Actas del
IX Congreso Internacional
de la Asociación Hispánica
de Literatura Medieval
(A Coruña, 18-22 de septiembre de 2001)
!JI
2005
Actas del IX Congreso Inrernacional de la Asociación Hispánica
de Lirerarura Medieval, 2005.
© Carmen Parrilla
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Primera edición, septiembre 2005
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Impreso por G ráficas Semenreira, S.A. - Noia
Reservados rodos los derechos
El epitafio épico del Cid
Alberto Montaner Frutos
Universidad de Zaragoza
Entre los apéndices de la Crónica Particular del Cid aparece el
siguiente pasaje: 1
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Aunque copiadas a renglón seguido, las "palabras" que "dize
el Cid"2 están en verso, delimitados por los signos de puntuación
y las mayúsculas, y deben transcribirse así:
3
6
Cid Ruy Díez só que yago aquí encerrado
e vencí al rey Bucar con rreinra e seis reyes de paganos.
Estos rreinra e seis reyes, los veinre e dos murieron en el campo;
vencílos sobre Valencia desque yo mueno encima Je mi cavallo.
Con ésra son serenra e dos batallas que yo vencí en el campo.
Gané a Colada e a Tizona, por ende Dios sea loado.
Amén . .
Tal carácter poético fue advertido ya por el primer editor del
Cantar de mio Cid, Tomás Antonio Sánchez, quien comenta:
"Estos son seis versos de epitafio, que no creo se pusiesen en la
sepultura del Cid: y son hechos a imitación de los del poema;
1
Ci·ónicn del fomoso cnvnllero Cid Ruy Día Campeador, ed. de Fr. Juan de Velorado, Fadrique Alemán de Basilea, Burgos, 1512, f. 115• (ed. facsímil, New York, Kraus, 1967; facsímil digiral y transcripción de María Jesús García Toledano, en l lDMYTE: Arc/;ivo digital de
mnnmcritos y textos espmioles, Micronec, Madrid, 1992- 1994, num. 6993).
2
Todas las transcripciones de cexcos medievales han sido acomodadas a las pauras dadas
en Cantar de mio Cid, ed. de Alberto Monraner, Crírica (Biblioteca c ャ セウゥ」。L@
1), Barcelona,
1993, pp. 85-92.
193
pero el edictor [sic] no debió de conocer que eran versos, pues
en la Crónica se hallan impresos como prosa" .3 Antes que él los
había reproducido, sin distinguir tampoco su constitución versal,
Berganza. 4 Salvo error u omisión, recientemente sólo lo han citado Marrodán, calificándolo de "letrilla que hacía las delicias del
vulgo", y Martínez Diez, sin mayor comentario.5 No deja de exrranar que, pese a su temprano reconocimiento como pieza poetica, al iniciarse la recepción moderna del Cantar de mio Cid, 6 este texto haya pasado desapercibido . Sobre todo teniendo en
cuenta la escasez de versos épicos medievales conservados. Probablemente han contribuido a ello la propia brevedad de la composición, que la hacía parecer irrelevante; las observaciones de Sánchez, que pudieron hacer pensar en un mero pastiche erudito
tardío, y, en fin, su evidente procedencia monástica, quizá enojosa cuando se postulaba una neta separación entre los mesteres de
juglaría y clerecía.
Sea como fuere, el caso es que no se ha vuelto a prestar la menor atención al Epitafio épico del Cid.7 Sin embargo, la pieza, en
principio, no carece de interés; en parte, por las mismas razones
que quizá motivaron su postergación: su excepcional brevedad
para ser una composición en verso épico y su elaboración clerical, en relación con la veneración cardeñense de las reliquias cid ianas . Ahora bien, lo primero es establecer si se trata de una
-
•
•
•
.1
Amonio Sánchez, Colección de poesíns ctUtellanas anteriores al siglo XV. 1: Poema
del Cid, Antonio de Sancha, Madrid, 1779, p. 228; la transcripción en pp. 227-228.
