitaria. El texto epigráfico se divide claramente en dos partes, la primera de carácter exhortativo y en estilo versificado, la segunda, de carácter diplomático, y en prosa. El concepto religioso y poético de la primera parte ha hecho pensar a algunos historiadores en 40 218 “Tu generosa misericordia resplandezca, oh Cristo, Dios, en todas partes, pues ella salva muchas veces a los impíos. Dan fe de ella los hombres y las multitudes la aplauden por doquier, porque tú das la vida a los que habían perecido. Ampares al miserable y perdones al bueno más allá de todo merecimiento, con la clemencia en la que siempre sobresales. Porque las profundas tristezas del alma me atenazan y me hieren las graves culpas. Fue consagrado este templo (….)”. Los siete obispos que aparecen como consagrantes coinciden en sus sedes en el año 893. Aparece en la Crónica albeldense (Cf. Crónicas asturianas ed. de J. GIL, J.L. MORALEJO y J. I RUIZ DE LA PEÑA, 1985.). La presencia del obispo de Zaragoza es explicada por Fernández Conde como consecuencia de la relación política del Alfonso III con los Banu Qasi. El obispo estaría en la corte ovetense ante el hostigamiento que sufría Zaragono por Muhammad ibn Lope. Cf. F.J. FERNÁNDEZ CONDE, “Valdedios. Fuentes epigráficas”, La época de Alfonso III y San Salvador de Valdedios, Oviedo, 1991, p. 220. La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales la interpretación ideológica política: el dolor de la culpa, el perdón divino. ¿Estará aludiendo el autor del texto a la rebelión de Froila, Odoario y Bermudo contra su hermano Alfonso III, y a los acontecimientos vividos por el monarca en este periodo?41 Sea como fuere parece que los estudios sobre este monasterio de San Salvador relacionan indiscutiblemente la acción política e ideológica del rey asturiano con la maquinaria intelectual y los medios propagandísticos que el cenobio tenía a su alcance42. Lo expone claramente Ruiz de la Peña al afirmar que en los siglos IX y X dos son las vertientes del renacimiento cultural y en ambas el artífice principal es el rey: una la monumental, y otra la literaria. Las iglesias promovidas por el monarca eran dotadas de bienes muebles e inmuebles. La epigrafía está presente en todas ellas, en las cruces de oro que a cada uno dona, las arquetas, y otros objetos, por no mencionar la ejecución de epígrafes en piedra que presiden las puertas y los espacios litúrgicos de esas iglesias. La cruz se convertirá en el símbolo del regnum astur, más que un símbolo litúrgico, se convierte en un lábaro militar. La entrega de cruces de orfebrería a las fundaciones religiosas no se reduce a una ofrenda religiosa sino que es en sí mismas la conmemoración de una victoria43. El avance territorial se consolida con la fundación de nuevas iglesias, así la desaparecida de Santa Marina y San Esperato, en la montaña leonesa, se refrenda con la dotación de una cruz44. Los edificios mostraban en sus fachadas la misma representación y el mismo lema, tuetur pius inimicus vincitur. La cruz es un medio propagandístico de la realeza45 y la Iglesia será su transmisora, decorando los documentos y los manuscritos que se escribían en sus scriptoria. LA IDENTIDAD DE LA COMUNIDAD Todos los monasterios tienen en común la creación de su propia identidad, a través de fórmulas protocolarias, primero documentales y luego epigráficas. Si Así lo piensa Fernández Conde quien parece convencido de las coincidencias histórico-cronológicas de los hechos y el escrito. Cf. “La fundación de San Salvador: fuentes epigráficas”, en La época de Alfonso III y San Salvador de Valdedios, Oviedo, 1994, p. 222. 42 Sobre la relación de San Salvador, su relación con el rey y con los palacios de Boiges, contamos con el estudio de M. NÚÑEZ RODRÍGUEZ, San Salvador de Valdedios o la fábrica sencilla de una arquitectura admirable, Oviedo, 1991. Sobre el sentido ideológico de este periodo y los propósitos de Alfonso III contamos con una obra reciente de V. M. AGUIRRE CANO, La construcción de la realeza astur. Poder, territorio y comunicación en la Alta Edad Media, Universidad de Cantabria, 2018. 43 Cf. V.M. AGUIRRE CANO, La construcción de la realeza astur, p. 301. 44 Esta cruz votiva de bronce procede de Fuentes de Peñacorada. Es una de las tres cruces, junto a la de Peñalba y la conservada en el diocesano de León que fueron donadas por Alfonso III, posiblemente Cf. M.E. MARTÍN LÓPEZ, Las inscripciones de la catedral de León (siglos X-XX), León, 2013, nº 5. 