JOSÉ M.'MONSALVO
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS
DE LA RECONQUISTA (PRIMERA MITAD S. VIII) EN
LA CRONÍSTICA CRISTIANA PLENOMEDIEVAL:
DE LA HISTORIA.'ILENSE A LA ESTORIA DE ESPAÑA
U PENíNS(IU EIV LA EDAD MEDIA
TREINTA AÑOS DESPUÉS
ESTUDIOS DEDICADOS A
JosÉ-Lurs ManrÍN
SE
PA RATA
EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
aQUTTAFUENTE, 1O5
O Ediciones Universidad de Salamanca y los autores
1." edición: diciembre, 2006. I.S.B.N.: 84-7800-411-4. Depósiro Legal: S. 1.660-2006
Ediciones Universidad de Salamanca . Apartado 325 . E-7IO9O Salamanca
Noras
soBRE Los PRTMERoS ESPACToS
DE LA REcoNqursrA
(pnmnA
MITAD s. vttt)
EN LA cnoNÍSTICA CRISTIANA PLENoMEDIEVAL:
DE LA Hnront,r.§¡¿¿xs¿ A LA Esront,q
op Esp,rñ,r
JosÉ M." MoNsarvo
U
niter¡idad
de Salamanca
Los cronistas de los siglos xtt-xIt decididos, por encargo o voluntad propia, a
completar la "Historia de España" o de los Godos constituyen una insigne fracción de la historiografía peninsular. El autor de la Hi¡toria Silense, el de la
Najerense, luego Lucas de Tiry, Jiménez de Rada y, finalmente, el llamado ntaller
historiográfico, de Alfonso X, autores a quienes nos referimos, marcaron auténticos hitos en el relato de la historia hispánica. Pero al rememorar los reinados y
hechos acaecidos varios siglos atrás, y en concreto las vicisitudes del reino de
Asturias o primeros territorios de la Reconquista, no pudieron soslayar el hecho
de estar transitando un camino que ellos no habían iniciado. Los cronistas estuvieron sometidos inevitablemente a la tensión que provocaba, por un lado, el peso
de la tradición textual con que se encontraron y, por otro lado, la exigencia de
actualizar o revisar el discurso cronístico en función de nuevas condiciones, el efecto del paso del tiempo, los intereses del presente, o el conocimiento de otras tradiciones literarias, cuando no sus propias inclinaciones personales o ideológicas.
Lo primero se concretaba en los textos de las Crdnicas Asturianas del siglo I& que
a su vez se remitían a la tradición gótico-isidoriana, y les empujaba a copiar, recopilar, compendiar con máximo respeto, las noticias heredadas. Lo segundo podía
afectar a su capacidad de matizar, corregir o reinventar parte de la tradición antigua. Hay que entender la producción cronística de esos autoresl inevitablemente
condicionada por esa tensión entre la reproducción del pasado que les fue trasmitida y Ia reescritura de ese mismo pasado desde su propia experiencia y conocimiento, varios siglos posteriores a los hechos narrados.
Se entenderá lo delicado que podía ser para cualquier autor de la época escorat
en exceso esa tensión en una época en la que, ya sin duda, se habían instalado en la
I
Cfr. títulos y relerencias en nora 5.
254
JosÉ M.'MONSALVo
memoria patriótica y en la simbología monárquica los grandes mitos ubicados en
ese periodo histórico comprendido entre los últimos reyes visigodos y los primeros
de la nueva dinastía fundada por Pelayo. Las crónicas elaboradas en la corre de
Alfonso III habían difundido un relato redondo de cuyo ideario esencial la memoria popular y culta, al menos de los reinos occidentales, no pudo ni quiso ya pres-
cindir durante siglos: la continuidad del reino godo y el reino de Asturiai; el
carácter heroico de Pelayo; la evocación de una fabulosa victoria
-Covadongacomo inicio de la Salvación de España;laEe,la Iglesia, las instituciones
y cultura
de los godos ---d ordo Q6¡/'16vv7n- recuperadas poco después por la dinastía fundada por Pelayo y Alfonso I; y una decidida voluntad de reconquisra que hacia 883,
cuando se escriben las crónicas, parccía poder culminarse en un plazo razonable o
vislumbraba, cuando menos, como empresa viable.
Normalmente, la información de las Crónicas Asturianas
de la de
-además
Sarupiro para el reinado de Alfonso III- ha sido utilizada por
los historiadores
actuales2 Para reconstruir los hechos del reino de Asturias, dada la escasez documental del periodo
en lo referente al siglo vIII-, o bien para fundamen-¡6¡¿l
tar o impugnar, según
los casos, la posible ruptura con la monarquía anterior o
fijar el momenro ideológico de la adhesión goticista del Reino: negada por algunos Ia ruptura con el pasado toledano, ubicada por orros tal inserción del Reino en
la cultura goticista hacia el reinado de Alfonso II, dilatada tal inserción finalmente por otros historiadores hasta el reinado de Alfonso III y la llegada de mozárabes. Cuestiones muy polémicas, no resueltas aún. Pero no nos incumbe aquí este
cultivo historiográfico de las Crónicas Asturianas, sino apreciar cómo fue ritomado tal ideario esencial en las crónicas plenomedievalesr. pero, ya más en concreto,
se
2 Imposible, sin duda, dar cuenta de los innumerables estudios sobre la historia del reino de
Asturias. La obra de referencia es la monumental SÁNcnez-ALBoRNoz, C. Orígenes de la nación upañola.
Estudios críticos sobre la bi¡¡ria del reino de A¡twias. Oviedo, Ig72-197t,3 vols. Además, son de obligada
lectura
citar sólo algunos libros- BARBERo, A. y Vrcn, M. La formaciín dcl feudalismo en la
-por
Península
lbhica. Barcelo¡a, I97 8; G¡ncÍ¡ ToRAño, P. Hi¡toria del reina de A¡turias (l l B-9 I 0) . Oviedo,
1986; MrNÉuoEZ BUEYES, L.R. Reflexiones críticas ¡ctbre el origen del reino dc Asturias. Salamanca,2001;
RulzosLAPEÑA,J.l. lomctnarquíaasturiana.Oviedo,2001; BrscaMannoquÍr.r, A.Orígenahispanogodos del reina de Astuúas. Oviedo, 2OOO; La épotz de la monarqttía asturiana. Actas del Sinposio
celebrado en
Coaadonga, (8-10 de octubre cle 2001). Oviedo,2OO2.Las fuentes esenciales son, sin duda, ias Crínicas
Asturianas. Entre otras, es muy utilizada la edición de Gr,
J.; Monarrlo, J. L. y Rulz DE LA pEñA, J. I.
Crónica¡ Asturianas. Oviedo, 1981.
3 Es algo <¡ue interesó a J.-L. Martín Rodríguez, que se preocupó en algunos estudios de cómo fueron tratados en los cronistas medievales tardíos mitos como el de *la pérdida de España, o
"la
Reconquista". Vid. al respecto, MARTÍN RoonÍcu¡2,
J.-L. "La pérdida y reconquista de España a la luz
de las crónicas y del romancero". E¡ Reloblación y Reconquista (Actas del lll Cur:o de Cultuta Me¡linal
Apilar deCampoo, 1991). Aguilar de Campoo, 1993,pp.9-16; Ío¡¡.r. .El reino de Asturias en Ia tradición historiográfica medieval" . En La ípoca de la monarqúa asturiana. Oviedo, 2002, pp. 3lj -335. vid.,
recientemente, TonnrNre, I. «Goticismo astur e ideología política,. En La época d.e la monarquía asturiana, pp.295315. Han interesado además este tipo de percepciones sobre la primera Reconquista y la
formación de los primeros núcleos, desde un punto de vista navarro, aragonés o catalá¡,a otros historiadores. Vid., entre otros, los trabajos de Lacanna, J. M.^ Historia política cle! reino cle Nauarya. Desd¿ ¡us orígenes basta su incorpctración a Ca¡tilla,1. pamplona, 1971; ManrÍN DueuE, A.
Reino de pamplona,.
¡.
"et
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA.
2ii
nos interesa lo referente a un aspecto, el de la percepción de los territorios cristianos. A la representación de los espacios y territorios del reino de Asturias en las
Crónicas Asturiana¡ hemos dedicado ya un reciente trabajo4. Ahora retomamos
parte de esta temática en relación con los cambios que encajaron en esa representación los cronistas posteriores5. Sin ningún ánimo de exhaustividad, sino tan sólo
apuntando algunos aspectos remarcables6, seleccionamos dos temas del siglo vltt:
los núcleos de resistencia y las conquistas de Alfonso I.
al xt, Los núcleos pirenaicos (7 18-1035). Natarra, Aragón y Cataluña,
de España (Menéndez Pidal). Madrid,1999, páSs.4l-142; LarrrNa, C.
En La España cristiana de los siglos vttt
vol. VII bis de la Historia
"La
apropiación mítica del pasado: poder real, legitimación y memorias de clase en Navarra y Aragón en el
siglo xtrr,. En Icrrsla Duame , J. I. de la (coord.) . Menoria, mito y realidad en la Hi¡toria Medieul (Xlil
Sernana E¡tudio¡ Medieuale¡ Nájua, 2002 ) . Logroño, 2003, pp. 6l-84.