4 Francisco de Berganza, Antigüedades de España, propugnadas en las noticias de sus reyes y
condes de CtUtilla la Vieja, J, Madrid, Francisco del Hierro, 1719-1721, p. 54 5a.
s Jesús Marrodán, San Pedro de Cardeña: Historia y arte, Abadía de Cardeña, Aldecoa,
Burgos, 1985, p. 67; Gonzalo Marrínez Diez, El Cid histórico, Planeta, Barcelona, 1999, pp.
409-410.
6 Cfr. Luis Galván, EL "Poema del Cid" 1!11 eウーエセ■。L@
1779-1936: Recepción, mediación, his·
toria de la filología , Eunsa, Pamplona, 2001, esp. pp. 36-39 (sobre la edición de Sánchez), 3964 (sobre la recepción in mediara del Cantar) y 202-304 (sobre la inrerpreración inscicucionalizada a partir de Menéndez Pelayo y Menéndez Pida!).
7 Así designado en Alberto Montaner, "Introducción", en G. McCaughrean y A. Monraner, El Cid, Vicens Vives, Barcelona, 2000, pp. 7-34; "Un personaje de leyenda", El Mundo
Medieval, 2 (2001), pp. 83-87; "Epics", en Dictionary ofLiterary Biography: Medieval Spanish
Literature, ed. de George Greenia y Frank Domínguc-t, Layman, Columbia, en prensa.
3 Tomás
194
mera imitación, para lo cual resulra imprescindible determinar
su fecha. En principio, resultan decisivas las noticias de Berganza: "También se escrivieron en la pared, esta.s palabras en estilo
vulgar, como que las dezía el Cid a los que venían a ver su sepulcro [... ] y con estas inscripciones, estuvo el cuerpo del Cid, hasta
que el Abad Don Pedro del Burgo, año de mil cuatrocientos y
cuarenta y siete, mandó derribar la Iglesia antigua, para hazer
otra de nuevo". 8 Según esto, el epitafio estuvo realmente inscrito
y era anterior a 1447, año en que desapareció junto con la iglesia
románica.9 El problema es verificar estos daros, porque Berganza
no cita fuente alguna en su apoyo. En principio, cabría suponer
que se limitó a interpretar lo que encontraba en la Cr6nica Particular, con la que básicamente coincide en el texto y disposición
de los dos epitafios, latino y romance. Sin embargo, aquélla dice
sólo, respecto del primero, que "éstos son los versos que están escritos aderredor de la sepul tura", 10 mientras que Berganza diferencia dos partes: los dos primeros versos "hizo [Alfonso X] que
en la circunferencia de la piedra de abaxo se gravassen", mientras
que los cuatro restantes "encima del sepulcro se pusieron". 11 Estas precisiones, que no pueden deducirse de aquella información,
sugieren que Berganza tuvo acceso a una fuente más derallada. 12
En todo caso, resulta en principio razonable aceptar sus noticias
y dar.ar el Epitafio antes de 1447.
Parece, no obstante, oponerse a ello la forma Tizona del v. 6,
frente a la primitiva Tiz6n del Cantar, y¡¡ que "el femenino Tizona [fue] divulgado en el siglo XV". 13 Desde l1!.1ego, la forma masculina es la única documentada en la redacción amplificada de
F. de Berganza, Anrigiiedades, p. 545a·b.
Cfr. J. Marrodán, Snn Pedro de Cardeña, pp. 82-83 y 177.
1
°Crónica l'artiwlar, f. 115'.
11 F. de Bcrganza, Antigiiedades, p. 545b.
12 En relación con el Breviario de Cardeña de 1327 o con las tablas que idemiflcaban los
sepulcros del monasterio; cfr. Col in Smith, "Cardeña, Lasr Bastion of Medieval Myth and
Legend", en The Medieval Mind: Hispanic Smdies in Honour ofAlnn Deyermond, Tamesis,
London, 1997, pp. 425-444.
1' Ramón Menéndez Pida!, Cantar de Mio Cid: Texto, grnnuítica )'vocabulario, ll, ed.
rcv., Espasa-Calpe, Madrid, 1944-1946, p. 867 (y cfr. pp. 664-665).
8
9
195
1289 de la Estoria de España alfonsí. 14 En cambio, los manuscritos más conservadores de la versión crítica de la misma (ca .