45 La decoración en manuscritos es más evidente al reforzar la imagen con la palabra “rex”, una simbología que nos retrotrae a la tradición visigoda. Cf. M. R. VALVERDE CASTRO, Ideología simbolismo y ejercicio del poder real en la monarquía visigoda, un proceso de cambio, Salamanca, 2000, p. 35. 41 219 María Encarnación Martín López repasamos la documentación conservada entre los siglos IX al XI hallamos claros paralelismos entre las diferentes instituciones monásticas, encargadas, por otra parte, de redactar y ordenar los elementos formulísticos. Los patronos celestiales tienen preferencia en todos los documentos, incluso en los regios donde la intención del monarca queda en un segundo plano46. Los elementos son siempre los mismos, referencias a los patronos47, su lugar de reposo48 y las reliquias de ellos o de otros santos protectores que se conserven en el lugar49, para finalmente indicar el asentamiento de la iglesia o monasterio50. Esto que observamos en la documentación se traslada a la epigrafía. La necesidad de una memoria pública y permanente de su identidad hace que muchos monasterios consideren insuficiente su reafirmación a través de medios jurídicos, de manera que trasladan a soporte pétreo la memoria de sus orígenes. Habíamos dicho al principio que existe un monacato del codex preocupado principalmente por afirmar su identidad y su antigüedad. Pues bien, en los textos aparece esta preocupación. Centraremos nuestro interés en el monasterio de San Pedro de Montes (Fig. 6). Este cenobio tiene su origen en el movimiento eremítico iniciado por Fructuoso del Bierzo, que halló su continuidad con Valerio y que dio origen al monasterio. Genadio años después lo convertirá en la cabeza de una federación de eremitorios cercanos, hasta cinco. La memoria e identidad del monasterio se expone públicamente en su conocida lápida de consagración, una pieza de destacada calidad confeccionada a partir de las fórmulas diplomáticas y literarias, como veremos. El texto de la inscripción es el siguiente: INSIGNE FRUCTUOSUS POSTQUAM COMPLUTENSE CONDIDIT CENOPETRI BREBI OPERE IN HOC LOCO FECIT ORATORIUM; POST QUEM, NON INPAR MERITIS, VALERIUS SANCTUS OPUS AECLESIE DILATABIT; NOBISSIME GENNADIUS, PRESBITER, CUM XII FRATRIBUS RESTAURABIT ERA DCCCCXXXIIIª; PONTIFEX EFFECTUS, A FUNDAMENTIS MIRIFICE UT CERNITUR DENUO EREXIT, NON MERITIS BEATUS BIUM, ET NOMINE SANCTI Cf. M. LUCAS ÁLVAREZ, El reino de León en la alta edad media. Las cancillerías reales (1109-1230), León, 1993, pp. 291-292. 47 Gloriosis apostolis et martiribus Petrus et Paulo, perteneciente a Triacastela, Cf. M. LUCAS ÁLVAREZ, Cancillerías reales, nº 111, p. 696. 48 Vobis gloriosissimis ac post Deum michi fortissimis patronis, Sancto Felice martiri et Sancte Marie virgini et sanctis apostolis Petro et Paulo, quorum basilica fundata dignoscitur in locum super ripam fluminis Ceia quod nuncupatur Castro Froila. Cf. M. LUCAS ÁLVAREZ, Cancillerías reales, nº 112, p. 696. 49 Domnis sanctis uidelicet atque gloriosis et post Deum nobis fortissimis patronis, venerandis martiribus, quorum reliquie recondite requiescunt sanctorum apostolorum Petri et Pauli eet Sancti Martini episcopi et Sancti Michaelis arcangeli, necnon et Sancte Marie Virginis et Sancti Pelagii, testis Christi. Cf. M. LUCAS ÁLVAREZ, Cancillerías reales, p. 697 nº 379. 50 Domnis sanctis uidelicet atque gloriosis et post Deum fortissimis patronis, uenerandis martiribus quorum reliquie requiescunt sanctorum apostolorum Petri et Pauli, in quorum honore baselica fundata est in suburbio quem ferunt Burgos, in locum quem nuncupant Karadigna. Cf. M. LUCAS ÁLVAREZ, Cancillerías reales, p. 697. Nº 380. 