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Laurent Fabius

© Ministère des Affaires étrangères/F. de La Mure (2012)

© Ministère des Affaires étrangères/F. de La Mure (2012)

Actualización: 27 junio 2022

Francia

Primer ministro (1984-1986); ministro de Asuntos Exteriores (2012-2016) y de Finanzas (2000-2002)

  • Mandato: 16 mayo 2012 - 11 febrero 2016
  • Nacimiento: París, región de Isla de Francia, 20 agosto 1946
  • Partido político: Partido Socialista (PS)
  • Profesión: Funcionario del Estado
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Presentación

Su nombramiento como ministro de Exteriores de Francia en mayo de 2012 devolvió al primer plano de la actualidad al veterano Laurent Fabius, uno de los más destacados dirigentes del Partido Socialista (PS) desde hace tres décadas. Enarca brillante con fama de elitista, símbolo de la llamada gauche caviar del PS y descrito en ocasiones como "el socialista más rico de Francia", Fabius, quien nunca ha gozado de gran popularidad a lo largo de su dilatada carrera, es un superviviente de la vieja guardia de la era de François Mitterrand, del que entre 1984 y 1986 fue joven primer ministro y posteriormente delfín oficioso. Su paso por la jefatura del Gobierno galo supuso el carpetazo definitivo a las políticas económicas izquierdistas radicales emprendidas en 1981 y el establecimiento de una línea más pragmática de corte social liberal, preocupada por los balances financieros y reconciliada con el capitalismo de mercado, que preludió el intenso liberalismo de los gobiernos conservadores de Jacques Chirac.

Luego de salir indemne del escándalo del atentado contra el buque ecologista Rainbow Warrior (1985) y mientras sorteaba las implicaciones penales del caso de la sangre contaminada con virus del sida (1992-1999), Fabius fue coprotagonista de las luchas fratricidas de los barones socialistas en la década de los noventa, época en que rivalizó, en particular con Michel Rocard, por la Primera Secretaría del partido y por la sucesión de Mitterrand en la Presidencia de la República. Durante el Gobierno de la izquierda plural de Lionel Jospin (1997-2002) presidió por segunda vez la Asamblea Nacional y sirvió como ministro de Economía. En 2004, con el PS nuevamente en la oposición, Fabius realizó un sorprendente giro a la izquierda, conflictivo con su trayectoria centrista y desafiante a la consigna oficial de su agrupación, al propugnar el no al Tratado de la Constitución Europea en el referéndum de 2005. A continuación, disputó el liderazgo del PS a François Hollande y en 2006 fracasó ante Ségolène Royal en las primarias para la candidatura al Elíseo. Seis años después, ya reconciliados, Hollande, triunfador electoral sobre Nicolas Sarkozy, le incluyó en el Gobierno de la Mayoría Presidencial socialista encabezado por Jean-Marc Ayrault.

Desde entonces, Fabius ha venido asistiendo a Hollande en su política europea, que empezó rebelándose contra la estrategia de austeridad a costa del crecimiento dictada por Angela Merkel pero que ha terminado amoldándose a las tesis berlinesas del eje franco-alemán, como dejó patente la ratificación sin enmiendas del Pacto Fiscal Europeo. Por otro lado, en la agenda del jefe de la diplomacia francesa han figurado la retirada de las tropas de combate de Afganistán, el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU, la mejora de las relaciones con Estados Unidos a pesar del escándalo del espionaje de la NSA y los operativos militares en Malí (para derrotar el embate terrorista de Al Qaeda, misión exitosa pero en la que París no halló la solidaridad europea), Somalia (para el rescate de rehenes, saldado en fracaso) y la República Centroafricana (para parar las luchas sectarias, con resultado ineficaz por el momento).

Asimismo, ha participado en las negociaciones del grupo P5+1 con Irán sobre el capítulo nuclear y viene siendo actor en la sinuosa crisis de Siria, que ha oscilado desde una intervención armada inminente contra el régimen en agosto de 2013 hasta la conferencia de paz de Ginebra II de enero de 2014, pasando por el acuerdo de desarme químico con patrocinio ruso-estadounidense. En febrero de 2014 Fabius ha sido mediador en la crisis política ucraniana.


(Texto actualizado hasta febrero 2014)

Biografía

1. Figura emblemática de la era Mitterrand y primer ministro en 1984-1986
2. Dirigente de peso en el socialismo francés; la rivalidad con Lionel Jospin y Michel Rocard
3. Integrante de la izquierda plural y contrario al Tratado de la Constitución Europea
4. Desafío a Hollande y competición con Royal: la ambición de la Primera Secretaría y la candidatura presidencial del PS
5. Ministro de Exteriores en el Ejecutivo de Hollande y Ayrault
6. Aspectos personales y familiares


1. Figura emblemática de la era Mitterrand y primer ministro en 1984-1986

Hijo del rico marchante de arte y anticuario parisino André Fabius, miembro de una familia de judíos ashkenazíes conversos al catolicismo, y de la estadounidense Louise Strasburger-Mortimer, también de origen judío, fue un alumno aplicado en los prestigiosos liceos Janson-de-Sailly y Louis-le-Grand, trampolines que fueron de una educación elitista en la Escuela Normal Superior (ENS) y en el Instituto de Estudios Políticos (IEP, o Sciences Po), también en París. Su expediente académico le permitió ingresar en la célebre Escuela Nacional de Administración (ENA), el principal centro formativo de altos funcionarios estatales en la República Francesa y alma máter de multitud de líderes políticos de diversas tendencias ideológicas. Fabius fue un enarca de la promoción François Rabelais (1971-1973), en la que tuvo como compañeros de clase a otros dos futuros ministros, François Léotard y Gérard Longuet.

Al finalizar su preparación en la ENA, previa pasantía en el departamento bretón de Finistère, el joven se incorporó como auditor al Consejo de Estado. Su carrera de funcionario contrastaba con las inclinaciones artísticas y coleccionistas de su hermano dos años mayor, François, quien heredó la galería de antigüedades, pinturas y esculturas de la familia, una de las más reputadas de Francia. En 1974 Fabius ingresó en el Partido Socialista (PS), entonces en la oposición a la Mayoría Presidencial del centro-derecha que formaban la neogaullista UDR de Jacques Chirac y los republicanos independientes de Valéry Giscard d'Estaing. Pese a su juventud, no tardó en convertirse en el director de gabinete del primer secretario de la formación, François Mitterrand.

Sus primeras incursiones en la política electoral representativa se remontan al poco de estrenar la tercera década de vida, cuando ya lucía su distinción física más característica, una profunda y prematura calvicie frontal. Tras los comicios municipales de marzo de 1977 entró como teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Le Grand-Quevilly, comuna del departamento de Sena Marítimo, en la región de Alta Normandía, función de edil adjunto en la que iba a ser reelegido en 1983 y 1989. Al año siguiente, en las legislativas de marzo de 1978, que depararon un nuevo fracaso del PS frente a la coalición gubernamental RPR-UDF, Fabius se hizo con el escaño por la 2ª Circunscripción de Sena Marítimo en la Asamblea Nacional, integrándose en la Comisión de Planificación, Finanzas y Economía. Paralelamente, gracias al patrocinio de su mentor Mitterrand, fue escalando posiciones en el PS y en 1979, como resultado del Congreso de Metz, accedió al Buró Nacional y al Comité de Dirección, donde tomó la secretaría de Prensa y Portavocía.

