ACTAS DEL I CONGRESO
DE LA ASOCIACIÓN HISPÁNICA
DE LITERATURA MEDIEVAL
Santiago de Compostela, 2 al 6 de Diciembre de 1985
Edición a cargo de
Vicente Beltrán
PPU
1988
Portada: Motivo inspirado en la matiere de Breíagne. Detalle de una columna
procedente de la Porta Francigena de la Catedral de Santiago de Compostela.
Comienzos del s. XII. Dibujo: S. Moralejo.
Primera edición, 1988
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©PPU
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La *Gesta de las mocedades de Rodrigo
y la Crònica Particular del Cid.
Alberto Montaner
Frutos
Al plantearse el estudio del cantar referente a las mocedades del Cid prosificado en la Crónica Particular del Cid {=CPC), y al que denominaré * Rodrigo, se
plantean dos problemas iniciales, previos a un análisis concreto de su estructura y
contenido. El primero de estos problemas es saber si el cantar recogido por CPO es
la versión más antigua documentada o si pudo haber una tradición preexistente ya
consolidada, lo que influiría a la hora de interpretar el *Rodrigo contextualmente.
El segundo consiste en la delimitación de los elementos de CPC que realmente se
encontraban en dicho cantar, sin lo cual todo estudio supondría la interpretación
del relato cronístico, y no la del *Rodrigo prosificado. Sólo una vez obviadas
ambas cuestiones será posible dar una visión, aunque siempre dentro de los
márgenes de error de toda reconstrucción hipotética (por rigurosa que ésta pueda
ser), de lo que fue el * Rodrigo y de lo que pudo significar en su momento. Así pues,
el objetivo de esta comunicación es resolver, dentro de la brevedad que la limitación espacial impone al desarrollo explicativo, las tres cuestiones señaladas: la
existencia o no de Gestas de las mocedades previas al *Rodrigo prosificado, la
estructura prístina de éste y los elementos fundamentales de su construcción
interna y de su comprensión en el seno de la sociedad en que se compuso.
En cuanto al problema de las diversas versiones de la gesta, especialmente en
su relación con las crónicas, como principal vehículo de la constatación de su
existencia,^ existen diversos datos que permiten dudar de si el poema prosificado
en CPC es la primera o la segunda versión de la gesta.^ Para Armistead (1974 y
1978), los datos disociados que aluden a episodios del *Rodrigo antes de CPC son
testimonios de una *!" Gesta, mientras que el cantar incluido en la crónica citada
431
A. MONTANER FRUTOS
constituiría la
Gesta. Sin embargo, el hecho de que tales menciones se presenten aisladas y sin referencia a un contexto más amplio, induce a considerarlas más
bien como la prehistoria de la gesta en las versiones ya globalmente conformadas
que se conocen a través de CPC, el cantar conservado de las Mocedades de Rodrigo
{=MR) y el romancero más antiguo. En este sentido, considero que esas alusiones
aisladas ilustran el procedimiento de creación del ciclo, según un modo de proceder que algunos autores (como Dunn, 1962, basándose en Russell, 1958) ya han
supuesto para el Poema de Mio Cid {=PMC), y que Richthofen (1970, 9-24 y 254;
1981, 455) considera general tanto en la épica como en la historiografía medievales: la utilización de un material legendario anterior, más o menos extendido y
hetereogéneo, al que un autor en un momento dado ha dotado, refundiendo y
añadiendo elementos, de una estructura unitaria."^
En efecto, los datos referidos a episodios de la gesta antes de CPC parecen no
estar sufiencientemente elaborados ni concertados, pues se reducen a unas referencias cronísticas a la investidura del Cid en Coimbra, a otra de Lucas de Tuy y a una
última perteneciente a la tradición palentina. Las alusiones de las crónicas se
centran en la citada investidura y en la crianza de Rodrigo en la corte de Femando
I (o en Zamora, con d®* Urraca, bajo la tutela de Arias González). En concreto, la
Primera Crónica General (=PCG) relata, al narrar el sitio de Coimbra, que Femando I «en ese comedio fizo cavallero a Roy Díaz el C^id Campeador» (c. 807, p.
487«), y es lo único que se dice acerca de esta época de la vida del Cid, por lo que
no parece que pueda adscribirse a un poema completo, cuyas otras referencias se
tendrían que haber desdeñado, para seleccionar sólo ésta, lo que no resulta verosímil, teniendo en cuenta, además, que esta noticia se refiere a un episodio que
podía ser contrastado con una fuente ampliamente utilizada por PCG, la Historia
Roderici, L5 (ed. Menéndez Pidal, 1969, II, 922), que relata cómo d. Sancho ciñó
al Cid el cingulum militie antes de la batalla de Grados.^ Frente a esta improbable
selección, resulta más aceptable que la mención de la investidura, evidente interpolación cronística en el episodio transmitido por las fuentes históricas,® proceda
de alguno de los otros cantares prosificados en PCG en los que se menciona dicha
cuestión, como el * Cantar de Sancho II, donde este rey apela así a Rodrigo: «C^id,
vos sabedes como vos crio mi padre en su casa muy onrradamente et fizovos
cavallero et mayoral de toda su casa en Coymbra quando la gano de moros» (c.
830, p. 506a), o quizá de la versión de PMC incluida en dicha crónica, donde el
Campeador le dice a Alfonso VI: «del día que yo oue cauallo et armas -que me lo
dio el rey don Fernando, uuestro padre- fasta el dia de oy».^ La contextualización
épica de ambas menciones es clara, y la pertenencia de la primera al ámbito
primigenio del *Cantar de Sancho II queda patente al constatar su conservación,
aunque amplificada y en boca de d" Urraca, en el romance viejo Afuera, afuera
Rodrigo (cfr. Armistead, 1974, 30). Respecto de la segunda, aunque cabe la duda
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GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
de que la amplificación cronística no proceda realmente de una versión del PMC ^
parece evidente que su mayor riqueza de detalles no permite juzgarla recogida de
la breve alusión hecha al narrar el cerco de Coimbra, ni, por tanto, de una
hipotética fuente independiente.
Así pues, es lícito suponer que los redactores de PCG, al notar la ausencia de
esta referencia en los relatos históricos sobre la toma de Coimbra, incluyeran la
escueta mención antedicha, que encontraban en los textos épicos que prosificaban
más adelante. De este modo, aunque este razonamiento es conjetural, se establece
una explicación plausible que permite dudar de la existencia de un texto épico
previo a PCG con una organización semejante a CPC o MR.
Un problema distinto, aunque en relación con el anterior, plantean las referencias de la Crónica de Veinte Reyes (=CFi?) a sucesos relacionados con la gesta de
las mocedades, pues en ellas, insertadas en el relato legendario correspondiente a la
muerte del rey Femando, se alude específicamente a unos cantares: «Este fue el
primero rey que don femando ouiese nonbre e fue llamado por sobrenombre
m.agno (...) e avn llamanle en las canciones par de enperador».® Canciones cuyo
contenido es significativamente rechazado: «Algunos dizen en sus cantares que
avia el rey don Fernando un fijo de ganancia que era cardenal en Roma (...) mas
esto non lo fallamos en las estorias de los maestros (...) e por ende tenemos que non
fue verdat» (ed. Menéndez Pidal, 1980, 242). Como ha señalado Armistead (1974,
31-2), la importancia de estos fragmentos radica en que aluden explícitamente a un
texto épico y en que los episodios mencionados corresponden sin duda a pasajes
conocidos del Rodrigo>CPC y de MR. Ahora bien, dada la proximidad cronológica de CVR y CPC
la coincidencia de ambas aboga, no por la existencia de una
*/" Gesta, fuente común de CVR y PCG, sino por la de un mismo texto épico,
rechazado en CVR, pero definitivamente asumido por CPC, rechazo que, si es
cierta la prioridad cronológica de aquélla crónica, podría deberse a su mayor
cercanía a la fecha de composición o de divulgación del ^Rodrigo, cuya novedad le
habría dado menos crédito ante sus compiladores que ante los de CPC. En todo
caso, lo que parece evidente es que las menciones de PCG y CVR no pueden
considerarse homogéneas, que las primeras se asocian al ámbito de otros cantares
bien conocidos, y que las segundas han de adscribirse a una fuente común a CVR y
a CPC, el *Rodrigo.''
En cuanto a la segunda de las referencias mencionadas al principio, su conexión con la gesta todavía es más ambigua, pues ni siquiera cita explícitamente al
Cid. Se trata de un pasaje del Chronicon mundi (1236) de Lucas de Tuy, en el que
se notifica que Femando I poseía un territorio ultrapirenaico que llegaba usque ad
Tolosam. Menéndez Pidal (1969, I, 126 y 235-6; 1980, XLIV y LXIV) considera
que este pasaje alude a una «expedición de Femando I a Tolosa», leyenda que
estaría ya conformada antes de 1236 y que habría pasado al *Rodrigo prosificado
433
A. MONTANER FRUTOS
en CPC. Sin embargo, como ha notado Deyermond (1969, 10-1), el Tudense no
habla de una incursión, sino de un territorio detentado por dicho rey, sin especificar el modo de adquisición. Así pues, esta referencia legendaria ni siquiera permite
atestiguar una leyenda cidiana organizada, cuando menos un cantar completo
sobre el tema de las mocedades. Como mucho, puede considerársela el germen del
episodio de la entrada del rey y Rodrigo en Francia, que en su versión de CPC (c.
xxij, f ' IX "a) llega hasta «allende Tolosa», pero sin que se pueda establecer una
conexión más precisa entre la referencia del Tudense y las versiones conservadas
de la gesta.
Por último, se poseen algunos testimonios que relacionan al Cid con Falencia,
de la que lo hacen ciudadano, donde se habría casado y fundado un lazareto,
tradicionales locales documentadas tardíamente (a partir del s. XVI), pero que en
el caso del lazareto lo están desde 1302 (Deyermond, 1969, 107-11). El matrimonio, o los esponsales, del Cid en dicha ciudad castellana se recogen en el *Rodrigo>CPC, y la fundación del lazareto parece estar relacionada con el episodio del
gafo-San Lázaro referido tanto por CPC (c. vij, f ' III ' como por MR (v. 566-601).
