CATALINA DE ERAUSO
VIDA Y SUCESOS
DE LA MONJA ALFÉREZ
EDICIÓN, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE
MIGUEL MARTÍNEZ
CLÁSICOS
CASTALIA
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
es un sello propiedad de
Diputación, 262, 2º1ª
08007 Barcelona
Tel. 93 494 97 20
E-mail:
[email protected]
Consulte nuestra página web:
https://www.castalia.es
https://www.edhasa.es
Primera edición: mayo 2021
Ilustración de la cubierta: Catalina de Erauso, cuadro atribuido a Juan van
der Hamen.
© de la edición: Miguel Martínez 2021
© de la presente edición: Edhasa (Castalia), 2021
ISBN 978-84-9740-867-7
Depósito Legal B. 6955-2021
Impreso en Liberdúplex
Impreso en España
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del
Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y
el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler
o préstamo público.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra o entre en la web
www.conlicencia.com.
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
S
U
M
A
Introducción biográfica y crítica . . . . .
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . .
Erauso: vida textual . . . . . . . . . .
Las primeras relaciones . . . . . .
Los papeles de Erauso y la comedia
de la Monja Alférez . . . . . . . .
Los textos americanos . . . . . . .
Las Vidas manuscritas de Erauso .
La edición de Ferrer . . . . . . . .
La ilusión biográfica. . . . . . . . . .
La paradoja autobiográfica . . . .
Autoría y cronología . . . . . . . .
El retrato de Juan van der Hamen .
Las Vidas del Antiguo Régimen . .
Género e historia . . . . . . . . . . .
Gramática histórica . . . . . . . .
El efecto travesti . . . . . . . . . .
Las confesiones de Erauso . . . . .
El cuerpo espectacular . . . . . . .
Vidas coloniales . . . . . . . . . . . .
R
I
O
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
9
9
14
15
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
20
23
25
31
34
34
37
43
47
55
55
61
68
75
83
7
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
8
LA MONJA ALFÉREZ
Las ruedas (vascas) del comercio
Milicia indiana . . . . . . . . . .
La tierra de los valientes . . . . .
Esta edición . . . . . . . . . . . . .
.
.
.
.
83
86
89
94
ABREVIATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . .
97
99
VIDA Y SUCESOS
DE LA MONJA ALFÉREZ .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. . . . . . . . . . .
123
Notas finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Relación de 1617 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Relaciones de 1625 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Relación de 1653 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Diego Rosales, historia del reino de Chile . . . . . . . .
Documentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
AGI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
AGN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
AGG . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Estudio textual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
I. Las copias sevillanas (A, B, C). . . . . . . . . . .
II. El manuscrito de la Colombina y su descendencia
(C, M, N, O). . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III. Juan Bautista Muñoz, Bauzá y Ferrer (M, [L], F) .
187
193
205
233
251
251
251
288
293
299
299
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
326
330
INTRODUCCIÓN BIOGRÁFICA Y CRÍTICA
PREFACIO
La Vida y sucesos de la Monja Alférez vio la luz por primera
vez en 1829, como parte de la colección de clásicos españoles que
Joaquín María Ferrer editó desde su exilio parisino, tras el fin del
breve sueño liberal. Desde las primeras décadas del siglo XVII, la
vida del alférez Erauso había dado lugar a una enmarañada urdimbre textual de declaraciones judiciales, relaciones de sucesos, comedias urbanas y memorias autobiográficas. La Vida de Erauso
parecen miles: hija de la hidalguía vasca, novicia desertora, mozo
pícaro de muchos amos, soldado colonial en la guerra más violenta, marinero, trajinante y criminal. Trató con rufianes y papas.
Estuvo a punto de casarse con una hacendera mestiza de Tucumán.
Recibió rentas del tributo indígena. Tuvo esclavos.
Todas las versiones que conservamos de su vida derivan en
última instancia de las palabras del propio Erauso, casi siempre
en forma de precario registro en tercera persona de su testimonio
oral. La que más dudas plantea, sin embargo, es precisamente la
más conocida: las memorias en primera persona que desde finales
del siglo XVII se atribuyen a su propia mano. Esta edición trata de
9
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
10
LA MONJA ALFÉREZ
desenredar en la medida de lo posible la madeja textual que nos ha
transmitido la historia de Erauso y da respuesta a algunos de los
interrogantes que ha planteado históricamente. Además, se recuperan versiones manuscritas de la Vida que anteceden en casi un
siglo a las que hasta ahora habíamos leído, se aclara la existencia
del famoso Manuscrito Trigueros y añade algunas relaciones y documentos históricos hasta ahora desconocidos.