Fabius asistió a su jefe en su elección presidencial frente a Giscard en la doble vuelta de abril y mayo de 1981. Una vez posesionado del Elíseo, Mitterrand, el 22 de mayo, le sentó en el Gobierno de Pierre Mauroy como ministro delegado encargado del Presupuesto y adjunto al Ministerio de Economía, a cuyo frente se puso Jacques Delors. A continuación, Fabius fue reelegido en las legislativas del 14 y el 21 de junio, pero al cabo de un mes dejó el escaño en la Asamblea Nacional al ser vuelto a nombrar en el segundo Gobierno Mauroy, constituido el 22 de junio. El 6 de julio sustituyó al giscardiano André Bettencourt como presidente del Consejo Regional de Alta Normandía, cargo del que se desprendió el 6 de abril de 1982 en favor de su correligionario socialista Tony Larue. En el año de su debut en el Gobierno de la República, Fabius adquirió en el Consejo de Estado el rango funcionarial de maître des requêtes.

En su etapa como ministro del Presupuesto, Fabius instauró el impuesto a las grandes fortunas como parte de la política fiscal y económica que caracterizó el arranque de la primera legislatura de la era Mitterrand. La misma, influenciada por el Partido Comunista Francés (PCF), que formaba parte del Gobierno y era socio del PS en el llamado programa común, estuvo muy orientada a la izquierda, tal como testimoniaron sobre todo las nacionalizaciones integrales de sectores estratégicos de la economía (la banca, las aseguradoras y las industrias energética, nuclear y militar), aunque ya en 1982, con el decreto del bloqueo de salarios y precios durante siete meses para frenar la inflación, esta campaña radicalmente socialista empezó a virar hacia el pragmatismo y la austeridad.

En 1983 Mitterrand encomendó a Fabius un estudio de valoración de la oportunidad de abandonar el Sistema Monetario Europeo (SME), el mecanismo precursor de la Unión Económica y Monetaria europea anterior al euro, en un momento de reajuste de los tipos de cambio de las divisas participantes que para el franco se traducía en devaluaciones y para el marco alemán en revaluaciones. El dictamen de Fabius, respaldado por Mauroy, fue decididamente contrario a desligar el franco de la canasta de monedas de la Comunidad Económica Europea (CEE), cuya misión fundamental era prevenir grandes fluctuaciones cambiarias y las devaluaciones inflacionistas.

La remodelación ministerial del 22 de marzo de 1983, que alumbró el tercer Gobierno Mauroy, convirtió a Fabius en miembro pleno del Gabinete y por partida doble, como titular de los ministerios de Industria e Investigación, carteras ambas que hasta entonces había llevado Jean-Pierre Chevènement. Tras convertirse en el responsable del vasto parque empresarial propiedad del Estado, Fabius, siguiendo las instrucciones de Mitterrand y Mauroy, aplicó una drástica política de reestructuraciones que, al hacer hincapié en el saneamiento financiero y el ajuste de las plantillas de las compañías con pérdidas, vino a acelerar el cambio de rumbo de la política económica del Ejecutivo galo. La reconversión industrial, concentrada en el sector siderúrgico y enérgicamente contestada por los sindicatos porque se traducía en despidos masivos y en la destrucción de decenas de miles de puestos laborales, fue defendida por el ministro con gran vigor en la Asamblea Nacional.

El 17 de julio de 1984, arrastrado por la renuncia del responsable de Educación, Alain Savary, y acuciado por la creciente impopularidad de su gestión, puesta en evidencia en las recientes elecciones al Parlamento Europeo, donde la lista del PS fue vapuleada por la dupla del RPR de Chirac y la UDF de Giscard, el Gobierno Mauroy presentó la dimisión en pleno. El presidente de la República la aceptó al punto y sin pérdida de tiempo nombró nuevo primer ministro a su fidelísimo Fabius. La prensa destacó hasta qué punto Mitterrand, septuagenario en ciernes, tenía depositada su confianza en Fabius, quien a sus 37 años desbancaba al socialista español Felipe González (42 años) como el más joven jefe de Gobierno de Europa en estos momentos; de hecho, el hasta ahora titular de Industria pasaba a ser el primer ministro más precoz en la historia de la Francia republicana.

La mudanza gubernamental suscitó un gran interés internacional no sólo por lo que suponía de salto generacional en el PS (Mauroy era 18 años mayor que Fabius y el primer secretario del partido desde 1981, Lionel Jospin, le llevaba 9 años), sino también porque apuntaba al carpetazo oficial de la política económica intensamente socialdemócrata inaugurada en 1981, como así fue. El 18 de julio de 1984 Fabius tomó posesión del Hôtel Matignon, residencia oficial del primer ministro, y al día siguiente completó la lista de miembros de su Gobierno, del que no quiso tomar parte el PCF de Georges Marchais, muy crítico en el último año con su ejecución de la reconversión industrial. El programa común de los socialistas, los comunistas y los radicales de izquierda, que se remontaba a 1972, pasó definitivamente a mejor vida.

Fabius alineó un Gabinete básicamente continuista que mantuvo en sus puestos a figuras destacadas de los equipos de Mauroy, como Charles Hernu en Defensa y Claude Cheysson en Exteriores. Gaston Defferre dejó paso a Pierre Joxe en Interior, si bien siguió en el Ejecutivo como ministro encargado de Planificación y Desarrollo Territorial. Michel Rocard, jefe del ala social liberal, la más moderada del PS, y rival inveterado de Mitterrand, siguió asimismo en Agricultura. En Economía, Finanzas y el Presupuesto Pierre Bérégovoy suplió a Jacques Delors, elegido justamente ahora próximo presidente de la Comisión Europea. En cuanto a los ministerios de Industria e Investigación que Fabius desocupaba, fueron adjudicados respectivamente a Édith Cresson y Hubert Curien.

El Gobierno Fabius afianzó el giro a la derecha iniciado por Mitterrand en materia económica al incorporar algunos acentos liberales sin renunciar a los compromisos sociales. La "política del rigor" puesta en marcha por Mauroy y Delors en marzo de 1983, que convertía en prioritaria la austeridad fiscal para el control del déficit y la inflación, y que podía verse también como la aceptación por el PS del sistema capitalista y la economía de mercado, se hizo más patente ahora, si bien Fabius no acometió más que una desregulación parcial de los mercados financieros, como tampoco revirtió las nacionalizaciones. Aunque no dispuso de mucho tiempo para conseguir grandes resultados, en los dos años escasos que estuvo al frente del Gobierno de Francia Fabius consiguió mantener a raya la inflación, que retrocedió desde el 7,4% interanual que marcaba en julio de 1984 al 2,9% en marzo de 1986. Sin embargo, su batería de programas y nuevas modalidades contractuales para insertar a los jóvenes en el mercado laboral fue incapaz de invertir la tendencia alcista del paro, que trepó del 9% a casi el 11%.

