El proyecto historiográfico del Archetypum Naiarense
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Revue interdisciplinaire d’études hispaniques m édiévales
7 | juin 20 0 9 :
Chronica naiarensis
La « Chronica naiarensis »
El proyecto historiográfico del
Archetypum Naiarense
ALBERTO MONTANER FRUTOS
R és u m é s
La tran sm ission con join te de la Chron ica N aiaren sis, de l’H istoria W am bae de sain t J u lien de
Tolède, de l’H istoria R oderici et de l’Ordo regum N aiaren sis est attestée par au m oin s cin q
tém oign ages (deu x directs et trois in directs). Le m odèle com m u n de cette com pilation
h istoriograph iqu e rem on te à u n Archety pum N aiaren se com posé à San ta María la Real de
Nájera en tre 1190 et 1194. Le projet h istoriograph iqu e im plicite dan s ce codex en form e de
recu eil a été celu i de présen ter u n e h istoire h ispan iqu e cou vran t l’en sem ble du territoire du
royau m e des Wisigoth s, pu is des royau m es h ispan iqu es ch rétien s, en ch an gean t la perspective
n éogoth iqu e de la tradition h istoriograph iqu e des Astu ries et du royau m e de León , et en la
cen tran t su r la Castille. En ou tre, l’Archety pum N aiaren se m on tre u n e étape in term édiaire
en tre les com pilation s en cyclopédiqu es com m e la Chron ica Albelden se ou le codex de Roda et
la com pilation de ch ron iqu es u n itaires telles qu e celles de Lu cas de Tu y et Rodrigo Xim én ez de
Rada.
La tran sm isión con ju n ta de la Chron ica N aiaren sis, la H istoria W am bae de San J u lián de
Toledo, la H istoria R oderici y el Ordo regum N aiaren sis está atestigu ado al m en os por cin co
testim on ios (dos directos y tres in directos). El m odelo com ú n de esta com pilación
h istoriográfica rem on ta a u n Archety pum N aiaren se com pu esto en San ta María la Real de
Nájera en tre 1190 y 1194. El proyecto h istoriográfico im plícito en este códice repositorio era el
trazar u n a h istoria h ispán ica qu e abarcase todo el territorio del rein o visigodo, prim ero, y de la
cristian dad h ispán ica, despu és, pero n o bajo la perspectiva goticista de la tradición
h istoriográfica astu rleon esa, sin o desde u n a m ás cen trada en Castilla. Adem ás, el Archety pum
N aiaren se establece u n estadio in term edio en tre los códices m iscelán eos com o el Albelden se o
el de Roda y la com pilación de crón icas u n itarias com o la de Lu cas de Tu y o Rodrigo Xim én ez
de Rada.
In d ex
Mots clés : h istoriograph ie h ispan iqu e m édiévale, critiqu e des sou rces, arch etype,
Gén éalogies de Roda
Palabras claves : Crón ica n ajeren se, h istoriografía h ispán ica m edieval, crítica de fu en tes,
arqu etipo, Gen ealogías de Roda
Verba claves : Ch ron ica n aiaren sis, H istoria Roderici
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La transm isión conjunta de cuatro piezas historiográficas de carácter bastante
diverso (por orden cron ológico, la Historia W am bae regis de san J ulián de Toledo;
el Ordo regum Naiarensis, m ás conocido com o redacción najerense de las
Genealogías de Roda 1; la Chronica Naiarensis o Naierensis 2 y la Historia o Gesta
Roderici3 ) está atestiguada por al m enos dos testim onios directos y al m enos tres
indirectos, sin que consten (al m enos hasta el presente) testim onios exentos de las
dos últim as obras consignadas. El hecho de que esta agrupación de m ateriales en
apariencia bastante disím iles se haya m antenido estable durante su transm isión
m anuscrita invita a preguntarse por el origen y posible sentido de la m ism a. ¿Se
trata de un resultado azaroso de la tradición textual o de una agrupación
intencionada? En el segundo caso ¿responde a un criterio historiográfico laxo o a
uno definido? Y de ser así, ¿se concibió esta reunión com o una yuxtaposición de
elem entos o com o una obra nueva? Veam os si hay respuesta a estos interrogantes.
Testimonios directos : los manuscritos
IyS
2
3
Antes de nada, resulta lógico pasar revista a los testim onios aludidos e intentar
situarlos cronológicam ente, lo que nos ofrecerá los antecedentes de hecho (o las
pruebas m ateriales, si se quiere) del caso que nos ocupa. Com o es sabido, los dos
códices que presentan agrupadas las piezas antedichas (en la secuencia Chronica
Naiarensis, Historia W am bae, Historia Roderici y Ordo regum Naiarensis) se
conservan, aunque procedentes de fondos distintos, en la Biblioteca de la Real
Academ ia de la Historia, con las signaturas 9/ 4922 (olim A-189) el m ás antiguo y
9/ 450 (olim G-1) el m ás reciente, conocidos entre los estudiosos de las piezas que
contiene (en especial las dos crónicas del siglo XII) por las siglas I y S
respectivam ente. Existe un tercer códice, tam bién en la BRAH, con la signatura
9/ 3987, denotado por la sigla M , pero es un m ero descriptus de la Historia Roderici
contenida en I, copiado en el siglo XVIII, por lo que carece de utilidad para la
presente indagación. Todos estos testim onios son bien conocidos en sus aspectos
generales 4 , pero aún quedan por aprovechar en la discusión algunos detalles
sum inistrados por la autopsia de los m ism os y que, com o se verá, tienen incidencia
en las cuestiones que aquí interesa tratar.
El códice I está escrito por una sola m ano en letra carolina de transición o
pregótica, que apunta a los inicios del siglo XIII (figuras 1 y 7-9).
Figura 1. Íncipit del manuscrito I, correspondiente al inicio de la Chronica Naiarensis
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Ms. BRAH 9/4922, fol. 1rº
4
Basándose únicam ente en el análisis paleográfico, Ruiz Asencio y Ruiz Albi lo
sitúan en el prim er cuarto del m ism o 5 , si bien la opinión m ejor fundada, dado que
su descripción encaja perfectam ente, es que se trata del m ism o ejem plar que, por
una declaración hecha en 1239 por fray Rodrigo, prior de San Zoilo de Carrión,
sabem os que se había copiado, «extractus a quodam libro de Nagera», para el
cenobio palentino al m enos unos siete años antes, esto es, hacia 1232 o 1233 6 . En
todo caso, se ha de notar que, aunque Ruiz Asencio y Ruiz Albi lo consideran
elaborado en el scriptorium de la colegiata de San Isidoro de León, no se sabe desde
cuándo se hallaba allí, pues las prim eras noticias relativas al m ism o son las que
proporcion ó el Padre Risco a fin ales del siglo XVIII 7 . De hecho, una anotación
m anuscrita de propiedad en letra gótica cursiva añadida en el fol. 98vº (figura 2), en
la que hasta ahora no se había reparado, indica que cosa de un siglo después de su
elaboración era propiedad de un particular, cuyo nom bre aparece raspado 8 :
dom in e deus u irtu tu m con u erte N os
+
Este libro es de [joh an go---- e beren sez]
Rector
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Figura 2. Nota manuscrita de propiedad al final de la parte original del códice I
Ms. BRAH 9/ 4922, fol. 98vº
Figura 3. Detalle de la nota manuscrita de propiedad del códice I
Figura 4. Otro detalle de la nota manuscrita de propiedad del códice I
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Por el tipo de letra, una gótica cursiva de albalaes del siglo XIV, esta indicación es
coetánea de las anotaciones m arginales realizadas a lo largo de todo el texto
precedente y de hecho, podría deberse a la m ism a m ano. En efecto, el trazado de
algunas letras es m uy parecido, com o la b con astil prolongado en curva dextrógira o
la t en form a de c con el ápice superior prolon gado hacia la derecha. Tam bién
com parten am bas m anos la alternancia de d con y sin bucle levógiro y el trazado de
la t m uy parecido a una c con el ápice superior m uy prolon gado hacia la derecha. En
cam bio, el autor de esta nota usa sistem áticam ente la erre larga, que es m enos
frecu ente en dichos m arginalia, si bien esto podría explicarse por el carácter
netam ente notular de las m ism as, frente al m ás elaborado esta anotación final, a la
se ha querido dar un evidente realce, con artificiosas fugas o prolongaciones de las
caudas de algunas letras y efectos de entrelazam iento. No obstante, esto choca con
el h echo de que la l del apostillador carezca casi siem pre del bucle dextrógiro que
presenta en la anotación de propiedad, típico de las form as m ás cursivas. De todos
m odos, en conjunto las sem ejanzas son m ayores que las diferencias (com o puede
advertirse en la figura 5) y éstas se pueden explicar por la distinta índole de unas y
otras interven cion es.
Figura 5. Comparación de la letra de la nota de propiedad del ms. BRAH 9/4922,
fol. 98vº, con la que traza las apostillas marginales a lo largo del mismo.
6
Adem ás, parece coherente con la actitud del m inucioso apostillador del códice que
adem ás se identifique com o propietario del m ism o. En todo caso, esto revela que en
el m om ento de realizarse esta anotación el volum en acababa aquí y por lo tanto es
anterior a la adición del Liber de preconiis ciuitatis Num antiae de J uan Gil de
Zam ora (fol. 99vº -136rº ), que (a juzgar por la textura rotunda o letra redonda de
libros en que está escrito) data del siglo XV. Lam entablem ente, nada en este
añadido da pistas sobre el m om ento exacto en que se elaboró el códice facticio y si
ello guarda relación con su ingreso en los fondos de San Isidoro. Ahora bien, la
cubierta de cuero gofrado presenta una decoración típicam ente renacentista, sin
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elem entos m udéjares (figura 6), lo que indica un siglo XVI avanzado, posiblem ente
post 1560.
Figura 6. Cubierta del códice I, de cuero gofrado sobre cartón
Ms. BRAH 9/4922
7
8
Lo m ás seguro es que la adición al Exem plar Carrionensis de la obra de Gil de
Zam ora se hiciese en ese m om ento y es razonable conjeturar que esa
reencuadernación y am pliación del códice coincidiese con su entrada en la biblioteca
colegial, aunque tam poco se pueda tener certeza al respecto. En todo caso, queda
claro que en el siglo XIV este códice no era aún propiedad de la biblioteca colegial 9 ,
donde, com o queda dicho, sólo se docum enta a fines del siglo XVIII (sin que se sepa
desde cuándo), para salir de allí en circunstancias desconocidas (aunque
posiblem ente vinculadas a la ocupación napoléonica), tras lo cual y después de
varias vicisitudes, acabó a m ediados del siglo XIX en su actual lugar de depósito 10 .
La parte origin al del códice n o solam en te es obra de una m ism a m an o, sin o que es
claram ente solidaria. En efecto, se com pone de doce cuaternos y un duerno final,
disposición m uy típica cuando se elabora un volum en unitario, pero al final no
queda texto suficiente para llenar un cuadernillo del tam año habitual. La últim a
plana carece de pautado, frente al que aparece en todas las páginas previas, lo que
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indica que no se pensaba seguir escribiendo nada tras la conclusión del Ordo regum
Naiarensis. Por lo dem ás, no solam ente la frontera entre unas piezas y otras es
ajena a la constitución m aterial del códice (en tanto que ningún lím ite coincide con
un cam bio de fascículo), sino que se siguen unas a otras en la m ism a plana, sin
dejar siquiera un espacio en blanco (figuras 7 y 8).
Figura 7. Final de Chronica Naiarensis e inicio de la Historia Wambae en el códice I
Ms. BRAH 9/4922, fol. 64rº
Figura 8. Final de la Historia Wambae e inicio de la Historia Roderici en el códice I
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Ms. BRAH 9/4922, fol. 75rº.
9
El caso extrem o es el de las citadas genealogías, que siguen a la Historia Roderici
con un m ero cam bio de línea, sin ni siquiera una rúbrica que indique el com ienzo de
la relación genealógica (figura 9), frente a lo que sucede en su fuente, el Codex
Rotensis o Códice de Roda, que se custodia en la m ism a biblioteca, donde las
genealogías se encabezan, com o queda dicho en la nota 1, con la indicación «Ordo
num erum regum Pam pilonensium », (m s. BRAH 9/ 4922, fol. 191rº ).
Figura 9. Final de la Historia Roderici e inicio del Ordo regum Naiarensis en el códice I
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Ms. BRAH 9/4922, fol. 96rº
10
La presencia constante de reclam os (de la m ism a m ano que el cuerpo del texto)
en el centro del m argen inferior de la plana final de cada cuadernillo perm ite
corroborar por otra vía el carácter originalm ente unitario del códice. En conjunto la
distribución es la siguiente :
Pieza
Chronica
Naiarensis
Folio final (cuadernillo y
plana)
1rº (I, 1rº)
64rº (VIII, 4rº)
Historia Wambae
64rº (VIII, 4rº)
75rº (X, 3rº)
Historia Roderici
75rº (X, 3rº)
96rº (XII, 4rº)
96rº (XII, 4rº)
98rº (XIII, 2rº)
Ordo regum
Naiarensis
11
Folio inicial (cuadernillo y
plana)
Al igual que en el caso anterior, el códice S es obra de una sola m ano, pero en este
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caso escribe en una m odalidad gráfica m ucho m ás tardía, pues se trata de una
variedad de textura rotunda o letra redonda de libros que, por el tipo de
ornam entación de sus versales, ha de llevarse a las últim as décadas del siglo XV o
prim eras del XVI (figuras 10-14).
Figura 10. Íncipit del manuscrito S, correspondiente al inicio de la Chronica Naiarensis
Ms. BRAH 9/ 450, fol. 1rº
Figura 11. Final de Chronica Naiarensis en el códice S
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Ms. BRAH 9/450, fol. 57rº
Figura 12. Inicio de la Historia Wambae en el códice S.
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Ms. BRAH 9/450, fol. 58rº
Figura 13. Final de la Historia Wambae en el códice S
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Ms. BRAH 9/450, fol. 68rº
Figura 14. Inicio de la Historia Roderici en el códice S
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13
Hasta ahora, se ha tom ado com o term inus post quem del m ism o el 13 de abril de
1495, fecha de la carta de Miguel Ferm o a J unio Pom ponio Leto que hace de
prefacio a la edición preparada por el prim ero de la Epitom a de regno Apuliae et
Siciliae de Felino Maria Sandeo, incluido en los fol. 124rº -152rº del volum en.
Sin em bargo, el códice no es unitario, com o se ha venido creyendo, sino que
agrupa dos bloques diferentes, separados por la divisoria de los actuales
cuadernillos decim otercio y decim ocuarto, lo que dem uestran varios factores. En
prim er lugar, el prim er bloque (fol. 1rº -98vº ) se com pone de doce cuadernos y un
unión, disposición incoherente con la com posición de un volum en único, pero,
com o acabam os de ver, característica del final de un códice exento. Adem ás, la
últim a plana no sólo está en blanco (lo que sucede siem pre en la frontera entre dos
piezas de las incluidas en el m ism o), sino que carece de pautado, señal inequívoca
de que no se pensaba seguir escribiendo allí. Por últim o, todos los cuadernillos
previos presentan el correspondiente reclam o (en el centro del m argen inferior de
su últim a plana), m enos éste, lo que revela sin lugar a dudas que no había nada a
continuación. Finalm ente, se ha de notar que este prim er bloque está inconcluso,
pues carece de capitulares, para las que se han dejado las correspondientes
arracadas (previstas ya en el pautado), m ientras que el segundo está com pleto, con
todas las iniciales insertas en su lugar.