1282- 1284) recogen ambas formas, con predominio de la femenina.15 Algo parecido sucede con la Crónica de Castilla, compuesta ca. 1300, cuyos manuscritos traen usualmente el femenino, pero no rodos. 16 En particular, su testimonio más antiguo, la
traducción gallega, cuyo códlice es de principios del siglo XIV,
ofrece sólo Tiró. 17 Parece, pues, que las versiones en -a son modernización de los copistas, lo que obligaría a fechar el epitafio
en el siglo X:V, con terminus ante quem en el 7 de ocrubre de
1511. 18 Sin embargo, es muy probable que Tizona se divulgase a
mediados o finales del siglo XIV, dado que los arquetipos de varias familias de códices cronísticos ya la ofrecían. Por otro lado,
cabría también que el texro original del Epitafio ofreciese el masculino, aJrerado luego en su transmisión manuscrita, como seguramente ha pasado con Díez, forma ausente del Cantar y de las
crónicas, pero que en la impresión de la Crónica Particular se ha
adoptado sistemáricamenre.
1'1
Es la cuana pane de la f'rimrrn Crónim Cmrml dr Espmln, cd. de lhmón Monéndcz
l'idal. Grt-dos. Madrid. 1955 (rcimp. 1977}. pp. 603b. 606b, 608a. 6 17b-618b. 625b. 626b.
633a. 63Sb, 637b y 641 a ( 17 ocurrencias). Para las relaciones cmre las versiones y crónicas
alfon,ícs, uid. A/fomo X rl !:Ji1bio y las Crónic11s d, Esp11ñ11, ed. de Inés Fern:lndcz-OdófiC'l•. Un i·
ャゥ、 L@ 2000.
vcr,idad de Valladolid · Cenrro pnra la Ed ición de lo5 Clásicos E.<paiiolcs, vNセ ャ 。、ッ
"Corresponde a la Crónim de llt:ime Rryrs, ed. de cセウ。イ@
Hern;lndcz Alonso rr nl, Ayun·
tamicnro de Burgos, Burgos, 199 1, pp. 239b (Tizón}, 241a y 243a, que ofrece el rcxto del
ms.j (= Ese. X-i-6); lec igual el ms. N(= Ese. Y+ 12, transcr. de Tcrrence A. Manncncn. en
ADMirrE. num. 352.), ff. 157' (Tizón), 159' y 162• (Tizona}. Leen igual orros dos manus·
criros de dicha crónica (S y JI'), pero los otros siete traen Tizo un en los ues pasajes (vid.
nljimsl: \lrrsión m pros// m l11 "Priman Crónim cュセイョOB@
Nang• J. Dyer, El "Mio CiLI" dd イョャセ@
y m In "Crouit:ll dr udnu uyrJ". Ju:m de In Cucsra, Ncwark. 1995, pp. 117. 120-121. 126.
162. 16!>. 174 }' 193).
1'' Anlbas soluciones se daH rauto en l;1 rnma conscrv:tdor.t de la Crónim dr Cmti/111 (Ti·
zón M; Tizona CB/'J, como en la innovadora (Ti1.ón /?: Ti7.Clna A'), según el cotejo crccruado
por Juan Bautista C rc<po, a quien agradezco csra información. Con la versión moderni1.adora
de la primera rama lec la Ci·óuicn Pnrrimlnr, ff. 133'. BS•. 70', 73'. 82'·83', XセN@
\l4'-95' y 97'.
'' Tmdurrióu C11llt-gn dr In Crouim Cmcml y dr In Gi·óuim de CIIStilln. l. ed. de Ramón
Lorenzo, lnstirmo de E.srudios Orcnsanos " Padre Fcijoo", Orense, 1975, pp. 570·571, 585.
617-619 y 636.
18 Serrara de la fecha del privilegio (Cróuim f'nl'ficulnr. f. 115'), lo que implica que la
obra esraba ya lista para b imprenta.