46 220 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Fig. 6. Lápida de consagración de San Pedro de Montes (913), León (© Fundación Santa María la Real/J. Nuño) OPPRESSIONE VULGI SED LARGITATE PRETII ET SUDORE FRATRUM HUIUS MONASTERII. CONSECRATUM EST HOC TEMPLUM AB EPISCOPIS QUATUOR: GENNADIO ASTORICENSE, SABARICO DUMIENSE, FRUNIMIO LEGIONENSE, ET DULCIDIO SALAMANTICENSE, SUB ERA NOBIES CENTENA, DECIES QUINA, TERNA ET QUATERNA, VIIII KALENDARUM NOVEMBRUM “El bienaventurado Fructuoso, insigne en méritos, después de fundar el cenobio Complutense, también hizo un oratorio pequeño en este sitio, con nombre de San Pedro. Después de ello, el no inferior en méritos, santo Valerio amplió el edificio de esta iglesia. Modernamente, Genadio, presbítero, con doce hermanos, lo restauró en el año 895. Una vez hecho obispo, lo erigió de nuevo desde sus cimientos admirablemente, como se puede ver, no mediante opresión del pueblo, sino con gran costa y sudor de los hermanos de este monasterio. Fue consagrado este templo por cuatro obispos: Genadio, astoricense; Sabarico, dumiense; Frunimio, legionense, y Dulcidio, salamanticense, en 24 de octubre del año 919”51. Más que una lápida de consagración parece una crónica del monasterio por la riqueza de información que nos ofrece. Normalmente las consagraciones suelen ser cortas y ceñidas a un formulario. La acción jurídica se identifica en el verbo de notificación, es la propia consagración (consecravit), sin que falten normalmente los 51 Esta inscripción ha sido publicada en numerosas ocasiones desde Morales hasta Gómez Moreno, pasando por Yepes, Sandoval, Flórez. Las recientes ediciones se deben a M.C. Cosmen y a V. García Lobo. Genadio conserva la primacía como obispo titular de la diócesis en la que encontraba el monasterio. Le siguen Sabarico (900-922), Frunimio (915-928) y Dulcido (916-920). Este estricto orden protocolario ya aparece documentado, como señala Manuel Carriedo Tejedo, en los siete obispos consagrantes de la iglesia de San Salvador de Valdediós en el año 893. 221 María Encarnación Martín López ministros consagrantes, generalmente obispos, pero en ocasiones también pueden ser abades o simplemente clérigos, así como el día y mes de la consagración, con objeto de celebrar anualmente este acontecimiento. Sin embargo, en el monasterio de Montes se desarrolla un amplio preámbulo o narratio anterior que nos deja claros los orígenes y sobre todo los protagonistas de esos orígenes: la fundación de un pequeño oratorio dedicado a San Pedro por Fructuoso; la llegada de Valerio y su “ampliación”, para finalmente la restauración del monasterio y modernización de la fábrica por Genadio. Esta composición tiene su paralelo en la documentación, donde la fórmula de directio recoge éstos y otros elementos de interés. Desde el año 923 la fórmula contiene todos los elementos esenciales de la identidad del monasterio: a) adjetivos relativos a los santos b) nombres de los santos patrones c) reliquias d) lugar de la fundación con indicación topográfica de río, monte y geográfica del territorio e) orígenes fructuosianos del monasterio. Dominis gloriosissimis (sanctissimis) atque post Deum fortissimos patronis sanctorum apostolorum Petri et Pauli, <Sancti Martini, Sancti Cipriani,> sive venerendis reliquiis Sancte Crucis quorum baselice sita sunt rivulum Ozza, sub monte Aquiliana, in territorio bergidense qui locum olim fuit a Sancti Fructuosi episcopi fundatus52 . Un siglo después la fórmula se amplía: Sanctissimo dompno et patrono meo ac post Deum mihi fortissimo venerabilior apostolorum prínceps Petro, Christi ecclesie columpna, cuius baselica situs esse dignoscitur inter Alpes bergidenses, ad radicem montis qui vocitur Aquiliana, ubi ex cenobio monastice regule constitutum est permanendum a sanctis patribus Fructuosus, Valerius et Genadius atque in Dei agone viriliter certandum53. Insiste esta fórmula en la constitución permanente de una regla desde Fructuoso, matiz que no se refleja en el epígrafe. Pero hallamos la misma insistencia en los tres varones santos. Es preciso un estudio riguroso de todas las fuentes para determinar una de las cuestiones abiertas aún hoy en día que es la fecha de confección de este epígrafe54. Cf. A. QUINTANA PRIETO, Tumbo viejo de San Pedro de Montes, León, 1971, números 2(892) 6 (918) 11, 12, (930), 13 (981), 14 (1041), 19 (1061), 22 (1073) 23 (1075) 26 (1076). Con la variante invictissimis en lugar de gloriosissimis la hallamos en los documentos 36 (1083), 51 (1091), 77 (1095), 79 (1095). La misma formulación se halla en los documentos suscrito por el presbítero Laurentius, 38 (1083), 39 (1083) 40 (1084), aunque abrevia la formulación eliminando las referencias geográficas. 53 Cf. A. QUINTANA PRIETO, Tumbo viejo,18 (1055), 32(1081), 35 (1082), 34, 35, 37, 42 (1085), 46 (1088) con variantes, 50 (1091), 52 (1091), 54 (1092), 56, 57, 58, 59, 65, 72 (1094) con variantes, 73, 74, 76 (1095). 