4 "Espacios y fronteras en el discurso territorial del reino de Asturias (del Cantábrico al Duero en
las Crónicas Astarianas)». Studia Historica. Hi¡toria Medieual,2001, vol. 23, pp.43-81 .
1 Los textos cronísticos posteriores a las Crínicas Asturianas que traran también del reino de
Asturias son bien conocidos y se puede ya incluso disponer de ediciones críticas en muchos casos: no
sirve para los primeros tiempos del reino de Asturias la Crdnica dc Sampiro, escrira a principios del xl
probablemente, se conoce por las refundiciones bien de la Historia S ilense
del segundo
-probablemente
cuarto del xII y que por su parte contiene además otros pasajes original.5-,
o bien del Liber cbronicorum
de don Pelayo de Oviedo
el obispo ovetense hasta 1130-, recopilación de textos por este prelado, además de contener su-fue
propia crónica original referida ya a hechos posteriores, el llamado Cbronicon
Regum Legionentium; los brcves Anale¡ Caste/lanos Primeros se suponen escritos hacia el 940 y contienen
sucintas referencias al periodo del teino astut como también los muy posteriores Anales Caste/lanos
Segundos, de Ia primera mitad del siglo xtt; \a Crónica Najerezr¿ se supone escrita hacia 1 173-1 180; mientras que la cútica actual más especializada sitúa hacia 1231 -1239 la terminación de ia redacción del
Cbronicon Mmdi, de don Lucas, canónigo de San Isidoro de León y desde 1239 obispo de Tuy
-hasta
su muerte en 7249-, aunque la obra pudo ser revisada por el propio autor en los años siguientes
a su
confección; por su parte, la Historia cle rebus Hispanie o Historia Gothica fue escrita por el arzobispo de
Toledo, RodrigoJiménez de Rada, hacia 1243, pero estaría prácticamente culminada seis o siete años
antes. Todo eilo por lo que se refiere a la cronística latina, que va contando con ediciones solventes. La
CrdniadeSarnpiro,que tratadelperiodoS66-899,enPÉnszorUnnrr,J. Sampiro,sucrónicaylamonarquía leonesa en el sigh x. Madrid, 1912, texto pp.27)-146 (versiones silensey pelagiana); los restantes textos originales de la Historia Silense, al margen de los que suponen la refundición de la de Sampiro, que está
inserta en ella, pueden verse en la edición de S¡Nros Coco, F. Historia Silense. Madrid, 1)27;los Anales
Castellano¡ Primeros y los Anales Castellanos Segundos fueron editados por Góurz-MonpNo, M.
Anale¡ Castellanos. Discur¡os leídos ante la RAH. Madrid, l9l7 , pp. 23-24, pp. 21-28; la Cnínica Najerense
hasidoeditadaporEsrÉvtzSora,J. A.CbronicaHispanasaeculiNt,CC.CM. Turnhout, 199),vol.77A;
el Cbronicon Mundi ha sido objeto de una reciente edición por parte de E. Falque, e¡ CC.CA4, Turnhout,
2003, vol. 14; y el De rebas Hispanie de Rodrigo Jiménez de Rada en J. Fernández Valverde, en CC.C M,
Turnhout, 1987, vol. 72. Mención aparte merece la Estoria de España o Primera Crónica General
-como
solía antes conocerse-, Ia primera gran recopilación en castellano de la historia de España, redactada
en el tercer cuarto del sigio xlrr en la corte regia y atribuida al taller historiográfico de Alfonso X el
Sabio. Utilizamos la edición de R. Menéndez Pidal, Madrid, 1911 , 2 vols. (ed. original 1906, eds.
1915,1977). Recientemente la edición de otra versión de esta obra, con algunas variantes, ha salido a
laluz a cargo de FERNÁNDEZ-ORDóñEz, I. Yasiín crítica de la Estoria de España. Erttdil I edición de¡de
Pelayo basta Ordoño
6
ll. Madrid,
1993.
Hay que destacar que tdas estas obras cronísticas han sido y son objeto de múltiples estudios,
tanto desde el campo del medievalismo como, sobre todo, desde la fiiología. Las ediciones críticas de
algunas crónicas latinas (a cargo de Pérez de Urbel, Falque, Estévez Sola, Fernández Valverde, entre otros)
256
JOSÉ M." MONSALVO
1. Rrrucl¿,oos y
RESTsTENTES TNTcIALES
Las Crónicas Asturianas habían descrito la conquista musulmana de la Hispania
goda como un proceso prácticamente cumplido. La existencia de un gobernador
musulmán de Gijón, Munuza, que gobernaba in hac regione Asturiensium y al que
derrotaron los hombres de Pelayo, revela el alcance territorial norteño de la expansión musulmana en sus comienzos, según estos textos. Pero las crónicas asturianas
aportaban también la idea de los refugiados. La rotense mencionaba que el godo
Pelayo buscó apoyo de los astures, que le eligieron como su príncipel . Godos emigrados, refugiados en Asturias, pues, región de la que puede inferirse, en clave de
idiosincrasia inicial, que era latierca de los astures, no de habitantes godos, y el
área donde el efímero mandato de Munuza se pudo extender inicialmente. Tras la
de los refugiados godos, las crónicas del periodo aportaban otra idea esencial,
obviamente, la de la resistencia, rebelión y victoria de Covadonga. Y luego, como
otro paso más consecutivo, la idea de una Asturias trasmontana liberada totalmente de musulmanes, desaparecido ya Munuza, todo ello en tiempos y por mérito de Pelayo, que reinó hastaJ3Js.
Las Crdnicas A¡turianas no mencionaban ningún otro foco de rechazo a los invasores. Únicamente, al narrar las campañas de Áffonso r (739-117) se nombraban
ciertas regiones: Áluuu,Yizcaya, Ayila, Orduña. Se decía de ellas que no estaban
incorporadas al reino, que
"siempre estuvieron en poder de sus habitantesrr, a suis
reperitur semper esse Pzssessa.s. La situación de no-control astur se hacía extensiva a
Pamplona y otras localidades navarras. Puede deducirse de estos pasajesg que esros
informan de tales estudios y lo son también a menudo. Además algún trabajo general resulta útil como
compendio de teferencias de cada crónica. Entre otros, pueden verse: HuETE FuDIo, M. La bistoriografía
latina medieaal en la Península lbérica (siglos wil-xil). Fuentes y bibliografía. Madrid, 1997, trabaio instrumental y recopilatorio a cuyas referencias bibliográficas remitimos. Asimismo, Gn, J.
hist oriografía, .
"La
E¡ La cultura del rotnánico, siglos xr al xttt. Letras. Religiosidad. Artes, Ciencia y Vida, en la col. Historia de
España Menéndez Pidal, t. XI. Madrid, 1995, pp.3-109. De gran hondura es el libro de LrNrnau, p.
History and tbe Historian¡ of Medieual Spain. Ox{ord, 1993. Interesante también DÍAz y DÍAz, M. C. De
Isidoro al siglo xt. Ocho estudias sobre la uida literaria peninsular. Barcelona, 1976. Recientemente, HtNnmr,
P. (dir.). A la recbercbe de lígitimitás cbrétienne¡. Représentations cle lupace a du temps dans I'Espagne tnádieaale
(rx-xtrt siécle). Lyon, 2003. Rengión aparte merecen las investigaciones sobre laEstoria de España.Entre
Ia abundantísima bibliografía, entresacamos algunos recientes: Car¡rAN, D. La Estoria de España de
Alfonso X: creación y euoluciín (col. arts.). Madrid, 1992;i»nu. De la silua texttal dl taller bitoriográfico
alfonsí. Códicu, crínicas, uersiones 1t cuadernos de trabajo. Madrid, 1997; F¡nNÁNosz-Opooñtz, I. Las
Madrid, 1992;Las páginas y referencias que dedica a estas cuesriones Góu¡z
I. La reaciín del discurso prosístico: el entranado nrte¡ano.Mad¡id, 1998; Manrlr.¡,G.(ed.). Labistoriaalfonsí:elmodelol,susdestinos(siglosxru-xv).Madrid,
2000; FrnNÁrvorz-Onoóñ¡2, L (coord.). Alfonso X el Sabio y las crónicas d¿ España.Yalladolid, 2000, con
trabajos de especialistas como P Linehan, G. Martin, M. de campa, J. Bautista crespo, F. Gómez
Redondo, S. G. Armistead, G. di Stefano y la propia L Fernández-Ordóñez.
"Estorias"
de
Alfonso el Sabl¿.
REDONDO, F. Historia de la prosa n¿edieaal ca¡tellana.
7 Si bien ia versión u)etense era más explícita en este punro: decía que la mayor parte de los aristócratas godos
unos pocos que fueron ¿ [¡¿¡6i¿- acudieron in patria Asturiensium, donde eligie-salvoCrónica¡ Asturianas. C. Alfonso lll (ed.
ron al regio Pelayo,
g y 11.