196
Si, en definitiva, el uso de la forma Tizona no resulta un dato
fiable respecro de La datación del Epitafio, no sucede lo mismo
con su constitución mérrica. Ésra responde indudablemente a la
prosodia épica medieval, la cual continuaba usándose en el siglo
XIV, como atestiguan las Mocedades de Rodrigo. No hay, en cambio, pruebas de su uso en el siglo XV, en el que es desplazado
por el pujanre romancero. Cabría que el Epitafio fuese en realidad un breve romance, con las oscilaciones métricas advenidas
aún en ciertos romances viejos. 19 Sin embargo, su escansión se
revela netamente épica:2o
Verso
1
2
3
4
5
6
Media
Primer
hemistiquio
Segundo
Hemistiquio
Total del
verso
6
6
7
7
13
16
17
20
13
10
JO
12
7
9
9
8
6
9
7
18
16
La distribución silábica responde a patrones similares a los del
Cantar de mio Cid, aunque la brevedad del Epitafio provoca una
menor dispersión. También se advierte una mayor tendencia a
alargar el segundo hemistiquio, según muesrra el gráfico adjunro.21 Esta constitución métrica afianza la hipótesis de una
producción genuina y no u.n pastiche erudito de los aledaños de
•• Ramón Mcnéndcz. Pidal, Romancero bí>páuíco (bispllno·portttguls. am•ricmro y sifñrdf):
Tcorítl • bistoria, 1, Espasa-Calpc, Madrid, 1953, pp. 86·89.
"'En el primer hemisriquio del v. 2 considero Bumr oxírono (vid. A. Momaner, Cnmnr
、セ@ mio Cid, p. 603); de aceptarse la prosodia tardía Bticnr. sería un pentasílabo. El segundo
hemistiquio dd v. 4 exige leer con sinaleF.! veimc-t, siendo de lo comrnrio hipermérrico (cfr.
A. Momancr, ibid., pp. 35·36, n. 25). En cua nto al segundo hemistiquio del verso 6, hago
dialcf.1 en u-a y lo-ado; la segunda ュセ@ parece incvicablc, pero en la primern cabe la sinalefa,
dando un hemistiquio octosilábico.
" Los datos correspondientes al Cnmnr proceden de René Pellen, "Le vcrs du Cid: prosodic et critique rcxmdlc", en Étu&s Ciditmw: Arus du Colfoqut \Cnnwr d• Mio Cid. (Ptrris,
20 januia 1994), cd. de Michel Garcia y Gc-orges Manin, l'resses Univcrsiraires de Limoges,
Limoges, 1994, pp. 61-108.
197
1500, época en la que ningún escritor culto hubiese adoptado tal
metro. Nótese que los apócrifos atribuidos por entonces a Alfonso X el Sabio, como el Libro de las querellas y el Libro del Tesoro o
del Candado, 22 están compuestos en coplas de arte mayor. Todavía ajeno al sentimiento arqueológico posterior, un poeta del siglo XV difícilmente hubiera actuado de otra manera.
50
40
30
-
20
10
セ@
11.
o
1
3
4
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•
r---
1-1
1
5
D
1--
6
7
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J
1
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ョセ@
1
1
10
11
Cantar-1 hemistiquio
Cantar-2 hemistiquio
Epitafio-1 hemistiquio
Epitafio-2 hemistiquio
En definitiva, no parece fundado dudar de la autenticidad del
Epitafio como muestra (un tanto singular, sin duda) del género
épico. A este respecto, cabe recordar un caso semejante respecto
de la otra gran estrofa narrativa del momento, la cuaderna vía,
en la cual se compuso el epitafio del obispo don Sancho de Ávila
(ca. 1332):23
Don Sancho, obispo de Ábila, como señor honrado,
dio muy buen exemplo, como fue buen prelado.
Fizo este monasterio de San Beniro llamado
y diole muy grandes algos, por do es sustentado.
Nos hallamos, pues, ante un texto redactado en Cardefia con
anterioridad a 1447 y que, de aceptar como original la lección
2'
Se ocupó ya de el los, sospechando de la autenricidad del segundo. T A. Sá nchez, Colección, 1, pp. 149-167.
2·1 Citado por T. A. Sánchez, Colección, 1, p. 118. No he encontrado referencias a este
epitafio en las obras recientes al respecro, ni siquiera en Isabel U ría, Pnnornmn crítico del "mester de clerecía", Castalia, Madrid, 2000.