En cuanto a este episodio, y prescindiendo de cuál pueda ser la relación genética y
cronológica de ambas leyendas, basta señalar que sólo ca. 1300 se documenta una
leyenda que asocia al Cid con los leprosos, al margen del episodio del *Rodrigo, y
que dicha leyenda no parece poder adscribirse a ningún poema épico precedente.
Una vez analizados los tres grupos de alusiones cidianas, puede deducirse que
hasta finales del s. X I I I no hubo un cantar sobre las mocedades de Rodrigo, al
menos documentado fehacientemente, y que, en cambio, es posible que existiera
una serie de episodios que iban a incorporarse a un relato unitario, el *Rodrigo =
Gesta, recogido a principios del s. X I V por las crónicas, definitivamente
inclinadas en este período a preferir las leyendas épicas a la historiografía latina
(vid. Menéndez Pidal, 1980, LX-LXXIII y Pattison, 1983, 6).
Tras llegar a la conclusión preinserta, se hace preciso estudiar la disposición
estructural de que se dotó a ese material, en principio bastante hetergéneo, para
conferirle, junto con los elementos originales del autor, una mínima coherencia
argumental. Pero, en primer lugar, hay que mostrar cómo se estructura el relato
según lo presenta CPC, lo que se puede apreciar en el siguiente esquema, donde se
detallan sólo los epígrafes que interesan en función del análisis ulterior:
A. EL DUELO
La) Detalles sobre el inicio del reinado de Fernando I {c.i)
b) Introducción genealógica (c. ij)
11.a) Episodio de Babieca
b) Muerte del conde d. Gómez
434
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES D E RODRIGO
c) Victoria sobre los cinco reyes moros
Jimena se queja al rey y pide a Rodrigo por marido {c.iij)
b) Rodrigo acepta el matrimonio {c. iv)
c) Rodrigo hace el voto de las cinco lides.
{el c. V no se refiere al Cid)
III.a)
B. LAS CINCO LIDES
I. LA LID POR CALAHORRA
a) Se fija el plazo para el duelo (c. vj.)
b) Romería de Rodrigo a Santiago y episodio del gafo (c. vij.)
c) Rodrigo vence en el duelo (c. viij)
I I . L o s CONDES TRAIDORES ( c .
jx)
(el c. X no se refiere al Cid)
I I I . L o s MOROS INVASORES {c. x j )
I V . CAMPAÑA DE PORTUGAL
a) Rodrigo se destaca en la campaña de Cea, Govea y Viseo (c. xij)
(el c. xiij no se refiere al Cid)
b) Rodrigo es armado caballero tras la toma de Coimbra (c. xiiij)
(los c. xv-xvj no se refieren al Cid)
c) Conquista de Montemayor y tres lides de Rodrigo (c. xvij)
(el c. xviij no se refiere al Cid)
V . L o s REYES MOROS VASALLOS DEL C I D LE PAGAN PARIAS (c.
V I . FERNANDO, PAR DE EMPERADOR
xix)
a) El Emperador, el rey de Francia y el Papa reclaman el tributo a
Fernando I y le desafían (c. xxj)
b) Discusión del problema en la corte (c. xxij)
c) Entrada en Francia y victorias de Fernando I y el Cid, que consiguen la
paridad imperial para el rey.
Frente a la estructuración aqm' presentada, Armistead (1963) y Deyermond
(1969, 12-3) creen que el *Rodrigo estaba dividido en dos «cantares», el primero de
los cuales incluía el doble proceso que suponen los episodios que conducen al
desposorio en Falencia (c. iv; en el esquema preinserto, episodio A.III.b) y los que
concluirían con el matrimonio o su consumación, que Armistead (1963) sitúa entre
la concesión a Rodrigo del nombre de Cid (c. xxj; episodio B.V.c) y la reunión del
consejo real de Fernando I (c. xxij; epis. B.VI.b), basándose en la siguiente
referencia: «Mas eneste consejo non fue mio Cid Ruydiez que havia poco que
casara con doña Ximena Gomez su muger: & era ydo para alia mas estando enesto
allego el» (CPC, c. xxj, IX"^ a).-E\ segundo cantar relataría la campaña francesa de
435
A. MONTANER FRUTOS
Rodrigo y el rey, y concluiría con el triunfo del monarca castellano-leonés en sus
pretensiones de exención.
Para justificar esta división, además del correlato desposorios/matrimonio,
que cerraría una primera esfera argumental,'^ Armistead (1963) al que sigue
Deyermond (1969), considera que las cinco lides campales que según el voto del
Cid {CPC, c. iv,
IP a) han de preceder a la realización o consumación del
matrimonio, son: 1) la lid por Calahorra, 2) los moros invasores y 3-5) las tres
lides de Rodrigo en la toma de Montemayor, aunque el propio Armistead reconoce
la dificultad de reconstruir esta parte del ^Rodrigo, pues CPC sigue aquí la versión
amplificada de PCG en el relato de las campañas portuguesas (cfr. et. Pattison,
1983, 84-5). Por esta causa, considero que la división en dos «cantares» responde
más bien a los datos del texto cronístico que a lo que pudo ser la versión prístina
del *Rodrigo, tal y como resulta de comparar la prosificación de CPC con la
refundición de MR, cuya división episódica creo que ha sido correctamente
realizada en la edición de Menéndez Pidal (1980, 257-89). Pero antes de extraer
conclusiones al respecto, es necesario presentar la estructura de MR, en la parte
referente al Cid:
A. EL DUELO
La) Introducción genealógica (v. 204-92)
b) Detalles del inicio del reinado de Fernando I
11. Querella del conde de Gormaz y Diego Laínez. Rodrigo mata al conde
en duelo (v. 293-328)
Ill.a) Quejas de Jimena (v. 329-448)
b) Rodrigo acude a la corte, donde hace voto de no besar la mano al rey ni
unirse a Jimena antes de realizar las cinco lides.
B. LAS CINCO LIDES
I . L I D CON BURGOS DE AYLLÓN (V. 449-517)
I I . L I D POR CALAHORRA (V. 518-637)
a) Se establece el duelo
b) Romería de Rodrigo y episodio del gafo-S. Lázaro
c) Rodrigo vence en el duelo
I I I . LA CONJURA DE LOS CONDES Y LOS CINCO REYES MOROS (V.
I V . REPOSICIÓN DEL OBISPO DE FALENCIA (V. 732-45)
V . FERNANDO P A R DE EMPERADOR (V. 764-1164)
638-731)
a) El Emperador, apoyado por el Papa, pide tributo a d. Fernando
b) El rey pide consejo a los nobles. Elogio de ambos
c) Entrada del rey en Francia y victorias del Cid.
(el desenlace está truncado)
436
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
Para confirmar la estructura propuesta para el *Rodrigo, me propongo hacer
ver que éste se componía de dos secuencias, y que la segunda de estas se basaba en
cinco episodios bélicos, reconstruibles a partir de CPC y de MR.
Atendiendo en primer lugar al segundo de los objetivos planteados, basta, para
alcanzarlo, comparar la arquitectura interna de los dos textos citados, cuyos
elementos comunes tienen que pertenecer necesariamente al origen del ciclo, es
decir, al *Rodrigo, del que ambos descienden. Al comparar las estructuras de CPC
y MR se constata que, salvo las series B.I y B.IV de MR y las series B.IV y B.V de
CPC,'''- el resto de ambos grupos B se corresponde en líneas generales. Esto
significa, según lo dicho, que estos elementos se encontraban en el cantar perdido,
o lo que es lo mismo, que era en la presencia básica de los mismos sobre la que se
fundaba el voto de las cinco lides, como trámite previo para pasar de la «promesa
de matrimonio» que cierra la esfera A a la realización del mismo, que sería su
correlato como conclusión de B. A este respecto, hay que indicar, como ya
señalaron Armistead (1963) Deyermond (1969), que la ceremonia inicial son los
esponsales, y que el matrimonio no se efectúa hasta después de cumplido el voto,
visión que corresponde a las exigencias de la legislación medieval (vid. Lacarra,
1980, 50ss). Por otro lado, en el plano estrictamente argumental, la correlación
desposorio/casamiento o matrimonio ritual/matrimonio factual responde a igual
paralelismo de dos funciones típicas del relato tradicional: la promesa de matrimonio y el matrimonio (wVW° en la notación de Propp, 1977, 152), de las cuales la
promesa de matrimonio suele suceder, no al final del cuento, sino al acabar la
primera secuencia del mismo, cuando el curso del desenlace se ve truncado por una
nueva carencia o fechoría, que exige la actuación del héroe, el cual pospone su
matrimonio, suceso más claramente conclusivo, y lo sustituye por un compromiso,
cierre transitorio de la primera secuencia (vid. Propp, 1977-72).
Una vez aclarado este aspecto, se aprecia que, tras prescindir de las series
dispares de CPC y MR, el relato cronístico no presenta las cinco que, según el
número de las lides, se habrían de esperar, sino sólo cuatro: B.I (Calahorra), B.II
(los condes traidores), B.III (los moros invasores) y B.VI (Fernando, par de
Emperador). No obsta que en MR los episodios de los condes traidores y de los
moros en incursión estén ligados, pues en CPC (c. ix y xj) los dos se presentan
como totalmente independientes, de modo que entre ambos se ha podido incluir el
c. x, que no alude al Cid; y si en MR estas dos series forman una sola es porque
hacía falta dejar espacio a la reposición del obispo palentino (serie B.IV). Pero,
¿dónde está el elemento que falta? En MR es, evidentemente, la lid contra Burgos
de Ayllón, que en CPC, bajo la forma de la victoria de los cinco reyes moros,
precede al voto de las cinco lides.