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En realidad, esto sólo afecta a la datación m ínim am ente, pues, aunque
originalm ente se trataba dos códices distintos, am bos han sido copiados por la
m ism a m ano, y dado que el prim er bloque está inconcluso, es probable que sea
posterior al segundo, lo que perm ite m antener el citado term inus post quem y
datarlo ca. 1500 11. Más interés tiene com probar que la agrupación de piezas
adquiere ahora m ayor congruencia, toda vez que incluye las m ism as que el m s. I,
m ás la Chronica latina regum Castellae, redactada m uy probablem ente por el
obispo J uan de Osm a en el segundo cuarto del siglo XIII 12 . Frente a lo que ocurre
en I, aquí cada pieza aparece netam ente separada de las anteriores, dejando en
blanco el fin al de la plana en que acaba la obra, si lo hace en págin a par, y tam bién la
siguiente, si lo hace en página im par (figuras 10-13). En lo que coincide con el otro
códice es en no presentar coincidencias entre cam bio de obra y frontera de
cuadernillo, salvo en el paso del Ordo regum Naiarensis a la Chronica latina regum
Castellae, presentando en conjunto la siguiente distribución :
Pieza
16
Folio inicial (cuadernillo
y plana)
Folio final (cuadernillo
y plana)
Chronica Naiarensis
1rº (I, 1rº)
57rº (VIII, 1rº)
Historia Wambae
58rº (VIII, 2rº)
68rº (IX, 4rº)
Historia Roderici
69rº (IX, 5rº)
87vº (XI, 7vº)
Ordo regum Naiarensis
88rº (XI, 8rº)
88vº (XI, 8vº)
89rº (XII, 1rº)
122rº (XVI, 2rº)
Chronica latina regum
Castellae
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Frente a lo que sucede con el m s. I, cuya procedencia inm ediata de San Isidoro de
León es segura, pero relativam ente tardía, lo que perm ite identificarlo con m ucha
certeza (dado el grado de coincidencia de la descripción) con el Exem plar
Carrionensis de ca. 1232-1233, el m s. S no ofrece de por sí pistas sobre su
procedencia original. Podría arrojar alguna luz el ladillo que, en letra hum anística
redonda m uy asentada, inform a en el m argen del fol. 35vº (correspondiente a
Chronica Naierensis, II, 22) destaca que fue «Caradigna populata Era 923. anno 885
vltim o die Ianuarij», pero no parece haber ninguna relación directa entre este
ejem plar y Cardeña, pues tratando del asunto de la repoblación de dicho m onasterio,
Berganza no cita esta fuente, que sin duda no habría silenciado, pues perm itía
retrasar la fecha transm itida por los Anales Com postelanos y el Brev iario de
Cardeña (es decir, los Anales Cardeñenses allí recogidos), a cuya autoridad se
acoge 13 . Cabría, eso sí, que dicha nota fuese de la m ano de Salazar, puesto que a él se
le encom endó la censura civil de la obra (fechada el 15 de abril de 1719) 14 y que,
m ovido por la curiosidad, hubiese resaltado ese dato en el viejo códice de su
propiedad, pero para confirm ar lo cual sería preciso cotejar esa m uestra con algún
autógrafo suyo, pues el ductus de esta letra no parece de ca. 1700. Tam poco parece
corresponder a dicho erudito otro ladillo en hum anística cursiva (de trazo m ucho
m ás fino y seguram ente m ás m oderno) que en el fol. 95rº (correspondiente a
Chronica latina regum Castellae, 16) señala, en construcción anacolútica, que
«Conquista a Vitoria y Alava por D. Alonso el 8.º » 15 , y que en todo caso tam poco
arroja luz sobre la procedencia directa o indirecta del códice.
Ahora bien, com o ya señaló Cirot 16 , este m anuscrito presenta gran sem ejanza con
otro igualm ente procedente del Fondo Salazar y Castro (m s. BRAH 9/ 451, olim G-2),
que contiene el Chronicon m undi de Lucas de Tuy y la Com pendiosa historia
Hispanica de Rodrigo Sánchez de Arévalo 17 , y que presenta a la altura del
capítulo II, XXXVI de la segunda una nota firm ada por el doctor don Lorenzo
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Galíndez de Carvajal (1472-1525). Dicho jurisconsulto, consejero regio desde 1502,
fue autor, entre otras obras históricas, de una crónica del reinado de Enrique IV
(sobre la que versa su apostilla crítica a la Com pendiosa historia) y de una m ás
general (y al parecer inconclusa) Historia de los rey es de Castilla, hoy conocida sólo
por referencias 18 . Resulta, pues, bastante probable que los tres volúm enes (los dos
reunidos en el m s. I y este segundo) se realizasen por encargo de dicho erudito con
destino a su biblioteca, entre ca. 1500 y 1525 (lo que concuerda con la cronología
que se deriva del exam en paleográfico) y que siguiesen juntos hasta acabar en la de
don Luis de Salazar 19 . Lam en tablem en te, n o hay pistas sobre el posible origen de los
m odelos usados para estas copias (los de la Epitom a de Sandeo y la Historia
Hispanica de Sánchez Arévalo son sendas ediciones incunables) 20 , aunque la
posibilidad de que procediesen de una biblioteca donde se hallaban juntos nuestra
agrupación historiográfica y el Chronicon m undi podría apuntar hacia San Isidoro
de León (com o se verá luego), pero, dado que am bas copias ni siquiera com parten
m anuscrito, no deja de ser una m era conjetura.
En cuanto a las relaciones entre estos dos testim onios, los estudios ecdóticos
realizados independientem ente sobre las dos piezas principales de esta agrupación
historiográfica, la Chronica Naiarensis y la Historia Roderici21, llegaron a la
conclusión de que S no desciende de I, siendo im posible la derivación inversa por
razones cronológicas (aunque, en teoría, tam bién por la existencia de errores
privativos de aquél que no coinciden con los de éste), habiéndose de concluir que
am bos proceden de un m odelo com ún, cuyos errores com parten. Lo m ism o cabe
decir del Ordo regum Naiarensis, com o m anifiestan tanto diversos errores com unes
com o el carácter inconcluso de la genealogía de los condes de Gascuña en am bos
códices 22 . La única reticencia a este planteam iento ha sido la planteada por Ruiz
Asencio y Ruiz Albi al percatarse de que algunas de las lecciones del m s. S coincidían
con las correcciones m arginales o interlineales introducidas en el m s. I por el
apostillador del siglo XIV, lo que les llevó a plantearse si no se trataría aquél de una
m era copia de éste que incorporaba las enm iendas posteriores 23 . Sin em bargo, un
análisis m ás detallado de la cuestión ha llevado a Ruiz Albi a desechar esta hipótesis
y a reafirm ar el stem m a bipartito previam ente establecido 24 .
Los testimonios indirectos
18
De los testim onios indirectos, el m ás tem prano y cuya existencia suscita m enos
dudas es el *Exem plar Pam pilonensis, usado en la corte navarra com o fuente
principal para elaborar el conjunto genealógico-analístico que conform a el conocido
com o Liber regum (figura 15), paradójico título latino de la prim era obra
historiográfica hispánica en rom ance debido al que aparece en el lom o de su
m anuscrito m ás antiguo el Codex Villarensis 25 , un volum en facticio de m ateriales
en letra carolina (de transición, en algunos casos) 26 , donde el texto está
lam entablem ente trunco, si bien puede com pletarse con la versión que se ha
transm itido com o anexo en varios códices del Fuero General de Nav arra 27 .
Figura 15. Inicio del Liber regum en el Codex Villarensis
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Ms. BUZ 225, s/n
Figura 16. Inscripción en el lomo de la cubierta del Codex Villarensis
Ms. BUZ 225, s/n
Figura 17. Intitulación en la hoja de guarda volante inicial del Codex Villarensis
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19
20
Gracias a ésta últim a conocem os el Linage de Rodric Diaz , por el cual sabem os
que el Liber regum se com puso con anterioridad a la m uerte de Sancho VI de
Navarra el 27 de junio de 1194 28 . No obstante, la disposición original del m ism o es
sin duda la que transm ite el Codex Villarensis, es decir : una relación analísticogenealógica desde Adán hasta la época del autor o, en su caso, revisor del texto, que
se inspira directam ente en la Chronica Naiarensis y, en la sección dedicada al Cid
(ausente de esta versión), tam bién en la Historia Roderici. Igualm ente, en la parte
dedicada a los prim eros reyes de Navarra (faltante de la redacción incorporada al
Fuero General de Nav arra) se advierte la clara huella del Ordo regum Naiarensis 29 .
En sum a, puede establecerse que en la corte navarra se utilizó antes de m ediar el
año 1194 un códice que contenía las m ism as piezas que el núcleo com ún a los m ss. I
y S 30 .
El segun do de estos testim on ios por orden cron ológico sería un *Exem plar
Legionensis perteneciente a San Isidoro de León, que habría sido em pleado por
Lucas de Tuy com o pun to de referen cia para la elaboración del Chronicon m undi. La
posibilidad de que el Tudense haya usado la Chronica Naiarensis com o fuente de su
obra la planteó ya Reilly, quien, después de analizar los pasajes m ás parecidos,
determ inó que ciertas innegables sem ejanzas se deberían m ás bien al uso de fuentes
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com unes 31. Desde otra perspectiva, la cuestión ha sido abordada por Bautista, quien
llega a la conclusión de que hay notables indicios de una «relación oblicua» que se
m uestra en la particular relación dialéctica entre am bas obras, aunque se carece de
pruebas incontestables de dependencia 32 . Ciertam ente, no parece haber ninguna
huella textual suficientem ente neta com o para despejar las dudas al respecto (si
bien carecem os de un cotejo porm enorizado entre estas dos obras y sus fuentes
com unes que lo garantice). No obstante, adem ás de los aspectos narrativos e
ideológicos adecuadam ente señalados por Bautista pueden indicarse otros indicios
de tipo estructural que sugieren con fuerza que, por m ucho que don Lucas haya
disim ulado toda traza literal de dicho uso, se inspiró de cerca en un volum en que de
nuevo contenía la crónica en cuestión y las dem ás piezas ya indicadas.
Para em pezar, resulta m uy llam ativo que el Chronicon m undi coincida con la
Chronica Naiarensis (a la que se debe esta innovación dentro de la cronística
com pilatoria hispánica) en hallarse repartida en libros, cuya división revela una
concepción sem ejante, aunque no coincidente, de la periodización de la historia
hispana, en lo que se advierte la diferencia entre el sesgo castellano de la crónica
najerense y el leonés de la del canónigo de San Isidoro. Así, m ientras la prim era
reparte su m ateria en tres grandes secciones, desde la creación del m undo hasta
Rodrigo, el últm o rey godo (lib. I); desde Pelayo a Verm udo III (lib. II), y desde
Sancho III el Mayor hasta Alfonso VI (lib. III), la segunda adopta una división
cuadripartita (en buena parte condicionada por sus fuentes), desde la creación del
m undo hasta el im perio de Heraclio, según la Chronica de San Isidoro (lib. I); el
dom inio de la Península Ibérica por los vándalos, los suevos y los godos, según las
historiae m inores isidorianas (lib. II); desde Sisenando hasta Rodrigo, según la
Chronica Adefonsi III (lib. III); y desde la rebelión de Pelayo hasta la conquista de
Córdoba por Fernando III, según la Historia Silense continuada por otras fuentes
(lib. IV) 33 . Aún m ayor peso que este recurso de organización interna tienen las
coincidencias generales entre am bas obras en el desarrollo de la m ateria, com o ha
señalado Estévez, aun sin indicar la posible relación directa entre ellas :
Algu n os decen ios m ás tarde Lu cas de Tu y sigu ió para su obra u n sistem a
parecido. El obispo sigu ió en su Chron icon m un di u n a orden ación
prácticam en te igu al. Com en zó su obra con la Crón ica de San Isidoro y la
con tin u ó con las otras h istorias m en ores del obispo h ispalen se. Tam poco él las
sigu ió a la letra, e in cru stó en ellas n oticias proceden tes de otras obras. Pero lo
prin cipal es qu e las en con tram os dispu estas com o en el siglo an terior las h abía
dejado n u estro au tor, y, si bien podem os su pon er qu e elim in ó los ín cipit y los
explicit qu e en cabezaban y cerraban las obras isidorian as, n o tu vo n in gú n
em pach o en in clu ir en su obra la su pu esta dedicatoria de San Isidoro a
Sisen an do. Ni se ru borizó an te el m ism o desfase cron ológico qu e su pon ía
en tron car la H istoria Sueuorum con el fin al de la crón ica m ayor de San Isidoro.
Y lo m ism o qu e el com pilador de la CN h u bo de in clu ir aqu el escu eto latércu lo
de reyes godos para salvar el h iato h istoriográfico en tre Su ín tila y Recesvin to,
don Lu cas tu vo qu e recu rrir a u n a su pu esta con tin u ación de la obra isidorian a
realizada por Ildefon so 34 .
22
Estas significativas sem ejanzas (sin paralelo en las dem ás crónicas del período)
no se lim itan a la sección sobre el m undo antiguo, puesto que am bas obras
prosiguen igualm ente con la inclusión de la Chronica Adefonsi III, de n uevo con el
m echado de diversas fuentes. Entre estas añadiduras, resulta especialm ente
reveladora la intercalación de la Diuisio W am bae35 , exactam ente en el m ism o
punto, es decir, tras narrar la rebelión de Paulo (Chronica Naiarensis, I, 197-205;
Chronicon m undi, III, 11-19). Es cierto que, com o ya advirtió Falque, don Lucas
transcribe la Diuisio de m odo m ás am plio, incluyendo un apartado inicial sobre los
vándalos y suevos ausente de la versión najerense (y que rom pe el hilo
cron ológico) 36 , lo que parece debilitar la posible relación entre am bas crónicas. No
obstante, pensar en una m era coincidencia casual resulta, a m i ver, m ucho m enos
plausible que postular que (aquí com o en el conjunto de su obra) el Tudense se ha
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inspirado en la estructura de la Chronica Naiarensis 37 , aunque luego haya buscado
fuentes particulares o testim onios distintos para com binarlos del m ism o m odo 38 . A
este respecto, tam poco parece casual que al concluir la Diuisio W am bae, don Lucas,
sin inm utarse por las redun dancias que ello provoca n i por el desfase cronológico 39 ,
inserte íntegra en el Chronicon m undi, III, 21-50, la Historia W am bae de san J ulián
de Toledo 4 0 , que, com o se ha visto, es la pieza que en nuestra com pilación
historiográfica sigue a la Chronica Naiarensis, aunque de nuevo el Tudense ha
buscado una fuente concreta distinta, pues com pleta la Historia con el Iudicium del
m ism o san J ulián (Chronicon m undi, III, 51-57) 4 1. A partir de aquí, am bas obras
divergen en parte, pues la Chronica Naiarensis sigue la Chronica Adefonsi III hasta
su conclusión; luego continúa con la Historia Silense y tras ella, para el reinado de
Alfonso VI (con el que concluye), con el Chronicon Regum Legionensium de Pelayo
de Oviedo. Por su parte, el Chronicon m undi se basa en la Historia Silense para la
narración que va de don Pelayo a Alfonso VI, continuando luego con la crónica
pelagiana, de m odo que la com binación de fuentes sólo vuelve a coincidir en el
últim o tram o cron ológico com ún a am bas obras.
Un caso interm edio entre la inspiración com positiva y la literal es el siguiente :
entre dos pasajes procedentes del 1Chronicon Regum Legionensium de Pelayo de
Oviedo 4 2 , el Chronicon m undi inserta una noticia que com parten dos de las piezas
agrupadas en los m ss. S e I, procedente a su vez de una de las integradas en el Codex
Rotensis 4 3 :
Initium regum
Pampilonae, 6
(secundum
Codicem
Rotensem)
Chronica
Naiarensis, III, 20
Historia Roderici,
20
Chronicon mundi,
IV, 70
In era TCXXIII
accepit Alfonsus
rex Toletum, et per
Ve annis abstulit
fruges eius ab
utrique parte, et in
sexto anno XI
kalendas iunias
ingressus est in
urbe fortissimam.