J . Gll), Rot. y Seú. §
(ed. J. Gil), R¿¡. yy.9¿á.
8 Crtínicas Asturiana¡. C. Alfonso lll (ed..J.
(ed. J.
Seb. § 11;
lt; Albeld¿nse (ed.
Gil), §§ XV.
Xy 1.
T. Gil).
9 Crdnicas Astuianas. C. Alfonso lll (ed. J. Gil), Ro¡. y Seb, § 14.
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA
territorios quedaban fuera del alcance entonces del proceso expansivo del monarca.
Tácitamente, puede entenderse que no habían sido conquistadas por los musulmanes ----olvidando así hechos como la capitulación de Pamplona a los cuatro años de
la invasión-, pero no había mención directa a procesos de refugiados godos en
esas regiones ni, por supuesto, ningún otro núcleo resistente en ellas, ajeno al de
Pelayo y Alfonso I.
Los grandes cronistas latinos que ya en el xu reromaron la narración de los orígenes del reino astur
se había referido antes a ese momento Sampiro, como
-no a Pelayo de Oviede resperaron esta tradición en
tampoco interesó demasiado
líneas generales, remitiéndose directamente sobre todo a la versión roten¡e de la
Crínica d.e Alfonso lII. La Historia Silense mosrraba a Pelayo, espatario de Rodrigo,
vagando huido para huir de la oppressione tnaurururu hasta que inició su victoriosa
rebelión en el valle asturiano de Cangas, tras ser elegido príncipe, por un puñado de
milites godos, sus compañeros de armas, unidos a la totalidad de los astures, ¡runes
astures in unum collecti. Luego se describe La caída del gobernador de Gijón y la guerra contra los musulmanes, presentada como obra de la .genre de los godos» que,
como saliendo de un sueño, se organizó parala guerra: ceterurn gltun¿n gens aelut a
szrnpnl sugens... t0. Desde el punto de vista de la geografía iniciaL de la conquisra, no
hay referencia a refugiados ni resistentes en orras zonas ajenas a ese núcleo de
Pelayo, luego reforzado por Alfonso r. La Crónica Najerense, redactada hacia 1180,
introducir en otros pasajes relatos novedosos
todo
legendario-, no lo hacía enlo referente a los primeros-sobre
tiempos del
Pese a que era proclive a
de corte épico y
reino astur, sino que seguía fielmente el relato de la versión rotense de la Crónica de
Alfonso 111. Los temas son los mismos: Pelayo, espatario de Rodrigo y vitiza, refugiado en Asturias, elegido rey por los astures en 718
cuatro años sin reyes
godos, apunta sl ¡s¡¡6-' y respecro a otras regiones y -rras
áreas geográficas, no señalará ouas que no sean las mismas que se nombran también en los pasajes de la cronística de Alfonso III en relación con las campañas de Alfonso Itt.
De modo que en estas crónicas del xtt, cotejadas con los textos del rx, puede
hablarse de escasa o nula innovación del discurso territorial sobre las áreas cristianas en relación a los primeros tiempos tras la invasión musulmana. El discurso
parece cambiar en las crónicas del siglo xrII. Aunque pienso que el gran cambio lo
ofrece Rada, la crónica de Lucas de Tüy incluye algún pasaje que representa ciertas novedades. El Tudense, al describir los últimos días del reino visigodo, se había
apartado de la rotense asturiana para seguir la Silen¡e. Ésta, quizá agregando información procedente de Al-Andalus o leyendas castellanoleonesas, al explicar la
invasión musulmana, incluía ya los argumentos de las disputas de don Rodrigo
con los nefandos hijos de Yitiza y la traición del conde donJulián, furioso por el
concubinato de don Rodrigo con su hiia. Todo ello habría sido la causa de la entrada de los africanos y la pérdida de Españal2. El Tudense
en lo del estupro
-salvo
i
10
1I
12
Estos pasajes en Historia Silense (ed. Santos Coco), pp. 17-18 y 22.
Chronica Najerense (ed. Estévez Sola), Lib. II, Caps. I, 2 y 8.
HistoriaSilense(ed. SantosCoco),pp. 13-1).LaNajerenseincorporabatambiénesrosargumenros
lqendarios, Cbronica Najerense (ed. Estévez Sola), Lib. I, Caps. 2O9 y 2ll.
I
JOSÉ M." MONSALVO
258
Rodrige era fiel a estas versiones de la Silense, aunque aiadía algún otro argumento más, como la colaboración de los judíos toledanos en la toma musulmana de
esta ciudad13. Pero sobre todo destacaban dos datos que otros cronistas no habían
ofrecido antes. l]no es el de Ia resistencia de la ciudad de León antes de caer en
poder musulmán, única ciudad, con la excepción de Toledo, que se destacaba
de
en esa descripción de la toma del reino por los árabes. Obviamente, el Tudense
mostraba aquí sus claras preferencias por esa urbe. El otro dato singular que ofrecía es que, a pesar de extenderse en pocos años el dominio musulmán, habían permanecido contingentes godos en amplias regiones del noroeste: residui gnti in
arduis rnontiun¿ Pireneorum, Asturiarum et Gallecie se recludentes...14. Lucas de Tüy no
parece clarificar en este pasaje, ni en otros, el origen de estos vestigios humanos,
si se trataba de refugiados del sur o de población autóctona que no llegó a ser
dominada por los gobernadores musulmanes al tomar éstos unas regiones norteñas ya «godas». Lo cierto es que parece haberse desdibujado la dicotomía
godos/astures, que aparecía rotunda en las crónicas asturianas, y que se contempla
ya abiertamente en el Tudense la existencia de poblaciones cristianas resistentes en
regiones montañosas de la CordilleraCa¡tábrica, Asturias específicamente, que no
necesariamente eran resultado de la presencia allí de godos huidos desde regiones
más meridionales. Lo .godo, no era visto como algo externo en relación con el
norte. Con independencia todo ello de que Pelayo, lui-mhne, sí fuera presentado en
la crónica de don Lucas de Tuy como refugiado externo y elegido príncipe por
pero sin que debamos leer esta expresión en el sentido de algo contrapuesto a población goda que resistía en \a zona.
Lacrónica deJiménez de Rada es la pieza clave del cambio de discurso sobre
la geografía de la resistencia inicial. Rada era enormemente explícito en la conquista musulmana de Tarik entre 71 I y 714 y ofrccía detalles sobre la toma de
múItiples localidades. Aparte de los datos extraídos delaCrínica Mozárabe de-754,
gran parte de la información incluida en De rebus Hispanle sobre la invasión, inexistente en Ia tradición cristiana, se atribuye a fuentes musulmanas, sobre todo a
la crí¡ica árabe perdida de Al-Razi, cronista del siglo x tenido también en cuenta por otros cronistas musulmanes. A partir de estas bases y al interés del arzobispo por la historia de los árabes
le atribuye la Histmia
Ios
por supuesto el acceso directo^rn¡n*-,
especialistas en la obra de Rada dan-se
a esas fuentes,
quizá a alguna versión posterior de Al-Razi, o a otros textosl6. PeroJiménez de Rada
zmnes d.sturesl5,
B
14
1t
16
Cbronicon
Cbronicon
Cbronicon
III, Caps. 62 v 6).
Mmdi (ed. E. Falque), Lib. III, Cap.63.
ALundi (ed. E. Falque), Lib. IY Caps. I y 2.
Mundi (ed. E. Falque), Lib.
Fernández Valverde, editor de Rada en CC.CLl., piensa que el arzobispo urilizó un códice sobre
Fernández Valverde (De rebts Hispanie (ed. Fernández
la cró¡ica de Al-Razi de la catedral de Toledo.
Valverde), introducción, p. XL) piensa que el arzobispo sabía árabe. lo cual no exrrañaría tratándose de
todo un políglota: además de las clásicas, conocía las principales lengur. romaoces, además de vascuence. Sobre la crónica de Al-Razi, vid. Crónica del Moro Rasis (ed. D. Catalán v M. S. de Andrés). Madrid,
1971. Respecto a la Historia Arabtm (puede verse una edición reciente de J. Lozano y prólogo de J. Gil,
Sevilla, 1991, 2" ed.), que compuso a1 final de su vida, ya se percató su principal biógrafo de que no pretendió describir la invasión árabe y también de que se ttataba de una obra basada en fuentes árabes, que
l-
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA
259
debió conocer también otros datos que formaban parre de la memoria histórica
norteña, seguramente a partir de tradiciones castellanas y navarras, sus patrias
emocionales. Con todo ello, al escribir De rebus Hispanie,hacia 1240, contaba con
algunas noticias que nunca se habían incluido hasra entonces en el ciclo de la historia hispana. IJna de ellas era la mención a Amaya como uno de los tres destinos
de los toledanos cuando las tropas de Thrik se iban extendiendorT. El protagonismo de Amaya, ausente hasta entonceslS, evoca el fervor del Toledano hacia los
lugares simbólicos más señeros del área cántabro-castellana, pero al mismo tiempo se inscribe en una lectura muy precisa de la geografía de la resistencia antimusulmana por parre de los cristianos. Y ya al comenzar el libro IV
Jiménez de
Rada ofrece una visión de los núcleos cristianos que rampoco se halla en los cronistas anteriores. Dice que en poco tiempo los musulmanes tomaron toda
Hispania, que no pudo hacer frente a sllss
alicubi ¡s¡istsnfs-, excepro unos
-2s¡ El relato es claro: exceptis paupocos restos que sí lo hicieron. ¿Donde resistieron?
cis reliquiis que in montanis Arturiarunt, Biscagie, Alaue, Guipuscue, Ritboi¡e ,t
Aragonie refilanserttnt, quos idco Dorninus re¡eruauit ne lucerna sancturum in Hispaniis
coram Domino ext inguereturrg .