198
Tizona, cabría suponer de la segunda mitad del siglo XIV. Para
comprender mejor la pieza, es preciso atender a su entronque en
el conjunto de la materia cidiana medieval. Las menciones de
Bucar, Valencia, Colada y Tizona remiten en último termino al
Cantar de mio Cid, pero no indican ninguna conexión directa, al
menos en fechas tardías, cuando el tema era bien conocida por
las crónicas. Ahora bien, el arranque del Epitafio podría traer una
reminiscencia del grito de guerra: "¡ca yo só Ruy Díaz, mio Cid
el de Bivar!" (v. 1140). Aquí el dictado de Cid está pospuesto al
nombre, pero en el Cantar la expresión Mio Cid Ruy Díaz es una
fórmula usual del primer hemistiquio. 24
También el sintagma en {el) campo posee rango casi formular,
dada su frecuencia en contextos bélicos, tanto al final del verso,
según sucede aquí en los vv. 3 y 5, como ante la cesura. 25 Además, hay una serie de variaciones sobre la archifórmula [vencer] +
(en) el campo (vv. 1740, 1749, 1753,2522 y 3691), de las cuales
es especialmente cercana al v. 5 del Epitafio la del v. 17 49 del
Cantar, puesto en boca del propio Cid: "vós teniendo Valencia e
yo vencí el campo". También guardan gran parecido con los vv.
2-3 y 5 del primero los vv. 2522- 2523 del segundo: "venciemos
moros en campo e matamos 1 a aquel rey Bucar, traidor pravado". El uso de esta locución con morir, tiene también un paralelo en el v. 687 del Cantar. "Si nós muriéremos en campo, en castiello nos entrarán", si bien por el contexto resulta casi antónima
de la usada en el v. 3 del Epitafio.
La expresión de la victoria en el v. 5 guarda igualmente relación
con las usadas en el Cantm·, donde se emplean, por orden decreciente, los giros vencer la batalla (8 veces), arrancarla lid (6),
arrancar la batalla (3) y vencer la lid (2). Por su cercanía al contexEdrnund De Chasca, El arte juglaresco en el "Cantar de mio Cid', Madrid, Gredos,
1972, 2• ed. rev, p. 343.
25 La palabra campo proporciona la rima en dieciocho ocasiones, lo que supone el 44%
de sus apariciones en el Cantar (41). La locución en (el) campo aparece dieciséis veces (el39%
de las ocurrencias de campo), siere al final del primer hemisriquio (vv. 687, 2479, 2522,
3525b, 3541, 3595 y 3656), una al principio del segundo (v. 3667b) y ocho al final del segundo (vv. 499,751, 1041, 1293, 1772,2343,2354 y246l).
24
199
ro del Epitafio pueden recordarse "Venció dos reyes moros en
aquesta baralla" (v. 876) y "después que esta batalla vencieron e al
rey Bucar mató" (v. 2475), si bien la mayor proximidad concepwal se da, pese a la menor cercanía verbal, en el v. 1333: "e fizo
cinco lides campales e rodas las arrancó". Por último, la pareja (a)
Cofndtt e (a) Tizón rambién es formular, aunque en el Cantane da
en el segundo hemistiquio (vv. 2426,2575,3154, 3201 y 3555).
En concreto, el v. 6 del Epitafio parece hacerse eco de los vv. 3153"diles dos espadas, a Colada e a Tizón 1 (éstas yo
3154 del c。ョエQセ@
las, gané a guisa de varón)", aunque también de los versos 10 10,
"Ygañó a Colada, que más vale de mili marcos de piara", y 2426,
"e ganó a Tizón, que míU marcos d'oroval".
Estas similirudes indican un conocimiento directo del Cantar, posibilidad reforzada por la ausencia en otras fuenres cidianas de la aura-predicación yo só Rtty Díaz. Apunta en la misma
dirección lo infrecuente de la expresión vencer eL campo セ@ en
campo en la épica, pues sólo se encuenrra una vez en el Poema de
Femán Gonzáiez, "vencerlo has en el canpo d'este tercero día"
(432c), 26 mienrras que en las Mocedades de Rodrigo el cérmino
únicamenre aparece en la fórmula (en) buena lid en (el) campo
(vv. 441, 469 y 1120). 27 Tan1poco es habitual en las crónicas alfonsíes, aunque sí hay algunas ocurrencias, la mayoría en la parte
procedenre del Cantar. En cal caso resulta casi imposible saber si
el auror del Epitafio tenía en mente los pasajes cronísticos o los
poéticos, aunque, en general, la afinidad de sus recursos literarios, diffcil de obtener de las aisladas menciones de las crónicas,
abonan la segunda opción.