En CPC en cambio, el episodio restante queda enmascarado en la serie B.IV,
la campaña portuguesa, que no estaba en el ^Rodrigo, como el cotejo ha demostra437
A. MONTANER FRUTOS
do. Se trata de la investidura del Cid en Coimbra, episodio que, según se ha visto,
aparecía ya en PCG (c. 807, p.
y de cuya procedencia poética en CPC no se
puede dudar, pues ha conservado dos versos íntegros (c. xiij, f ' NVá)\
E fizóle cavallero enasta guisa - ciniendole el espada
E diole paz en la boca - mas no le dio pescozada
Así, aunque el conjunto de los datos de este asedio procede según he indicado,
de la historiografía compostelana, es innegable que este episodio, o uno semejante,
se hallase en el *Rodrigo, porque el resto de los detalles de la investidura se
encuentran también en MR, aunque trasladados a la victoria sobre el Saboyano.
Dice la crónica: «E despues que ñie Rodrigo cavallero: hovo nonbre ruydiez. E
tomo luego el espada: & mandole el rey de su mano armase nueve cavalleros nobles
& asi los armo» (c. xiij, f ' IV"^-"), lo que tiene su paralelo en:
al real de los castellanos - amos a dos entraron;
el rey enbio a dos a dos - los cavalleros de mando,
fasta que apartó los novecientos - que a Rodrigo bessassen la mano (...)
De Rodrigo que avía nonbre, - Ruy Díaz le llamaron.
(MR, V. 996-1001)
De esto resulta que el cantar prosificado en CPC dividía la esfera B en cinco
series bélicas, más la de las parias
I. Calahorra, II. los condes traidores, III. los
moros invasores, IV. la toma de Coimbra, V. las parias de los reyes moros y VI.
Femando, par de Emperador. Esta estmctura permite discemir en el *Rodrigo una
clara división en dos secuencias, la primera referida al duelo entre Rodrigo y el
conde de Gormaz, que conduce a los esponsales de Rodrigo y Jimena, y una
segunda en la que el héroe se impone un voto de cinco lides, fijando aprioristicamente la estmctura de esta segunda parte como la sucesión de aquéllas, interpretables como pmeba que el héroe se impone para merecer el matrimonio (cfr.
Deyermond, 1969, 161), estmctura narrativa muy difundida, aunque el que impone las pmebas suele ser un tercero.
El resultado del análisis precedente es que la conformación básica del *Rodrigo hubo de abarcar dos secuencias. A: duelo-promesa de matrimonio, y B: pmebas
díficiles-realización del matrimonio, lo que indica que el andamiaje intemo de esta
obra seguía los patrones más antiguos del relato cuentístico: «cuando una de las
secuencias presenta un combate y otra una tarea difícil, el combate se halla siempre
en la primera secuencia y la tarea difícil en la segunda» (Propp, 1977, 119).
La disposición que señala Propp es exactamente la del tema de mocedades en
sus versiones épicas, lo que se ve reforzado por la correlación vi^VW" ya establecida,
indicadora de los finales respectivos de la primera y de la segunda secuencias. El
438
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
tipo estructural del *Rodrigo, mantenido en MR (donde la correlación entre las
series B.I-B V y las lides es muy clara), era, pues, simplificadamente: {H' J' w' / M
N (x5) W°} , donde H' es el combate, J' la victoria en el mismo, M la prueba difícil
y N su realización. Todo esto corrobora los datos obtenidos sobre la arquitectura
del *Rodrigo mediante el cotejo de CPC y MR: su segunda esfera (B) sólo incluía
cinco pruebas y acababa, o debía hacerlo, con el matrimonio, presentando así una
estructura unitaria que quizá fuese la de MR, cuyo truncamiento impide conocer la
conclusión.
Pero una vez aclarado esto, quedan por explicar las referencias cidianas en las
campañas portuguesas y la mención del matrimonio al principio de lo que, en el
esquema propuesto, sería la quinta batalla. Parece plausible considerar que ambos
elementos estén relacionados y sean interpolaciones cronísticas para racionalizar
un texto quizá no bien comprendido.'® Esta situación queda patente en el caso de
las hazañas «portuguesas» del Cid, que quedan reducidas a leves menciones
insertas en episodios procedentes de PCG: los «buenos fechos & grandes» en la
primera campaña portuguesa {CPC, c. xij, f° Y"a) y las «tres lydes muy grandes que
venció» durante el cerco de Montemayor (c. xvij, VP a).
No parece lógico que, apartándose la crónica, como lo hace, de sus otras
fuentes, para incluir el texto del ^Rodrigo, resumiese en estos casos, especialmente
en el segundo, esas victorias del Cid en tan breves líneas, ni que tampoco hayan
dejado esas tres lides en torno a Montemayor la menor huella en MR. Es, en
cambio, razonable pensar que la falta de referencia a las actividades cidianas en
estas campañas, y que, sin embargo, la investidura del Cid tuviese lugar en
Coimbra, haya hecho aparecer estas interpolaciones para armonizar las discrepancias entre las fuentes y racionalizar el relato, proceso que Catalán (1969) ya señaló
para algunas de las supuestas refundiciones del PMC prosificado en PCG. En esta
ocasión parece haber habido, además una mala interpretación del texto, pues esas
tres lides descompensan toda la estructura poemática, probablemente por haberse
establecido una diferencia entre batallas singulares o, al menos, en campo abierto
(=lides), y la toma de ciudades, pues si no, los «buenos fechos» y «las tres lydes»
citadas, junto a los otros episodios bélicos, sumarían ocho batallas para la segunda
secuencia. De este modo, parece que el prosificador, dotando al voto de las cinco
lides de un sentido más estricto que el original y no asimilando la relación
episodios / pruebas matrimoniales, añadió la mención de los combates que le
parecían faltar para cumplir los cinco prometidos, y antepuso el matrimonio a la
primitiva quinta lid, mediante una nueva interpolación, aspecto que se comprueba
por dos caminos: en primer lugar, si el matrimonio del Cid se hubiese consumado
antes de la serie B.VI (Fernando, par de Emperador) de CPC, hubiera supuesto la
conclusión efectiva de un apartado de la narración y no se habría guardado a
referirlo en el comienzo del siguiente, sobre todo cuando las bodas eran descritas
439
A. MONTANER FRUTOS
con evidente recreación en la épica castellana (cfr. PMC, v. 2205-77, o el inicio del
*Cantar de los Siete Infantes de Lara), y cuando el matrimonio era un factor
conclusivo tan evidente (vid. Propp, 1977, 72-3); en segundo lugar, MR debería
presentar la misma estructura, pero allí no hay la menor alusión a las bodas en la
serie B.V. De todo ello se ha de deducir que el *Rodrigo se basaba en la estmctura
típica {H' J' w' / M N (x5) W°} , lo mismo que MR, pero que en CPC se ha
variado esta disposición, desplazando la última secuencia {M N} a una tercera
esfera centrada en el tema de la paridad imperial de d. Fernando.
Para comprender este último proceso hay que tener en cuenta la probabilidad
de que los cronistas no hayan adelantado la ubicación del matimonio, sino que lo
hayan supuesto, pues si bien la estructura-tipo correspondiente y las indicaciones
internas hacen suponer que el texto concluía con el matrimonio, sería extraño que
las crónicas no recogiesen en su lugar un episodio presumiblemente destacado, y
aquí tan levemente resumido. Todo parece indicar que las hazañas en sí fueron
cobrando importancia a lo largo del relato, hasta desvincularse del voto inicial, que
de hecho no vuelve a ser operativo ni en CPC ni en MR, lo que permitía concluir
con un episodio cuya importancia propagandística podía eclipsar fácilmente el
debilitado motivo inicial, que vino a traducirse tan sólo en la estmctura de
ensartado activo
que liga narrativamente los diversos episodios, carentes de
fuertes nexos arguméntales, aunque vinculados connotativamente por una visión
social uniforme en tomo a la consideración armónica de las relaciones entre la
nobleza y la monarquía, bajo la égida de ésta.
Es desde esta perspectiva como puede justificarse la relevancia, no sólo
narrativa, de ese último bloque argumental que llega a desplazar al final matrimonial previsto, pues constituye la culminación de todos los elementos ideológicos
previos en torno a un principio clave en la teoría política del s. XIII, el de la
plenitudo potestatis regia (vid. García de Cortázar, 1973, 307-9 y García-Pelayo,
1968, 122-3), que es la que conlleva la cuestión, no meramente literaria, de la
paridad imperial, según una concepción cristalizada en una máxima ampliamente
difundida en la época y que da razón, precisamente, del epíteto aplicado a
Fernando I: rex est imperator in regno suo (García de Cortázar, 1973, 307;
García-Pelayo, 1968, 122). Pero la influencia de esta corriente jurídico-política en
el *Rodrigo llega más allá de eso, pues toda la peripecia final se basa en el
movimiento de insumisión al Sacro Imperio que el concepto de plenitudo potestatis
supuso, muy especialmente en los reinos hipánicos (García-Pelayo, 1968, 119). En
este sentido, se ha de destacar que la razón aducida en el *Rodrigo>CPC para la
exención de Castilla del poder imperial, «ca españa era conquerida por los que en
ella morauan. E por mucha sangre que fuera vertida de sus antecesores» (f" IX'è)
sea la misma que había alegado el jurista Vincentius Hispanicus (m. 1248) sed soli
Yspani virtute sua obtinuerunt imperio (ap. García-Pelayo, 1968, 119, n. 54), en
440
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
una polémica que llegó incluso a reflejarse en un comentario especial del Derecho
Canònico, la glossa in nerbo «per singulas», C. Adrianus, II, 63 dis., donde una vez
más se recurrió a idénticos argumentos: Obstat quòd Reges Hispaniae cùm non
subessent Imperio, regnum ab hostium faucibus euruerunO^
La apoteosis imperial de Fernando I y a su paladín Rodrigo cobra así su
auténtica dimensión: es el elemento último en la defensa del modelo nacional
diseñado a lo largo de toda la obra, construido sobre una visión hegemónica de
Castilla, la cual reflejaría, en su estructura interna, la armonía social bajo la
suprema salvaguardia del monarca. En este sentido el ^Rodrigo sería el último
poema épico documentado de la plenitud de la Edad Media antes de la crisis de los
ss. XIV-XV, que supondrá la crítica de los modelos teóricos y pragmáticos acuñados en el s. XIII, tanto en el plano filosófico, con las críticas de Duns Scoto y
Ockham a la estructuración tomista*del universo, como en el político, con la crisis
de las instituciones monárquicas feudales, que desembocará en el sistema absolutista de los ss. XVI-XVIII, proceso que el propio contraste del *Rodrigo>CPC y
MR tan abiertamente refleja.