En el terreno de la imagen, Fabius, cuyo alto estatus socioeconómico era de sobra conocido, se vio perjudicado por su identificación popular con la llamada gauche caviar. El neologismo, acuñado con intención irónica y peyorativa, se refería a una serie de dirigentes del PS que, a la vez que proclamaban valores de izquierda y reclamaban sacrificios a la población, mantenían, o al menos así se percibía desde fuera, un estilo de vida lujoso y elitista, propio de la clase social privilegiada de la que procedían. Otros mitterrandistas identificados con la gauche caviar desde mediados de la década de los ochenta en adelante fueron Dominique Strauss-Kahn, Bernard Kouchner y Jack Lang.

El Gabinete Fabius registró tres mudanzas relevantes cuyos trasfondos e implicaciones políticas se midieron en términos de acontecimiento de baja trascendencia, sobresalto interno del PS y escándalo internacional en toda regla, respectivamente. El primero de los cambios fue en diciembre de 1984, cuando Claude Cheysson se despidió de Exteriores para retornar a la Comisión Europea. Su sustituto fue Roland Dumas, hasta entonces ministro de Integración Europea. Luego, en abril de 1985, se produjo la baja en Agricultura de Michel Rocard, el cual presentó la dimisión en protesta por la instauración del sistema de escrutinio proporcional de cara a las elecciones legislativas del año siguiente.

Finalmente, en julio de 1985, al poco de un histórico viaje de Fabius a Berlín Occidental, se desató una descomunal tormenta política y diplomática por el atentado con bomba contra el Rainbow Warrior, el buque insignia de la ONG ecologista Greenpeace, que quedó varado y semihundido en el puerto de Auckland. Uno de sus ocupantes, el fotógrafo holandés Fernando Pereira, murió ahogado al irse a pique el barco. El sabotaje, cometido por agentes de la DGSE, el servicio francés de inteligencia extranjera, tal como rápidamente sacó en claro la Policía neozelandesa pese a los enérgicos mentís iniciales de París (dos perpetradores, súbitos franceses, fueron detenidos, juzgados y condenados a prisión por la justicia de Nueva Zelanda), concitó lógicas acusaciones de terrorismo de Estado contra el Elíseo, ya puesto en la picota por los controvertidos ensayos nucleares en los atolones de la Polinesia Francesa, y puso en un serio aprieto al Gobierno, blanco de durísimos reproches en la Asamblea Nacional por el PCF y la oposición del centro-derecha.

El 20 de septiembre, viendo que el vendaval no aminoraba, Fabius y Mitterrand no tuvieron más remedio que soltar lastre con la renuncia forzosa del ministro de Defensa, Charles Hernu, al que sucedió Paul Quilès, y la destitución del director de la DGSE, el almirante Pierre Lacoste. Hasta el final, Fabius aseguró que Hernu, perfectamente al tanto de la operación clandestina contra Greenpeace, le había mantenido ignorante de los planes de la DGSE. Así se saldó en el terreno político el escándalo del atentado contra el Rainbow Warrior, uno de los mayores desastres de relaciones públicas en la V República Francesa.


2. Dirigente de peso en el socialismo francés; la rivalidad con Lionel Jospin y Michel Rocard

Irremediablemente, el Gobierno Fabius iba a pasar a los anales del socialismo francés por su impopularidad, con las consiguientes repercusiones electorales. En las legislativas del 16 de marzo de 1986 las listas combinadas del RPR y la UDF arrebataron la mayoría al PS y cuatro días después Fabius cedió su despacho en Matignon a Chirac, quien inició con Mitterrand una insólita cohabitación en la que el centro-derecha impuso el abrazo del liberalismo económico sin complejos. Contrariamente a infinidad de responsables gubernamentales en su situación de despido anteriores y posteriores a él, Fabius, próximo a cumplir los 40, no vio disminuida su vistosa carrera política, que de hecho sólo se encontraba en fases tempranas. A su renovado escaño en la Asamblea Nacional y la concejalía en Grand-Quevilly Fabius añadió un mandato de consejero regional en Alta Normandía. En la dirigencia del PS, pasó a hacerse cargo de la secretaría de Educación y se mantuvo a la diestra de Mitterrand, en cuya exitosa reelección presidencial frente a Chirac en abril y mayo de 1988 se implicó a fondo.

El 10 de mayo de de 1988, una vez confirmado en el Elíseo, Mitterrand, de acuerdo con sus prerrogativas constitucionales, impuso un nuevo Gobierno socialista. Para encabezarlo, el presidente escogió a Rocard. Fabius quedó al margen de este Ejecutivo, pero sólo para dar la batalla por el liderazgo del partido, pues el primer secretario, Jospin, entró en el Gabinete Rocard como ministro de Educación y requería ser reemplazado en la jefatura de la colectividad. Esta vez, el respaldo expreso del presidente de la República no le bastó a Fabius para materializar sus ambiciones en la cúpula del PS, donde la facción jospinista, que venía quejándose de la actitud distante, incluso arrogante, mostrada por el Gobierno saliente de cara a los ciudadanos, los cuales luego habían castigado a los socialistas en las urnas, planteó una oposición frontal al encumbramiento del habitualmente llamado delfín de Mitterrand. A los rocardianos tampoco les hacía ninguna gracia ver convertido en primer secretario a Fabius, por más que sus políticas gubernamentales hubieran evocado sus planteamientos social liberales. Así las cosas, la elección interna de 1988 se saldó en favor del veterano Mauroy, quien sucedió a Jospin en la Primera Secretaría.

Como premio de consolación, y también como parte del juego de contrapesos entre las diferentes facciones y camarillas del PS, Fabius recibió la presidencia de la Asamblea Nacional, alto cargo institucional en el que fue investido el 23 de junio en lugar del neogaullista Jacques Chaban-Delmas. El ex primer ministro acababa de ser reelegido diputado, esta vez por la 4ª Circunscripción de Sena Marítimo, en unos comicios que sacaron de la oposición parlamentaria a la Mayoría Presidencial socialista. En mayo de 1989 Fabius dejó expirar sin renovación su mandato en el Consejo Regional altonormando y emprendió la campaña como el cabeza de cartel del PS para las elecciones europeas del 15 de junio, en las que los socialistas, pese a la ligera mejora con respecto a la edición de 1984, no pudieron imponerse a la lista conjunta del RPR y la UDF, que comandaba Giscard. En los tres años siguientes, Fabius simultaneó los puestos de presidente de la Asamblea Nacional y eurodiputado. Además, fue elegido al frente del Sindicato Intercomunal con Vocaciones Múltiples (SIVOM) de la Aglomeración de Ruan, la capital de Alta Normandía.

Fabius, líder indiscutible de la corriente que se proclamaba más genuinamente mitterrandista, volvió a contender por la Primera Secretaría del PS en el Congreso de Rennes, en marzo de 1990. La contienda, extraordinariamente fragmentada y virulenta, hasta el punto de hablarse de "suicidio colectivo" del socialismo galo, le enfrentó a seis plataformas rivales, siendo las más potentes la de Rocard y la oficialista de Mauroy, esta última robustecida con las adhesiones de Jospin y de Louis Mermaz, ex presidente de la Asamblea Nacional y ahora mismo el jefe del grupo parlamentario socialista. Por los pelos, con sólo una décima de ventaja, se impuso la moción de Mauroy, quien fue por tanto reelegido primer secretario. En realidad, el PS salió del deletéreo Congreso de Rennes profundamente dividido, casi a partes iguales, entre los seguidores de la alianza Jospin-Mauroy, los rocardianos y los fabiusianos, un apellido político de gramática algo forzada pero ineludible para comentaristas y politólogos.

