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La oposición en Venezuela insiste en votar pese a trabas y represión


Dos mujeres venezolanas se registran como votantes para la próxima elección presidencial en una plaza de Caracas, el 19 de marzo de 2024.
Dos mujeres venezolanas se registran como votantes para la próxima elección presidencial en una plaza de Caracas, el 19 de marzo de 2024.

Aunque la abstención fue una estrategia de la oposición venezolana en elecciones pasadas, esta vez la impopularidad de Nicolás Maduro y la posibilidad de que el sufragio sea “un medio” para la transición política, motivan a reafirmar el llamado a votar.

Las irregularidades en el proceso electoral presidencial y la persecución de dirigentes denunciadas por la oposición en Venezuela no la han tentado a convocar un boicot de la votación, como en otras ocasiones, pues mantiene buenas probabilidades de triunfo y sus figuras de mayor perfil desean preservar sus liderazgos ante la posibilidad de una transición, según expertos.

Las primeras fases de los comicios, convocados para el 28 de julio, han traído consigo reclamos del bloqueo de la candidatura de María Corina Machado, la ganadora de su primaria, y su sustituta, Corina Yoris.

Además, el antichavismo ha reprochado retrasos y exigencias inconstitucionales en el registro de votantes dentro y fuera del país, y ha denunciado persecuciones contra dirigentes del partido Vente Venezuela.

Parte de sus denuncias guardan relación con una presunta violación de los Acuerdos de Barbados del oficialismo venezolano —una serie de compromisos electorales que firmaron en esa isla caribeña el gobierno y la oposición.

Asimismo, ha advertido que el cronograma, comprimido en poco más de cuatro meses, puede generar violaciones a la Constitución y las leyes y complicar la presencia de misiones de observación extranjera probas, como las de la Unión Europea y las Naciones Unidas.

Machado, quien obtuvo 92 % de los votos de la primaria en octubre, pero no pudo registrar su candidatura por estar inhabilitada por la Contraloría, ha negado reiteradamente que el oficialismo haya logrado sacarla de “la ruta electoral”.

A inicios de año, la exdiputada e ingeniera industrial dijo que no podían celebrar elecciones sin ella, lo que llevó a algunos analistas y voceros oficialistas a prever un posible llamado a la abstención.

Esta semana, Machado reactivó su campaña de cara a julio en los estados Yaracuy y Aragua. La opositora Plataforma Unitaria, mientras, estudia cuál será su candidato unitario: si Manuel Rosales, gobernador postulado por su partido, Un Nuevo Tiempo; Edmundo González Urrutia, un diplomático inscrito en la tarjeta de la Mesa de la Unidad; Machado o Yoris, en caso de que logren inscribirse, u otro postulado que elijan y logren postular.

La oposición tradicional decidió no participar en las elecciones parlamentarias de 2005 y 2020, así como en la presidencial de 2018, donde resultó reelegido Maduro. Los partidos antichavistas mayoritarios denunciaron que esas votaciones no eran competitivas, legales, transparentes ni democráticas.

Pero por el momento no parecen soplar vientos abstencionistas en los discursos de Machado, Rosales y otros dirigentes de esos sectores opositores tradicionales.

“Olvídense que la gente va para la abstención”, advirtió Rosales en un acto en Maracaibo, capital del estado que gobierna, antes de poner su candidatura a la orden de la Plataforma Unitaria si lograse postular a otro aspirante de consenso. “Si no ponen otro candidato, yo seguiré con la bandera de Venezuela en alto para ser el próximo presidente”, añadió.

Doriam González, politólogo de la Universidad de Los Andes, explicó que años atrás, cuando hubo llamados a boicots electorales, un puñado de líderes opositores se repartían entre 15 y 20 puntos porcentuales de valoración positiva en las encuestas.

La intención de voto de los venezolanos “se diluía” entre los liderazgos de políticos como el propio Rosales, el exgobernador Henri Falcón, el legislador Henry Ramos Allup y el ex preso político Leopoldo López, hoy exiliado. La ruta electoral de aquellos años “debía contar con la mayoría de esos líderes”, explicó a la Voz de América.

Hoy, ese no es el caso que reflejan las encuestas. El liderazgo de Machado es “muy sólido” en la oposición, indicó, mientras se conocen sondeos privados que dan cuenta de una ventaja de más de 30 puntos de su opción sobre el chavismo.

“El diseño de una ruta electoral depende de una sola persona y esa persona es Machado”, apuntó González.

La dirigente de Vente Venezuela se mantiene en campaña “buscando preservar su liderazgo”, aun si termina de facto fuera del tarjetón de julio, dijo el experto.

Valoró que aquella abstención facilitó que el chavismo avanzara en “el control total” de los poderes públicos y se trasfigurara de una propuesta política a un proyecto con “otro diseño institucional” del país, que, según expertos, ONG defensoras de derechos humanos y organismos internacionales derivaron en un sistema de corte autoritario.

Estrategia política, ¿y error?

En las elecciones nacionales de 2005, 2018 y 2020, la oposición apostó por una estrategia abstencionista ante la afectación “por completo” de parte del chavismo del proceso democrático que significa votar para elegir, indicó el politólogo Walter Molina Galdi.

Precisó que los gobiernos de Hugo Chávez, hasta 2013, y luego de Maduro comenzaron a evitar la observación electoral, cambiar centros y circunscripciones electorales para afectar resultados, inhabilitar a candidatos, usar dinero y medios públicos para campañas electorales y “un largo etcétera” de daños al proceso electoral del país.

Esas prácticas coincidieron con la eliminación de competencias a gobernadores y alcaldes opositores tras sus victorias electorales, y el desconocimiento de triunfos opositores colectivos, como fue el caso de la mayoría antichavista lograda en el parlamento en 2015, que quedó anulada en la práctica por sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.

El dilema, en autocracia, no es ‘votar o no votar’. Es definir para qué vas a hacer lo uno o lo otro”
Walter Molina Galdi, politólogo

Molina Galdi valoró que el chavismo impidió desde entonces la celebración de “elecciones competitivas”.

“En su momento, la oposición decidió no participar en fraudes, lo cual no es un error per se, pero sí lo es no acompañar esa decisión de otras acciones”, afirmó.

La oposición entiende este año su participación en la elección presidencial ya “no como un fin, sino como un medio” de lucha para concretar una transición política en medio de un sistema político que entiende como “autocracia”, explicó.

La participación de más de 2,5 millones de personas en la primaria presidencial opositora, en octubre pasado, y una realidad sociopolítica donde 80% de la población está de acuerdo con un cambio en el país son motivaciones principales de esa participación, expuso.

“Que hoy el liderazgo opositor, encabezado por María Corina Machado, responda que no va a salir de la ruta electoral ante cada acción de un régimen que encarcela, desaparece y tortura, más bien eleva el costo de esas acciones, porque el chavismo (y sus propagandistas) se quedan sin el argumento de la abstención”, comentó Molina Galdi.

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