Puede, pues, concluirse de todo el análisis previo que el *Rodrigo, aunque
quizá basado parcialmente en un material legendario, anterior, era un texto concebido uniformemente y organizado sobre una estructrua bipartita, cuya primera
secuencia acababa con los esponsales de Rodrigo y Jimena, y con el voto de las
cinco lides realizado por aquél, mientras que la segunda abarcaba el relato de las
cinco batallas del Cid, para concluir con la más importante, la exención de Castilla
del poder imperial, episodio cuya importancia ideológica desde la perspectiva de la
teoría política del s. XIII provocó probablemente que el voto inicial perdiese su
labor estructurante, relegando a un segundo plano la cuestión matrimonial, hecho
éste que permite considerar algunas evidentes intepolaciones cronísticas como un
intento de racionalizar un texto donde los vínculos ideológicos entre las distintas
escenas eran más consistentes que los propiamente narrativos.
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442
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
Notas
1. Aunque el presente estudio se ha realizdo tornando como referencia el texto de CPC, es preciso tener en
cuenta que esta crónica no forma un grupo particular, sino que pertenece a la famñia más común de los mss. de la
Crónica de Castilla, la representada por el ms. G = Esc. X-i-11 (vid. Pattison, 1983, 9, 83 y 156-7). Por otra parte,
debe recordarse también que la Crónica de 1344 presenta una redacción prácticamente igual de los episodios de las
mocedades, tomada de la versión portuguesa de la otra crónica citada (Pattison, 1983, 86).
2. Sobre esto y los problemas de la filiación de cantares y crónicas en el campo de la gesta de las mocedades, vid.
Armistead (1978, esp. 320) y Pattison (1983, 82ss).
3. Esta numeración ordinal se refiere exclusivamente a las versiones atestiguadas, sin peijuicio de que se
admitan o rechacen textos intermedios no constatados. Utilizo gesta como denominación general de la materia cidiana
del ciclo de mocedades cuya actualización haya sido la de la épica medieval.
4. C. Alvar (1981,23) expone una visión parecida, aunque el momento inicial del suceso histórico, a que alude, si
bien es frecuente, no parece indispensable, sobre todo porque hay épicas cuya única conexión con la historia real son
los nombres de unos personajes evidentemente mitificados, como parece ser el caso precisamente, del ciclo de
mocedades. Respecto de las leyendas, no necesariamente cantares, previas al PMC, vid. et. Smith (1985, 71ss).
5. Cfr. Menéndez Pidal (1969, I, 146). Sobre el sentido de tal acto, recuérdese que diversos textos del s. XIII lo
interprentan por «fízolo cavallero» (Armistead, 1974 25,n.I)
6. El episodio legendario con la visión jacobea del obispo Esteban es referido en el Liber Sancti lacobi (lib. II, c.
XIX), en el Codex Calistinus ( P 190) y en la Historia Silense, donde el protagonista no es el obispo, sino un peregrinus
greculus. Vid. los textos en Vázquez de Parga (1959, n° XII, 91-5).
7. PCG, c.942, p. 619è, donde se refiere el reto del Cid a los infantes de Carrión ante el rey Alfonso, episodio
narrado en los v. 3250-69 del PMC, en un relato bastante diferente. Otra alusión al mismo suceso puede hallarse en
PCG, c. 936, p. 6126, donde Alvar Fáñez recuerda a d. Alfonso que «uuestro padre (...) le fizo cauallero en la hueste de
Coynbra», escena que corresponde a la embajada de Muño Gústioz en el PMC, v. 2901 ss.
8. Las relaciones entre el PMC y las crónicas suscitan numerosos problemas (cfr. Pattison, 1983, 115-42) en los
que no es del caso entrar. Sin embargo, puede apuntarse que, aunque la versión «vulgar» (mss. F y O) recoge tales
menciones, CVR, tan cercana en muchos lugares al PMC, no los incluye, y cabe la posibilidad de que tales referencias
procedan también del *Cantar de Sancho II y sean el fruto de la reelaboración cronística. A este respecto, considero
con Pattison (1983, 91 et pass) y Smith (1985, 12 y 94) que las variantes de los relatos historiográficos pueden no
derivar de «refundiciones» de sus fuentes épicas o legendarias sino deberse a la propia labor de los compiladores.
9. Ms. J, f° 48''è; otros mss. leen «los cantares» (Armistead, 1974, 32; Pattison, 1983, 82).
10. Para Armistead (1974, 29 y 31), CVR es anterior a 1284 y CPC de ca. 1300, mientras que para C. Alvar
(1981, 45, 58, 66), ambas son de principios del s. XIV (vid. et. Smith, 1985, 95-6), pero antecediendo levemente CPC a
CVR.
11. Armistead (1974, 31-2) intenta reconstruir una secuencia coherente a partir de los datos de PCG y CVR, pero
no parece lícito adscribir a una fuente unitaria menciones aisladas insertas en tres contextos diferentes (el cerco de
Zamora, el destierro de Cid y la muerte de d. Femando) y que presentan evidentes contradicciones entre sí. Otro dato
que permite separar las alusiones de PCG de las de una
Gesta es la diferente versión de la adopción del
sobrenombre de Cid para Rodrigo, que en PCG (c. 849, p. 522b) sucede tras la derrota de Almudafar de Granada y
Garcí Ordóñez, mientras que en CPC (c. xjx, P VIIF6) se lo otorgan los moros vasallos del Cid cuando le traen las parias.
12. En cambio, se sabe que a fines del s. XIII una poderosa familia palentina, la de los Martínez de Olivera <vid.
Deyermond, 1969, 111), pretendía descender de d. Diego, el hijo del Cid, lo que, como señala Smith (1985, 71) podría
explicar el surgimiento de las diversas leyendas que relacionan a Rodrigo con Falencia.
13. Entiendo por esfera un conjunto de acciones con una función narrativa determinada, solidarias entre sí y
centradas en unos personajes que las desarrollan y que poseen una autonomía dentro del relato (cfr. Propp, 1977, 19).
14. Téngase en cuenta que la serie B.IV de MR es una creación original del refundidor que compuso este poema,
como demostró Deyermond (1969, 131-5), pues responde a la problemática del señorío palentino en el s. XIV.
15. Aunque el cotejo de CPC y MR no señale esta serie como perteneciente al *Rodrigo, tanto su tema como la
estructura global del cantar, en que está en correlación con la infeudación de los reyes moros previa al voto, permiten
adscribir dicho episodio al poema original (cfr. et. Pattison, 1983, 83).
16. Viene a corroborar esto la discrepancia de las crónicas al ubicar el suceso: así en el segundo grupo de mss. de
la Crónica de Castilla (J, N y V), el matrimonio se sitúa tras el combate con los condes traidores, desplazado, a su vez,
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A. MONTANER FRUTOS
a las campañas de reconquista de Fernando I. Vid. Pattison (1983, 86) et ibid. p. 121, 124-5 para la labor de
unificación de fuentes y racionalización del relato por parte de los cronistas.
17. El ensartado activo es la estructura compositiva en la cual se encadenan una serie de episodios individuales y
autónomos, cuyo nexo principal es la presencia de un protagonista común a todos ellos (vid. Lacarra Ducay, 1979,
62ss). En cuanto a esta ruptura de las expectativas generadas por la adopción de un motivo narrativo tradicional,
puede verse también en el Poema de Fernán González, 177-83 (ed. Menéndez Pidal, 1980, 57-8), donde el rapto del
futuro conde por un carbonero no conlleva la subsiguiente anagnórisis, ya que el raptor desvela al héroe su identidad
desde el principio.
18. Decretales, pte. I, distinctio LXIII, cap. XXII, v ° «per singulas», in Corpus luris Canonici, col. 322, not. i. La
glosa refleja todo el proceso de disputatio entre los partidarios del poder imperial y los del poder real. A este respecto,
no es ocioso recordar que entre los principales colectores de la glosa vulgata a la Decretalium Gregorii IX compilatio
(1234), e\ Apparatus de Bernardo de Botono, y junto a los juristas italianos Gothofredus Tranensis y Sinibaldo Fieschi
(el futuro papa Inocencio IV, 1243-1254), estaba el citado jurispérito Vicentius Hispanicus, defensor, c o m o se ha visto,
de la misma tesis expuesta en el *Rodrigo (vid. Rosshirt, 1887).
444
ACTAS DEL I CONGRESO
DE LA ASOCIACIÓN HISPÁNICA
DE LITERATURA MEDIEVAL
Santiago de Compostela, 2 al 6 de ,Diciembre de 1985.
Edición a cargo de
Vicente Beltrán
La *Gesta de las mocedades de Rodrigo
y la Crónica Particular del Cid.
Alberto Montaner Frutos
Al plantearse el estudio del cantar referente a las mocedades del Cid prosificado en la Crónica Particular del Cid (=CPC), y al que denominaré *Rodrigo, se
plantean dos problemas iniciales, previos a un análisis concreto de su estructura y
contenido. El primero de estos problemas es saber si el cantar recogido por CPC es
la versión más antigua documentada o si pudo haber una tradición preexistente ya
consolidada, lo que influiría a la hora de interpretar el *Rodrigo contextualmente.