Por supuesro, la casi segura influencia del Cantar no puede
ocultar algunas notables diferencias. Simplemente en el plano léxico, además de las grafías Dlez, ende y Tízona y de las formas verbales yago y encerrado, hay varias palabras que no aparecen en aquél
"'Cito por In cd. de Ramón Mcnéndezl'ida l. Reliquias de lu po,•sitt ¿picn t•sptuiolu,
イセゥョー@
.• pr<>l. de Diego Catalán, Credos, Madrid, 1980, p. 99.
'' V,d. John S. Gcnry, Fommlnic Dic1ion in Qヲエセ@ "f'ocmtt de Ftnuln Gonzd!t'!l/' tmd the "Morrdadrs tic !Wdrigo':· A Compurer-Aidtd Ann/ysis, Porrúa, Madrid, 1980, pp. 177-178.
200
(paganos, desque, encima, setenta, loado), lo que resulta notable en
un texto tan corto. Esto, no obstante, sólo confirma la obvia posterioridad del Epitafio, así como su encabalgamiento entre dos géneros. En efecto, yago y encerrado pertenecen al ámbito funerario.
El uso de yazer es característico, como en el epitafio ripollés de
Pedro III de Aragón (t 1285): "Qui bello primus inerat, iacet hic
modo limus". 28 El equivalente de encerrado aparece también en el
epitafio latino del Cid (aún parcialmente visible) : "Clauditur hoc
tumulo magnus Didaci Rodericus" .29 Es igualmente propio de las
formas más elaboradas del género usar la primera persona, como
en el epitafio de Ramón Berenguer IV30
Hay, de todos modos, un elemento que vincula definitivamente el Epitafio a fuentes cidianas ajenas al Cantar y es la victoria post mortem contra el rey Bucar. Esta hazaña procede de la
perdida Estoria del Cid de Cardeña o, en su defecto, de una de
las crónicas alfonsíes que la incorporan,31 probablemente la Crónica de Castilla, de la que se extractó en el mismo monasterio la
Crónica Particular del Cid. Los daros del Epitafio concuerdan ro-
Llu is Nicolau d'Oiwer, "J.;escola poerica de Ripoll en els segles X-Xlll", Anuari de
l'fmrítllt d'&tudis Cata!ans, 6 (1915-1919 [ 1923]), pp. 3-81 (núm. 19, v. 7).
1? Epitafio latino deL Cid, v. 2 (en Crónica Partimlar, f. 115'; Berganza, Antigiiedades, 1, p.
545; Marrodán, San Pedro de Cardeña, p. 77; Marríne-z Die-z, El Cid histórico, p. 409). Cfr. el
28
epitafio de Sancho 11 en Oiía: "Ciaud irur hac rumba iam fae rus pul vis et umbrá' (Berganza,
Antigiiedades, !, p. 435). En tres epitafios catalanes de los siglos XIII y XIV se repite "Tali
namque domo clauditur omn is horno" (L. N . D'Oiwer, ''J.:escola", n(un. 17).
l O L. N. D'Oiwer, "I.:escolá ', núm. 12, v. 2.
3l La Estoria del Cid fue compuesta en Cardeña para ofrecer una vida del Campeador repleta de elememos legendarios inspirados en las tradiciones caradignenses sobre la muerre del
Cid y su rumba (vid. Perer Russell, Temas de "La Celestina''y otros estudios, Ariel, Barcelona,
1978, pp. 71-112, y Diego Catalán, La "Estoria de España" de Alfonso X. Universidad Autónoma-Fundación Ram611 Menéndé'l Pidal, Madrid, 1992, pp. 93- l l9 y 146-18). El episodio
"de córnmo Bucar er los [x]XXVI reyes [= 'generales'] de moros fueron desbaracados ante la
セゥ「、。イ@
de Valencia, por ayuda del aposcol Sancriago, después de la muerte del セゥ、B@
es uno de
los más señalados de esa narración con tintes hagiográficos y se encuentra interpolada en la
redacción amplificada de 1289 (= Primera Crónica General, pp. 636b-638a) e incorporada a
la Crónica de Castilla (ms. G [=Ese. X-1-l l ], ff. 215'-216'; ms. K[= BL Add. 2569], ff. 90'9 1') y a sus versiones: Ti-nducáón Gallega, pp. 661-663, y Crónica Cera/ de Espnnhtl de 1344,
IV, ed. de L. F. Lindley Cimra, Academia Portuguesa da Hisrória, Lisboa, 1951-1990, pp.