54 Algunos autores la datan en el siglo X muy próximo a los acontecimientos narrados en tiempos de Genadio. Otros, sin embargo, optan por trasladarla al siglo XI. No descartamos ninguna de estas posibilidades. La 52 222 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales La presencia de Fructuoso y de Valerio es un claro exponente de la intencionalidad del epígrafe. Se busca en esencia la continuidad con la Hispania visigoda. El monacato fue impulsado en algunos territorios por personajes como nuestro Fructuoso, esto es, San Martín de Braga, San Victorián en los Pirineos o San Millán en la Rioja. Estos cenobios quedaban sujetos a la autoridad episcopal, pero tenían reglas de vida en común, la de Isidoro de Sevilla, Leandro, y por supuesto, Fructuoso. La documentación insiste en la regla fructuosiana y que ésta se mantuvo permanentemente, lo que implica que nunca quedó desierto el monasterio tal y como lo recogen las propias historias del cenobio55. Fructuoso del Bierzo (665) con su extendida regla monástica y Valerio con su obra biográfica fueron modelos del ascetismo eremítico del momento. La tradición monástica visigoda se mantiene viva en la memoria56 del cenobio y se transmite, a falta de crónicas, en la documentación que se ha conservado. La inscripción insiste en la tradición monástica visigoda y nos recuerda la fundación del monasterio de Compludo por Fructuoso. El Bierzo en este periodo se convierte en un lugar preferente para la fundación de eremitorios y monasterios, hasta veinte, que se explica no tanto por el ambiente religioso cuanto por las ventajas que suponía este lugar, como dicen los diplomas, finibus bergidensis, esto es, en los confines del territorio, donde se pueden escapar del control episcopal y tener unas condiciones monásticas privilegiadas57. El verbo restaurare, utilizado en la inscripción, nos evoca la política restauradora de los territorios del noroeste, iniciativa atribuida al rey Alfonso III quien contará con Genadio para el proceso. Una recuperación de territorios y consolidación del obispado que llevará a Genadio a la sede catedralicia. No cabe duda que a la escritura, dada la morfología de la visigótica, no puede servir como elemento definitorio. Así que únicamente la elaboración cuidada de las cláusulas epigráficas deben ser la pauta para su análisis. La concordancia de ciertas fórmulas con los epígrafes de Castañeda y Escalada, como insigne meritis, brevi opere, han inclinado la balanza a datar la pieza en el siglo X (Cf. GÓMEZ MORENO, Catalogo monumental). Pero no debemos olvidarnos del uso y conservación de las fórmulas durante largo tiempo, y la transmisión o fuente común de todas ellas en los monasterios del noroeste. 55 El Archivo Diocesano de Astorga conserva dos manuscritos que recogen respectivamente la historia del monasterio desde un punto de vista cronístico una, y desde un punto de vista de inventario documental la otra. 56 A diferencia de lo que sucede en otros monasterios. En su Viaje por España Morales recoge este hecho respecto al monasterio de San Martín de Castañeda: “Su fundación es tan antigua que no se tiene memoria de ella. La reedificación y restauración fue de particulares monjes que vinieron de Córdoba con un abad como se entiende por una piedra que lo dice” Cf. Las antigüedades de las ciudades de España, Madrid, 1792, vol. 10, p. 234. La particularidad de Montes es precisamente la memoria antigua y su conservación. No cabe duda que en ello tiene algo que ver la existencia de una biblioteca en el cenobio. La tradición escrituraria del monasterio debía ser fuerte, a partir de las propias obras de Fructuoso y luego de Valerio. 57 Cf. C. RODRÍGUEZ y M. DURANY, “El Bierzo en la época de Alfonso III”, p. 159; LINAGE CONDE, Los orígenes del monacato benedictino en la península ibérica. León, 1973, II, pp. 351- 354. 