Las espadas siguieron en alto en el PS y el siguiente envite público se saldó, por fin, con victoria para Fabius. Fue el 9 de enero de 1992, semanas después del Congreso de La Défense, cuando el ex primer ministro obtuvo la Primera Secretaría, liberada por un dimisionario y gastado Mauroy, como resultado de un precario consenso entre Mitterrand, el propio Mauroy y Rocard, este cesado como primer ministro en mayo de 1991 (entonces, Mitterrand había colocado en su lugar a Édith Cresson) pero confiado en poder hacerse con la candidatura presidencial de 1995, en la que sin embargo también tenía echado el ojo Fabius. Una vez conquistado el liderazgo nominal del partido, Fabius se desprendió de la presidencia de la Asamblea Nacional, que entregó a Henri Emmanuelli, y el 2 de abril siguiente, coincidiendo con el salto de Bérégovoy a la jefatura del Gobierno en sustitución de Cresson, causó baja en el Parlamento Europeo. A cambio, retornó al Consejo Regional de Alta Normandía, para el que fue elegido en las votaciones del 22 de marzo.

El paso de Fabius por la Primera Secretaría del PS, que continuó enfrascado en las intrigas y las maniobras de trastienda, fue corto y agrio. De entrada, más allá de la escenificación de la unidad orgánica en el Congreso de Burdeos de julio 1992, el dirigente se enzarzó en una guerra sin cuartel con Rocard, contrincante ideológico y adversario en la carrera por la sucesión de Mitterrand, que exigía la regeneración total de un partido lastrado por los casos de corrupción y la tendencia al ensimismamiento ante una ciudadanía ya de por sí irritada por las medidas económicas liberales del Gobierno. Rocard emplazó a Fabius a aceptar su proyecto de refundar el PS, el denominado big bang, que se proponía hacer una especie de tabla rasa y empezar de nuevo con un repertorio de ideas y proyectos radicalmente frescos, capaz de ilusionar a los votantes y de conciliar al PS con una sociedad en mutación. Para el también ex primer ministro todo lo que proponía su competidor era una aventura irresponsable y vacía de contenido que renegaba de los aspectos positivos del legado mitterrandista. Ahora bien, uno y otro estaban muy pendientes de las intenciones de un presunto tercero en discordia, Jacques Delors, el presidente de la Comisión Europea, a quien muchos dentro del PS atribuían el deseo de postularse para el Elíseo en 1995.

Además, a Fabius se le vino encima el escándalo del plasma sanguíneo contaminado con el virus HIV y destinado a transfusiones que fueron practicadas a miles de hemofílicos, un gravísimo caso de negligencia médica con posible complicidad política sucedido en hospitales de la red pública entre 1984 y 1985, cuando él era el primer ministro, y que había salido a la luz, con pleno conocimiento de la opinión pública, en 1991. La justicia emprendió acciones penales contra diversos responsables cuando los hechos, tanto funcionarios de salud como autoridades políticas y gubernamentales. A la cabeza de los imputados estuvo el mismísimo Fabius, quien en diciembre de 1992 fue puesto a disposición de la Alta Corte de Justicia al prosperar en las dos cámaras del Parlamento una acusación por el delito de "no asistencia a persona en peligro".

La acusación parlamentaria fue aprobada a petición del propio Fabius, quien, acribillado de reproches por su actitud escapista y vacilante desde que estalló el escándalo, se resignó a sentarse en el banquillo de los acusados con el fin de probar su inocencia y "lavar su honor". Sin embargo, en febrero de 1993, la Alta Corte resolvió exculparle a él y a los también socialistas Georgina Dufoix y Edmond Hervé, ministros respectivamente de Asuntos Sociales y de Sanidad a mediados de los años ochenta, con el argumento jurídico de que el caso ya había prescrito y no había posibilidad de abrir juicio. La decisión del tribunal no satisfizo a Fabius, que realmente quería demostrar su inocencia ante el juez, pero la hecatombe sufrida por el PS en las legislativas del 21 y el 28 de marzo de 1993 hizo pequeña la crisis política de la sangre contaminada.

El derrumbe, hasta el 17,6% de los votos y los 54 diputados, situó al PS en su punto más bajo desde el histórico congreso unificador de las corrientes socialistas celebrado en Épinay en 1971. El 29 de marzo la Unión por Francia (UPF), la coalición del RPR y la UDF, desalojó al Gobierno de Bérégovoy –el cual iba a quitarse la vida semanas después, tragedia que añadió más amargor a las tribulaciones socialistas-, con el chiraquiano Édouard Balladur al timón. Fue el principio de una segunda cohabitación, como la de 1986-1988. Por más que Fabius era uno de los pocos barones socialistas que había conservado el escaño en la Asamblea Nacional, su dimisión parecía ineluctable. Con Fabius noqueado, Rocard se lanzó al asalto del PS, cuya dirección nacional asumió con carácter provisional el 3 de abril. El desplazado denunció el "golpe de mano" perpetrado por su archirrival, pero en vano. Rendido a la evidencia, sin ganas de pelea y señalado con desdén como un "elefante de la vieja guardia" refractario a unos cambios y unas reformas absolutamente necesarios, Fabius se resignó a suscribir la moción "refundadora" presentada por Rocard al Congreso de octubre en Le Bourget.

En el mismo barco se colocaron Jospin y un grupo de dirigentes emergentes conocidos como los quadras y del que formaban parte François Hollande, su pareja formal Ségolène Royal, Élisabeth Guigou, y Martine Aubry, la hija de Delors. Con semejante plantel de adhesiones, Rocard no tuvo problemas para ser confirmado primer secretario frente a las apetencias de Jean Poperen y Roland Dumas. El liderazgo de Rocard y con él su nonato big bang se estrellaron en las elecciones europeas del 12 de junio de 1994, cuando el PS, en caída libre, no llegó ni al 15% de los votos. Se trataba de un fracaso personal de Rocard, cabeza de lista en estas elecciones, así que el Consejo Nacional del partido le exigió cuentas dimisionarias el 19 de junio. A continuación, Fabius respaldó a Henri Emmanuelli para la Primera Secretaría, cambio de guardia que fue confirmado por el Congreso de Liévin en noviembre.

Aunque tanto Rocard como Delors, el primero por descalificación forzosa y el segundo por libre decisión, quedaron apeados de la carrera por la nominación para las elecciones presidenciales de 1995, Fabius asumió que él tampoco estaba en condiciones de aspirar a la candidatura a causa del caso de la sangre contaminada, que volvió a acuciarle en el terreno judicial. El escándalo, pese a los años transcurridos, no podía evaporarse sin más dadas las dimensiones de la tragedia humana que había detrás. Como resultado de la negligencia médica cometida en 1985 en el sistema público de salud francés, más de 1.300 pacientes de hemofilia y 2.600 transfundidos fueron infectados con sida, de los cuales muchos desarrollaron la enfermedad, con fatales consecuencias: a día de hoy, unas 300 personas habían fallecido por esa causa.