En esta relación el núcleo asturiano ya no apafecía como único foco resisrente.
Áluva
y
Alfonso
Yizcaya eran en el relato algo más que esos territorios de la Crdnica de
que se regían por sí mism os
¡uis incolis reperiuntur seruper, en la ver-
111
-aa Guipúzcoa
s1s¡ sus¡snls-, pero además la mención
y Ruconia era totalmente
sin embargo no se hacen explícitas, cfr. el notable libro de Gonosr¡nnarzu,J. Don RodrigoJiménez de
Rada. Gran estadista, escritor y prelado. Pamplona, 1925, pp. 347 y 352, entrc otras. Sorprende, sin embar8o, y ya se ha hecho notat en alguna ocasión, algún lapsus del arzobispo en relación con situaciones y
personajes de Al-Andalus. Jiménez de Rada, como otros cronistas anreriores en diversos pasajes, entien-
de por
"Aceifa, el nombre de un personaje de la época de Ramiro II, un jefe, no una acción o tipo de
eiétcito, como así constaba en las fuentes en que se basaban Sampiro, la Silense y la Najerense (Sampiro)
(ed. Pérez de Urbel), § 23; Historia Sihnse (ed. Santos Coco), p. 52; Chronica Najerense (ed. Estévez
Sola),
Lib. II, Cap. 2)), error de Rada que parece haber trasladado desde la obra del Tudense, que lo contiene
también (De rebus Hispanie) (ed. Fernández Valverde), Lib. V, Cap. VIII; asimismo el error en Lucas de
Tuy, Cbronicon Mundi (ed. E. Falque), Lib. IY Caps. 3l y 32).
1l
Los otros destinos serían Asturias y las montañas, sin especificar. En ese mismo pasaie indica que
tomar Amaya, como así hicieron, y dice de ella que fue lugar de acogida en
aquellos momefltos para muchos refugiados, gracias a sus espiéndidas defensas. A partir de la toma de
Amaya, Ia conquista musulmana de Tierra de Campos, Astorga, Gijón y otros lugares de Asturias se acelelas tropas de Tárik acudieron a
ró, dice, culminando Muza la conquista del reino, enlazando el reiaro con el inminente levantamiento de
Pelayo en Asturias. Estos pasajes en De rebus Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. III, Cap. XXIIII.
l8 Y probablemente procedente el dato de fuentes árabes, pues esros destinos de refugiados se
encuentran en el Ajbar Macbmu'a, del siglo xr, remontándose probablemente Ia rradición del siglo anterior de Al-Razi, cfr. SÁNcn¡z-ArBoRNoz, C. Orígenes de la nación apañola, Il, p. 261. Se anota también
:guí que el Ajbar Macbtnu'a (concretamente Ia edición Ajbar Malmu'a, ed. y trad. enE.Lafuente, Ajbar
llabnu
(Colección de tradiciones). Crónica andnima det siglo
xr. Madrid, Colecciln de obras arábigas de bistola RAH, 1867) menciona que, cuando se tomó Mérida en 7 1 l, hubo cristianos que huyem a Galicia. No obstante, hay que entender Galicia como nombre genérico de los dominios cristianos
¡rimeros, no como la región actual.
19 De rebu Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. IV, Cap. I.
ru
1
gugrafía
de
JOSÉ M." MONSALVO
nueva. Se trataba de ámbiros que podrían considerarse pertenecientes a los pueblos
vascones más cercanos a la costa cantábúca, Francia y los Pirineos. Los rucclnes
habían sido mencionados como pueblo de la costa vasca o sur de Aquitania en las
fuentes visigodas2o, pero Ruconia no había sido mencionado como territorio con
entidad, mucho menos como núcleo de resistencia. Y en el caso de Guipúzcoa,lógicamente importante pieza ya de Castilla en época de Jiménez de Rada, se trataba
de un territorio carente de referencias anteriores al siglo XI, reinado de Sancho el
Mayor, cuando, con el nombre de lpuscua, aparccía por primera vez como una
demarcación navarra. Rada no decía, por supuesto, que existiera el territorio con
ese nombfe cuando se produjo la invasión, pero sí situaba en las montañas guipuzcoanas Ia existencia de focos de resistencia, como las hubo en la citada Ruconia, en
Yizcaya, Áluuuy Arag6n, y no sólo en Asrurias, Io que representaba Ia gran novedad21. Lo importante del pasaje del arzobispo relativo a los focos resistentes a la
invasion árabe de 7Tl-7 14 no es que reconstruyera ex post facto territorios inexisrenres entonces, sino que ofrecía una imagen geográfica diferente de la primerísima Reconquista. Por supuesto ya no le preocupaba la distinción godos/autóctonos,
ya que los habitantes de las regiones norteñas, fueran refugiados en las montañas
tantríbrico-pirenaicas o habitantes que habían permanecido allí cuando los musulbien esto Segundo: remanserunt-, eran en todO
manes tomafon Hispania
-máS
del orden perdido, que naturalmente sólo
y
defensores
invasor
al
resisrentes
caso
un poco la interpretación. Rada no
godos,
forzando
,,Todos»
serían
podía ser godo.
caudillos ejemplares, organiheroicas,
victorias
no-asturianos
atribuía a esros focos
capipara ello
hubo
base
Ni
zació¡ sustantiva paralaguerfa cristiana.
-Pamplona
Pelayo
y
de
señero
protagonismo
el
tuló-, ni pretendía el arzobispo menoscabar
ofrecronista
era
nuestro
que
sí
hacía
del reino que forjaron él y Alfonso I. Pero lo
cer, vafios siglos después, una imagen de los comienzos de la Reconquista de perfil más amplio y peninsular, menos asturianista, más acorde con un policentrismo
regional basado en atribuir a todos los reinos de su tiempo una memoria inicial
de tenacidad resistente, de compromiso con la restauración de la Hispania goda
perdida, pero desde la peculiaridad que correspondía a la akura del siglo xlrr a
iada reino. De modo que Aragón, Navarra y las distintas regiones del Cantábrico
20
Contraellos,queenalgunasfuentesseidentifican collosuascones,habíaluchadoSisebuto,según
Isidoro, RoonÍcurz AroNso, C' Las Historias d'e los Godos, Yándalos 1' Sueaos de San lsidoro de seuilla
Estudio, edición críticay traducci'ín'León, 1971, § 61,p'272; y § 62, p' 216'LasCrónica¡ Asturianas rcco-
San
gieron estas menciones, Albeldense (ed. J. Gil), § XIY 24.
2l La mención a Asturias, Alava, Yizcaya, Ruconia, a veces Guipúzcoa, Navarra y Aragón constituye en varios pasajes de la Hiaoria Ghotica de Rada la evocación de algún modo unitaria del mundo cantábrico-pirenaico como coniunto de regiones o núcleos políticos con fuerte personalidad cada uno pero
de destino compartido, uniendo el cronista por ello en su relato sobre el siglo vttt denominaciones de
territorios que veía en su tiempo, como Ia propia Guipúzcoa, con otras de menor o nula justificación en su
época, pero con hisroria previa a principios del vIII, como Ruconia. Rada utilizaba para esos episodios
su retahíla estándar de territorios norteños. Por ejemplo, la relación de regiones norteñas, además de Ia
referida a Ia invasión musulmana, es expuesta porJiménez de Rada en pasajes referentes a las conquistas
de Alfonso I o a la contención de las aspiraciones hispánicas de Carlomagno en época de Alfonso II, D¿
rebus Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. IV, Caps. I, V y X.
l--
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA.
z6t
podían verse reflejadas en ese mosaico de patrióticos montañeses cristianogodos
que no sucumbieron ante la invasión musulmana.