El segundo consiste en la delimitación de los elementos de CPC que realmente se
enc-ontraban en dich-o cantar, sin l-o cual tod-o estudi-o supondría la interpretación
del relato cronístico, y no la del *Rodrigo prosificado. Sólo una vez obviadas
ambas cuestiones será posible dar una visión, aunque siempre dentro de los
márgenes de error de toda reconstrucción hipotética (por rigurosa que ésta pueda
ser), de lo que fue el *Rodrigo y de lo que pudo significar en su momento. Así pues,
el objetivo de esta comunicación es resolver, dentro de la brevedad que la limitación espacial impone al desarrollo explicativo, las tres cuestiones señaladas: la
existencia o no de Gestas de las mocedades previas al *Rodrigo prosificado, la
estructura prístina de éste y los elementos fundamentales de su construcción
interna y de su comprensión en el seno de la sociedad en que se compuso.
En cuanto al problema de las diversas versiones de la gesta, especialmente en
su relación con las crónicas, como principal vehículo de la constatación de su
existencia, 2 existen diversos datos que permiten dudar de si el poema prosificado
en CPC es la primera o la segunda versió:o. de la gesta. 3 Para Armistead (1974 y
1978), los datos disociados que aluden a episodios del *Rodrigo antes de CPC son
testimonios de una *la Gesta, mientras que el cantar incluido en la crónica citada
431
A. MONTANER FRUTOS
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
?¡a
Gesta. セゥョ@
embargo, el hecho de que tales menciones se presenconst_ituiría la
rusladas Y sm イセヲ・ョ」ュ@
a un contexto más amplio, induce a considerarlas más
b1en como la prehistona de la gesta en las versiones ya globalmente conformadas
que se conocen a través 、セ@ CPC: el cantar conservado de las Mocedades de Rodrigo
C=:MR) Y_el romancero ュ。セ@
a:o.tiguo. En este sentido, considero que esas alusiones
aisladas ilustran el procedimiento de creación del ciclo, según un modo de proceder que algunos autores (com_o dセョL@
1962, basándose en Russell, 1958) ya han
supuesto para el_ Poema de Mw Czd (=PMC), y que Richthofen (1970, 9-24 y 254;
」ッセi、・イ。@
general tanto en la épica como en la historiografía medieva1981, TU_セ@
les: la ut?IzaciOn de un material legendario anterior, más 0 menos extendido y
ィセエ・イッァョL@
al que un autor en un momento dado ha dotado, refundiendo y
anad1endo elementos, de una estructura unitaria. 4
En efect?, los datos referidos a episodios de la gesta antes de CPC parecen no
・セエ。イ@
ウオヲゥセョi・エュ@
el_aborados ni concertados, pues se reducen a unas referenセi。@
cromsticas セ@ la Investidura セQL@
Cid en Coimbra, a otra de Lucas de Tuy y a una
última ー・イエョセ」ゥ@
a la_ tradiciOn palentina. Las alusiones de las crónicas se
centran en la citada Investidura y en la crianza de Rodrigo en la corte de Fernando
I (?en z。セッL@
con da Urraca, bajo la tutela de Arias González). En concreto, la
Przmera Cronzca g・イセ[。ャ@
(=PCG) relata, al narrar el sitio de Coimbra, que Fernanfizo セ。カャ・イッ@
a Roy Díaz el <;id CampeadoD> (e, .807, p.
do I «en ese セッ・、QP@
487a), Y es lo umco que se dice acerca de esta época de la vida del Cid, por lo que
no pa;ece que pueda adscribirse a un poema completo, cuyas otras referencias se
エ・セ、ョ。⦅@
que haber desdeñado, para seleccionar sólo ésta, lo que no resulta verosímil,, temendo en cuenta, además, que esta noticia se refiere a un episodio que
podia ser contrastado con una fuente ampliamente utilizada por PCG la H" t ·
rッ、セイゥ」L@
1:5 (ed. Menéndez Pidal, 1969, II, 922), querelata cómo d. s。ョ」ィセ@
セ@
al cャセ@
セQ@ czngulum rr;ilitie antes de la batalla de Grados. 5 Frente a esta improbable
ウ・ャ」セi_ョL@
イ・ウセエ@
mas 。」・ーエセ「ャ⦅@
que la mención de la investidura, evidente interpolaciOn cromstiCa en el episodiO transmitido por las fuentes históricas 6 proceda
de los otros cantares prosificados en PCG en los que se menciona dicha
de 。ャセョッ@
JI, donde este rey apela así a Rodrigo: «Qid,
cuest10n, como el *Cantar_ de sセョ」ィッ@
vos sabedes como vos cno mi padre en su casa muy onrradamente et fizovos
セ・@ toda su セ。ウ@
en Coymbra quando la gano de moros» (c.
cavallero et ュ。ケッイセ@
830, p. 506a), o_ qmza de la versión de PMC incluída en dicha cróruca, donde el
C_ampeador le dice a Alfonso VJ: «del día que yo oue cauallo et armas -que me lo
セi@
el rey don f・イョ。セッL@
uuestro padre- fasta el dia de OY>>. 7 La contextualización
・ーセ」。⦅@
de. 。ュ「セ@
menciOnes es clara, y la pertenencia de la primera al ámbito
pnmigemo 、セャ@
Cantar de Sancho JI queda patente al constatar su conservación,
。オョアセ・@
。ューィヲゥ」セ@
Y en boca de da Urraca, en el romance viejo Afuera, afuera
Rodrzgo (cfr. Armistead, 1974, 30). Respecto de la segunda, aunque cabe la duda
エセョ@
de que la amplificación cronística no proceda realmente de una versión del PMC 8
parece evidente que su mayor riqueza de detalles no permite juzgarla recogida de
la breve alusión hecha al narrar el cerco de Coimbra, ni, por tanto, de una
hipotética fuente independiente.
Así pues, es lícito suponer que los redactores de PCG, al notar la ausencia de
esta referencia en los relatos históricos sobre la toma de Coimbra, incluyeran la
escueta mención antedicha, que encontraban en los textos épicos que prosificaban
más adelante. De este modo, aunque este razonamiento es conjetural, se establece
una explicación plausible que permite dudar de la existencia de un texto épico
previo a PCG con una organización semejante a CPC o MR.
Un problema distinto, aunque en relación con el anterior, plantean las referencias de la Crónica de Veinte Reyes (=CVR) a sucesos relacionados con la gesta de
las mocedades, pues en ellas, insertadas en el relato legendario correspondiente a la
muerte del rey Fernando, se alude específicamente a unos cantares: «Este fue el
primero rey que don fernando ouiese nonbre e fue llamado por sobrenombre
magno (... ) e avn llamanle en las can<;iones par de enperadOD>. 9 Canciones cuyo
contenido es significativamente rechazado: «Algunos dizen en sus cantares que
avía el rey don Fernando un fijo de ganangia que era cardenal en Roma( ... ) mas
esto non lo fallamos en las estorias de los maestros (... ) e por ende tenemos que non
fue verdat» (ed. Menéndez Pidal, 1980, 242). Como ha señalado Armistead (1974,
31-2), la importancia de estos fragmentos radica en que aluden explícitamente a un
texto épico y en que los episodios mencionados corresponden sin duda a pasajes
conocidos del Rodrigo> CPC y de MR. Ahora bien, dada la proximidad cronológica de CVR y CPC 10, la coincidencia de ambas aboga, no por la existencia de una
*la Gesta, fuente común· de CVR y PCG, sino por la de un mismo texto épico,
rechazado en CVR, pero definitivamente asumido por CPC, rechazo que, si es
cierta la prioridad cronológica de aquélla crónica, podría deberse a su mayor
cercanía a la fecha de composición o de divulgación del *Rodrigo, cuya novedad le
habría dado menos crédito ante sus compiladores que ante los de CPC. En todo
caso, lo que parece evidente es que las menciones de PCG y CVR no pueden
considerarse homogéneas, que las primeras se asocian al ámbito de otros cantares
bien conocidos, y que las segundas han de adscribirse a una fuente común a CVR y
a CPC, el *Rodrigo.U
En cuanto a la segunda de las referencias mencionadas al principio, su conexión con la gesta todavía es más ambigua, pues ni siquiera cita explícitamente al
Cid. Se trata de un pasaje del Chronicon mundi (1236) de Lucas de Tuy, en el que
se notifica que Fernando I poseía un territorio ultrapirenaico que llegaba usque ad
Tolosam. Menéndez Pidal (1969, I, 126 y 235-6; 1980, XLIV y LXIV) considera
que este pasaje alude a una «expedición de Fernando I a Tolosa>>, leyenda que
estaría ya conformada antes de 1236 y que habría pasado al *Rodrigo prosificado
432
433
•· ...
,--
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
A. MONTANER FRUTOS
en CPC. Sin embargo, como ha notado Deyermond (1969, 10-1), el Tudense no
habla de una incursión, sino de un territorio detentado por dicho rey, sin especificar el modo de adquisición. Así pues, esta referencia legendaria ni siquiera permite
atestiguar una leyenda cidiana organizada, cuando menos un cantar completo
sobre el tema de las mocedades. Como mucho, puede considerársela el germen del
episodio de la entrada del rey y Rodrigo en Francia, que en su versión de CPC (c.
xxij, fb IX va) llega hasta «allende Tolosa>>, pero sin que se pueda establecer una
conexión más precisa entre la referencia del Tudense y las versiones conservadas
de la gesta.
Por último, se poseen algunos testimonios que relacionan al Cid con Palencia,
de la que lo hacen ciudadano, donde se habría casado y fundado un lazareto,
tradicionales locales documentadas tardíamente (a partir del s. XVI), pero que en
el caso del lazareto lo están desde 1302 (Deyermond, 1969, 107-11). El matrimonio, o los esponsales, del Cid en dicha ciudad castellana se recogen en el *Rodrigo> CPC, y la fundación del lazareto parece estar relacionada con el episodio del
gafo-San Lázaro referido tanto por CPC(c. vij, fb III r-v) como por MR (v. 566-601).