Gratias Deo
nostro. Amen
Et cum predictus
rex multa agmina
haberet militum,
sub era MCXVIIª ad
partes Toletanas
accedens, usque
ad VI annos
continuos
unoquoque anno
panem Sarracenis
auferens et ab
obsidione non
recedens cepit
Toletum era
MCXXIIIª,
Post hec uero
imperatori Aldefonso
maximam uictoriam
concessit diuina
clementia, ita quod
Toletum urbem
Yspanie inclitam diu
impugnatam et
expugnatam VII
uidelicet annis
uiriliter accepit
eamque in suo
imperio cum
suburbanis simul et
terris suis subiugauit
Post obitum uero
Almemonis rex
Adefonsus cepit
expugnare ciuitatem
Toletum et per
septem continuos
annos abstulit ipsi
ciuitati fructus et
fruges. Anno autem
octauo cum diuino
adiutorio cepit ipsam
ciuitatem Toletanam,
que olim fuerat mater
et gloria regni
Gotorum
Aunque no es ontológicam ente im posible, resulta bastante im probable que don
Lucas tuviese de form a independientem ente la m ism a ocurrencia que los redactores
de la Chronica Naiarensis y de la Historia Roderici (éstas conectadas entre sí) 4 4 y
fuese a buscar una form ulación para ese dato (que aparecía ya en la obra pelagiana,
así com o en varias fuentes analísticas) 4 5 precisam ente en el texto navarro. Más raro
resultaría que, aun teniendo a la vista la fuente últim a, hubiese adoptado por pura
casualidad una form ulación que com bina expresiones de las dos obras de nuestra
agrupación historiográfica y coincide con el num eral de la segunda. En la m ism a
línea se sitúa otro caso parecido, relativo a la Historia Gothorum , de San Isidoro,
para cuyo texto la Chronica Naiarensis sigue el Codex Rotensis (= R) y el Chronicon
m undi, el corpus pelagiano. Al referir la participación de los godos en las luchas
entre Pom peyo y César, tanto la prim era (I, 159) com o el segundo (II, 22) insertan la
siguiente frase : «Tunc Cesar ait nec Pom peium scire uincere nec Cesarem posse
uincere [CN : uinci CM ], nam si Pom peius nosset uincere [transp. CM ], h odie cum
tam asperis [CN : asperrim is CM ] uiris Cesarem supperasset», que procede de otro
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subarquetipo de la tradición, representado por los m ss. AM L 4 6 . A este propósito,
Estévez señala que :
Cu riosam en te este añ adido n o con sta en los m an u scritos pelagian os. Lu ego la
filiación de la copia del obispo de Tu y con el su barqu etipo de la versión
pelagian a se ve alterada por lo qu e podem os su pon er u n a con tam in ación
proceden te del su barqu etipo AM . Obviam en te n o pu ede proceder del gru po
IR N , porqu e sólo aparece en I, y, en cam bio, sí aparece en AM , por cu yo m odelo
fu e con tam in ado tam bién I.
25
26
A la vista de los datos anteriores, resulta m ucho m ás económ ico postular que la
com binación de testim onios (entre el texto de R y uno de la fam ilia AM )es fruto de
la labor com pilatoria del autor de la Chronica Naiarensis y que, en efecto, el influjo
en el Chronicon m undi procede de I o, para ser exactos, de su testim onio herm ano,
el *Exem plar Legionensis (aspecto sobre el que volveré luego), en lugar de postular
la existencia de dos contam inaciones distintas e independientes desde el
subarquetipo AM , por un parte al rotense (de donde pasaría a la Chronica
Naiarensis) y por otra al pelagiano (de donde llegaría al Chronicon m undi). En
definitiva, un cam ino sem ejante a aquel por el que m ás tarde esa form ulación
pasará del Tudense al Toledano, Historia Rom anorum , X4 7 .
J un to a los indicios que presen ta el Chronicon m undi, la existencia del *Exem plar
Legionensis puede postularse a partir de otra fuente que 1revela tam bién que en San
Isidoro se conocía nuestra agrupación historiográfica. Se trata del epitafio atribuido
a Zaida, la concubina de Alfonso VI, que se encontraba en el Panteón Real de la
colegiata 4 8 :
h ic requiescit regin a elisabeth vxor regis adefon si :
filia ben avet regis siviliæ : qvæ privs
zayda fu it vocata
27
En efecto, la frase quæ prius Zay da fuit uocata se parece m ás al texto de la
Chronica Naiarensis, III, 22, que al de sus otras posibles fuentes, pero no en la
versión transm itida por el m s. I : «Posterior fuit nom ine Zeida, filia Auenabeth regis
Hyspalensis, que baptizata Helysabeth fuit uocata», ni en la de S : «Posterior
nom ine Zeida, filia Guenabeth, fuit uocata», sino en una especie de versión
interm edia, que parece haber rezado *Posterior nom ine Zeida, filia Venabeth regis
Hy spalensis, que Hely sabeth fuit uocata (aunque hay otra explicación para esta
form ulación, com o se verá luego). Una es el 1Chronicon Regum Legionensium de
Pelayo de Oviedo, quien, al pasar revista a las m ujeres de Alfonso VI, señala que
éste :
H abu it etiam du as con cu bin as, tam en n obilissim as, priorem Xem en am
Mu n ion is, [...]; posteriorem n om in e Ceidam , filiam Aben abeth Regis
Yspalen sis, qu e babtizata H elisabeth fu it u ocitata; ex h ac gen u it San ciu m , qu i
obiit in lite de Ocles 4 9 .
28
1La otra sería el propio Lucas de Tuy, en su Chronicon M undi, IV, 69, de donde,
en principio, parece derivar la indicación filia Benauet regis Siuiliæ, pero que no
proporciona ni el giro que presenta el epitafio ni el nom bre de la princesa tras su
bautism o :
H abu it etiam du as con cu bin as n obilissim as, priorem Xem en am Mu n ion is [...].
Posteriorem qu oqu e rex Adefon su s h abu it n om in e Zaydam , filiam Ben abet
regis Sibilie, ex h ac gen u it San ciu m , qu i fu it m ortu u s in lite de Vcles.
29
Aun que descon ocem os la fecha exacta del epígrafe, sobre la que n o podem os
juzgar a partir de su letra, por haber desaparecido, com o otros m uchos de ese
panteón, parece que éste y otros casos sem ejantes rem ontan a principios del
siglo XIII 50 , m ientras que todo apunta a que el códice actualm ente custodiado en la
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BRAH no llegó a San Isidoro hasta finales del siglo XVI. Ahora bien, adem ás del
epitafio contam os con el testim onio coincidente del Obituario III, que Ana Suárez
(ibídem , p. 371 y 411) data ca. 1212, y que presenta sub ibidus ianuarii la anotación
siguiente : «Obiit fam ula Dei regina dom na Elisabeht [sic], vxor regis Adefon si, filia
Benabeth regis Sibilie, que ante babtism um Zayda est uocata, qui requiescit in
ecclesia ista» (ibídem , p. 401). Aunque no hay certeza sobre la prelación del registro
obituario sobre la lauda sepulcral, ha de advertirse que la expresión «que ante
babtism um Zayda est uocata» del prim ero establece un claro puente entre la
form ulación adoptada por la Chronica Naiarensis y la de «prius Zayda fuit uocata»
que ofrece el epitafio 51. A su vez, el Tudense, sobre la base de la crónica de don
Pelayo, podría haberse inspirado tanto en el Obituari III com o en el propio epígrafe
funerario.
Así pues, el conjunto de las pruebas disponibles obliga a adm itir la hipótesis de un
ejem plar leonés de la agrupación historiográfica aquí estudiada. Para sim plificar las
cosas, podría pensarse que el m anuscrito carrionense de 1232-1233 nos es
desconocido, m ientras que el ejem plar procedente de San Isidoro que h oy
conocem os com o m s. I sería ese m anuscrito legionense 52 . Sin em bargo, ya se ha
visto que, aunque procedente de dicha colegiata, el m anuscrito aún no estaba allí en
el siglo XIV, m ientras que el genuino ejem plar leonés (el que habría em pleado el
Tudense) tendría que ser, a m ás tardar, coetáneo del carrionense, es decir, ca. 1230,
puesto que don Lucas com enzó a redactar su obra por esas m ism as fechas, aunque
seguram ente no la concluyó hasta 1236, pero aún ha de adelantarse a ca. 1210, al
tener en cuenta su influjo sobre el Obituario III. En sum a, ha de aceptarse la
razonable posibilidad de que haya existido un *Exem plar Legionensis, el cual (por
sus fechas) sería un pariente colateral del Carrionensis, pero no un antecedente ni
un descendiente suyo.
El tercer testigo indirecto, y el m ás reciente, viene representado por el ejem plar
que, con escaso m argen de duda, se elaboró para el taller historiográfico alfonsí. Es
bien conocida la carta de 25 de febrero de 1270 que, a m odo de recibo dirige a Santa
María la Real de Nájera respecto de algunos volúm enes procedentes de su
biblioteca :
Sepan qu an tos esta carta vieren , com o yo Don Alfon so, por la gracia de Dios
Rey de Castiella, de Toledo, de Leon , de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de
Mu rcia, de J aen , del Algarve, otorgo, qu e ten go de vos el prior é con ven to de
San ta Maria de Najera qu in ce libros de letu ra an tigu a qu e m e em prestastes, é
los libros son aqu estos. = Las Edition es de Don ato. = Statio de Tobas [lege
Tebas]. = El Catalogo de los Reyes Godos. = El libro ju zgo de ellos. = Boecio de
Con solacion = Un libro de ju sticia. = Pru den cio, Georgicas de Vergilio. = Ovidio,
epístolas. = La h istoria de los Reyes de Isidro el m en or. = Don ato el Barbarism o.
= Vocolicas de Vergilio. = Liber illu stru m viroru m . = Precian o m aior. = Boecio,
sobre los diez predicam en tos. = El com en to de Ciceron sobre el su eñ o de
Scipion .= E otorgo de os los em biar tan to qu e los aia fech o escrevir, é por qu e
esto n o ven ga en du da, do vos esta m i carta sellada con m io sello. Dada en San to
Dom in go de la Calzada, vein te é cin co dias de Febrero, era de m ill é trecien tos é
och o añ os. = Maestro Fern an Garcia, Arcedian o de Niebla, la m an do facer por
m an dado del Rey. = Pero Alvaro la fizo escrevir 53 .
32
Habida cuenta de que el Codex Rotensis (que, por otra parte, se abre con la
Historia adv ersus paganos de Orosio, no con la Chronica isidoriana) ya no se
hallaba en Nájera para esas fechas 54 , no cabe duda sobre la identificación de esa
«historia de los Reyes de Isidro el m enor» con la Chronica Naiarensis, que
com ienza «Incipit cronica a Beato Ysidoro Iuniore Hyspalensi episcopo edita»
(I, 1) 55 . La opinión m ás extendida es que la Chronica Naiarensis no fue utilizada por
el taller alfonsí56 , aunque a m i juicio hay indicios claros de lo contrario, al m enos
para determ inadas secciones del texto 57 . En todo caso, esto resulta aquí secundario,
pues no se trata de averiguar si el equipo de Alfonso X em pleó dicha fuente, sino de
tener constancia de otro m anuscrito del conjunto historiográfico aquí estudiado. A
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ese respecto hay que señalar que, independientem ente de lo que sucediese con la
crónica najerense, los cronistas del Rey Sabio sí hicieron abundante uso de la otra
obra ligada a ella, la Historia Roderici. Podría objetarse a esto que Menéndez Pidal
señaló la presencia de algunas diferencias textuales entre el texto alfonsí y las
lecciones com unes a I y S 58 , lo que parece revelar que rem onta a un m odelo
diferente (figura 18). Tratándose de otra ram a distinta de la tradición, podría
adem ás conjeturarse que constituía un ejem plar exento, no unido a la Chronica
Naiarensis, lo que no perm itiría concluir la existencia de un *Exem plar Alfonsinus.
Figura 18. Filiación de los testimonios directos e indirectos de la Historia Roderici,
según la propuesta de R. MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid, II, p. 903
33
La cuestión es problem ática y no resulta posible ocuparse aquí de ella en detalle,
pero pueden señalarse dos aspectos : por un lado, las principales diferencias que don
Ram ón apreciaba entre la versión alfonsí y el texto latino no son tales, sino añadidos
propios de la versión de la biografía latina de Rodrigo incorporada a la Estoria de
España, quizá fruto de interpolaciones en el rom anceam iento utilizado para el
trabajo com pilatorio m ás que desarrollos debidos a la propia redacción de la Estoria,
pero, en todo caso, irrelevantes a la hora de separar este testim onio de la Historia
Roderici del tronco com ún de la m ism a 59 ; por otro, que, com o ya se ha visto, parece
que el *Exem plar Pam pilonensis, que sin duda contenía los m ism os textos que I y S,
tam bién ofrecía m ejores lecturas en algunos casos. La conclusión m ás plausible es
que el códice enviado desde Nájera contuviese la agrupación de piezas ya conocida y
que, puesto que era «de letura antigua», es decir, no una variedad de gótica (en este
caso, sin duda, carolina), seguram ente se trataba del m odelo prim itivo. A fin de no
m ultiplicar entes sin necesidad, sería bastante lógico identificarlo con el antígrafo
del ejem plar enviado a San Zoilo cuarenta años antes, pero las diferencias textuales
ya señaladas por Menéndez Pidal60 apuntan a que se trataba en realidad de un
antecedente suyo. Sea com o fuere, la carta de Alfonso X estaría dando testim onio de
dos ejem plares distintos : uno preexistente, el enviado desde Nájera, y otro previsto,
la proyectada copia alfonsí, de cuya realización no hay constancia directa, aunque, si
el Rey Sabio cum plió su palabra de devolver el ejem plar najerense, bien h ubo de
hacerse ese *Exem plar Alfonsinus, puesto que efectivam ente se em pleó en el
trabajo com pilatorio.
El Archetypum Naiarense
34
El censo de testim onios directos e indirectos revela que la transm isión conjunta
de la Chronica Naiarensis, la Historia W am bae, la Historia Roderici y el Ordo
regum Naiarensis no se debe a la m era casualidad de que los dos m anuscritos
conservados rem onten a un m odelo com ún, sino que se fundam enta en la existencia
de un prototipo usado com o referente constante por toda la tradición y que
constituye un verdadero archety pum en la doble acepción del térm ino, la clásica de
exem plar m undus destinado a servir de base autorizada a las copias posteriores y la
ecdótica de testim onio perdido postulado por la existencia de errores com unes a sus
descendientes. Dicho de otro m odo, la transm isión de estas piezas (dejando de lado,
claro, la m ás am plia de la Historia W am bae de san J ulián de Toledo) no parece
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haberse producido de form a exenta, sino únicam ente en la vía prevista por quien o
quienes planificaron y ejecutaron el indicado arquetipo. Éste parece, pues, haber
sido concebido y tam bién recibido com o un repositorio historiográfico cuyos
elem entos guardaban alguna relación entre sí o, en otras palabras, cuyas piezas se
sujetaban a un designio de conjunto. Pero antes de interrogarnos sobre el m ism o es
necesario intentar precisar algunos aspectos.
Parece razonable em pezar fijando las coordenadas espaciotem porales en las que
podem os situar la com pilación de nuestro archety pum . Ya se ha visto que su em pleo
en la redacción del Liber regum establece com o term inus ad quem el 27 de junio de
1194, fecha de la m uerte de Sancho VI de Navarra, puesto que en la sección titulada
Linage de Rodric Diaz aquél se presenta com o reinante : «El rey don Garçia ovo en
su m uger la reyna dona Margerina el rey don Sancho de Navarra, a qui Dios dé vida
et h ondra» 61. En cuanto al term inus a quo, queda establecido por las fechas de
redacción de las piezas que lo integran. Carece de utilidad a este respecto la Historia
W am bae o Historia Rebellionis Pauli aduersus W am bam , redactada por san J ulián
ca. 680-690. Tam poco es de m ucha ayuda la presencia del Ordo regum Naiarensis,
pues si bien la com posición original, el Ordo regum Rotensis, puede situarse en los
aledaños de 990, no resulta fácil fechar su reelaboración, ya que no hay ningún dato
suficientem ente revelador al respecto, si bien algunos de los errores históricos
com etidos revelan que sólo se pudo redactar a cierta distancia de los
acontecim ientos, y por lo tanto a partir de finales del siglo XI 62 .