180-182.
201
talmente con los de dicho episodio, resumido así en las rúbricas
de los capítulos correspondientes:
De cómo el rey Bucar cercó a Valencia con treinta e seis reyes moros [...]
De cómo los cristianos ataviaron al Cid después de muerto e le pusieron en su cavallo e de cómo salieron todos de Valencia con el
cuerpo del Cid e con doña Ximena Gómez e ordenaron sus hazes
para dar batalla al rey Bucar. [...]
De cómo todos los cristianos que salieron de Valencia con el cuerpo del Cid e con doña Ximena Gómez ovieron batalla con el rey
Bucar. E de cómo los moros fueron vencidos e muertos veinte e
dos reyes, sin la otra gente. 32
Tan clara dependencia de la Estoria del Cid (ca. 1280),33 permite situar la elaboración del Epitafio a lo largo del siglo XIV y relacionarlo con el auge del "culto" cidiano en Cardeña durante ese siglo, frente al declive que experimentó a lo largo del XV (lo que,
junro a lo ya visto, minimiza la probabilidad de su redacción en
dicha centuria).34 Además de este obvio caso, hay un dos expresiones que podrían deberse también a influjo cronístico. Una de ellas
corresponde al v. 3, cuyo parecido con el v. 687 del Cantar se ve
superado por esta frase de la Crónica de Castilla: "asmaron que murieron en el campo bien diez e siete mill personas e dende arriba". 35
La otra se refiere al uso de paganos, en la oración que el Cid pronuncia al partir para el destierro: "Santa María, madre, e todos los
santos, dadme poder que pueda destruir todos los paganos". 36
De rodas formas, esta preferencia por reyes de paganos sobre
reyes (de) moros podría tener origen poético, pues las Mocedades
Crónica Particttlar, ff. 95".
La Estoria del Cid era desconocida para los primeros compiladores alfonsíes hacia
1270, pero en la versión crítica (ca. 1282-1284) se alude indudablemente a ella al decir que
"el Cid estando en Valencia, enfermó e murió[ ...] e porque en la su esro ria se contiene de
cómmo murió e lo que acahcsció a la su muerte, por esso non los pusimos aquí" (Crónica de
Veinte Reyes, p. 243).
34 Vid. Colin Smirh, "Cardeña, bsr Bastion", pp. 430-435; Francisco Javier Peña Pérez,
El Cid Campeador: Historia, leyenda y mito, Dossoles, Burgos, 2000, pp. 296-300.
35 Ms. C. f. 197' (subrayo); Crónh·a Particular, f. 75'; ms. K, f. 72'.
J<; Ms. C, f. 156' (corrijo "madre de" en "madre, e", como pide el semido); Crónica PartiCif!ar, f. 28' (correcto); ms. K, f. 30' (erróneo).
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usan esa designación en los vv. 477 y 663, mientras que en el
Fernán González el sintagma en 1 a los pueblos paganos es formularY Refuerza este posible influjo la coincidencia del segundo
hemistiquio del v. 6 con las fórmulas por ende sea Dios loado y
Dios sea loado de las Mocedades. 38 En definitiva, resulta patente
que el Epitafio muestra una reveladora combinación de elementos épicos y cronísticos, de la leyenda heroica y de la hagiográfica, fruto de la productiva interrelación de modalidades y géneros
literarios que parecen haber sido mucho más permeables entre sí
de lo que a veces tendemos a suponer.
J. S. Geary, Formulnic Diction, pp. 135 y 150.
JS J. S. Geary, Formulnic Diction, pp. 165-166 y 168.
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