En cuanto a este episodio, y prescindiendo de cuál pueda ser la relación genética y
cronológica de ambas leyendas, basta señalar que sólo ca. 1300 se documenta una
leyenda que asocia al Cid con los leprosos, al margen del episodio del *Rodrigo, y
que dicha leyenda no parece poder adscribirse a ningún poema épico precedente.tz
Una vez analizados los tres giupos de alusiones cidianas, puede deducirse que
hasta finales del s. XIII no hubo un cantar sobre las mocedades de Rodrigo, al
menos documentado fehacientemente, y que, en cambio, es posible que existiera
una serie de episodios que iban a incorporarse a un relato unitario, el *Rodrigo= *¡a Gesta, recogido a principios del s. XIV por las crónicas, definitivamente
inclinadas en este período a preferir las leyendas épicas a la historiografía latina
(vid. Menéndez Pidal, 1980, LX-LXXIII y Pattison, 1983, 6).
Tras llegar a la conclusión preinserta, se hace. preciso estudiar la disposición
estructural de que se dotó a ese material, en principio bastante hetergéneo, para
conferirle, junto con los elementos originales del autor, una mínima coherencia
argumental. Pero, en primer lugar, hay que mostrar cómo se estructura el relato
según lo presenta CPC, lo que se puede apreciar en el siguiente esquema, donde se
detallan sólo los epígrafes que interesan en función del análisis ulterior:
A. EL DUELO
I.a) Detalles sobre el inicio del reinado de Fernando I (c.i)
b) Introducción genealógica (c. iJ)
II.a) Episodio de Babieca
b) Muerte del conde d. Gómez
e)
III.a)
b)
e)
Victoria sobre los cinco reyes moros
.
..
a rセ、イゥァッ@
por mando (c.zz;)
Jimena se queja al rey'( ーゥ、セ@
Rodrigo acepta el ュ。エョッセ@
(c. コセI@
Rodrigo hace el voto de las cmco lides.
(el c. v no se refiere al Cid)
B. LAS CINCO LIDES
l. LA UD POR CALAHORRA
.
..
a) Se fija el plazo para el duel? (c. vj.) .
b) Romería de Rodrigo a Santiago_? episodiO del gafo (c. VlJ.)
e) Rodrigo vence en el duelo (c. vu;)
11. Los CONDES TRAIDORES (C. jx)
(el c. x no se refiere al Cid)
III. Los MOROS INVASORES (c. Xj)
IV. CAMPAÑA DE PoRTUGAL
.
.
a) Rodrigo se destaca en la 」。ューセ@
de Cea, Govea Y VIseo (c. xz;)
(el c. xiij no se refiere al Czd)
...
de Coimbra (c. xm;)
b) Rodrigo es armado caballero tras la エセュ。@
(los c. xv-xvj no se refieren al Cid)
..
.
e) Conquista de Montemayor y tres セ、・ウ@
de Rodngo (c. xvu)
(el c. xviij no se refiere al Cid)
V. Los REYES MOROS VASALLOS DEL CID LE PAGAN PARIAS (c. xix)
VI. FERNANDO, PAR DE EMPERADOR
a) El Emperador, el rey de Francia y el Papa reclaman el tributo a
Fernando I y le desafían (c. xx;)
.
b) Discusión del problema en la corte (c. xxz;)
.
.
e) Entrada en Francia y victorias de Fernando I y el Cld, que consiguen la
paridad imperial para el rey.
Frente a la estructuración aquí presentada, Armistead (1963) Y d・セイュッョ、@
(1969, 12-3) creen que el *Rodrigo estaba dividido en dos セ\」エ。イ・ウᄏL@
el pnmero de
los cuales incluía el doble proceso que ウオーッョセ@
los ・ーゥウ⦅_、セ@
que conducen al
desposorio en Palencia (c. iv; en el esquema i_セ・ュウイエッL@
・ーセウッ、QP@
A.III.b)_y}os que
concluirían con el matrimonio o su consumacwn: アオセ@
セiウエ・。、@
(1963) ウャエオセL・ョイ@
· la concesión a Rodrigo del nombre de Cid (c. XXJ; episodw,B.V.c) Y la イ・uj_NQᄚセ@
del
en セ。@ siguiente
consejo real de Fernando I (c. xxij; epis .. B.'V!.b), 「。セョ、ッウ・@
referencia: «Mas eneste consejo non fue rmo Cld Ruydiez que havia poco que
casara con doña Ximena Gomez su muger: & era ydo para alla mas estando enesto
segundo cantar relataría la campaña francesa de
allego el» (CPC, c. xxj, fb IXr 。INセei@
435
434
1'
A. MONTANER FRUTOS
Rodrig? Y el rey, Y concluiría con el triunfo del monarca castellano-leonés en sus
pretensiOnes de exención.
Para ェセウエゥヲ」。イ@
・セエ。@
división, además del correlato desposorios/matrimonio,
que cerrana una pnme:a esfera argu:nental,IJ Armistead (1963) al que sigue
D_eyermond (1 ?69), considera que las cmco lides campales que segun el voto del
Cid セcp_@
c. Iv, fb nv f!-) han de preceder a la realización o consumación del
セ。エョュッL@
セッョZ@
1) la lid por Calahorra, 2) los moros invasores y 3-5) las tres
ィ、・セ@
de Rodngo en la エッセ。@
de Montemayor, aunque el propio Armistead reconoce
la dif:cultad de reconstrUir esta parte del *Rodrigo, pues CPC sigue aquí la versión
amplificada de PCG en el relato de las campañas portuguesas (cfr. et. Pattison
QYセSL@
_84-5). Por esta causa, considero que la división en dos «cantares» イ・ウーッョ、セ@
mas セQ・ョ@
セ@ los datos del texto cronístico que a lo que pudo ser la versión prístina
tal Y como resulta de comparar la prosificación de CPC con la
del r⦅ッTセコァL@
refu_ndiciOn de MR, cuya división episódica creo que ha sido correctamente
イ・。ャQコセ@
en la edición de Menéndez Pidal (1980, 257-89). Pero antes de extraer
conclusiOnes セ@ respecto, es necesario presentar la estructura de MR, en la parte
referente al Cid:
A. EL DUELO
La) Introducción genealógica (v. 204-92)
b) Detalles del inicio del reinado de Fernando I
II. Querella del conde de Gormaz y Diego Laínez. Rodrigo mata al conde
en duelo (v. 293-328)
III.a) Quejas de Jimena (v. 329-448)
b) R_odrigo セ」オ、・@
a la corte, donde hace voto de no besar la mano al rey ni
umrse a Jtmena antes de realizar las cinco lides.
B. LAS CINCO LIDES
l. LID CON BURGOS DE AYLLÓN (v. 449-517)
Il. LID POR CALAHORRA (v. 518-637)
a) Se establece el duelo
b) Romería de Rodrigo y episodio del gafo-S. Lázaro
e) Rodrigo vence en el duelo
Ill. LA CONJURA DE LOS CONDES Y LOS CINCO REYES MOROS (v. 638-731)
IV. REPOSICIÓN DEL OBISPO DE PALENCIA (v. 732-45)
V. FERNANDO PAR DE EMPERADOR (v. 764-1164)
a) El Emperador, apoyado por el Papa, pide tributo a d. Fernando
b) El rey pide consejo a los nobles. Elogio de ambos
e) Entrada del rey en Francia y victorias del Cid.
(el desenlace está truncado)
436
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
Para confirmar la estructura propuesta para el *Rodrigo, me propongo hacer
ver que éste se componía de dos secuencias, y que la segunda de estas se basaba en
cinco episodios bélicos, reconstruibles a partir de CPC y de MR.
Atendiendo en primer lugar al segundo de los objetivos planteados, basta, para
alcanzarlo, comparar la arquitectura interna de los dos textos citados, cuyos
elementos comunes tienen que pertenecer necesariamente al origen del ciclo, es
decir, al *Rodrigo, del que ambos descienden. Al comparar las estructuras de CPC
y MR se constata que, salvo las series B.I y B.IV de MR y las series B.IV y B. V de
CPC, 14 el resto de ambos grupos B se corresponde en líneas generales. Esto
significa, según lo dicho, que estos elementos se encontraban en el cantar perdido,
o lo que es lo mismo, que era en la presencia básica de los mismos sobre la que se
fundaba el voto de las cinco lides, como trámite previo para pasar de la «promesa
de matrimonio» que cierra .la esfera A a la realización del mismo, que sería su
correlato como conclusión de B. A este respecto, hay que indicar, como ya
señalaron Armistead (1963) Deyermond (1969), que la ceremonia inicial son los
esponsales, y que el matrimonio no se efectúa hasta después de cumplido el voto,
visión que corresponde a las exigencias de la legislación medieval (vid. Lacarra,
1980, 50ss). Por otro lado, en el plano estrictamente argumental, la correlación
desposorio/casamiento o matrimonio ritual/matrimonio factual responde a igual
paralelismo de dos funciones típicas del relato tradicional: la promesa de matrimonio y el matrimonio (w 1/W0 en la notación de Propp, 1977, 152), de las cuales la
promesa de matrimonio suele suceder, no al final del cuento, sino al acabar la
primera secuencia del mismo, cuando el curso del desenlace se ve truncado por una
nueva carencia o fechoría, que exige la actuación del héroe, el cual pospone su
matrimonio, suceso más claramente conclusivo, y lo sustituye por un compromiso,
cierre transitorio de la primera secuencia (vid. Propp, 1977-72).
Una vez aclarado este aspecto, se aprecia que, tras prescindir de las series
dispares de CPC y MR, el relato cronístico no presenta las cinco que, según el
número de las lides, se habrían de esperar, sino sólo cuatro: B.I (Calahorra), B.II
(los condes traidores), B.III (los moros invasores) y B.VI (Fernando, par de
Emperador). No obsta que en MR los episodios de los condes traidores y de los
moros en incursión estén ligados, pues en CPC (c. ix y xj) los dos se presentan
como totalmente independientes, de modo que entre ambos se ha podido incluir el
c. x, que no alude al Cid; y si en MR estas dos series forman una sola es porque
hacía falta dejar espacio a la reposición del obispo palentino (serie B.IV). Pero,
¿dónde está el elemento que falta? En MR es, evidentemente, la lid contra Burgos
de Ayllón, que en CPC, bajo la forma de la victoria de los cinco reyes moros,
precede al voto de las cinco lides.