223 María Encarnación Martín López tradición visigoda de las primeras cláusulas se suma la organización eclesiástica58. La restauración de iglesias y monasterios se sucede en todo el reino, Forcellas, Castañeda, Escalada, y muchos más, pero a diferencia de estos, San Pedro de Montes conserva en la memoria colectiva la fundación fructuosiana desde el llamado monasterio rufianense, por estar próximo al castro de Rufiana, que se fue transmitiendo, sin duda, por escrito esta tradición. Algo tiene que ver la biblioteca del monasterio al que dotaría Genadio en una donación sobradamente conocida, pero que ya existiría con escritos de sus abades insignes y sus obras. No se explicaría si no la inspiración de las expresiones de las fórmulas documentales, que hallamos en el Ordo Querimoniae de Valerio, y que se conservarán hasta su plasmación en las historias del monasterio de los siglos XVII y XVIII. Se identifican las primeras fundaciones (rufianense), el eremitismo de las mismas y que en los tiempos de la confección de la lápida continúa. En fin, este epígrafe forma parte de una epigrafía alto medieval que se inscribe en una iniciativa o empresa política encabezada por Alfonso III donde Genadio es un colaborador principal59. El monasterio ejerce la función de fijar la memoria del monasterio y con ella la tradición hispanovisigoda que se mantendrá hasta nuestros días. FUNCIÓN LITÚRGICA Y CEREMONIAL El monacato benedictino reorganiza el panorama monástico hispano teniendo como epicentro de su espiritualidad la liturgia. Las comunidades se regularizan y se impone un modelo de vida monástica. Culturalmente la introducción de la liturgia romana de la mano de la escritura carolina supondrá un incremento en la producción de libros. Las escuelas monásticas desarrollan una mayor influencia en el ámbito intelectual, siempre contando con el apoyo de la monarquía. En esta empresa, la dinastía navarra y sus principales baluartes, Fernando I y Alfonso VI favorecerán el asentamiento y expansión del monacato cluniacense y con él una renovación en todos los órdenes que tendrá su reflejo en la epigrafía. La difusión del culto a los difuntos, promovida por el benedictismo, tendrá su proyección en un incremento del mensaje funerario en su epigrafía. Se difunden los epitafios necrológicos, que dan cuenta de la muerte de una persona consignando el día del fallecimiento, generalmente agrupados en conjuntos epigráficos. 58 59 224 Cf. C. RODRÍGUEZ y M. DURANY, “El Bierzo en la época de Alfonso III”, p. 159. El conde Gatón así como otros pequeños nobles locales, son también protagonistas de la repoblación de la zona de Astorga, asignando a campesinos tierras: quando populus de Bergido cum illorum comite Gaton exierunt pro Astorica populare, etiam consignatur eam illi iste comes. Cf. FERNÁNDEZ CONDE, “La época de Alfonso III”, p. 160. La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales Los claustros benedictinos recogen estos conjuntos. Pensemos en el claustro del monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) su conjunto de epitafios necrológicos asciende a 32 (Fig. 7), datados entre los siglos XI y XIII, un número impensable hasta el momento. Estos epitafios corresponden tanto a miembros de la comunidad como a monjes de otras comunidades hermanas. Sin llegar a este número, la congregación de San Rufo instalada en San Miguel de Escalada (León) construye su obituario en piedra del que nos han llegado parte de lo que fuera un conjunto mayor. Lo mismo sucede en Galicia, en Santa Cristina de Ribas de Sil (Orense) donde se conserva hoy un modesto conjunto necrologio que nos habla del arraigo de este sistema. Pero quizás el más importante es el conjunto necrológico del monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), constituido por un total de 72 inscripciones necrológicas (Fig. 8), solo superado por la catedral de Roda de Isábena con 215 inscripciones. Este necrologio, al igual que los anteriores, se distribuye en las cuatro pandas del claustro románico. La confección de todos ellos se inicia en la segunda mitad del siglo XIII, a juzgar por la grafía empleada, una gótica mayúscula de módulo cuadrado, de surco oblicuo que genera un aspecto pesado al conjunto, donde los trazos tienden a cerrarse y a desarrollar los cuerpos de las letras contra la progresiva atrofia de los astiles. A finales del siglo XIII se interrumpe la producción de estos Fig. 7. Necrologio de San Juan de la Peña, Huesca (Foto: CIHM) 225 María Encarnación Martín López Fig. 8. Necrologio de Santo Domingo de Silos (Foto: CIHM) letreros, a excepción, aunque no sea un monasterio, de la catedral de Roda que continúa creando necrologios durante varias décadas del siglo XIV. Esta concreción cronológica debe responder a una “moda” en la creación de estos conjuntos epigráficos. Antes y después de este “boom” epigráfico el