Si bien los responsables técnicos ya estaban condenados y en prisión, los afectados los familiares de las víctimas creían que no se había hecho plenamente justicia, así que interpusieron nuevas querellas criminales contra las autoridades políticas exoneradas en 1993, las cuales, según ellos, habían autorizado el uso de productos sanitarios a sabiendas de que podían estar contaminados. Así, el 27 de septiembre de 1994, el ex primer ministro, al igual que Georgina Dufoix y Edmond Hervé, fue procesado por la Corte de Justicia de la República (sustituta de la Alta Corte de Justicia como el órgano competente para juzgar, excepcionalmente, los delitos cometidos por responsables gubernamentales en el ejercicio de sus funciones) por "complicidad en envenenamiento", un cargo mucho más grave que el de no asistencia a persona en peligro y que podía conllevar una pena de hasta 30 años de prisión.

Mientras afrontaba un nuevo y complicado proceso legal, Fabius apostó por Emmanuelli para la candidatura presidencial del PS, pero en febrero de 1995 la Convención Nacional socialista, marco de unas primarias en las que la militancia ejerció el voto directo y secreto, se decantó por Jospin, quien luego, en la ballotage del 7 de mayo, sucumbió ante Chirac a pesar de haberle superado en la primera vuelta del 23 de abril. Al final, después de tanta pendencia y rebatiña en la cúpula socialista por la sucesión de Mitterrand, el Elíseo fue ganado por el centro-derecha, poniendo fin a la siempre incómoda cohabitación de adversarios partidistas en las dos oficinas del poder ejecutivo.

Aunque su influencia en el PS estaba bastante menoscabada, Fabius siguió en la brecha de la política. En las municipales de junio de 1995 salió elegido alcalde de Grand-Quevilly, nuevo mandato que supuso su marcha del Consejo Regional de Alta Normandía, y en octubre siguiente, en vísperas de la elección de Jospin como primer secretario del partido, recibió el liderazgo del grupo socialista en la Asamblea Nacional. Allí condujo la oposición parlamentaria al impopular Gobierno de Alain Juppé, quien venía ser para Chirac lo que él había sido para Mitterrand, el cual, por cierto, iba a fallecer al cabo de poco tiempo, en enero de 1996.


3. Integrante de la izquierda plural y contrario al Tratado de la Constitución Europea

Discretamente, Fabius se vinculó a la brillante campaña de Jospin, quien fue capaz de sacar al PS del coma, de insuflarle hálito y de guiarlo hasta la victoria, logro impensable tan sólo unos meses atrás, en las elecciones legislativas anticipadas del 25 de mayo y el 1 de junio de 1997. Con el 72,9% de los votos en la segunda vuelta, en la que tuvo como contrincante a Guillaume de Tarle, del ultraderechista Frente Nacional (FN), Fabius cosechó su quinta reelección consecutiva en Sena Marítimo. El 3 de junio de 1997 Jospin inauguró su Gobierno de la gauche plurielle, que sumaba a los comunistas y a los verdes, y en cohabitación con Chirac. En un clima exultante que invitaba a restañar las viejas heridas y a pasar página a todos estos años de maquinaciones y zancadillas cainitas, Fabius fue integrado por Jospin en la plana mayor del nuevo oficialismo como presidente de la Asamblea Nacional, la plaza institucional que ya había ocupado entre 1988 y 1992 y que en los últimos tiempos había tenido a Philippe Séguin, del RPR, como titular.

En el Congreso de Brest, en noviembre de 1997, los principales barones y familias socialistas se arremolinaron en torno a François Hollande, elegido nuevo primer secretario con los parabienes de los veteranos Jospin, Fabius, Rocard y Strauss-Kahn. Aunque las aguas bajaban tranquilas ahora en el PS, Fabius tenía pendientes cuentas con la justicia. El 2 de julio de 1998 la sala de lo criminal de la Corte de Casación sentenció que Fabius y los ex ministros Dufoix y Hervé no mostraron voluntad homicida en el caso de los derivados sanguíneos infectados del virus del sida, luego no había base para juzgarles por complicidad en envenenamiento. Las asociaciones de víctimas personadas en la acusación volvieron a presentar denuncia, dando pie a la fiscalía para formular las acusaciones de "homicidio involuntario" y "atentado involuntario contra la integridad de las personas". En febrero de 1999 la Corte de Justicia de la República abrió el nuevo proceso contra los tres encausados y el 8 de marzo dictó sentencias absolutorias para Fabius y Dufoix, y de culpabilidad para Hervé, aunque sin imposición de pena al haber prescrito el delito. La odisea judicial del caso de la sangre contaminada no terminó aquí, aunque para Fabius sí supuso el final de siete años de idas y venidas de los juzgados con riesgo de entrar en prisión.

El 27 de marzo de 2000 Jospin recuperó a Fabius para el Ejecutivo nacional, tras un paréntesis de 14 años, al nombrarle ministro de Economía y Finanzas, así como ministro de Industria, carteras las dos que tomó de Christian Sautter, a su vez efímero sucesor de Strauss-Kahn. Con motivo de sus nuevas responsabilidades gubernamentales, Fabius se desprendió del escaño en la Asamblea Nacional y cesó como alcalde de Grand-Quevilly, si bien siguió formando parte del consistorio; en junio siguiente tomó además asiento en el Consejo General de Sena Marítimo, mandato departamental que conservaría hasta 2002.

Aunque era notorio su escepticismo con la piedra angular del programa jospinista, la semana laboral de las 35 horas, reforma de calado y fuerte sabor izquierdista que tenía como artífice a la ministra de Empleo y Solidaridad, Martine Aubry, y para la que reclamaba "flexibilidad" a la hora de su implementación obligatoria por las empresas, Fabius fue reclutado por Jospin por sus credenciales de conservador fiscal, ahora mismo valiosas para certificar el cumplimiento por Francia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC). El PEC había sido diseñado por Alemania y asumido por las capitales de la Eurozona –por París, no sin reticencias- con el fin de regular la continuidad de la ortodoxia financiera, haciendo irreversibles los topes de déficit y deuda públicos, tras la entrada en servicio en enero de 1999 del euro, que hasta enero de 2002 no iba a ser una moneda físicamente circulante en una docena de países.

Con el margen que daba un ritmo de crecimiento económico del 3% anual, Fabius acometió una reforma tributaria, la más importante en medio siglo, que disminuía los tramos medios y bajos del impuesto sobre la renta y el impuesto de sociedades. También se redujeron las cotizaciones sociales en las nóminas y el precio del gasóleo doméstico. En conjunto, el Estado iba a dejar de ingresar en los próximos tres años alrededor de 120.000 millones de francos, unos 18.000 millones de euros, lo que iba requerir un mayor control del gasto y tal vez sacrificios sociales. Ahora bien, por de pronto la fiscal era una reforma bien recibida por los ciudadanos y de la que el PS esperaba sacar réditos electorales. Pese a su conservadurismo fiscal, Fabius era un firme defensor de la tasación de los flujos internacionales de capital y las transacciones financieras de carácter especulativo, tal como propugnaba la organización antiliberal ATTAC.