Si en su reconstrucción de la primera Reconquista Rada utilizó fuentes árabes,
o una memotia navarra rcdavía en su tiempo no cristalizada en tradiciones eruditas, resulta hasta cierto punto secundario. Importa la voluntad de creación de ese
discurso reconquistador que incorporaba las menciones a los terrirorios vasconavarros y aragoneses. Importa también la novedad rigurosa del planteamiento, la
posible radical inflexión frente a toda la cronística anterior. El texto más semejante al de Rada, en el que se enumeran regiones norreñas, es el del prólogo del
Fuero General de Naaarra. Desde Lacarra se piensa que esre rexro, que forma parte
del ,,Fuero Antiguo", fue confeccionado22
fecha tardía, siempre con posrerioridad a 1238- con un afán doctrinario. -en
Pensando en el reciente cambio áir,ártico navarro, se rrataba de fortalecer la idea del pacto de la monarquía con los
caballeros del reino
y ricohombres- y para ello el prólogo se retro-i¡f¿¡2s¡ss
traía a la
de
España"
en
época de don Rodrigo, a los resistentes de las
"pérdida
montañas, al respaldo jurídico francés y lombardo
a los de
-específicamente
pelayoz3. Dado que ramsobrarbe- y a la elección consensuada de un primer re¡
poco en textos breves precedentes, como el Liber Regunt, de c 1200, había referencia a esta nómina de lugares24, parece que es el Prólogo del Fuero General una fuente
con importancia específica donde se describe minuciosamenre la resistencia a la
invasión musulmana acaecida en las montañas desde Galicia hasta el Alto Aragón.
Pero esto es también lo que describía Rada en el pasaje anres descrito. por encima de las conexiones entre unas y otras tradiciones, que se desconoce¡
6¡¿
-ft¿d¿
navarro y también un personaje relevante en su momenro-, lo cierto
es que la
perspectiva de una resisrencia pannorteña, liderada, eso sí, por el núcleo y el personaje de Pelayo, se abría paso en los textos de corte histórico haciala cuarta década del siglo xttt. Ya no era Asturias el único foco de resistencia, sino todo el
septentrión montañoso, de Galicia a los Pirineos2t.
22 Cfr. Lacanna, J. M." "En torno a la formación del Fuero General de Navarra,. Anuario d¿
Historia del Derecbtt Español, 1980, vol. 5 0, pp. 93- 1 i 0 ; Íonu. El juranento de los reyes d.e Naaarra ( I 2 j|1J2)).Zaragoza, l972. Asimismo,LAUENA,C.
"Laapropiaciónmíticadelpasado', pp.71y ss;ManrÍu
Rarr,rÍnrz VAeuERo, A. J.
Reino
de Navarra (1217-BtO)". E¡ Hi¡toria de España
"El
Menéndez Pidal, tomo XIII, vol. II. Madrid, 1990, pp. 5-89, esp. pp. J0-35. y los artículos de
J.-L.
Martín citados en nota J.
21 ..Iacía el rey don Rodrigo. Entonz se perdió Espainna ata los puertos, sinon Galicia, las Asturias
Duqur, 4..¡. y
et d'aquí, Alava et Yizquaya, et de la otra parte, Baztán et Ia Berrueza et Deyerri et en Anssó et sobre
Jaca et enEt en estas montañas se alzaron muir pocas gentes,
cara en Roncal et Sarasaz et en Sobrarbe et en Ainssa.
et diéronse a pie faciendo cavalgadas, et prisiéronse a cavaillos... et después esleyeron rey a don Pellayo,
qui fue del linage de los godos, et guerreó de las Asturias a los moros et rodas las montainas», Fuero General d¿ Naturra (ed. P. Ilarregui y G. Lapuerta). Pamplona, 1869, Prólogo, l-2; tna edición reciente en
Urrurra,J.P.El FueroGenerald¿Naaarra.Esnáo1edici6n.Pamplona,
24
1987,I,p.
151.
Conocida también como Chranicon Villarense, escrito en lengua romance navarro, semejante al
dtoaragonés, editado por Coorun, L. El Liber Regum. Zaragoz , 1960.
» No obstante, nadie impugnaba el iiderazgo de Pelayo
pirenaicos y los demás le .eligierm', según el Fuero General d¿ Nauarra- y stt específico foco de-los
resistencia, a qu.ien correspondía ia pre-
Las fuentes posteriores del género Historia d.e España, por así decir, incluyen ya
esta perspectiva que aparece en Rada. La cronística bajomedieval de los núcleos
orientales así lo hará26, pero aun antes habría que destacar, en la línea de apartarse
cadavez más de la tradición ovetense primigenia, algunas otras novedades más iniciadas en la Primaa Crdnica General o Estoria de España. Esta obra contemplaba, a la
par del asturiano, otros espacios de refugio norteño en tiempos de la invasión27,
pero además hacía gala ----<n tiempos de Alfonso X, en que fue escrita- de un
marcado castellanismo en la interpretación retrospectiva de la resistencia al invasor:
perdió la tierra, assí como sabedes, non fincó en toda
"Quando el rey Rodrigo
Espanna tierra de cristianos sinon Asturias et Castiella Uieia seooera»28. La marginal
con éxito y no capituló en los primeros tiempos. No olvidemos
no hablar de la insignificancia de
Aragón en su primer siglo de historia- que Pamplona capituló-por
en714 ó 717 y que tampoco era reseñable en una perspectiva de orgullo hispánico el control de los pasos pirenaicos e incluso del transpaís
navarro de que dispuso Carlomagno y sus francos desde finales del vlll a las primeras décadas del Ix, cfr.
ManrÍN Duqur, A. ¡. "El Reino de Pamplona, pp.16 y 19. De modo que para el siglo vllt puede apreciarse un dicotomía entre ios ..éxitos,' asturianos y los fracasos de los núcleos orientales, sometidos y
dominados desde el exterior.
26 La estela de los cambios del xtu liega hasta las crónicas navarras de Eugui, escrita en el reinado
de Carlos II de Navarra, o la del Príncipe de Viana, escrita hacia 1414 o también en el ámbito aragonés
se plasma enlaCrónica dc SanJuan de la Peña, esctita hacia 1169-1312. Este texto menciona como resistentes a los musulmanes a las gentes de Sobrarbe, Ribagorza, Aragón, Berrueza, Orduña, Yizcaya, Alava
y Asturias, antes de ensalzar específicamente la ¡esistencia de los refugiados en Jacetania:
"Feita la dita
perdicion o conquista, los christianos qui de la batalla o persequción podieron escapa¡, se derramaron et
fueron enta las fuergas de las montannyas de Sobrarbe, de Ribagorqa, de Aragón, de Bieroga, de Arcide,
de Ordoya, de Biscaya, de Alaba et de Asturias, do fizieron muytos castiellos et muytas otras fuerEas do
se pudiessen reseptar et defender de los moros. E todas aquestas tierras fincaron en poder de christianos,
que ningún tiempo moros non las pudieron possedir. Et los que fincaron en Asturias frzrercn rcy a
Pelayo", Crínica de SanJaan de la Peña, versión aragonesa (ed. C. Orcástegui). Zaragoza, 1986, cap. 4, p.
11. Las referencias a los territorios del norte (copiando a Rada) de García de Eugui en Crínica dEspayña
de García de Eugui (ed. A. §7ard). Pamplona, 1999, p. 291; y del Príncipe de Vana en La crónica d¿ los
REes de Naaarra del Príncipe d.e Viana (ed. C. Orcástegui). Pamplooa, 1918, pp. 94-96.
27 La Prinera Crónica General cita que los godos se refugiaron en Amaya, Asturias y las montañas,
a \a par que fueron heroicos resistentes:
"los godos que fincaron algaran se los mas que pudieron... por
estorcer de ia muert a las montannas de los montes Pireneos et a las Asturias et a Gallizia", EE (PCG,
ed. Menéndez Pidal), Cap. 561 , p. 316. Percibe la crónica un contraste entre las montañas, resistentes y
godas, y los llanos, que sí pudieron controlar los moros. La crónica describe ia marcha de Pelayo desde
Cantabria a Asturias como una marcha del llano a las montañas ¡ al mismo tiempo, extrae de Rada Ia
idea del levantamiento de los godos en Asturias, Yizcaya, Álava, Guipúzcoa
son mui grandes
-«porque
montannas»-, en los Montes Rucones y en Aragón, Ibíden, cap. )64, p. 319.
En cuanto a la localización de "Cantabria" en tiempos visigodos o después, diversos pasajes de IaPCG no permiten dudar de
Ia identificación con la zona del Ebro, Logroño y la actual F.ioja, EE (PCG, ed. Menéndez Pidal), pp.
219,285,106, 3t4, 47) y 488.
28 EE (PCG, ed. Menéndez Pidal), Cap. 689,p. )%. Esta exaitación del binomio Asturias/Castilla
la Yieja, que tanto contrasta con los orígenes de Castilla al principio sin nombre y conquistada por
Alfonso I en las Crdnicas Asturianas
"Bardulies, que nunc apeilatur Castella,, Crtínicas
Asturianas. C. Alfonso Ill (ed. J. G11), -recordemos
Seb. § 14- es propia de la situación del siglo xrl.t.LaEE no hace
sino reflejar el mismo espíritu que la épica castellana de la época. El Poena ¿le Fernán González, de mediados del siglo XIII, menciona igualmente Asturias y Castiila la Vieia como únicos reductos que iucharon
I
¡
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA...
263
Castilla del vtu quedaba así glorificada
con la indiscutible Asruriascomo centro medular de la gran empresa-junto
reconquistadora hispánica. Castilla era
elevada por la Estoria de España a un rango en el origen de la Reconquista que nunca
habían reconocido los textos ovetenses ni otros posteriores.
