África
Madagascar
-
Clasificación 2023
101/ 180
Puntuación: 56,66
Indicador político
117
49.03
Indicador económico
139
36.71
Indicador legislativo
94
60.69
Indicador social
109
58.46
Indicador de seguridad
75
78.39
Clasificación 2022
98/ 180
Puntuación: 58,02
Indicador político
101
52.58
Indicador económico
126
35.08
Indicador legislativo
93
64.47
Indicador social
105
64.50
Indicador de seguridad
69
73.47

A pesar de su larga tradición en prensa, que data de hace más de siglo y medio, Madagascar tiene un panorama mediático muy polarizado y politizado, además de muy castigado por la corrupción.

Panorama mediático

Teniendo en cuenta la elevada tasa de analfabetismo en el país, la radio sigue siendo la principal fuente de información. La radiotelevisión pública (RNM y TVM) está ampliamente dominada por las directivas de la comunicación gubernamental. Las emisoras de radio privadas sólo pueden emitir a través de redes satelitales, y la prensa escrita, mayoritariamente francófona, sigue estando circunscrita a las zonas urbanas. Los medios privados, muy numerosos en todo tipo de soporte, están politizados y divididos entre los defensores del poder y los próximos a la oposición, lo que limita gravemente el acceso a una información neutral e independiente.

Contexto político

El Estado controla los medios públicos y tiene el poder de nombrar o cesar a sus principales responsables. El control político de los medios de comunicación está minando el pluralismo y la libertad de los periodistas. Resulta frecuente que ministros, parlamentarios y empresarios cercanos a la política controlen directa o indirectamente los medios. Debido a la dicotomía existente entre los medios pro-régimen y pro-oposición, ninguno de ellos es independiente de la esfera política.

Marco legal

Desde la despenalización de los delitos de prensa en 2016, es bastante inusual que un periodista acabe en la cárcel por actos relacionados con el ejercicio de sus funciones. Pero la reforma  del Código de la Comunicación en 2020, prevé multas en caso de difundir “noticias falsas” y de delitos de “ultraje” y “difamación”. Este código también otorga la posibilidad de que las autoridades  puedan cerrar medios o suspender programas que puedan alterar el orden público. La nueva Autoridad Nacional de Regulación de la Comunicación en los Medios (ANRCM) debería conceder las licencias, pero esto todavía no es una realidad. La ley sobre el acceso a la información pública lleva 16 años esperando ser votada, y la ley sobre los defensores de los derechos humanos y los informantes, propuesta en 2021, tampoco ha sido aprobada todavía.

Contexto económico

La precariedad de la prensa malgache tiene consecuencias desastrosas sobre la calidad de la información en los medios. El nivel de concentración de los medios favorece las posiciones dominantes, y el propio presidente de la república dirige un grupo de prensa junto al ministro de Comunicación. La debilidad del mercado publicitario se ha visto exacerbada por la crisis de Covid-19. Los exiguos salarios abren las puertas a la corrupción, y la práctica del “felaka” (sobres con billetes entregados por los organizadores de un evento a los periodistas que lo cubran) está generalizada. No resulta extraño que algunos periodistas acumulen pequeños trabajos y se encuentren en una situación de conflicto de intereses, por trabajar en paralelo para diferentes responsables políticos. Así, la tendencia a la autocensura se debe principalmente a las líneas editoriales impuestas por los políticos propietarios de los medios, y a la prohibición de criticar a los anunciantes.

Contexto sociocultural

A corrupção, sobretudo no setor de recursos naturais e no setor ambiental, continua sendo um assunto difícil de abordar. As comunidades religiosas costumam ter seus próprios meios de comunicação.

Seguridad

Los periodistas pueden ser víctimas de acoso público por parte de responsables políticos o de campañas de desprestigio en redes sociales. Los ataques a su integridad física siguen siendo muy poco frecuentes. A veces, los periodistas que respaldan al gobierno propician agresiones verbales contra colegas que no comparten la misma opinión política.