Erauso nació Catalina y murió Antonio. Cualquier lectura actual
de la Vida debe comenzar con la sencilla constatación de que Erauso vivió como hombre prácticamente toda su vida, antes y después
de que un puñado de textos y un público ávido de novedades convirtieran su cuerpo en espectáculo público. Es obvio que no compartimos con nuestros antepasados los lenguajes para hablar de la
diferencia sexual o la identidad de género. Nuestras formas de
clasificar los cuerpos y el deseo difieren radicalmente de aquellas
que jerarquizaron las sociedades del Antiguo Régimen. Por eso
resulta tan difícil la traducción de la historia de la Monja Alférez
a la lengua de nuestros días, si bien su problemática nos interroga
de manera urgente. Si a nosotros nos parecen inadecuadas las formas de hablar entonces sobre el alférez –que fue monja, eunuco,
capón, mujer varonil y casta doncella–, la mayoría de las de hoy
también habrían resultado ininteligibles para nuestros ancestros,
sea Erauso heroína feminista, mujer lesbiana, hombre trans o persona de género no binario. Tampoco compartimos una noción similar de subjetividad en relación con el género. Las prácticas sexuales,
la orientación del deseo o la intervención estilizadora sobre el cuerpo, que hoy son constitutivas de identidades y sujetos, no lo habrían
sido tanto en la edad moderna.
Sin embargo, los paradigmas de la mujer varonil y el travestismo con los que se ha leído frecuentemente su historia no contribuyen hoy a aclarar el sentido del texto. El travestismo, como
performance corporal y sartorial en principio independiente de la
orientación del deseo, está ampliamente documentado en la época
de Erauso. Muchas mujeres se vistieron de hombres para ingresar
en el ejército, viajar, evitar violaciones o buscar a amantes. En el
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
INTRODUCCIÓN PREFACIO
11
caso de Erauso, sin embargo, la mudanza de vestido original no fue
transitoria ni encaminada a un fin concreto, sino que devino forma
de vida permanente. Cuando el obispo de Guamanga (Perú), que
le tomó declaración, la forzó a reducirse de nuevo a su religión en
1617, Erauso solicitó a San Sebastián las pruebas de que no había
profesado como monja para poder salir del convento y tornar a
vivir como hombre. Y una vez en España se aseguró de ratificar
documental e institucionalmente tanto su vestido como su forma
de vida.
El recorrido que va de la partida bautismal de Catalina en 1592
a los pleitos por la herencia del alférez Antonio de Erauso en 1649
está jalonado por todos aquellos espacios sociales que instituían y
significaban la diferencia sexual en el Antiguo Régimen: la familia,
el convento, la milicia, el matrimonio, la herencia o la propiedad.
Estas son algunas de las instituciones que habilitan y disciplinan
la peculiar trayectoria vital de Erauso. En la edad moderna, la
identidad sexogenérica tenía más que ver con el rango, la calidad
y el estado que con la esencialización de una diferencia genital. Es
por esto que cambiar de sexo, en el siglo XVII, no resultaba inconcebible.
Para hablar de sí, el alférez usó tanto morfemas masculinos
como, en menor medida, femeninos. Si bien resulta imposible sortear todas las trampas de la gramática para discurrir con cierta
fluidez sobre una persona y una serie de escritos de tal complejidad
sexogenérica, me referiré tanto al autor del texto como a su narrador y protagonista, en la medida de lo posible, como «Erauso»
(como alguna vez propuso Mary Elizabeth Perry); lo cual ahorrará
al menos unos cuantos pronombres y paréntesis. La variabilidad
del género gramatical es consustancial a las tradiciones textuales
sobre el alférez. Y Erauso, a pesar de ser para todos Antonio, firmó
un documento como Catalina en fecha tan tardía como 1639. Por
ello, y porque a Catalina de Erauso le atribuyen los testimonios el
texto de la Vida, se ha decidido mantener la autoría bajo su nombre
tradicional. Cada vez que nos referimos a Erauso como mujer, sin
embargo, deberíamos recordar el final de la Vida, en el que unas
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
12
LA MONJA ALFÉREZ
insolentes napolitanas se llevaron «una soba de cintarazos» por
dirigirse al alférez como «señora».
Hay infinidad de testimonios que nos hablan de la atracción de
la historia vital de Erauso para la imaginación popular de la época.
En los reinos del Perú, tras confesar por vez primera su sexo biológico, los corrillos la bautizan como «la monja de Chile». «La vi en
Lima», dice el capitán Francisco Pérez de Navarrete, «en hábito de
mujer, que se había descubierto, y esto fue cosa muy notoria, que
llamaran la monja de Chile». En Guamanga, Lima, Bogotá y Cartagena arrastra multitudes que acuden a contemplar el prodigio de un
cuerpo interrogante que incita la curiosidad, disposición vital casi
fundante de las sociedades barrocas. Su desembarco en el Arenal de
Sevilla vino como marea prodigiosa del Nuevo Mundo, y su asistencia a las misas en la catedral fueron, según los testigos, baños de
multitudes. Ya en la corte, los papeles de sus servicios, que certificaban las heridas y las miserias de su guerra de Chile, se filtraron de
alguna manera al mentidero de poetas y curiosos. Además, varias
relaciones impresas sucesivamente en 1618, 1625 y 1653 subieron
el volumen del rumor del vulgo sobre la vida de Erauso. El alférez
fue, según Stephanie Merrim, icono cultural de toda una época.