2. Llis coNeursras or ArroNso I
En lo referente a las conquistas y repoblaciones de Alfonso I hallamos también
otra magníftca muestra de cambio de discurso en la cronística. Dedicamos a la
interpretación de los fragmentos sobre este reinado en la Albeldeue y en la Crtínica
d.e Alfonso lll una atención amplia en el mencionado trabajo anterior2g, a partir de
los célebres pasajes, que por otra parte han sido objeto de recurrentes y abundantes tratamientos historiográficos, desde Barrau-Dihigo o Sánchez-Albornoz hasta
Besga Marroquín, pasando por la obra de Barbero y vigil, Estepa y ranros orros
medievalistas. Dejando ahora la exégesis derivada de los conocidos a"*¡ss30, que
reflejan la primera geografía cantábdca y cismontana del reino de Asturias y justifican la archiconocida teoría del
"desierto esrrarégico del Dueror, quiero simplemente observar aquí el tratamiento de esos pasajes de la Crónica de Alfonso III
en la cronística posterior, en los texros plenomedievales. Tál como puede verse en
el cuadro adjunto3l, pese al respeto que la obra de la corte overense mereció entre
los historiógrafos posteriores, llegó un momenro en que lalínea de la tradición se
acabó quebrando.
Ausentes los detalles enla Historia Silensel2, la Crónica Najerense ofrecía aún en
las últimas décadas del xtt una muestfa de radical fidelidad literaria, en concrero
al texto de la rotense. Seguía el orden de las conquistas y regiones de esa versión33.
sin embargo, el cbronicon Mundi modificaba sensiblemente la tradición. y lo
hacía pese a haber seguido el texto de Ia Crónica de Alfonso lII, más en concreto la
y
t"t"*""
E"prña: (tras la invasión) «alqaron
se
en Castiella, assi se defendieron
/
los de las otras tierras
por espadas murieron / Era Castilla Vieia un puerto bien gerrado (...) / por end de toda España
fincado", Poema de Fernán González (ed. J. Vitorio). Madrid, I9Bl, p. 6).
29 Cfr. nuestro "Espacios y fronteras en el discurso tetitorial...,,, passin.
esse ovo
30 Crónicas Astuúanas. C. Alfonso lll (ed. J. Gtl), Rot. y Seb. § 13,14. Mencionan una treintena de
lugares conquistados por Alfonso I, un puñado de regiones repobladas y otro de regiones que no lo fueron. La Albeldense ctta entre las conquistas de ciudades las l,eón y Astorga y la devastación de Campos
Góticos hasta el Duero, Crónica¡ Astzrianas. Albel¿lense (ed. J. Gil), § XV 3.
)1 Cfr. aNsxo.
32 No quiere decir que no resaltara las guerras del yerno de Pelayo, pero lo hacía sinópticamente:
«exercitum cum Froyla fratre sepius movens, quamplurimas a barbaris oppressas civitates bellando cepitr,
Historia Silense (ed. Santos Coco), p. 22.
31 Únicamente, al adelantar en el orden expositivo la mención a Clunia, que sitúa en decimoprimer lugar, el número de orden de los restantes sitios de laRotense se desplazan un puesro, pero el orden
global, que retoma desde Mave (que hace el número 22 de Ia relación de 29 conquistas que se citan) acaba
siendo el mismo, y otro tanto puede decirse de la consideración de las repoblaciones y de las regiones vasconas y vecinas, Cbronica Najerense (ed. Estévez Sola), Lib. II, Cap. 8, pp. 102-103.
264
JOSE M." MONSALVO
del orden de localidades que siguel4. Pero ocurre que
Lucas de Tuy no entendió bien Ia crónica
hecho era propenso a cometer o
-dereordenar los méritos de la expantrasmitir algunos errores35- o bien intentó
sión de Alfonso I, sobrepasando la línea de realidad
fuera una «realidad» también inventada- que se encuentra en la -aunque
Crónica de Alfonso IIL Tras
copiar las 29 ciaitates que Alfonso I bellando cepit, desde Lugo a Alesanco, en vez
de cambiar verbos y referirse a las repoblaciones y a los territorios no controlados
por el reino de Asturias, el Tudense a continuación no cambiabael registro léxico y decía que el rey cepit etiam castra cilm terminis sais)6 y en tales conquistas
aquí está el grave desajuste- incluía Primorias, Trasmiera y las hoy vizcaínas
Sopuerta y Carcanza -larnizan¿ en el extraño acervo toponímico del Tudense-,
"Barduliam, que nunc est Castellam" y la Galicia Marítima. Es decir, daba por
conquistadas, y por castra con sus términos, las regiones repobladas por Alfonso I.
Pero, todavía más, Ia relación de conquistas, regidas todas por el verbo cepit, no
se interrumpía ahí sino que se extendía a Alava,Yizcaya, Aiconetn
pensaría el Tudense que era esa localidad, Alaone o Aizone identificada-¿que
normalmente
rztense según se desprende
con Ayala?-, Orduña
Pamplonay Bemoziant.
-Arduniat??-,
conquistas
las
Alfonso
de
Mtrevido expansionismo asruriano o
¡Enormes
magno embrollo al traspapelarse los pasajes que esraba copiando Lucas de Tuy.
En todo caso, una repoblación a posteriori se hacía compatible en su pluma con
las conquistas, toda vez que a renglón seguido culminaba el pasaje señalando
que en aquel tiempo Alfonso I repobló Asturias, Liébana, totam Castella*
-¿la
distinguía el Ti¡dense de las Bardulias)-, pero ademá incluyendo expresamente Alava, Yizcaya y también Pamplona, es decir, los sitios que antes había
conquistado -----cepit- el rey, alargando finalmenre el argumento con la idea de
que destruyó otras ciudades
de las dichas- cuando no pudo poblarlasl7.
-aparte
La relación de sitios que el Tudense citaba para mediados del siglo vIII es, sin
duda, la mayor desviación del patrón original de la cronísticalatina. Ante tales exabruptos geográficos e históricos, resulta en la comparación mucho más comedida
)4 Cbronicon Mundi (ed. E. Falque), Lib. IV, Cap. 8. El número de orden es el de la ratense. Como
ella, también incluye las localidades que están en esta versión y no en la oaetense. Y viceversa. Es el caso
de Anegia, ciudad portuguesa entre Oporto y Braga, o la inclusión de Asturias como repoblación de
Alfonso I, ausente de la oaetense, mientras que no inciuye entre las conquistas laWteia Alabense
-próxi¡¡¿ ¿ !i¡6¡i¿- ni Branes o Briones, que en cambio sí están en la versión ad Sebastianum.
)5 Ya se ha dicho que "Aceifa" era en su pluma un caudillo musulmán, no una expedición (vid.
nota 16). Refiriéndose ala época de Ordoño I es posible que al copiar el texto de l^ rltente sobre la repoblación de «Legionem, Astoricam, Tudem et Amagiam Patriciam, (Crónias Asturianas. C. Atfonso lll
(ed. J. Gil), Rot. § 2)) haya pensado que .Magiam" y
"Patriciam' no era la realidad misma de Amaya
con el rimbombante calificativo ennoblecedor de .Patricia,, según parece al escribir: .Legionem,
Astoricam, Tudam, Magiam, Patriciam", Chronicon Mundi (ed. E. Falque), Lib. IV, Cap. 19.
)6 Desvirtúa así la frase larr¡tense: "bellando cepit, id est, Lucum... et Alesanz seu castris cum uillis
et uiculis sris" (Crónicas Asturianas. C. Alfonso lll (ed.J. Gil), Ro¡. § 13).
J7 "Alias autem ciuitates uastauit, quia illas non potuit populare", Chronicon Llundi (ed. E. Falque),
Lib. IV, Cap. 8.