La situación cam bia en relación con las dos piezas m ás originales (es decir, sin
testim onios previos independientes) reunidas en el archety pum . En cuanto a la
Historia Roderici, diversos elem entos de índole institucional indican una fecha de
com posición cercana a 1190. En particular, sitúan la m ism a post 1170 la concesión a
particulares del señorío sobre los territorios que conquisten a los m oros; post 1171 el
surgim iento en la corte del nuevo tipo de portarius regis; post 1185 la form alización
del reto entre hidalgos y, probablem ente, post 1188 la descripción de la investidura
caballeresca com o cingulum m ilitiae (ac)cingere63 . Por su parte, la datación de la
Chronica Naiarensis queda establecida por las fuentes de las que se vale, de m odo
que ha de fecharse post 1181-1190 debido al em pleo de la Historia Scholastica de
Pedro Com éstor 64 y post 1190 quizá por su uso de las *Efem érides Riojanas 65 , pero
en especial por su conocim iento de la Historia Roderici66 . En conclusión, puede
establecerse con casi absoluta certeza que el archety pum que reúne estas piezas se
com piló entre 1190 y 1194.
Figura 19. Filiación de los anales castellanos, según F. BAUTISTA, «La primitiva
historiografía castellana…»
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En cuanto a su procedencia geográfica, las noticias ligadas a los testim onios
indirectos indican que el m odelo de los ejem plares conocidos se hallaba en Nájera.
Así lo expresan las actas del pleito entre las diócesis de Tarragona y Toledo en que se
usó com o prueba el Exem plar Carrionensis de 1232-1233 y el recibo librario de
Alfonso X en 1270 67 . Esto concuerda con el hecho de que todas las piezas del
archety pum , m enos la Historia W am bae, se vinculan de un m odo u otro al Codex
Rotensis, que entonces se hallaba en Nájera 68 . Ante todo, el Ordo regum Naiarensis
de nuestro arquetipo historiográfico es, com o queda dicho, una reelaboración (en
buena m edida estilística, pero en parte tam bién política) del Ordo regum Rotensis o
Genealogías de Roda propiam ente dichas, e influyen a su vez en la Chronica
Naiarensis 69 . Adem ás, tanto ésta com o la Historia Roderici revelan el claro influjo
tanto de la Chronica Adefonsi III en su versión rotense 70 com o la de una de las
piezas privativas del m ism o códice, el Initium Regum Pam pilonae (según se ha visto
al hablar de la obra del Tudense).
Por otro lado, am bas obras se hallan tam bién bajo la influencia de las citadas
*Efem érides Riojanas, elaboradas hacia 1190, las cuales, por su parte, incorporan a
com ponentes analísticos anteriores m ateriales en parte procedentes de esa m ism a
pieza 71. Finalm ente, se ha de señalar que otros integrantes de la Chronica
Naiarensis derivan tam bién de obras incluidas en el Codex Rotensis, a saber, la
Chronica y las Historiae Gothorum , W an dalorum et Sueuorum de San Isidoro, el
Laterculum Regum Visigothorum y, aunque m uy sim plificada, la Nom ina
Im peratorum qui Christianis persequuti sunt 72 . Tam bién la Chronica Albendensia o
Crón ica Albeldense, de la que tom a algunas noticias para com pletar la Chronica
Adefon si III, está parcialm ente recogida en el códice de Roda, aunque la m ayoría de
los pasajes de los que se vale el autor de la Chronica Naiarensis están ausentes del
m ism o 73 . Finalm ente, puede añadirse que ésta últim a (anepigráfica en los dos
códices que la han transm itido) debe su título, atribuido por Menéndez Pidal y hoy
com únm ente aceptado, a la presencia de determ inadas inform aciones y
planteam ientos que dem uestran su vinculación con el m onasterio de Santa María la
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Real74 . Aunque de form a m enos contundente, la única pista de procedencia que
arroja la Historia Roderici apunta igualm ente hacia La Rioja 75 .
En sum a, puede concluirse que estam os ante un Archety pum Naiarense
com pilado entre 1190 y 1194, que reúne una obra de la tradición historiográfica
visigótica, la Historia W am bae de san J ulián de Toledo, y otras tres elaboradas en la
propia Nájera, una de ellas posiblem ente antes de m ediar del siglo XII, el Ordo
regum Naiarensis, y otras dos realizadas en fechas inm ediatas a su inclusión en
nuestro arquetipo, es decir, seguram ente un poco antes de 1190 la Historia Roderici
y en dicho año la Chronica Naiarensis 76 . Com o queda dicho arriba, lo m ás sencillo
sería suponer que dicho archety pum era tanto el m odelo directo del Exem plar
Carrionensis y com o el ejem plar prestado por los m onjes de Santa María la Real a
Alfonso X en 1269 o principios de 1270. Sin em bargo, com o ya se ha visto, el cotejo
textual apunta en otra dirección, es decir, que el códice enviado al Rey Sabio
transm itía un texto parcialm ente diferente del com ún a I y S, con lecciones
preferibles en varias ocasiones, lo que tam bién sucede con el texto usado com o base
para el Liber regum . Esto obliga a postular la existencia de dos códices distintos, el
Archety pum Naiarense de ca. 1190-1194, del que derivarían el *Exem plar
Pam pilonensis y el *Alfonsinus, y un subarquetipo, correspondiente al Deperditus
Naiarensis de Prelog77 , origen de I y S, quedando sin localizar en este stem m a, por
falta de datos para ello, el *Exem plar Legionensis.
De la m aterialidad del Archety pum sólo podem os conjeturar que sería un
volum en en pergam ino escrito en letra carolina antes de 1194 (posiblem ente en
cuarto, a juzgar por lo que sabem os del resto de la tradición); en cuanto al
subarquetipo, que ha de situarse entre 1194 y 1232, quizá estaba escrito ya en
pregótica y posiblem ente a dos colum nas (de a veinte a treinta caracteres por
renglón, por lo tanto en cuarto), según se desprende del análisis textual del m s. S 78 ,
a lo que apunta tam bién el hecho de que la om issio ex hom oetoleuton de Historia
Roderici, 7, línea 6, com ún a am bos testim onios, pero que puede suplirse a la vista
de las versiones crítica y sanchina de la Estoria de España alfonsí79 , presentaba esa
m ism a extensión. En sum a, haciendo abstracción de la filiación com pleta, puede
establecerse con seguridad el esquem a general de relaciones expresado en la
figura 20, m ientras que provisionalm ente puede trazarse el stem m a representado en
la figura 21.
Figura 20. Filiación general del Archetypum Naiarense y sus derivados
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Figura 21. Stemma codicum de los testimonios directos e indirectos del Archetypum
Naiarense.
El Archetypum Naiarense : ¿obra u obras?
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Com o se ha visto, la com posición del Archety pum Naiarense es deudora del
Codex Rotensis y, a su vez, acreedora del Liber regum (figura 22).
Figura 22. Relaciones entre el Codex Rotensis, el Archetypum Naiarense y el Liber
regum
42
De hecho, el segundo es, en sustancia, una síntesis rom anceada de los m ateriales
de nuestro arquetipo. Aunque en la versión transm itida com o anejo del Fuero
General de Nav arra el Liber aparece com o una serie de m ateriales fragm entados y
sin dem asiada ilación cronológica (debido en parte a la intercalación de m ateriales
analísticos), en la m ás antigua, representada por el Codex Villarensis, posee una
constitución básicam ente unitaria y congruente con la secuencia tem poral. Éste no
es el caso del Archety pum , puesto que la Chronica Naiarensis abarca desde la
creación del m undo hasta el reinado del Alfonso VI (con alguna alusión a sucesos
posteriores), luego la Historia W am bae hace retroceder la acción cuatro siglos para
recuperar la coetaneidad con el final de la crónica en la Historia Roderici, y de
nuevo dar un salto atrás de dos centurias al inicio del Ordo regum Naiarensis. No
obstante, tam poco presenta el carácter abigarrado del Codex Rotensis, una
m iscelánea prácticam ente enciclopédica, aunque centrada en torno a un foco
historiográfico, otro geográfico y otro teológico 80 , cuyas relaciones originales
pueden posiblem ente vincularse a la situación sociopolítica y religiosa del reino
visigótico o, en ocasiones, a la de los m ozárabes en Alandalús, respecto de las cuales
la conjunción de estos factores podría presentar cierta ligazón, pero que a para los
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reinos cristianos de los siglos X y XI constituía ya una m era am algam a cuya parte
m ás coherente era el conjunto de m ateriales históricos (con bastantes saltos
tem porales, por otra parte) de los fol. 1rº -195rº . La duda que se plantea entonces es
hasta qué punto el Archety pum Naiarense respon de a uno u otro m odelo, aun que
no coincida exactam ente con ninguno de ellos.
De entrada, las aludidas y m uy m arcadas fisuras cronológicas parecen im pedir su
consideración com o una obra unitaria. En cam bio, su transm isión conjunta y el
hecho de que en el m s. I no haya la m enor frontera entre unas piezas y otras (com o
ya se ha visto), sugiere que dicho arquetipo funcionó com o tal. No obstante, en S,
que rem onta al m ism o arquetipo, esas fronteras están perfectam ente delim itadas,
hasta el punto de que las divisiones internas de la Chronica Naiarensis reciben un
tratam iento distinto (sim ple ejecución de la rúbrica) del reservado a las diferentes
piezas del códice, separadas por grandes espacios en blanco, com o tam bién queda
dicho. Precisam ente, el hecho de que no diferencie las secciones internas de dicha
crónica, aunque en algunos casos podrían aparecer igualm ente com o obras
independientes, con su propio íncipit, revela que quien estableció m aterialm ente
esas fronteras (el copista de S o el de su m odelo, o quien en éste pudo resaltar, quizá
m ediante la inserción de ladillos, esas divisiones) com prendió perfectam ente el
carácter unitario de la prim era frente a las segundas 81. Por una razón sem ejante, en
el taller alfonsí se segregó y aprovechó intensivam ente la Historia Roderici,
m ientras que se prescindió del resto (salvo quizá, para un uso secundario, de la
Chronica Naiarensis, com o he apuntado arriba). Esto revela, desde los propios
m ecanism os internos de la llam ada «cultura del m anuscrito» (a m enudo m uy
artificialm ente separada de la que sería la «cultura del im preso») 82 , que la
convivencia de varias obras en un m ism o volum en o incluso en varios dependientes
del m ism o m odelo no anula la individualidad de cada una de ellas, aunque,
lógicam ente, pueda sugerir una particular form a de leerla o perm ita establecer
conexiones que de otro m odo serían im posibles o, al m enos, m ás dificultosas. De
hecho, esto es lo que ha pasado con la propia Chronica Naiarensis en relación con el
Codex Rotensis y, a su vez, con el conjunto del Archety pum Naiarense respecto del
Liber regum y quizá tam bién del Chronicon m undi. En sum a, puede establecerse
que éste se configura com o un repositorio historiográfico dotado de cierta
hom ogeneidad, pero no propiam ente de unidad interna.
¿Un encargo navarro?
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En este punto, cabría plantearse la hipótesis de que la com pilación del
Archety pum Naiarense se se debiese a un im pulso externo y no interno; es decir, no
al deseo de agrupar determ inadas obras en virtud de su propia coherencia, sino por
el interés conjunto que despertaban en su posible receptor, que h abría actuado
previam ente com o m andante del códice en cuestión. Esta hipótesis surge a la vista
de que la m ayoría de las piezas incluidas en el m ism o han sido em pleadas para la
elaboración, inm ediatam ente después, del Liber regum . Podría conjeturarse,
entonces, que desde la corte navarra se encargó un volum en que contuviese una
serie de piezas de interés para la elaboración de una obra historiográfica en rom ance
(y por lo tanto, accesible a un público m ayor) y con una función, no exclusiva, pero
no m enos obvia, de legitim ación de la nueva dinastía navarra 83 , pese a tener sus dos
m odelos principales un neto sesgo castellano. Esto habría dado lugar a la
plasm ación, en dicho códice, de un m undum de dos obras que para esas fechas
posiblem ente carecían del m ism o (las recién escritas Chronica Naiarensis e
Historia Roderici), lo que a su vez justificaría que no se hiciese sólo una copia de
encargo para m andarla a Pam plona, sino que el m odelo m ism o, el Archety pum
Naiarense, se conservase en el scriptorium de Santa María la Real. La hipótesis es
tentadora, por cuanto parece dar razón de la existencia m ism a del arquetipo, de la
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del *Exem plar Pam pilonensis y la del Liber regum .
Sin em bargo, y a despecho de lo que podría sugerir una aplicación con dem asiado
apurado de la navaja de Occam , las explicaciones excesivam ente abarcadoras
raram ente resultan serlo : o bien realm ente no explican nada, o bien no abarcan
todo lo que pretenden. En este caso, sucede lo segundo : la Historia W am bae carece
de función alguna desde esta perspectiva, puesto que lo dicho sobre el rey visigodo
en el Liber regum , 3.4 84 es una m era síntesis del pasaje correspondiente de la
Chronica Naiarensis, I, 196-205 (retom ado a su vez de la Chronica Adefonsi III,
versión rótense, 1-3, con la intercalación de la Diuisio W am bae, com o queda dicho).
Cabría objetar que precisam ente la «leyenda de Wam ba labrador» hace su prim era
aparición en un derivado del propio Liber regum , el Libro de las generaciones
navarro de ca. 1250, del que luego la retom ará el obispo de Bayona, fray García de
Eugui, en sus Canónicas de los fechos que fueron fechos antiguam ente en Espay na
o Crónica d’Espay na (ca. 1387) 85 , pero dicha leyenda justam ente guarda escasa
relación con la inform ación histórica que proporciona san J ulián 86 . Por otro lado,
resulta m uy aventurado partir de un texto m ás de m edio siglo posterior al
Archety pum Naiarense para defender que en la Pam plona de finales del XII ya
interesaba la figura de dicho rey godo, en especial porque su legendaria
entronización, en las reelaboraciones posteriores, establece cierto parangón con las
leyendas etiológicas sobre los Fueros de Sobrarbe, las cuales reflejan una
concepción pactista de la corona que resulta ajena al pensam iento político del
siglo XII. Por otra parte, el m otivo del rex renuens o renitens 87 no concuerda con la
labor de legitim ación de la dinastía navarra, cuyo restaurador, García IV, no había
sido ni electo ni renuente, y debía su elevación al solio navarro a una vinculación
genealógica directa, aunque fuese por ram a bastarda, con los reyes pam ploneses
previos a la unificación con Aragón 88 . Finalm ente, la Historia W am bae de san
J ulián, no es en realidad una biografía del m onarca, sino, com o he indicado arriba,
la Historia Rebellionis Pauli aduersus W am ba, centrada en este episodio del año
674, por lo que no da m ás inform ación sobre las circunstancias de su coronación
que la ya contenida en la Chronica Naiarensis, de m odo que tam poco resulta
im prescindible para entender el posterior aprovecham iento historiográfico de dicha
figura. Por lo tanto, si bien cabe la rem ota posibilidad de que el *Exem plar
Pam pilonensis no fuese ajeno a la posterior adopción y reelaboración de la leyenda
de Wam ba en la corte Navarra, en relación con la entronización de la casa de
Cham pañ a (en particular, el acceso al tron o de Teobaldo II en 1253) y el surgim ien to
de la doctrina pactista, esto no perm ite invertir los térm inos y convertir el efecto en
causa (por m ás que no fuese eficiente, sino final). En sum a, no hay razones de peso
para suponer en la com pilación najerense un designio prospectivo destinado al
posterior uso de las obras allí reunidas com o base para la elaboración de una nueva.