En el Congreso socialista de Grenoble, en noviembre de 2000, la moción oficialista de Hollande volvió a imponerse con comodidad a las rivales, las presentadas por Emmanuelli y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, en el que fue un nuevo ejercicio de consenso entre los dirigentes de más relieve. En realidad, Fabius, en lo tocante a la política interna de su partido, permanecía pacientemente a la expectativa. Los observadores vaticinaban el final de la "tregua" de los barones socialistas tras las elecciones presidenciales de 2002, a las que indiscutiblemente iba a presentase Jospin, quien, con su imagen positiva de seriedad, integridad y buena gestión se encontraba en la cima de su prestigio, y las subsiguientes elecciones legislativas, cuyo resultado iba a estar condicionado por el desenlace de las primeras.

La trayectoria del PS en la política francesa era como una montaña rusa de catástrofes y glorias, y ahora tocaba sumirse en el valle. La votación presidencial del 21 de abril de 2002, afrontada por los socialistas con inquietud porque los sondeos del último mes habían colocado a Chirac como ganador provisional de la primera vuelta con uno o dos puntos de ventaja sobre Jospin, produjo el mayor terremoto político desde la Revolución de Mayo del 68: el primer ministro sólo sacó el 16,2% de los votos y por unas décimas fue superado por Jean-Marie Le Pen, el veterano caudillo del FN, quien le birló el paso a la segunda ronda. La conmoción y la desolación acompañaron a las huestes del PS y de toda la izquierda gala en la segunda parte de proceso electoral, saldado, como no podía ser de otra manera, con una apabullante victoria del candidato del centro-derecha aspirante a la reelección, con quien cerraron filas todos los que no simpatizaban con la ultraderecha en el arco republicano.

El 7 de mayo, con la asunción del Gobierno de Jean-Pierre Raffarin, político liberal conservador nombrado por Chirac en lugar de Jospin, Fabius se despidió del Ejecutivo. Al cabo de un mes estuvo de vuelta en la Asamblea Nacional, donde ya iba por su séptimo mandato legislativo, como resultado de las elecciones legislativas del 10 y el 17 de junio, que, como cabía esperar, reflejaron el veredicto de las presidenciales, aunque la derrota (el 24,1% de los votos y 140 diputados) en modo alguno fue la debacle de 1993. El regreso a la oposición y el adiós del consternado Jospin a la vida política fueron el revulsivo que Fabius estaba esperando para reconquistar las altas cotas de protagonismo y liderazgo disfrutadas en el PS hasta hacía una década, tiempo en el cual había pasado por momentos de gran dificultad en el terreno más personal. El anterior "enfant gâté" ("niño mimado") de Mitterrand estaba listo para poner sobre la mesa sus renacidas ambiciones de poder, acompañándolas además de una mutación ideológica que dejó pasmados a propios y ajenos.

De cara al Congreso de Dijon, en mayo de 2003, Fabius estableció una componenda con Hollande: no retaría su ratificación como primer secretario y se sumaría a su moción oficialista a cambio de su promoción como el número dos del partido y la reserva de precandidatura de cara a las elecciones presidenciales de 2007. Strauss-Kahn, Aubry, Guigou y el alcalde de París, Bertrand Delanoë, suscribieron la ponencia negociada por Hollande y Fabius, que hablaba de practicar una "oposición pura y dura" a las reformas liberales del Gobierno de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el nuevo partido aglutinador de las fuerzas del centro-derecha al servicio de Chirac.

El aparente giro izquierdista de Hollande y sus aliados en el Congreso de Dijon, que mereció el respaldo del 61,4% de la militancia (los restantes votos se los repartieron las corrientes Nuevo Partido Socialista de Arnaud Montebourg y Vincent Peillon, Nuevo Mundo de Emmanuelli y Mélenchon, Fuerzas Militantes de Marc Dolez y Utopía de Franck Pupunat y Laure Pascarel), fue ampliamente superado luego por el doble salto mortal de Fabius, quien dio la campanada al diagnosticar el motivo de la derrota electoral de 2002: el PS había acudido a las urnas demasiado comprometido con las políticas de sesgo liberal; en consecuencia, proclamaba Fabius, el PS debía reorientar todas sus prioridades a la defensa de lo social. Siguiendo con su razonamiento lógico, el número dos del PS expresó su rechazo al Tratado de la Constitución Europea tal como había quedado tras pasar por el escrutinio de la Conferencia Intergubernamental y recibir el visto bueno del Consejo Europeo, que lo firmó en Roma en octubre de 2004.

Fabius hacía suyo el discurso de la "Europa social", que incorporaba las demandas de complementar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento con un Pacto por el Empleo, de garantizar el mantenimiento de los servicios públicos y de establecer la armonización fiscal a nivel europeo para impedir deslocalizaciones. Más solidaridad y crecimiento para la UE, en suma. Pero además invocaba razones de "europeísmo ferviente", ante el temor de que la futura Constitución europea "redujera a Europa al mínimo común denominador". Por todo ello, Fabius reclamo el voto negativo en el referéndum que el Ejecutivo tendría que convocar para 2005 como instrumento nacional de ratificación del texto constitucional europeo. El dirigente no estaba precisamente solo en el PS: el bando de los noístas, más bien heterogéneo, incluía a Emmanuelli, a Mélenchon y a los sectores minoritarios del ala izquierda.

En el otro lado, propugnando el a la Constitución Europea y compartiendo mensaje por tanto con la Mayoría Presidencial de la UMP, se situaron entre otros Hollande, Jospin, Strauss-Kahn, Aubry y Royal, para quienes esta toma de postura del PS era una cuestión de principios, por coherencia con su europeísmo. El alineamiento de Fabius vino a agudizar la división en las filas de la izquierda francesa, donde el PCF de Marie-George Buffet también salió a oponerse al Tratado. En el lado opuesto del arco político, pero en su caso por nacionalismo y no por antiliberalismo, el Frente Nacional de Le Pen dejo igualmente patente su rechazo. Algunos comentaristas propusieron que tras la súbita "conversión social" de Fabius, a fin de cuentas uno de los líderes más moderados, centristas y amistados con la economía de libre mercado que había tenido el PS, había un cálculo oportunista: montarse en una corriente probablemente mayoritaria en la opinión pública y ganar puntos de cara a las presidenciales de 2007.

La apuesta noísta de Fabius tuvo repercusiones paradójicas, en un proceso que se desarrollo a dos tiempos: primero resultó en un verdadero tiro por la culata en el ámbito del socialismo francés y a continuación, empero, se vio vindicada a nivel nacional. Así, en el referéndum interno celebrado por el PS el 1 de diciembre de 2004, poniendo colofón al rosario de victorias sobre el centro-derecha en las elecciones cantonales, regionales y europeas de marzo y junio, el demandado por Hollande y el aparato oficialista ganó con el 59% de los votos. El 80% de la militancia participó en la consulta. La decepción para Fabius fue más dolorosa porque hasta en las federaciones del partido controladas por sus hombres salió adelante el voto afirmativo.