En CPC en cambio, el episodio restante queda enmascarado en la serie B.IV,
la campaña portuguesa, que no estaba en el *Rodrigo, como el cotejo ha demostra437
lj
ji
1
1
A. MONTANER FRUTOS
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
do. Se !rata de la investidura del Cid en Coimbra, episodio que, según se ha visto,
aparecia ya en PCG (c. 807, p. 487a), y de cuya procedencia poética en CPCno se
puede dudar, pues ha conservado dos versos íntegros (c. xiij, f<>_ VIra): _
E fizole cavallero enesta guisa - ciniendole el espada
E diole paz en la boca - mas no le dio pescozada
aウセL@
。オセア・@
セQ@ conjunto de los da_tos de este asedio procede según he indicado,
de la histonografi! 」ッュセウエ・ャ。ョL@
es mnegable que este episodio, o uno semejante,
se hallase en el Rodrzgo, porque el resto de los detalles de la investidura se
・セ」オョエイ。@
エセュ「ゥ←ョ@
en MR, aunque trasladados a la victoria sobre el Saboyano.
Dice la cromca: «E despues que fue Rodrigo cavallero: havo nonbre ruydiez. E
tomo luego el espada: & mandole el rey de su mano armase nueve cavalleros nobles
& asi los armo» (c. xiij, fb Ivr-v), lo que tiene su paralelo en:
al real de los castellanos - amos a dos entraron·
el rey enbio a dos a dos - los cavalleros de ュ。セ、ッL@
fasta que apartó los nove<;ientos - que a Rodrigo bessassen la mano (... )
De Rodrigo que avía nonbre, - Ruy Díaz le llamaron.
(MR,
V.
996-1001)
De esto resulta que el cantar prosificado en CPC dividía la esfera B en cinco
más_Ja de las parias 15 : I. Calahorra, II. los condes traidores, III. los
series セ←ャゥ」。ウL@
moros mvasores, IV. la toma de Coimbra, V. las parias de los reyes moros y VI.
f・イョ。セL@
Mセ。イ、・@
Emperador. Esta estructura permite discernir en el *Rodrigo una
clara divisiOn en dos secuencias, la primera referida al duelo entre Rodrigo y el
conde de Gormaz, アオセ@
」ッョ、セ・@
a los esponsales de Rodrigo y Jimena, y una
segunda en la que el heroe se Impone un voto de cinco lides, fijando apriorísticamente la estructura de esta segunda parte como la sucesión de aquéllas, interpretables como prueba que el héroe se impone para merecer el matrimonio (cfr.
Deyermond, 1969, 161), estructura narrativa muy difundida, aunque el que impone las pruebas suele ser un tercero.
El resultado del análisis precedente es que la conformación básica del *Rodriァセ@ hl!bo de セ「。イ@
dos ウ・」オセョゥ。L@
A: duelo-promesa de matrimonio, y B: pruebas
dificiles-realizacwn del matnmomo, lo que indica que el andamiaje interno de esta
los patrones más antiguos del relato cuentístico: «cuando una de las
obra ウ・セオ■。@
secuenci_as presenta un combate y otra una tarea díficil, el combate se halla siempre
en la ーョj_・イ。⦅ウセオ」ゥ@
y la tarea difícil en la segunda» (Propp, 1977, 119).
La disposiciOn que señala Propp es exactamente la del tema de mocedades en
セオウ@
_versiones épicas, lo que se ve reforzado por la correlación wlfWo ya establecida,
Indicadora de los finales respectivos de la primera y de la segunda secuencias. El
438
tipo estructural del *Rodrigo, mantenido en MR (donde la correlación entre las
series BJ-B V y las lides es muy clara), era, pues, simplificadamente: {H 1 J 1 w 1 1 M
N (x5) wo} , donde HI es el combate, J 1 la victoria en el mismo, M la prueba difícil
y N su realización. Todo esto corrobora los datos obtenidos sobre la arquitectura
del *Rodrigo mediante el cotejo de CPC y MR: su segunda esfera (B) sólo incluía
cinco pruebas y acababa, o debía hacerlo, con el matrimonio, presentando así una
estructura unitaria que quizá fuese la de MR, cuyo truncamiento impide conocer la
conclusión.
Pero una vez aclarado esto, quedan por explicar las referencias cidianas en las
campañas portuguesas y la mención del matrimonio al principio de lo que, en el
esquema propuesto, sería la quinta batalla. Parece plausible considerar que ambos
elementos estén relacionados y sean interpolaciones cronísticas para racionalizar
un texto quizá no bien comprendido. 16 Esta situación queda patente en el caso de
las hazañas «portuguesas» del Cid, que quedan reducidas a leves menciones
insertas en episodios procedentes de PCG: los «buenos fechas & grandes» en la
primera campaña portuguesa (CPC, c. xij, fb vva) y las «tres lydes muy grandes que
vencio» durante el cerco de Montemayor (c. xvij, fb VJVa).
No parece lógico que, apartándose la crónica, como lo hace, de sus otras
fuentes, para incluir el texto del *Rodrigo, resumiese en estos casos, especialmente
en el segundo, esas victorias del Cid en tan breves líneas, ni que tampoco hayan
dejado esas tres lides en torno a Montemayor la menor huella en MR. Es, en
cambio, razonable pensar que la falta de referencia a las actividades cidianas en
estas campañas, y que, sin embargo, la investidura del Cid tuviese lugar en
Coimbra, haya hecho aparecer estas interpolaciones para armonizar las discrepancias entre las fuentes y racionalizar el relato, proceso que Catalán ( 1969) ya señaló
para algunas de las supuestas refundiciones del PMC prosificado en PCG. En esta
ocasión parece haber habido, además una mala interpretación del texto, pues esas
tres lides descompensan toda la estructura poemática, probablemente por haberse
establecido una diferencia entre batallas singulares o, al menos, en campo abierto
(=lides), y la toma de ciudades, pues si no, los «buenos fechas» y «las tres lydes»
citadas, junto a los otros episodios bélicos, sumarían ocho batallas para la segunda
secuencia. De este modo, parece que el prosificador, dotando al voto de las cinco
lides de un sentido más estricto que el original y no asimilando la relación
episodios 1 pruebas matrimoniales, añadió la mención de los combates que le
parecían faltar para cumplir los cinco prometidos, y antepuso el matrimonio a la
primitiva quinta lid, mediante una nueva interpolación, aspecto que se comprueba
por dos caminos: en primer lugar, si el matrimonio del Cid se hubiese consumado
antes de la serie B.VI (Fernando, par de Emperador) de CPC, hubiera supuesto la
conclusión efectiva de un apartado de la narración y no se habría guarda.do a
referirlo en el comienzo del siguiente, sobre todo cuando las bodas eran descritas
439
i
A. MONTANER FRUTOS
GESTA DE LAS MOCEDACEDADES DE RODRIGO
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1
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con evidente recreación en la épica castellana (cfr. PMC, v. 2205-77, o el inicio del
*Cantar de los Siete Infantes de Lara), y cuando el matrimonio era un factor
conclusivo tan evidente (vid. Propp, 1977, 72-3); en segundo lugar, MR debería
presentar la misma estructura, pero allí no hay la menor alusión a las bodas en la
serie B.V. De todo ello se ha de deducir que el *Rodrigo se basaba en la estructura
típica {H 1 J 1 w 1 1 M N (x5) wa }, lo mismo que MR, pero que en CPC se ha
variado esta disposición, desplazando la última secuencia {M N} a una tercera
esfera centrada en el tema de la paridad imperial de d. Fernando.
Para comprender este último proceso hay que tener en cuenta la probabilidad
de que los cronistas no hayan adelantado la ubicación del matimonio, sino que lo
hayan supuesto, pues si bien la estructura-tipo correspondiente y las indicaciones
internas hacen suponer que el texto concluía con el matrimonio, sería extraño que
las crónicas no recogiesen en su lugar un episodio presumiblemente destacado, y
aquí tan levemente resumido. Todo parece indicar que las hazañas en sí fueron
eobrando impoáancia a lo largo del relato, hasta desvincularse del voto inicial, que
de hecho no vuelve a ser operativo ni en CPC ni en MR, lo que permitía concluir
con un episodio cuya importancia propagandística podía eclipsar fácilmente el
debilitado motivo inicial, que vino a traducirse tan sólo en la estructura de
ensartado activo 17 que liga narrativamente los diversos episodios, carentes de
fuertes nexos argumentales, aunque vinculados connotativamente por una visión
social uniforme en torno a la consideración armónica de las relaciones entre la
nobleza y la monarquía, bajo la égida de ésta.