Una miscelánea restringida : hacia un nuevo
modelo historiográfico
46
En principio, la situación descrita en el apartado anterior parece rem itir m ás bien
el patrón com positivo del Archety pum Naiarense al ám bito del Codex Rotensis. No
obstante, hay m uy notables diferencias entre am bos, no sólo de coherencia interna,
com o queda dicho, sino en un aspecto fundam ental : nuestro arquetipo constituye
una agrupación de obras casi enteram ente nuevas o renovadas, en lugar de
representar el típico m aterial de acarreo. En esto se separa tam bién de la Chronica
Albendensia, por m ás que ésta presente, si no una unidad orgánica, al m enos una
distribución m ás coherente de los m ateriales, agrupando al principio los de tipo
esencialm ente geográfico y después los de carácter histórico, en un orden
aproxim adam ente cronológico 89 . Lo m ism o cabe decir en relación con Liber
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Chronicorum de Pelayo de Oviedo 90 , que si bien tiene un com ponente h istórico
cuantitativam ente m ás m arcado, no deja de ser «una am algam a de textos puestos
uno detrás de otro, cuyo propósito, en este caso, es el de enaltecer el solio
oveten se» 91.
Frente a estas com pilaciones, el Archety pum Naiarense carece de cualquier
veleidad enciclopédica y, salvo en la parte previa al surgim iento del reino visigodo,
se centra en el ám bito histórico peninsular y, m ás concretam ente, en el cristiano,
sin el interés por la historia islám ica que, en dependencia de fuentes m ozárabes,
m uestran tanto la Chronica Albendensia com o el Codex Rotensis. Adem ás, la
Chronica Naiarensis constituye en sí m ism a un claro intento de superar la m era
yuxtaposición de m ateriales (incluso cuando en apariencia los conserva com o tales)
para elaborar una obra de con junto que reelabora profundam en te sus fuen tes 92 ,
aunque sea sobre todo por vía de la com binación y no de la síntesis (en virtud de lo
cual, com o ya he señalado arriba, quizá sea m ás conveniente atribuir determ inadas
«contam inaciones» a su propio quehacer que a los testim onios de los que se vale),
adem ás de proponer, con su división en tres libros, una estructuración de la historia
hispánica que establece la pauta de las que se seguirán posteriorm ente. En
consecuencia, el designio subyacente a la com pilación del Archety pum Naiarense es
el de com pletar la obra principal, es decir, la historia universal y, sobre todo,
hispánica representada por la Chronica Naiarensis, con una suerte de apéndices que
am plían algunos aspectos tratados allí m ás sucintam ente. En este sentido, la
inclusión de la Historia Roderici constituye una obvia expansión de la últim a parte
de la propia crónica, al incidir en detalle sobre aspectos relacionados con el reinado
de Alfonso VI. Por su parte, el Ordo regum Naiarensis com pletaba todo lo relativo al
cuadrante nororiental de la Península Ibérica, aunque fuese con una form ulación
m enos narrativa, lo que podría explicar su colocación al final, en lugar de en el lugar
que cronológicam ente le correspondería, es decir, entre la Historia W am bae y la
Roderici. En cuanto a la obra de san J ulián, cabe preguntarse por qué, de todo el
acerbo historiográfico, se ha elegido com o com plem ento un texto alusivo a un tem a
del que ya se trataba, aunque sucintam ente, en la propia Chronica Naiarensis. Si
tenem os en cuenta la com binación de criterios históricos y geográficos, la clave
parece estar en que se refiere a sucesos acaecidos en la Narbonense y el norte de la
Tarraconense, en territorio de la posterior Marca Hispánica. En consecuencia, la
com binación de estas cuatro piezas perm ite cubrir la historia de lo que había sido
todo el im perio visigótico y, para el período posterior a la invasión m usulm ana de
711, el conjunto de la Hispania cristiana, incluida la fugaz ocupación de Valencia. De
este m odo, el Archety pum Naiarense se alejaba definitivam ente del Codex Rotensis,
en el que tanto se había basado, y de las dem ás m isceláneas preexistentes para
constituir otra diferente, restringida al ám bito historiográfico.
En ese sentido, nuestro arquetipo parece haberse constituido casi com o una
deliberada réplica al m odelo enciclopédico representado por sus antecesores, puesto
que no sólo se ciñe a lo puram ente histórico, sino que apenas incurre en
solapam ientos de contenido entre las piezas que lo integran. En ese proceso de
em ulación, consciente o no, el Archety pum Naiarense está tácitam ente declarando
caduco el m odelo del Codex Rotensis, del que incorporaba toda la inform ación que
podía resultar pertinente desde el nuevo punto de vista de la constitución de un
repositorio historiográfico dotado, si no de cohesión orgánica, al m enos de
congruencia. Cabría incluso preguntarse si la salida del códice hacia su posterior
destino en Roda no tendrá que ver con el hecho de que, desde la perspectiva
najerense, constituía ya un m odelo periclitado 93 . Conjeturas aparte, lo que sí parece
claro es que el Archety pum responde a un criterio específicam ente historiográfico,
es decir, responde a un determ inado concepto de qué elem entos debe abarcar una
obra que se ocupe de la historia hispánica de form a global, incluso m ás allá de
condicionantes m ás concretos com o el neogoticism o de las crónicas asturianas o la
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exaltación de la sede de Oviedo en el corpus pelagiano.
Esto no im plica la ausencia de toda directriz ideológica, que en este caso queda
establecida por el predom inio de una visión regalista pro-castellana gracias a la
Chronica Naiarensis; en buena m edida, a la Historia Roderici, e incluso,
paradójicam ente, parte del Ordo regum Naiarensis 94 . Pero esa tónica dom inante no
es ni exclusiva ni excluyente, sino que adm ite el contrapunto del interés hacia el
nordeste que revelan la Historia W am bae y el m ism o Ordo, de m odo que la obvia
finalidad del Archety pum Naiarense de ofrecer una visión histórica de con junto
resulta en él m ás poderosa que cualquier otro objetivo parcial. Llegados a este
punto, el paso siguiente había de ser la definitiva integración y síntesis de
m ateriales, paso que sólo darían, ya en la centuria siguiente, Lucas de Tuy y, sobre
todo, Rodrigo Xim énez de Rada. Com o es bien sabido, el Toledano se basó
cum plidam ente en el Tudense 95 , pero, según se ha visto, a su vez éste se había
inspirado de form a directa, aunque general (es decir, sin tom arlo de base literal,
sino com o m odelo com positivo), en un trasunto del Archety pum Naiarense, de cuyo
planteam iento historiográfico supo sacar las oportunas consecuencias.
Not es
1 Com o es sabido, se trata u n a versión reelaborada respecto de las con ten ida en el Codex
R oten sis, qu e les da n om bre ; v id. J osé María LACARRA, «Textos n avarros del Códice de
Roda», in :Estudios de Edad M edia de la Coron a de Aragón I, 1945, p. 193-28 3, p. 20 0 -20 1 y
220 -226. Adopto el títu lo su gerido por Fran cisco BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da : el
su rgim ien to de los rein os de Castilla y Aragón », pu blicado en este m ism o volu m en de
e-Span ia, h ttp:/ / e-span ia.revu es.org/ in dex18 0 8 6.h tm l, basado en la rú brica «Ordo n u m eru m
regu m Pam pilon en siu m » qu e la prim era de estas gen ealogías presen ta en dich o códice
(m s. BRAH 9/ 4922, fol. 191rº ), pero om itida en esta com pilación h istoriográfica ;Cf. Zacarías
GARCÍA VILLADA, «El Códice de Roda recu perado», R ev ista de Filología Españ ola, XV, 1928 ,
p. 113-130 , p. 120 ; J . M.ª LACARRA, ibidem , p. 229.
2 La form a con -e- es la adoptada por su m ás recien te editor, J u an A. ESTÉVEZ SOLA (ed.),
Chron ica H ispan a saeculi X II, Pars II : Chron ica N aieren sis, Tu rn h ou t : Brepols, 1995
(Corpu s Ch ristian oru m : Con tin u atio Medievalis, 71A), m ien tras qu e la form a con -a- es la
u tilizada por Diego CATALÁN, La épica españ ola : N uev a docum en tación y n uev a ev aluación ,
Madrid : Fu n dación Ram ón Men én dez Pidal, 20 0 1. Au n qu e el topón im o aparece en las
fu en tes tan to diplom áticas com o h istoriográficas de los siglos XI y XII con am bas grafías en
distribu ción prácticam en te pareja, el gen tilicio lo h ace casi exclu sivam en te con -a- ; cf. J osé
Án gel LEMA PUEYO (ed.), Colección diplom ática de Alfon so I de Aragón y Pam plon a
(110 4-1134), San Sebastián : Eu sko Ikasku n tza, 1990 , p. xv, y J osé Edu ardo LÓPEZ PEREIRA
et al., Corpus historiographicum Latin um H ispan um saeculi VIII-X II : Con cordan tiae, 2 vol.,
H ildesh eim : Olm s-Weidm an n , 1993, 2, p. 751. Por lo tan to, reten go esta opción .
3 El ín cipit de la propia obra la den om in a Gesta R oderici Cam pidocti, qu e debería h aberse
reten ido, pero por m or de la claridad m an ten dré el títu lo com ú n m en te adoptado, tal y com o
h ace Em m a FALQUE (ed.), H istoria R oderici, en : Chron ica H ispan a saeculi X II, Pars I,
Tu rn h ou t : Brepols, 1990 (Corpu s Ch ristian oru m : Con tin u atio Mediaeu alis, 71), p. 1-98 , si
bien ju iciosam en te en cabeza la edición con el doble títu lo de H istoria R oderici uel Gesta
R oderici Cam pidocti.
4 Baste rem itir a Adolfo BONILLA Y SAN MARTÍN, «Gestas del Cid Cam peador (Crón ica
latin a del siglo XII)», BR AH , 59, 1911, p. 161-257, p. 165-167 ; An ton io UBIETO (ed.), Crón ica
N ajeren se, Valen cia, An u bar, 1966, 2ª ed., Zaragoza, An u bar, 198 5 (Textos Medievales, 15),
p. 6-9 ; J an PRELOG (ed.), Die Chron ik Alfon s’ III : Un tersuchun g un d k ritische Edition der
v ier R edak tion en , Fran kfu rt am Main : Peter D. Lan g, 198 0 (Eu ropäisch e H och sch u lsch riften ,
Reih e III : Gesch ich te u n d ih re H ilfswissen sch aften , 134), p. XXX- XXXI ; E. FALQUE, H istoria
R oderici, p. 25-28 ; J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. IX- XVI ; J osé Man u el RUIZ ASENCIO e Iren e
RUIZ ALBI, H istoria latin a de R odrigo de Viv ar, ed. facs. y tran scr. del Ms. 9/ 4922 (Olim
A-18 9) de la Biblioteca de la Real Academ ia de la H istoria, Bu rgos : Ayu n tam ien to, 1999,
p. 35-44.
5 J . M. RUIZ ASENCIO e I. RUIZ ALBI, ed. cit., p. 39-40 .
6 Lu is VÁZQUEZ DE PARGA, «Sobre la “Crón ica Najeren se”», H ispan ia, 3, 1941, p. 10 8 -10 9 ;
A. UBIETO, ed. cit., p. 7-8 ; PRELOG, ed. cit., p. XXX ; J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. X ; Georges
MARTIN, Les juges de Castille. M en talités et discours historique dan s l'Espagn e M ediev ale,
Paris : Klin cksieck, 1992 (An n exes des Cahiers de Lin guistique H ispan ique M édiév ale, 6),
p. 91 ; Alberto MONTANER y Án gel ESCOBAR, Carm en Cam pidoctoris o Poem a Latin o del
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Cam peador, Madrid, Sociedad Estatal Españ a Nu evo Milen io, 20 0 1, p. 8 0 .
7 Man u el RISCO, La Castilla y el m ás fam oso castellan o : Discurso sobre el sitio. N om bre.
Exten sión , gobiern o y con dado de la an tigua Castilla; H istoria del célebre castellan o R odrigo
Díaz, llam ado v ulgarm en te el Cid Cam peador, Madrid : Blas Rom án , 1792, Apén dices, p. XVI .
8 Desarrollo en cu rsiva las abreviatu ras de la prim era lín ea (cita de Psal 79, 8 ) y doy u n a
tran scripción provision al del texto raspado (véan se las figu ras 3 y 4). La palabra de la ú ltim a
lín ea, au n qu e aprovech a algu n as de las cau das descen den tes de la lín ea an terior, parece ser
u n a adición m ás tardía en letra h u m an ística.
9 Com párese el caso del m s. Isid. 20 , del siglo XIII, qu e con tien e el Chron icon m un di de Lu cas
de Tu y, y presen ta las sigu ien tes in dicacion es de propiedad : «Esta crón ica es del m on asterio
de san t Ysidro de Leon » (fol. iv rº ) y «Cron ica ista est m on asterii san cti Ysidori Legion en sis»
(fol. 2rº ) ; v id. Em m a FALQUE (ed.), Lucae Tuden sis Opera Om n ia, Tom us I : Chron icon
m un di, Tu rn h ou t : Brepols, 20 0 3 (Corpu s Ch ristian oru m : Con tin u atio Mediaeu alis, 74),
p. CVIII . En cam bio, otro códice qu e tran sm ite dich a obra y se cu stodia en el m ism o fon do
(m s. Isid. 41, del siglo XV), presen ta u n ex libris m an u scrito qu e revela tam bién su in greso
tardío en la biblioteca de la colegiata : «Este libro es de Don J u an Bau tista Valen zu ela,
Presiden te de la Ch an cillería de Gran ada, del Con sejo Real, Obispo de Salam an ca» (ibídem ,
p. CXVI ). Sobre J u an Bau tista Valen zu ela Velázqu ez (Cu en ca, 1574-Salam an ca, 1645), obispo
de ésta ú ltim a sede dese 1643 h asta su m u erte, pu ede verse Alessan dra GIULIANI, «En tre
práctica foren se y cu ltu ra h u m an ista : u n a prim era aproxim ación a J u an Bau tista Valen zu ela
Velázqu ez (1575-1645)», R es Publica Litterarum , 13, 20 0 8 (= Su plem en to m on ográfico
Tradición Clásica y Un iv ersidad), p. 3-10 .
10 El códice presen ta otra an otación in teresan te para su h istoria, escrita en alem án en dos
redaccion es, u n a en el fol. 136vº , y otra, qu e es u n a copia en lim pio am pliada de la preceden te,
en el recto de la prim era gu arda volan te fin al, la cu al dice : «Diese H an dschrift w urde im Jahre
18 45 v on ein em Deutshcen Gelehrten Dr. W ilhelm Gotthold H ein e [sic] k aus Berlin (geb. den
9 den Jun y 18 19, gest. den 22 M arz 18 48 ) in Span ien aufgefun den un d 18 46 n ach Deutschlan d
gebracht. G. H ein e slarb in Tolge ein es Schussw un de die er am 18 ten M arz 18 48 in Berlin
w ähren d der dodigen R ev olution erhielt». En la m ism a plan a, u n a m an o distin ta ofrece la
sigu ien te tradu cción : «Este m an u scrito fu e h allado [post corr., prius com prado scr.] en
Españ a [add. supra l.] el añ o de 18 45 por u n sabio viajero alem án , el Doctor Gu illerm o
Gotth oldo [add. supra l.] H eyn e de Berlín (n ació el 9 de J u n io de 18 19 y m u rió el 22 de Marzo
de 18 48 ) y traído a Alem an ia el añ o de 18 46. Mu rió en con secu en cia de u n tiro qu e le pegaron
du ran te la revolu ción en Berlín , el día 18 de m arzo de 18 48 » ; esta tradu cción vien e firm ada
por Em ilio H ü bn er y posiblem en te se h izo con ocasión de su paso a la Real Academ ia de la
H istoria. Un a vez m ás fu e el celo de Gayan gos el qu e perm itió qu e regresase a Españ a ese
volu m en , cedido por los padres del m alogrado eru dito alem án en 18 52 (vid. BONILLA, art. cit.,
p. 163-164, y Georges CIROT, «La Ch ron iqu e Léon aise (Mss. A 18 9 et G1 de la R. Academ ia de
la H istoria», Bulletin H ispan ique, 13 (1911), p. 133-156 y 38 1-439, p. 144).