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA
:ó§
la no menos ficticia recreación que Jiménez de Rada ofrecía de las acciones del
yerno de Pelayo. El arzobispo se había preocupado por establecer una especie de
canon sobre quiénes habían conquistado o repoblado los distintos núcleos en la
Reconquista española, para todo el periodo medieval, y en este recorrido casi obsesivols por lafijaciín de los sitios y el momento filtraba en relación con el reinado
de Alfonso I los datos de la tradición que se venía arrastrando desde Ia Rotense hasta
Lucas de Tuy. Jiménez de Rada veía en su narraciónl9 tales conquistas del pasado
desde la óptica de la cartografíahistórica que su perspectiva Ie otorgaba y ello le
llevaba a depurar la información recibida. No incluía los núcleos portugueses,
pero sí los gallegos
sí, con Astorga, aunque es confusa la adscripción-,
-eso a Ia Galicia Marítima. Excluía las conquistas del Duero
desapareciendo la mención
y las Extremaduras, probablemente para no contradecirse con otros pasajes de su
Avila, Sepúlveda, etc.- apare-salamanca,Zamora,
posterioridad
igual que Clunia-, dando así
cían claramente tomadas con
tácitamente por inverosímil su conquista por-al
el yerno de Pelayo, quizá sugiriendo que, de haberse dado, indirectamente menoscababa el mérito posterior de
Alfonso VI, pero también quízá aI saber que eran demasiado meridionales
ciudades de la Extremadurd-, o bien fundaciones posterio¡es
-las
que no serían
o considerar, en el caso de algunos núcleos ya al norte del Duero, -lsds5rn¿-,
centros con entidad paru frgurat
Oca, Revenga, entre otras- como ciu-Mave, Sí destacaba en cambio
a las
dades con rango que Alfonso I conquistó.
gallegas y, como ellas, bajo el verbo vs¡i2t/i¡40- entre las conquistas -junto
de este rey Ia
de León, que llegó a ser, así se destaca, ciudad regia.Y sobre todo, subordinadas al
verbo occupauit, además de una simbólica mención alos Campos Góticos4t, aparecían
obra en que estas ciudades
que no fuera Carlomagno,
38 Un ejemplo de este empeño por adjudicar a cada rey
-cualquiera
claro está, al que quiere despojar de todo protagonismo en la historia de España- el mérito de conquistar unos y otros lugares, propósito que hace llegar hasta su época, puede verse en Ia sinopsis del capítulo De ciuitatibus Hispanie, a quibus faerunt acqaisite, De rebu¡ Hispanie (ed. Fernández Vaiverde), tib. IV,
Cap. XI.
)9 De rebus Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. IV, Cap. V.
40 Lógicamente, hay un matiz entre este verbo y el de ocupar o conquistar. Concretamente el D¿
rebus Hispanie señala que fortificó unas ciudades y arrasí las que no pudo "retener" . ciuitaies multas occupatas ab eis christiane potencie redctnaait, qaasdam muniens, quasdann prasternens quds belldtlrilm defecta non poterat retinere, citando entre éstas las gallegas, así como Astorga y León, De rebus Hhpanie (ed. Fernández
Valverde), Lib. IY Cap. V. Una expresión, esta última, con la que podría cotejarse, la incluía Lucas de
Tu¡ pero el sentido debía ser diferente porque el cronista leonés hablaba de poblar, no de retener algunos
¡ícleos (Alia¡ aatem ciuitates ilartcutit, quia illas nzn pltuit plpillare, Chronicon Mundi (ed. E. Falque), Lib.
como .conservado,, o "repoblado"IV, Cap. B) y porque el Tudense incluye entre lo conquistado
-no
los sitios de Lugo, Tu¡ Astorga y León, al mismo nivel que las demás conquistas de Ia Meseta. En esto
se muesrra más fina la distinción de Rada. No obstante, en el Anexo distinguimos la mención a los núcleos
que fueron retenidt¡s (se entiende que defendidos y fortificados frente a los musulmanes, pero sin que se
llegue a decir que foeron repoblados) por Alfonso I y no sólo ocupados bélicamente, distinción que no
podría aplicarse al Tudense.
4l Que, por cierto, delimita'. qae ab Estola, Canione, Pi¡orica et Doria flaminibus includuntur, De rebus
Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. IV Cup. Y Io que en su momento era netamente Tierra de
Campos.
JOSÉ M." MONSALVO
en el relato de Rada unas numerosas localidades conquistadas y situadas bajo la
rúbrica in partibus Castelle; y se citaban Septemmancas, Dorninas, Saldaniam, Amayarn,
Mirandarrt, Cinisariam, Alesancum, Transmeram, Supportam, Carrancium, en lo que es
una palmaria preponderancia de lo castellano, pero ajustada a Ia realidad política
de c 1240. En esta última tampoco encajaría bien una Castilla tan satélite y periférica como la de las Bardulia¡ de la cronística asturiana y posterior42. Finalmente,
Rada se mostraba sensible a las peculiaridades vasconavarras, que no incluía como
conquistas de Alfonso I, pero expurgaba la tradición de la cronística anterior al
suprimir Aizone-Alaone y Pamplona de la relación de territorios y regiones mencionados desde el tx
eso sí, Aluuu,Yizcaya, Orduña, §¿y¿¡¡¿43-, y
-permanecían,
aiadk además a esa
lista sus estimadas Ruconia y Sarasacio, este último el valle
pirenaico de Salazar, que Rada conocía, y finalmente al desvirtuar sutilmenre la
alteridad de todas estas áreas vasconavarras respecto del reino de Asturias, puesto
que afirmaba que en ellas, por tanto desde Álava hasta Salazar, Alfonso I flurirna
castra ntuniuit populis christianis et ruultos ex hiis qui tenebantur captiui reduxit ad
patriant et ad loca que potuit coruunire.
La
geografía histórica de Rada para
el reinado de Alfonso
I
debió parecerle
pieza insuperable a su autot y en cierto modo lo era: corcegía alusiones erráticas
ss¡f¿¡ sobre todo las del Ji¡ds¡ss-, despojaba la tradición ovetense de las
-ls
conquistas más inverosímiles y meridionales que empequeñecían las gestas de los
reyes posteriores, introducía el mito de los Campos de los Godos, hacía prevalecer
el protagonismo territorial de Castilla y respetaba la idiosincrasia de las regiones
situadas entre el Nervión y el Pirineo Navarro, con mayor precisión que nadie
hasta entonces, pero sometiendo todo el arco norteño a Ia hegemonía intervencionista de Alfonso I, que fortificó, rescató y en cierto modo salvó las gentes de esas
regiones vascas y pirenaicas, pese a no pertenecer al reino de Alfonso L Se nos
antoja, de alguna maneta, una especie de analogía respecro al papel que su propia
época
pensar el arzobispo- reservaría a la corona de Castilla como hegemónica-podría
referencia en la Reconquista y la construcción política sobre el mosaico de
todos los reinos hispánicos, pese a ser, rodos ellos, legítimas y autónomas entidades con su propia historia.
A diferencia de Jiménez de Rada, y de su acrirud de filtrar y depurar la nómina de conquisras, el taller de Alfonso X utilizó una técnica más próxima al acopio
simple, por 1o que el discurso estaba más trufado de anacronismos y más lastrado
por el paso del tiempo en comparación con las precisiones geográficas y las sutilezas de los primeros momentos, o del propio don Rodrigo, que se difuminaban. El
relato de La E¡toria de España recuerda fielmente al del Tudense en Ia relación de
Iugares conquistados, por ser muy complera, pero tomaba en cambio del arzobispo
42 Quizá por ello Rada hace desaparecer de la expansión de Alfonso I Bardulia (De rebas Hispanie
(ed. Fernández Vaiverde), Lib. IY Cap. V), aunque en otros pasaies de efectos más oblicuos en la foria de
Ia historia delos Hechos d.e España el arzobispo no tiene problema para incorporar la célebre mención a la
vieia Bardulia, «que ahora es Castilla" (lbíden,Ltb.IV, Caps. XIII y XVI; Lib. V, Cap I).
43 Que sustituía a Pamplona, desapatecida de su lista, obviamente aportando Rada una denominación del territorio mucho más acorde con las denominaciones de su época.
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA.
261
la idea de núcleos que Alfonso I «retuvo»44, concretamente Lugo y Tuy en Galicia,
Astorga en Asturias, y León. Sobre esta ciudad la Estoria de Alfonso X añadía
consermatices interesantes. León no era una mera conquista de Alfonso I
-ésteuencio el
vó la ciudad, eso sí-, sino que la capital era descrita como el sitio
"ó
rey don Pelayo a los morosr. EI cambio es notorio. Como puede observarse, Ia ciudad de León ha ido ganando peso en la cronística desde que simplemente en los
primeros textos era una de las treinta localidades conquistadas por Alfonso I. Esta
tradición se mantuvo desde Ia Crdnica de Alfonso III hasta el Chronicon Mundi.
Jiménez de Rada veía en la ciudad uno de los pocos lugares que conservó, no sólo
conquistó, el yerno de Pelayo, además de subrayar el calificativo de urb¡ regia, y
finalmente la Egoria de España percibía yaLeón prácticamente como punto de despegue de la Reconquista, entendida como inicio de una lucha sistemática y expansiva. Interpretación con la que se compadece bien el pasaje citado referido a
Alfonso I, pero que es congruente con el relato del primer reinado astur, ya que,
al hacer partir prácticamente el éxito militar de la Reconquista en la recuperación
de León, ya en tiempos de Pelayo mismo45, no hacía sino conseguir arrancar en ese
señero episodio un coniunto de méritos históricos tendentes probablemente a
hacer de la urbe la primera gran capítal del reino, a costa insolentemente de lo
ovetense y 1o asturiano que destacaba en la tradición cronística anterior46.
44 En contraposición de los que el rey "derribó" por no poder proteger debidamente. La idea es de
Rada(cfr. supra),peroestábienexpresadaporlaPrimeraCrínicaGeneral: <<etganomuchascibdades(...)
et las unas bastecio et retouo, et las otras derribo porque non tenie omnes con que las amparasse", EE
(PCG, ed. Menéndez Pidal), Cap. 180, p. 330.