necrologio servía como texto conmemorativo y celebrativo de una defunción, que no necesariamente era de monjes. Por poner un caso, la muerte de Alfonso VI fue difundida por los monasterios e iglesias del reino, que recogen este hecho en los libros obituarios, y confeccionan letreros necrológicos para la celebración del aniversario. En San Salvador de las Nogal de Huertas contamos con un necrologio en uno de los contrafuertes de la primitiva cabecera. Esta localización puede resultar llamativa o poco coherente, dado que está fuera del ámbito procesional de la comunidad. Pero no es el único. En Santiago de Peñalba tenemos necrologios en el cementerio, como es natural, pero también en el ábside de la iglesia. Debemos señalar una vez más que el texto de los epitafios necrológicos de Silos parece proceder, al pie de la letra muchas veces, del obituario monástico60. Cada 60 226 Cf. M.E. MARTÍN LÓPEZ, “Las inscripciones medievales del monasterio de Santo Domingo de Silos”, en Silos. Un milenio: actas del Congreso Internacional sobre la Abadía de Santo Domingo de Silos, Vol. 2, Burgos, 2003, pp. 469-482. La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales lápida recoge una o varias defunciones, lo mismo que en cada día del calendario del Obituario se asientan varias, tantas cuantas coincidan ese día. Algunas parecen incompletas, dado que la anotación no cubre todo el campo escriptorio. El reglado es completo, aunque luego no se complete dejando varias líneas sin escribir. En realidad, esto es intencionado; el ordinator concibe y configura la lápida y su campo escriptorio como si se tratara del “folio” del obituario, en previsión de futuros asentamientos. Está pensado que las inscripciones van a suplir al libro que los monjes no podrán manejar en sus procesiones claustrales. Pero ¿por qué surgen estos conjuntos litúrgico funerarios? Dos son las circunstancias que concurren en este fenómeno: por un lado, el desarrollo de la oración claustral por los difuntos, desde que el abad cluniacense Odilón, en 998, promoviera el culto a los difuntos y que los benedictinos fueron los principales propagadores de la idea de “comunidad de intercesión”; por otro lado, la difusión de las cartas de hermandad entre las diversas comunidades que comportaba dicha oración por los difuntos. Deberíamos añadir una causa más de carácter administrativo, y es que los obituarios con el uso fueron progresivamente añadiendo notas de los aniversarios y fundaciones y dotaciones que hacían los difuntos para su aniversario. La cosa se complica cuando los amanuenses escrupulosos copian literalmente las cláusulas dispositivas de estas dotaciones en los libros. Todo ello hace que las páginas se congestionen de texto. Realmente el obituario en esta fase de su confección se ha convertido en un libro administrativo. Es el momento de trasladar a piedra las notas necrológicas, y el mejor lugar es el claustro donde se celebraba todos los lunes la procesión por los difuntos. FUNCIÓN PEDAGÓGICA DOCTRINAL Pero si por algo se caracteriza la epigrafía benedictina, afirma García Lobo, es por la proliferación de un tipo de inscripciones hasta la fecha desconocidas: las explanationes (Fig. 9). Son éstas inscripciones cortas que aparecen vinculados siempre a la iconografía, para dar explicación de una escena o identificar a un personaje representado en pintura dentro de una composición o bien en una escultura. Este fenómeno está relacionado, no podía ser de otra manera, con el arte románico y será el monacato benedictino quien le dote de una función única, como medio de formación de fieles y monjes. La imagen es un medio visual al alcance de todos, a través de la representación las verdades teológicas se humanizan, se hacen cercanas y asimilables. Cristo en majestad, el apocalipsis etc. Ahora bien, la filosofía del saber, los principios teológicos deben ser transmitidos a través de la palabra escrita. Las imágenes por sí mismas no nos introducen a la problemática teológica y esto en la edad media donde las cuestiones de la naturaleza de Cristo, la Trinidad, 227 María Encarnación Martín López Fig. 9. Explanatio en el claustro de Santo Domingo de Silos con las representaciones de Dios –Padre, Dios, Hijo–, (pantocrátor, maiestas Domini) la esencia de la eucaristía, el Juicio Final, la Parusía, por citar los principales temas controvertidos