11 A ju zgar por el resto de la cu bierta de pergam in o qu e se con serva adh erido al plan o an terior
de la actu al cu bierta (fru to de u n a restau ración recien te), el volu m en facticio podría h aberse
en cu adern ado así a lo largo del siglo XVI, en fech as n o m u y posteriores a su elaboración ,
au n qu e en prin cipio tam poco podría descartarse qu e dich a en cu adern ación sea coetán ea de su
adqu isición por el eru dito don Lu is de Salazar y Castro (1658 -1734), a cu ya biblioteca
perten ecía. Sin em bargo, h ay sólidos in dicios in directos de qu e la prim era opción es la correcta
(véase la n ota 19).
12 Véase la edición de Lu is CH ARLO BREA, in : Chron ica H ispan a saeculi X III, Tu rn h ou t,
Brepols, 1997 (Corpu s Ch ristian oru m : Con tin u atio Mediaeu alis, 73), p. 7-118 , p. 11-19. Sobre
su cron ología y au toría es in dispen sable In és FERNÁNDEZ-ORDÓÑEZ, « La com posición por
etapas de la Chron ica latin a regum Castellae (1223-1237) de J u an de Soria », e-Span ia, 2,
décem bre 20 0 6, h ttp :/ / e-span ia.revu es.org/ in dex28 3.h tm l.
13 Fran cisco de BERGANZA, An tigüedades de Españ a, propugn adas en las n oticias de sus
rey es y con des de Castilla la Vieja : en la historia apologética de R odrigo Díaz de Biv ar, dicho el
Cid Cam peador, y en la corón ica del R eal M on asterio de San Pedro de Cardeñ a, 2 vol.,
Madrid : Fran cisco del H ierro, 1719-1721, I, p. 175.
14 Lu is de SALAZAR Y CASTRO, «Cen su ra», en BERGANZA, I, fol. 2¶ 3rº -4vº .
15 El ladillo pasó a la perdida copia realizada por el eru dito aragon és Man u el Abella y se
con serva en la qu e se sacó de la m ism a y h oy se cu stodia en la British Library,
Ms. Egerton 1125 (v id. L. CH ARLO, ed. cit., p. 24-25).
16 Georges CIROT, «Un e ch ron iqu e latin e in édite des Rois de Castille (1236) : (Ms. G 1 de la
R. Academ ia de la H istoria)», Bulletin H ispan ique, 14, 1912, p. 30 -46, p. 35-38 ; cf. tam bién L.
CH ARLO, ed. cit., p. 24, y J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. XVI - XVII .
17 Sobre este códice (C en su n otación ) pu ede verse adem ás E. FALQUE, Chron icon m un di,
p. CXX- CXXI .
18 J osé SOTO VÁZQUEZ y Ram ón PÉREZ PAREJ O, «Testim on ios in éditos y perdidos del
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doctor Galín dez de Carvajal», Lem ir, 13 (20 0 9), p. 33-41 ; cf. CarlosALVAR y J osé Man u el
LUCÍA (eds.), Diccion ario filológico de literatura m ediev al españ ola : Textos y tran sm isión ,
Madrid : Castalia, 20 0 2, p. 18 3, 535-536 y 541-549.
19 J . SOTO VÁZQUEZ y R. PÉREZ PAREJ O, art. cit., p. 36 pien san qu e la biblioteca de
Galin do de Carvajal pasó a la de Pon ce de León , obispo de Plasen cia de 1559 a 1573, pero la
copia de m s. BRAH 9/ 451 (o, m en os verosím ilm en te, de su m odelo) qu e se h izo por su en cargo
(h oy m s. Esc. f- I -18 ) revela, por el con trario, qu e ju stam en te él n o poseía tales volú m en es (cf.
G. CIROT, «Un e ch ron iqu e latin e…», p. 36, y Ru dolf BEER, H an dschriften schätze Span ien s,
Wien : Kaiserlich e Akadem ie der Wissen ch aften , in Com ission bei F. Tem psky, 18 94, p. 18 4).
Se h a de n otar qu e en la biblioteca del Escorial se con servaba otro códice, «in folio, scriptu ra
recen ti», con el m ism o con ten ido qu e h oy día presen ta S, el cu al in gresó en 1576 con otros
en tregados por orden de Felipe II, segú n con sta en el in ven tario h ech o ad hoc. En opin ión de
Ram ón MENÉNDEZ PIDAL, La Españ a del Cid, 2 vol., Madrid : Plu tarco, 1929, II, 90 2 ; 7.ª
ed., Madrid : Espasa-Calpe, 1969, II, p. 90 7, se trataba del m ism o m s. S, qu e h abría pasado de
los fon dos del Escorial a los particu lares de Salazar y Castro, a lo qu e plan tean fu n dadas
objecion es J . M. RUIZ ASENCIO e I. RUIZ ALBI, ed. cit., p. 43-44, qu ien es, a su vez,
con sideran qu e ese m an u scrito perdido (qu izá en el in cen dio de 1671) sería u n a copia de I
h ech a en León por en cargo de Am brosio de Morales. Sin em bargo, ten ía razón don Ram ón al
relacion arlo con S, con cu yo con ten ido coin cide. Sin du da, se trataba del volu m en parejo de
Esc. f-1-18 , es decir, u n a copia del m s. S h ech a por en cargo de Pon ce de Léon , cu ya biblioteca o
al m en os parte de ella debió de adqu irir el rey tras su m u erte. Por otro lado, esto con firm a qu e
la actu al form a facticia de S es, com o apu n taba arriba, bastan te an tigu a.
20 G. CIROT, «Un e ch ron iqu e latin e…», p. 34.
21 Vid., respectivam en te, J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. XVII - XXII , y E. FALQUE, H istoria
R oderici, p. 29-31.
22 Cf. J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 220 y 248 .
23 J . M. RUIZ ASENCIO e I. RUIZ ALBI, ed. cit., p. 44-47
24 Iren e RUIZ ALBI, «Los códices de la H istoria R oderici y su s relacion es», en : Qan biy atur /
Cam pidoctor : El Cid en las fuen tes árabes y latin as de la Edad M edia, ed. Alberto Mon tan er,
Bu rgos : In stitu to Castellan o y Leon és de la Len gu a [en pren sa].
25 Se trata del m s. 225 de la Biblioteca Un iversitaria de Zaragoza, en cu adern ado en pergam in o
en el siglo XVI. En el lom o con sta u n títu lo, h oy parcialm en te tapado por el teju elo :
«Su [ccession ]es Regu m h ispan iaru m » (figu ra 16), m ien tras qu e en el an verso de la gu arda
volan te in icial (en papel verju rado, de la m ism a época qu e las cu biertas) aparece la in dicación
en letra h u m an ística cu rsiva «Libro Delas an tigu e| Dades De Españ a y De | los Reyes Della», y
debajo el ex libris au tógrafo «Ex Biblioteca Doctoris Villar» (figu ra 17). Se trata de u n
ju riscon su lto aragon és (1560 -1625), con ocido tam bién com o el Regen te Villar, por h aberlo
sido del Con sejo de Aragón bajo Felipe III y Felipe IV (v id. Alberto MONTANER, «Un
Lu garten tien te del J u sticia de Aragón y su obra h istórica : Migu el Martín ez del Villar», in :
Séptim o En cuen tro de Estudios sobre el Justicia de Aragón : Zaragoza, 8 de m ay o de 20 0 6,
Zaragoza : El J u sticia de Aragón , 20 0 6, p. 111-130 ).
26 Lo edita Lou is COOPER, El Liber regum : Estudio lin güístico, Zaragoza : In stitu ción
«Fern an do el Católico», 1960 . Georges MARTIN, op. cit., p. 29, lo con sidera u n a segu n da
redacción de ca. 1210 , m ien tras qu e D. CATALÁN, La épica españ ola…, p. 124, cree qu e
sim plem en te experim en tó u n as leves actu alizacion es, lo qu e parece m ás acorde con el
tratam ien to de este tipo de obras.
27 Es la versión editada por An ton io UBIETO, «Corón icas» n av arras, 2ª ed., Zaragoza,
An u bar, 198 9 (Textos Medievales, 14) ; véan se tam bién com o apén dice de J u an F. UTRILLA
(ed.), El Fuero Gen eral de N av arra : Estudio y edición de las redaccion es protosistem áticas
(Series A y B), Pam plon a : In stitu ción Prín cipe de Vian a, 198 7. Para la iden tificación de estas
corón icas con el Liber regum , véase UBIETO, ibídem , p. 13-15 ; MARTIN, op. cit., p. 30 -33, y
sobre todo CATALÁN, La épica españ ola…, p. 123-124.
28 Al m en os en las seccion es m ás vin cu ladas a n u estra agru pación h istoriográfica, au n qu e en
con ju n to su redacción pu ede h aberse exten dido por u n par de añ os m ás : «Esta obra n avarra
[el Liber regum ] fu e redactada desde 1194 (an tes de m orir San ch o VI de Navarra) a 1196 (añ o
del com ien zo del rein ado del “yn fan t don Pedro rey d’Aragon ”), segú n con firm an varios lím ites
cron ológicos y referen cias en los lin ajes qu e el libro con tien e» (Diego CATALÁN y En riqu e
J EREZ, «R odericus» rom an zado en los rein os de Aragón , Castilla y N av arra, Madrid :
Fu n dación Ram ón Men én dez Pidal, 20 0 5 (Fu en tes Cron ísticas de la H istoria de Españ a, 10 ),
p. 79 ; cf. para m ás detalles CATALÁN, La épica españ ola…, p. 124 y El Cid en la historia y sus
in v en tores, Madrid : Fu n dación Ram ón Men én dez Pidal, 20 0 2, p. 170 -171).
29 Vid. MARTIN, op. cit., p. 46-70 y 8 5 ; CATALÁN, La épica españ ola…, p. 126-127, y Alberto
MONTANER, «La batalla de Tévar», en : Actas del Con greso In tern acion al El Cid, Poem a e
H istoria (12-16 de julio, 1999), Bu rgos : Ayu n tam ien to, 20 0 0 , p. 353-38 2, p. 356-361, y (ed.)
Can tar de m io Cid, Barcelon a : Cen tro para la Edición de los Clásicos Españ oles ; Galaxia
Gu ten berg , 20 0 7 (Biblioteca Clásica, [1]), p. LXXXVII.
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30 Probablem en te el *Exem plar Pam pilon en sis n o rem on ta al m ism o m odelo qu e los dos
códices con servados, sin o a u n prototipo an terior, dado qu e, com o advirtió MENÉNDEZ
PIDAL, II, 915 (7.ª ed., II, p. 921), la gen ealogía del Cid en el Liber regum , 2, 4, perm ite salvar
u n a om issio ex hom oeteleuton qu e presen tan tan to I com o S en H istoria R oderici, I, 2, 3-4.
31 Bern ard F. REILLY, «Sou rces of th e Fou rth Book of Lu cas de Tu y’s Chron ocon m un di»,
Classical Folia : Studies in the Christian Perpetuation of the Classics, 30 (2), 1976, p. 127-137,
esp. p. 134-135. Expon e su s con clu sion es, sin pron u n ciarse claram en te sobre su propia
aqu iescen cia, FALQUE, Chron icon m un di, p. CII - CIII . En cam bio, en u n trabajo m ás recien te,
el m ism o Reilly parece dar por sen tado, en u n a som era relación de con ju n to de las fu en tes del
Tu den se, qu e la Chron ica N aiaren sis es u n a de ellas (REILLY, «Bish op Lu cas of Tú y an d th e
Latin Ch ron icle Tradition in Iberia», Catholic H istorical R ev iew , 93, 20 0 7, p. 767-78 8 , p. 778 ).
32 Fran cisco BAUTISTA, «Pseudo-historia y leyen da en la historiografía medieval : La Condesa
Traidora», in : El relato historiográfico : textos y tradiciones en la España m edieval, ed. Francisco
Bautista, London : Queen Mary College, University of Lon don, 2006 (Papers of th e Medieval
Hispan ic Research Seminar, 48), p. 59-10 1, p. 76-77.
33 J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXII - LXXXIII ; v id. adem ás J u an GIL, «La h istoriografía», en
H istoria de Españ a de M en én dez Pidal, X I :La cultura del rom án ico (siglos X I al X III) : Letras,
religiosidad, artes, cien cia y v ida, coord. Fran cisco López Estrada, Madrid : Espasa Calpe,
1995 ; 3.ª ed. 20 0 1, p. 2-112, p. 15-17 y 8 9-91, y E. FALQUE, Chron icon m un di, p. XXII - XXV.
34 J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXX. Com o señ ala E. FALQUE, Chron icon m un di, p. XLV, «En
cu an to al orden segu ido […], es el m ism o en qu e aparecen estas obras m en ores isdorian as en
la Crón ica N ajeren se». Podría in dicarse tam bién qu e tan to el au tor de ésta com o don Lu cas
in tercalan en el cu erpo de las h istorias isidorian as diversas n oticias tom adas de la H istoria
scholastica de Pedro Com éstor, pero, dada la ín dole y difu sión de esta obra, su
aprovech am ien to podría h aberse produ cido de form a in depen dien te y, en todo caso, los
añ adidos n o siem pre coin ciden (cf. E. FALQUE, Chron icon m un di, p. XXXVI - XXXIX). No
obstan te, y a la vista de los dem ás factores an alizados, coin cido con J . GIL, art. cit., p. 15,
cu an do señ ala qu e «La am algam a [de la Crón ica N ajeren se] com ien za con la gran crón ica del
m u n do isidorian a, com pletada con n oticias tom adas de Pedro Com éstor, sen tan do el
preceden te qu e va a im itar Lu cas de Tu y».
35 Señ alada ya por J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXIII .
36 E. FALQUE, Chron icon m un di, p. LVIII . La fu en te con creta del Tu den se es el Liber Itacii en
la versión pelagian a, en cu yo corpu s, n o obstan te, ocu pa u n lu gar distin to, cf. J . GIL, art. cit.,
p. 5-6.
37 Adviértase qu e la Chron ica Alben den sia, III, in clu ye tam bién u n catálogo de sedes
episcopales, pero es u n a relación m u ch o m ás escu eta, situ ada en la parte geográfica y n o
h istórica de la m ism a, y com pletam en te ajen a al relato de la su pu esta división de Wam ba. Por
su parte, la H istoria Pseudo-Isidorian a in clu ye u n a lista sem ejan te a ésta al n arrar el rein ado
del em perador Con stan tin o ; v id. J u an GIL, J osé Lu is MORALEJ O y J u an I. RUIZ DE LA
PEÑA (eds.), Crón icas Asturian as : Crón ica de Alfon so III (R oten se y «A Sebastián »), Crón ica
Albelden se (y «Profética»), Oviedo : Un iversidad, 198 5, p. 91.