El bofetón de sus propios conmilitones no tenía discusión, pero Fabius insistió en no someterse a la disciplina del partido y siguió haciendo campaña individual contra el Tratado. Luego, en el referéndum nacional del 29 de mayo de 2005, el dirigente disidente saboreó la revancha al triunfar el no con el 54,6% de los votos. El resultado, que sepultó de golpe el Tratado Constitucional Europeo –su defunción fue certificada por el electorado holandés tres días después- pese al convencimiento por Fabius de que el texto podía ser "renegociado en dos o tres puntos importantes y decisivos", significó un absoluto desastre político y personal para el presidente Chirac, quien de entrada tuvo que sacrificar a Raffarin y nombrar nuevo primer ministro a Dominique de Villepin. Pero en el PS los daños no fueron menores, pues resultó evidente que una sensible mayoría de votantes socialistas, al contrario de lo expresado en diciembre, se había pronunciado en contra del Tratado.


4. Desafío a Hollande y competición con Royal: la ambición de la Primera Secretaría y la candidatura presidencial del PS

Tras haber concebido el como un imperativo categórico que no admitía discusión interna ni debate en la dirigencia del partido, Hollande vio cuestionado su liderazgo en medio de duras recriminaciones de las corrientes críticas de la izquierda. De inmediato, Fabius, muy crecido, le lanzó el guante declarándose "disponible" para liderar una "alternancia" que permitiese "una reunificación del PS y los socialistas sobre un proyecto claro". Hollande encajó el golpe, pero a los pocos días, el 4 de junio, arropado por el grueso del Consejo Nacional, convocó un Congreso extraordinario para noviembre de este mismo año, 2005, y de paso consiguió la expulsión de Fabius y sus partidarios de los órganos de dirección del partido.

La reacción de Fabius a este duro castigo a su rebeldía fue flemática: "Lo que los franceses estaban esperando de la dirección del PS era que había entendido el mensaje del 29 de mayo y que la unidad del Partido Socialista era lo prioritario. Por desgracia, ha decidido lo contrario. Por mi parte, sigo fiel a mi línea: escuchar lo que dicen los franceses, reagrupar a los socialistas y preparar la alternancia". De estas últimas palabras se colegía que Fabius, pese al batacazo, que reflejaba una relación de fuerzas totalmente desfavorable a su plataforma, seguía en la liza.

Hasta la trascendental asamblea de noviembre, a celebrar en Le Mans, el PS se sumió en una atmósfera de máximo desgarro, comparable a las batallas intestinas de los primeros años noventa. Aunque no había una polarización bien contrastada, podía hablarse de choque entre dos bandos aparentemente irreconciliables: el socialismo pragmático de Hollande, Strauss-Kahn, Aubry, Lang y Delanoë, y los izquierdistas ortodoxos, reforzados, pese a su trayectoria de hecho en el social liberalismo, por el incombustible Fabius. Ouistes y nonistes evocaron los fantasmas del cisma y la escisión si el Congreso extraordinario no se cerraba como ellos querían.

Las posibilidades de Fabius empezaron a torcerse cuando la corriente neosocialista de los diputados Montebourg y Peillon optó por no adherirse a su ponencia y en cambio sumó fuerzas con la otra corriente noísta del ala radical, la Alternativa Socialista (AS) de Emmanuelli. En un envite arriesgado, Hollande advirtió que si su ponencia no era avalada por más de la mitad de la militancia en la votación interna del 9 de noviembre, previa al Congreso propiamente dicho del 18 al 20 de noviembre, él no sería candidato a la Primera Secretaría. El órdago dio resultado y la moción oficialista fue respaldada por el 53,6% de los votos, mientras que las del NPS-AS recogió el 23,6% y la de Fabius, llamada Reunir a la izquierda y sostenida por Mélenchon, André Laignel, Alain Vidalies y Marie-Noëlle Lienemann, sólo el 21,2%. Ya sólo quedaba consensuar una resolución de síntesis, que vio la luz en el Congreso de tres días en Le Mans con la inclusión de parte del NPS y de un resignado Fabius. El 24 de noviembre de 2005, Hollande, único candidato, fue reelegido jefe del partido con el 76,9% de los votos.

Ahora bien, la cita de Le Mans no había servido para aclarar quién sería el candidato oficial a la Presidencia de la República en 2007. La representación de la unidad socialista, una mise en scène ya tradicional en el PS, no clausuró las sempiternas rivalidades, espoleadas recientemente por la cruda controversia constitucionalista y llamadas a acentuarse hasta que una elección primaria dirimiera en el plazo de un año, a finales de 2006, la postulación para suceder a Chirac. Fabius no destinó mucho tiempo a lamerse las heridas por su infructuoso asalto a la Primera Secretaría. Su aspiración al Elíseo seguía intacta, aunque no parecía contar con muchas opciones. Además de él, se creía que perseguían la candidatura Hollande, Royal, Strauss-Kahn, Lang, Kouchner y hasta Jospin, plenamente recuperado del varapalo personal de 2002. De los siete, la más favorecida por las encuestas era Royal, la muy popular presidenta del Consejo Regional de Poitou-Charentes.

El diputado por Sena Marítimo destapó su precandidatura el 10 de enero de 2006. En el momento de hacerla oficial, el 1 de octubre en Fleurance, Gers (Mediodía-Pirineos), los sondeos le adjudicaban la cuarta posición, con tan sólo un 6% de preferencias populares, por detrás de Royal, Strauss-Kahn y Lang, aunque este último, al igual que Jospin, Kouchner y Hollande, terminó por autodescalificarse para las primarias. El durante años prototipo del socialista conciliado con el liberalismo intentó seducir al ala izquierda del PS presentándose como el "candidato de la gente modesta" y prometiendo mayores inversiones públicas en empleo, sanidad, educación y vivienda. Incluso mencionó la posibilidad de revertir determinadas privatizaciones. Por el contrario, Strauss-Kahn se mostró como el continuador de la acción de gobierno socialdemócrata, mientras que Royal, en el papel de outsider centrista, abogaba abiertamente por la renovación y la superación de ciertos viejos dogmas del partido.

Fabius se midió con sus dos contrincantes en tres debates televisados antes de someterse a las urnas socialistas el 16 de noviembre de 2006. Los pronósticos no erraron. Con una participación del 82% de los 218.000 militantes inscritos como electores, el ex primer ministro quedó el último con el 18,6% de los votos, mientras que Royal ganó la postulación con el 60,6%. A nivel de departamentos, Fabius ganó en Sena Marítimo, Alta Córcega y el remoto archipiélago ultramarino de Mayotte.


5. Ministro de Exteriores en el Ejecutivo de Hollande y Ayrault

Tras su enésimo fiasco en las justas socialistas, Fabius abrió una temporada de perfil bajo. En los comicios legislativos del 10 y el 17 de junio de 2007, perdidos de nuevo por el PS pese a ascender hasta los 186 escaños, y a renglón seguido de la derrota de Royal en las presidenciales del 22 de abril y el 6 de mayo ante el candidato de la UMP, Nicolas Sarkozy, el veterano diputado fue revalidado en su circunscripción con el 67,5% de los votos, un porcentaje similar al de 2002; al igual que entonces, su adversaria local de la UMP fue Marie-Hélène Roux.