4, Evidentemente, antes está Covadonga y la muerte de Munuza. Pero es muy importante el inicio
de una victoriosa expansión de Pelayo respaldado por toda Iafoetza de los godos supuestamente acaecido con inmediarez a esos hechos asturianos pero ya con el episodio de León como clave. La Estoria d¿
España tomabtde De rebus Hispanie la idea de que a Pelayo, tras la victoria sobre Munuza a manos de los
astures, se le fueron uniendo, a escondidas, todos los godos dispuestos a morir por Ia fe cristiana. Y que
éstos, congregados ya en torno al liderazgo de Pelayo, vencieron a los árabes en León, en el tiempo en
que Alfonso el Católico, el futuro rey e hijo del dux de Cantabria Pedro, se unió a Pelayo (De rebus
Hispanie (ed. Fernández Valverde), Lib. IV, Cap. IV). El dato pasa ala Estoria de España, pero esta última
otorgaba a la victoria en León en tiempos de Pelayo un papel de despegue más explícito, ptesla Estoria
dice que, una vez romada León, "dalli adelant fueron cobrando et alqando la sancta fe de Nuestro Sennor
que yazie crebantada, (EE (PCG, ed. Menéndez Pidal), Cap. )7O,p. )25). Era como si Covadonga se
viese como la primera victoria, pero León como punto de partida de la expansión reconquistadora. Se
entiende así que, al especificar los núcleos que Alfonso I retuvo (lbíd., Cap.580, p. 130), la Estoria resal'
te especialmente de León el.hecho de haber sido el lugar donde Pelayo venció a los moros, aparte de su
condición de gibdad real (idea tomada de Rada) y cabega del regno'
46 La voluntad de ensalzar León era clara. Además de la importancia de los episodios anteriores (cfr
nota anterior), por citar sólo Io referente al periodo astur, todo indica que León, sin precedente en las
grandes crónicas anteriores, se convertía en protagonista de una fantástica reconstrucción del pasado del
reino de Asturias: en Ia versión crítica Mauregato habría combatido desde León a su sobrino Alfonso II,
EE. Versión Crítica (ed. Fernández-Ord 6nez), Cap. XLII, correspondiente a capítulo 605 de Ia edición de
Menéndez Pidal. Pero sin recurrir a esta versión, se aprecia en la clásica PCG qte Alfonso II habría reula curia regia- en León, concretamente para discutir la cuestión del padre de
nido .corres,
-]éase
Bcrnardo del carpio, EE (PCG, ed. Menéndez Pidal), cap. 617,p.350; Ramiro lhabría acudido a la
JOSÉ M." MONSALVO
La Estoria de España parece haber tomado también de Rada la idea de adscribir
a cada reino
Portugal, gesto de ecumenismo político ibérice cada
-incluyendo
uno de los lugares
que "ganó» a los musulmanes Alfonso I, así como también la
mención a los Campos Góticos, pero en el caso de Ia Estoria llamados Tierra de
Campos y con protagonismo de Toro47, lo que no existía en Rada. Pero la lista
misma de conquistas que contiene la Estoria4s parecía incluso más deudora de la
obra de don Lucas. En la relación de las conquistas encontramos, además de cinco
portuguesas y tres leonesas, más de veinte núcleos conquistados adscritos expfesamente a Castilla, incluidas Trasmiera, Sopuerta y Caruiza
Ctzrniza, Cana¡zaaun antes de llegar en la relación a «Bardulia, a la que -o
dizen Castiella Uieia" y
seguir, sin solución de continuidad, con .Alaua, Ordunna, Yizcaya, Aycon,
Panplona, Benezia, Nauarra, Ruconia, Sarasacio, et todo lo al fasta los montes
Pireneosr, como si todo esto fueran conquistas situadas en idéntico plano a
Sepúlveda, Osma, etc49. Finalmente, como hacía también don Lucas,hacía compatibles estas conquistas con las repoblaciones regionales: «poblo Asturias, Lieuana,
Castiella Uieia, Alaua, Yizcaya et Panplona"50.
3. A uooo
DE coNCLUSTóN
En esta modesta contribución hemos querido apenas resaltar cómo los cronistas de los siglos xtt y XIII, al narrar los inicios del reino de Asturias, alteraron en
parte la tradición existente desde las Crónicas Asturianas. Pese al respero por los
viejos textos y la inercia de la traslación acrítica, se aprecia que nuevos contenidos, deliberadamente o no, se deslizaban en las nuevas obras. Hemos escogido tan
sólo dos aspectos referidos a la representación de los territorios en los primeros
ciudad para prepararse ante la rebelión de Nepociano, desde León dirigiría el reino y altíhabúa marchado tras la fantástica victoria de Clavijo, ibídem, Caps. 628,629, pp. §9-360. Es obvio que la EE adjudicaba nuevas noticias y leyendas supuestamente ubicadas en el periodo astur
éste el caso de
Bernardo del Carpio, o Clavijo- a acciones regias acaecidas en León, apartándose-sería
totalmente de Ia tradición cronística. Por supuesto, si nos refiriésemos ya al periodo de Alfonso III e1 ensalzamiento de la
ciudad de León, convertida en indiscutible capital del reino
l¿ crónica de Alfonso X, queremos
-s¡
decir-, observaríamos que las referencias en esta li¡s¿
y ausentes de la cronística ante-i¡ys¡¡¿das
rior- se disparan totalmente, a la par que el silenciamiento
de 1o asturiano: EE (PCG, ed. Menéndez
Pidal), Caps. 64, , 612 (en éste, reunión de la corte del rey Alfonso III en León durante Cinquesma, con
festejos y competiciones, casi al modo de la corte artúrica) y 654 (convocatoria a la reunión de la corte
en la ciudad a sus caballera¡ y srs peones), enrre orros.
47 .Entro el rey don Alffonsso por tierra de Campos
es Toro, la que tiene dell un cabo el rio
-esra et conquirioio
d'Ezla, dell otro el rio de Carrión, de Pisuerga et de Duere
todo,, EE (pcG, ecl.
Menéndez Pidal), Cap. 181, p. 331.
48 EE (PCG, ed. Menéndez Pidal), Cap. 581, p. 331.
49 lbídem. Cft. ¡t¡pxo. La llamada Versión Crítica (EE. Wrsi1n Crítica (ed. Fernández-Ordóñez).
Cap. XVI) presenta algunas dife¡encias: no se cita Toro, incluye anacrónicamente Vitoria tras Pamplona
y, en el mismo sentido, ilchrye Pantorlict o Pancubo entre Ruconia y Sarasacio.
,0 EE (PCC, ed. Menéndez Pidal), cap. 585, p.333. De igual modo en la versión cútica, EE.
Wrsión Crítica, ed. Fernández-Otdóñez, Cap. XX.
NOTAS SOBRE LOS PRIMEROS ESPACIOS DE LA RECONQUISTA
269
riempos de la Reconquista, el de los resistentes cristianos tras la invasión y el de
la expansión en la época de Alfonso I. En el supuesto de seguir con detalle
-lo
haremos próximamen¡s- sl hilo de los discursos más allá del par de asuntos
seleccionados, prolongando la observación a todos los espacios regionales y a todo
el ciclo histórico del Reino, es seguro que podrán pefcibirse nuevos acentos sin
duda inscritos en una recomposición geoestratégica que se estaría dando en los
siglos centrales de la Reconquista y que afectaría ala percepción retrospectiva de
Io leonés, lo castellano, lo gallego, 1o vasco, etc. La imagen de los espacios del
Reino, pese a escribir siempre acerca de los mismos hechos, fluía, cambiaba, se
recomponía constantemente en la pluma de cada cronista.
Son, por ahora, suficientes las evidencias expuestas. La Silense, Ia Najerense, el
Chronicon Mundi, el De rebus Hispanie, la Estoria de España son obras explicables en
las coordenadas de su propia época. Resultan menos permeables a los motivos originarios que habían justificado la inclusión de las noticias históricas en los textos
overenses del tx y nos brindan la posibilidad de percatarnos de los cambios, a veces
rorundos, de los discursos historiográficos. Cómo no conocer esta realidad si pensamos en nuestra experiencia propia, en tanto que historiadores actuales, artífices
de una historia siempre en construcción. Cómo no darnos cuenta de que nuestros
déficits de conocimienros, así como el hecho de estar también envueltos en relanuestro
ciones de poder, presiones intelectuales y discursos de legitimación
-en
caso universitarios o de otra índole-, en el fondo acercar también nuestro fol
profesional a los condicionamientos que hallaron al escribir la Historia de España
aquellos cronistas de hace siete u ocho siglos. Al igual que nosotros, ellos también
se encontraron con una tradición dada, la valoraron, la reprodujeron y, en parte, la
cambiaron.
ANnxo
CoNqutsras Y REPoBLACIoNES DE ArroNso
I
I Localidadesyterritoriosque«retuvo)>(Lugo)o«tomó»Alfonsol:bellandocepit,cepit,retinait,gan6.
E Localidades y territorios que repobló Alfonso l: populatur, populaui.
O Otras localidades y territorios citados.
Alll.
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E Sopuerta i Soprertu
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