38 Por ello m ism o, n o creo qu e in valide u n a posible relación en tre am bas obras el caso
com en tado por E. FALQUE, Ch ron icon m u n di, p. xxviii- xxx, segú n la cu al el pasaje de IV, 31 :
«Legion e u ero eo con seden te cu m San cia regin a n u n ciu s u en it qu od Aceyfa cu m gran di
exercitu Mau roru m properabat ad Castellam » (cf. IV, 32 : «Postea Aceyfa ad ripam flu m in is
Tu rm i u en it et ciu itates desertas ibidem popu lau it»), deriva directam en te de la H istoria
Silen se, ed. Fran scisco San tos Coco, Madrid : Cen tro de Estu dios H istóricos, 1921, p. 52 :
«Postea secu n do m en se azeyph am ad ripam Tu rm i ire disposu it et ciu itates desertas ibidem
popu lau it», en lu gar de basarse en la versión pelagian a de la Crón ica de Sam piro, 23 : «Dein de
post IIos m en ses azeiph am , id est exercitu s, ad ripam Tu rm i ire disposu it et ciu itates desertas
ibidem popu lau it» (en J u sto PÉREZ DE URBEL, Sam piro : Su crón ica y la m on arqu ía leon esa
en el siglo X, Madrid : Escu ela de Estu dios Medievales, CSIC, 1952, p. 327), o en la Ch ron ica
Naiaren sis, II, 29 : «Postea secu n do m en se azeyph am , id est exercitu s, ad ripam Tu rm i ire
disposu it et ciu itates desertas ibidem popu lau it». A ju icio de Falqu e, de h aber ten ido a la vista
u n a de estas version es, el Tu den se n o h abría in cu rrido en el error de con vertir Aceyfa en u n
n om bre propio (se trata, en efecto, de u n préstam o del árabe an dalu sí aáyfa ‘veran o ; época de
la cosech a’ y ‘expedición estival del ejército’). Posiblem en te ten ga razón , pero n o pu ede
descartarse la idea de qu e el cu m gran di exercitu del Tu den se respon da a u n a h ipercorrección
sobre el id est exercitu s de la glosa in corporada a las dos ú ltim as version es (qu izá por la m ala
lectu ra de u n a abreviatu ra de id est com o idem ). En cu an to al postea de IV, 32, perm ite
descartar el Sam piro pelagian o a favor de algu n a de las otras fu en tes, lo qu e, de adm itirse la
con jetu ra previa, con du ciría directam en te a la Chron ica N aiaren sis.
39 Com o señ ala E. FALQUE, Chron icon m un di, p. LX, «cron ológicam en te le correspon dería ir
delan te de la H itación o div isión de W am ba, qu e se su pon e h ech a por este rey a si regreso de la
Galia».
40 Com o ya n otó J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXIV.
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41 Bien es verdad qu e la H istoria W am bae aparece tam bién en el Liber Chron icarum de
Pelayo de Oviedo, pero allí lo h ace al fin al de las historiae m in ores isidorian as (cf. J . GIL, art.
cit., p. 6).
42 B. SÁNCH EZ ALONSO (ed.), Crón ica del obispo don Pelay o, Madrid : H ern an do, 1924,
p. 8 6-8 7 (= Chron icon M un di, IV, 69) y 8 0 -8 1 (= IV, 70 , a partir de la lín ea 7). E. FALQUE (ed.
cit., p. 30 3-30 4) señ ala en su aparato de loci sim iles la correspon den cia con el texto pelagian o,
pero n o la proceden cia del in jerto sobre la tom a de Toledo.
43 Esto ú ltim o lo señ aló ya J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 261.
44 Vid. Alberto MONTANER y Án gel ESCOBAR (eds.), Carm en Cam pidoctoris o Poem a
Latin o del Cam peador, Madrid : Sociedad Estatal Españ a Nu evo Milen io, 20 0 1, p. 94-97, y
abajo la n ota 66.
45 Cf. J u lio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, R epoblación de Castilla La N uev a, 2 vol., Madrid :
Un iversidad Com plu ten se, 1975, I, p. 77-79. Nin gu n a de las in dicacion es an alísticas con ocidas
por el Tu den se coin ciden con su texto, n o sólo las castellan as, tam poco la de la Chron ica
gothorum o An n ales Portugalen ses v eteres (cf. Pierre DAVID, Études historiques sur la Galice
et le Portugal du VI e au X II e siècle, Lisboa : Portu gália ; Paris : Les Belles Lettres, 1947, p. 299).
46 J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. 63 ; E. FALQUE, Chron icon m un di, n o recoge este detalle en su
aparato crítico.
47 Vid. J u an FERNÁNDEZ VALVERDE y J u an An ton io ESTÉVEZ SOLA (eds.), R oderici
X im en ii de R ada Opera om n ia, pars III : H istoriae m in ores; Dialogus libri v ite, Tu rn h ou t :
Brepols, 1999 (Corpu s Ch ristian oru m : Con tin u atio Mediaeu alis, 72c), p. 54.
48 Me baso en Pru den cio de SANDOVAL, H istoria de los R ey es de Castilla y de León , don
Fern an do el M agn o, prim ero de este n om bre, in fan te de N av arra; Don San cho, que m urió
sobre Zam ora; Don Alon so, sexto de este n om bre, Pam plon a : Carlos de Labayen , 1615 ; reed.
Madrid : Ben ito Can o, 1792, p. 296 ; FLÓREZ, R ey n as Cathólicas :H istoria gen ealógica de la
Casa R eal de Castilla y León , 2 vol., Madrid : An ton io Marín , 1761, I, p. 211 ; J u an Fran cisco de
MASDEU, H istoria crítica de Españ a y de la cultura españ ola, 20 vol., Madrid : San ch a,
178 3-18 0 5, vol. IX, p. 10 3, n ú m . XLI .5, y J osé María Qu adrado, Españ a, sus m on um en tos y
arte - su n aturaleza e historia : Asturias y León , [ed. rev.], Barcelon a : Cortezo, 18 8 5, p. 494. Al
igu al qu e en otros epígrafes sepu lcrales de San Isidoro de León , la in scripción recorrería el
perím etro de la losa, por lo qu e n o h ay segu ridad sobre la partición de lín eas, qu e sólo señ alan
San doval y (con otra división ) Masdeu , pero qu e en n in gú n caso correspon de a dich a
disposición . No obstan te, m e aten go a la del prim ero, pu es resu lta arriesgado propon er
cu alqu ier otra. Es tam bién lo m ás probable qu e don de las fu en tes leen Æ , el epígrafe ofreciese
E.
49 B. SÁNCH EZ ALONSO (ed.), Crón ica del obispo don Pelay o, Madrid : H ern an do, 1924,
p. 8 7.
50 An a SUÁREZ GONZÁLEZ, «¿Del pergam in o a la piedra? ¿de la piedra al pergam in o? (en tre
diplom as, obitu arios y epitafios m edievales)», An uario de Estudios M ediev ales, 33 (1), 20 0 3,
p. 365-415, p. 40 9-410 ; Rocío SÁNCH EZ AMEIJ EIRAS, «Th e Even tfu l Life of th e Royal
Tom bs of San Isidoro in León », in : Th erese MARTIN y J u lie A. H ARRIS (eds.), Church, State,
Vellum , an d Ston e : Essay s on M ediev al Spain in H on or of John W illiam s, Leiden : Brill,
20 0 5, p. 479-520 , p. 495-496.
51 En la m ism a lín ea se sitú a, a m i ju icio, la coin ciden cia en tre la Chron ica N aiaren sis y el
apócrifo epitafio isidorian o del in fan te García, la cu al h a sido señ alada por F. BAUTISTA,
«Gen ealogía y leyen da…», pero in terpretán dola en sen tido con trario (el in flu jo del epitafio
sobre la crón ica), lo qu e resu lta m u y poco probable, dada la obvia in spiración h istoriográfica de
toda esta serie de epitafios ; cf. Alberto MONTANER, «La m ora Zaida, en tre h istoria y leyen da
(con u n a reflexión sobre la técn ica h istoriográfica alfon sí)», en : H istoricist Essay s on H ispan o
M ediev al N arrativ e in M em ory of R oger M . W alk er, Lon don , Man ey Pu blish in g for th e
MH RA, 20 0 5 (Pu blication s of th e Modern H u m an ities Research Association , 16), p. 272-352,
p. 292-294.
52 Ya h abía apu n tado en esa dirección J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 20 0 -20 1.
53 «Docu m en tos de la época de D. Alfon so el Sabio», en M em orial H istórico Españ ol, 1, 18 51,
p. 1-344, p. 258 , n ú m . CXVIII.
54 Vid. J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 20 1-20 2, y lo dich o abajo en la n ota 68 .
55 Lo h a advertido ya Carlos M. REGLERO DE LA FUENTE, Clun y en Españ a : Los prioratos
de las prov in cias y sus redes sociales (10 73-ca. 1270 ), León : Cen tro de Estu dios e
In vestigación «San Isidoro», 20 0 8 , p. 134.
56 Ram ón MENÉNDEZ PIDAL, R eliquias de la poesía épica españ ola, Madrid : Espasa-Calpe,
1951 ; reim p. con in trod. de Diego Catalán , Madrid : Gredos, 198 0 , p. XLI - XLII , y 1992 :
540 -41) ; J . GIL, art. cit., p. 18 ; D. CATALÁN, La épica españ ola…, p. 144-145, 30 2-30 3 y
497-499.
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57 Alberto MONTANER, «La h u ida de Vellido, ¿por las pu ertas o el postigo? (o De la Chron ica
N aieren sis y las fu en tes alfon síes)», in : Actas del X Con grés In tern acion al de l’Associació
H ispàn ica de Literatura M ediev al (Alacan t, 16-20 de setem bre de 20 0 3), Alacan t : In stitu t
In teru n iversitari de Filologia Valen cian a, 20 0 5 (Sym posia Ph ilologica), III, p. 1179-1197.
Añ ádase a los casos señ alados allí el pasaje de de laEstoria de Españ a relativo a la traición de
Ru eda, qu e aparece tan to en la Versión crítica : «E pu es qu e los Alu ofalac vio den tro, m en tió al
rrey don Alfon so de qu an to pu siera con él rey e los m oros qu e estau an en las torres
com en çaron de apedrear e m atar en ellos ; е m irieron y m u ch os e m u rio el in fan te don
Rram iro e el con de don Gon çalo. E el rrey don Alfon so, con pesar desto, torn ose para su
posada m u ch o yrado» (Crón ica de Vein te R ey es, ed. César H ERNANDEZ ALONSO et al.,
Bu rgos : Ayu n tam ien to, 1991, p. 213a), com o en la San chin a : «Et pu es qu e ellos fu eron
den tro, m in tioles Alboffalac de qu an to pu siera con el rey ; et los m oros qu e estau an en las
torres com en çaron de darles a piedras et a apedrearlos, et m ataron y m u ch os dellos ; еt m u rio y
el in ffan t don Ram iro et el con de don Gon çalo. Qu an do esto u io el rey don Alffon so, ou o en de
m u y gran d pesar, et torn ose a la posada m u y yrado et m u y san n u do» (Prim era Crón ica
Gen eral de Españ a, ed. Ram ón MENENDEZ PIDAL, 2 vol., Madrid : Gredos, 1955,
p. 535b-536a). Esta n oticia se basa claram en te en la H istoria R oderici, 18 : «At u bi in gressi
su n t, dolu s et proditio Albolfalac statim cogn ita u idetu r. Milites au tem et pedites, qu i
cu stodieban t castru m , percu sseru n t prin cipes im peratoris lapidibu s et saxis et m u ltos de illis
n obilibu s occideru n t. Im perator au tem recepit e< os> < et> reu ersu s est ad su a castra n im iu m
tristis», por lo cu al MENÉNDEZ PIDAL, La Españ a del Cid, II, 924 (7.ª ed., II, 930 ), pen só qu e
en este caso la versión alfon sí perm itía salvar la om isión de los n om bres de los fallecidos,
com ú n a I y a S (su pu esta lagu n a qu e n o adm ite E. FALQUE, H istoria R oderici, p. 56). No
obstan te, dado qu e n o h ay n ada en el texto qu e la biografía latin a qu e den u n cie u n a om isión ,
m ien tras qu e ese dato es proporcion ado por la Chron ica N aiaren sis, III, 20 : «In ter h ec era
MCXXIª m issi su n t ab eo ad recipien dam Rodam , qu am rex ei dan dam prom iserat in dolo,
in fan s Ran im iru s Aldefon si regis con san gu in eu s germ an u s, Garsie Pam pilon en sis regis filiu s
et com es Gu n dissalu u s et m u lti alii de n obilioribu s Castelle. Qu i frau de parata cu m diu isim
u n u s post aliu m in troiren t, om n es fere ibidem in terfecti su n t. In de du cti, Ran im iru s in ecclesia
San cte Marie Naieren sis [...] iu xta patrem a dextero latere requ iescit. Com es u ero
Gu n dissalu u s et alii apu d On iam su n t sepu lti», parece preferible su pon er qu e en este pu n to se
sigu ió su texto, au n qu e sin añ adir el detalle sobre las sepu ltu ras.
58 R. MENÉNDEZ PIDAL, La Españ a del Cid, II, p. 90 3 (7.ª ed., II, p. 90 8 ).
59 La su pu esta lagu n a de H istoria R oderici, 13 (= Prim era Crón ica Gen eral, p. 534b ; Crón ica
de Vein te R ey es, p. 211a-b)n o es tal (Alberto MONTANER, «El u so textu al de la tradición
in directa (H istoria R oderici, § 13 y Can tar de m io Cid, v. 14b)», en : Studia in hon orem Germ án
Ordun a, ed. Leon ardo Fu n es y J osé Lu is Mou re, Alcalá de H en ares : Un iversidad, 20 0 1,
pp. 439-461). La de H R , 18 (= PCG, p. 536a, CVR , p. 213a) ya se h a com en tado en la n ota 57.
La de H R , 41 (= PCG, p. 564b, CVR , p. 226b) es en realidad u n a adición basada en el episodio
de Tévar en el Can tar de m io Cid, v. 10 10 (cf. vv. 3194-3195). La de H R , 51 (= PCG, p. 564b,
CVR , p. 226b) es obviam en te u n a expan sión cron ística.
60 Las m ás segu ras son la om issio ex hom oetoleuton de H istoria R oderici, 7, lín ea 6 (=
Prim era Crón ica Gen eral, p. 522a ; Crón ica de Vein te R ey es, p. 20 4a) ; la lección Belsaldon
(lege Besaldon , es decir, Besalú ) por el Usason de IS en H R , 14, 3 (= PCG, p. 535a, CVR ,
p. 211b) y la adición de M artos en H R , 44, 16 (= CVR , p. 229a). Posiblem en te tam bién la
lectu ra Deus de Bern alt(e) (lege Deu sdedit Bern alt, vid. R. MENÉNDEZ PIDAL, La Españ a del
Cid, II, p. 944, y m ejor en 7.ª ed., II, p. 948 ), en lu gar de dom n o Beren gario en H R , 42, 10 (=
PCG, p. 564a, CVR , p. 226b). Respecto de la presu m ible lagu n a de H R , 49, relativa a la
expedición de Alfon so con tra Valen cia y Tortosa en 10 92, n o está claro si CVR , p. 229b, la su ple
a partir de u n texto m ás com pleto de la biografía latin a o, com o con jetu ró el m ism o
MENÉNDEZ PIDAL, La Españ a del Cid, 7.ª ed., I, p. 416-418 y II, p. 775-779, de u n a fu en te
árabe, lo qu e, por el grado de detalle sobre la colaboración gen ovesa y pisan a en la cam pañ a
parece m ás probable.
61 A. UBIETO, «Corón icas» n av arras, ed. cit., § 2.25, p. 48 ; G. MARTIN, Les juges de
Castille, op. cit., p. 65.
62 Para la cron ología de la redacción origin al, véase J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 196-198 ;
para la de la versión retocada, p. 225-226. F. BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da…», expon e la
plau sible con jetu ra de qu e el Ordo regum N aiaren sis se elaborase en los con vu lsos m om en tos
de la secesión de Navarra tras la m u erte de Alfon so I el Batallador, en torn o a 1134-1135,
au n qu e desde u n a óptica castellan a y n o n avarra.
63 Vid. Iren e ZADERENKO, «El procedim ien to ju dicial de riepto en tre n obles y la fech a de
com posición de la H istoria R oderici y el Poem a de m io Cid», R ev ista de Filología Españ ola, 78 ,
1998 , p. 18 3-94 ; MONTANER y ESCOBAR, Carm en Cam pidoctoris, p. 8 4-8 6, y, con m ás
detalle, H im n o del Cam peador (Carm en Cam pidoctoris), Bu rgos, In stitu to Castellan o y
Leon és de la Len gu a,[en pren sa], § I.2.b.