Su valor icónico, de hecho, quedó consagrado por el título de
una comedia de 1626 que creíamos de Juan Pérez de Montalbán,
pero que recientemente se ha atribuido a Juan Ruiz de Alarcón. La
Monja Alférez condensaba, con la precisión paradójica de tantos
títulos teatrales áureos, el dramatismo de la vida de Erauso. El
oxímoron, sin embargo, era falso: Erauso nunca fue monja, aunque
siempre fue alférez. El último documento que conservamos firmado de su mano, y que ve la luz por primera vez en esta edición, está
rubricado por «el alférez Catalina de Erauso». La falsa antítesis
que aparentemente estructura la identidad del personaje ejerce una
violencia significativa sobre la vida histórica de Erauso, que abandonó el convento para vivir como hombre y vivió como hombre
para abandonar el convento, a pesar de que muchas mujeres se
hacían monjas precisamente para escapar a un destino social ordenado en torno al trabajo reproductivo.
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
INTRODUCCIÓN PREFACIO
13
Más que la antítesis seguramente sea la hipérbole lo que rige la
vida de Erauso como narración. El personaje del alférez es excesivo, tanto en las relaciones impresas en tercera persona, como en
la autobiografía. Si el silencio y la clausura incardinan la cotidianeidad de la monja barroca, Catalina de Erauso habla constantemente de su vida bronca y despliega su bizarría allá por donde pasa.
Una sintaxis repetitiva acumula episodios, no siempre claramente
jerarquizados, en una especie de criminal huida hacia delante. Su
estilo, sin embargo, es plano y despreocupado, asertivo, desapasionado y alérgico a las formas de la retórica más barroca. Un registro
completamente falto de la afectividad que se les atribuía a las mujeres. «El estilo es el hombre», diría en 1753 el conde de Buffon. En
el caso de Erauso, la sentencia es particularmente reveladora: el
estilo no es sino una dimensión más de la performance de género.
Erauso se hace hombre también por el tipo de lenguaje con que se
envuelve, nuevo hábito cortado a su medida.
La multiplicación de las copias de la Vida entre el final del
siglo XVII y el comienzo del XIX nos habla del interés que siguió
despertando la vida del alférez muchas décadas después de morir
como arriero en el camino de Veracruz a la Ciudad de México.
El cuerpo de Antonio de Erauso no solo fue un espectáculo para
sus contemporáneos, sino lugar de interrogación para ilustrados y
liberales sobre la más firme y duradera de las ilusiones sociales: la
diferencia de género. La historia textual de la Vida y sucesos de la
Monja Alférez tiene mucho que ver con esa «intensificación del
cuerpo», con esa nueva «valoración como objeto de saber y como
elemento en las relaciones de poder» que señalaba Foucault como
desarrollo clave en los discursos sobre la sexualidad de la edad
clásica. Fue precisamente entre la declinación del barroco tardío y
las primeras luces del siglo XVIII cuando algunos humanistas sevillanos se pusieron manos a la obra para recuperar y elaborar lo que
el alférez Erauso pudo haber dicho de sí setenta años antes.
Una de las virtudes de un texto como la Vida es precisamente
la forma en la que revela la contingencia y la historicidad de cualquier forma de jerarquización social basada en la diferencia sexual
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG
14
LA MONJA ALFÉREZ
y de género. La larga andadura temporal de su elaboración y de su
transmisión, que sedimenta preguntas y sentidos de épocas diferentes, llega sin duda hasta nosotros, abriendo su lectura a las
interrogaciones y disputas del presente. Leída como pionera de las
narrativas trans, la Vida y sucesos de la Monja Alférez es un registro excepcional de la densidad histórica de problemáticas y luchas
de nuestro propio tiempo. Leída como personal crónica de Indias,
es un descarnado relato de las sociedades y subjetividades que
generó el colonialismo. Ojalá sirva esta nueva edición de la historia
de Erauso para nutrir discusiones en las aulas, en las casas y en las
calles, para ayudarnos tal vez a imaginar modelos de división del
trabajo y de reproducción de la vida menos jerárquicos, menos
determinados por la diferencia de los cuerpos.
ERAUSO: VIDA TEXTUAL
Cronología de noticias y testimonios sobre Erauso:
1617 Relación de Guamanga (G)
1618 Capítulo de una de las cartas (H)
1624-1625 Documentos del AGI
1625 Relaciones sevillanas (RST)
1626 Comedia de la Monja Alférez
1626 Carta de Pietro della Valle (impresa en 1677)
1630 Memoriales eclesiásticos
1639 «Petición» AGN, México
1640 Autos de ejecución en AGG
1649 Pleito por la herencia de Erauso en AGG
1653 Relaciones mexicanas (UVX)
1693 Cartas de Diego de Sevilla y Manuel Fernández Pardo
1693-1701 Vida y sucesos, copias sevillanas (ABC)
1698 Nota de Diego Ignacio de Góngora
post 1701 Vida, HSA (N)
post 1701 Vida, Osler Collection, Montreal (O)
&&/DPRQMDDOIHŮUH]LQGG