A finales de junio de 2007 Fabius anunció su salida del Buró Nacional del partido, donde había vuelto a entrar con motivo de las primarias de 2006, porque, a sus 60 años, había que "dejar espacio a los jóvenes", indicó. En junio de 2008 la corriente fabiusiana no puso una nota discordante en la Convención Nacional que aprobó la nueva Declaración de Principios del PS, sustitutiva de la adoptada en el Congreso de Rennes de 1990 y diseñada para guiar al "socialismo democrático del siglo XXI". Meses más tarde, en noviembre de 2008, en el Congreso de Reims, Fabius tampoco contendió por la Primera Secretaría y optó por respaldar la moción programática y la candidatura de Aubry, en lo que se alineó con Strauss-Kahn (ahora mismo el director gerente del FMI), Montebourg y Delanoë. La anterior ministra de Empleo derrotó a Royal y Benoît Hamon, y tomó por tanto el cargo que desde hacía 11 años había ocupado Hollande.

Su vuelta al Buró Nacional, a petición de Aubry, en octubre de 2009 marcó el inicio de una etapa de mayor dinamismo en la dilatada carrera política del sexagenario. Elegido para presidir la nueva Comunidad de Aglomeración Ruan-Elbeuf-Austreberthe (CREA, entidad interurbana que integraba a 71 comunas de la Normandía y a medio millón de habitante) desde el 1 de enero de 2010, en octubre de ese mismo año el partido le encomendó dirigir los trabajos de una Convención Nacional dedicada a estudiar la "nueva situación internacional y europea" en relación con el socialismo francés. Una vez iniciado 2011, Aubry confió a Fabius el diseño del calendario de reformas políticas que el PS pondría en marcha tan pronto como regresara al poder tras las elecciones generales de 2012, que los socialistas confiaban en poder ganar a Sarkozy y la UMP.

Antes tocaba celebrar elecciones primarias abiertas, y Fabius, que al parecer había salido bastante escaldado de su tentativa de 2006, desistió de presentarse y mostró sus preferencias por Aubry, quien rivalizaba por la candidatura presidencial con Royal, Hollande y Strauss-Khan, aunque este último quedó súbitamente apartado de la liza cuando fue detenido en Estados Unidos por presunta agresión sexual. Al final, en octubre, la nominación se la llevó Hollande.En la ballotage presidencial del 6 de mayo de 2012 Hollande venció a Sarkozy y nueve días después el hasta ahora presidente del Consejo General de Corrèze tomó posesión del Palacio del Elíseo, ocupado por última vez por un socialista, Mitterrand, en 1995. Al día siguiente, Jean-Marc Ayrault, el hombre que había sucedido a Fabius en el liderazgo del grupo socialista en la Asamblea Nacional en 1997, constituyó un Gobierno de coalición con los radicales de izquierda y los verdes.

En su seno, Fabius recibió una cartera de prestigio, acorde a su condición de emérito del PS y la política nacional, el Ministerio de Asuntos Exteriores. Su llegada con 65 años al Quai d'Orsay, donde cogió el testigo a Alain Juppé, estuvo acertadamente precedida, desde principios de año, por una serie de viajes internacionales de alto nivel destinados a proporcionarle lustre diplomático. A continuación, en las legislativas del 10 y el 17 de junio, el de Fabius fue uno de los 280 escaños que el PS consiguió meter en la Asamblea Nacional, conformando la primera Mayoría Presidencial con sus colores en 19 años. En la 4ª Circunscripción de Sena Marítimo el ministro ganó su noveno mandato legislativo consecutivo desde 1978, pero el 21 de julio fue suplido en el hemiciclo por razón de sus funciones gubernamentales, renovadas en el Gabinete Ayrault 2 del 18 de junio.


6. Aspectos personales y familiares

Laurent Fabius es autor de los siguientes libros: La France inégale (1975); Le Coeur du futur (1985); C'est en allant vers la mer (1990); Les Blessures de la vérité (1995); Cela commence par une balade (2003); Une certaine idée de l'Europe (2004); y Le Cabinet des douze: Regards sur des tableaux qui font la France (2010). En 2008 el sello editorial de Libération publicó su audioensayo La Reconstruction de la gauche?, en coautoría con Alain Finkielkraut. Posee varias condecoraciones nacionales, incluidas la Gran Cruz de la Orden del Mérito (1984) y la Orden de la Legión de Honor en el grado de Gran Oficial (2008), más otras concedidas por gobiernos extranjeros.

En cuanto a su vida privada, entre 1981 y 2002 el político francés estuvo casado con Françoise Castro, productora de televisión nacida en México (y de padres también judíos, en su caso de orígenes greco-turcos), quien le dio dos hijos, Thomas (1981) y Victor (1983). El primogénito, Thomas Fabius, ha sido noticia en los últimos tiempos por la investigación policial de una serie de oscuros negocios inmobiliarios y financieros en los que ha tomado parte y por sus millonarias deudas de juego, que le han convertido en persona non grata en numerosas salas de juego y casinos franceses, donde tiene vedado el acceso. En 2013 la prensa gala reveló que el hijo del ministro de Exteriores había visto "perdonada" una deuda de juego de más de 700.000 euros por la Société des bains de mer de Monaco (SBMM), compañía que controla la industria monegasca del ocio y el turismo, y de la que son copropietarios el Gobierno del Principado y la casa real de Grimaldi. La extraña condonación en beneficio de Fabius júnior, desmentida sin embargo por la SBMM, había llamado la atención de la justicia francesa por sus posibles implicaciones fiscales en Francia.

El 15 de abril de 2013 el Gobierno francés hizo público el patrimonio personal de sus miembros como parte de su campaña de "transparencia", lanzada para salir al paso del comprometedor escándalo generado en marzo por el ministro delegado del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, quien tuvo que dimitir al ser imputado por blanqueo de dinero y evasión fiscal, y del más reciente caso del tesorero de campaña de Hollande, Jean-Jacques Augier, quien según Le Monde poseía dos sociedades opacas en las Islas Caimán. Como se esperaba, el ministro más pudiente con diferencia era Fabius, quien declaraba poseer algo más de 6 millones de euros entre capital, propiedades inmobiliarias y otros bienes materiales. Los inmuebles comprendían un apartamento en París valorado en 2,75 millones de euros y dos mansiones campestres en Alta Normandía y Ariège, en el otro extremo del país, en Mediodía-Pirineos. 1,32 millones de euros estaban repartidos entre participaciones de inversión, seguros de vida, fondos de pensiones y acciones de bolsa. Otros 630.000 euros eran el resultado de una tasación de bienes mobiliarios como pinturas, muebles y antigüedades. Curiosamente, el político no declaraba tener coche.

Una semana antes de la publicación de esta información patrimonial, Fabius desmintió categóricamente la información, difundida por el diario Libération sin aportar pruebas y tachada por él de "rumor infundado", sobre que, al igual que Cahuzac, tenía una cuenta no declarada en Suiza. A posteriori, en julio, diversos medios informaron que el entonces diputado de la oposición había destinado en 2011 una parte de sus emolumentos parlamentarios, unos 50.000 euros, a "subvencionar" la rehabilitación de unos edificios de interés histórico en Le Carla-Bayle, el pequeño pueblo de Ariège donde tenía una de sus casas.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2014)

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