en la fe cristiana, deben ser divulgados de forma eficaz y contundente. Conques es un ejemplo extremo de la representación de uno de los temas favoritos de la catequesis medieval, el juicio final. La trágica representación se ve apoyada en todo momento por el texto que circunda y acompaña cada representación, cada escena. Sus promotores no tenían la preocupación de la efectividad del mensaje y que este llegara a todas las clases sociales, letradas o no. Y eso era porque contaba con sus propios mecanismos de formación, lectores en voz alta, predicadores y sacerdotes que explican en el pulpito y en la calle las imágenes. El texto recuerda la esencia teológica que no debe olvidar un cristiano. El lenguaje narrativo medieval tiene, por tanto, una pluri perspectiva, que parte de la imagen y el texto al que se añaden, no olvidemos, la percepción sonora, la música el canto que acompañan los actos religiosos y cuya huella quedará en la reproducción de las antífonas. La capacidad narrativa de estos conjuntos representativos, sus funciones en el desarrollo del aprendizaje y de la comunicación, precisan del lugar de encuentro como estrategia de lectura del despliegue narrativo. El timpano está dividido en tres registros por dos bandas horizontales portadoras de inscripciones. El registro inferior igualmente está plagado de inscripciones formando una línea en dos ángulos obtusos. La cumbre del tímpano la cruz se sitúa sobre la cabeza de Cristo triunfante. En este símbolo se encierran juntos la primera y la segunda venida del hijo de Dios, según el evangelio de Mateo y que 228 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales es comentado por una inscripción grabada bajo el brazo de la Cruz, HOC SIGNUM CRUCIS ERIT IN CELUM CUM DOMINUS AD IUDICANDUM VENERIT. Bajo la cruz IHESUS REX IUDEORUM61. Así la epigrafía es un elemento esencial para transmitir y difundir la verdad teológica. Como en el caso de Conques los numerosos textos explicativos y narrativos que acompañan la iconografía medieval constituyen un procedimiento discursivo que permite alcanzar la esencia de sentido teológico62. Otro ejemplo ilustrativo lo tenemos en el programa epigráfico-iconográfico de los relieves del claustro de Silos. El descendimiento, el sepulcro, la duda, la ascensión y pentecostés. Cada relieve estaba preparado, como demostró García Lobo, para llevar un letrero explicativo. Escenas y letreros introducen al monje y a los fieles en el mensaje teológico de la Trinidad63. Recordemos los letreros de los pilares del claustro de Silos, como este del relieve del Sepulcro y el mensaje de resurrección: NIHIL FORMIDETIS VIVIT DEUS ECCE VIDETIS (“No temais, dios vive, ya lo veis”). La alusión al lector es directa. Quienes transitan por el claustro, bien un monje meditando, bien los fieles en los momentos y días del calendario litúrgico en que el monasterio abre sus puertas, recibirían una increpación directa que les exhorta a la meditación. En concreto estos letreros están relacionados con el ciclo pascual, en el contexto de las representaciones dramático litúrgicas, destinados tanto a monjes como laicos puesto que dentro del rito litúrgico mozárabe el claustro era concebido como un lugar abierto a los laicos también. Así estos relieves tendrían como misión ilustrar no solo a monjes también a laicos en los misterios del ciclo pascual. En otro relieve, tenemos nuevamente la sustitución o traslación de las oraciones del códex: NE MAGNITUDO REVELATIONUM EXTOLLAT ME64. Esta antífona era cantada por los monjes en la procesión del tiempo pascual. Como en el caso de las necrológicas, esta inscripción tenía una función litúrgica en la vida monástica. FUNCIÓN INTEGRADORA Otras inscripciones como los epitaphia recopilaban las virtudes humanas y religiosas de los abades que presentan al lector un programa de vida. De estímulo Cf. DESCHAMPS, “Les sculptures de l’eglise de Sainte Foy de Conques”, en Monuments et mémoires de la fondation Eugene Piot, 1941 nº 38, p. 171. 62 Sobre la inscripción como proceso discursivo en época carolingia, V. DEBIAIS, “Le chant des formes, L’ecriture epigraphique entre materialité du trace et transcendance des contenus”, en Revista de poética medieval, 27 (2013) pp. 101-129, especialmente, pp. 106 ss. 63 CF. V. GARCÍA LOBO, “Las explanationes del claustro de Silos: nueva lectura”, en Silos. Un milenio: actas del Congreso Internacional sobre la Abadía de Santo Domingo de Silos, Vol. 2, Burgos, 2003 pp. 483-494. 