Es desde esta perspectiva como puede justificarse la relevancia, no sólo
narrativa, de ese último bloque argumental que llega a desplazar al final matrimonial previsto, pues constituye la culminación de todos los elementos ideológicos
previos en torno a un principio clave en la teoría política del s. XIII, el de la
plenitudo potestatis regia (vid. García de Cortázar, 1973, 307-9 y García-Pelayo,
1968, 122-3), que es la que conlleva la cuestión, no meramente literaria, de la
paridad imperial, según una concepción cristalizada en una máxima ampliamente
difundida en la época y que da razón, precisamente, del epíteto aplicado a
Fernando I: rex est imperator in regno suo (García de Cortázar, 1973, 307;
García-Pelayo, 1968, 122). Pero la influencia de esta corriente jurídico-política en
el *Rodrigo llega más allá de eso, pues toda la peripecia final se basa en el
movimiento de insumisión al Sacro Imperio que el concepto de plenitudo potestatis
supuso, muy especialmente en los reinos hipánicos (García-Pelayo, 1968, 119). En
este sentido, se ha de destacar que la razón aducida en el *Rodrigo>CPC para la
exención de Castilla del poder imperial, «ca españa era conquerida por los que en
ella morauan. E por mucha sangre que fuera vertida de sus antecesores» (fb IXrb)
sea la misma que había alegado el jurista Vincentius Hispanicus (m. 1248) sed soli
Yspani virtute sua obtinuerunt imperio (ap. García-Pelayo, 1968, 119, n. 54), en
440
una polémica que llegó incluso a reflejarse en un comentario especial del Derecho
Canónico, la glossa in uerbo «per singulas», C. Adrianus, JI, 63 dis., donde una vez
más se recurrió a idénticos argumentos: Obstat qubd Reges Hispaniae cum non
subessent Imperio, regnum ab hostium faucibus euruerunt. 18
La apoteosis imperial de Fernando I y a su paladín Rodrigo cobra así su
auténtica dimensión: es el elemento último en la defensa del modelo nacional
diseñado a lo largo de toda la obra, construido sobre una visión hegemónica de
Castilla, la cual reflejaría, en su estructura interna, la armonía social bajo la
suprema salvaguardia del monarca. En este sentido el *Rodrigo sería el último
poema épico documentado de la plenitud de la Edad Media antes de la crisis de los
ss. XIV-XV, que supondrá la crítica de los modelos teóricos y pragmáticos acuñados en el s. XIII ' tanto en el plano fl.losófico, con las críticas de Duns Scoto..y
Ockham a la estructuración tomista "del universo, como en el político, con la cns1s
de las instituciones monárquicas feudales, que desembocará en elsisteill.á. absolu.:..
tista de los ss. XVI-XVIII, proceso que el propio contraste del *Rodrigo> CPC Y
MR tan abiertamente refleja.
Puede, pues, concluirse de todo el análisis previo que el *Rodrigo, aunque
quizá basado parcialmente en un material legendario, anterior, era un texto concebido uniformemente y organizado sobre una estructrua bipartita, cuya primera
secuencia acababa con los esponsales de Rodrigo y Jimena; y con el voto. de las
cinco lides realizado por aquél, mientras quela segunda abarcaba el relato de las
cinco batallas del Cid, para concluir con la más importante, la exención de. Castilla
del poder imperial, episodio cuya importancia ideológica desde la perspectiva de la
teoría política del s. XIII provocó probablemente que el voto inicial perdiese su
labor estructurante, relegando a un segundo plano la cuestión matrimonial, hecho
éste que permite considerar algunas evidentes intepolaciones cronísticas como un
intento de racionalizar un texto donde los vínculos ideológicos entre las distintas
escenas eran más consistentes que los propiamente narrativos.
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Notas
l. Aunque el presente estudio se ha realizdo tomando como referencia el texto de CPC, es preciso tener en
cuenta que esta cróruca no forma un grupo particular, sino que pertenece a la familia más común de los mss. de la
Crónica de Castilla, la representada por el ms. G = Ese. X-i-ll (vid. Pattison, 1983, 9, 83 y 156-7). Por otra parte,
debe recordarse también que la Crónica de 1344 presenta una redacción prácticamente igual de los episodios de las
mocedades, tomada de la versión portuguesa de la otra crónica citada (Pattison, 1983, 86).
2. Sobre esto y los problemas de la filiación de cantares y crónicas en el campo de la gesta de las mocedades, vid.
Armistead (1978, esp. 320) y Pattison (1983, 82ss).
3. Esta numeración ordinal se refiere exclusivamente a las versiones atestiguadas, sin perjuicio de que se
admitan o rechacen textos intermedios no constatados. Utilizo gesta como denominación general de la materia cidiana
del ciclo de mocedades cuya actualización haya sido la de la épica medieval.
4_ C. .Alv.ar ( 1981.,23) expone una visión parecida, aunque el momento inicial del suceso histórico, a que alude, si
bien es frecuente, no parece indispensable, sobre todo porque hay épicas cuya única conexión con la historia real son
los nombres de unos personajes evidentemente mitificados, como parece ser el caso precisamente, del ciclo de
mocedades. Respecto de las leyendas, no necesariamente cantares, previas al PMC, vid. et. Smith (1985, 7lss).
5. Cfr. Menéndez Pidal (1969, I, 146). Sobre el sentido de tal acto, recuérdese que diversos textos del s. XIII lo
interprentan por «fízolo cavallero» (Armistead, 1974 25,n.1)
6. El episodio legendario con la visión jacobea del obispo Esteban es referido en el Liber Sancti Iacobi (lib. II, c.
XIX), en el Codex Calistinus (fO 190) y en la Historia Silense, donde el protagonista no es el obispo, sino un peregrinus
greculus. Vid. los textos en Vázquez de Parga (1959, n° XII, 91-5).
7. PCG, c.942, p. 619b, donde se refiere el reto del Cid a los infantes de Carrión ante el rey Alfonso, episodio
narrado en los v. 3250-69 del PMC, en un relato bastante diferente. Otra alusión al mismo suceso puede hallarse en
PCG, c. 936, p. 612b, donde Alvar Fáñez recuerda a d. Alfonso que <<Uuestro padre(... ) le f12o cauallero en la hueste de
Coynbra», escena que corresponde a la embajada de Muño Gústioz en el PMC, v. 2901 ss.
8. Las relaciones entre el PMC y las crónicas suscitan numerosos problemas (cfr. Pattison, 1983, ll5-42) en los
que no es del caso entrar. Sin embargo, puede apuntarse que, aunque la versión <<VU!gaD> (mss. F y 0) recoge tales
menciones, CVR, tan cercana en muchos lugares al PMC, no los incluye, y cabe la posibilidad de que tales referencias
procedan también del *Cantar de Sancho JI y sean el fruto de la reelaboración cronística. A este respecto, considero
con Pattison (1983, 91 et pass) y Smith (1985, 12 y 94) que las variantes de los relatos historiográficos pueden no
derivar de «refundiciones» de sus fuentes épicas o legendarias sino deberse a la propia labor de los compiladores.
9. Ms. J, fO 48rb; otros mss. leen <dos cantares» (Armistead, 1974, 32; Pattison, 1983, 82).
10. Para Armistead (1974, 29 y 31), CVR es anterior a 1284 y CPC de ca. 1300, mientras que para C. Alvar
(1981, 45, 58, 66), ambas son de principios del s. XIV (vid. et. Smith, 1985, 95-6), pero antecediendo levemente CPC a
CVR.
11. Armistead (1974, 31-2) intenta reconstruir una secuencia coherente a partir de los datos de PCGy CVR, pero
no parece lícito adscribir a una fuente unítaria menciones aisladas insertas en tres contextos diferentes (el cerco de
Zamora, el destierro de Cid y la muerte de d. Fernando) y que presentan evidentes contradicciones entre sí. Otro dato
que pennite separar las alusiones de PCG de las de una *la Gesta es la diferente versión de la adopción del
sobrenombre de Cid para Rodrigo, que en PCG (c. 849, p. 522b) sucede tras la derrota de Alrnudafar de Granada y
Garcí Ordóñez, mientras que en CPC (c. xjx, fO VIIFb) se lo otorgan los moros vasallos del Cid cuando le traen las parias.
1.2. En ·camb-io, se sabe -que a fines del s. xm una poderooa familia palentin¡¡, la ·de los Martínez -de Olivera {vid.
Deyermond, 1969, 111), pretendía descender de d. Diego, el hijo del Cid, lo que, como señala Smith (1985, 71) podria
explicar el surgimiento de las diversas leyendas que relacionan a Rodrigo con Palencia.
13. Entiendo por esfera un conjunto de acciones con una función narrativa determinada, solidarias entre sí y
centradas en unos personajes que las desarrollan y que poseen una autonomía dentro del relato (cfr. Propp, 1977, 19).
14. Téngase en cuenta que la serie B.IV de MR es una creación original del refundidor que compuso este poema,
como demostró Deyermond (1969, 131-5), pues responde a la problemática del señorio palentino en el s. XIV.
15. Aunque el cotejo de CPC y MR no señale esta serie como perteneciente al *Rodrigo, tanto su tema como la
estructura global del cantar, en que está en correlación con la infeudación de los reyes moros previa al voto, permiten
adscribir dicho episodio al poema original (cfr. et. Pattison, 1983, 83).
16. Viene a corroborar esto la discrepancia de las crónicas al ubicar el suceso: así en el segundo grupo de mss. de
la Crónica de Castilla (J, N y V), el matrimonío se sitúa tras el combate con los condes traidores, desplazado, a su vez,
442
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A. MONTANER FRUTOS
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a las campañas de reconquista de Fernando l. Vid. Pattison (1983, 86) et ibid. p. 121, 124-5 para la labor de
unificación de fuentes y racionalización del relato por parte de los cronistas.
17. El ensartado activo es la estructura compositiva en la cual se encadenan una serie de episodios individuales y
autónomos, cuyo nexo principal es la presencia de un protagonista común a to_dos _ellos (vid. Lacarra Ducay, 1979,
62ss). En cuanto a esta ruptura de las expectativas generadas por la adopción de un motivo narrativo tradicional,
puede verse también en el Poema de Fernán González, 177-83 (ed. Menéndez Pidal, 1980, 57-8), donde el rapto del
futuro conde por un carbonero no conlleva la subsiguiente anagnórisis, ya que el raptor desvela al héroe su identidad
desde el principio.
18. Decretales, pte. I, distinctio LXITI, cap. XXII, v" <<per singnlas», in Corpus Iuris Canonici, col. 322, not. i. La
glosa refleja todo el proceso de disputatio entre los partidarios del poder imperial y los del poder real. A este respecto,
no es ocioso recordar que entre los principales colectores de la glosa vulgata a la Decretalium Gregorii IX compilatio
(1234), el Apparatus de Bernardo de Botono, y junto a los jUristas italianos Gothofredus Tranensis y Sinibaldo Fieschi
(el futuro papa Inocencia IV, 1243-1254), estaba el citado jurispérito Vicentius Hispanicus, defensor, como se ha visto,
de la misma tesis expuesta en el *Rodrigo (vid. Rosshirt, 1887).
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