64 Vid. J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., LXX- LXXIX. La obra se con clu yó, segú n parece, en 1173, au n qu e
el m an u scrito m ás an tigu o con servado es de 118 3. En todo caso, dado qu e Pedro Com éstor
falleció en 1179 ó 118 0 , la obra ten ía qu e estar con clu ida para en ton ces. Con tan do con u n cierto
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tiem po para su llegada a territorio h ispán ico, el m argen establecido para su con ocim ien to por el
au tor de la Chron ica N aiaren sis parece bastan te razon able (cf. MONTANER y ESCOBAR,
Carm en Cam pidoctoris, p. 93).
65 D. CATALÁN, La épica españ ola…, p. 8 65-8 69 señ alo ya qu e el in flu jo de las *Efem érides
R iojan as postu laba u n a fech a posterior a 1177, qu e correspon dería a la m ás recien te de las
n oticias qu e tran sm ite, la tom a de Cu en ca. Un estu dio m ás detallado de Fran cisco BAUTISTA,
«La prim itiva h istoriografía castellan a : sobre la tradición an alística» [en preparación ], perm ite
retrasar la elaboración de las m ism as a ca. 1190 (véase la figu ra 19). En gen eral, cabría objetar
qu e el argu m en to es in teresan te, pero problem ático, h abida cu en ta de la progresiva
actu alización de este tipo de fu en tes. Por otro lado, la razon able propu esta de BAUTISTA se
su bordin a a su vez a la datación de la Chron ica N aiaren sis, de m odo qu e basarse en ella en este
pu n to con du ciría a u n a argu m en tación circu lar.
66 Vid. MONTANER y ESCOBAR, Carm en Cam pidoctoris, p. 8 4-8 6, y, con m ás detalle,
H im n o del Cam peador, § I.2.c. Fran cisco BAUTISTA, «San ch o II y Rodrigo Cam peador en la
Chron ica N aieren sis», in clu ido en este m ism o n ú m ero de e-Span ia, pon e algu n os reparos a los
argu m en tos en pro de este in flu jo expu estos en 1993 y si bien en algu n os aspectos n o le falta
razón , se h a de su brayar qu e las con exion es estilísticas privativas de estas dos com posicion es
in dican qu e, si n o in flu yó u n a sobre otra (com o segu im os creyen do y así lo defen dem os en la
n u eva edición ), al m en os am bas se com pu sieron en el m ism o en torn o. H abida cu en ta de qu e
la H istoria R oderici h abría aprovech ado sin du da las n oticias cidian as de la Chron ica
N aiaren sis, resu lta lógico su pon er la prelación cron ológica de aqu élla, por lo qu e su fech a de
redacción sigu e, en cu alqu ier caso, ofrecien do u n term in us post quem a la de ésta. Por otro
lado, el m ism o F. BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da…», n . 10 3, añ ade otros argu m en tos qu e
afian zan la datación de la crón ica en 1190 .
67 C. M. REGLERO DE LA FUENTE, op. cit., p. 134.
68 Es posible qu e el códice se en con trase ya en la localidad riojan a a com ien zos del siglo XI,
pero esto sólo pu ede asegu rarse con certeza a partir de 10 76, en qu e se añ ade u n a n oticia
an alística relativa a la localidad riojan a (J . M.ª LACARRA, art. cit., p. 195-196). En cu an to a su
traslado a Roda, se ign ora el m om en to exacto, au n qu e, a ten or de su in flu en cia sobre la
h istoriografía n ajeren se aqu í an alizada, debió de produ cirse ú n icam en te a fin es del siglo XII o
prin cipios del XIII. Es sabido qu e al fin al de u n breviario de la catedral de Roda con clu ido en
1191 se in sertó el llam ado Chron icon R oten se, cu ya parte in icial (h asta la m u erte de San ch o III
el Mayor) se basa se basa en el In itium R egum Pam pilon ae, prolon gado con la gen ealogía de
los reyes aragon eses en u n bloqu e qu e llega h asta la m u erte de Alfon so I en 1134, m ás otro qu e
alcan za h asta J aim e I (en tron izado en 1213), cu ya m u erte en 1276 se añ adió, al parecer,
posteriorm en te (ibídem ,p. 20 1-20 2). El term in us post quem de 1191 para este Chron icon
resu lta con gru en te con lo aqu í plan teado. No obstan te, F. BAUTISTA, «Gen ealogía y
leyen da…», con sidera qu e el bloqu e qu e con clu ye en 1134 fu e redactado en Roda ya por esas
fech as, lo qu e adelan taría en casi dos tercios de siglo la llegada del m an u scrito. No obstan te,
au n qu e la h ipótesis de BAUTISTA es su geren te y n o carece de fu n dam en to, la datación de la
presen cia del códice en Roda h acia 1135-1136 n o deja de basarse en u n a in terpretación del
sen tido político de la sección qu e acaba en Alfon so I qu e, au n qu e tien e sen tido, tam poco es
segu ra (a fin de cu en tas, para su sten tar la reivin dicación aragon esa, h u biese sido m ás lógico
in clu ir tam bién a Ram iro II). En todo caso, de aceptar esta explicación , h abría qu e su pon er qu e
se h izo u n a copia del Codex R oten sis y se qu edó en Nájera, lo qu e, por otro lado, n o sería tan
raro, pu es se con serva otra copia del m ism o tam bién del siglo XII (m s. BNM 8 8 31), au n qu e
ésta ju stam en te n o con tien e los textos específicam en te n avarros (cf. J . M.ª LACARRA, art. cit.,
p. 20 1).
69 Para estos aspectos, véase F. BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da…».
70 Vid. MONTANER y ESCOBAR, Carm en Cam pidoctoris, p. 8 1-8 3, para la segu n da, y J . A.
ESTÉVEZ, ed. cit., p. XXIX- XXXIX, para la prim era. A la vista de la segu ra depen den cia de otros
datos de la Chron ica N aiaren sis de m ateriales del Codex R oten sis, la idea com ú m en te aceptada
de qu e aqu élla se base para la Chron ica Adefon si III en u n m an u scrito distin to de éste, qu e
reflejaría u n a versión con tam in ada de am bas ram as de la tradición o bien u n estado previo de
la m ism a com ú n al texto roten se y al n ajeren se, parece difícilm en te sosten ible. Pu estos a
explicar las flu ctu an tes con cordan cias de la Chron ica N aiaren sis, resu lta lógico pen sar qu e
qu ien produ jo esa con tam in atio fu e su au tor, al preferir en ocasion es u n testim on io distin to
del qu e prin cipalm en te segu ía. Au n qu e Estévez (p. XXXVII ) opin a qu e este m odo actu ar resu lta
im propia de su redactor, el m ism o editor con stata qu e éste operó de tal m odo en el caso de las
H istoriae Gothorum , W an dalorum et Sueuorum de San Isidoro (p. XXVIII ).
71 Cf. F. BAUTISTA, «La prim itiva h istoriografía…» y «Gen ealogía y leyen da…», n . 57.
72 J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. XXIII - XXIX, LXIII , LXXXI , 3 y 8 4.
73 Com párese el In dex fon tium de J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. 18 7-18 8 , con la relación de
pasajes tran sm itidos por el Codex R oten sis en J . GIL, J . L. MORALEJ O y J . I. RUIZ DE LA
PEÑA, ed. cit., p. 90 .
74 Ram ón MENÉNDEZ PIDAL, «Relatos poéticos en las crón icas m edievales. Nu evas
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in dicacion es», R ev ista de Filología Españ ola, 10 (1923), p. 329-372, p. 330 -335. Acepta esta
proceden cia, pero con m atizacion es (relativas sobre todo al posible carácter clu n iacen se de su
au tor), C. M. REGLERO DE LA FUENTE, op. cit., p. 133-141 (véase tam bién su con tribu ción a
este m ism o n ú m ero de e-Span ia ,
h ttp:/ / e-span ia.revu es.org/ in dex18 162.h tm l .
75 G. MARTIN, op. cit., p. 91.
76 Com o señ ala F. BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da…», n . 10 3 : «la visión positiva qu e se da
de Aragón en la crón ica, com o com en to segu idam en te, sería difícilm en te esperable a partir de
1191, en qu e Alfon so II se coaliga con tra Castilla».
77 J . PRELOG, ed. cit., p. XXXI , al qu e design a com o N Dy describe así : «Deperditus N aieren sis,
vor 1232/ 33 zu datieren . Als Vorlage von M D [= m s. I] bezeu gt. Nach ein er eidlich en Au ssage
des Priors Rodrigo von San Zoilo stam m te N D au s Nájera (d. h . au s dem dortigen
Marien kloster) u n d wu rde n ich t frü h er als sieben J ah re vor der (1239 erfolgten )
Zeu gen befragu n g, also u m 1232/ 33, vom Sch reiber von M D kopiert». Com o es obvio por lo
dich o, n o con cu erdo con la posibilidad (plan teada en p. CCXXIX) de qu e ese Deperditus sea sólo
el an tígrafo directo de I, distin to del m odelo ú ltim o de S (G en su n otación ).
78 Para la recon stru cción de esta característica del m odelo de S, a la vista de la lon gitu d de
algu n as de las om ision es de texto en dich o m an u scrito, véan se G. CIROT, «La Ch ron iqu e
Léon aise», art. cit., p. 145-146, y con m ás detalle J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. XXI y LXXVIII . An tes
h e avan zado la posibilidad de qu e S depen diese del *Exem plar Legion en sis, lo qu e im pediría
iden tificar su an tígrafo con el Deperditus N aiaren sis. No obstan te, au n adm itien do esta doble
con jetu ra (la existen cia de dich o ejem plar y su paren tesco con S), el ejem plo qu e señ alo a
con tin u ación revela qu e, en caso de u n a filiación m ediata con el Deperditus, tales om ision es n o
se h abrían produ cido directam en te en S, sin o en su m odelo, m ien tras qu e I las presen ta en
m en or n ú m ero por ser u n a copia m ás cu idadosa. En su m a, au n qu e con las cau telas de rigor,
parece posible atribu ir la alu dida im pagin ación a dich o su barqu etipo.
79 Véan se, respectivam en te, Crón ica de Vein te R ey es, p. 20 4a, y Prim era Crón ica Gen eral,
p. 522a.
8 0 Su com posición pu ede verse en detalle en Z. GARCÍA VILLADA, art. cit. ; da u n a
caracterización sin tética J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXI .
8 1 Véase al respecto J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXV.
8 2 Cf. la con tribu ción de Alberto y Fern an do MONTANER a «Letters on “Man u script Cu ltu re
in Medieval Spain ”», La Corón ica, 27 (1), Fall 1998 , p. 162-18 2.
8 3 Sobre este aspecto, véase G. MARTIN, op. cit., p. 111-194.
8 4 A. UBIETO, ed. cit., p. 49. Versión del Codex Villaren sis, fol. [12]vº (L. COOPER, ed. cit.,
p. 31-32).
8 5 Para el su rgim ien to y desarrollo de la leyen da m edieval de Wam ba, véan se Diego
CATALÁN,De Alfon so X al Con de de Barcelos : Cuatro estudios sobre el n acim ien to de la
historiografía rom an ce en Castilla y Portugal, Madrid : Gredos, 1962, 357-360 ; CATALÁN y
J EREZ op. cit., p. 291-298 ; Aen gu s WARD, «“Yo u n o solo n on u alo m as qu e otro om n e” : el
rey Wam ba en la h istoriografía de la Baja Edad Media», e-Span ia, 5, ju in 20 0 8 , h ttp:/ / espan ia.revu es.org/ in dex11963.h tm l .
8 6 Com o señ ala A. WARD, art. cit., § 11, «De este breve repaso se pu ede con clu ir qu e h ay dos
n arracion es com pletas del rein ado de Wam ba : u n a basada en la H istoria de J u lián , a veces
com pletada con la Divisio Wam bae ; y otra, sin base h istórica algu n a, en la cu al u n a leyen da,
cu ya trayectoria pasa por la literatu ra clásica y la h istoriografía árabe, vien e a asociarse con la
figu ra de Wam ba, por m otivos ideológicos relacion ados con el equ ilibrio de poder en tre los
rein os cristian os pen in su lares en el siglo XIII».
8 7 Sobre la cu al, cf. Björn WEILER, «Th e R ex ren iten s an d th e Medieval Idea of Kin gsh ip, ca.
90 0 -ca. 1250 », Viator, 31, 20 0 0 , p. 1-42.
8 8 De fu n cion ar la h istoria de Wam ba com o prefigu ración in tern a en el Liber regum , lo h aría
en todo caso respecto de la elección de los ju eces de Castilla, cf. G. MARTIN, op. cit.,
p. 125-126.
8 9 Vid. GIL, MORALEJ O y RUIZ DE LA PEÑA, ed. cit., p. 34-36 y 8 8 -10 4 ; J . A. ESTÉVEZ, ed.
cit., p. LXXX- LXXXI .
90 La Chron ica N aiaren sis con oce el corpu s pelagian o, pero n o en la versión m ás elaborada
represen tada por el Liber chron icorum (tran sm itido por el m s. BNM 1513), com o señ ala J . A.
ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXI , sin o en u n a com pilación previa (con servada en varios códices, de
los cu ales el m ás an tigu o es el m s. BNM 1358 ), la cu al con tien e los An ales castellan os II, el
Chron icon irien se, y la propia Chron ica de don Pelayo , piezas todas ellas em pleadas en la
Najeren se (cf. ibídem , p. 18 6, 18 8 y 196-197). En cam bio, las varian tes propias del Liber
chron icorum , por ejem plo, las relativas al Arca San ta de Oviedo, n o se reflejan en n in gú n caso
en la crón ica n ajeren se y es segu ro qu e n o con oció esta com pilación ; cf. Fran cisco BAUTISTA,
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La «Estoria de Españ a» en época de San cho IV : Sobre los rey es de Asturias, Lon don : Qu een
Mary, Un iversity of Lon don , 20 0 6 (Papers of th e Medieval H ispan ic Research Sem in ar, 50 ),
p. 21-36.
91 J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXXXII ; v id. adem ás J . GIL, art. cit., pp. 5-10 .
92 Vid. J . A. ESTÉVEZ, ed. cit., p. LXIII - LXX.
93 Tén gase en cu en ta, n o obstan te, lo in dicado en la n ota 68 .
94 Véase al respecto el apartado prim ero de F. BAUTISTA, «Gen ealogía y leyen da…».
95 J u an FERNÁNDEZ VALVERDE, R oderici X im en ii de R ada Opera Om n ia, pars I : H istoria
de rebus H ispan ie siue H istoria Gothica, Tu rn h ou t : Brepols, 198 7 (Corpu s Ch ristian oru m :
Con tin u atio Medievalis,72), p. XXIX- XXXVII y 323-326. Dich o au tor con sidera tam bién la
Chron ica N aiaren sis com o u n a de las fu en tes de don Rodrigo (ibidem , p. XXXVIII - XXXIX), pero
n o adu ce pru ebas sólidas y, en con ju n to, parece u n a h ipótesis desestim able ; v id. F.
BAUTISTA, «Pseu do-h istoria y leyen da…», p. 78 , y «Gen ealogía y leyen da…» ; cf. A.
MONTANER, «La m ora Zaida…», p. 30 8 -310 ; «La h u ida de Vellido…», p. 118 3-118 5, y «El
Pen dón de San Isidoro o de Baeza : Su sten to legen dario y con stitu ción em blem ática»,
Ban deras : Boletín de la Sociedad Españ ola de Vexilología, vol. 111, ju n io de 20 0 9, [en pren sa].
Po u r cit e r ce t a r t icle
Référence électronique
Alberto MONTANER FRUTOS, « El proyecto historiográfico del Archetypum Naiarense »,
e-Spania, 7 | juin 2009, [En ligne], mis en ligne le 01 juillet 2009. URL : http://espania.revues.org/index18075.html. Consulté le 05 juillet 2009.
Au t eu r
Alberto MONTANER FRUTOS
Universidad de Zaragoza – GEMCEMYSO / GDRE AILP
Du m êm e auteur
La palabra en la ocasión [Texte intégral]
Alfonso V como rex facetus a través del Panormita
Paru dans e-Spania, 4 | décembre 2007
D r o it s d 'a u t eu r
© e-Spania
05/07/2009 15:14