64 La fórmula latina: Ne magnitudo revelationum extollat me datus est mihi stimulus angelus satanae qui me colaphizet propter quod ter dominum rogavi ut auferretur a me et dixit mihi dominus sufficit tibi paule gratia mea. La 61 229 María Encarnación Martín López debía servir el epitafio de Wicardo, prior de Santa María de la Boise, y fallecido en el monasterio de Escalada. Su epitafio lo define como lento para el mal, un presbítero bueno donde los hubiera, uno de los canónigos de San Rufo de mayor talla65: SATIS AD MALA TARDUS NAMQUE BONORUM FUIT, UNUS PRESBITERORUM SANCTI MAIORUM FUIT UNUS CANONICORUM RUFI. Así mismo, el monje que debe permanecer de por vida en la comunidad encontrará en los epígrafes un instrumento eficaz para sobreponerse a las tentaciones disgregadoras66 Los letreros muestran el triunfo espiritual de aquellos que le precedieron. Se construiría así la conciencia colectiva, afirma Susini, que facilita la cohesión de la comunidad “el conocimiento y respeto del orden y de las jerarquías”. Bien conocían los abades y priores la eficacia de estos letreros, de ahí que sean muchos y muy diversos los epitaphia y los monumenta que divulguen el conocimiento y respeto de las virtudes monásticas encarnadas en sus monjes ejemplares. Tal es así, que hasta los monjes reformadores cistercienses, tan reticentes a la escritura publicitaria, finalmente sucumben a su funcionalidad como factor integrador. Será el propio Bernardo quien con su liber sepulcrorum redacte y reúna un rico elenco de epigramas poéticos alabando las virtudes de sus monjes más destacados. Un siglo después de su fundación, el Cister permite primero letreros en madera, sencillos que difundan las virtudes de sus miembros, para en el siglo XIV encontrar ejemplos, no muchos, en piedra en los muros de sus claustros. Terminamos así este breve repaso por la epigrafía monástica y su función publicitaria durante la edad media. No debo cerrar este capítulo sin recordar que la inscripción no puede verse aisladamente sino en un contexto social y cultural que la explica y le da sentido. Ahora bien, tampoco deben olvidar otros estudiosos que la epigrafía aporta no solo datos históricos, sino que por sí misma, por su materialidad es un elemento artístico y de interés patrimonial. Hago eco de las palabras de dos insignes historiadores, Lévi Provençal y Joaquín María de Navascués. El primero escribió, a propósito de la epigrafía árabe: “le texte inscrit dans la Pierre, le stuc ou le bois,quand est demeuré à sa place sur le monument lui même, en éclaire singulièrement à la fois la compréhesion historique que le sens artistique”67. El segundo reafirma “una inscripción contiene en su forma material los datos necesarios que dan a conocer el momento histórico al que corresponde su ejecución cuando en su texto no está expresada la fecha o no la conserva (…) El estudio de cita bíblica 2 Cor 12,7 et ne magnitudo revelationum extollat me datus est mihi stimulus carnis meae angelus Satanae ut me colaphizet 8 propter quod ter Dominum rogavi ut discederet a me. Cf. Antiphonale Sinopticum, http://gregorianik.uni-regensburg.de. 65 Cf. V. GARCÍA LOBO, Las inscripciones de San Miguel de Escalada, 56. 66 Cf. V. GARCÍA LOBO y M.E. MARTÍN LÓPEZ, “La escritura publicitaria en la Edad Media: su funcionalidad”, Estudios humanísticos. Geografía, historia y arte, 18 (1996), pp. 125-146. 67 Cf. Epigraphie árabe d’ Espagne, Leyden 1931, introducción. 230 La epigrafía como instrumento de publicidad en los monasterios medievales las inscripciones en su aspecto físico no sólo es transcendental sino que ha de ser forzosamente anterior al aprovechamiento filológico o histórico de los textos. Los datos hay que buscarlos y para encontrarlos es imprescindible considerar la inscripción en su naturaleza íntegra en el complejo de elementos externos e internos que le dan el ser”68. 68 Cf. J.M. NAVASCUÉS, “El Concepto de la Epigrafía. Consideraciones sobre la necesidad de su ampliación”, en Discursos de la Real Academia de la Historia, Madrid, 1953, pp. 64-65. Esta obra ha sido recientemente reeditada en la magna obra recopilatoria Joaquín María de Navascués. Obra epigráfica, eds. J. de Santiago, J.M. de Francisco, E. Menor, I, Madrid, 2019. 231